Presentación
Abstract
A partir de su inserción en la historia universal en el siglo XVI, la América española y portuguesa debieron adaptar dentro de su organización económica diversas instituciones, productos, tecnologías y patrones de consumo procedentes de otras partes del mundo; principalmente desde Europa, pero también desde África y Asia. Este proceso de inserción implicó la movilización de agentes (colonos, comerciantes, esclavos, burócratas, misioneros, entre otros), tecnologías, productos, la implantación de nuevas actividades económicas, y también de instituciones, como el registro notarial, la moneda, los impuestos y el comercio. Estamos en presencia de dinámicas históricas de perfil global cuyos objetos, ideas, productos y formas políticas mencionadas debieron pasar por un proceso de reconversión, que finalmente generaron desarrollos diversos y originales de acuerdo a las distintas realidades locales.
Con la idea de propiciar la presentación de ponencias que aporten nuevos conocimientos alrededor de dicho proceso, organizamos la mesa de trabajo “América Latina en la globalización económica: corporaciones e instituciones, comercio, fiscalidad y moneda, siglos xvi-xix” en el marco del VI Congreso Latinoamericano de Historia Económica, CLADHE, realizado en Santiago de Chile entre los días 23 y 25 de julio de 2019. Más allá de la utilidad de reunir nuevos datos y reflexiones en torno al tema, nuestra intención era también de colocar a América Latina dentro del mapa de la corriente de la ‘historia global’. Esta perspectiva trata de romper con las restricciones que la división actual de la humanidad en Estados nacionales suele imponer a la investigación histórica. Aunque dichos Estados nacionales aparecieron en el caso latinoamericano hace solo dos siglos, o aun menos, los historiadores tienden a veces a asumir en el curso de sus investigaciones, que las realidades sociales y políticas plasmadas en ellos estaban prefiguradas desde siempre, o, cuando menos, desde mucho tiempo atrás. Esta perspectiva no solo peca de anacronismo, sino que lleva a deformar nuestra comprensión de la historia, al asumir la presencia de un espíritu o espacio nacional en épocas en las que apenas existían signos de los futuros estados nacionales latinoamericanos.
La corriente de la ‘historia global’ no da por sentado que las dinámicas locales tengan (o deban tener en la representación histórica) un peso más determinante en el discurrir de los procesos que las dinámicas basadas en radios geográficos más amplios. Cuestiona, incluso, que pueda trazarse una frontera entre las dinámicas locales y las mundiales o extra locales. En la época pre-nacional, Sevilla o Santiago de Chile podían estar mucho más cerca de Lima o Buenos Aires, que el Cuzco o Córdoba, o Lima y Santiago tener vinculaciones tan intensas en el universo del Pacífico como con las regiones asiáticas. El comercio o las redes de parentesco podían llegar a tejer vínculos sólidos y duraderos entre espacios geográficamente alejados. Realidades locales de la América meridional se vieron profundamente imbricadas en las ventanas abiertas por las comunicaciones con el Atlántico y el Pacífico, lo que explica la privilegiada situación geopolítica de la América colonial en el mapa mundial de la época. Existían organizaciones, como las órdenes religiosas y las compañías de comercio, para no hablar de los mismos imperios monárquicos, que extendían sus vínculos allende los mares y los continentes. La ‘historia global’ estaría asumiendo, así, una perspectiva más fiel a los hechos históricos que la investigación promovida desde la óptica de los Estados nacionales.
El simposio de Santiago reunió a una docena de expositores. Al lado de destacados representantes de la historia económica del continente, como Carlos Marichal, Zacarías Moutokias, Sandra Kuntz y Fernando Jumar, figuraron también investigadores más jóvenes, cuyos trabajos, aunque iniciales, ya se encuentran en condición de ser presentados y discutidos en foros internacionales. Hace unos meses aceptamos la amable invitación de los responsables de la Revista Escuela de Historia de la Universidad Nacional de Salta, para coordinar un número monográfico conteniendo una selección de las ponencias presentadas en la reunión de Santiago. Algunos de los ponentes tenían ya comprometido su texto para otra publicación, por lo que no pudieron ser incluidos aquí. Otros, aceptaron, en cambio, el reto de someter sus ponencias a la lectura de dos árbitros anónimos, que sugirieron cambios y añadidos con vistas a la publicación.
Los artículos resultantes se enfocan en el tema del comercio, que, ciertamente, es uno de los tópicos favoritos de la historia global, aunque no deberían agotarse en él. Se trata del comercio inscrito en plazas urbanas específicas de la región andina, como Salta, Santiago de Chile, Río de La Plata, Guatemala o Cali; del que discurría entre Chile y el conjunto de países latinoamericanos; entre Buenos Aires y Guatemala con Sevilla; de proyectos de compañía entre Santiago y las islas Filipinas, o del comercio de esclavos realizado en Lima. Lo que crea una temática común entre ellos es que en todos los casos ocurre un proyectado o concretado entrelazamiento de diversos mundos o regiones. Esclavos capturados en el África, productos fabricados en Europa, Asia o en las mismas regiones andinas, capitales de diverso origen y comerciantes provenientes de Europa o “de la tierra” discurren en sus páginas alimentando ejes económicos que van desde lo local a lo global, negocios, proyectos y redes en cooperación o en competencia. La cronología de los estudios corresponde al período que va desde la segunda mitad del siglo XVI a las postrimerías del siglo XIX. Fue una época marcada por un incremento progresivo del comercio, potenciado por el reformismo borbónico, y el estallido de lo que la historiografía bautizaría luego como la revolución industrial. Tanto el comercio como la industria transformaron en esos tres siglos las relaciones ultramarinas. La lectura de estos artículos ilustra estupendamente cómo en diferentes espacios latinoamericanos se vivió y sucedió dicha transformación.
La historia global hace hincapié en la importancia que asumieron relaciones entre ciudades y puertos. Los lazos de corta y mediana distancia que Buenos Aires, Lima, Santiago, o aún Cali, tejieron con otros puntos costeros, se resignifican al inscribirlos en encadenamientos de perfil global, llegando a destinos insospechados. El conjunto de artículos revela la importancia geoestratégica que tuvo el bloque continental hispanoamericano en el tablero global, situado entre los dos grandes océanos, como son el Atlántico y el Pacífico. Esta posición de mediación le permitió al nuestro espacio conectarse con Europa, África e incluso China a través de Filipinas. También nos enseñan que la historia de los pueblos latinoamericanos no puede entenderse sin los referentes de otras partes del mundo, pero también que la misma historia latinoamericana puede comprenderse mejor siguiendo los lazos, comerciales, políticos y sociales, que en el pasado unieron sus ciudades, pueblos y mercados.
Agradecemos la confianza depositada en nosotros por los responsables de la Revista Escuela de Historia, su trabajo a los árbitros que anónimamente colaboraron con la tarea de evaluación, y su paciencia y tenacidad a los autores aquí reunidos: Arturo Loyola, Víctor Hugo Haro, Gabriel Anachuri, Manuel Ramírez, Michelle Lacoste y Juan C. Quejada.
Mariano Bonialian y Carlos Contreras
Córdoba y Lima, 2019