Por una historia biográfica del II Conde de
Castrillo (1585-1670): itinerario a través de las fuentes
[Toward
a Biographical History of the 2nd Count of Castrillo (1585–1670): An Itinerary
Through the Sources]
[Por uma História
Biográfica do II Conde de Castrillo (1585–1670): Itinerário através das fontes]
Marcelo Paulo Correa
correamarcelo@hum.unsa.edu.ar , Instituto de Investigaciones en Ciencias Sociales y
Humanidades-Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas/Facultad
de Humanidades, Universidad Nacional de Salta, Avenida Bolivia 5051, Salta,
República Argentina, ORCID:
0000-0003-0407-9900; Scopus Author ID: 57209848222
Resumen: En este artículo se presenta
el itinerario metodológico y de archivos recorrido para confeccionar el trabajo
final de tesis de doctorado titulado García
de Haro y Avellaneda, conde de Castrillo. Biografía política de un cortesano al
servicio de la Monarquía Hispana en tiempos de Felipe IV. Se recuperan las reflexiones
teórico-metodológicas previas, la construcción del estado de la cuestión y el
relevamiento de los distintos repositorios que constituyen el aparato crítico
de la investigación. La investigación se financió por una beca interna doctoral
del CONICET, y la defensa oral acaeció en la Universidad del Salvador en
2022.Dicho trabajo se desarrolló bajo la dirección de los doctores Guillermo
Nieva Ocampo y Rubén González Cuerva. Del tribunal evaluador formaron parte el
profesor Dr. Arrigo Amadori y las profesoras Dras. María Luz González Mezquita
y Griselda Tarragó.
Abstract: This
article presents the methodological and archival itinerary followed to prepare
the final doctoral thesis work entitled García de Haro y Avellaneda, Count of
Castrillo. Political Biography of a Courtier in Service of the Hispanic
Monarchy during the Times of Philip IV. The previous theoretical-methodological
reflections are recovered, as well as the construction of the state of the art
and the survey of the different repositories that constitute the critical
apparatus of the research.
Resumo:Este artigo apresenta
o itinerário metodológico e de arquivos percorrido para confeccionar o trabalho
final de tese de doutorado intitulado García de Haro y Avellaneda, conde de
Castrillo. Biografia política de um cortesão a serviço da Monarquia Hispânica
nos tempos de Felipe IV. Recuperam-se as reflexões teórico-metodológicas
prévias, a construção do estado da questão e o levantamento dos diferentes
repositórios que constituem o aparato crítico da pesquisa.
Palabras Clave: Monarquía Hispana, Felipe IV, Conde de
Castrillo, Historia biográfica
Keywords: Spanish Monarchy, Philip IV, Count of Castrillo,
Biographic history
Palavras-chave: Monarquia Hispânica, Filipe IV, Conde de
Castrillo, História biográfica
Introducción
El II conde
de Castrillo desarrolló su actividad política entre los años finales del
reinado de Felipe III (+1621) y los años de la regencia de Mariana de Austria
hasta su muerte (1665-1670). Pese a la contundente evidencia sobre su
protagonismo en la alta administración de la Monarquía Hispana, no se conocían
monografías que se dedicasen intensivamente al estudio de su figura, actividad,
trascendencia y trayectoria política. No obstante, existían indicios en
investigaciones precedentes que daban cuenta, en principio, de su vinculación
con la política americana. Mismos indicios que permitían reconocer que se
trataba de un personaje clave para entender algunas dinámicas territoriales de
gobierno en la Monarquía de Felipe IV (1621-1665).
En primer lugar, la relación epistolar que Castrillo estableció con el
obispo del Tucumán, Melchor Maldonado de Saavedra (1632-1661). Guillermo Nieva
Campo recuperó el relato del viaje que el prelado había realizado para llegar a
su sede a través de Cádiz y Portobelo y, a partir de allí, un conjunto de
informaciones enviadas en los primeros años de la década de 1630[1]. El
autor citaba, además, el artículo confeccionado por el historiador mexicano
Óscar Mazín, quien se había encargado de estudiar el revelador cambio de
vestiduras que Castrillo pretendía hacer efectivo tras su ascenso a la plaza de
consejero de Estado, en 1632[2]. El
mismo autor es, hasta el momento, quien más investigaciones ha dedicado a
seguir el nombre y la carrera del conde de Castrillo en la administración de la
Monarquía de Felipe IV, sus resultados se han publicado en diferentes artículos
y capítulos de libro que han servido de referencia para elaborar nuestra
investigación[3]. Sin
embargo, tanto el profesor
Mazín como
otros reconocidos modernistas del mundo hispano habían encontrado en la
monumental obra de John Elliott la primera referencia a un hombre brillante,
adepto al valido de Felipe IV, el megalómano conde duque de Olivares. Y es que,
Elliott se había percatado de una carrera política que despuntaba, por una
vinculación familiar con el valido más o menos indirecta, un origen nobiliario
de segundogenitura y unos antecedentes deslumbrantes en el ámbito de las leyes
y los estudios universitarios en Salamanca[4].
Por entonces, el célebre hispanista británico inspiró un sinnúmero de
investigaciones sobre el valimiento en la Monarquía Hispana, producción que
abordaremos en el siguiente apartado.
Dados estos indicios se pensó en la posibilidad de proponer un proyecto
de tesis cuyo fin sea indagar el largo reinado de Felipe IV a través de la
figura del II conde de Castrillo. Tesis que finalmente vio la luz en 2021 y se
terminó de evaluar a principios de 2022[5].
Hacia la salida de la caverna: el estado de la
cuestión
El atractivo
presidente del Consejo de Indias de la época del “marcado favoritismo” en el
siglo XVII, como bautizó Ernesto Schäfer a esta etapa, parecía convertirse en
un objeto de estudio perceptible de ser estudiado, en la medida que sus
particularidades se resaltan aquí y allá en la bibliografía especializada[6].
Mucho más cercana en el tiempo resultaba la tesis doctoral de Arrigo Amadori,
publicada como libro, en la que afirmaba que el García de Haro fue “el
presidente por antonomasia del Consejo de Indias durante los años del valido”[7]. La
contundencia de su representatividad se arrogaba a la duración de su
presidencia, la mitad de los años que duró la privanza del conde-duque y la
particularidad de ser un hombre unido por lazos familiares al valido[8]. De
esta forma, el círculo de personas que rodearon a Olivares y la centralidad que
ocupó en la administración indiana, seguían despertando interés para una
investigación intensiva sobre su trascendencia política.
Ahora bien, en la medida que se avanza con la lectura de obras
especializadas sobre el período 1585-1670, el número de espacios de los que el
conde de Castrillo participó se amplía cada vez más. Así, las publicaciones
sobre la reina Isabel de Borbón (1621-1644) de Henar Pizarro[9] y
Alejandra Franganillo[10], y
la obra de Silvia Mitchell sobre Mariana de Austria, regente entre 1665 y 1675[11],
abrían la posibilidad de investigar la interacción del conde en los espacios
políticos femeninos. Del mismo modo, las tesis doctorales de Diego Crespí de
Valdaura[12],
Koldo Tápaga[13] y
las investigaciones de Alistair Malcolm, Rafael Valladares, Giuseppe Mrozek[14] y
Susana Truchuelo[15]
recrearon una especie alegoría de las cavernas sobre un personaje que, a
ciencia cierta, había revestido las condiciones de poliédrico y activo, tanto
en la alta administración de la Monarquía como en algunos espacios
territoriales integrados a ese cuerpo político, pero que aún desconocíamos en
gran medida.
Así, mientras el estado de la cuestión se construía, el conde de
Castrillo había pasado de estar en una penumbra aparente a presentarse aquí y
allá. Como si se tratara de destellos de luz que aparecen de manera inconexa,
la figura de nuestro protagonista se presentaba en las distintas instancias del
complejo macrocosmos que se había creado para gobernar la monarquía agregativa
constituida por las posesiones de la casa de Austria. Como ministro del rey y
del valido, y a partir de 1643, como ineludible protagonista de la política
hispana, el conde de Castrillo presentaba algunos rasgos propios de los
oficiales de los siglos de la temprana modernidad, como la circulación, una
actividad que trascendía los límites “institucionales”, la participación en
redes de patronazgo y clientelismo, el establecimiento de acuerdos
matrimoniales con fines políticos, etc. No obstante, el laboratorio y puntapié
definitivo para iniciar la investigación sobre el conde de Castrillo, fue el
marco historiográfico y metodológico ofrecido por el proyecto “La Corte de
Felipe IV (1621-1665): Reconfiguración de la Monarquía católica” del Instituto
Universitario “La Corte en Europa”, cuyos resultados se publicaron en alrededor
de 14 volúmenes colectivos. Estas obras no sólo ofrecían un panorama amplio
sobre el período, sino que además se proponían descentrar la tiranía
historiográfica del concepto de “decadencia” y “crisis del siglo XVII”, para
así propiciar una investigación que recuperase el valor de la policía, la Corte
y el gobierno durante aquel largo reinado. En ese marco, encarar una tesis de
doctorado cuyo objetivo se concentraba en reconstruir ese universo, a través de
la figura de uno de los ministros más importantes del reinado, cobraba sentido.
Los pasos a seguir: la construcción metodológica
La pregunta
por cómo se gobernaba la Monarquía Hispana en el siglo XVII había generado un
sinnúmero de respuestas que iban desde estudios de caso, hasta la elaboración
de modelos de interpretación para el gobierno de la maquinaria de gobierno de
los Habsburgo en la Edad Moderna. En ese amplio espectro, podía insertarse un
estudio, partiendo desde la historia biográfica, centrada en la trayectoria
vital del conde de Castrillo, y que permitiese aprovechar aquella cuasi
omnipresencia en la alta administración, para conocer mejor la maraña de
interacciones que sostenían las instancias de la macro-política. Así, una propuesta de investigación anclada
en la micropolítica, en realidad, cabalgaba sobre la idea de seguir los
intereses particulares y los lazos informales que había sostenido nuestro
personaje[16]. Se
optó por mirar el reinado de Felipe IV y los grandes proyectos o decisiones políticas
de su reinado a través de la lente de la vida de uno de sus hombres de
confianza.
Hasta la crisis de las últimas décadas del
siglo pasado, en la cual los historiadores no encontraban el modo de explicar
horrores como el nazismo, las grandes guerras o los cataclismos del sistema
económico sin considerar a sus líderes, lo humano parecía estar por fuera del
interés de los historiadores[17]. De allí que emerjan desde otro ángulo el
reconocimiento de los acontecimientos y los sujetos como protagonistas de la
Historia ciencia, pero mucho más cuando al intentar definir lo político
encontraron que el factor humano, individual, la capacidad de hacer del sujeto
no estaba condicionada estructuralmente por el grupo[18].
Fue el estudio de la política lo que alimentó el redescubrimiento de los
individuos y a su vez el estudio de los individuos el que obligó a los
historiadores a preguntarse por los condicionamientos humanos del devenir
político de las sociedades[19]. El
“porqué, el cómo el cuándo y en qué condiciones se produce la acción de los
hombres para organizar sus asuntos comunes y determinar las relaciones dentro
de un grupo en relación con otros” define a los objetos estudiados por los
historiadores, pone en el centro a las personas y a la experiencia esencial del
hombre[20].
No obstante, nuestra investigación iba
sobre un hombre del siglo XVII, con lo cual no podían darse por sentadas las
nociones de “individuo” o sujeto sin tener en cuenta que las realidades del
Antiguo Régimen estaban atravesadas por extensos tejidos de redes de fidelidad,
amistad, patronazgo clientelismo, nos encontramos entonces con agencias
necesariamente colectivas[21].
Considerando estas herramientas conceptuales, la historia biográfica del conde
de Castrillo se proponía el derribar los preconceptos sobre un contexto y
permitir abrirse paso a la vertiginosa tarea de descubrir la interacción
individuo-sociedad es una invitación a no descuidar las reacciones de los
sujetos, una historia distinta de la nuestra en la que probablemente nos
reconocemos[22].
Ahora bien, aquellos indicios que habían
despertado el interés sobre Castrillo requerían de la confección de un corpus
inteligible, para ello la adopción de elementos metodológicos acertados era
esencial. En ese sentido, un texto de Mónica Quijano presentaba un modelo de
trabajo en base a la biografía de Sor Juana Inés de la Cruz ensayada por
Octavio Paz. La autora afirmaba que el problema biográfico reside en hacer una
"síntesis de lo heterogéneo" con el fin de presentar la unidad de una
vida que se desarrolla dentro de una duración temporal. Esta síntesis necesita
del previo reconocimiento del hombre como un ser que no solamente es acción y
circunstancia, ya que todo esto está necesariamente inscrito en un programa de
vida, es decir en una "vocación" que es a su vez un proyecto de vida,
un imperativo de vida[23].
Con esto reconocemos que la escritura de una historia biográfica del conde de
Castrillo era un desafío difícil de encarar, por la dispersión y abundancia de
la información, tanto en el material bibliográfico como en las fuentes.
Al estudiar las relaciones, los vínculos,
las variaciones de la lealtad del conde de Castrillo, en el contexto del
reinado de Felipe IV y hasta su propia muerte, más no podíamos aseverar su
filiación a un estamento social cerrado, a una facción definida o a una
identidad rígida. Pues por la propia experiencia biográfica se nos presentaba
un individuo que, simultáneamente, nos permitía cuestionar esas homogeneidades
aparentes, y revisar el sentido de la idea de “pertenencia”. La historicidad
del sujeto nos llevaba por la senda del descubrimiento constante de una entidad
híbrida, que transitó diferentes experiencias sociales[24].
Se observará más adelante, que la acusada
dispersión de la información también se hacía evidente en el plano de las
fuentes de época. Y es que, la envergadura del personaje se agigantaba mientras
más repositorios se rastreaban. A todo esto, la herramienta de la narrativa en
el campo de la historia, especialmente en la historia política, era esencial
para poder transformar aquella información en una tesis doctoral. Los formuladores
del constructivismo narrativo sostuvieron que la representación narrativa del
pasado permitía reconstruir relaciones secuenciales y temporales existentes
entre lo real, la historia y la narración. Así, de manera estratégica el
historiador incorpora la explicación y el significado para usar la narrativa
como forma de conocimiento asentado siempre sobre fuentes y evidencias[25].
Teníamos por delante la tarea de
reconstruir la trayectoria política de un ministro que era simultáneamente
jurista, intelectual, cabeza de linaje, alter ego del rey, amigo, padrino y
patrón. Objetivamos a la figura del conde de Castrillo con esas palabras
considerando su identidad era poliédrica y, ante todo, destacamos la
historicidad de los objetivos, posicionamientos y conocimientos del personaje[26].
Según el ámbito donde se presentara, o debido a la función que desempeñase,
destacaba uno u otro rasgo, pues su persona en realidad ha de observarse desde
distintas perspectivas. Fue un jurista con formación universitaria, noble por
pertenecer a la casa de Haro y ante todo ministro, participaba de un cuerpo
político cuya cabeza era el rey, gozaba de esa dignidad y había sido designado
por el monarca para aconsejarlo. Como tal debía elevar propuestas al rey,
anticiparse a los hechos, considerar los posibles escenarios que se avecinaban
y era, además, portavoz de la ley y juez[27].
Estas
eran las condiciones que el objeto de estudio elegido imponía al tiempo que
demandaba el uso de una metodología clara y, a su vez, lo suficientemente
maleable para incorporar “préstamos metodológicos” de otras escuelas y ciencias
sociales. La reconstrucción de un escenario histórico a través de uno de sus
protagonistas era, hilar contextos con trayectorias individuales y reconstruir
el tejido de vínculos.
Itinerario de fuentes y archivos
Aquellos
contextos y espacios de acción del conde de Castrillo fueron determinantes al
momento del rastreo de la documentación. En ese sentido, la forma de gobierno
de la Monarquía Hispana y sus características hacían de la Corte, asentada en
Madrid, el epicentro de la gracia y el centro político por excelencia. Allí se
instalaron los patrones cortesanos que asistían al monarca en el tratamiento de
los asuntos y, allí también, se asentaron los Consejos.
En función de la centralidad del Rey y su Corte,
la mayoría de los escenarios de esta tesis corresponden a Madrid. Desde 1561,
la Villa de Madrid se había convertido en asiento de la Corte del Rey Católico
por decisión de Felipe II; para designarla se utilizaría a posteriori el
término “Corte”. En la Corte de Madrid entonces se situaba el “corazón”
político de la Monarquía, allí se asentaron los reyes Habsburgo con su familia,
su Casa, sus servidores y los Consejos Reales[28].
Estos últimos daban cohesión al sistema pues eran órganos superiores de
justicia, órganos de representación, lo que condenó a Madrid a ser “Señora de
todas las Cortes”[29].
Madrid encarnaba, a su vez, el centro neurálgico de un sistema de
gobierno en el que confluían los vínculos verticales de poder alimentados por
la desigualdad característica de las sociedades de Antiguo Régimen[30]. En
efecto, la proximidad física respecto del monarca, de quien emanaba las
mercedes que luego se distribuían entre los patronos cortesanos y así se
derramaban sobre amplias clientelas, nos da una idea de la centralidad de la
Casa y los Consejos reales de Madrid. La Corte era un espacio definido y redefinido
por aquellos vínculos informales ligados al servicio del monarca, era a su vez
un organismo articulador de la escala de valores de la sociedad política, desde
donde se definían rasgos culturales, costumbres, juicios morales y virtudes[31].
Sin embargo, en función de la multiplicidad de entidades políticas que el Rey
Católico debía gobernar había encontrado como solución el desdoblamiento de su
persona. El resultado de la creación de aquellos alter ego fue la fundación de Cortes virreinales en aquellas
ciudades que serían sede real al estilo de Madrid. Así, Palermo, Nápoles,
Barcelona, Valencia, Pamplona, México, Lima se transformaron en residencia de
virreyes y de sus respectivas Cortes[32].
En síntesis, el sistema de gobierno adoptado por la Monarquía Hispana formuló
una combinación de la Corte de Madrid con un sistema de cortes virreinales que
le permitió solucionar el problema de la ausencia de la persona real en todas
las ciudades donde era necesaria su actuación.
La vida en la Corte implicaba también el registro de los hitos que
marcan la vida del personaje, su matrimonio, el nacimiento y matrimonio de sus
hijos, así como la preparación de su muerte. En el Archivo Histórico de
Protocolos de Madrid se encontraban documentos relativos a aquellos momentos;
especialmente, relaciones de méritos, constituciones de mayorazgos, acuerdos
matrimoniales y testamentos. Así, se arribó a la reconstrucción de un primer
nodo de alianzas matrimoniales tejidas en torno Castrillo, detrás las
estrategias de parentesco, de coligación y de organización de las alianzas
políticas o del patrimonio podían analizarse claramente[33].
Previamente, el relevamiento de una genealogía, contenida en la Colección
Salazar y Castro, arrojaba los nombres a seguir. Combinada con una lista de signaturas
que figuraban en una publicación de Janine Fayard para la revista Hidalguía[34]
facilitaron la búsqueda en los grandes legajos de Protocolos Notariales de
Madrid, hoy custodiados por los archivos de la Comunidad.
También, la documentación de la actividad en la Corte quedó registrada
en los archivos “institucionales”. De esta forma, el Archivo General de
Simancas, el Archivo General de Palacio, el Archivo Histórico Nacional y el
Archivo de Indias fueron fértiles fuentes de información para nuestra
investigación.
De hecho, las Consultas del Consejo de Estado resguardadas en Simancas
presentaron, en gran medida, elementos fundamentales para dar voz a Castrillo
en los distintos asuntos que se trataban. Especialmente, los vinculados a
cuestiones de diplomacia y relaciones exteriores de la Monarquía. Se han
obtenido una serie de legajos con una ingente cantidad de reproducciones de las
intervenciones del conde desde su entrada en el como consejero de Estado en
1632 hasta su retiro en 1668. Para estudiar el virreinato napolitano del conde
de Castrillo, estos documentos se utilizaron de manera integrada con los
procedentes del Archivio di Stato di Napoli y del Archivio Apostolico Vaticano.
En ambos casos, además se seguir al personaje, también se siguió la sucesión de
los principales problemas que afectaron a aquel reino del sur de Italia entre
los años 1653-1658, entre ellos la pacificación interior luego de la revuelta
de Masaniello de los años 1647-1648 y los problemas diplomáticos por la
inmunidad eclesiástica derivados del fortalecimiento de la jurisdicción
episcopal. Con menos suerte, algunos documentos conservados en la sección Santa
Sede del Archivo Histórico Nacional de España también dieron cuenta,
indirectamente, de las actividades diplomáticas protagonizadas por Castrillo, o
de aquellas en las que intervenía como virrey de Nápoles.
La documentación de Simancas fue igualmente determinante para tomar la
noción thompisana de “experiencia” al
momento de abordar los últimos años del conde de Castrillo[35].
Las series de Consultas permitían hacer hincapié en el cambio que sufrieron las
intervenciones del conde de Castrillo a través de sus participaciones en las
reuniones en el Consejo, alocuciones que a su vez quedaron plasmadas en las
consultas que llegan a nuestras manos en un estado de conservación envidiable.
De este modo, desde el tratamiento de la protesta del cardenal Borja ante
Urbano VIII[36],
pasando por el asesinato del embajador Ascham[37],
hasta las negociaciones de la paz con Portugal[38],
el conde de Castrillo había impreso su punto de vista en las reuniones del
Consejo más importante de la Monarquía y los fondos simanquinos son su fiel
reflejo.
Por su parte, el trabajo con los fondos del Archivo General de Indias
amerita un capítulo aparte. Una de las vías de acceso a la documentación fue el
registro de las cuentas de Diego de Vergara Gaviria, otra los fondos de
Gobierno, sección Lima, entre los cuales se encontraron los documentos
relativos al gobierno del marqués de Mancera. Un último grupo se compone de los
fondos relativos a la minería en la Audiencia de Charcas. Respecto de las
cuentas, ya Francisco Gil había expuesto algunas de las gestiones pecuniarias
del conde de Castrillo en el Consejo[39].
Los fondos correspondientes al fondo Gobierno
de Indias y del virreinato peruano[40].
La revisión de esta documentación permitió, por una parte, señalar el destino
de los dineros provenientes de los dineros de Indias, sobre todo aquellos
destinados a los pagos realizados para la decoración y equipamiento del palacio
del Buen Retiro en la década de 1630 y, en segunda instancia, la circulación de
saberes, personas e información entre el Perú y Madrid acerca de la minería
peruana en un momento de crisis.
La matriz peruana se enriqueció cuando, tras la lectura de un artículo
del profesor Malcolm, las dedicatorias a libros podían ser un buen indicador
del poder ejercido por Castrillo como patrono de las Indias[41].
Sirvieron al conjunto de impresos correspondientes a la etapa de gobierno del
marqués de la Mancera siguiendo la cronología y los programas en común que se
observaban en la gestión del Consejoque completaron cierto corpus destinado a
la reconstrucción de la imagen “externa” del conde de Castrillo. Es decir, a
los cuestionamientos sobre cómo se proyectaba en la Corte, qué representaciones
generaba entre sus contemporáneos, entre otras preguntas de investigación que
se integraron en el ejercicio biográfico. Afortunadamente, parte de las
dedicatorias se encontraban en la Sala Cervantes de la Biblioteca Nacional de
España. Antes de incorporarse a la tesis, un análisis de las dedicatorias fue
publicado en un libro de autoría colectiva[42].
Nuevamente, una figura daba cuenta de estrategias políticas diversas que podía
seguir un patrono cortesano al momento de establecer vínculos que redundasen en
el beneficio propio o de un proyecto político.
Asimismo, otras expresiones del mundo cortesano de Felipe IV respecto de
nuestro protagonista han permitido reconstruir una imagen sobre su ministerio y
actividad. Aquí el punto de vista de quienes compartían, a grandes rasgos,
códigos culturales comunes ligados a la vida cortesana percibieron a Castrillo
como un ministro “de las finanzas” en la época olivarista. Se comentaban los
enlaces matrimoniales que preparaba para su hijo e hijas, así como los
movimientos de la condesa María de Avellaneda[43].
Más aún cuando su nombre destacaba en la Corte durante los años 1661 y 1662
como posible válido en la última etapa del reinado de Felipe IV.
Para la misma época que tratamos, es decir los años 1622-1643, restaba
por estudiar la relación que el conde de Castrillo tenía con el valido, en ese
sentido, los fondos del Archivo Histórico Nacional proveyeron documentación
epistolar establecida entre Castrillo y el conde duque de Olivares. La
posibilidad de reconstruir algunas series de fuentes, sumada a la producción
historiográfica existente sobre los personajes que rodearon al conde duque,
permitió dotar de historicidad al vínculo. Es decir, que se han podido identificar
etapas, tópicos y mediadores que propendieron a un análisis complejo del
vínculo entre García de Haro y Olivares. Ahora bien, estos resultados también
dieron lugar a un análisis ego-centrado del funcionamiento de la denominada
“facción Olivares”, llegando incluso a poner en cuestión la propia
configuración de una estrategia faccional.
De este modo, las relaciones personales, en el ámbito estudiado, no eran
sólo una aparente contingencia, sino elementos determinantes en el pulso de la
dinámica de grupos y liderazgos. Castrillo se encontraba en un espacio
intermedio en el cual gozaba del favor del propio Felipe IV, del valido y más
tarde de la reina de modo que, el disfrute de esos apoyos, se transmitía en una
mayor capacidad de acción[44].
Asimismo, la complejidad de la conformación e historicidad de los
vínculos interpersonales en la alta administración de la Monarquía Hispana
permitió asentar nuestro análisis sobre dos presupuestos teóricos centrales. El
primero de ellos vinculado a la caracterización del “poder”, cuyo ejercicio se
devela como una tarea íntegramente colectiva. Hanna Arendt consideraba a la
política como la acción de una colectividad. Por ello, el poder se veía como
una aptitud humana, una forma de actuar concertadamente integrando a los involucrados
en una comunidad de intereses[45]. En
segunda instancia, un presupuesto que recorre de manera transversal y
metodológica la tesis, la gran política se sostiene sobre un tejido de
relaciones interpersonales a los que Wolfang Reinhart ha denominado “micropolítica”,
es decir, el análisis de los intereses particulares en medio ambientes
sociopolíticos comunes[46].
Resta por decir que la construcción de esta historia biográfica
significó un recorrido transversal por todo el reinado de Felipe IV, se trata de
cuarenta y cuatro años de reinado, de los cuales veintidós correspondieron a la
privanza de Olivares. Los años restantes, por su parte, han sido objeto de
recientes investigaciones ligadas a recrear el horizonte de gobierno. Se trata
de publicaciones centradas en las características de la privanza que ejerció
don Luis de Haro, sobrino de Castrillo, desde 1643 hasta su muerte en 1661. De
ello se han ocupado, especialmente, Rafael Valladares[47]
y Alistair Malcolm[48]. La
gran tarea de ambos investigadores ha resuelto muchas de las incógnitas que
hasta hace poco tiempo permanecían irresueltas entre los especialistas.
En ese marco, la intención de la investigación doctoral que motivó
nuestra investigación era contribuir a ese conocimiento. Con la documentación
disponible se analizó parcialmente la relación entre Castrillo y don Luis de
Haro. Se consideró que desde 1653 y hasta 1658, García de Haro se desempeñó
como virrey de Nápoles, ya hemos mencionado la documentación simanquina,
vaticana y napolitana que sirvió a reconstruir estos años. Esta etapa permitió
diversificar las variables territoriales de la tesis de doctorado, se había
trabajado ya sobre Navarra, Castilla, el Perú entre otros espacios
peninsulares, restaba ahora introducir el espacio italiano. Es aquella
característica circulación de oficiales la que adentró entre proyecto en el
reino del sur de Italia. La gestión de un territorio controversial y de gran
importancia económica, como el reino Partenopeo, motivó también una ampliación
del marco teórico e historiográfico que permitiese analizar el territorio en el
contexto de la Monarquía Hispana, la coyuntura exterior, las dinámicas de
gobierno, las tensiones entre los centros de poder y la proximidad, vincular y
geográfica, de la Santa Sede.
Por último, están los años que van desde 1658 hasta 1670, a los que
denominamos como años de la “vejez” del personaje. Por la importancia que
revistió su actividad en el Consejo de Estado dedicamos un espacio privilegiado
a los asuntos diplomáticos que quedaban sin resolver tras la firma de la paz de
los Pirineos en 1659. Además, el propio sínodo se había transformado en un
cuerpo fundamental para el gobierno de la Monarquía con el que Felipe IV,
tomaba las principales decisiones al final de su vida[49].
La recurrente intervención del conde de Castrillo en las sesiones que van desde
1661 hasta 1668 daban cuenta de la preeminencia en su condición de “ancianidad
honrosa”, su conocimiento del sistema y la “necesidad” de su asistencia. Así, a
través de los registros de las consultas se han reconstruido sus posiciones,
proyectos truncos, una suerte de discusión generacional con otros consejeros y,
por último, la búsqueda de su retiro con beneficios para su descendencia, en
tiempos de Mariana de Austria.
Resultados obtenidos
A primera
vista, la trayectoria política del conde de Castrillo nos obliga a ampliar el
panorama “individual” y llevar un conjunto de aproximaciones microanalíticas
sobre diversos ámbitos de gobierno de la Monarquía. Las universidades,
audiencias, consejos, juntas, virreinatos eran, ante todo, espacios atravesados
por tramas relacionales en los que se tomaban decisiones. Y, en gran medida,
esas historias vinculares generaban las condiciones favorables o adversas para
el ejercicio del gobierno. El punto de vista de la historia biográfica no ha
hecho más que complejizar nuestra mirada sobre aquellas instancias en las que
se tejían proyectos familiares y colectivos, cuyo fin último era el servicio y
la supervivencia de ese cuerpo político articulado en torno a la dinastía de
los Habsburgo.
De hecho, el ministerio de Castrillo es la muestra de una política con
un marcado perfil “atlántico”. Esta característica no se puede generalizar a
todos los oficiales dado que el ámbito indiano no siempre formaba parte de los
itinerarios de circulación de oficiales. No obstante, sus vínculos con
procuradores, intelectuales, virreyes y comunidades de interés americanas nos
permitieron estudiar dos microcosmos conectados, en cuya relación la matriz
económica fue sólo un aspecto de todos los concernientes al gobierno de los
virreinatos americanos. Por lo tanto, la trayectoria biográfica de Castrillo
impone la necesidad de pensar en el desafío para los historiadores por integrar
el estudio de los territorios de América y Europa para comprender el gobierno
de la Monarquía Hispana en la Edad Moderna. También para abandonar las
perspectivas que ordenan una visión esquemática de los territorios y favorecer
una mirada ampliada de la geografía política. Reconocer por tanto que en Madrid
confluían esas experiencias diferentes que a veces resultaban en proyectos
políticos divergentes e intereses en conflicto. Esas tensiones aparecían en la
Corte, sus representantes litigaban en los consejos y la política diseñada
desde Madrid estaba condicionada por las experiencias de sus ministros, la
cercanía o el favor del rey. Por tanto, la praxis continúa demostrando que las
estructuras y los proyectos de gobierno tenían una gran carga proveniente de la
dimensión humana del gobierno. Las últimas discusiones de Castrillo en el
Consejo de Estado muestran cómo, según la trayectoria de cada consejero, se
perfilaba argumentos para proponer una agenda de prioridades diferente.
Por otra parte, para poder hacer esta reconstrucción de la trayectoria
política de un ministro, necesitamos materializar la construcción de un archivo
propio, direccionado y seleccionado de cara al cumplimiento de nuestros
objetivos. La diversidad de repositorios implicó seguir un rumbo que prioriza
ciertos temas por otros, es decir que se optó por establecer una jerarquía de
temas[50].
Finalmente, esta tarea colaboró para organizar la abrumadora cantidad de
información que por momentos convertía nuestra tarea que aparentaba
interminable. La pretensión de una “biografía definitiva” no estaba entre
nuestros objetivos, una meta que ya los historiadores/biógrafos de las últimas
décadas habían descartado. En el tintero quedaron temas y preguntas sin
resolver que, creemos, son potenciales temas de investigación.
Este ejercicio de rehumanización de la política ha propiciado una mirada
globalizadora sobre el sistema de gobierno y las dinámicas sociales de la
Corte. También ha sido la oportunidad para redimensionar ciertas autoridades y
proyectos que estaban sobrevalorados en la historia del reinado de Felipe IV.
[1] Véase Guillermo Nieva Ocampo, “Vasallo del rey y pastor de
su iglesia: Melchor Maldonado de Saavedra, obispo del Tucumán (1632-1661)” en El príncipe, la Corte y sus reinos. Agentes
y prácticas de gobierno en el mundo hispano (ss. XIV-XVIII), editores
Guillermo Nieva Ocampo, Rubén González Cuerva y Andrea Navarro (San Miguel de
Tucumán: Universidad Nacional de Tucumán, 2016): 315-364.
[2] Oscar Mazín Gómez, “Ascenso político y “travestismo” en la
Corte del rey de España: un episodio de la trayectoria de don García de Haro,
segundo conde de Castrillo”. Pedralbes.
Revista d’historia Moderna, 32 (2012): 79-126.
[3] Oscar Mazín Gómez, “Hombres de prudencia" y “grandes partes”. El conde
de Castrillo y don Luis Méndez de Haro”, en El
mundo de un valido. Don Luis de Haro y su entorno, 1643-1661, editor Rafael
Valladares (Madrid: Marcial Pons, 2016): 153-192. Gestores de la Real Justicia. Procuradores y agentes de las catedrales
hispanas nuevas en la Corte de Madrid. II. El ciclo de las Indias: 1632-1666
(México: El Colegio de México, 2017).
[4] John H Elliott, El
conde duque de Olivares. El político en una época de decadencia (Barcelona:
Crítica, 1991 [1ª ed. en inglés, 1986]), 154 y ss.
[5] La tesis doctoral titulada García de Haro y Avellaneda, conde de Castrillo. Biografía política de
un cortesano al servicio de la Monarquía Hispana en tiempos de Felipe IV, se
desarrolló bajo la dirección de los doctores Guillermo Nieva Ocampo y Rubén
González Cuerva. Del tribunal evaluador formaron parte el profesor Dr. Arrigo
Amadori y las profesoras Dras. María Luz González Mezquita y Griselda
Tarragó.
[6] Ernesto Schäfer, El
Consejo Real y Supremo de las Indias. Su historia, organización y labor
administrativa hasta la terminación de la Casa de Austria. T I, Historia y
organización del Consejo y de la Casa de Contratación de las Indias (Madrid:
Marcial Pons- Junta de Castilla y León, 2003 [1ª ed. 1935]): 214-257
[7] Arrigo Amadori, Negociando
la obediencia: gestión y reforma de los virreinatos americanos en tiempos del
conde-duque de Olivares (1621-1643) (Madrid: CSIC-Universidad de Sevilla,
2013): 114.
[8] Ibidem: 114-115.
[9] Henar Pizarro Llorente, “Isabel de Borbón (1621-1644). Una
reina con poder”, en, Mujeres en la corte
de los Austrias: una red social, cultural, religiosa y política,
coordinadora M. L. Sánchez Hernández (Madrid: Polifemo, 2019): 361-390.
[10] Alejandra Franganillo Álvarez, La reina Isabel de Borbón. Las redes de poder en torno a su casa
(1621-1644), Tesis Doctoral (Madrid: Universidad Complutense de Madrid,
2015).
[11] Silvia Z. Mitchell, Queen,
Mother, and Stateswoman Mariana of Austria and the Government of Spain
(Philadelphia: Pennsylvania State University Press, 2019).
[12] Diego Crespí de Valldaura Cardenal, Nobleza y Corte en la regencia de Mariana De Austria (1665-1675),
Tesis Doctoral (Madrid: Universidad Autónoma de Madrid, 2005).
[13] Koldo Trápaga Monchet, La reconfiguración política de la monarquía católica. La actividad
política de d. Juan José de Austria (1642-1679), Tesis Doctoral inédita
(Madrid: Universidad Autónoma de Madrid, 2015).
[14] Giuseppe Mrozek Eliszenski, Ascanio Filomarino. Nobiltà, Chiesa e potere nell’Italia del Seicento
(Roma: Viella, 2017). “Il destino del cardinale Filomarino. Dibattito sulla
rivolta, conclave e peste negli anni del viceré Castrillo (1653-1658)”, Studi storici: rivista trimestrale
dell'Istituto Gramsci, 57/3 (2016): 605-637.
[15] Susana Truchuelo García, Gipuzkoa y el poder real en la Alta Edad Moderna (San Sebastián,
Diputación Foral de Gipuzkoa, 2004): 271-278.
[16] Wolfgang Reinhard, “Politica e storia allá luce dello
sguardo micropolitico”, en Democrazia,
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(Bologna, Il Mulino, 2011), 28-30.
[17] Juan Pro Ruiz, Bravo Murillo. Política de orden en la España liberal (Madrid:
Síntesis, 2006): 9.
[18] Isabel Burdiel, “Historia política
y biografía: más allá de las fronteras”, Ayer,
93/1 (2014): 56.
[19] Ibídem: 53-55.
[20] Ibídem.
[21] Margareth Archer, Being Human. The problem of Agency
(Cambridge: Cambridge University Press, 2004): 283.
[22] Anaclet Pons, “El magisterio de Natalie Zemon Davis: Entrevista”,
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disponible en línea https://clionauta.hypotheses.org/3672, visto el 28 de
agosto de 2021.
[23] Mónica Quijano Velasco, “Sor Juana Inés de la Cruz o las
trampas de la fe: una fábula intelectual”, Iberoamericana,
33 (2009): 7-26.
[24] Sabina Loriga, “Ecriture biographique et écriture de
l’histoire aux XIXe et XXe siècles”, Les
Cahiers du Centre de Recherches Historiques, 45 (2010) : 13-14.
[25] Alun Munslow, Narrative and History (Basingstoke: Palgarve Macmillan, 2007): 17.
[26] Recogemos aquí algunos principios
emanados del sugerente estudio de Francesco Benigno, Las palabras del tiempo. Un ideario para pensar históricamente (Madrid:
Cátedra, 2013): 55-82.
[27] Jean-Pierre Dedieu, “La muerte del
letrado”, en Letrados, juristas y burócratas
en la España moderna, editor F. J. Aranda Pérez (Cuenca: Universidad de
Castilla-La Mancha, 2005): 2-4.
[28] María José del Río Barredo, Madrid Urbs Regia. La capital ceremonial de
la Monarquía Católica, (Madrid: Marcial Pons, 2000): 6-9.
[29] Ibídem.
[30] José María Imizcoz Beunza, “Las
relaciones de patronazgo y clientelismo: declinaciones de la desigualdad
social”, en Patronazgo y clientelismo en
la Monarquía Hispánica (Siglos XVI-XIX), coordinadores J. M. Imízcoz Beunza
y A. Artola Renedo (San Sebastián: Universidad del País Vasco, 2016): 9-41
[31] José Eloy Hortal Muñoz y Gijs
Versteegen, Las ideas políticas y
sociales en la Edad Moderna (Madrid: Síntesis, 2016): 117-119.
[32] Manuel Rivero Rodríguez, El conde duque de Olivares. La búsqueda de
la privanza perfecta, (Madrid: Polifemo, 2017).
[33] Los resultados preliminares de
estas pesquisas fueron publicados en Marcelo Correa, “Familia y relaciones
matrimoniales en la corte de Felipe IV: la descendencia del II Conde de
Castrillo”, CUHSO-
Cultura-Hombre-Sociedad, 29.1 (2019): 365-384.
[34] Janine Fayard, "Los Ministros
del Consejo Real de Castilla (1621-1780). Informes biográficos", Revista Hidalguía, 210 (1988): 4-5.
[35] Alejandro Estrella González, «Política, teoría e historia:
el William Morris de E. P. Thompson desde la sociología de los intelectuales», EMPIRIA. Revista de Metodología de Ciencias
Sociales, 13 (2007): 59-80. Se desprende del análisis de Edward Palmer
Thompson, William Morris. De Romántico a
revolucionario (Valencia: Debates, 1976 [1ª Ed. en inglés 1955]).
[36] Maria Antonietta Visceglia , “Congiurarono nella
degradazione del Papa per via di un concilio: La protesta del cardinale Gaspare
Borgia contro la politica papale nella guerra dei Trent’Anni”, Roma moderna e contemporanea, 11 (2003):
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[37] Ángel Alloza Aparicio, Diplomacia
Caníbal. España y Gran Bretaña en la pugna por el dominio del mundo, 1638 -1660
(Madrid: Biblioteca Nueva, 2015): 93-95.
[38] Archivo General de Simancas [En adelante AGS], Estado, leg.
2535, fol. 76, Voto del conde de Castrillo 22 de julio de 1665.
[39] Francisco Gil García, “La venta de cargos de Indias en
tiempos de Olivares: el conde de Castrillo”, Anuario de Estudios Americanos, 74.1 (2017): 97-126.
[40] Lewis Hanke y Celso Rodríguez, Los Virreyes Españoles en América durante el gobierno de la Casa de
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Chinchón (1629-1639); Pedro de Toledo y Leiva, Marqués de Mancera (1639-1648)
(Madrid: BAE, 1978).
[41] Alistair Malcolm, “Intercesor de escritores: las
dedicatorias de libros a Don Luis de Haro y su relación con los autores
(1625-1662)”, en El mundo de un valido.
Don Luis de Haro y su entorno, 1643-1661, editor Rafael Valladares (Madrid:
Marcial Pons, 2016): 263-302.
[42] Marcelo Paulo Correa, “El Reino del Perú y los libros
dedicados al conde de Castrillo, presidente del Consejo de Indias (1632-1653)”,
en Gobernar, conservar y reformar:
Agentes y prácticas políticas en la Monarquía Hispana, siglos XVI-XVIII, editores
Guillermo Nieva, Henar Pizarro y Marcelo Correa (Salta: CIUNSa. -La Aparecida,
2021): 277-300. ISBN: 978-987-47453-4-7.
[43] Véase Marcelo Paulo Correa, Impresos y sátiras sobre el II
conde de Castrillo (1585-1670): un ministro de la Monarquía hispana en tiempos
de Felipe IV, en Privados españoles y
europeos a través de sátiras, libelos, cartas y Discursos (Siglos XVI-XVII), editores
R. González Cuerva, G. Mrozek y Manuel Borrego (Besançon: Presses universitaires de Franche-Comté (PUFC), 2023):
En prensa.
[44] Marcelo Paulo Correa, García
de Haro y Avellaneda, conde de Castrillo. Biografía política de un cortesano al
servicio de la Monarquía Hispana en tiempos de Felipe IV (Buenos Aires:
Universidad del Salvador, 2022): 59-91.
[45] Steven Lukes, El
Poder. Un enfoque radical (Buenos Aires: Siglo XXI, 2007), 26-33.
[46] Reinhard, Wolfgang, “Politica e storia allá luce dello
sguardo micropolitico”, en Democrazia,
Storia e teoría di un’esperienza filosófica e politica, editor C. Altini (Bologna:
Il Mulino, 2011): 28-30.
[47] Rafael Valladares Ramírez, “El camino a Carlos II. Haro,
Felipe IV y la restauración del gobierno personal en España”, Espacio, Tiempo y Forma, Serie IV, Historia
Moderna, 33 (2020), pp. 43-64. “Haro
sin Mazarino. España y el fin del ‘Orden de los Pirineos’ en 1661”, Pedralbes.
Revista d’historia Moderna, 29 (2009): 339-392. La rebelión de Portugal. Guerra, conflictos y poderes en la Monarquía
Hispánica (1640-1680) (Valladolid: Junta de Castilla y León – Consejería de
Educación, 1998). “Origen y límites del valimiento de Haro”, en El mundo de un valido. Don Luis de Haro y su
entorno, 1643-1661, editor Rafael Valladares (Madrid: Marcial Pons, 2016):
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[48] Alistair Malcolm, “Intercesor de escritores: las
dedicatorias de libros a Don Luis de Haro y su relación con los autores
(1625-1662)”, en El mundo de un valido.
Don Luis de Haro y su entorno, 1643-1661, edición Rafael Valladares
(Madrid: Marcial Pons, 2016): 263-302.
“La práctica informal del poder. La política de la Corte y el acceso a
la Familia Real durante la segunda mitad del reinado de Felipe IV”, Reales Sitios: Revista del Patrimonio
Nacional, 147 (2001): 38-428. Royal
Favouritism and the Governing Elite of the Spanish Monarchy, 1640-1665
(Oxford: Oxford University Press, 2017).
[49] Cristina Hermosa Espeso, “El Testamento de Felipe IV y la
Junta de Gobierno de la minoridad de Carlos II. Apuntes para su
interpretación”, Erasmo. Revista de
Historia Bajomedieval y Moderna, 1 (2014): 102-120. “Ministros y ministerio
de Felipe IV (1661-1665): una aproximación a su estudio”, Investigaciones Históricas, 27 (2007): 47-76.
[50] Estas nociones han sido recuperadas de Lila Caimari, La vida en el archivo. Goces, tedios y
desvíos en el camino oficio de la Historia (Buenos Aires: Siglo XXI, 2017).