PATRICIO DEL SACRAMENTO: EL HONORABLE HOMBRE DE COLOR.
REDES SOCIALES Y ALIANZAS PARENTALES DE UNA FAMILIA NEGRA EN LA RIOJA,
ARGENTINA, SIGLOS XVIII Y XIX
PATRICIO DEL SACRAMENTO: THE HONORABLE MAN OF COLOR.
SOCIAL NETWORKS AND PARENTAL ALLIANCES OF A BLACK FAMILY IN LA RIOJA,
ARGENTINA, 18TH AND 19TH CENTURIES
. Franco Rainero Frogel
Estudiante de la Licenciatura en Historia, Universidad Nacional de Catamarca.
Miembro adherente del Centro de Estudios Genealógicos y Heráldicos de
Catamarca.
Integrante de la Red Académica de Estudios sobre la Muerte, Cementerios y
Ciencias Sociales.
Correo electrónico: francorainerofrogel@hotmail.com
Víctor Enrique Vega Carrizo
Profesor Universitario en Historia, Universidad Nacional de La Rioja.
Licenciado en Trabajo Social, Universidad Nacional de La Rioja.
Especialista en Docencia Universitaria, Universidad Tecnológica Nacional,
Facultad Regional Córdoba.
Maestrando en Docencia Universitaria, Universidad Tecnológica Nacional,
Facultad Regional Córdoba.
Integrante del Grupo de Estudios Afrolatinoamericanos.
Correo electrónico: victorvegacarrizo@gmail.com
Fecha de ingreso:
12/08/2024.
Fecha de
aceptación: 06/02/2025.
Resumen
En el presente trabajo nos
proponemos examinar la trayectoria vital del maestro afroargentino Patricio del
Sacramento y su red familiar, conociendo, a través de ella, las condiciones de
posibilidad que favorecieron a la movilidad social de esta familia afro, cuyos
ancestros fueron esclavos de la Iglesia Matriz. Durante el proceso de pasaje
social, desarrollaron diferentes trabajos y estrategias de emparentamiento
espiritual canalizadas por el padrinazgo sacramental, estableciendo alianzas
significativas con vecinos elitarios y otras familias de origen africano,
siendo factores coadyuvantes de su reconvertido estatus adquirido.
A partir de esta reconfiguración biográfica,
exploramos las trayectorias individuales y con ellas el funcionamiento social
de La Rioja durante los siglos XVIII y XIX. Los imperativos de segregación,
discriminación y marginalidad continúan sedimentados en jerarquías con base a
la raza, la clase y el género. Pese a ello, observamos distintos mecanismos de
agenciamiento de sujetos racializados, que pretenden emerger mediante la
consolidación de redes afro diaspóricas en una estructura histórico-social
marcadamente pigmentocrática.
Palabras
claves: Redes sociales, trayectorias
individuales, parentesco, familia, afrodescendencia.
Abstract
In this paper,
we aim to examine the life trajectory of the Afro-Argentinian teacher Patricio
del Sacramento and his family network, gaining insight into the conditions that
favored the social mobility of this Afro-descendant family, whose ancestors
were slaves of the Main Church. During the process of social passage, they
developed various occupations and strategies of spiritual kinship channeled
through sacramental godparenting, establishing significant alliances with patrician
neighbors and other African-descended families, which contributed to their
newly acquired status.
From this
biographical reconfiguration, we explore individual trajectories and, with
them, the social dynamics of La Rioja during the 18th and 19th centuries. The
imperatives of segregation, discrimination, and marginalization continue to be
entrenched in hierarchies based on race, class, and gender. Nevertheless, we
observe various mechanisms of agency among racialized individuals, who strive
to emerge through the consolidation of Afro-diasporic networks in a markedly
pigmentocratic historical-social structure.
Keywords: Social networks, individual trajectories, Kinship, Family,
Afro-descendants.
Introducción
Don José Patricio del
Sacramento (1813-1889) fue un maestro, notario, religioso laico, sastre y
conjuez electoral afroargentino, natural de la ciudad de La Rioja. Sus aportes
como educador, durante varias décadas, le valieron los calificativos de Honorable hombre de color y Apóstol de la instrucción riojana.
Distintos ancestros suyos fueron esclavizados y/o sirvieron en las casas de las
familias principales: Bazán de Cabrera-Lezama, Vallejo y del Moral; y como
domésticos en la parroquia de San Nicolás de Bari y en la Cofradía del
Santísimo Sacramento. Ahora bien, en este trabajo pionero, socializaremos los
resultados derivados del estudio de la trayectoria socio-histórica de este poco
conocido afrodescendiente (como de su amplia red de parientes), explorada de
forma integral, en un encuadre tempo-espacial que comprende más de 150 años de
historia vivenciada en la jurisdicción riojana.
Para su contextualización, en el primer
apartado, describimos la estructura poblacional etno-racial según los padrones
de 1778, 1795 y 1814, triangulando con información extraída de libros
sacramentales, literatura especializada y otras fuentes inéditas. Aquí, presentamos un panorama sobre la
situación de africanos y afrodescendientes en este territorio, en la antesala
de la historia vital del sujeto en estudio. La población de origen afro y su
descendencia en el espacio riojano, fueron migrando hacia diferentes
agrupamientos socio-raciales de acuerdo a la información proporcionada por los
instrumentos poblacionales, que evidenciaron un aumento de las castas de color libres y el
declinamiento de la esclavitud en el plexo de La Rioja de entresiglo. Asimismo,
incluimos dos leyes sobre la abolición gradual de la esclavitud provincial
expedidas por la Sala de Representantes entre 1828 y 1832. Reflexionamos en la
pervivencia de categorías en torno a la raza, significante sociológico que
adquiere nuevos ribetes de clasificación social en el siglo XIX. Esta síntesis
es operativa a los fines de situar la trayectoria del maestro en un abarcado
espacio-tiempo, definido por factores que pendulan entre la flexibilidad y
restricción; en cuanto a las condiciones de posibilidad que tenían los
afrodescendientes de negociar mejores posiciones jurídicas y socioeconómicas en
el curato rectoral.
En el apartado subsiguiente,
exploramos y re-escribimos la biografía -no anecdótica- de Patricio del
Sacramento, adjuntando su acta bautismal. Esta fuente revela datos como su
nacimiento, condición jurídica y referencias sobre su madrina; así como la
identidad legal/etno-racial de padres y hermanos. Problematizamos las
referencias bibliográficas alrededor de su figura histórica y proponemos nuevos
documentos que muestran la condición de sujeto libre, desde el punto de vista
de la legislación revolucionaria. Encuadramos esta estructura familiar y su
modelo de organización social en un marco donde el mestizaje, la adscripción a
la sede de las órdenes religiosas y las elecciones matrimoniales entre esclavos
(producto de la tasa de declinación de este segmento) y mujeres pertenecientes
al agrupamiento definido como libre, constituían puentes relevantes de pasaje
social para familias no blancas. A continuación, y en línea con el apartado
circunscrito al derrotero del personaje, reconstruimos -parcialmente- la
historia social de los ancestros de Patricio por vía paterna, con lo cual, nos
retrotraemos a las primeras décadas del siglo XVIII. Recuperamos la trayectoria
social de distintos esclavos y pardos vinculados a este linaje, cuyos ancestros
provienen del África. Además de efectuar una descripción onomástica-genealógica
de sus integrantes, nos preguntamos si la adherencia de estos esclavos/criados
y sus relaciones sociales conectadas con los vecinos nobles de la antigua casa
colonial y la iglesia (donde fueron sujetos a servidumbre), nos darían algunas
pistas sobre el ascenso social de Patricio y otros familiares, cristalizado en
las postrimerías de la centuria decimonónica. Es decir, los factores
coadyuvantes al proceso de movilidad social de este individuo y familia
constituyen el eje central a partir del cual se estructura el presente trabajo.
Para una mejor contextualización, elaboramos
una cartografía familiar, esquematizando los lazos parentales consanguíneas y
políticos. Evidenciamos la volatilidad del uso del apellido en la familia de
esclavos y la dinámica de su vida cotidiana oscilante entre La Rioja y Córdoba.
Identificando, en el devenir de 1800, cómo los miembros de estas familias
blancas y alterizadas, enmarcadas en relaciones de dominación tipificada por la
institución esclavista, reemergen en nuevos sentidos relacionales con miras a
la igualdad de posiciones, en algunos casos; y de clientelismo o servilización,
en otros. En otras palabras, procuramos explorar la historia de la diáspora
africana desde la singularidad geoespacial, reconstruyendo la ancestría, el
entorno social de Patricio y su familia (en un sentido genérico, que comprende
sus ancestros, hermanos, primos, tíos, hijos, ahijados, sobrinos, padrinos, compadres
y comadres), a través del método genealógico-relacional. A esta comunidad
diaspórica la integran los africanos y sus descendientes que padecieron la
esclavitud (tales como los del Sacramento), tanto en el África como fuera de
ella, a causa del tráfico humano que motorizaba el sistema económico del nuevo
mundo (Mallo, 2007; Guzmán, 2023).
En un esfuerzo por responder
la interrogación enunciada y captar -con matices, de modo no lineal ni
secuencial- las reminiscencias de la experiencia colonial, proponemos dos
segmentos dedicados a las complejas redes sociales entre los: Bazán de Cabrera,
Vallejo, Lezama, del Moral y del Sacramento. Lo que vislumbra ciertos patrones
recurrentes que permitieron decodificar la influencia, prolongación y
revaloración de estos lazos a través del estudio de los sistemas de
parentescos, tanto en el período anterior como posterior del proceso gradual de
abolición de la esclavitud en Argentina. Estos vínculos entre afrodescendientes
con otros grupos étnicos demostraron ser atendibles en el proceso de movilidad
vertical de individuos como Patricio, sus hermanos y ancestros pertenecientes a
este linaje afro. En los dos apartados finales describimos la presencia de
Patricio en el espacio público, reinterpretando su estatus social
adquirido/conservado a la luz de las redes que lo contienen. En suma, este
trabajo de indagación nos ofrecerá una visión aproximada de la totalidad de la
diáspora africana, y permitirá aplicar una relectura sobre las dinámicas
parentales desde una lógica situada, territorializada y de largo plazo,
atendiendo a la construcción de la alteridad en La Rioja (Candioti, 2016 y
2023; Armijo Reyes, 2020; Lamborghini, E.; Barrachina, M. A. y Geler, L. (2023).
Metodología
Pese a la compleja
diversificación y déficit documental en los archivos riojanos correspondientes
al periodo colonial y temprano independiente, nos proponemos emprender el
estudio de la familia del Sacramento y sus relaciones de parentesco,
estructuradas dentro del espacio geográfico delimitado, entre los siglos XVIII
y XIX. Cabe precisar que, cuando hablamos de parentesco, nos referimos a un
concepto que supera los límites de lo consanguíneo, abarcando nexos de diversa
índole, ya sean espirituales, rituales, de crianza, vecindad, gratitud, lealtad
y clientelismo (Ghirardi, 1998). Por tal motivo, este trabajo nos conduce a
trascender el ámbito del núcleo familiar convivencial. No debe olvidarse que el
término familia remite a un doble concepto, el de familia de residencia (al que
llamamos convivencial), y el de familia de interacción (el grupo más amplio de
parientes), de los cuales es imposible hacer una separación estricta
(Bestard-Camps, 1980, p. 159). En tal sentido, proponemos para nuestro estudio
un análisis de redes sociales, a las que podemos definir como un conjunto
estructurado de personas que suelen actuar de manera colectiva y estar unidos
por una serie de relaciones personales, afectivas, familiares, profesionales,
confesionales, asociativas, etc., y que nos permitieron considerar el
comportamiento colectivo de grupos sociales específicos, cómo actúan en la
sociedad y con qué objetivos (Imízcoz Beunza, 2009, p. 77).
Mediante la reestructuración
de la trayectoria de estos sujetos racializados (los del Sacramento),
planteamos una perspectiva metodológica de tipo relacional, que nos proporcione
una visión global e integradora de la sociedad riojana y sus actores (Imízcoz
Beunza, 2017). Para lo cual, nos planteamos
las siguientes preguntas: ¿qué papel jugaron las elecciones matrimoniales, el
mestizaje y las estrategias de emancipación desplegadas por los del Sacramento
en el proceso de pase social, durante la transición del período tardocolonial y
en el devenir del siglo XIX? ¿Cuáles fueron las oportunidades y restricciones
que atravesaron los afrodescendientes en el proceso de movilidad, teniendo en
cuenta la herencia colonial y las relaciones entre la élite y el bajo pueblo
riojano vistas en el largo plazo? ¿Cómo influyeron la cimentación y
afianzamiento de redes sociales en general, y los vínculos parentales en
particular, al mejoramiento del estatus y la integración social de las familias
afrorriojanas durante más de un siglo? ¿Cuáles fueron las vías de ascenso, en
virtud de las cuales Patricio y otros/as afrodescendientes lograron
distanciarse del estigma del pasado esclavo y acceder a lugares de prestigio
social, en el contexto (pos)abolicionista de la esclavitud en La
Rioja/Argentina? Las fuentes archivísticas consultadas provienen de una
pluralidad de corpus documentales del país, principalmente de las provincias de
La Rioja[1] y
Córdoba.
Reflexión
sobre africanos y afrodescendientes en La Rioja
Una mirada tradicional postulaba que las
personas esclavizadas se encontraban inmersas en una suerte de muerte social
(Patterson, 1982); citado en (Guzmán, 2006). En contraposición con esta
premisa, existen perspectivas renovadas, a las que adscribimos en el presente
artículo[2], que
examinan críticamente la capacidad de agencia, historia y legado sociocultural
de los esclavos y su progenie en el Cono Sur. Revalorizando y resignificando su
condición de sujetos resilientes, que soportaron el sometimiento psicológico y
físico de sus propietarios, afrontando estratégicamente los dilemas de su
cotidianidad. Estos nuevos paradigmas permitieron comprender la experiencia
africana en el continente y ayudó a reivindicar a estos grupos e individuos
como promotores del cambio social, en cuanto agentes productores y resistentes
culturales (Guzmán, 2006; Lamborghini, E.; Geler, L. y Guzmán, F. (2017); Lamborghini
et al.,2023). Ahora bien, mirando en retrospectiva, la sociedad
hispanoamericana de fines de la etapa colonial e inicios del periodo
revolucionario, estaba configurada por un entramado compuesto en los albores de
la conquista, por una población blanca de ascendencia española/europea, una indígena
y otra africana. Lejos de existir una segmentación rígida en función de la
naturaleza racial, se produjo un profundo entrecruzamiento, generando una
alteración del orden colonial pretendido y una redefinición del tapiz
demográfico, biológico y social mediante el mestizaje. (Lorandi, 2008). A pesar
del control de las políticas monárquicas por medio de los dispositivos de la
Pureza de Sangre y la Real Pragmática del siglo XVIII, los grupos sociales
transgredieron las normas de segregación mediante la conformación de uniones
ilegítimas entre grupos multiétnicos, que subvirtieron el equilibrio imaginado
(Bazán, 1992; Boixadós y Faberman, 2011). En lo que concierne a la población afro de la región del Tucumán, los
registros primigenios revelan su presencia desde las postrimerías del siglo
XVI. El padrón levantado por Orden Real en la gobernación del Tucumán en 1778
(Larrouy, 1927), muestra para la ciudad de La Rioja, perteneciente a la misma,
una población de 1906 individuos, distribuidos en 1.149 esclavos y 757 libres;
concentrados, principalmente, en el Curato Rectoral, donde moraban 798
africanos y afrodescendientes[3].
El Padrón eclesiástico
levantado en la ciudad de La Rioja en 1795[4], devela un
aumento del estamento conformado por africanos y afrodescendientes. Dicho
incremento puede deberse a las medidas de liberalización del comercio, que
aumentó el tráfico esclavista en las costas de Buenos Aires y Montevideo; o
bien, producto de las fugas de grupos esclavizados al contingente libre
mediante el mestizaje. En comparación, el padrón de 1814 levantado en La Rioja[5],
sugiere una alteración en las bases poblacionales y/o en la percepción censal
de los cuerpos mestizados, con la cual, se empadronaron 1076 esclavos y 5017
libres. El sector indígena se conformaba de 3178 individuos; el hispano-criollo
de un total de 4751; los españoles peninsulares eran 64 y había también 9
extranjeros. El total fue de 14.128 habitantes. En términos porcentuales, los
esclavizados representan el 7,6%; la población libre, conforma el 35.5%; el
agrupamiento nativo, expresa el 22,5%; y el segmento hispano-criollo, el 33.6%.
Los grupos minoritarios subcategorizados representan el 0,5% (Bazán, 1992; de
la Fuente, 2014; Robledo, 2018). Recapitulando, notamos en la población
afrorriojana[6]
relevada en 1778 una cantidad de 757 censados bajo la categoría de libres y
1149 esclavos, cuantificando unos 1906 habitantes. En tanto que, el padrón de
1814 suministra una suma de 1076 esclavos, mientras que, el segmento
categorizado de libres, apunta a
5017, totalizando 6093. En comparativa, hubo un incremento de esta población,
que asciende de 1906 (época tardo colonial) a 6093 (etapa revolucionaria). Las castas libres aumentaron de 757 a 5017 y
la esclavatura descendió de 1149 a 1076.
El análisis genérico de los censos de 1778 y 1814 advierten
modificaciones en términos de composición poblacional, resaltando el incremento
de la población libre, semejante a los porcentajes de la ciudad de Catamarca.
El Censo de 1812 de dicha jurisdicción, visibiliza un perfil afrodescendiente
heterogéneo en cuanto a las etiquetas de calidad, condición legal y color
diferencial. Conformando un agrupamiento multirracial integrada por pardos,
mulatos, negros, zambos, etc. El sector esclavizado representa el 10% y los africanos
nativos el 4% del total. En suma, como aconteció en Salta y Catamarca, la
creciente masificación del agrupamiento libre obedece al alto índice de
vinculaciones conyugales entre mujeres de esta situación jurídica, registradas
como pardas, mestizas y/o indígenas con hombres esclavizados, que supone una
movilidad eficaz para reproducir una nueva prole emancipada de la esclavitud.
Que se orientó en dos sentidos: mulatización e indianización (Lorandi, 1992;
Guzmán, 2006 y 2011)
Conviene precisar que el proceso gradual de
abolición de la esclavitud en La Rioja que culmina entre 1853/1860 no se
encuentra estudiado como en otras regiones del país, aunque localizamos una
serie de normativas antiesclavistas
impulsadas por los gobiernos riojanos entre 1828 y 1832, en el tiempo del
caudillo Juan Facundo Quiroga. El primero, es un bando publicado por el poder
ejecutivo con fecha del 23 de diciembre de 1828, que luego se tradujo en una
Ley expedida por Sala de Representantes, promulgada el 18 de julio de 1829. Dicha
legislación impulsaba la manumisión de “todos
los esclavos varones pertenecientes a los vecinos de la provincia,
declarándolos libres de la sujeción en qué han vivido en una humillante
obligación de la esclavitud para disfrutar el inestimable Don de la libertad”. Esta
normativa tenía ciertas restricciones, como la sujeción de los esclavos y
libertos mayores de 10 años a las filas del ejército federal, hasta la
finalización de las guerras contra los unitarios. Además de la libertad, había
otros incentivos en juego, premios materiales según los servicios prestados,
tales como vestimenta, monturas, etc. En el año 1832 se ratifica la libertad a
los esclavos y libertos que hayan participado en la Batalla del 4 de noviembre
de 1831 en Tucumán, compensando a los amos con fondos del tesoro provincial”[7]. Avanzado
el siglo XIX, el origen étnico-racial fue suprimido como categoría censal de
los instrumentos estadísticos de la incipiente República. Sin embargo, existen
referencias sobre un censo en 1855 y otro instrumento sanitario aplicado en
1877 en la ciudad, donde el significante en torno a la raza pervive como
categoría de diferenciación social (Bazán, 1992; de la Fuente, 2014).
Situación
etno-legal y familiar de Patricio del Sacramento
Con respecto a Patricio del
Sacramento, Miguel Bravo Tedín (1992, p. 101) escribe que: "era hijo de esclavo, pero él ya recibe los
beneficios de lo dispuesto por la Asamblea del Año XIII". Por otro
lado, Bazán (1963, p. 68) lo caracteriza como un negro liberto de padres
esclavizados, manumitido por los beneficios del Régimen de Libertad de
Vientres, promovido por la Asamblea del año XIII. Otros escritos presentan al
personaje en un sentido similar a los historiadores aludidos (Reyes, 1913;
Coppari, 1944; Palma, 1959; Bazán, 1992; Peralta, 2000; Robledo, 2018). Sin
duda que dichos escritores fueron influenciados por la obra Crónicas riojanas y catamarqueñas, del
Dr. Salvador de la Colina. Esta obra fue publicada en 1913 y hace unas décadas
atrás reimpresa en una editorial riojana. Su autor fue un jurista, político y
escritor riojano contemporáneo al período estudiado, quien realizó una
descripción positiva sobre Patricio, basada en las memorias que recuperó de los
antiguos discípulos del educador, en cuyas páginas le dedicó unos párrafos.
El maestro Patricio del Sacramento, el viejo sacristán (...) se le llamaba maestro, porque fue el primero que en La Rioja se conoció de palotes y cartillas. Su apellido provenía de su antigua condición de esclavo del Sacramento, condición que tenía la virtud de no avergonzarse y que no era inconveniente para ser recibido en todas partes como un caballero, porque, a la verdad, lo era a carta cabal (De la Colina, 1999, p. 33).
No obstante, identificamos una
serie de fuentes inéditas que nos permitieron repensar estos argumentos: ¿cuál
era la condición legal y las etiquetas de calidad racial asignadas a los
miembros de la familia (conviviente y extendida) del Sacramento en términos
generales, y de Patricio, de manera específica? En primer término, ubicamos a
los del Sacramento, que habitaban en
la Iglesia Matriz del Cuarto Rectoral junto a otras familias esclavizadas y de
servicio. Aunque en el censo de 1814 se encuentran relevados como unidad
doméstica autónoma[8].
Generalmente las personas esclavas, libres, libertas y de clasificaciones
variadas en esta ciudad, residían en la amplitud del espacio social,
circunscriptos a las casas, haciendas, estancias y principalmente en las
propiedades de las órdenes religiosas. Las llamadas casas pobladas de los vecinos principales eran habitadas por la
servidumbre (esclavos, siervos y conchabados), siendo a la vez aprovechadas
como un lugar de sociabilidad, ya que eran concurridas por personas de
distintos sectores de la sociedad (Bernand, 2001; Zamora, 2017). Esa plebe no
blanca moraba en los suburbios y en las rancherías colindantes a las Iglesias,
espacio donde residían la abuela, tía y primos maternos de Patricio. Para
ejemplificar lo mencionado, la comunidad de Los
Guzmán, era un asentamiento conformado por esclavizados y grupos libres del
Convento de Santo Domingo (Robledo, 2018). El maestro de primeras letras nació
el 17 de marzo de 1813. Su nombre completo fue José Patricio del Sacramento
(Bravo Tedin, 1992; Robledo, 2018). El apellido deviene del pasado esclavo de
su familia adscrita a la Cofradía del Santísimo Sacramento, enmarcada en la
Iglesia Matriz, durante décadas. Ubicamos el acta de bautismo del educador
afrodescendiente, que revela una pluralidad de datos complementarios. La
partida bautismal del párvulo Patricio dice lo siguiente:
En esta ciudad
de La Rioja a 17 días del mes de marzo del año de mil ochosientos trece el Dr.
Don Juan de Dios Villafañe con (Josef Andrés del Moral mi licencia) bautizo
solemnemente a Josef Patricio del mismo día; hijo legítimo de Melchor esclavo
del Sacramento y Magdalena Guzmán y fue la madrina Doña Antonia Salto, hija
legítima del finado Dn Xavier Salto, vecino de esta ciudad y se le advirtió el
parentesco espiritual. Y para que conste lo firme. Nicolás Carmona[9].
Según esta información, el
núcleo convivencial de Patricio estaba conformado por su padre, el esclavo
Melchor del Santísimo Sacramento y su madre Magdalena Guzmán (anotada en los
registros parroquiales tardíos como María Magdalena y/o Magdalena Nieto del
Sacramento). El primero era un esclavo afrodescendiente, siendo a veces
registrado como pardo, según nos revela el bautismo de Josefa, una liberta que
apadrina en 1818[10]. Su
esposa, figura como parda libre (no concretamente en este bautismo). Ambos
progenitores presentan una situación legal diferenciada, pero de similar clase
social. ¿Cuál era la definición adecuada sobre el color racial de Magdalena?
Pregunta que subyace por la razón de que los
pardos no estaban incluidos dentro del espectro hispano-criollo; menos aún
ni como esclavos ni indígenas. En La Rioja del siglo XVIII se observó que los
grupos nativos residentes en la ciudad eran incluidos en este agrupamiento por
las autoridades coloniales. La presencia de este estamento bajo la categoría de
libres en los padrones tempranos, podría explicarse por el alto porcentaje de
mezclas entre distintos pueblos indígenas con africanos, mulatos, etc. Como
resultado de estos cruces, se forjó un tipo social mixturado y de condición
libre, de difícil categorización, al que le anteceden más de 200 años de
mestizaje. El matrimonio de los padres de Patricio ilustra la tendencia
demográfica riojana en general, que presentaba un nivel de exogamia menor,
materializado en uniones conyugales desiguales entre esclavos con mujeres
libres, y de una etnicidad heterogénea, producto de la capitulación en la tasa
de masculinidad en este segmento poblacional, tanto en la ciudad como en la
campaña rural. Añadido a estos datos, podemos distinguir en esta unidad
matrimonial, cuyo estatus social se indica ya en su acta nupcial, como
jurídicamente dispar, esto implica una desigual calidad social y legal de los
contrayentes (Bazán, 1992; Saguier, 1990; Guzmán, 2011).
En cuanto a su estructura
interna, la familia del Sacramento-Guzmán posee una descendencia mayormente
legítima, con apertura a nuevos miembros por medio de la adopción. Patricio
tuvo mínimamente seis hermanos: José Jorge, Juana Isabel, Lorenzo Pastor,
Gregoria, Tomasa del Carmen, Petrona Antonia y Justiniano del Sacramento.
Existe un atenuante cronológico en relación a Jorge, el hijo mayor, por lo
cual, todo parece indicar un caso de adopción. Pensamos en esa posibilidad en
vista de que no sería el único hijo de esta naturaleza, ya que el menor,
Justiniano del Sacramento, fue igualmente ahijado por Magdalena Nieto durante
su viudez[11]. El
expediente matrimonial de los padres de Patricio, Melchor y
Magdalena[12],
contiene un breve testimonio de la novia, donde exponía su voluntad de contraer
nupcias con el pretendiente Melchor, refiriendo que: mi amo y la persona que me tiene están de acuerdo con la unión, celebrada
finalmente el 5 de agosto de 1811,
cuyo testigo fue Miguel Dávila pardo libre[13]. Si bien
se explicita la voluntad de un amo, esto no acreditará, a nuestro
juicio, su condición de esclavizada, sino más bien, devela una situación de
agregada. Puesto que, encontramos elementos probatorios anteriores y
posteriores al nacimiento de Patricio del Sacramento que sugieren que su estado
de libertad no se ha modificado. Menos probable es que haya obtenido su carta
de libertad tiempo antes de 1813. Sostenemos que, accedió a la misma, mediante
las elecciones matrimoniales de su madre o abuela en el marco del mestizaje,
afianzando su condición jurídica de libre. Para validar lo expuesto, en el
censo eclesiástico del año 1795, tanto Magdalena de 3 años, su madre Sebastiana
Guzmán, su tía María del Rosario y su primo Bernardino, aparecen como agregados en la casa de Carmen Guzmán,
habitando junto a esclavos, mestizos y nativos en cercanía a la ranchería de la
Orden Dominica. Tanto madre como hija figuran sin marcas de calidad, a
diferencia de los/as esclavizados/as que se registran en otras casas
colindantes[14].
Asimismo, otras fuentes eclesiásticas corroboran la situación de Magdalena,
figurando en las actas con el rótulo de parda libre, o directamente, con
omisión de etiquetas raciales.
Una
distinción nos muestra el acta de bautismo y óleo de su hija Petrona del
Sacramento en 1818, en donde aparecen definidos los estatus jurídicos de sus
padres, Melchor del Sacramento esclavo
del Sacramento y Magdalena Nieto parda libre[15]. Años más
tardes, en los registros de otra hija, Juana Isabel en 1826, revela que era: hija de Melchor esclavo de esta Iglesia
Matriz, y Magdalena Guzmán parda libre[16]. Lo
llamativo de este registro es que la categoría de parda libre se encuentra tachada, lo cual podría traslucir una
consciente voluntad de Magdalena de desprenderse de su pasado. Por lo cual, a
modo de cierre de este segmento, postulamos que Patricio nació, al igual que
sus hermanos consanguíneos, como un sujeto libre, y no como esclavizado, de
acuerdo al estatus legal de la madre. Esto cambia drásticamente el perfil
histórico de Patricio, quien, desde su nacimiento gozó, relativamente, de
mayores posibilidades que la de sus ancestros paternos, los cuales murieron en
esclavitud, como marca la historia de sus abuelos Marcelino y Petrona del
Moral; y su padre Melchor.
Ciertamente, como demostramos, la hipótesis de
libertad de Patricio Sacramento tiene una importante solidez documental.
Asimismo, quedaría descartada la propuesta de algunos autores que escribieron
maestro como liberto, debido a la
matrilinealidad que regía en la institución de esclavitud (Candioti, 2016).
Además, así lo sugieren las anotaciones del libro de bautismos del cura del
Mtro. Nicolás Carmona, donde reposa el acta de Patricio. En correlación con
ello, apreciamos en las partidas sacramentales, en la época que nació Patricio,
una práctica notarial para diferenciar cuidadosamente al margen del libro a los
niños y niñas nacidos/as de madres esclavizadas, bajo la taxonomía de Libres por la Patria (libertos).
Seguramente, esta práctica fue enfatizada por el impacto novedoso de la
legislación revolucionaria, siendo las formas de anotación eclesiástica
elementos cruciales a los intereses de los propietarios y los mismos
afrodescendientes. Esta diferenciación fue menos recurrente en los registros
posteriores, en los años que perduró el periodo abolicionista gradual. En definitiva,
el itinerario de Patricio del Sacramento nos permitió rediscutir su condición
jurídica de nacimiento, su perfil étnico y su legitimidad. Así también, debemos
repensar el proceso de mestizaje como uno de los factores que cimentaron el
pasaje jurídico de Patricio y sus hermanos de sangre al espectro libre.
Suponemos que la posible condición de parda libre de Magdalena se deba al
enlace de sus antepasados africanos/afrodescendientes con indígenas y otros
grupos derivativos de estas uniones, que fueron alejando a la descendencia del
estado de cautiverio mediante un proceso de mestización.
En términos
conceptuales, la movilidad social se entiende como la transición de un
individuo o grupo de una posición a otra, para la cual existen dos tipologías,
una vertical y una horizontal. La primera indica la transición de un individuo
de un grupo social a otro, situado al mismo nivel, dentro de la misma capa
social. El pasaje puede hacerse efectivo sin que esto produzca necesariamente
un cambio significativo en su posición social y calidad de vida. En tanto que,
el segundo tipo de movilidad, que le atañe a este caso de estudio, se entiende
como aquellas experiencias de transición de un agente de una capa social a
otra, en los que vivencia modificaciones significativas y una mejorada posición
(Sorokin, 1954) citado en (Guzmán, 2011). Para una mejor comprensión de este
proceso de movilidad, es elemental profundizar en la trayectoria social
pretérita de esta familia, aunque parezca zigzagueante, encontrar elementos en
el pasado colonial que nos ayuden a entender, sumando a las agencias
coyunturales, el devenir de las relaciones sociales, luego capitalizadas por la
generación del Sacramento que vivieron en el siglo XIX.
Historia
social de la familia afrodescendiente Del Sacramento/del Moral/Lezama
Los del Sacramento, familia
de esclavos que convivió con distintos amos durante la segunda mitad del siglo
XVIII y principios del siglo XIX, aparecen registrados con distintos apellidos:
Bazán - Lezama - del Moral (mientras sirvieron a estas familias); o de la
Matriz - del Sacramento (cuando parte de la misma pasó a la órbita de la
Iglesia). El abuelo paterno del maestro del Sacramento, Marcelino, fue un
esclavo nacido en La Rioja en el año 1737 y que debió ser propiedad del Maestre
de Campo don Juan José Bazán de Cabrera, que ocupó los cargos de alcalde
Ordinario y Teniente de Gobernador y Justicia Mayor de la ciudad de La Rioja.
Era además titular del Mayorazgo de Cochangasta, vínculo que fue fundado por su
madre doña Josefa Luis de Cabrera durante su viudez (Boixadós, 1999). Este
funcionario colonial, al parecer un amo con un perfil violento, tuvo un fuerte
pleito judicial con los padres mercedarios en 1734, al apresar con grillos a un
mulato yanacona llamado Geminiano o Xeminiano, azotarlo en su hacienda
de Cochangasta y apresarlo en la cárcel; luego, entrar a la ranchería de los
padres y apuñalar al esclavo Domingo en la cabeza, durante el juicio por la
inmunidad eclesiástica (Bazán, 1992; Peralta, 2000). Luego de la muerte del
General Bazán de Cabrera, tanto Marcelino como su esposa Petrona se
convirtieron en esclavos/criados de su viuda, doña Francisca Lezama y Tejeda,
natural de Jujuy (Ocampo de Saraví, 2018). Precisamente, entre la servidumbre
de la casa de dicha señora, quien convive entonces junto a su hermana Ana María
y con Tomasina (huérfana), figuran ambos esclavos[17]. En esa
casa residen distintos criados de servicio, aunque no se distingue quiénes eran
esclavos y quiénes libres. Cabe referir que, Tomasina llevó el apellido Lezama y
fue esposa de don Floriano Vallejo y Sánchez, hijo de don Pedro Villamonte
Vallejo, genearca de los Vallejo de La Rioja (Torres Vera, 2011).
Al morir doña Francisca
Lezama parte de sus esclavos se convirtieron en propiedad del Mtro. Miguel del
Moral (1735-1805), Vicario Foráneo de La Rioja. Este sacerdote se trasladó más
tarde a Córdoba, donde en 1794 fue designado Canónigo del Obispado, cargo que
desempeñó hasta su muerte en enero de 1805. Sabemos que dicho clérigo hizo
testamento y que uno de sus albaceas fue su sobrino el Mtro. Nicolás Carmona,
quien también habría residido con él algún tiempo en Córdoba. Encontramos al
Mtro. del Moral empadronado en esta ciudad en el año 1795 junto a dos de sus
sobrinos, el Mtro. Francisco del Moral y doña Josefa Carmona, viuda que residía
allí junto a sus dos hijos, Tomás y Fernando Gordillo. En esa casa también
estaban los esclavos, que no eran otros que los referidos Marcelino (58) y
Petrona (48), sus hijos y algunos nietos[18]. Estos
esclavos vivieron allí durante más de veinte años hasta la muerte de su amo, y
tiempo después fueron llevados nuevamente a La Rioja por el Mtro. Carmona,
algunos de los cuales fueron heredados por él y otros pasaron a pertenecer a la
Iglesia Matriz, más específicamente a la Cofradía del Santísimo Sacramento.
Marcelino murió en Córdoba entre 1796 y 1803 aproximadamente; en tanto que
Petrona falleció allí mismo en 1809, siendo sepultada el 8 de agosto de ese año
en la Iglesia de Santo Domingo con “rito
de entierro mayor cantado de adultos”[19]. Pudimos
reconstruir con bastante precisión la línea genealógica descendente de
Marcelino y Petrona, matrimonio que procreó al menos siete hijos: Cayetana,
Francisco, Fermín, Bonifacio, Inés, Toribio y Melchor, la mayoría de los cuales
vivieron en Córdoba en 1795, siendo vecinos del esclavo Francisco Javier del
Sacramento, músico y pintor afro-cordobés del Monasterio de Santa Teresa de
Jesús. La mayoría de los mencionados hermanos habían sido ahijados de doña Ana
de Lezama, hermana de su antigua ama. Si bien varios de ellos se dispersan o
mueren sin descendencia, son Francisco y Melchor los iniciadores de dos ramas
familiares que permanecieron muy unidas una vez retornados a La Rioja.
Advertimos la variabilidad en el uso del
apellido entre los afrodescendientes, en tanto estrategias para desprenderse de
la mácula de la esclavización. Ejemplo de ello es el caso del aludido Jorge del
Sacramento (primo hermano de Patricio), que en 1843 se encontraba en las
diligencias para poder casarse con Tomasa Dávila. La solicitud del pretendiente
consta en su información matrimonial, la que fue registrada por Patricio del
Sacramento en su rol de notario eclesiástico, y en cuyas fojas transcribió las
testificaciones de los testigos y novios. Allí el amanuense indicó que fue a la
casa de la pretendida Tomasa Dávila, a tomarle el juramento en el que manifestó
su intención en casarse por propia voluntad, y no firmó por no saber hacerlo.
El novio, que sí sabía firmar, lo hizo con su nombre y su apellido materno: Jorge
Arrieta[20].
Una hija de este matrimonio, Isabel, que llevó el apellido del Sacramento,
contrajo nupcias el 16 de noviembre de 1873 con Prudencio Soria, natural de
Catamarca, figurando en el registro el nombre de sus padrinos: don Patricio del
Sacramento y doña Petrona del Sacramento, que eran primos de su padre[21].
Bernardino, el hermano de Jorge, se casó en 1818 con la parda Rafaela Carrizo.
Este matrimonio, como mínimo, procreó cuatro hijos, con los cuales Patricio del
Sacramento mantuvo una importante influencia parental. Uno de ellos es
Bernardino (h), apadrinado por Patricio en su confirmación en el año 1832[22]. El
segundo de sus hijos era José Antonio, bautizado en 1835 y apadrinado en
conjunto por Patricio y su madre Magdalena Guzmán[23]. En el
año 1849, José Martín Guzmán contrae matrimonio con la hija de Bernardino (p),
María de la Encarnación, que aquí mantiene el apellido Arrieta, donde oficiaron
de testigos el padre de la novia y el maestro Patricio del Sacramento[24].
En conclusión, nos pareció
interesante indagar en los cambios de estatus jurídico de sus ascendientes,
dado que su condición legal difería según la provincia. Distintos tíos del
maestro afrorriojano, a pesar de nacer como libres, al trasladarse desde Córdoba
a La Rioja son documentados bajo la figura de esclavizados. Resultó complejo,
asimismo, encuadrarlos según un apellido prefijado a causa de la volatilidad de
una trayectoria vertiginosa. Sin embargo, tomamos como referencia el apellido
del sujeto estudiado: del Sacramento; que, si bien es una impostación
histórico-social producto de la dominación esclavista, pudo convertirse en un
rasgo identitario de grupo, aunque como vemos, esta no siempre fue la regla.
Entendemos que estos apellidos, a veces muy cambiantes, como lo muestra el caso
de Francisco y su descendencia, nos hablan de alguna manera de la propia
voluntad de ciertos afrodescendientes de ocultar un pasado esclavo, siendo la
mudanza de apellido una útil herramienta eficaz para tal fin. Es en ese marco
en el que podemos encuadrar la definitiva adopción por los nietos de Francisco
del apelativo Arrieta, tomado prestado de la abuela cordobesa. De esta
estructura de relacionamiento amo-esclavo de por sí opresivas de la explotación
humana, se abonará el terreno para el surgimiento de relaciones intrincadas en
resignificadas alianzas sociales, activadas por el compadrazgo, padrinazgo y
ahijamiento entre los descendientes de estas familias, que será materia de
análisis del próximo apartado.
El papel de José Patricio en este contexto
familiar ampliado motiva una segunda reflexión. Como anticipamos, tuvo
numerosos parientes por filiación paterna, cuyas trayectorias diversas
estuvieron fuertemente yuxtapuestas al estado de esclavitud, servilización y
los cambios de hábitat. Muchos de los cuales fueron libertos y libres, habiendo
convivido con algunos de ellos en el espacio parroquial. Durante el transcurso
del siglo XIX, apreciamos como la familia extensa fue percibiendo a Patricio
como un referente intrafamiliar; por esta razón, se fortalecieron las
relaciones interpersonales mediante el parentesco ritual alrededor de su
persona. Este indicador de distinción al interior de la familia, y extensivo a
la diáspora en general, es verificable con la frecuencia en la que apadrinó y
creó lazos de compadrazgos con sus hermanos, primos y sobrinos colaterales, en
tanto dispositivo de refuerzo y protección afectiva. A continuación, incluimos
un esquema genealógico que grafica la descendencia de los esclavos Marcelino y Petrona,
y donde ubicamos a Patricio en una posición central dentro de esta amplia
parentela.
Compadrazgo
y padrinazgo: redes sociales en torno a Patricio del Sacramento
Es preciso tener presente
ahora los nexos personales/espirituales que se fueron entretejiendo en torno a
los padrinos y ahijados, tanto de Patricio como de sus demás parientes
inmediatos. Debido a que dichas relaciones, como sugerimos en el apartado precedente,
nos remontan a lazos que anteceden al mismo, y que como veremos, persistirán
-de cierto modo- por varias generaciones. Este tipo de parentesco ritual
permite la imbricación de las instituciones de padrinazgo y compadrazgo, siendo
un lazo social que se visibiliza en la mayoría de las civilizaciones y
particularmente en la región del Tucumán colonial (Lorandi, 2008). Si
entendemos que el acto del bautismo, ya para finales del siglo XVIII (tanto
como el matrimonio), se convierte en un hecho social significativo en el que se
expone públicamente la unión espiritual de las familias del bautizado y de sus
padrinos, se observa que en el caso que estudiamos, estos sistemas relacionales
son elocuentes para comprender la dinámica social. En este sentido, hacemos énfasis
en la figura de doña Antonia Salto, vecina noble, madrina de tres hermanos del
Sacramento, quien en los distintos registros es dignataria del apelativo de
doña, que era un elemento de distinción social. No logramos confirmar que la
madrina de Patricio se haya casado o tenido hijos, pero sí que nació alrededor
de 1785 y que era hija legítima de don Francisco Javier Salto y de doña
Estefanía Dávila. La unión de sus padres se celebró en la ciudad de La Rioja el
14 de febrero de 1778, siendo Francisco Javier hijo de don Antonio Salto y de
doña Melchora Carrizo; y Estefanía, de don José María Dávila y doña Antonia
González.
Estas asociaciones familiares
comprueban la cercanía de esta pareja con los esclavos del Sacramento, a razón
de que los Salto también integraban el círculo relacional de los del Moral
(amos en segunda instancia de los abuelos y tíos paternos de Patricio), y esto
puede observarse al momento de la unión de Francisco y Estefanía, donde
actuaron de testigos don Nicolás del Moral (hermano del Vicario don Miguel del
Moral) y su cuñado don Juan Carmona[25]. De
hecho, para 1795, doña Melchora Carrizo, madre de los Salto, residía junto a
dos de sus hijas en casa del Vicario don Nicolás Carmona, hijo del mencionado
don Juan Carmona y de su esposa doña Mariana del Moral, evidenciando de esa
manera el fuerte lazo que unía a ambas familias. En este marco es que debe
recordarse al pardo Miguel Dávila, entroncado familiarmente con los del
Sacramento, quien formaba parte de los numerosos esclavos y personal de
servicio de los Dávila, linaje al que pertenecía la madrina de Patricio por
línea materna. Es relevante constatar cómo parte de estos pardos lograron un
ascenso social paralelo al de Patricio, al punto de que, a finales del siglo
XIX, algunos de sus descendientes llegaron a confundirse con los Dávila
españoles[26].
Respecto a los lazos sociales
con referencia a los Vallejo/Lezama, los ascendientes del Sacramento no sólo se
vincularon con la línea hispano-criolla de este grupo, sino que articularon
parentescos con otros sujetos esclavos o libertos asociados a dicho clan.
Enunciado que se desprende del seguimiento Inter temporal realizado en
diferentes libros sacramentales, donde ubicamos en 1864 el bautismo de Manuel
Ismael Santillán[27],
hijo legítimo de Fabián Santillán y Benigna Galván Vallejo (parda descendiente
de otros esclavos de los Vallejo), que fue bautizado privadamente por Patricio
del Sacramento. Los padrinos del niño fueron don Aurelio Vallejo y su esposa
doña Carmen Güiraldes, cónyuges, que eran primos hermanos, nietos ambos de don
Floriano Vallejo y de doña Tomasina Lezama (padrinos y propietarios primigenios
de los ancestros de Patricio). En la información matrimonial de los citados
padrinos del año 1862, observamos que figura allí como testigo otro integrante
del círculo familiar del Sacramento, llamado Nicanor, quien manifestó tener trato y comunicación con el
contrayente Don Aurelio Vallejo desde hace mucho tiempo[28].
Este lazo pudo convertirse en una suerte de relación de trabajo hasta fines del
siglo XIX, donde vemos a Nicanor como empleado cercano a don Aurelio. Otro
Indicador del reconvertido vínculo Vallejo-Sacramento, se deriva del bautismo
de Alejo del Carmen Cáceres, apadrinado por Patricio del Sacramento y doña
Magdalena Vallejo (madre de doña Carmen Güiraldes)[29]. De ese
modo, suponemos que los apadrinamientos, las trayectorias ocupacionales y
bautizos privados entre individuos de mencionadas familias, probarían la cercanía
centenaria entre los del Sacramento y la casa de los Vallejo. Con ello no
sugerimos una suerte de esclavitud benévola en la provincia; distinto aún,
historizamos las relaciones humanas de largo aliento, interpretando la
resignificación continua que los actores fueron dándole.
Todo ello nos permite reconocer una red más
amplia de interacciones familiares de linajes afro entre sí y con sus antiguos
señores españoles y sus descendientes. Relaciones que tal vez pueden
desprenderse del dinamismo social entre los miembros de la antigua casa
colonial: amos españoles/criollos, indígenas, mestizos de servicio y
esclavizados, que a veces trascendieron fronteras étnicas, jurídicas, sociales
y, como en este caso, intergeneracionales. Al mismo tiempo, mediante el
análisis de trayectorias fue posible examinar las jerarquías sociales existentes
al interior de la diáspora, e identificar una serie de emparentamientos
estratégicos. Enfatizando la atención en las alianzas que resultaron ventajosas
a los intereses familiares. A pesar de la existencia de barreras
pigmentocráticas, ciertos grupos afrorriojanos, como el caso analizado,
lograron superar los obstáculos inherentes a la negritud, mediante estrategias
de agenciamiento basadas en relaciones valiosas con los grupos dominantes y el
mundo popular constituido por una población no blanca, propiciando condiciones
de negociación e integración social en la ciudad riojana de entre siglos. Parte
de las estrategias de agenciamiento se cristalizaron en la configuración de
redes fraternales y de solidaridades llevadas a cabo por esclavos y libertos
citadinos, convenientes a la hora de entrelazar parentescos estratégicos con
sujetos de mejor situación social, como efectivamente era Patricio del
Sacramento. Además, descubrimos los mecanismos de vinculación de estos
individuos racializados con sus anteriores propietarios que pertenecían a la
élite capitalina. Estas redes sociales favorecieron a la construcción de un
capital social y simbólico que les permitió a las generaciones futuras de esta familia negra acrecentar socialmente sus
posibilidades de integración a través del parentesco ritual. Sin caer en un
determinismo social, incluimos en el estudio de la movilidad ascendente, otros
factores de corte material que son indivisibles, como la tenencia de
propiedades y atributos ocupacionales; combinadas con habilidades sociales
significativas. Este ciclo familiar, vivenciado en el devenir de la abolición
gradual finaliza, además, con la tendencia deshumanizante de mortalidad en
cautiverio experimentada por muchos de los miembros de este linaje (Andrews, 1989;
Armijo Reyes, 2020).
Mismos
linajes, distintos apellidos, nuevas relaciones sociales
El caso de la familia Vallejo
y su ligazón con los del Sacramento no es un hecho aislado, ya que en la
mayoría de naciones con raíces católicas las poblaciones esclavas y sus hijos
asumieron el patrocinio ritual como una práctica estratégica para recrear redes
sociales enmarcadas en las obligaciones y derechos que traspasan la dimensión
hogareña, y en tal sentido, los padrinos elegibles debían contar con virtudes
sociales y raciales mejores o similares a los compadres (Stolcke, 2003). Con
esta familia proveniente del sur provincial, los del Sacramento construyeron un
intenso vínculo de relaciones familiares, paisanaje y confluencia laboral, amén
de oficios y contactos familiares comunes. Pero, ¿qué tipo de capital
relacional aportan aquí los Vallejo? ¿Cómo se interconectan en este entramado
familiar con los del Sacramento, que detentaban una posición subalterna, en
virtud de las jerarquías raciales propias de la sociedad poscolonial?
Efectivamente, los Vallejo no
provenían del patriciado riojano, aunque fueron posicionándose mediante ciertas
estrategias personales y el desempeño de actividades diversas, como en el caso
de uno de los hermanos de Floriano, Pedro, que fue minero en Famatina[30].
Aquel, que había nacido hacia 1752 probablemente en Los Llanos, fue casado con
Tomasina, la huérfana criada en casa de doña Francisca Lezama, y de quien
pensamos tal vez haya recibido en herencia alguna parte del extinto mayorazgo de
Cochangasta, en vista de que la propietaria y su hermana habían fallecido sin
descendencia. Así vemos que uno de los hijos de Tomasina, don Miguel Gerónimo
Vallejo (n. 1784), logró un considerable status hasta llegar a ser miembro de
la Sala de Representantes de La Rioja. Una hermana suya, doña Manuela Rosa, fue
la madrina de Tomasa del Sacramento, hermana de Patricio. Entonces, el punto de confluencia se sitúa en
1864, año del matrimonio entre Tomasa y don Juan Zoilo Bazán, hijo de don Ángel
Vicente Bazán (natural de Tama y capitán de milicias del caudillo riojano don
Juan Facundo Quiroga) y de doña Ascensión Molina, aparentemente oriunda de
Anguinán, curato del oeste riojano. Dicho matrimonio, al que podríamos
catalogar de desigual en términos linajísticos y socioeconómicos, por ser el
novio un importante propietario riojano y la novia hija de un esclavo, es uno
de los nodos esenciales para comprender la trayectoria de ascenso de los del
Sacramento. Esta decisión matrimonial ayudó a esta familia afrorriojana a
traspasar vía nupcias sacramentales algunas distancias socio-raciales. Tomasa,
que luego de su enlace matrimonial con don Zoilo Bazán heredó la prerrogativa
distintiva de endonamiento, pasó de
ser una parda a la esposa de un importante propietario y comerciante blanco.
La rama llanista de los Bazán
se origina en la misma época del arribo de Vallejo, siendo la localidad de Tama
y la familia Sánchez sus principales puntos de convergencia. Fueron los dos
hijos varones del matrimonio de los riojanos don Antonio Bazán de Figueroa y
doña Juana de Ahumada, Esteban y Lucas, los primeros de esta familia que se
afincaron en la villa de Tama. Ambos nacieron en La Rioja en 1720 y 1728
respectivamente, para fijar su destino en Los Llanos luego de entablar un doble
matrimonio con otras dos hermanas Sánchez Jufré: Petrona y María Francisca,
hermanas de la esposa de Vallejo; es decir que Bazanes y Vallejos estaban
emparentados a través de las hermanas Sánchez. Sin
embargo, el linaje de los Bazán, que fuera de los más nobles y distinguidos
durante la colonia, dejó de tener el mismo peso social a partir del siglo XIX,
fundamentalmente a causa de la extinción sin descendencia de las principales
ramas familiares y de los mayorazgos que poseían durante el siglo anterior. La
gran dispersión del apellido y sus diversas connotaciones sociales indican la
pérdida de su prestigio pretérito. En este contexto familiar se circunscribe a
don Juan Zoilo, venido al mundo en 1838 en Las Higuerillas y bautizado en el
Oratorio de los Sarmientos, cerca de Chilecito, localidad del oeste provincial[31].
Fue tataranieto de Esteban, y, por tanto, estaba emparentado con la madrina de
su esposa, cuestión fundamental para comprender esta amplia red parental.
Sabemos que Zoilo se desempeñó como sastre y posiblemente en actividades
comerciales, ya que aparece con una frecuente movilidad entre Chilecito, Los
Sauces, Capital y Los Llanos (zonas relativas a La Rioja) donde fue siempre
documentado con el tratamiento distintivo de don. Un hermano suyo, don Casto B.
Bazán, fue uno de los más importantes propietarios de Tama, en cuya estancia La Banderita se llevó a cabo en 1862, en
el contexto de las guerras civiles argentinas, el tratado de paz entre el
caudillo rural Ángel Vicente (El Chacho)
Peñaloza y los representantes del Cnel. Ignacio Rivas (Bazán, 1992).
Para graficar mejor el
blanqueamiento social y el estatus adquirido por Tomasa del Sacramento, nos
situamos en 1869, cinco años después de su casamiento. Para entonces, la pareja
fue censada en la capital riojana con dos hijos; el mayor, llamado Manuel
Salvador (n. 1865), y el menor, bautizado con el nombre de su insigne tío:
Patricio (n. 1868), quien fue el padrino de ambos[32]. En ese
mismo núcleo familiar residía una joven sirvienta de 15 años, Segunda Guzmán,
cuya presencia en la casa presume una cierta posición económica/social que
gozaba la familia. Por otra parte, advertimos la solidez del vínculo entre
Patricio y su cuñado, que, según hipotetizamos, se desprenden de la misma red
de viejos parentescos y compadrazgos que mantuvieron unidas a estas familias
por varias generaciones. Aunque en este caso, cabe añadir que ambos compartían
lazos de trabajo en cuanto al oficio de sastre que desempeñaban. Incluso, nos
aventuramos a pensar que podrían integrar algún tipo de sociedad comercial.
Resulta interesante observar que Zoilo fue empadronado dos veces en 1869, la
primera en la zona urbana de la capital, donde era vecino inmediato de Bernabel
Núñez, un carpintero catamarqueño; y la segunda, en Machigasta, estando allí en
casa de otro catamarqueño: José Romero, de oficio agricultor[33].
Zoilo, que era oriundo del interior y ajeno al ámbito de la ciudad,
probablemente se movía en un sector social dinámico que vinculaba a
comerciantes, vendedores de distintos ramos, criadores, productores y personas
que realizaban diversas profesiones en toda la provincia y la región. Red
económica que Patricio del Sacramento pudo conformar a través de su cuñado.
Este proceso de blanqueamiento social explica el nivel avanzado de integración
y/o reforzamiento del lugar de Patricio, hermanas y sus familiares políticos en
los círculos comerciales en el territorio de la ciudad. Pese a la mácula del
pasado esclavo y las asimetrías de linaje, no descartamos que esta unión
conyugal entre Tomasa y Zoilo pudo haber tenido connotaciones ambivalentes.
Las efectivas estrategias
personales y familiares de ascenso social y procuramiento del prestigio propio,
que durante generaciones sostuvieron Patricio y su familia, nos permitieron
ampliar aún más la red de parentescos tejida entre los del Sacramento, Vallejo
y los Bazán. Para ello, debemos atender al matrimonio de otra de las hermanas
de Patricio: Gregoria del Sacramento, nacida en 1829 y casada el 2 de diciembre
de 1878[34],
cuando contaba casi 50 años. Su esposo era un mestizo oriundo de Los Llanos,
Justino Quintero, que, si bien habría nacido en el pueblo de Patquía en la
década de 1840, sus padres eran naturales de Tama[35]. Podemos
suponer que viejos antecedentes parentales explican la incorporación de Justino
al núcleo familiar más íntimo de Patricio. Aquel aparece censado ya en la
capital en 1869, donde trabajaba como peón, era soltero y analfabeto. Sin
embargo, para 1895, vuelve a ser empadronado allí mismo, ahora con su esposa
Gregoria del Sacramento, oportunidad en la que figura como albañil y
propietario. En esa ocasión albergaba en su casa a un comerciante español de 39
años: Manuel Ramos[36],
dato bastante sugerente. El sensible cambio en la trayectoria de vida de
Justino entre ambos censos nacionales está signado por dos matrimonios de por
medio. El primero fue celebrado en 1872, con María Dolores Bazán, hija adoptiva
de Asunción Vallejo[37],
quien al igual que Patricio, descendía de los esclavos pretéritos de los Lezama
y que debieron pasar a los Vallejo a través de Tomasina. El aludido padrón del
año 1869 muestra a Asunción y a su hija registradas casi inmediatamente junto a
Patricio y sus hermanas, lo que le sumaría la cercanía de vecindad al
preexistente vínculo de parentesco/paisanaje. Así pues, al enviudar, Justino
volvió a casarse con otra integrante de este amplio grupo familiar, Gregoria,
la hermana de Patricio, que, para entonces, ya era una personalidad conocida y
respetada por la sociedad riojana. En este punto, comprendemos con mejor precisión
que, tanto los matrimonios de las hermanas Tomasa y Gregoria, los remotos
vínculos de reciprocidad que sostuvieron los del Sacramento con los
descendientes de sus antiguos amos (manifiestos en las constantes vinculaciones
espirituales), revelan una amplia red de solidaridades de la que debió valerse
Patricio y sus hermanos en su progresiva movilidad social.
En el caso analizado, los
grupos familiares se consolidaron, posiblemente, por coincidir en espacios
comunes como la casa Lezama, del Moral o la Iglesia Matriz, pero también a
través de vínculos más lejanos como el sostenido con los linajes llanistas de
los Vallejo y Bazán, integrados igualmente a la red familiar antes referida. No
obstante, no debemos entender tales relaciones sólo desde el vínculo fraterno
mutuo, ni reducir a los esclavos a simples agentes pasivos a la espera de ser
congraciados con la libertad por parte de sus amos. Muy por el contrario, y
como hemos sugerido, estos procuraron constantemente adaptarse a su situación
de cautiverio y buscaron por sus propios medios acceder a la libertad, para
lograr con ello el deseado pase social ascendente (Aguirre, 1993). Combinado al
factor demográfico, en una comarca escasamente poblada como la riojana, la
libertad de desplazamiento aumenta las posibilidades de una vinculación
personal sustancial (Bernand, 2001). Los Vallejo, a nuestro parecer, pudieron
convertirse en los promotores sociales de los del Sacramento, al corroborar su
papel en esta amplia red social que se entreteje en torno a los Bazán/Lezama,
primero; y a los del Moral, después, oscilando entre la campaña rural y el
espacio citadino, donde habitaban los del Sacramento. El capital social de los
Vallejo pudo propiciar los emparentamientos entre los Bazán y Sacramento,
sumado a otro elemento de unión como la profesión de sastre. Al respecto, (Mallo,
2007, p. 4) especifica que “estas redes se entrecruzan
muchas veces con las redes comerciales, de oficios o profesiones, y la
utilización del concepto de red sirve tanto para analizar las distintas
elecciones de conservación y acumulación que permiten superar la escala
individual”. En suma, la
existencia de estas extensas redes sociales fue advertida por la historiadora
Valentina Ayrolo (2013) que en un estudio sobre el periodo posrevolucionario
riojano lo sintetiza en la siguiente hipótesis:
Me pregunto si la respuesta a las dificultades en la concreción y sujeción de espacios como el riojano al estado nacional no debería buscarse también en los inconvenientes que hubo para desarticular esas solidaridades y dependencias tejidas y anudadas durante siglos en La Rioja (Ayrolo, 2013, p. 92).
La
vida en la Iglesia: prácticas, relaciones e identidades
El maestro afrodescendiente
desarrolló una extendida trayectoria en el campo religioso, habitando en la
Iglesia Matriz desde su infancia hasta su adultez. Ejerció, simultáneamente,
los oficios de sacristán y notario eclesiástico aproximadamente desde 1840,
compartiendo la notaría con importantes personalidades públicas, tales como don
Francisco Solano Gómez, gobernador de la provincia en dos oportunidades; con el
cura Vicario don José Nicolás Villafañe; don Gaspar Julián de Villafañe
(hermano del anterior y suegro de Gómez), el vizcaíno don Francisco Ercilbengoa
(casado con una sobrina del Dr. Castro Barros); don Indalecio Mendoza[38] y
el escribano cordobés don Luis Brac, entre otros. Patricio consolidó lazos de
parentesco con algunos de estos colegas, como por ejemplo en 1870, cuando fue
padrino de casamiento de la nieta del notario Ercilbengoa, doña Ramona Agüero,
hija de don Francisco Agüero y de doña Concepción Ercilbengoa, asistiendo como
padrino en la ocasión don Domingo Agüero, juez de primera instancia. El novio
era el Dr. don Lisandro Castellanos, hijo legítimo de don N. Castellanos y de
doña María Dávila[39],
oriundos del Dpto. Belén, Provincia de Catamarca. Es posible que su llegada a
La Rioja sea coincidente con su cercanía a la familia Gordillo, mediante la
cual se integró a la élite provincial. En 1871, al año siguiente de su
matrimonio, era designado secretario de Gobierno por el nuevo mandatario don
Pedro Gordillo (Bazán, 1992); apareciendo, incluso, como gobernador delegado[40]. En
paralelo, Patricio tejió su propia red de parentescos con otros mulatos,
mestizos y descendientes de esclavos, cuya trayectoria familiar estaba
igualmente vinculada a la Iglesia. Como ejemplo de ello, fue padrino de
bautismo de Vicente Anastasio, hijo legítimo del esclavo Anastasio Bari y
Francisca Solana Carreño. Anastasio pudo haber compartido el espacio de trabajo
con Melchor, el sacristán, padre de Patricio de Sacramento[41].
En el plano social y
político, durante la década de 1860 la ciudad de La Rioja fue escenario de
turbulencias militares. En territorio urbano acontecieron dos batallas entre
las fuerzas federales lideradas por los caudillos rurales y los ejércitos
nacionales intervinientes en la provincia. Estos episodios fueron conocidos
como El Sitio de la Ciudad del año
1862, y la Batalla del Pozo de Vargas,
en 1867. Cabe precisar que durante estos sucesos el templo fue el refugio de
muchos vecinos de la comarca que huían de la guerra, los cuales, según
distintos autores, fueron asistidos por Patricio con vestido y refugio durante
el sitio de 1862 (Reyes, 1913; de la Colina, 1999; Bazán, 1992). El notario del
Sacramento fue testigo y protagonista del segundo conflicto, lo que sabemos a
través del procesamiento judicial del Cura y Vicario don Antonio Tristán
Sotomayor, acusado de complicidad en la rebelión encabezada por Felipe Varela
en La Rioja (Peralta, 2000). Este prelado fue acusado por delitos de traición a
la patria, sacrilegio y ser responsable directo del saqueo de objetos del
templo en tres ocasiones. Patricio del Sacramento fue interrogado al respecto,
y en su declaración relata que la primera partida actuó bajo las órdenes del
gobierno militar de Carlos Ángel, mandada por don Salustiano del Moral en
compañía de 12 hombres, los cuales ingresaron a fines de registrar los intereses del fisco y la mercadería
que se encontraba oculta. Según el
declarante, el cura Sotomayor autorizó por escrito el acceso de la comitiva, hecho
que fundamentó su procesamiento. Patricio, añade que, si bien extravió el
documento, pudo mostrárselo a diferentes personas igualmente interrogadas: los
frailes Laurencio Torres, Félix Paibar y Jerónimo Maretti y el vecino don
Manuel González (tío del político argentino Joaquín V. González).
El segundo evento narrado
tiene lugar el día de la batalla de Vargas, en el que otro de los líderes
federales, Carlos Álvarez, llegó a la Iglesia y exigió al sacristán Patricio
que le permitiera entrar a revisar la parroquia. De acuerdo al testimonio,
Patricio logró persuadir a la comitiva armada a fines de que no ingresen,
evitando así poner en riesgo de vida a los vecinos que se refugiaban en el
lugar (Robledo, 2018, p. 193). Por su relato se conoce una última acción del
caudillo Aurelio Salazar, en la que dicho montonero golpeó la puerta donde él
dormía, exigiendo la entrada a la Iglesia. Patricio expresó que, al ingresar
los jefes populares, éstos estaban en notorio estado de ebriedad y que le
apuntaron directamente con sus armas. En su declaración señaló que estos
sustrajeron utensilios como joyas, mercaderías, un anillo de oro y un par de
mates de plata. Cuando el caudillo Salazar apuntó hacia donde estaba ubicado el
Sagrario del Altar Mayor, exigiendo que se le abrieran las puertas, Patricio
respondió que prefería perder su vida antes que permitir semejante sacrilegio.
Al finalizar la investigación judicial se comprobó que los objetos robados
pertenecían a los vecinos, incluso, se descubrieron unas botellas de cerveza
oculta en el terreno del templo. Aparentemente, Patricio permitió el ingreso de
estos objetos por pedido algunos vecinos distinguidos[42]. Estos
acontecimientos de extrema conflictividad social y militar muestran el perfil
de Patricio y el lugar de poder que ocupó en la Iglesia, en tanto capacidad
decisional. Tales situaciones permiten develar el tipo de relación que Patricio
mantenía con el alto clero riojano y con la cúpula del poder político urbano.
Posiblemente, nos provee indicios de su afinidad partidaria liberal/mitrista,
característica de la élite capitalina. Estos incidentes no
sólo tienen que ver con los sucesos padecidos en 1862 y 1867; sino que
atravesaron a Patricio desde su juventud. En su obra histórica, el coronel
Marcelino Reyes transcribe un relato atribuido al propio maestro del
Sacramento, quien afirma haber presenciado el violento trato de Facundo Quiroga
con Baltazar Agüero, gobernador provincial. De acuerdo con el testimonio,
Quiroga, por entonces máximo detentor del poder político riojano, destituyó a
Agüero del cargo mediante una bofetada en plena plaza principal (Reyes, 1913,
p. 89). A esto podemos agregar otro suceso que debió marcar a Patricio y a su
familia en cuanto a su opinión de las montoneras federales, y es el
fusilamiento de don Tomás Gordillo por el mismo caudillo Quiroga en 1829.
Recordemos que Gordillo, sobrino nieto del Canónigo Miguel del Moral, residía
junto a los abuelos, padre y tíos de Patricio en Córdoba en 1795, por lo que
ésta debió ser una muerte sentida por los del Sacramento, dado la estrechez
relacional con los Gordillo durante esta centuria. Recordemos que años más
tarde Patricio había apadrinado a un hijo adoptivo del Dr. Santiago Gordillo,
pariente inmediato de Tomás (Reyes, 1913; De La Colina, 1999).
El análisis de las redes
sociales y parentales de Patricio comprueba su integración con los máximos
representantes del incipiente partido liberal riojano. Así, por ejemplo, vemos
que, en 1850, al contraer matrimonio Cayetano Rearte con Rosalía Pavón, fueron
testigos don Aniceto Vega, teniente coronel de la Nación y luego Diputado
Provincial y su esposa doña Rosa Plaza, en conjunto con Patricio del Sacramento[43].
Caso similar se visualiza en el matrimonio de Basilio Arias con Lorenza Sánchez
en 1852, del que fueron testigos don Carmelo Valdés, don Aurelio Granillo (que
eran cuñados) y don Patricio[44]. Lo
relevante de estas uniones es que los padrinos forman parte del círculo
elitario, al que identificamos a Patricio, adheridos al proyecto político
liberal. Tanto don Carmelo Valdés como su cuñado don Aurelio Granillo, los
hermanos Manuel y Joaquín González, lucharon en contra del sitio militar de
1862 liderado por el puntano Juan Gregorio Puebla.
Narramos, anteriormente, los
lazos de sociabilidad y amistad que compartió Patricio con sus colegas notarios
de la Iglesia Matriz. Uno de ellos era don Francisco Solano Gómez, que llegó a
ser Gobernador de La Rioja en 1855, y cuyo cargo debió abandonar tras una
asonada popular apoyada por el caudillo Ángel V. Peñaloza en 1857. Al hallarse
la provincia en acefalía de los tres poderes, el 17 de abril de ese año, en los
portales de la Iglesia, el pueblo se reunió para elegir el nuevo gobernador
legal, dignidad que recayó en la persona de don Manuel Vicente Bustos. Las
actas de la comisión escrutadora confirman que el nuevo mandatario fue votado
por don Patricio del Sacramento, el candidato perdedor fue don José Olegario
Gordillo[45]. El
nuevo gobernador, caracterizado por una plasticidad política que lo llevó a
ocupar la máxima magistratura provincial en cinco oportunidades y en muy
distintos contextos, fue otro de los vecinos que batalló en la defensa de la
ciudad durante el asedio de las montoneras. Al igual que el maestro y las demás personas que referenciamos, Bustos
integraba esta extensa red social surgida en torno a los del Moral de finales
del siglo XVIII, ya que su esposa, doña Felipa González, era la hermana de los
referidos Manuel y Joaquín González, provenientes todos de dicho linaje[46].
Asimismo, doña Felipa compartía con Patricio la común amistad de las familias
Agüero-Ercilbengoa y Vallejo-Ascoeta. Esto se corrobora al observar que la
esposa de Bustos había sido madrina de confirmación de doña Ramona Agüero
Ercilbengoa y de una hermana suya en 1858[47]; mientras
que 12 años más tarde, Patricio será uno de los testigos en su boda con el Dr.
Lisandro Castellanos. De ese modo, las conexiones sociales y parentales de don
Patricio del Sacramento le llevaron a atravesar una interesante coyuntura
durante la asonada de 1857, puesto que era un antiguo conocido del gobernador
destituido, Gómez; como del recién asumido, Bustos; e incluso, del candidato
perdedor, Gordillo. Para variar, durante el mandato de Manuel Vicente Bustos,
se desempeñó como Oficial 1° de Gobierno otro vecino y allegado suyo, don Luis
Brac.
Un documento redactado al calor del
discontinuo año de 1867, tiempo después del triunfo de las tropas nacionales
sobre las armas federales en los campos de Vargas, nos aporta todavía mayor
información sobre las redes que venimos describiendo. Nos referimos a una carta
de gratitud elaborada por un grupo de vecinos riojanos y dirigida al Sr. Gral.
don Antonino Taboada[48].
Esta fuente es contundente a los fines de nuestro postulado, pues los vecinos
que la suscriben elevaron su agradecimiento al santiagueño por su victoria
militar ante Varela y por haberlos liberado de medio siglo de opresión de la
barbarie, reconociendo con ello las virtudes republicanas del General. Entre
los firmantes, además de los ya conocidos Mendoza, González, Granillo y Valdés,
se hallaban Patricio con su pariente Nicanor del Sacramento. Estos hechos que
conforman su larga trayectoria individual en La Rioja, nos permiten explorar el
papel de los afrodescendientes como actores políticos. Las personas de color en
La Rioja del siglo XIX, fueron protagonistas activos en las problemáticas de la
ciudad y las cuestiones de orden público, tales como las situaciones de guerra
o las contiendas electorales, ejerciendo los derechos ciudadanos, en algunos
casos, de sufragio y expresando su voluntad a partir de la firma de proclamas
partidarias. En esta caracterización, incluimos en la discusión a otros
afrodescendientes que fueron agentes políticos importantes en los procesos de
militarización en la provincia, con la particularidad de que también estaban
emparentados por la vía espiritual con del Sacramento, tales como: Dominato
Sánchez, quien batalló en la Guerra del Paraguay; el comandante Baltazar Torres
(primo de fray Laurencio), con una extendida trayectoria militar en las
facciones nacionales; Gaspar Otáñez, perteneciente a una familia de
comerciantes; y Nicolás Carrizo, nieto de esclavo que llegó a integrar una
comisión que gobernó la Provincia en 1860.
Con el ya referido sanjuanino don Dámaso
Abraham Mendoza, el maestro del Sacramento mantenía una cercanía personal y
vecinal[49].
Aquel se desempeñó en La Rioja como empresario encargado de las
correspondencias con las provincias limítrofes, llegando a ser presidente de la
Legislatura provincial. Además, fue poseedor de un fundo, conocido con el
nombre de memoria pía, sobre el que
realizó un reclamo legal a la justicia eclesiástica del Obispado de Córdoba. Don
Dámaso declaró que el día 3 de julio
de 1871 compró a la familia Pasos una propiedad afectada con 300 pesos para
llenar con el interés del 5% anual, con la obligación de contribuir con 15
pesos anuales la realización del “sermón de la función de la agonía del señor,
que se celebra los viernes santos en el templo de Santo Domingo”.[50]
Afirma que ha cumplido con regularidad esta obligación, aunque manifiesta a la
autoridad diocesana que es una situación gravosa para un padre de familia,
sobre todo en una época calamitosa. Por ello solicita el traslado de la
obligación mencionada al Convento de Santo Domingo, con la cancelación que
haría al prelado de dicho convento de los trescientos pesos y quedando con este
hecho desobligado de aquella pensión. Las cláusulas del testamento del finado
prelado y fundador Miguel del Moral eran la cobertura de la función de las tres
horas de agonía del señor, realizada en el viernes santo, encomendada a su
albacea, el Mtro. Nicolás Carmona.
El 3 de junio de 1878, el
Señor Mendoza presentó a don Patricio del Sacramento como testigo, a quien se
le tomaron juramento y se le preguntó si tenía conocimiento de un legado pío
dejado por el Mtro. Miguel del Moral, contestando que sí, por haberlo oído de
muchas personas. En la segunda pregunta, le consultaron si sabe el motivo de
este sagrado pío, respondiendo que este consistía para ayudar a los gastos de
la función de agonía que se hace el viernes santo en el templo de Santo Domingo
de esta ciudad. Esta fue su declaración y firmó. El segundo testigo era alguien
bien conocido por Patricio, don Francisco Solano Gómez, quien respondió el interrogatorio
en un sentido similar al primer declarante[51]. Luego de
registrados los testimonios, el tribunal competente resuelve a favor de la
petición de Mendoza. Ahora bien, el expediente pone de relieve el acervo
cultural que Patricio detentaba; que traslucen, nuevamente, su compenetración
con grandes propietarios. De este episodio cotidiano reflota nuevamente el
nombre del maestro del Moral como una suerte de emergente. Entonces,
sentipensamos, desde la historia de los sentidos y las emociones, ¿cuáles
fueron los posibles sentimientos vivenciados por Patricio ante la naturaleza de
la relación que esclaviza a sus ascendientes con el cura, fundador de este
legado pío? Aunque la esclavitud en territorio riojano no posea las
características del sistema económico de plantaciones del Caribe y Brasil, por
ejemplo, negamos la hipótesis de benignidad, ya que estas relaciones
señor-esclavizado del pasado colonial ocultaban el estado que subyugaba a sus
padres, tíos, abuelos y parientes a un poder opresivo, cosificante y
mercantilizante de lo humano. En un intento por imaginar y conocer las
emociones del sujeto sobre la esclavitud familiar -abroquelada en una
estructura política, económica y psicosocial, nos preguntamos: ¿de qué manera
pudo simbolizarse este malestar o síntoma, en la reproducción social de los del
Sacramento? De forma indirecta, posiblemente, encontremos indicios en las
prácticas de demarcación racial materializadas en los cambios de apellidos, la
negación explícita de las marcas raciales en las actas sacramentales o en el
proceso de invisibilización racial experimentado en el blanqueamiento
(Candioti, 2016 y 2023).
Retornando a su figura
pública, Patricio fue un laico autorizado para administrar el bautismo por
socorro o de necesidad, por considerarlo una persona idónea. En los libros
locales esta figura aparece como bautismo privado en caso de emergencia, es
decir, cuando se considera en peligro de fallecimiento al recién nacido e
implicaba la administración del agua de socorro al neonato en su hogar, seguido
de la oración en latín Ego te baptizo in
nomine Patris, Filii, Spiritus Sancti. Esta práctica religiosa comprometía,
aunque no sabemos su alcance en este contexto, a la persona encargada a un
futuro padrinazgo, habilitando nuevas relaciones sociales con la familia del
bautizado. Esta función religiosa le permitió al afrodescendiente establecer
redes sociales y visitar hogares de distinta condición socioeconómica, razón
que explicaría la popularidad y familiaridad con la que era percibido. Por
ello, podemos enumerar más de una decena de niños y niñas que fueron bautizados
por Patricio durante la segunda mitad del siglo XIX. Los mismos habitaban tanto
en las periferias como en el centro, lo cual es relevante, puesto que la
trayectoria religiosa de Patricio rompe con el esquema que legitimaba el lugar natural que debían ocupar los cuerpos
en el espacio riojano (Lamborghini, et al., 2023; Guzmán, 2023).
Para referenciar algunas
personas bautizadas de socorro por Patricio, sólo en 1866 ubicamos varios
casos, como los de Pedro, hijo de Pedro Bustos y de doña Jesús Miranday; Niceto
Samuel, hijo José Lucas Ocampo y de Petrona Bracamonte; Loreto, hijo natural de
Francisca Vallejo; José Eduardo, hijo de Pantaleón y Juana Bazán; María de los
Dolores, hija natural de Justa Herrera; o Eliseo, hijo natural de Juana Vega[52].
Patricio del Sacramento bautizó a distintos niños cuyos padres y padrinos eran
nombrados con el título honorario de don. Un caso llamativo es el del párvulo
Restituto Torres, apadrinado por Patricio en 1835 en la confirmación[53].
Sus padres fueron Laureano Torres y María de la Cruz Díaz, pardos que
igualmente lograron ascender en la escala social. Restituto era hermano de fray
Laurencio Torres, fraile dominico, Diputado provincial, Vicario Foráneo y uno
de los principales gestores de la instrucción pública a través de la Escuela
del Convento Santo Domingo (Pelanda López, 1991). Verificamos que la
consideración social de Patricio en el mercado parental era elevada y es
frecuente su participación en los acontecimientos sacramentales y con personas
de diferentes grupos etnoraciales, pivoteando entre el mundo de la élite blanca
y los sectores subalternos de color. El padrinazgo y compadrazgo sacramental
permitió a Patricio, como indicaron los diferentes registros eclesiásticos
sugeridos, convertirse junto a los padres, en el primer ámbito de sociabilidad
que tuvieron numerosos niños recientemente nacidos. Su figura social le
permitió superar las barreras de estratificación socioracial y apadrinar, en
1858 en el sacramento de la confirmación a Asencio, hijo adoptivo de don Pastor
del Moral[54],
importante vecino propietario y vinculado a los vecinos nobles. Es interesante
advertir que la dinámica relacional de los linajes del Moral/del Sacramento
fueron desplazándose, aunque este solo se trata de un hijo adoptivo de los del
Moral, de la desigualdad de posiciones a la horizontalidad social.
La imagen del viejo sacristán
era atractiva para los y las afrodescendientes de la ciudad; una opción muy
conveniente para confluir en un emparentamiento ritual. En su edad juvenil, una
de sus primeras comadres fue Isabel Corro, una mujer esclavizada, madre de
Pantaleón, liberto que nació en 1820 y fue apadrinado por Patricio en la
confirmación de 1834[55]. Su
madre Isabel era esclava del coronel don Francisco Solano del Corro[56],
militar salteño que participó en las guerras de independencia combatiendo a las
órdenes de Martín Miguel de Güemes y José de San Martín. Así también, la
familia de Buenaventura Carmona, esclavo del Pbro. don Julián Carmona, estuvo
especialmente compenetrada con Patricio por vía espiritual. En el censo de
1814, Bentura estaba empadronado en
casa del cura Vicario y, en 1825 se casará con Carmen Dávila[57].
Distintos hijos de este matrimonio fueron ahijados de Patricio: Enriqueta
(1833), Ceferino (1835), José del Carmen (1844), Sebastiana Abelarda (1850) y
Francisca Paula (1859) por el sacramento del bautismo[58]; y
Ventura (1858) y el citado José del Carmen (1858) por el de confirmación[59].
Estos enlazamientos ilustran cómo algunas familias de esclavos (dado que hay
otros de apellido Asís, Guzmán, Bari, Bustos, Vallejo) trataron de articular a
la nueva generación de descendientes libres, a partir de las instituciones de
padrinazgo/compadrazgo, con individuos mejor posicionados en la sociedad. A
medida que avanzaba la segunda mitad del siglo XIX, la vinculación sacramental
de Patricio incluía a vecinos extranjeros (Chile, Paraguay) y emigrados de
otras provincias (Tucumán, Catamarca, San Juan, Córdoba, Corrientes).
Incrementando su relación con individuos dignatarios del apelativo de Don;
móvil que legitimaba su lugar poder detentado en el mercado parental. Tanto el honorable hombre de color como su
madre y hermanas, desplegaron múltiples entrecruzamientos mediados por el
patrocinio ritual con sujetos con pertenencia al bajo pueblo, asimismo con
hombres y mujeres de ascendencia hispano-criollo. Todo este contexto refleja,
con elocuencia, el papel de los parentescos en las dinámicas de cohesión y
estructuración del cuerpo social de la sociedad riojana, la cual estaba
articulada e integrada por parentescos horizontales y verticales.
El
papel de Patricio en el espacio público: educación y el mundo de la política
electoral
La escuela de Patricio del
Sacramento fue la institución en la que los niños de la élite aprendieron las
primeras letras y conocimientos más elevados como el latín. Sus alumnos más
destacados fueron los futuros gobernadores Benjamín y Serafín de la Vega; el
diputado Dr. Abel Bazán, y tantos otros. El maistro
Patricio, que enseñaba los conocimientos básicos de aritmética y las
habilidades de lectoescritura, obtuvo por su labor el respeto de la comunidad,
que lo consideraba un sabio[60].
Algunos autores sugieren que enseñaba en la escuela de San Francisco, donde
impartió clases por más de 35 años. Esta escuela privada estuvo construida en
el edificio de la antigua Plaza Hotel, ubicada al frente de la plaza principal,
y funcionó en un período en donde no había escuelas nacionales ni provinciales.
Diferentes escritores le asignan un estatus honorífico de la educación pública
en La Rioja; al igual que al padre dominico Laurencio Torres en la escuela
regentada del convento de Santo Domingo[61]. En 1893,
posterior a la muerte de estos dos referentes, la Legislatura autorizó una
partida para erigir dos bustos de ambos educadores en el cementerio municipal,
obra que al final no se concretó (Peralta, 2000). Durante la gobernación de don
Serafín de La Vega, la Cámara de Diputados sancionó la ley no 267
con fecha del 4 de agosto de 1875, que acordaba transferir una pensión
graciable a don Patricio del Sacramento (Robledo, 2018). Esta renta vitalicia
constaba de treinta pesos bolivianos mensuales, y se le otorgaron por sus
servicios educativos prestados gratuitamente durante muchos años.
Verificamos que en este
período comienza a declinar la presencia de Patricio en los registros
parroquiales, aunque no precisamente su activa vida pública. En el año 1871, el
maestro testifica en el juicio entre el italiano Dr. don Avelino de Maretti
junto a Rosa Molina contra María Romero, viuda del Dr. José Jaramillo, por la
deuda de 31 pesos de una transacción incumplida, pleito que incluía amenazas de
cárcel[62].
Dos años más tarde encontramos uno de sus últimos escritos eclesiásticos,
durante la vicaría de fray Laurencio Torres, en el que transcribe algunas
copias de un expediente sobre la solicitud enviada por el Rvdo. Padre
Provincial de la Orden de la Merced fray Lorenzo Morales, y dirigido a las
autoridades mercedarias de Córdoba para vender una finca llamada Amilgancho[63].
Patricio se mantuvo activo en la escena pública hasta el final de sus días. En
1874 figura en una nómina de los vecinos sufragantes, oportunidad en que
también se desempeñó como Conjuez Electoral en los comicios presidenciales[64],
allí figura también su cuñado Zoilo Bazán. Para el año 1886, al llevarse a cabo
nuevamente el sufragio en el país, del Sacramento fue electo Presidente de la
mesa receptora de votos por ser el más anciano entre los conjueces, a cuyos
colegas les tomó el juramento de oficio[65]. Las
elecciones se desarrollaron en el atrio de la Iglesia Matriz, estando
conformada la mesa receptora por otros vecinos conocidos tales como el don
Marcelino Reyes, don Pedro Rearte, don Emeterio González, el Cnel. Nicolás
Barros, don Baltazar Torres, don Heraclio Ceballos, don Jacinto Rincón, don
Pelagio Otáñez y el aludido don Dámaso A. Mendoza, entre otros. Todos ellos
fueron denunciados por el abogado madrileño Dr. Alejandro Caamaño Sanjurjo por
supuestas irregularidades y violación de la Ley Electoral, siendo representada
la defensa por el Dr. Ramón Gómez, natural de Chile[66]. Es
curioso constatar que prácticamente todos los implicados tenían notorios
antecedentes políticos/militares comunes en el bando liberal durante las
guerras contra las montoneras federales, que se extienden durante el periodo
denominado como Régimen Oligárquico-Conservador.
A esta altura tampoco
sorprende verificar que varios de ellos compartían vínculos
espirituales/familiares entre sí y con el propio Patricio, y cuyas
reciprocidades siguen variando entre el ámbito público y el privado[67].
Tanto los Torres, los Rearte y los Otáñez parecen haber sido familias de pardos
integradas directa e indirectamente a la élite riojana por distintas vías. Por
un lado, el comandante don Baltazar Torres, nacido en 1814, fue ahijado de don
Patricio del Moral[68] y
también primo hermano del referido fray Laurencio Torres; por su parte, Pelagio
Otáñez, otro afrodescendiente, era nieto de un comerciante que fue proveedor de
Facundo Quiroga, en tanto que su hermano Gaspar trabajó para don Natal Luna
Bustos. Finalmente, todos los acusados, que permanecieron presos durante
algunos días, fueron condenados a pagar una multa de $400 o a cumplir 15 días
de prisión por el delito cometido. Patricio logró que le redujeron dicha pena a
$300 o 10 días y medio de prisión en atención a que ya era un hombre de edad
avanzada. Luego de la sentencia, la defensa apeló el fallo ante la Corte
Suprema de Justicia, allí el Dr. Ramón Gómez, defensor de los conjueces,
trasladó su poder de representación legal a los Dres. don Manuel Gorostiaga,
don Guillermo San Román[69] y
don Adolfo E. Dávila, todos residentes en Buenos Aires y oriundos de La Rioja
los dos últimos[70]. En
resumen, este expediente legal que continuó en otra instancia judicial, más los
entramados sociales/familiares en torno a Patricio que tratamos de develar, nos
indican que todos, o por lo menos la mayoría de los conjueces acusados en esa
oportunidad, no sólo no actuaron de manera aislada o individual, sino que lo
hicieron como parte integrante de una amplia red social estructurada en base a
sólidos nexos de parentesco y amistad entre sus miembros. Según la acusación
realizada en el juicio, esta red actuaba entonces como integrantes de una facción
política vinculada al partido Oligárquico-Conservador. Recordemos que en la
definición clásica que postula Mitchell sobre una red, señala que ésta posee: “la propiedad adicional de que las
características de dichas conexiones como un todo pueden usarse para
interpretar el comportamiento social de las personas implicadas” (Imízcoz
Beunza, 2009, p. 78). No deja de ser interesante observar cómo Patricio, pese a
verse involucrado en este proceso penal, vuelve a ser electo presidente de la
mesa receptora de votos dos años después, en 1888, cuando La Rioja eligió un
representante para la diputación nacional. En esa oportunidad fue electo un
joven abogado que sin duda debió conocer muy bien al maestro del Sacramento, ya
que sus familias estuvieron ligadas por generaciones, nos referimos al Dr.
Joaquín Víctor González. Ésta debió ser la última aparición pública del
honorable maestro de color[71].
El 30 de abril de 1889,
teniendo 76 años de edad, falleció en La Rioja don Patricio del Sacramento. Su
acta de defunción, inscrita el 1 de mayo del referido año, indica que estaba
enfermo de disentería al momento de su deceso[72]. Si bien
no consta que Patricio del Sacramento haya procreado descendencia, sí sabemos
que tuvo dos hijos adoptivos: Zoila y Benjamín del Sacramento. Aquella nació
hacia 1860 y aparece empadronada junto a Patricio y su hermana Petrona en 1869[73].
Había sido confirmada en el año 1858, siendo su madrina su tía Petrona del
Sacramento[74]. El
otro hijo, Benjamín, fue oleado de 5 años el día 25 de enero de 1880 en la
Iglesia Matriz, allí es inscripto como “hijo
legitimado de Patricio del Sacramento”[75], no
figurando el nombre de su madre, pero sí el de sus padrinos, que fueron los
mismos Patricio y Petrona del Sacramento. Benjamín contrajo matrimonio casi 10
años después de la muerte de su padre, el día 25 de enero de 1899, su esposa se
llamaba Benita Montes. En el documento que registró este matrimonio descubrimos
que existía otro vínculo interesante que unía a los hijos de Patricio, y es que
Benjamín era en realidad hijo natural de Zoila del Sacramento, es decir, de su
hermana adoptiva.
Es de suponer que dicha circunstancia puede
tratarse de otra de las estrategias de los del Sacramento, orientada esta vez a
conservar el prestigio familiar ante una situación socialmente desfavorable,
tal como lo era un nacimiento ilegítimo. Por tal razón, la eventual adopción
por parte del honorable maestro del Sacramento no sólo sirvió para borrar el
oscuro contexto de su alumbramiento, sino que también los hará partícipes de
todo el prestigio de su padre. Tanto es así que, al momento del matrimonio de
Benjamín, asistió como padrino el entonces ministro General de Gobierno Dr. don
Nicolás Vera Barros y su esposa doña Rosario Carreño[76], cónyuges
pertenecientes al patriciado riojano. Estos vínculos espirituales encajan en la
trama de redes sociales/familiares tejidos por los del Sacramento a lo largo de
los años, y revela de alguna manera, cómo las relaciones humanas que construyó
Patricio durante su vida favorecieron a la integración social de su
descendencia adoptiva, herederos de todo su prestigio social y personal. La
familia Vera Barros, emparentada ahora con Benjamín del Sacramento, formó parte
de la clase dirigente riojana de finales del siglo XIX y comienzos del
siguiente[77].
Por último, es preciso
remarcar el considerable posicionamiento social alcanzado por el hermano
adoptivo de Patricio, Justiniano del Sacramento, nacido alrededor de 1840.
Aunque ignoramos el grado de proximidad que tuvo con su hermano, lo cierto es
que permaneció al margen de los acontecimientos políticos que protagonizó
Patricio durante el siglo XIX. Hacia 1865 contrajo matrimonio con María Antonia
Galván, con quien procreó varios hijos que fueron apadrinados por parientes y
allegados de la familia de su esposa, lo que indicaría una mayor compenetración
con los Galván. Sin embargo, la base sobre la cual Justiniano cimentó su
ascenso no sólo fue su parentela con Patricio, sino su propia carrera como
escribiente, oficio con el que es anotado en 1876 en una nómina de alumnos del
Colegio Nacional de La Rioja, institución donde estudiaba uno de sus hijos,
Salvador[78].
Justiniano fue uno de los testigos en 1879 en el expediente matrimonial de
Ramón Rodríguez para casarse con Rosa Sánchez, allí dijo ser músico, profesión
bastante común entre los afrodescendientes[79]. Si bien
supera la delimitación temporal de este trabajo, es oportuno incluir el
llamativo caso de uno de los nietos de Justiniano, llamado Adolfo del
Sacramento. En un libro de actas electorales de 1951, en el marco de las
elecciones nacionales y provinciales de ese año (ejecutivas y legislativas),
Adolfo fue candidato, posiblemente a diputado provincial, obteniendo 113 votos
en una localidad y 114 en otra, correspondiente a la segunda circunscripción[80].
Aunque los resultados y el desarrollo del comicio se encuentran inconclusos en
el libro, nos permite apreciar el nivel de integración y participación política
de los afrorriojanos pertenecientes al linaje de Patricio más de medio siglo
posterior a su muerte. Son notables, asimismo, las relaciones de sociabilidad
que esta rama de los del Sacramento construyó en torno al Colegio Nacional. El
mencionado Salvador celebró sus nupcias el 05/02/1886 con Rosaura Carrizo,
ceremonia de la que fue padrino don Flaviano de la Colina, un emérito profesor
riojano que fue vicerrector del Colegio Nacional y un importante funcionario
público. Salvador pasó primero por las aulas del colegio como alumno; y luego,
a partir de 1887, trabajó allí como sirviente. Sin duda afirmó lazos con el
vicerrector don Flaviano, medio hermano del Dr. Salvador de la Colina, quien
fue uno de los primeros cronistas en recuperar la historia del maestro José Patricio del Sacramento.
Conclusión
En el presente trabajo hemos investigado
y reconstruido la trayectoria individual y familiar del maestro Patricio del
Sacramento, en el extendido devenir de un siglo y medio de historia riojana. La
cual abarcó la transición de la sociedad del Antiguo Régimen hispanoamericano a
la conformación del Estado Nacional argentino. Indagando en las características
filiatorias y legales enmarcadas en la trayectoria vital, socioeconómica,
familiar y racial del afroargentino Patricio del Sacramento. Además,
reconstruimos un complejo tejido parental extendido entre Córdoba y La Rioja;
reflexionando en las implicancias de las uniones personales/espirituales (junto
a otros factores como la clase, raza y género) en desplazamiento social
vertical, tanto del ilustre afrorriojano como de ciertos ancestros y parientes
suyos. Partimos desde el esclarecimiento de su estado jurídico libre y
racialmente afromestizo, siendo el proceso de mestización un primer elemento de
pase social. Esta trayectoria, encriptada entre la sociedad riojana
dieciochesca y decimonónica, la abordamos en periodos temporales (flexibles, no
lineales), que mostraron los cambios y continuidades socio-étnicas,
residenciales, económicas de la familia del Sacramento.
El primer tramo, está caracterizado por una
dinámica de resistencia y adaptación en el decurso del proceso de
esclavitud/servidumbre; desplegando la familia múltiples mecanismos de
desmarque socioracial, por medio de los cambios de apellidos, uniones
matrimoniales y alianzas significativas. Recordemos que, en esta etapa, estaban
esclavizados a las familias de las casas coloniales: Bazán de Cabrera,
Lezama-Vallejo y del Moral; además, en la cofradía del Santísimo Sacramento.
Visualizamos el despliegue de lazos espirituales intra y extra diaspóricas; es
decir, parentescos emblemáticos articulados tanto con sujetos populares
pertenecientes a las castas raciales, como con los vecinos del estamento
blanco/español; cúmulo de relaciones que abonaron el terreno para las nuevas
tramas vinculares del siglo XIX.
Un segundo momento se
desenvuelve previo y durante de la abolición de la esclavitud en Argentina y La
Rioja. En un contexto político-social determinado por las guerras civiles
argentinas, este escenario pudo ser una condición de posibilidad para el
otorgamiento de masivas manumisiones estatales en la provincia; brindando
oportunidades y (des)ventajas a los esclavos y libertos, quedando las mujeres
excluidas de las medidas de 1828-1832. Para alcanzar la libertad y la obtención
de premios materiales, los esclavos estuvieron supeditados al proceso de
militarización. En esta sociedad convulsionada por la violencia política, los
del Sacramento y otros afrodescendientes desplegaron estrategias que
favorecieron su integración, mientras que otras familias otrorizadas
permanecieron en los márgenes culturales de la ciudad. En este plano, señalamos
que el ascenso social de Patricio Sacramento se debió a una pluralidad de
razones. Una de ellas es la pertenencia a la notaría eclesiástica, siendo la
misma un entorno de aprendizaje y sociabilidad intelectual que le permitió
construir un capital simbólico bajo la enseñanza/alianzas con prelados y
laicos; cimentando, así, su carrera notarial y educativa. La dimensión pública
de Patricio estuvo definida por distintas funciones sociales, siendo su oficio
la sastrería. Además, se destacó como maestro de los niños de la élite,
encargándose de la sacristía, la notaría eclesiástica, los bautismos privados
en caso de necesidad y ejerciendo un alto nivel de participación
política-electoral, con su papel de conjuez de las mesas receptoras.
Su
figura emergió como un padrino/compadre con signos de distinción, verificado en
el acrecentamiento de su demanda en el mercado parental en los grupos
denominados blancos, mestizos y afrodescendientes. El patrocinio sacramental y
los vínculos de parentela con familias pertenecientes a la clase de elite,
fueron dispositivos por el cual Patricio fue instalándose en las altas esferas
de la sociedad, resultando otro factor determinante en su itinerario de
movilidad vertical. Observamos casos de blanqueamiento de algunos miembros del
linaje del Sacramento, como es el de Tomasa, hermana de Patricio, que mediante
un significativo enlace matrimonial con don Zoilo Bazán (re)definió un nuevo
estatus como señora y propietaria; o por lo menos, afirmó una posición que ya
poseía a través del prestigio de su hermano En una sociedad riojana de
mentalidades señoriales con base al apellido, la sangre y el color, no es
casual que algunos integrantes de esta familia
negra trataran de desprenderse de los íconos de subalternidad racial, como
el ocultamiento de las marcas raciales en las partidas parroquiales y/o el
encubrimiento de los nacimientos ilegítimos de los miembros, en virtud de
reproducir la moralidad de las familias decentes. Siendo factores explicativos
del proceso de asimilación cultural e invisibilización que a la postre,
fundamentaría el discurso desaparicionista de los afrodescendientes en
Argentina. Posterior a la abolición legal de la esclavitud y concomitante a la
época de los llamados gobiernos liberales, se produce la afirmación de la
reputación social, individual y familiar alcanzada, conectada con la capacidad
de acceso a bienes materiales y simbólicos que trascienden a la muerte de
Patricio, como asignaciones estatales, el acceso a la propiedad raíz y la
preservación de contactos con importantes personalidades públicas.
Este estudio, nos condujo a
explorar la vida social citadina desde las redes sociales, las trayectorias
individuales y las estrategias de consolidación de una y varias familias
afrorriojanas. Puesto que, advertimos los itinerarios de pardos estrechamente
relacionados con los del Sacramento, cuyos nexos sociales y parentales los
conectaba entre sí y linajes nobles de la colonia. En tal sentido, las familias
Bazán-Lezama, del Moral y su entorno convivencial, se nos presentan como los
ejes articuladores sobre el cual se conformaron un sin fin de relaciones
sociales y parentales -de dominación y asimetría- entre sus miembros y su
servidumbre. Tengamos presente que la vivienda de los del Moral, ubicada en
pleno centro de la ciudad, había sido censada en 1767 como una de las casas
principales de la ciudad. Allí habitaban entonces don Francisco del Moral, su
esposa doña Juliana Luna[81],
junto a sus hijos y yernos, albergando un total de 35 personas de servicio. De
esta residencia colonial, que los abuelos de Patricio pasaron a integrar pocos
años después, se desprendieron una serie de relaciones y entramados parentales
que luego conformaron redes amplias de sociabilidad sostenidas a través del
tiempo, que luego se fueron extendiendo hacia los hijos y nietos de los
miembros primitivos, tanto de los amos españoles como de las castas de
servicio, que permanecieron conectados por generaciones. Al dirigir nuestra
óptica hacia el análisis de dichas redes, hemos logrado percibir desde otro
punto de vista la estructuración tradicional de la sociedad riojana, segmentada
siempre en distintos estratos de características claramente identificables. Las
relaciones efectivas que mantuvieron entre sí personas de distinta calidad y
posición durante el siglo XIX, abrieron paso a las posibilidades de movilidad y
ascenso de algunos afrodescendientes, como los del Sacramento, los Torres, los
Carrizo, los Rearte, los Otáñez, y tantos más. Proceso que se inició ya durante
el derrumbamiento del orden colonial a finales del siglo XVIII y se extendió
durante todo el siglo siguiente. La trayectoria individual de Patricio, que
nació como hijo de esclavo y terminó sus días presidiendo las mesas electorales
durante el conservadurismo, nos habla con elocuencia del dinamismo social de La
Rioja decimonónica.
En términos comparados, el
análisis de trayectorias raciales en el espacio riojano y en un período
extenso, nos interpela en demasía sobre la dinámica y funcionamiento de la
institución esclavista y su efecto en las relaciones humanas en regiones
hispanoamericanas marginales de las rutas comerciales y de los principales
centros económicos coloniales. Siendo la estrechez del lugar, los monopolios en
la tenencia de esclavos/domésticos y el alto nivel endogámico de las élites, un
campo fértil que propiciaría el estado de preservación de los vínculos vitales
en el largo alcance, a pesar de los cambios inherentes a su situación de
esclavitud. El ejemplo que hemos estudiado nos permite hipotetizar, en un
sentido más amplio, que la estructuración de la sociedad riojana del siglo XIX,
y el dilatado abanico de relaciones vinculares y familiares trazados por clanes
afrodescendientes como los del Sacramento, se basaron en las primitivas
asociaciones parentales originadas en torno a la casa colonial.
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[1] Agradecemos al Sr. Juez Federal Dr. Daniel
Herrera Piedrabuena por la deferencia de permitirnos el acceso al Archivo del
Juzgado Federal de La Rioja. Una mención especial para la encargada del
mencionado archivo, la Tec. Adriana Andrada por su buena predisposición.
[2] Distintos autores analizaron las formas de
integración, agenciamiento y movilidad social de individuos/grupos africanos y
sus descendientes en la sociedad tardo colonial y republicana. Dentro de este
programa de investigación, podemos citar entre muchos otros, los trabajos de (Morales
y Caballero (2018, 2019) para la provincia de Mendoza/Cuyo durante la primera
parte del siglo XIX, donde estudiaron las trayectorias de ascenso de negros
libres militarizados que lograron construir un status social elevado, como el
coronel Lorenzo Barcala y el moreno José María Molina. El caso del liberto
Florentino, en la campaña cordobesa, ilustra las estrategias de promoción
social mediante el sistema de blanqueamiento, que permitió a los
afrodescendientes de la provincia mediterránea ascender en la escala social
(Arias Toranzo, 2019). Para la provincia vecina de Catamarca, Alicia del Carmen
Moreno (2013) aborda el matrimonio de mujeres negras, el sentido y utilidad de
las uniones mixtas y la capacidad de detentación material de ciertos esclavos
del curato rectoral.
[3] Armando Raúl Bazán (1992) refiere que, en
los otros curatos: la población afro en Arauco era de 505 habitantes; en Los
Llanos, 374 individuos; en los curatos de Anguinán 138 y Guandacol 51, mayoritariamente
de condición libre.
[4] Archivo del Arzobispado de Córdoba (en
adelante AAC). (1781-1800). Matrículas y padrones, Vol. 20, t. I: Padrón
general del curato de La Rioja (1795). Archivo del Arzobispado de Córdoba,
Córdoba, Argentina.
[5] AAC. (1804-1870). Matrículas y
Padrones, Vol. 20, t. II: Matrícula del curato rectoral de la ciudad de La
Rioja (1814), La Rioja, Argentina.
[6] Denominamos afrorriojanos aquellos sujetos
cuya ascendencia étnico-racial procede -mayoritariamente o parcialmente- de
esclavizados procedentes del África, los cuales construyeron buena parte de su
trayectoria vital en el espacio provincial, como los del Sacramento.
[7] Las leyes completas reposan en: Documentos del Brigadier General Juan
Facundo Quiroga (1815-1876). Instituto de Historia Argentina y americana
"Dr. Emilio Ravignani". Repositorio Digital Institucional.
Universidad de Buenos Aires [consultado: 24/02/2024].
[8] AAC, Matrículas y Padrones. Vol. 20. t. II
(1804-1870). Matrícula del curato rectoral de la ciudad de La Rioja (1814).
[9] Archivo del Obispado de La Rioja (en
adelante AOLR), bautismos, no 2 (1806-1824), f. 141 r.
[10] AOLR, Rectoral. bautismos, no 2
(1806-1824), f. 289.
[11] Justiniano es mencionado como hijo
adoptivo de doña Magdalena Nieto en su confirmación, y fue su padrino Nicanor
del Sacramento, posiblemente otro pariente consanguíneo de Patricio AOLR.
Rectoral, confirmaciones, no 1 (1858-1878), f. 6 v.
[12] AOLR, Rectoral, expedientes matrimoniales,
no 2 (1810-1819). 23/07/1811.
[13] AOLR, Rectoral, matrimonios, no
2 (1801-1834), f. 42 v.
[14] En la casa de Carmen Guzmán, de 38 años,
residía su hija María de las Nieves, de 14 años. Figura como agregada María del
Rosario de 30 años, su hijo Bernardino de 9 años, su hermana Sebastiana de 28
años con su hija María Magdalena de 3 años. AAC. (1781-1800). Matrículas y
padrones, Vol. 20, Tomo I: Padrón general del curato de La Rioja (1795).
Archivo AAC, La Rioja, Argentina.
[15] AOLR, Rectoral, bautismos, no 2
(1801-1824), f. 288 v.
[16] AOLR, Rectoral, bautismos, no 3
(1826-1834), f. 6 r.
[17] Archivo Histórico de la Provincia de
Córdoba (en adelante AHPC). (1768). Escribanía 2, Legajo 37, Expediente 21.
[18] AAC. (1804-1870). Matrículas y
Padrones, Vol. 20, t. II: Padrón del curato de la Catedral de la ciudad de
Córdoba (1795). Archivo AAC, Córdoba, Argentina.
[19] AAC. (1780-1817). Catedral,
defunciones de naturales, no 3 (f. 267 v.). Archivo AAC, Córdoba,
Argentina.
[20] AOLR, Rectoral. expedientes matrimoniales,
no 6 (1840-1849). 11/11/1843.
[21] AOLR, Rectoral. matrimonios, no
4 (1871-1885), fs. 30-31.
[22] AOLR, Rectoral. confirmaciones, no
1 (1783-1835) f. 42 r.
[23] AOLR, Rectoral. bautismos, no 4
(1834-1840), f. 136.
[24] AOLR. Rectoral. Matrimonios, no
2 (1801-1850), f. 286.
[25] AOLR, Rectoral, matrimonios no
1 (1714-1800), f. 50 r.
[26] Los Dávila descendían de don Francisco
Dávila y Salazar, santafecino radicado en La Rioja en los últimos años del
siglo XVII. A finales del siglo siguiente, esta ramificada familia poseía una
cantidad considerable de esclavos y personas de servicio, tanto en la ciudad de
La Rioja como en sus demás feudos de la campaña. Ellos heredaron el apellido
Dávila y lo extendieron por toda la provincia.
[27] AOLR, Rectoral, bautismos, no 7
(1859-1870), f. 66 r.
[28] AOLR, Rectoral, expedientes matrimoniales,
no 9 (1860-1869). 04/11/1862.
[29] AOLR, Rectoral, bautismos, no 7
(1859-1870), f. 27 v.
[30] AAC, Matrículas y Padrones. Vol. 20. t. II
(1804-1870), Padrón y matrícula del curato de Santa Rosa de Anguinán (1806).
Don Pedro Vallejo aparece en la nómina de mineros del pueblo de Famatina.
[31] AOLR, Chilecito, bautismos, no
6 (1836-1845), f. 36.
[32] AOLR, Rectoral, bautismos, no 7
(1859-1870), fs. 95 r y 163 r.
[33] Archivo General de la Nación (En adelante
AGN), Censo Nacional de 1869, Tomo 303, La Rioja, San Blas de los Sauces, Machigasta
(población urbana).
[34] AOLR, Rectoral, matrimonios, no
4 (1871-1885), fs. 91 r y 91 v.
[35] Consta que sus padres,
Antonino Quintero y Circuncisión Espinosa, se casaron allí en 1842 y que fue
testigo del acto un tío segundo de Zoilo, don Bernardino Bazán. AAC, Tama,
matrimonios, no 5 (1835-1869), f. 58 v.
[36] AGN, Censo Nacional 1895, Tomo 1088, La
Rioja, Capital, Sección Sud No 11 (población urbana).
[37] AOLR, Rectoral, matrimonios, no 4
(1871-1885), f. 20 r.
[38] Don Indalecio Mendoza nació en La Rioja
alrededor de 1820, fue hijo de don Ángel Mendoza y de doña Martina Díaz de
Loria. Tras haberse desempeñado como notario de la Iglesia Matriz durante su
juventud se afincó en Los Llanos, donde contrajo matrimonio con doña Dolores de
la Vega y actuó como juez de paz. Patricio mantuvo cercanía personal con
hermanos y sobrinos suyos a lo largo de su vida.
[39] AOLR, Rectoral, matrimonios, no 3
(1850-1870). f. 130 v.
[40] La mayoría de los decretos gubernamentales
de estos años fueron suscritos por el Gdor. Gordillo y por el Dr. Lisandro
Castellanos. Registro Oficial de la Provincia de La Rioja, Tomo VI (Años 1872 y
1873), Imprenta de Pablo Coni e Hijos, 1890.
[41] AOLR, Rectoral, bautismos, no 5
y 6 (1840-1859) f. 64 r. El apellido Bari precisamente alude a la parroquia de
San Nicolás de Bari, institución en la que Anastasio era esclavo.
[42]AAC,
Juicios criminales, t. 8, Leg. 37 (1834-1871).
[43] AOLR, Rectoral. matrimonios, no 3
(1850-1870), f. 6 r. Doña Rosa Plaza fue una de las damas nobles socorridas por
Patricio en 1862. El término noble/español aparece en los registros
eclesiásticos durante buena parte del siglo XIX, como marca de distinción, en
donde el linaje hispano-criollo, combinando factores económicos, sociales y
raciales constituyen una elevada categoría de grupo en la sociedad riojana.
[44] AOLR, Rectoral. matrimonios, no 3
(1850-1870), f. 16 r.
[45] Archivo del General Nazario Benavidez,
Tomo V - Años 1855-1858, Instituto de Investigaciones de Historia Regional y
Argentina “Prof. Héctor Domingo Arias”, pp. 219-222. José Olegario Gordillo era
hijo de Tomás, como dijimos, fusilado por Quiroga en 1829.
[46] Es preciso aclarar que, pese a que la
filiación de doña Felipa González no nos conste documentalmente, otras fuentes
aportan elementos que nos llevan a deducir tal parentesco.
[47] AOLR, Rectoral, confirmaciones, no 1
(1858-1878), f. 5v. Ese mismo día doña Felipa fue madrina de Mauricia Aurora,
hija legítima de don Severo Vallejo (hijo de don Miguel Gerónimo y sobrino de
doña Manuela Rosa) y de su primera esposa doña Mauricia Ascoeta.
[48] Un voto de gratitud del pueblo riojano a
Don. Gral. Antonino Taboada, Revista del
Archivo de Santiago del Estero, Argentina. Año 1926. Tomo V. N° 8-14, pp. 114-116.
[49] Dámaso A. Mendoza nació en la ciudad de
San Juan hacia 1835. Según indica en su información matrimonial, era hijo
adoptivo de doña Rosa Escalante. En dicho expediente declararon como testigos
dos sujetos muy cercanos a Patricio, don Aniceto Vega y don Tomás Valdés
(madrileño de origen y padre de Carmelo). AOLR, Rectoral, expedientes
matrimoniales, no 8 (1855-1859), 29/11/1856.
[50] AAC. (1801-1813). Documentos eclesiásticos: Capellanía de La
Rioja fundada por el maestro Miguel del Moral. Leg. 31 libro de Capellanías
desde N° 73 a 81, Tomo XII.
[51] Don Francisco Solano Gómez, que nació en
La Rioja en 1808, era primo hermano de doña Andrea del Moral, ya que la madre
de ésta, doña Mariana Gómez, fue tía carnal de aquel. Tal parentesco explica
por qué Mendoza eligió a estos testigos, debido a que eran hombres formados en
la Iglesia, y porque el Mtro. del Moral formaba parte del pasado familiar de
ambos.
[52] AOLR. Rectoral, bautismos. no 7
(1858-1870) fs. 96 v, 98 r, 99 r, 100 v, 102 r y 106 r.
[53] AOLR. Rectoral. confirmaciones. no 1
bis (1783-1835), f. 62 r.
[54] AOLR, Rectoral, confirmaciones. no 1
(1858-1878), f. 23 v.
[55] AOLR. Rectoral, confirmaciones. no1
bis (1783-1835) f. 62 r.
[56] AOLR, Rectoral, bautismos. no 2
(1806-1824), f. 323 r.
[57] AOLR, Rectoral, matrimonios, no 2
(1801-1834), f. 114 r.
[58] AOLR, Rectoral, bautismos, no 4
(1826-1834), fs. 41 r y 149 r; no 5 y 6 (1840-1859), fs. 40 r, 93 v
y 155 r.
[59] AOLR, Rectoral, confirmaciones, no 1
(1783-1835), f. 4 r y 8 v.
[60] En un Atlas Escolar de principios del
siglo XX, se recupera una nota del año 1874 del entonces Comisario del Censo
Escolar de La Rioja, don Guillermo San Román, quien destaca la larga
trayectoria de fray Laurencio Torres y don Patricio del Sacramento como Apóstoles de la instrucción primaria en La
Rioja; patriotas desinteresados y únicos maestros que conoció la juventud.”
Ver: Consejo Nacional de Educación (1910). Conmemoración del Centenario de
1810. Historia de la instrucción pública en La República Argentina 1810-1910
(Atlas Escolar). Proyectada por el Consejo Nacional de Educación Dr. José Ramos
Mejía. Compilada y redactada por el inspector de provincias Juan. P. Ramos.
Tomo II, Buenos Aires: Jacobo Peuser, p. 477.
[61] Bazán, Pedro (1943). Carta de D. Pedro
Bazán a D. Dardo de la Vega Díaz. Buenos Aires, septiembre 30 de 1943. En Revista de la Junta de Historia y Letras de
La Rioja, 2 (1), p. 100.
[62] Archivo del Juzgado Federal de La Rioja
(en adelante AJFLR). Sección civil, Expte. no 9, Letra “J”, Año: 1871.
Libro de actas de los juicios verbales tenidos en el presente año, fs. 29-31.
[63] Archivo del Convento de La Merced de La
Rioja, Documentos eclesiásticos (1737-1878), Temporalidad sobre la venta de una
quinta del Convento, Córdoba. Año 1874.
[64] AJFLR, Sección Electoral, Expte. no
318, Letra “R”, Año: 1874, Registro electoral de las elecciones de presidente y
vicepresidente de la República.
[65] AJFLR, Sección Electoral, Expte. s/n,
Letra “E”, Año: 1886, Varios Departamentos. Envían por medio de sus conjueces varias
notas.
[66] AJFLR, Sección Civil, Protocolo de Poderes
y Escrituras Públicas, Expte. s/n, Letra “P”, Año: 1886, f. 4 r.
[67] Tales vínculos relacionales entre los
acusados se comprenden mejor al ver que don Pedro Rearte fue suegro de don
Dámaso A. Mendoza; que, a su vez, la esposa de Rearte era prima de otro de los
involucrados en el entrevero electoral, don Baltazar Torres, de larga
trayectoria militar durante las luchas civiles. Por otra parte, Marcelino Reyes
era suegro de otro de los denunciados por Sanjurjo, Heraclio Ceballos, y ambos
se conectan con Patricio por medio de doña Mercedes Vallejo, esposa del Cnel.
Reyes e hija de Severo Vallejo (que había sido Diputado y director de la Casa
de la Moneda de La Rioja y proveniente de la ya conocida familia Vallejo-Lezama)
[68] AOLR, Rectoral, bautismos, no 2
(1806-1824), f. 162 r. Su padrino, don Patricio del Moral, fue Gobernador de La
Rioja entre 1827 y 1830 y otra víctima del caudillo Quiroga, quien lo mandó
fusilar en 1831; en tanto que su madrina, doña Isabel Agüero, fue hermana de
don Baltazar, quien había gobernado la provincia entre 1823 y 1825 a instancias
del mismo Quiroga (Bazán, 1979, p. 282). No hay duda que ambos padrinos de
Baltazar incidieron en su ascenso e inserción social.
[69] El Dr. Guillermo San Román (n. 1838) fue
abogado y político riojano. Llegó a ser Diputado Nacional y Gobernador de la
provincia en 1867 y de nuevo en 1892. Era sobrino en segundo grado de don
Manuel Vicente Bustos y perteneciente a la parentela de los del Moral, por ser bisnieto
de doña Rosa del Moral, hermana del Mtro. Miguel y esposa del titular del
Mayorazgo de Sañogasta. En 1886 fue defensor de Patricio, a quien conocía muy
bien, ya que en 1874 había escrito una nota destacando sus méritos como
educador.
[70] AJFLR, Sección Penal, Expte. s/n, Letra
“S”, Año: 1886, Sanjurjo, Alejandro C. c/ varios conjueces del Dto. Capital por
infracción a la Ley Nacional de Elecciones. Juez: Mardoqueo Molina, fs.
108-109.
[71] AJFLR, Sección Electoral, Expte. s/n,
Letra “A”, Año: 1888, Actas electorales para un Diputado al Congreso Nacional
[72] AOLR, Rectoral, defunciones. no 7
(1880-1900), f. 32 r. El presidente de la Legislatura, don Antonio P. García,
decretó que los gastos que demanden la inhumación de los restos mortales del
maestro de escuela don Patricio del Sacramento correrían por cuenta del
gobierno.
[73] AGN, Censo Nacional 1869, Tomo 294, La
Rioja, Capital (población urbana).
[74] AOLR. Rectoral, confirmaciones. no 1
(1858-1878), f. 1 r. Una hipótesis es que Zoila haya sido hija natural de su
madrina Petrona y adoptada por su tío Patricio. Esta fue una vía frecuente por
medio de la cual ciertas familias ocultaban el nacimiento ilegítimo de algunos
de sus miembros.
[75] AOLR. Rectoral, bautismos, no 10
(1879-1882), f. 107 r.
[76] AOLR. Rectoral, matrimonios, no 11
(1885-1895), f. 141 r.
[77] El círculo parental de los Vera Barros
incluía a familias tales como los Carreño, los de la Colina, los González, los
Catalán y los Vallejo; equivalente a seis gobernadores del período 1880-1910,
es decir, a los auténticos representantes de la oligarquía local.
[78] Conocemos una nómina del
Colegio Nacional de La Rioja de 1876, donde fueron anotadas las profesiones y
ocupaciones de los padres de los alumnos del colegio. Encontramos en esa lista
a Justiniano del Sacramento quien es registrado como escribiente. Además, el lugar de
residencia de la familia era el Barrio A, a tres cuadras de la escuela
(Lanzilotto, 1997, p. 195).
[79] AOLR, expedientes matrimoniales, no
11 (1875-1879), 22/02/1879.
[80] AJFLR, Sección Electoral. Libro de actas
electorales de la Segunda Circunscripción, Departamento Gral. Roca, La Rioja.
Elección Nacional y Provincial de La Rioja (ejecutivas y legislativas). Año:
1951, f. 144. El documento se encuentra incompleto. En la circunscripción de
General Roca (actual Departamento Rosario Vera Peñaloza). Adolfo compite en las
elecciones con un candidato Carreño
Vallejo, quien obtuvo 28 votos.
[81] Don Francisco del Moral nació en La Rioja
en el año 1702 y era descendiente de las primeras familias riojanas, siendo sus
padres don Francisco del Moral y doña Francisca Barros y Ávila. Hacia 1730, se
casó con doña Juliana Luna y Villafañe, con quien tuvo cinco hijos, entre los
cuales se cuenta al ya conocido Mtro. Miguel del Moral.