MONTÍCULO RITUAL DE PUEBLO VIEJO DE TUCUTE (PUNA DE JUJUY,
ARGENTINA). ANÁLISIS DE LA SECUENCIA ESTRATIGRÁFICA.
RITUAL MOUND OF PUEBLO VIEJO DE TUCUTE (PUNA DE JUJUY,
ARGENTINA). ANALYSIS OF THE STRATIGRAPHIC SEQUENCE.
María Amalia Zaburlín
Instituto de Datación
y Arqueometría (INDyA) Centro
de Desarrollo Tecnológico “Gral. Manuel Savio" Palpalá. Argentina.
Centro Regional de
Estudios Arqueológicos/ Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales-Universidad
Nacional de Jujuy (CREA-FHYCS-UNJu), San Salvador de Jujuy. Argentina
Diego Martín Basso
https://orcid.org/0000-0002-5373-0301
Centro Regional de Estudios
Arqueológicos/ Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales-Universidad Nacional
de Jujuy (CREA-FHYCS-UNJu), San Salvador de Jujuy. Argentina.
María Elena Tejerina
https://orcid.org/0009-0003-5036-4291
Centro Regional de Estudios
Arqueológicos/ Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales-Universidad Nacional
de Jujuy (CREA-FHYCS-UNJu), San Salvador de Jujuy. Argentina.
Nancy Noelia Lizárraga
https://orcid.org/0009-0005-1574-0540
Centro Regional de Estudios
Arqueológicos/ Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales-Universidad Nacional
de Jujuy (CREA-FHYCS-UNJu), San Salvador de Jujuy. Argentina.
Fecha de ingreso: 20/05/2024
Fecha de aceptación: 05/09/24
Resumen
Las estructuras monticulares en el
ámbito andino constituyen espacios de gran carga simbólica, han formado parte
de los paisajes desde etapas muy antiguas. En este trabajo se presenta el
análisis estratigráfico de un montículo emplazado en el sitio arqueológico
Pueblo Viejo de Tucute, ubicado en el sector central de la puna de Jujuy,
ocupado entre los siglos X al XV. El
montículo de PVT conjuga una serie de elementos producto de intervenciones
humanas recurrentes que lo definen como un espacio ritual.
Para estudiar el crecimiento y
utilización de este montículo se proponen metodologías aplicadas para
estructuras arquitectónicas. Se identificaron siete estratos, de los cuales se
pudieron inferir al menos cuatro etapas de conformación donde las prácticas rituales
muestran modificaciones, aunque fueron realizadas de forma redundante en un
mismo espacio.
Palabras clave: estratigrafía, montículo, ritual, desarrollos
regionales, puna.
Abstract
The mound
structures in the Andean area constitute spaces of great symbolic significance,
as they have formed part of the landscapes from very ancient times. This paper
presents the stratigraphic analysis of a mound located in the Pueblo Viejo de
Tucute archaeological site, located in the central sector of the Puna of Jujuy,
occupied between the 10th and 15th Centuries AD. The PVT mound combines a
series of elements the result of recurring human interventions in the chosen
space, leaving traces of meanings from different times in the landscape.
To study the
growth and use of this structure, methodologies applied to architectural
structures are proposed. Seven strata were identified, from which it was
possible to infer at least four stages in the conformation of the structure,
where the ritual practices show modifications, although they were carried out
redundantly in the same space.
Key words: stratigraphy, mound, ritual, Regional Developments,
Puna.
Introducción
Pueblo Viejo de
Tucute (PVT) corresponde a un importante poblado arqueológico ubicado en la
localidad de Casabindo, Puna de Jujuy. Entre los distintos elementos que
constituyen el patrón de emplazamiento (espacios públicos y residenciales) se
identificó una estructura monticular de carácter ritual ubicada en la cúspide
de un sector denominado Loma Alta (Albeck, 2010:305; Albeck y Zaburlín, 2007:164).
Este montículo estuvo presente durante la ocupación del sitio, entre los siglos
X al XV. Consiste en una acumulación intencional de sedimentos, cenizas, lajas
y pedregullo mezclado con abundantes restos fragmentarios de materialidades varias,
cerámica principalmente.
El carácter
ritual de esta estructura monticular se planteó a partir de una serie de
indicadores espaciales que le confieren esta singularidad dentro del contexto
general del poblado arqueológico: el primero comprende a su emplazamiento,
destaca al ser un lugar de exposición visual generalizado y con un amplio
dominio del entorno, el sector donde se encuentra cuenta con gran acústica, característica que permite escuchar con claridad a
varios metros de distancia. El segundo corresponde a relaciones de
intervisibilidad con otros hitos en el paisaje que rodean el sitio, entre los
cuales se destaca una piedra campana hacia el norte, un vano de cuarzo hacia el
este y un gran bloque de cuarzo hacia el sur. El tercer indicador se trata de
un sendero de acceso formalizado, denota un rasgo particular mediante el trazado
de un camino dejando expuesto el color rojizo de la roca madre (Albeck, 2010:305;
Albeck y Zaburlín, 2007:173).
A partir de las
excavaciones en este contexto se plantearon como vías de indagación, el estudio
de los materiales contenidos en el montículo (Zaburlín, 2015, 2019) y el
análisis e interpretación de la secuencia estratigráfica. Previendo la extensión del texto, en esta
oportunidad se expondrán el análisis de la estratigrafía para la identificación
del proceso de crecimiento de esta estructura monticular, en tanto que se mencionarán
brevemente algunos aspectos relevantes sobre los restos materiales recuperados
en la excavación.
Entonces, el
objetivo del presente trabajo consiste en presentar el análisis de la formación
estratigráfica como herramienta para comprender la dinámica de crecimiento del
montículo; es decir las permanencias y modificaciones durante el periodo en el
cual estuvo activa esta estructura.
Aproximaciones teóricas y
antecedentes sobre estudios de montículos rituales en los Andes Centro Sur
Para enfocarnos
en la interpretación de un espacio con características rituales nos apoyamos
principalmente en las propuestas de Criado Boado (1993:42) y Moore (1996),
siendo importantes también los aportes de Gastaldi (2017) en sus análisis de
estructuras monticulares en el valle del Ambato.
Criado Boado
(1993) propone un modelo teórico metodológico para analizar la construcción de
los paisajes sociales, donde busca articular distintos tipos de racionalidad
cultural con diferentes estrategias de visibilización de la acción social y sus
efectos. Plantea que la categoría de monumento integra cuatro variables: producto
material + elemento artificial + visibilidad espacial + proyección temporal. El
autor propone ponderar la vinculación de los monumentos con la construcción de
memorias sociales, más que con características arquitectónicas particulares. En este marco considera distintos grados de intervención o tipos de
monumentos, en los cuales incluye también los rasgos naturales que presentan
alguna forma de carga simbólica (Criado Boado, 1993:48). Para el contexto que
nos ocupa, es de interés la categoría de monumentos ambiguos planteada para los casos cuyo carácter
monumental se relaciona también con un elemento natural (ej: construcciones
megalíticas junto a afloramientos). En este tipo de intervenciones existe
cierta problemática en definir su visibilidad ya que la percepción actual de
estas construcciones puede ser de invisibilidad o enmascaramiento, debido a que
ya no somos partícipes de la racionalidad que les dio sentido (Criado Boado,
1993:48).
Más centrando
en problemáticas propias del mundo andino, Moore (1996:139) propuso una serie
de variables espaciales para definir algunos de los elementos que distinguen
los diferentes tipos de arquitectura ritual, incluyendo: permanencia,
escala, centralidad, ubicuidad y visibilidad. Esta propuesta tuvo el
objetivo de brindar herramientas para la identificación de conductas sociales
asociadas con estructuras rituales, más que diferenciar espacios sagrados de
otros que no lo son. En otro texto plantea que algunas coyunturas
sociopolíticas pueden operar sobre los espacios o construcciones sagradas
convirtiéndolos en sujetos de disputa (Moore, 2004:86), lo cual lleva a
reflexionar sobre las modificaciones en estos espacios peculiares a lo largo
del tiempo.
En este marco, la estructura monticular de
Pueblo Viejo de Tucute presenta condiciones de centralidad,
visibilidad y permanencia (Albeck,
2010:305; Albeck y Zaburlín, 2007:173). Por otra parte, la escala
es difícil de ponderar, el montículo no ostenta una gran altura (1 m) sin
embargo se emplaza y forma parte de la cúspide de una loma. La condición de ubicuidad también presenta problemas de identificación en el
nivel macroregional; como se desarrolla más adelante, las estructuras monticulares
contemporáneas registradas en otros sitios presentan diferentes características
morfológicas y/o funcionales.
Antecedentes
bibliográficos, estructuras monticulares en los Andes Centro Sur
Las estructuras
monticulares en el ámbito andino constituyen espacios de gran carga simbólica,
han formado parte de los paisajes desde etapas muy antiguas. A modo de ejemplo - sin pretender agotar la
lista de reportes sobre montículos- se pueden mencionar desde etapas tempranas
en los Andes Centro Sur, para el Periodo Formativo se encuentra el montículo
del sitio Tulán 54 al norte de Chile (Núñez Atencio, Cartajena, Carrasco y De Sousa, 2005), los montículos de los
sitios correspondientes a la Fase Chiripa en la cuenca sur del lago
Titicaca Bolivia (Hastorf, Steadman, Moore, Dean,
Whitehead, Killackey, Fontela, Machicado, Anthony, Bare, Bruno, 2008)
y en la vertiente oriental andina los
montículos ceremoniales en los sitios Alamito del Campo del Pucara en el Noroeste
Argentino (Tartusi y Nuñez Regueiro, 1993). En estos casos el crecimiento de
las estructuras tiene aportes de “desechos domésticos”, ante lo cual se ha
planteado que “el concepto
de basura monticulada debe ser revisado desde una óptica no occidental,
vinculable más bien con residuos descartados que, sin embargo, en ciertos casos
adquieren un rol en el ceremonialismo andino” (Nuñez Atencio et al., 2005:26).
En
los valles Calchaquíes los reportes sobre montículos son abundantes. Se puede
sintetizar que aquellos descriptos para ocupaciones Formativas conforman el
espacio habitacional característico (700 a.C – 500 d.C aproximadamente) y se identifican
por eventos sucesivos de depositación de basura, seguidos por construcciones de
vivienda, a veces con inhumaciones, suelen ser de grandes dimensiones y se
ubican por lo general en terrazas cercanas a los ríos (Tarragó, 1980; Rivolta, Cabral
y De Cecco, 2020; Yazlle, Cabral y Rivolta, 2009).
En periodos posteriores en el Noroeste argentino, en el Valle del Ambato después
del siglo VII d.C, se registran los montículos de la tradición Aguada. Aquí nuevamente
se reconoce como práctica
recurrente la depositación de los desechos provenientes de áreas habitacionales
en acumulaciones de “basura” en espacios cercanos al poblado, que con el tiempo
fueron adquiriendo una forma monticular. Gastaldi (2017)
plantea una mirada diferente sobre los desechos domésticos; define el proceso de crecimiento de estos montículos buscando ir más allá
de la materialidad estratigráfica, proponiendo la “acumulación
y sedimentación de sentidos y tiempos, que permiten el establecimiento de
memorias colectivas de largo plazo” (Gastaldi, 2017:57, 62, 80).
Entre los siglos XI al XV, los sitios del periodo Desarrollos Regionales del norte del Valle
Calchaquí presentan distintos tipos de estructuras monticulares, producto de
depositaciones de sedimentos y basura doméstica. Suelen tener muros de
contención en sus límites, sus dimensiones y ubicación varían en cada sitio, algunos
inician en las ocupaciones tempranas, otros se conforman por la acumulación de
sedimentos proveniente del cavado o nivelación de espacios para los recintos
domésticos. También existen casos que se vinculan con enterratorios (De Marrais,
2001; Acuto, 2007:81).
Para el periodo pre incaico, en la cuenca septentrional
del lago Titicaca - Perú Arkush (2012) registra la presencia de “montículos”
sin el aporte de basuras domésticas. La autora plantea que fueron abandonadas
las antiguas formas de arquitectura ceremonial (templetes hundidos, monolitos y
montículos cuadrados) y si bien no se desarrolló un nuevo estilo ceremonial
coherente, son comunes las cistas y tumbas colleradas agrupadas en montículos
(acumulaciones de suelo y escombro) que a veces tienen un diseño planificado.
En la Puna argentina, para el mismo periodo, en
el sitio Pajchela Núcleo (Cusi-Cusi) se registra un montículo plataforma con
cámaras rectangulares, que presenta 6,7 m de altura con una superficie que ocupa
un área de 460,5 m2. Se encuentra completamente construido con rocas de
ignimbrita canteada sobre una terraza artificial al borde de una empinada
pendiente que desemboca en el curso del río (Pey, 2020:248).
Como se puede
observar, en la categoría “montículo” se encuentran agrupadas estructuras con
una alta variabilidad formal (en sus dimensiones y estructura). Al tiempo que
los contextos espaciales también son variables, presentando distintos niveles
de asociación con las áreas residenciales y/o emplazados distintos rasgos en el
paisaje.
Se debe aclarar que el
montículo de PVT tiene menores dimensiones y no tiene eventos ocupacionales en
su interior; no tiene punto de comparación con las estructuras monticulares
mencionadas anteriormente, aunque no podemos dejar de tener presente los estudios
realizados en estos espacios como guía para nuestro análisis. Si bien su
conformación cuenta con el aporte de variedades de “desechos domésticos”, lo
cual es similar a otras estructuras monticulares mencionadas, por el momento,
en el rastreo bibliográfico no se encontraron casos similares en las regiones
vecinas del Noroeste argentino y el sur de Bolivia.
Aproximación
metodológica
Partimos de la
noción de que la conformación de esta estructura monticular se dio de forma
paulatina en el largo plazo, creciendo por acumulaciones producto de
actividades de depositación repetitivas en el mismo espacio.
Para
reconstruir la matriz estratigráfica se siguieron los lineamientos de Harris
(1991), en tanto para interpretar la estratigrafía y analizar el proceso de
crecimiento de la estructura monticular se aplicaron criterios empleados en
estudios de Taboada (2005) sobre construcciones arquitectónicas.
Para la
interpretación de la estratigrafía se utilizaron las categorías de “evento y
etapa” en el sentido propuesto por Taboada (2005) en el estudio de arquitectura
arqueológica.
Un evento supone una acción (adición y/o sustracción) constructiva
materialmente discreta, tecnológica o estructuralmente diferenciable respecto
de otra. Se lo aísla metodológicamente como entidad para obtener mayor claridad
descriptiva. Una etapa constructiva supone una conjunción interpretativa de uno
o más eventos como correspondientes a una misma intervención o remodelación
arquitectónica, discreta temporal y funcionalmente respecto de otra. Esta
interpretación descansa sobre la consideración de factores de coherencia funcional
y estructural de la evolución sufrida por el espacio y la construcción en
estudio” (Taboada, 2005:149).
En este punto resultan
interesantes los aportes de Brooks y Yellen (1987) desde el campo de la
etnoarqueología, quienes plantearon que las actividades humanas pueden generar congruencia y/o redundancia espacial. Un mismo espacio puede ser utilizado
múltiples veces para ejecutar actividades diferentes (redundancia espacial);
pero también se pueden usar espacios donde se repiten las mismas actividades
(congruencia espacial). Los autores remarcan que las consecuencias materiales
generadas por ambos tipos de ocupación espacial son diferentes.
Esto permite
preguntarnos si la dinámica de crecimiento del montículo de Pueblo Viejo de
Tucute fue uniforme o si presentó variaciones en el tiempo largo. Mediante el
análisis de la estratigrafía es posible identificar diversos periodos donde
además de una redundancia espacial pudieran
existir procesos de congruencia
espacial – es decir la repetición cíclica de actividades similares.
El sitio de Pueblo Viejo De
Tucute
Fuente: Imagen
elaborada en QGIS 3.16.16 por Nahuel Camargo Técnico en Antropología.
Pueblo Viejo de
Tucute es un extenso poblado arqueológico que se halla emplazado en la serranía
de Casabindo en las nacientes del arroyo de Tucute (23o01´23.71´´S-66o04´38.97´´W-
3787m.s.n.m.) (Figura 1).
La extensión
del sitio cubre aproximadamente 15 hectáreas, donde se registraron más de 500
recintos habitacionales. La estructura organizativa del sitio es dual, la mayor
concentración de construcciones se emplaza sobre dos lomadas que fueron
denominadas Loma Baja y Loma Alta. Estas se encuentran separadas por un
promontorio rocoso donde se emplaza un Pucará defensivo[1]
(Figura 2).
Fuente: elaboración
propia.
Las
construcciones habitacionales son de planta circular, levantadas con bloques
tallados de forma prismática. Estos recintos se emplazan en grupos sobre
terrazas artificialmente niveladas. El sitio presenta una estructuración
compleja del espacio donde se reconoce un acceso formal, el trazado de áreas de
circulación, áreas de viviendas con características diferenciales y espacios
para congregación pública.
Dentro de esta
última categoría se incluyen estructuras de carácter ritual que se emplazan
sobre las cumbres de las dos lomadas, en la Loma Baja se encuentra un gran bloque
rodeado por un muro y en la Loma Alta el montículo artificial que es el objeto
de esta exposición (Albeck, 2010; Albeck y Zaburlín, 2007; Basso, Tolaba, Zaburlín
y Albeck, 2016). Un dato importante consiste en que en las cúspides de ambas
lomadas queda parcialmente expuesta la formación geológica Acoite[2],
que adquiere tonos colorados más intensos que contrastan con el paisaje de
tonos marrones rojizos de los suelos y el verdoso de la vegetación.
En
publicaciones anteriores se puso a consideración que las características
arquitectónicas y de emplazamiento de Pueblo Viejo de Tucute se diferencian de
otros poblados en la región de la puna jujeña, donde predominan los sitios con
estructuras de planta rectangular. Se planteó que el origen de este
asentamiento sería producto de migraciones altiplánicas durante el siglo XI y
la ocupación se habría extendido hasta el siglo XV aproximadamente (Albeck,
2010; Albeck y Zaburlín, 2008; Albeck, Basso, Tolaba y Zaburlín, 2019).
El montículo
de Pueblo Viejo de Tucute, trabajos realizados
Debido a que el montículo está fusionado visualmente con la topografía,
su reconocimiento no fue inmediato. Durante las tareas de relevamiento
planimétrico llamaba la atención el tipo de acumulación sedimentaria compuesto
por pedregullo de menor tamaño y la densidad de materiales en superficie que se
extendía en un amplio sector. Se decidió realizar un pozo de sondeo en el punto
más alto, lo cual confirmó que se trataba de una acumulación antrópica. Con
posterioridad, se pudo observar que también es reconocible en los
aerofotogramas e imágenes satelitales, aunque de manera sutil.
El montículo se emplaza sobre la cúspide de la Loma
Alta como parte culminante del cerro. Esta cúspide destaca en el paisaje
circundante por su elevación y por su color rojizo. Tiene forma alargada con 33m de largo
orientada de Este a Oeste, y 5m de ancho; hacia el sector Oeste se registra
mayor altura, desciende suavemente hacia el Este. En superficie el sedimento
presenta abundantes lajas pequeñas y algunos materiales arqueológicos. Mediante
las excavaciones se constató que en el punto más alto tiene un metro de altura
desde el nivel estéril.
Los trabajos de
campo se desarrollaron durante el año 2005, en marzo se realizó el relevamiento
del área, recolección de superficie y el pozo de sondeo en el punto más alto
(Cuadrícula 1) que profundizó solo 30 cm. Posteriormente, en septiembre, se
planteó una trinchera que atraviesa el montículo transversalmente de Este a
Oeste, con siete cuadrículas de 1m de largo y 50cm de ancho. Debido a que, en
el espacio central, aproximadamente a 30 cm de profundidad se encontró un muro
que corre en forma longitudinal, se decidió conservar este sector sin excavar -
la cuadrícula 1 - con el fin de preservar el perfil del sector central del
montículo y la estabilidad del muro (Figura 3).
Fuente: elaboración
propia.
Secuencia
estratigráfica del Montículo de Pueblo Viejo de Tucute
El dibujo y
registro de los perfiles no fue simple ya que el sedimento en general se
presentaba muy suelto dificultando la limpieza y delimitación de las interfaces.
Se relevaron dos perfiles del límite sur de la trinchera y un perfil
transversal a la misma en el sector más alto del montículo (límite entre las
cuadrículas 1 y 6).
Fuente: elaboración propia.
Estrato I. Estéril conformado por roca madre color rojizo y sedimento arenoso
compacto. Presenta un desnivel de 20cm entre ambos flancos del montículo.
Estrato II. Estrato vertical (sensu Harris1991:75)
conformado por un segmento de muro que presenta dirección Norte-Sur con una
altura aproximada de 60cm, divide la estratigrafía en dos flancos -oriental y
occidental-. No se identificó excavación de cimientos en la base del muro
(figura 4). Está levantado con aparejo en hilada de rocas de la Formación
Acoite[3];
en el espacio excavado el derrumbe era exiguo.
Estrato III. Se registra únicamente en el flanco
oriental. El sedimento es arenoso suelto principalmente producto de
depositación eólica, presenta abundantes carboncillos color marrón oscuro,
tiene una potencia menor a 10cm. El contorno de estrato presenta nivelación
horizontal terminando en forma de cuña. Su extensión no supera los 3m desde el
muro. Los materiales culturales son escasos,
principalmente fragmentos cerámicos muy pequeños. Ubicados en el espacio
cercano al muro se encontraron dos pequeños morteros con su boca hacia abajo y
una mano con cintura.
Estrato IV. Se registra únicamente en el flanco oriental. El sedimento es marrón,
arenoso suelto y sin pedregullo, producto principalmente de depositación eólica;
presenta aproximadamente 10cm de potencia, el contorno de estrato está nivelado
horizontalmente. El contenido cultural es escaso, se trata principalmente de fragmentos
de alfarería muy pequeños, desechos de talla sobre obsidiana en forma de
microlascas y restos de fauna muy alterados.
Destacan la presencia de fragmentos de escudilla interior negro pulido
con manchas de pintura o pigmento color rojo en su lado interno.
Estrato V. Depósito antrópico. Se registra
únicamente en el flanco occidental. El sedimento es limo arcilloso de un color
rojizo con cascajo y lajas pequeñas rojizas, abundantes carbones y algunas
concentraciones o manchones de ceniza que no pueden ser definidos como fogones.
Presenta una potencia aproximada de 65cm. Se registran abundantes materiales
culturales, principalmente fragmentos cerámicos. Nuevamente se registran
fragmentos de escudillas con restos de pintura roja en su interior. En menores
cantidades se registran desechos de talla de obsidiana y llama la atención la
baja presencia de restos de fauna. Los materiales no presentan orientaciones o
alineamientos. En este estrato se obtuvo la datación LP 1776 (810 ± 70 aP).
Estrato VI. Depósito antrópico, se registra en ambos flancos. Presenta abundantes lajas pequeñas color rojizo y
pedregullo fino y clastos (90%), el sedimento
es gris/marrón arenoso muy suelto (10%), generándose pequeñas cavidades con
aire entre los clastos[4].
Los materiales culturales (cerámica, lítico y restos faunísticos) se encuentran
incluidos y mezclados entre las lajas, clastos y pedregullo.
La potencia
alcanza los 70cm en el sector junto al muro (E II), desde este punto presenta
un marcado buzamiento de 12o hacia el flanco oriental. En tanto
hacia el flanco occidental presenta un buzamiento de 6 o.
En el perfil preservado
en el área central del montículo (cuadricula 6) se pudo observar que todo el
estrato está formado por finas láminas discontinuas de ceniza y carboncillos[5]
(menores a 1 cm de espesor) que se alternan con otras capas de
pedregullo/lajas, materiales culturales y sedimento (figura 5). En el tope de
este estrato, se registró una lente
con abundante contenido en carbón- paja carbonizada y otros elementos
macrovegetales- de aquí se obtuvo el fechado LP-2000 (570 ± 50 aP).
Estrato VII - Depósito antrópico, cubre toda el área del montículo. Presenta abundantes lajas pequeñas color rojizo y
pedregullo fino (90%), el sedimento
es arenoso grisáceo (10%). Los materiales culturales son abundantes y se
encuentran mezclados entre lajas y pedregullo, La potencia alcanza los 20 cm en
algunos sectores, presentan un buzamiento pronunciado hacia el este y sur
(entre 12o y 15o) y menos marcado hacia el oeste con 5o
de buzamiento. Si bien el color del sedimento es diferente al estrato anterior,
las inclusiones de rocas, lajas y materiales arqueológicos son similares. Se lo
considera como el último estrato sobre el cual operó la erosión eólica y
pluvial con posterioridad al abandono del sitio.
Fuente: elaboración
propia.
Dataciones
Se realizaron
dos dataciones, la más antigua (LP- 1776) con carbones dispersos recolectados
del Estrato V y la segunda del tope del estrato VI donde se conservaba una fina
capa de paja carbonizada (LP- 2000) (Figura 4). Como se puede observar en la
tabla No 1 las muestras presentan un alto rango de amplitud temporal
(entre 1148-1324 AD y 1382-1456 AD). En un artículo anterior planteamos que la
ocupación del poblado se produjo durante los siglos XI al XV, definiéndose
cuatro fases: inicial, crecimiento,
modificaciones y abandono
(Albeck et al., 2019). El fechado LP-1776 810 ±
70 AP del montículo se encuentra entre aquellos más antiguos del sitio,
conformando la etapa inicial; en
tanto el fechado LP-2000 570 ± 50 AP se encuentra en la fase de crecimiento del sitio[6].
Muestra
|
Datación radiocarbónica
|
68.3% probabilidad
|
95.4% probabilidad
|
(LP-2000)
|
570 ±50 aP
|
1394 AD (68.3%) 1443AD
|
1316 AD (20.1%) 1358 AD
1382 AD (75.3%) 1456 AD
|
(LP-1776)
|
810±70 aP
|
1186 AD (5.5%) 1200AD
1206 AD (62.7%) 1296AD
|
1052 AD (2.0%)
1082 AD
1148 AD (83.8%)
1324 AD
1346 AD ( 9.6%)
1390 AD
|
Materiales
Los restos
fragmentarios recuperados en la trinchera son abundantes, principalmente
cerámica, hallándose 1647 fragmentos y una pequeña vasija zoomorfa; 192 restos
óseos de fauna con grados de identificación variable. El material lítico es
escaso, se cuenta con 84 desechos de talla (obsidiana y sílice), 4 pequeñas
puntas de proyectil provenientes de distintos estratos y en la base del
montículo se rescataron dos manos de molienda y un mortero pequeño.
Los fragmentos
cerámicos recuperados en la excavación corresponden a la tradición alfarera
Casabindo (Krapovickas, 1958-59; Albeck, 2001; Zaburlín, 2015). El repertorio morfológico identificado en el
montículo es similar a los registrados en ámbitos domésticos, las diferencias
entre ambos contextos se expresan en las variedades de tratamiento de
superficie. En el montículo se registran fragmentos de piezas abiertas con
tratamiento negro bruñido y pulido intenso (52 fragmentos), este tipo de
cerámica es común en las ofrendas funerarias, pero están ausentes en las viviendas.
Además, en los estratos superiores VI y VII se registraron 4 casos de alfarería
partida intencionalmente, esto se plantea debido a que el eje de fractura es
meridiano, cortando prácticamente por la mitad las piezas.
Otro elemento propio del montículo es la utilización de pigmentos rojos
sobre diversas materialidades. En los estratos más profundos- IV y V- se
rescataron fragmentos de escudillas interior negro pulido con manchas de algún
líquido rojizo, los cuales están ausente en los estratos más altos. Por otra
parte, en los estratos superiores -VI y VII- se registran escasos restos
faunísticos pintados de color rojo.
Los elementos que se pueden considerar dentro del espectro ritual son fragmentarios
y cada uno conlleva a discusiones que no son el objetivo de este texto. Sin
embargo, siguiendo la idea de Nuñez Atencio (et al.,
2005),
consideramos importante identificar las pequeñas diferencias con los espacios
domésticos, porque podrían ser el camino que nos lleve a repensar estos tipos
de depósitos vinculados con actividades rituales.
Como se mencionó anteriormente, estos materiales están en proceso de
análisis, hasta el momento no presentan variaciones
cronológicamente significativas, ante lo cual cobra importancia el análisis de
la estratigrafía para la identificación de permanencias y modificaciones en las
prácticas desarrolladas durante el periodo en el cual estuvo activa esta
estructura.
Inferencias sobre
secuencia de crecimiento del Montículo de Pueblo Viejo de Tucute
A continuación, proponemos una vía para
interpretar la secuencia estratigráfica basándonos en criterios constructivos
como etapas y eventos (Taboada, 2005), la síntesis de los mismos se puede ver
en la figura 6.
Fuente: elaboración
propia.
El montículo de
Pueblo Viejo de Tucute se asienta sobre la cúspide de una lomada que tiene
tonalidades rojizas. Estas características del color y el contraste cromático
con el paisaje circundante son elementos que han sido tratados en otros sitios de
los Andes y en el NOA (Leibowicz,
2020; Orgaz y Ratto, 2015, 2018). Siguiendo estos autores consideramos que en
la cosmovisión andina estos rasgos geográficos presentan cierta importancia en
la significación social, por lo tanto, se puede considerar que la geoforma de
color rojizo de la Loma Alta de PVT cumpliera las condiciones necesarias para
el desarrollo posterior de prácticas ritualizadas. En la estratigrafía esta
etapa incluiría la roca madre que corresponde a la Formacion Acoite (Estrato
I-estéril).
Etapa 1. La etapa inicial de ocupación efectiva de este espacio comprende dos
eventos: el Evento 1 con la construcción del muro (estrato II) y el Evento 2
con el proceso de depositación del estrato III.
La construcción
del muro que corre norte/sur divide el espacio en dos sectores; hacia el oriente
se extiende una explanada que se vincula visual y espacialmente con las áreas
domésticas emplazadas en la Lomada Alta. Hacia el occidente queda un espacio
menor que limita con una barranca de pendiente pronunciada, el cual permanece relativamente
oculto a la vista desde el área de las viviendas.
El evento 2
comprende la superficie hacia el este del muro, donde la escasez y las pequeñas
dimensiones de los materiales registrados nos llevan a postular que habría
funcionado como espacio de tránsito o como área de actividades vinculada a las
viviendas cercanas. Destaca la presencia de dos morteros colocados boca abajo y
una mano de molienda, se plantea la duda sobre si estos estos elementos podrían
vincularse con una ofrenda fundacional o si fueron parte de prácticas
domésticas. Por el momento nos orientamos a la segunda opción considerando que
para esta etapa no se registran elementos que se vinculen con actividades
rituales.
Etapa 2. Durante la segunda etapa se identifica
el desarrollo de actividades diferentes en cada lado del muro. Se plantean dos
eventos que corresponden con los estratos IV y V, estos presentan
características sedimentarias diferentes; sin embargo, el contenido artefactual
es similar (principalmente las escudillas con restos de pintura o pigmento
rojo), lo cual permite postular a estos estratos como contemporáneos y
asociados con el fechado LP 1776 (810 ± 70 aP). Cabe aclarar que las escudillas
con restos de pigmento están ausentes en los estratos superiores.
El Evento 3
corresponde al primer depósito que podríamos relacionar con práctica rituales realizadas
al oeste del muro. Las características del estrato V principalmente la
presencia de carbones, mezclados con sedimento y materiales culturales permite
pensar en alguna forma de depositación de “basura doméstica”. Sin embargo, en
esta “basura” se encuentran presentes algunos materiales que no han sido
reportados en áreas de viviendas: como fragmentos de variedades de escudillas con
el interior negro bruñido, destacando el uso de pigmentos en estado líquido que
dejan restos en el interior de estas vasijas. Por otra parte, la exigua
presencia de restos de fauna lleva a poner en duda la idea de basura doméstica.
El Evento 4 se
corresponde con el estrato IV en el flanco oriental. Tomando en cuenta la
horizontalidad del estrato y las reducidas dimensiones de los restos materiales
consideramos que este espacio se conforma como una superficie de circulación o
permanencia, donde se
encuentran algunos elementos rodados de las actividades de depositación realizadas
atrás del muro.
Etapa 3. – Evento 5- Corresponde con
el estrato VI, destaca la secuencia repetitiva de prácticas de quema seguidos
de depositación de sedimentos y cascajos junto con material cultural.
Los restos
artefactuales incluyen tipos cerámicos similares a los registrados en áreas
domésticas, así también restos de fauna y de talla lítica. Sin embargo,
nuevamente se observan elementos que no tienen reportes en las áreas de
vivienda: entre el material cerámico nuevamente se encuentran fragmentos de
escudillas interior negro bruñido y, en baja cantidad, se registran piezas con
indicios de fractura intencional. El material arqueofaunístico corresponde a
camélidos[7],
se registran restos de neonatos y algunos elementos óseos tienen restos de
pintura roja, la presencia de restos termoalterados es mínima. En bajas
proporciones se encuentran pequeños restos de láminas de cobre cubiertas por óxido
(Zaburlín et al., 2019).
El crecimiento del montículo se registra hacia
el oeste del muro, sobre los depósitos de la etapa anterior. Estas acciones
fueron realizadas hasta tapar el muro y por deslizamientos se fue cubriendo el flanco
oriental. La muestra de datación se tomó en el límite entre los estratos VI y
VII (LP-2000 570 ± 50 AP).
Etapa 4.- Evento 6- Corresponde al
estrato VII, mantiene algunas características similares a la etapa anterior en
cuanto a los restos materiales. Las actividades de depositación siguen
realizándose hacia el flanco oeste, aunque el muro ya se encuentra tapado por
las acciones anteriores; los deslizamientos de materiales se producen hacia el
lado oriental. En este estrato si bien se registran manchas de combustión
aisladas, no se observa la sucesión de finas capas mencionada en el estrato
anterior. Durante esta etapa se produjo el abandono de la estructura
monticular, o el fin de su uso y crecimiento.
Discusión
En trabajos
anteriores este montículo fue interpretado como un área ritual en base a sus
características espaciales: es único en el sitio, su ubicación es central y es
accesible desde los espacios domésticos, cuenta con visibilidad desde las
viviendas ubicadas en la Loma Alta y parte de la Loma baja, destacando su
visibilidad desde las abras y quebradas por las cuales se accede al poblado
arqueológico (Albeck, 2010; Albeck y Zaburlín, 2007).
En la estratigrafía del montículo se
identifican estratos (V, VI y VII) de origen antrópico, depositaciones intencionales
de sedimentos y cascajos mezclados con elementos culturales fragmentados que
tienen similitudes con los desechos de áreas domésticas (Albeck, 1999; Albeck,
Mamaní y Zaburlín, 1995; Basso, Tejerina, Lizárraga y Zaburlín, 2010; Zaburlín,
2015). Sin embargo, también se registran objetos de carácter singular que no
fueron reportados en las excavaciones de viviendas ni en los depósitos
basureros asociados a las mismas.
Cabe acotar que
el montículo difiere de los basureros asociados con las áreas residenciales en
tres aspectos que consideramos importantes: el primero, referente al
estado de los restos, la basura de área doméstica contiene restos faunísticos,
cerámicos y desechos de talla lítica, con altos estados de erosión y termo-alteración;
en segundo lugar, el sedimento que los contiene presenta abundante ceniza
producto de la limpieza de los fogones; en tercer lugar estos espacios se ubican en cercanía a las áreas de vivienda y en las terrazas inferiores
del sitio. Los materiales en el montículo tienen estados de erosión menos
intensos, no presentan termo alteración y la presencia de restos de fogones o
cenizas se concentra principalmente en capas muy finas y bien definidas en los
estratos más altos. Únicamente el estrato V presenta cenizas y carbones mezclados
en el sedimento. Con esto queremos aclarar que no tiene características
similares a los depósitos basureros en el sitio y tampoco se asemeja a la
tipología de montículos-basureros (sensu Gastaldi, 2017).
En cuanto a los avances en análisis de la estratigrafía se plantea que
en un proceso de tiempo largo se produjo una ocupación redundante del espacio que dio lugar al crecimiento de la
estructura monticular de 30 m de largo y aproximadamente 1m de altura. Se reconocen distintos modos de realizar
depositaciones, los cuales implicarían diferentes comportamientos, en la tabla
No 2 se puede seguir una síntesis del proceso presentado.
|
Etapa |
Evento |
Estratigrafía |
Materialidades relevantes |
Inferencia/Prácticas Rituales |
|
Previo a la intervención antrópica. |
x |
Estrato
I – Estéril. |
Geoforma tonalidad colorada. |
Espacio significante por características propias. |
|
1. Inicial |
1 Construcción
del muro. |
Estrato
II Muro. |
Rocas Acoite. |
División del espacio en dos flancos. |
|
2 Consolidación de área de circulación. |
Estrato III (flanco oriental). |
Morteros. |
x |
|
|
2. Escenario ritual |
3 Prácticas rituales. |
Estrato V (flanco occidental). (810 ± 70 AP). |
Fragmentos de escudillas con restos de pigmento rojo. Escasez de fauna. |
Atrás del muro, prácticas rituales, depósitos de
desechos domésticos, “ofrendas” y quemas ocasionales. |
|
4 Área de circulación. |
Estrato IV (flanco oriental). |
x |
||
|
3. Escenario ritual |
5 Prácticas rituales congruentes. |
Estrato VI (ambos flancos). (570 ± 50 AP). |
Abundante cerámica- pocas piezas fragmentadas
intencionalmente. Abundantes restos de fauna- algunos pintados de color
rojo. |
Prácticas rituales repetitivas, quema y depósitos de
cascajos tierra y desechos domésticos, entre los que también se encuentran
“ofrendas”. Desaparición gradual de la división espacial con el
área de circulación. |
|
4. Escenario Ritual- Abandono |
6 Depositaciones en el sector más alto del montículo con
deslizamientos hacia ambos flancos. |
Estrato
VII (ambos flancos). |
Similar a la etapa anterior. |
Prácticas rituales, depósitos de cascajos tierra y
desechos domésticos, entre los que también se encuentran “ofrendas quemas
esporádicas. El espacio es uno solo. |
La utilización de este lugar para fines rituales inicia durante la Etapa 2,
en un espacio detrás del muro, parcialmente cubierto a la vista desde las áreas
de vivienda, se realizaban depósitos de sedimentos y materiales culturales. Las
acciones implicaban el uso de pigmentos colorados en forma líquida (en base a
los restos en el interior de escudillas) y también el uso de fuego o humo en
forma esporádica.
Un modo de
ritualización diferente se identifica durante la Etapa 3 donde es posible identificar
una congruencia en el uso del
espacio, ya que la estratigrafía muestra la repetición rítmica de acciones de quema,
cobertura con sedimento y restos culturales. Algunas cerámicas fragmentadas
intencionalmente y restos óseos pintados podrían plantearse como ofrendas.
En esta etapa
los pigmentos rojos se aplicaron sobre algunos elementos óseos y ya no se
registran sobre la cerámica.
Estas acciones
fueron modificando el ordenamiento espacial previo. Los depósitos de materiales
y sedimentos fueron colmatando el muro y los deslizamientos fueron cubriendo el
área de circulación al oriente del muro. Al finalizar la etapa 3 ya no existían
dos espacios, el lugar era uno solo.
Finalmente,
durante la Etapa 4 nuevamente hay modificaciones en las prácticas. Se
desdibujan las acciones que generaron la formación de finas capas, el uso del
fuego ya no es recurrente. A pesar de que el muro se encuentra tapado, las
acciones siguen concentrándose en el sector occidental, el montículo sigue
creciendo alimentado principalmente con cerámica fragmentada y restos de
camélidos similares a la etapa anterior.
Al final de la
cuarta etapa se deja de utilizar este espacio, si bien carecemos de dataciones
para el momento de abandono del montículo es probable que coincidiera con el proceso
de abandono del sitio, el mismo estaría relacionado con el desarrollo de la ocupación
incaica.
Asociados a
este momento varias unidades habitacionales del poblado presentan indicios de
un abandono intempestivo, además algunos elementos simbólicos dentro del sitio
muestran acciones de destrucción intencional. En las inmediaciones del
montículo se levantaron construcciones altamente visibles, la cuales no lo
cubrieron visualmente, pero lo opacaron, le quitaron su hegemonía visual
(Albeck, 2010; Albeck et al., 2019, 102).
Conclusiones
Partiendo de la
identificación de esta estructura monticular como única en el sitio, con un
emplazamiento que permite plantearlo como un espacio ritual, este trabajo propone
una interpretación de la estratigrafía realizada a partir de categorías
usualmente aplicadas para estructuras arquitectónicas. Los estratos antrópicos
depositados en ambos lados de un muro se entienden como cuatro momentos donde
las prácticas rituales muestran modificaciones, aunque fueron realizadas de
forma redundante en un mismo espacio.
En una primera
etapa se considera la intervención arquitectónica de la cumbre con afloramiento
rojizo, ordenando y dando sentido a un espacio particular; luego se identifican
tres etapas con depósitos antrópicos que expresan modificaciones que pueden ser
entendidas como cambios en las prácticas realizadas sobre un mismo espacio.
El crecimiento
de la estructura monticular que nos ocupa se dio en base a la repetición de
acciones de depositación de sedimento, cascajos y materiales fragmentados en un
espacio relativamente restringido. Es posible entender estas acciones dentro
del espectro de estrategias de monumentalización (Criado Boado, 1993:47),
considerando que las consecuencias de las acciones de acumulación tuvieron una
proyección espacial y temporal. La intencionalidad de marcar simbólicamente un
espacio consiguiendo la perpetuación a través del tiempo, permite
vincular el crecimiento del montículo con la construcción de memorias
sociales (Criado Boado, 1993; Gastaldi, 2017:62). La condición de continuación
de la cúspide de la lomada, genera una idea de que el montículo se fusiona con
la topografía donde se asienta, lo que nos lleva a plantearlo como una forma de
monumento ambiguo (Criado Boado, 1993).
La
identificación de 3 modos de depositación diferentes y también el proceso de
abandono, indican cambios a lo largo del tiempo en las formas de utilizar este
espacio con importancia simbólica. Lo cual lleva a considerar que este espacio
estuvo atravesado por tensiones y disputas, incluyendo el proceso de abandono
durante la ocupación inca. Durante este último, el montículo fue disminuido en
su importancia escénica, se abandonaron las prácticas que allí se ejecutaban y
comenzó a sostener las inclemencias del tiempo ocultándose paulatinamente,
fundiéndose con el cerro que le dio origen.
Agradecimientos
Agradecemos a la Comunidad
Aborigen de Casabindo quienes autorizaron y supervisaron los trabajos en
terreno. También agradecemos a los compañeres de excavación: Carlos Gonzáles,
José Luis Tolaba, Gabriela Cabana, Cristian
Mamani, Raquel García. A Nahuel Camargo por el apoyo con QGIS. A Alina Álvarez
Larrain y José María Vaquer por sus observaciones. A nuestra querida Mariet
Albeck. Las opiniones vertidas en el texto son de nuestra exclusiva
responsabilidad.
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[1] Sectores con menor densidad
de estructuras fueron denominados Falda del Pucará, Faldeo Oeste y Faldeo Sur
(Albeck, 2010).
[2] Formación Acoite: constituida por sedimentos pelíticos y niveles psamíticos generalmente
finos, de marcada constancia litológica. se registra en ella un ciclo eruptivo
representado por niveles lávicos espilíticos y piroclásticos e ignimbriticos
lávicos de composición riolítica a dacítica. Es la formación más antigua en el
área, correspondiente al Ordovícico, se encuentra cubierta por formaciones del
Cenozoico (Coira, 1979:58).
[3] Tolaba (2011) incluye este
tipo de muros dentro de las construcciones más antiguas de la Loma Baja.
[4] En las libretas de campo se encuentran
menciones sobre el mal olor que se percibía al llegar a este estrato.
[5] En las fotografías esto no
es perceptible, a excepción de los lentes de ceniza con mayor potencia.
[6] Las posibilidades de acotar la
resolución temporal merecen una reflexión tanto en sus aspectos teóricos como
metodológicos (Marconetto et al., 2014),
la cual excede los objetivos de este artículo.
[7] El material arqueofaunístico se encuentra en proceso de
análisis (Castagniaro et al., 2023).