Revista Andes, Antropología e Historia
Vol. 34,
Nº 2, Julio – Diciembre 2023
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https://creativecommons.org/licenses/by-nc/4.0/ ISSN Nº 1668-8090
PUEBLOS INDÍGENAS Y ANTROPOLOGÍA:
ENCUENTROS INTERCULTURALES
INDIGENOUS
PEOPLES AND ANTHROPOLOGY:
INTERCULTURAL
ENCOUNTERS
Stella Maris García
Laboratorio
de Investigaciones en Antropologia Social.
Facultad de Ciencias Naturales y Museo.
Universidad Nacional de La Plata. Argentina.
Carolina Andrea Maidana
Laboratorio de Investigaciones en Antropologia Social.
Facultad de Ciencias Naturales y Museo.
Universidad Nacional de La Plata. Argentina.
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas.
Fecha de ingreso: 06/01/2023
Fecha de aceptación: 18/09/2023
Resumen
Las
comunidades indígenas valoran su producción material históricamente gestada, la
enmarcan en sus prácticas y representaciones cotidianas del mundo y en sus
demandas por la efectivización de derechos. Proponen encuentros interculturales
que articulen su presente y su pasado, sus logros y sus necesidades, sus
reclamos con intercambios de saberes que posibilitan la enseñanza/aprendizaje
de la Antropología. En este trabajo reflexionamos sobre el desafío pedagógico
que implica poner en diálogo a estudiantes, futuros/as antropólogos/as, con los
pueblos indígenas, sea con la presencia de referentes en las aulas o de
estudiantes en los territorios. A partir de nuestras experiencias de docencia,
investigación y extensión universitaria advertimos sobre la necesidad de
diálogos urgentes hacia el interior de la Antropología (Antropología Social/
Arqueología) teniendo como referencia prácticas desarrolladas junto a
comunidades del Consejo de la Nación Tonokote
Llutki (Santiago del Estero), una de las
organizaciones indígenas con la que trabajamos conjuntamente desde el
Laboratorio de Investigaciones en Antropología Social y la Cátedra de
Antropología Sociocultural I de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la
Universidad Nacional de La Plata.
Palabras Clave: Antropología,
Arqueología, diálogos interculturales, pueblos indígenas, derechos indígenas
Abstract
Indigenous
communities value their material production historically gestated, they frame
it in their daily practices and representations of the world and in their
demands for the realization of formally recognized rights. They propose
intercultural encounters that articulate their present and their past, their
achievements and their needs, their claims with exchanges of knowledge that
make possible the teaching/learning of Anthropology from daily practices whose
understanding brings into play theoretical/methodological contents discussed in
the classroom. In this paper we reflect on the pedagogical challenge that
involves putting students, future anthropologists, in dialogue with indigenous
peoples, either with the presence of referents in the classroom or students in
the territories. From our teaching, research and university extension
experiences, we warn about the need for urgent dialogues within Anthropology (Social
Anthropology/ Archaeology), taking as a reference practices developed with
communities of the Consejo de la Nación
Tonokote Llutki (Santiago
del Estero), one of the indigenous organizations with which we work together
from the Laboratory of Research in Social Anthropology and the Cátedra Antroología Sociocultural
I of the Faculty of Natural Sciences and Museum of the National University of
La Plata.
Key words: Anthropology, Archeology, intercultural dialogues,
indigenous peoples, indigenous rights
“La Madre Tierra que nos da la Vida”
Los
pueblos indígenas son sujetos políticos con una profunda densidad y permanencia
histórica, basada en identidades étnicas -dinámicas como toda identidad social-
construidas a partir de las tradiciones culturales heredadas de sus ancestros y
de la interacción milenaria con sus territorios[1].
Por ello es que no constituyen nuevos movimientos sociales, sino un sujeto político que se ha movilizado de
diferentes formas a lo largo de la historia en torno a propósitos muy
semejantes a los del presente (enfrentar el despojo de sus tierras, la negación
de sus lenguas, la usurpación de su derecho a nombrar y nombrarse según su
visión de mundo…) puesto que las situaciones que motivaron su organización
desde los inicios de la colonia, están intrincadas en una estructura social
racista que permanece intacta desde que se conformó el Estado- nación Argentino[2]. La
expresión que titula este apartado, guía, activa, dinamiza y sostiene las
trayectorias de indígenas, sus demandas y propuestas.
A
fines del siglo XX la lucha indígena se manifiesta en acciones colectivas de
nuevo cuño, dentro de las lógicas estatales al considerar las posibilidades de
actuar respecto a éstas, recuperando el debate sobre los derechos humanos y los
reconocimientos jurídicos nacionales e
internacionales[3]. Es
en este contexto que la Ley Nº 24.309 del año 1993 -que declara la necesidad de
la Reforma Constitucional-, incorpora en su Art. 3 Inc. LL: “la adecuación de los textos constitucionales a fin de garantizar la
identidad étnica y cultural de los pueblos indígenas”. Producto de
este texto, se presentaron alrededor de sesenta Proyectos en la Convención
Constituyente y allí, la Comisión de Nuevos Derechos y Garantías, por Mayoría
(Partidos: Justicialista, Radical y Frente Grande) redactó el texto que se
incorporaría como Art, 75 Inc. 17, tras ser modificado por la Comisión de
Redacción el día 10 de agosto de 1994 y aprobado por aclamación y unanimidad el
11 de agosto de ese mismo año. Todo ello en presencia de representantes de
catorce pueblos indígenas de Argentina, que, profundamente emocionados,
aplaudieron este gran avance en relación con el texto hasta entonces vigente[4]. A
partir de ello el Estado Argentino reconoce en su seno la pluralidad cultural,
lo que implica la aceptación de diferentes sistemas de valores, pautas y normas
que deberían operar en contextos de equidad. Sin embargo, como señalaba hace ya
unos años un líder qom: los derechos están ‘capturados en la letra de la ley’. Con esta expresión hacía
referencia a la distancia que existe entre la normativa y las realidades que
viven los pueblos indígenas, asimismo marcaba los escollos del camino para la
efectivización de los derechos formalmente reconocidos, las limitaciones dadas
por el entramado y las características de las formas de relaciones sociales que
están hegemónicamente puestas en juego. En este sentido, el antropólogo Eduardo
Menéndez alertó, desde hace ya cincuenta años, sobre la necesidad que tiene el
orden social capitalista de activar relaciones sociales racistas para su
desarrollo, así el definir compulsivamente contenidos de superioridad a algunos
roles sobre otros, el negar a otros/as, subestimarlos/as, discriminarlo/as y
explotarlos/as en nombre de pretendidas posibilidades y disponibilidades
biológicas, sociales o culturales se impone como la forma “natural” de
vinculación entre personas y grupos[5].
La
legitimación de las desigualdades sociales, conceptualizándolas como si
estuvieran basadas en diferencias naturales inmutables que se dan en torno a
las identidades, las lenguas y las culturas de los pueblos indígenas y
afrodescendientes se reproduce, a la vez, en relación al género, a la clase
social y a las clasificaciones de la población según tengan títulos
profesionales o no los tengan, tal como lo ratifican de modo contundente
numerosas etnografías recientes realizadas en países latinoamericanos como, por
ejemplo, en México[6].
La negación sistemática de la cuestión indígena en
Argentina y su aparición en el imaginario colectivo sólo como una figura
estereotipada e inmersa en una concepción de atemporalidad que hace posible
tenerlo en cuenta sólo como perteneciente a un pasado muy lejano, tan lejano
que no tendría ninguna posibilidad de influir en este presente y mucho menos en
un futuro[7].
Esta
negación limita las posibilidades de búsqueda de soluciones conjuntas, aunque
los pueblos-naciones indígenas de Argentina presenten proyectos alternos a los
dominantes -cuyos daños son evidentes- al reproducir en la transformación, de generación
en generación, lógicas colectivas/comunitarias[8].
Dichas lógicas, fundadas en relaciones de reciprocidad con/hacia la alteridad
humana y no humana, se arraigan en sistemas de valores que promueven el cuidado
y la protección de esas otredades y no su explotación o apropiación depredatoria como las representadas por los extractivismos.
Estas cosmovisiones/ontologías que subyacen prácticas actuales, se expresan en
elementos materiales y encuentran, por ello, un correlato rastreable en
prácticas americanas prehispánicas[9].
Es
así que pasado y presente se conjugan en las diversas estrategias de defensa de
los pueblos indígenas que no solo resisten al avasallamiento, sino que se
organizan recreando su existencia cotidiana y proyectándose hacia el futuro. En
el caso del pueblo indígena Tonokote, 38 de sus comunidades se han unido y
organizado en torno al Consejo de la Nación Tonokote Llutki (treinta y tres de ellas en territorio ancestral
-hoy llamado Santiago del Estero- una en Tucumán, una en Santa Fe, y tres en
Buenos Aires). La autoridad del mismo Warmy Sabia Amawta Solita Pereyra fundamenta la necesidad de activar y
revivir su cosmovisión indígena, la lengua quichua heredada (aunque saben de la
olvidada lengua tonokote), sus espacios
comunitarios, las buenas prácticas cotidianas en torno al respeto y celebración
de la Madre tierra que nos da la vida y de Tata Inti que da la fuerza necesaria para seguir la
existencia. Asimismo en un proceso organizativo de más de diez años, con el
objetivo de fortalecer los Territorios Ancestrales Indígenas, esta organización
ha articulado con otras de diversos pueblos y conformaron la Organización de Pueblos
Indígenas Región Noroeste Argentino (OPINOA) integrada, hasta el momento, por
Consejo de Delegados de Comunidades Aborígenes del Pueblo Okloya
- Jujuy / Organización Tigre Azulado de Comunidades Indígenas de la Nación
Guaraní - Salta / Consejo de la Nación Tonokote Llutki - Santiago del Estero /
Pueblo Omaguaca - Jujuy / Consejo del Pueblo Tastil -
Salta / Ateneo de la Lengua y Cultura Guaraní - Jujuy / Comunidad Tulian de la Nación Comechingon -
Córdoba / Asamblea del Pueblo Guaraní APG - Salta / Casa de la Cultura AWAWA -
Iruya Salta.
En
la actualidad, OPINOA busca fundamentalmente la defensa de los territorios
ancestrales, de sus recursos naturales, así como la valoración de la diversidad
identitaria, proponiendo una relación intercultural con el ecosistema y con
toda la sociedad, hacia un Estado Libre, Soberano y Plurinacional. En esta línea han decidido recorrer la ciudad
de Buenos Aires para gestionar y generar lo que denominan ‘alianzas
estratégicas’ con Instituciones Educativas, Organismos Gubernamentales,
Organizaciones Colectivas, Asociaciones y personas interesadas en cooperar a
favor de la causa de los Pueblos Naciones Indígenas. En este contexto, el 15 de
noviembre del 2018, se constituyó la Red Intercultural de Equipos de
Acompañamiento Indígena[10]
(RIEDAI) con la convicción de que la Interculturalidad es el camino hacia el
“Buen Vivir” de todos los pueblos. Ya que promueve relaciones reciprocitarias no sólo entre ellos sino, también, con “Nuestra Madre Tierra que nos da la vida”. En los documentos
de trabajo OPINOA reivindica y exige el cumplimiento de las herramientas
jurídicas vigentes en Argentina, tanto del derecho constitucional (Artículo 75
Inc. 17), como de los acuerdos internacionales y las leyes nacionales vigentes,
a la vez que se pronuncia
en contra de los efectos contaminantes y
destructivos que hoy se hacen visibles a través del cambio climático, del
calentamiento global, del cambio en el curso de las aguas, poniendo en riesgo
el ecosistema. Nuestro horizonte es poder reflexionar y comprender que existe
otra forma de sentir y pensar la vida, de relacionarnos como parte de un tejido
social y natural, y fundamentalmente, que vivir en armonía con la hermana
naturaleza es una manera de defender nuestros territorios ancestrales, así como
agradecer, proteger y transmitir nuestros linajes y nuestros aprendizajes a las
futuras generaciones[11].
Si
bien en las
últimas décadas se produjeron avances legislativos, que posibilitaron el
desarrollo de nuevos modos de organización y acción para la efectivización de
derechos respecto a los territorios, la religiosidad, las lenguas, la salud y
la educación de los pueblos indígenas, su concreción no será plena si no se
crean estrategias conjuntas para superar las condiciones de desigualdad y el
racismo que obstaculizan construcciones interculturales en todos los órdenes de
la vida social.
Los
propios pueblos indígenas, en defensa de sus derechos, están colocando frente a
la academia una serie de debates que desafían nuestra experiencia docente en la
formación de profesionales antropólogos, en tanto nos instan a dialogar
reflexivamente sobre la producción de conocimiento. En este artículo
pretendemos delinear algunos de estos aspectos al presentar una experiencia
que, centrada en dos ramas de la antropología (social y arqueológica) evidencia
un proceso de formación intercultural, interepistémico
e interdisciplinario. Se trata de una práctica que permite poner en valor los
aportes que la Antropología Social y la Arqueología pueden realizar para la
efectivización de derechos de los pueblos indígenas. Es decir: reconocer los
potenciales aportes del ejercicio profesional, la investigación y la extensión
universitaria, pero también la docencia y los aprendizajes a ella vinculados.
Además, posibilita valorar otros conocimientos (no académicos) con los cuales
se entra en diálogo al ejercer la profesión, pero también al formarse en
experiencias como la que aquí se recupera.
Interculturalidad: una propuesta a construir
La
denodada disputa que históricamente enfrentan los pueblos en defensa de sus
territorios los condujo a organizarse y llegar a las puertas del gobierno
nacional para conseguir una ley que los ampare de los violentos desalojos
judiciales y de usurpaciones privadas. La Ley Nacional 26.160 fue sancionada a
fines del año 2006 por un plazo de vigencia de cuatro años, a efectos de dar
respuesta a la situación de emergencia territorial de las Comunidades Indígenas
del país, en consonancia con el Artículo 75, Inciso 17, de la Constitución
Nacional y dando cumplimiento parcial al Artículo 14 inc. 2 del Convenio 169 de
la OIT. La misma fue prorrogada en tres oportunidades: en el año 2009 mediante
la Ley 26.554; en el 2013 a través de la Ley 26.894, y en el 2017 mediante la
Ley 27.400, por la cual se extendió su vigencia hasta noviembre de 2021. Durante ese año fue tratada su prórroga sólo en la Cámara de
Senadores de la Nación, quedando sin tratar por la Cámara de Diputados. Frente
a esta situación y ante la emergencia de caducidad, el Poder Ejecutivo decretó
su prórroga mediante decreto 805/21, hasta el 23 de noviembre de 2025. Si bien
tiene un plazo de vigencia de cuatro años, sus disposiciones no pueden ser
dejadas de lado ya que la misma resulta fundamental en tanto declara la
emergencia territorial de las comunidades indígenas del país, suspende la
ejecución de sentencias, actos procesales o administrativos cuyo objeto sea el
desalojo o desocupación de las tierras que ocupen las mismas. Es fundamental el
hecho de que ordena realizar un relevamiento técnico, jurídico y catastral de
las comunidades indígenas y en caso de corresponder, de tierras ocupadas por
las mismas de forma actual, tradicional y pública, una acción orientada a
regularizar la situación dominial de las comunidades
indígenas.
Fue
en el año 2017 que entramos en contacto con referentes[12]
de la organización OPINOA e iniciamos un diálogo sobre las vicisitudes por las
que transcurría su existencia durante el acampe que llevaban adelante, junto a
otras organizaciones indígenas, frente al Congreso de la Nación Argentina, a
los fines de que se prorrogara la mencionada Ley. Rápidamente advertimos la
fuerza de la organización y la claridad de sus reclamos lo que nos motivó a
revisar y plantear nuevas formas de abordaje de los contenidos antropológicos
que trabajamos clase a clase en las aulas, recurriendo, por ejemplo, a un mapa
con un listado de pueblos indígenas de Argentina por ellos relevados. Apelando
a este nuevo material iniciamos el debate respecto a las identidades étnicas y
los procesos históricos que permiten explicar las actuales presencias de pueblos
que habían sido dados por extintos.
El
8 de mayo de 2018, abrimos las puertas del aula para recibir a referentes de
esta organización, escuchar sus voces y conocer sus sentires, sus
circunstancias de vida, sus demandas. En la denominada “I Jornada Pueblos
Indígenas, Territorios y Propiedad Comunitaria”, participaron referentes del
pueblo Tastil-Salta, del Ateneo de la Lengua y
Cultura Guaraní - Jujuy, de la Organización Tigre Azulado de Comunidades
Indígenas de la Nación Guaraní - Salta y de la comunidad Pozo Mojitoj - Consejo de la Nación Tonokote
Llutki de Santiago del Estero, todos ellos miembros
de OPINOA. Rápidamente conceptualizaron su visita en términos de un Encuentro Intercultural atentos al espacio académico
universitario en el que sellaron su presencia con sahumos
y oraciones para predisponer a los/as participantes estudiantes, docentes y
referentes indígenas a un mutuo intercambio de conocimientos, productivo y
enriquecedor para todos/as. Ese fue el inicio del diálogo que, con el tiempo,
dio lugar a un proceso de sustento decidido y continuo por el aprendizaje
mutuo. El 7 de mayo de 2019, para una
nueva cohorte de estudiantes, organizamos la “II Jornada Pueblos Indígenas,
Territorios y Propiedad Comunitaria” con la participación de integrantes de
OPINOA y de otros/as referentes indígenas qom, ava guaraní, aimara y mapuche que habitan en el Gran La
Plata. Allí surgió la propuesta de que docentes y estudiantes viajáramos al
Noroeste Argentino para vivenciar las condiciones de vida en esos territorios y
desentrañar la dimensión de la interculturalidad que
los propios pueblos indígenas proponen.
Cabe señalar que la cátedra de Antropología
Social I y el Laboratorio de Investigaciones en Antropología Social (LIAS) de
la Facultad de Ciencias Naturales y Museo (FCNyM) de la Universidad Nacional de
La Plata (UNLP) vienen acompañando y analizando desde hace más de 30 años los
procesos migratorios y organizativos de distintos pueblos indígenas en
contextos urbanos, particularmente en la región Metropolitana de Buenos Aires[13]. Y
es a través de la propia experiencia como
investigadores-docentes-extensionistas que proponemos involucrarnos en la
realidad sociocultural de los pueblos indígenas, su presente y su pasado, sus
logros y sus demandas, anclando mediante la práctica los contenidos
teórico-metodológicos discutidos en el contexto de la investigación/extensión y
en las aulas. Este planteo teórico-metodológico, se enmarca y constituye un
posicionamiento ético y político, al que adherimos siguiendo a Miguel Bartolomé
quien afirma:
“suele desconcertar a quienes ven a las poblaciones
indígenas exclusivamente como problemas de investigación, residuos de un pasado
o sólo como seres carenciados; ‘pueblos objeto’ alejados de la vida y la
experiencia propias. Y es que no sólo nos relacionamos con los otros a través
de la razón sino también a través de la afectividad. La propuesta etnográfica
es, además de una legítima búsqueda científica, una compleja experiencia
afectiva en la que el análisis conceptual no excluye la vivencia personal”[14].
Esta “propuesta etnográfica” se ha puesto de manifiesto en
los últimos años modificando las posibilidades y formas de participación de
referentes y organizaciones indígenas en ámbitos académicos, así como las
posibilidades y formas de participación de académicos/as en los propósitos
llevados adelante por los pueblos indígenas y las comunidades que los
conforman.
Desde los inicios de la problematización de la presencia
indígena en las ciudades tomamos la decisión epistemológica, teórica y
metodológica de no hacer foco en la búsqueda de alguna especificidad de los
grupos étnicos referenciados, ya que esto implica comprenderlos desde una
mirada sustantivista-culturalista-esencialista que,
haciendo énfasis en supuestos atributos estáticos, negaría su carácter de
sujetos políticos e históricos y junto a ello el propio dinamismo social.
Buscamos entonces no sólo abordar el campo de estudio en el movimiento,
analizar la compleja trama de reconocerse indígena en la ciudad en relación a
la diversidad cultural y la desigualdad social, sino también explicitar el
hecho de que quienes participan del proceso de producción de conocimiento
interactúan de manera compleja, discutiendo opiniones e intereses, fijando
responsabilidades y elaborando argumentaciones. De esta forma nos apartamos de
la manera tradicional de distinguir entre “investigadores” e “investigados”,
“sujetos productores de conocimiento” e “informantes” poniendo de relieve el
carácter de “interlocutores” en un intercambio
denominado “producción de conocimiento
conjunto”[18].
En esta línea interpretamos y avanzamos en el desarrollo de la propuesta de “encuentro intercultural” que nos proponían los/as
referentes indígenas al invitarnos a recorrer y conocer, en la cotidianeidad,
sus territorios de origen. Queda claro que entendemos la interculturalidad
no como una celebración de la diversidad cultural sino como una instancia de
construcción, de enseñanza - aprendizaje mutuo, como “un modelo
relacional, basado en la pluriversalidad y como un
evento comunicativo entre actores que poseen referentes culturales diferentes,
pero que no omite los procesos de conflicto ni desconoce el ejercicio del poder”[19].
Más aún, que asume la necesidad de transformar desde una visión decolonial, y
marca nuevas maneras de percibir, construir y posicionar subjetividades,
lógicas, racionalidades[20].
Del aula a los territorios/ de los territorios al
aula
Sacar
las aulas a los territorios es una instancia pedagógica formal obligatoria que
ofrecen los denominados “viajes de campaña” en la carrera de Antropología de la
FCNyM[21].
Cabe aclarar que entendemos el ‘Aula en los territorios´ como instancia
pedagógica en la que:
El territorio no es un espacio vacío, homogéneo, un
mero recipiente o lugar físico, geográfico, sino que, por el contrario, es un
espacio creado y recreado en forma permanente, cargado de significación
cultural que posibilita dar orden, sentido y lógica a las relaciones sociales.
Allí, además, se disputa continuamente el sentido de dichas relaciones. Desde
diferentes perspectivas de la teoría social —aunque destacándose las
reflexiones desde la geografía crítica—, hay consenso en concebir al territorio
como el espacio en el cual los pueblos producen, reproducen y disputan sentidos
y relaciones sociales[22].
Siguiendo
a estos autores, Garaño, I - Harguinteguy,
F., usamos
el plural “deconstruyendo la idea
de un espacio fijo y continuo para incorporar su aspecto móvil y de red”[23].
A
la vez el aula configura un espacio social dinámico, complejo donde nos une la
posibilidad de aprender/enseñar/aprender en interacciones dialógicas que
pretenden quebrar la verticalidad, atender a los saberes de quienes la
transitan y deliberar respecto a la potestad del conocimiento científico como
el único y verdadero, dado por la legitimación hegemónica. Desde la primera
unidad de contenidos de la cátedra Antropología Sociocultural I problematizamos
el modo en que los/as investigadores/as científicos/as producen o han producido
conocimiento desde las diversas disciplinas. Apelamos a Adam Schaff[24]
quien da cuenta de las formas-contenidos del hacer científico en las historias disciplinares
y concluye con la modelización de tres modos de articular sujeto
que investiga, conocimiento, sujeto-objeto de investigación en los procesos de producción
de conocimiento. Propiciamos que los/as estudiantes adviertan la ventaja de lo
que dicho autor denomina modelo objetivo-activista para explicar la existencia
de una realidad objetiva, fuera del sujeto investigador y a la vez el
movimiento activo que genera el sujeto que investiga y el sujeto-objeto de
conocimiento; actividad que los articula dialécticamente en todo el proceso de
investigación. Así el conocimiento se va construyendo en forma conjunta, paso a
paso, con avances, pausas, repliegues, en regreso a la/s preguntas iniciales o
realizando reformulaciones respecto a éstas, poniendo en acto lo que llamamos reflexividad[25] hacia el hacer con el otro y hacia el propio hacer en la
investigación. En este sentido sacar el aula al territorio tiene implicancias
diversas dado que los/as estudiantes están acercándose a la mitad de la carrera
con experiencias no sistemáticas a nivel teórico-metodológico disciplinar y
muchos/as de ellos/as realizan la primera práctica pre profesional. En la
presentación de una experiencia anterior[26]que
llevó adelante la cátedra se afirma:
El viaje antropológico se presenta como un
escenario donde se cruzan alteridades e identidades dinámicas. (...) constituye
una estrategia pedagógica que, además de producir conocimiento sobre la zona
visitada, permite que los participantes se visualicen en interacción reflexiva
con otros, con sus propias perspectivas racistas, tanto con preguntas sobre
usos, sentidos y valores como con curiosidades existenciales y preconceptos,
pues se trata del proceso de construirse como profesionales antropólogos[27].
En
la misma línea, el camino de los territorios al aula
es un desafío que requiere de consensos y acuerdos mutuos que implican un
posicionamiento teórico epistemológico crítico respecto a la jerarquización de
saberes y la apertura al diálogo intercultural. Partiendo de estas premisas, y
respondiendo a la propuesta de “encuentro intercultural” que
nos realizaron las autoridades del Consejo de la Nación Tonokote
Llutki[28],
al invitarnos a recorrer y conocer en la cotidianeidad sus territorios de
origen, elaboramos una propuesta de viaje de campaña que denominamos “Comunidades
indígenas/campesinas en Santiago del Estero: vida cotidiana y registros
ancestrales” que fue aprobada por Expte.
1000-000882/19-001. Entre los días 15 y 21 de octubre de 2019 docentes y
estudiantes de la Cátedra Antropología Sociocultural I viajamos a Santiago del
Estero, recorriendo comunidades indígenas y campesinas. El itinerario incluyó
la recepción por parte de autoridades de la Universidad de Santiago del Estero
(UNSE), en el marco de un conversatorio donde estudiantes y docentes de la Facultad
de Ciencias Naturales y Museo, UNLP comentamos las actividades y proyectos que
se realizan desde la Antropología en nuestra casa de estudios, mientras que
autoridades y profesores de la UNSE hicieron lo propio. Inmediatamente salimos
para Brea Pozo donde armamos campamento en el Centro Comunitario Municipal.
Desde allí partíamos diariamente a cada comunidad tonokote: La Blanca, Pozo
Mositoj (Departamento San Martín), Potrillo Pozo (Departamento Figueroa) y Asingasta (Departamento de Salavina)[29].
En Brea Pozo, estudiantes y docentes comentamos experiencias en torno a la Antropología
como disciplina en el marco de una charla con el Comisionado Municipal y
estudiantes secundarios en el Centro Integrador Comunitario (CIC) de Brea Pozo.
Todo ello priorizando debates en torno al hacer desde la Antropología
Social. Luego, en el último tramo del
primer viaje, iniciado con nuestra llegada al paraje Ashpa
Puca, en el sur santiagueño, nos acompañaron
integrantes de comunidades campesinas[30]
y el arqueólogo responsable del proyecto “Las Sociedad prehispánicas del sur de
la actual provincia de Santiago del Estero”, Dr. Diego Catriel
Leon. Junto al arqueólogo y los/as campesinos/as
compartimos una charla informativa sobre la arqueología en Santiago del Estero,
el valor patrimonial dado a los restos arqueológicos por la propia gente, la
historia de la conformación de Reserva y sus procesos de lucha y reivindicación
por la posesión de la Tierra y el Monte. Visitamos los sitios arqueológicos del
Paraje de Ashpa Puca, entre
ellos el yacimiento de Arte Rupestre en “Cerro la Teta”, prevaleciendo
temáticas arqueológicas y contrastándolas con la actualidad.
Pasados dos años de pandemia por el Covid
19, realizamos un segundo viaje[31]
con la participación de estudiantes de las cohortes 2022, 2021 y 2020,
recorriendo otras comunidades indígenas[32]
de la Mesopotamia santiagueña. Ambos viajes tuvieron como objetivo activar un
encuentro intercultural entre referentes, pobladores/as de las comunidades
indígenas-campesinas y futuros/as profesionales. Coincidimos con Clifford
Geertz (1987:33)[33],
con su propuesta de que «...El lugar de estudio no
es el objeto de estudio. Los antropólogos no estudian aldeas (tribus, pueblos,
vecindarios...); estudian en aldeas...» ¿Qué estudiamos? … la presencia y
contemporaneidad de las múltiples experiencias culturales.” En ese
proceso desde la academia planteamos operativizar en la práctica los planteos
teóricos y conceptos trabajados en la materia y discutidos en el aula (cultura
- racismo - grupo étnico - identidad - interculturalidad); fomentar el uso de
herramientas de campo y el trabajo grupal, desarrollando destrezas prácticas de
observación y de análisis; reconocer a través de la propia vivencia la realidad
sociocultural de los pueblos indígenas y campesinos (economía, política,
religiosidad), sus logros y sus demandas actuales; y reflexionar acerca del rol
profesional. En consonancia con nuestros objetivos, las expectativas que
recibimos desde las comunidades aludían al significado que daban a la presencia
de jóvenes estudiantes universitarios, futuros antropólogos, interactuando en
sus mundos cotidianos. Los/as referentes señalaban la importancia de que
vivencien sus realidades de esfuerzos y penurias por siglos de invisibilización y haber sido amarrados a relatos
distorsionados, despojados de sus tierras, de sus huacas, de sus historias
ancestrales y la imposición de otra lengua, de otra cosmovisión, de otras
identidades. Pero no sólo ello, sino para que conozcan también sus proyectos y
sus saberes, a los fines de no reducir la existencia de estos pueblos a su sola
condición de víctimas. Para reconocerlos en su carácter de sujetos sociales
activos que, a través de sus luchas y rebeliones, se han hecho visibles a lo
largo de la historia; una historia sobre la cual reflexionan y se organizan
para transformar condiciones presentes y futuras.
Entrar
al territorio,
invita a “pensar en términos de relaciones” y de
procesos en los cuales determinados actores sociales con diversidad de
intereses y situaciones de desigualdad de poder, luchan o se articulan para
transformar o conservar la realidad social e histórica en la que se
desenvuelven. El territorio es, pues, donde múltiples relaciones de poder se
corporizan y se sitúan espacial e históricamente en tanto que los sujetos
sociales son atravesados por distintas instancias de poder local, nacional o
internacional[34].
Cada
comunidad nos abrió sus puertas dispuestas al diálogo y a comentar su dinámica
cotidiana a modo de un alto en un
camino simple pero sinuoso por la complejidad que implicó para cada uno de
los/as participantes de esta experiencia. En cada ingreso se activaron
presentaciones y saludos en castellano y en quichua, diálogos sobre tareas y
prácticas, asombros, acuerdos, malentendidos y silencios cuando se explicaban
distancias, ausencia de servicios básicos para la vida, tensiones cotidianas
para defender el territorio de usurpadores de todo tipo, promesas incumplidas
de administradores y políticos, la vigencia de mitos y rituales que sostienen
su existencia. Algunas de las consideraciones de los estudiantes fueron:
[Esta fue] una
propuesta sumamente diferente. Aquí, no era llevar únicamente los saberes
aprendidos en el aula hacia el campo, y tratar de emplearlos como en un manual;
sino más bien, que se genera una dinámica, un intercambio, una propuesta de un
lado y del otro, del cual, a lo largo, ambos salgan beneficiados por un trato
empático y equitativo. Pienso yo, que, en la balanza de saberes, acá se
pusieron en los dos lados la predisposición a aprender algo y a enseñar algo[35].
Hubo un diálogo e intercambio de saberes de ambas
partes, y por sobre todo una escucha activa sobre los reclamos de las
comunidades. (…) Además, traer estos aprendizajes a la universidad amplían las
posibilidades de abordajes que tenemos como profesionales desde distintos
espacios (ya sea gestión, investigación, etc.) e incluso desde el propio hogar
apostando a desarmar el sentido común de [parientes y amigas/os] sobre su
imaginario en torno a las comunidades indígenas[36].
Reflexionamos
sobre la producción de conocimiento de la Antropología Social y la Arqueología,
ante las problemáticas crecientes de judicialización de la propiedad de la
tierra, es decir, la utilización de la vía judicial para desalojar a las
familias y evadir o contener la toma de decisiones y las actuaciones que tendrían
que ser resueltas por las vías legislativas y/o ejecutivas. En Potrillo Pozo
recorrimos sitios con materiales que desde nuestro campo disciplinar llamamos
arqueológicos pero para quienes conviven en ese espacio son huellas de sus
abuelos, trozos de cerámicas, morteros, enterratorios en urnas, etc. que dan
cuenta de una historia ancestral que los identifica y que de hecho constituyen
pruebas, evidencias, de la relación milenaria de la comunidad con estos
territorios. Situaciones como esta nos motivan a pensar la importancia de
conocer/reconocer los etnoterritorios, es decir, los
territorios históricos, culturales e identitarios que cada grupo reconoce como
propios, ya que en ellos no sólo encuentran habitación, sustento y reproducción
como grupo sino también la oportunidad de reproducir su vida, sus prácticas
sociales a través del tiempo[37].
Subrayamos aquí la urgencia de diálogos tanto al interior de la disciplina como de ésta en/con los territorios, a los
fines de explorar otras perspectivas de relaciones, que impliquen
complementariedad de saberes, que posibiliten recuperar los conocimientos
antropológicos, y específicamente arqueológicos, no sólo como instrumentos para
el reconocimiento de existencias alternas, sino también como herramientas
que proporcionan elementos para
justificar con profundidad histórica y sociocultural la efectivización de los
derechos indígenas, entre ellos los territoriales; y -en este proceso- hacernos
copartícipes de la recuperación, el manejo y la interpretación del pasado.
En
La Blanca y Tala Atum observamos la escasez de agua y las estrategias
comunitarias desplegadas para afrontarla (la construcción de techos que
posibilitan la captación de agua de lluvia durante la corta estación húmeda y
de piletones para acumularla, la búsqueda de agua subterránea que les implicó
“una minga” -trabajo colectivo comunitario- para cavar y calzar un pozo común)
todo ello ante la desidia de las autoridades políticas que convalidan acciones
sobre los ríos Dulce y Salado que surcan el territorio santiagueño y cuyas
aguas son retenidas en la zona norte para desarrollos turísticos, atendiendo
intereses hegemónicos[38]. Algunos
de los estudiantes lo señalan como situación relevante:
Lo más impactante, al menos para mí, fue la
reiterada demanda del acceso al agua. Como un recurso tan vital, indispensable,
se encontraba en falta y la preocupación y angustia de las comunidades, ya que
no solo impacta sobre las personas, sino también en el resto de sus vidas, en
sus cultivos y en sus animales. Es un hecho que ya en la cursada nos habían
mencionado, pero escucharlo de las personas y ver sus consecuencias en el
territorio fue algo mucho más impactante y fuerte[39].
Estos pueblos han tenido disponibilidad de
agua desde tiempos antiguos según los regímenes de los ríos y sus cuencas pero
la lógica occidental de mercado ha manipulado sus cursos siguiendo intereses
ajenos. Ello evidencia, como señala Miguel Bartolomé[40],
el hecho de que hoy, en el ámbito latinoamericano, la situación de la mayoría
de las sociedades indígenas, es diferente a la que prevalecía en la época en que
los primeros antropólogos profesionales reflexionaban sobre ellas. La lógica de
las relaciones económicas capitalistas se ha difundido transformando
profundamente sus medios ambientes y las relaciones con ellos establecidas. Por
ello es necesario plantear ¿Quién/es? ¿Cómo? ¿Cuándo? y ¿Por qué? produjo/eron las
acciones que derivaron en las situaciones en que hoy se encuentran los pueblos
indígenas, dejando en claro que las mismas son producto de la explotación y la
desigualdad y no de condiciones internas de dichos conjuntos[41].Sin
embargo, a pesar de las múltiples compulsiones a las que han sido y son
sometidos, los pueblos indígenas no han desaparecido y comparten tiempo y
espacio con otras sociedades y culturas en los estados plurales que conforman.
Asumir su contemporaneidad es fundamental para desbaratar el estereotipo que
los presenta sólo como testimonio del pasado y contribuir al pleno
reconocimiento de las múltiples y diferentes formas de ser miembro de una
formación estatal. El sentido y la finalidad de que la arqueología y la
antropología social proporcionen elementos (análisis de objetos materiales, de
documentos escritos -y con ellos fechas absolutas y relativas- y de aspectos
intangibles como fiestas, mitos y costumbres actuales) para comprender la
dinámica histórica y sociocultural de estos pueblos debe tender y contribuir a
la construcción de la interculturalidad y es en este sentido, que representa un
aporte para todos/as quienes formamos parte de un Estado plural.
Al
observar el arte del uso del telar indígena andino, desarrollado por teleras tonokote de Pozo Mositoj,
realizar sus trabajo desde el esquilado de la oveja, hilado, teñido y tejido de
mantas y diversidad de piezas de indumentaria con mucha pericia, creando y
recreando en sus telares motivos y diseños que integran un saber ancestral
transmitido y reproducido por generaciones anteriores hasta el día de hoy, nos
preguntamos ¿Cómo aportar a la valorización de ese arte y generar canales activos que sustenten la
actividad de las teleras? Es posible que desde la arqueología y la antropología
social contribuyamos no sólo
a entender y señalar los acontecimientos pasados y actuales, sino también a
imaginar un futuro repensando el presente y haciendo ver que otras lógicas
productivas son posibles, y que en el marco de las mismas pueden darse de
manera conjunta el crecimiento económico y el cuidado medioambiental[42].
En
Villa Salavina el derecho a la salud intercultural es
atendido con la presencia del sanador y guía espiritual del Consejo Tonokote Llutki, Daniel Xuri Zaragoza, quien tiene espacio en el Hospital del lugar
para que los/as pobladores/as puedan acceder a la medicina intercultural. La
experiencia de entrevistar al sanador y guía espiritual invitó a desnaturalizar
nuestras concepciones occidentales sobre salud-enfermedad ligando la primera al
territorio y la “defensa de la Madre Tierra
Y hay mucho que podemos aprender de las culturas
nativas tradicionalmente inferiorizadas; cada una de
ellas ofrece respuestas y otorga sentidos a la vida a través de complejos
sistemas filosóficos, muchas han desarrollado formas de convivencia con el
medio menos destructivas que las llamadas «occidentales», algunas poseen
conocimientos médicos que pueden ayudar a otros, todas tendrían que poder
ejercer el derecho a su singularidad sin temor a ser avasalladas[43].
Sin
embargo la hegemonía del modelo médico occidental se hace sentir con mucha
fuerza en acciones y actitudes cotidianas generalmente del personal auxiliar
que desvalorizan y minimizan las prácticas medicinales ancestrales, aún es un
derecho que convive en tensión constante. Varios estudiantes valoraron
sobremanera esta instancia:
Puntualmente, la experiencia con el sanador Daniel
Zaragoza me pareció gratamente trascendental. Particularmente a mí, me parece
fascinante el mundo de la sanación y la curandería desde una utilización del
entorno para sanar. Y en este caso, tuvimos el privilegio de poder tener una
charla personal y directa con un especialista que trabaja con ese tipo de
sanación, no solamente en su comunidad o casa, sino que también la ha empleado
en hospitales públicos del gobierno, generando una medicina
"bicultural" entre muchas comillas. Las explicaciones que daba para
reconocer las dolencias, los problemas, las formas de no solamente
"sanar" sino de "prevenir" que tienen como prioridad, el
reconocimiento de las plantas, qué partes utilizar, cómo procesarlas, e incluso
el empeño por tratar de "explicar" desde un aspecto científico lo que
hace, como que ciertos aceites esenciales de las plantas que usa, está
catalogados como "válidos" para curar, generando una mixtura y
sincretismo de conocimiento interesante en demasía. Esto me pareció
maravilloso, porque es algo que pudimos escuchar desde sus propias palabras y
explicaciones [44].
En
estas situaciones y al recorrer la reserva campesina observamos no sólo sitios
arqueológicos sino cómo el trabajo mancomunado entre arqueólogos y campesinos
redunda en las posibilidades organizativas de estos últimos. Ello nos permitió
corroborar “en territorio”,
tal como señala Miguel Bartolomé[45],
que las etnohistorias regionales, las historias étnicas, las etno-grafías descriptivas, las interpretaciones etnológicas
y las reflexiones arqueológicas tienen en los pueblos junto a los cuales
trabajamos un público consumidor cuya vocación no es necesariamente académica,
sino frecuentemente reivindicativa, y que tienden a instrumentalizarlas de
acuerdo a sus propios fines. Por otra parte, esa misma producción puede ser y
es de hecho utilizada por ONGs, grupos políticos o
instituciones estatales, en razón de intereses coyunturales, que pueden estar
tanto orientados a reivindicar como a negar la legitimidad de los derechos por
cuya efectivización estas poblaciones reclaman. En ambos casos, no podemos seguir proponiendo que
el trabajo etnográfico y arqueológico se produce en un vacío ético y político. Ante cada una de las
situaciones vivenciadas en el aula-territorio nos preguntamos cómo desde la
antropología social y la arqueología podemos contribuir a pensar políticas culturales sin
disociarlas de las
demandas sobre tierra, salud, educación, trabajo y vivienda dignos que
garanticen la reproducción de las poblaciones indígenas a partir del acceso a
bienes económicos, políticos y culturales. Cada una de estas situaciones habilitaron
diálogos interculturales e interepistémicos sobre la
eficacia académica y la formación profesional ofrecida por las universidades a
las que pertenecemos y donde nos desempeñamos como docentes, extensionistas e
investigadores/as.
Entendemos
que este tipo de dinámicas interpelan nuestras labores y nos desafían a la
búsqueda de que sean pertinentes y relevantes para las personas, grupos y redes
sociales junto a las cuales trabajamos. Algo que una de las interlocutoras que
recibiera al contingente de docentes y estudiantes en Potrillo Pozo expresaba
con convicción
valoramos la importancia de que las universidades
sean las que fundamenten y divulguen nuestros saberes ancestrales a partir de
conocimientos y experiencias adquiridas desde nuestros territorios, o sea desde
la cruda realidad hacia el análisis teórico y no como se lo hace habitualmente
que se adquiere la teoría y se la aplica en la práctica sin importar la
circunstancia ni los daños que causan[46].
Como
señala De Souza Santos[47],
en momentos de crisis como el actual, se abre una nueva oportunidad para
apreciar la diversidad cultural, epistemológica y social del mundo y hacer de
ella un campo de aprendizajes que hasta ahora nos ha sido bloqueado por el prejuicio
colonial. Un prejuicio desde el cual se ha considerado, con frecuencia, que
somos únicamente los/as académicos/as quienes producimos conocimiento dentro
del ámbito universitario, donde los aportes de los/as “nativos/as” han sido
generalmente comprendidos y categorizados sólo en términos de datos e
información. No sólo las crisis, al revelar el agotamiento de los modelos
eurocéntricos nos instan a apreciar la diversidad cultural, sino también
encuentros interculturales como los antes descritos que permiten reconocer las
muchas y variables configuraciones del conocimiento y el saber desde las cuales
se pueden conformar entornos de aprendizaje colaborativo en los que todos
podamos aprender de todos, intercambiando información, compartiéndola y generando
nuevos conocimientos. Como enfatiza el autor antes citado, la mayoría de la
población mundial gestiona su vida cotidiana según preceptos y sabidurías que
difieren del saber científico -que la estructura de poder de la colonialidad
hace consideremos como el único válido y riguroso-. Pero el potencial de la
ciencia moderna se incrementará cuanto más se disponga a dialogar con otros
conocimientos, cuanto más consciente sea de sus límites, del reconocimiento de
esos límites y se disponga al diálogo, articulación y enriquecimiento mutuo con
otros modos de concebir el mundo y la naturaleza, de organizar la vida y
comprenderla.
Diálogos antropológicos urgentes
Como
docentes de Antropología Social aceptamos el desafío pedagógico de poner en
diálogo a los futuros antropólogos con los pueblos indígenas, tanto a través de
la presencia de referentes en la facultad como de estudiantes en los
territorios. Tomamos como punto de partida la valoración de la producción
material y simbólica de los pueblos indígenas -de allí la importancia de
dialogar también con la Arqueología-, la dinámica de sus prácticas y
costumbres, las cuales están vinculadas a determinados tiempos (ciclos) y
maneras de producir su sustento y asegurar su reproducción social. Para ello
resulta crucial una perspectiva dialógica en el intercambio con esos/as
otros/as que forman parte de nuestros objetos/fenómenos/dinámicas de
indagación, compartir un común interés por el conocimiento, no sólo para diseñar
proyectos de investigación y planes de gestión cultural junto y para las
comunidades indígenas sino para conocer, a través de la propia experiencia, su
realidad sociocultural, su presente y su pasado, sus logros y sus demandas y
operativizar, mediante la práctica, los contenidos teórico/metodológicos
discutidos en el aula.
Un
reto fundamental es consensuar los aportes que desde el accionar disciplinar y
desde las diferentes ramas de la Antropología (Antropología Social - Biológica
– Arqueología - Lingüística) se pueden realizar no sólo para aportar a la
resolución de problemas prácticos sino también para contribuir a quebrar el
etnocentrismo occidental racista mostrando la riqueza y variedad de la
experiencia humana y contribuyendo al reconocimiento igualitario de la
diferencia. En este aspecto se requieren urgentes diálogos al interior de la
academia y entre academia y comunidades. En el proceso de formación de
antropólogos/as, como profesionales comprometidos/as con las problemáticas de
los territorios, la enseñanza de la Antropología apunta a la producción de
conocimiento sobre las relaciones sociales en contextos de
diversidad/desigualdad sociocultural e implica un posicionamiento
político/epistemológico/ético que se manifiesta en los contenidos, la
bibliografía y los criterios de evaluación, pero, también en la experiencia
práctica que define toda relación social. En la voz de los propios estudiantes:
Fue un encuentro de aprendizaje colectivo y mutuo.
Apareció mencionado (y también así lo sentí) que en la universidad aprendemos
un tipo de conocimiento, el científico y en el campo/territorio las personas
construyen otro (¿popular?) por sus experiencias, luchas y saberes que no
necesitan cumplir con un criterio de validación científico. Es posible y
necesario que ambos tipos de conocimiento y relatos que dialoguen entre sí, que
la ciencia escuche a sus interlocutores y a todos, y co-construyan
las problemáticas. Rescato también la organización campesina para resolver
problemáticas en el territorio, como el caso del agua. Agradezco también la
calidez del recibimiento[48].
Como estudiantes de antropología es importante
tomar contacto directo con pueblos y organizaciones que normalmente son ajenas
a nuestra cotidianeidad y construir conocimiento en conjunto, que sea útil
tanto a ellos como a nosotros, poder poner el quehacer científico a disposición
de estas poblaciones como respaldo a sus luchas políticas y demandas económicas[49].
Los
procesos de enseñanza-aprendizaje y la construcción de conocimiento desde los
territorios son una forma de desmontar y de-construir la dominación que
implican contenidos abstractos no operacionalizables
o metodologías simuladas; son una forma de superar el “populismo metodológico”[50]
que se ha puesto de moda, implicando sólo innovaciones verbales en cuanto a la
forma de conceptualizar las relaciones que se establecen en los espacios de
investigación, extensión y docencia pero sin que el trabajo concreto envuelva
intentos reales por quebrar las posiciones de poder y autoridad sobre los
sujetos sociales en relación a los cuales los/as antropólogos/as trabajan. Más aún, abren y habilitan la posibilidad creativa de
generar teorías que expliquen y permitan comprender la dialéctica de las
relaciones sociales que se ponen en juego en la diferencia cultural, en las
desigualdades de condiciones de existencia y en la articulación con otros seres
humanos y no humanos.
Los
alumnos subrayan que la experiencia constituyo
Una instancia para conocer el territorio y pensar
una antropología situada, critica y reflexiva en su relación con las
comunidades; de la mano con esto, pude despejar dudas en cuanto a determinadas
deudas que tiene nuestra disciplina históricamente hacia las comunidades[51].
Realmente [la salida al campo] es una experiencia que te abre los ojos (o te
permite sacarte los lentes distorsionados del hombre sobre sus semejantes,
retomando a Worsley). Estamos en un momento donde hay tanto discurso de odio y
negacionista dando vueltas que fue una cachetada de realidad necesaria para
repensar a dónde vamos, y las luchas que debemos abrazar[52].
Conclusiones[53]
La
posibilidad de conocer, recorrer y dialogar con miembros de comunidades de
adscripción indígena y campesina permite poner en valor sus territorios, sus
producciones artesanales, sus lenguas, sus sitios ancestrales, sus
materialidades, sus creencias y los proyectos interculturales que proponen y
nos conduce a preguntarnos ¿Cuál es el rol de nuestra disciplina a la hora de
producir conocimiento sobre las dinámicas socio históricas y políticas de los
pueblos indígenas en territorio argentino? ¿Cuál es el potencial de la
Antropología (Social y Arqueológica) como herramienta de transformación social
para la construcción de una sociedad más justa? ¿Qué desafíos pedagógicos se
nos imponen ante esa responsabilidad? Las respuestas a esos cuestionamientos se
irán dando en la medida que permanezcan en movimiento estrategias de acción
conjunta de producción de conocimiento en relación:
· a los territorios
indígenas y al
reconocimiento de los mismos según su lógica comunitaria
· a la construcción de una
memoria histórica que eche luz no sólo sobre las
vulneraciones de sus derechos sino también de sus logros y sus proyectos
· a las alternativas respecto
a los proyectos extractivistas que
dan lugar a la explotación de la otredad humana y no humana
· a la problematización de realidades y su construcción como
contenidos a abordar desde el legado de la antropología como disciplina
científica y los conocimientos ancestrales de las comunidades
· a la consideración del tiempo como dimensión arqueológica y
como parámetro socio histórico de las comunidades indígenas
· a la vigencia activa
de diálogos interepistémicos e interdisciplinarios
· a los espacios y relaciones
interculturales, como condiciones para la afirmación de la plena ciudadanía de
los pueblos
Cabe señalar que, además de los viajes,
docentes y estudiantes seguimos en contacto con referentes de las comunidades
indígenas y campesinas visitadas a través de la telefonía celular, en
conversatorios virtuales a través de dispositivos digitales y planificamos un
tercer traslado a territorio tonokote con el curso 2023. Elaboramos materiales
(audiovisuales y folletería) donde testimoniamos sus presencias, memorias,
necesidades y demandas de campesinos e indígenas, no sólo como un ejercicio
formativo sino también -y al unísono- como aporte al proceso de construcción de
la interculturalidad, en tanto recursos para la transformación de prácticas
discriminatorias y coloniales.
Mapa
de Santiago del Estero, República Argentina. Comunidades visitadas
Fuente: Instituto Geográfico Nacional, Ubicación de las comunidades recorridas en
2019 y 2022, elaboración propia.
Comunidad
La Blanca. Departamento San Martín. Santiago del Estero.
Acarreo de agua desde un pozo comunitario.
Fuente:
Registro de Campo 15/10/2019. Cátedra Antropología Sociocultural I – FCNyM -UNLP
Encuentro
Intercultural. Comunidad Potrillo Pozo.
Departamento Figueroa. Santiago del Estero.
Fuente: Registro de Campo.20/10/2019.
Cátedra Antropología Sociocultural I – FCNyM - UNLP
Producción
de ladrillos. Comunidad Totorillas.
Departamento
Figueroa, Santiago del Estero.
Fuente:Registro
de Campo 13/10/2022.Cátedra Antropología Sociocultural I – FCNyM
- UNLP
Mujeres
hilando lana de oveja. Comunidad Pozo Mositoj.
Departamento
San Martín. Santiago del Estero.
Fuente:
Registro de Campo 16/10/2022Cátedra Antropología Sociocultural I –
[1] Barabas, Alicia (2008), “Los derechos
indígenas, la antropología jurídica y los movimientos etnopolíticos”,
Ilha Revista de Antropología, 10 (1), pp. 201-216.
[2] Mueses Delgado, Carlos Ariel (2016), INDIOS EN
LEYES: La configuración de un legado colonial (Siglos XVI y XVII),
Tesis de Maestría en Ciencia Política - Universidad Nacional de San Martín
(UNSAM) - Instituto de Altos Estudios Sociales. Buenos Aires, Argentina.
[3] Maidana, Carolina; Ottenheimer,
Ana Cristina; González, Diana; Aragón, Griselda Laura & Tamagno,
Liliana (2013). Derechos indígenas en Argentina: territorios y propiedad
comunitaria. Campos 14(1-2):159-174.
[4] Frites, Eulogio (2011). El
derecho de los pueblos indígenas. PNUD-Rosa Guarú-INADI,
Buenos Aires.
[5] Menéndez, Eduardo (1972) “Racismo, colonialismo y violencia
científica” Revista Transformaciones
Centro Editor de América Latina, Buenos Aires. Pp.169-196.
[6] Baronnet, Bruno; Fregoso Gisela y
Domínguez Rueda, Fortino (Coord.). (2018) Racismo,
Interculturalidad y Educación en México. Serie Investigación 13.
Veracruz: Biblioteca Digital de Investigación Educativa, Universidad de
Veracruz.
[7] Tamagno, Liliana (1991), “La cuestión
indígena en la Argentina y los censores de la indianidad”.
En: América Indígena, Vol. LI, N°1, México,
Instituto Indigenista Interamericano, p. 123.
[8] Maidana, Carolina; Martínez, Alejandro; Tamagno,
Liliana; García, Stella Maris; Bermeo, Diego; Aljanati,
Lucía; Aragon, Griselda Laura; Voscoboinik,
Nadia; Silva, Sofía; Alonso, Fernanda; Escobar, Facundo & Di Socio, Juan
Manuel (2020), “Los pueblos indígenas son parte de la solución. Alternativas
comunitarias de cuidado frente a la crisis sanitaria”, IDTS, 2 (2), pp. 237-251-Número
especial COVID-19.
[9]
Así lo evidencian, entre otros, los trabajos de Páez, María Cecilia; Alé, Gimena & Prieto, María
Eugenia (2016), “Significación e historicidad en el paisaje campesino del valle
Calchaquí Norte (provincia de Salta, Argentina)”, Historia
Agraria, 68, pp. 137-156.
[10] La RIEDAI se va conformando lentamente con Universidades Nacionales, entre ellas, Universidad Nacional
de Quilmes - Departamento de Economía y Administración y Dirección de
Relaciones Internacionales / Universidad Nacional de la Plata - Laboratorio de
Investigaciones en Antropología Social - LIAS - Cátedra Antropología
Sociocultural I, Facultad de Ciencias Naturales y Museo / Universidad Nacional
de la Plata - Facultad d de Humanidades y Ciencias de la Educación - Cátedra
Prehistoria General y Americana. CHAyA - IdIHCS / Universidad Nacional de Santiago del Estero -
Secretaría de Extensión Universitaria/ Universidad Nacional Avellaneda -
Secretaría de Extensión Universitaria - Programa desarrollo de la Cultura
Nacional y Latinoamericana / Universidad Arturo Jauretche Florencio Varela -
Dirección de Derechos Humanos y Centro de Estudiantes / Universidad Nacional de
Luján - Cátedra de Interculturalidad / Universidad de Buenos Aires, Facultad de
Filosofía y Letras, Instituto de Ciencias Antropológicas, Sección de Etnología
- Equipo de Antropología del Cuerpo y la Performance / Universidad Nacional de
Jujuy - Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales / Universidad Nacional de
Tres de Febrero - Cátedra UNESCO. La integran también sectores independientes
que adhieren a la causa de los Pueblos Indígenas: Takiri
Folklore - Dúo Musical / Hugo Duende Garnica - Cantautor Santiagueño/ Dúo Los
Hermanos Herrera / Comisión de Asociados del Banco Credicoop. Filial
Berazategui / Centro de Empleados de Comercio de Quilmes, Berazategui y
Florencio Varela / Técnicos/as interculturales de acompañamiento indígena /
Centro Cultural "El Bastión", Avellaneda, Buenos Aires y autoridades
y delegados de Organizaciones Territoriales de los Pueblos - Naciones
Originarias del Noroeste Argentino (Jujuy, Salta, Santiago del Estero, Tucumán
y Córdoba).
[11] Documento interno de trabajo, OPINOA 2021, p.2.
[12]
Consideramos de esta manera a quienes sintetizan, aunque a
nivel individual, las transformaciones, las luchas y las demandas de los
colectivos con los que se referencian (Protocolo, 2017). Defensoría del Pueblo
de la Provincia de Buenos Aires, Protocolo de actuación para Organismos Gubernamentales
de la Provincia de Buenos Aires que reciben demandas de personas, comunidades y
pueblos indígenas por la efectivización de sus derechos, año 2017, https://www.defensorba.org.ar/pdfs/protocolopueblos-indigenas.pdf,
Consultado: 17/10/2022.
[13]
Los avatares sociopolíticos, económicos y ambientales de la última década del
siglo pasado agudizaron las migraciones indígenas a los centros urbanos en
busca de condiciones de existencia
dignas. Para el AMBA y provincia de Buenos Aires, el Censo Nacional de
Población 2010 (INDEC) indica la presencia del 40% de la población indígena del
país, donde están representados muchos de estos pueblos en una amplia
variedad de escenarios.
[14] Bartolomé, Miguel (2003), “En defensa de la etnografía. El papel
contemporáneo de la investigación intercultural”, Revista de
Antropología Social, 12, pp. 199-222.
[15]
A modo de ejemplo citamos la participación conjunta en algunos de los proyectos
desarrollados en el marco del LIAS: Proyecto de Extensión Universitaria “AHORA
PERTENECEMOS A ESTE TERRITORIO. Construcción de estrategias de visibilización
de niños y jóvenes indígenas en la región
rioplatense”, dirigido por la Lic. Stella Maris García (año 2015) - Proyecto de
Extensión Universitaria “HUELLAS IDENTITARIAS, DERECHOS ADQUIRIDOS, VISIBILIDAD
NEGADA. Ejercicios de identicación y reconocimiento
de niñxs/jóvenes indígenas de nucleamientos
locales con instituciones educativas”, dirigido por la Lic. Stella Maris García
y codirigido por la Dra. Carolina A. Maidana (años 2019-2021) - Proyecto
“Saberes y prácticas indígenas en un contexto de emergencia sanitaria: aportes a
la salud, la educación y el ambiente en el marco de la planificación de
estrategias de control, prevención y monitoreo del COVID-19, Ministerio de
Ciencia Tecnología e Innovación - Programa de Articulación y Fortalecimiento
Federal de las Capacidades en Ciencia y Tecnología COVID-19, dirigido por la
Dra. Carolina A. Maidana (años 2020 - 2021).
[16] Como
la edición del libro de Cardoso, Orlando Hugo (2021), Un monte de ladrillos. Narrativas y derivas de un qom en la ciudad. En Aragon,
Laura y Voscoboinik, Nadia (eds.), Buenos Aires, Malisia.
[17] Presentamos junto a colegas del LIAS una solicitud de apoyo al
Consejo Directivo de la FCNyM respecto a la instrumentación de la Ley de
Propiedad Comunitaria Indígena para Argentina, hecho que tuvo un
pronunciamiento positivo con la Resolución CD N° 105-2018.
[18] Se explicita este posicionamiento teórico-metodológico en: Tamagno, Liliana; García, Stella Maris; Ibáñez, María
Amalia; García, María del. Carmen; Maidana, Carolina;
Alaniz, Marcela; Solari Paz, Verónica (2005),
“Testigos y protagonistas: un proceso de construcción de conocimiento conjunto
con vecinos Qom. Una forma de hacer investigación y extensión universitaria”, Revista Argentina De Sociología, nº 5, pp. 202-218. Ottenheimer, Ana
Cristina.; Zubrzycki, Bernarda.; García, Stella
Maris; Maidana, Carolina; Cremonesi,
Mariel; Samprón, Agustín; Katzer,
Leticia; Martínez, Alejandro; Tosca, Hernán y Tamagno,
Liliana (2010), “Una
experiencia de aprendizaje y trabajo: construcción de conocimiento conjunto con
la gente qom en el Gran La Plata”, Experiencias
en Extensión, Año 2010. FCNYM. UNLP. En línea http://www.fcnym.unlp.edu.ar/dependencias/secextension/experiencias2010-1.html. Consultado: 17/10/2022. Maidana,
Carolina (2019), “La necesidad de conocimiento y reconocimiento plural. Los
pueblos indígenas en la provincia de Buenos Aires, Argentina”, Antropologías
del Sur, vol. 6, nº, 11,
pp. 249-262.
[19] Millán, Mirta; Chaparro, María Gabriel y Mariano, Mercedes
(2019), “Diálogos interculturales sobre territorios ancestrales en la provincia
de Buenos Aires, Argentina”, Íconos. Revista
de Ciencias Sociales, nº 63, pp. 161-184.
[20] Walsh, Catherine (2012), Interculturalidad
crítica y (de)colonialidad. Ensayos desde Abya Yala.
Quito, Abya-Yala.
[21] Los “viajes de campaña” son viajes de
estudio que comprenden, en los Planes de Estudio de las carreras de esta
Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata,
una etapa muy importante en la formación del futuro profesional. Los/as estudiantes deben acreditar, para
recibir su título, un mínimo de veinte días de campaña para todas
las licenciaturas, que deberán llevarse a cabo durante el transcurso de la
carrera (Reglamento General de Planes de Estudio – FCNyM
- UNLP).
[22] Garaño, Ignacio y Facundo Harguinteguy (2019), “Universidad en movimiento:
territorio, territorialización y praxis”. En Petz, Ivanna y Elsegood, Liliana (Comps.), Universidad en Movimiento. Curricularizar la
Extensión, Avellaneda, UNDAV Ediciones, pp. 136-165.
[23] Garaño, Ignacio y Facundo Harguinteguy,
2019, Ob. Cit.
[24] Schaff, Adam (1992), Historia y verdad, Capítulo I, México, Ed.
Grijalbo, pp. 73 - 114.
[25] Ghasarian, Christian (2008), De la Etnografía a la Antropología Reflexiva: nuevos
campos, nuevas prácticas, nuevas apuestas, España, Ediciones Del Sol.
[26]
Viaje de Campaña realizado al Valle Medio del Rio Negro de 16/10 al 26/10 de
2015. Cátedras Antropología Sociocultural I y Arqueología I, de 3er año de la
Carrera de Antropología, FCNYM, UNLP
[27] García, Stella Maris; Aragón, Griselda Laura y Pérez Clavero,
Luciana (2017), “Aprender Haciendo. Reflexiones en torno a la formación como
antropólogos”, Revista de la Escuela de Ciencias de la Educación,
nº 12, vol. 2, pp. 35-48.
[28] Destacamos el rol de guía y la disposición fraterna del Kamachej Walter Barraza para la planificación, organización
y articulación con cada una de las comunidades tonokote con las que tuvimos los
Encuentros Interculturales..
[29] Agradecemos a los pobladores de cada una de las
comunidades su apertura al diálogo intercultural.
[30] En la persona del Sr Alfredo Bustamante agradecemos a los
pobladores de la región las enseñanzas recibidas sobre el cuidado del monte y
el valor de los bienes como el agua, la flora y la fauna.
[31] Cabe señalar que este viaje “2° Encuentro Intercultural
entre la Academia y los saberes de la Cosmovisión Ancestral Indígena” fue
declarado de Interés Académico por las Autoridades de la Universidad Nacional
de Santiago del Estero por Resolución N° 1202/2022, EXPE-MGE: 0004217/2022.
[32] En esta ocasión estuvimos en Totorillas (Departamento
Figueroa), Tala Atum (Departamento Avellaneda), Pozo Mositoj (Departamento San Martin) Asingasta
(Departamento Salabina) y Auqajkuna
(Departamento Capital) Agradecemos a los pobladores de cada una de las
comunidades las enseñanzas recibidas, sus atenciones, gentileza y camaradería
compartidas.
[33] Geertz, Clifford (1987), La interpretación de las
culturas, México, Editorial GEDISA..
[34] Garaño, Ignacio y Facundo Harguinteguy,
2019, Ob. Cit., p. 144.
[35] SGZ Estudiante del curso
2020. Comunicación Escrita 10/5/23, en el marco de la cátedra Antropología
Sociocultural I, FCNYM, UNLP.
[36] CM Estudiante del curso
2020. Comunicación Escrita 23/5/23, en el marco de la cátedra Antropología
Sociocultural I, FCNYM, UNLP.
[37]
Barabas, Alicia (2004), “La construcción de etnoterritorios en las culturas indígenas de Oaxaca”, Desacatos, nº 14, pp. 145-168.
[38]
“El derecho humano al agua es fundamental e irrenunciable. El agua constituye
patrimonio nacional estratégico de uso público, inalienable, imprescriptible,
inembargable y esencial para la vida”. Está registrado en el Artículo 12 de la
CONSTITUCIÓN DE LA REPÚBLICA DEL ECUADOR 2008 Capítulo segundo, Derechos del
buen vivir, Sección primera.
[39] IFC estudiante del curso 2022 Comunicación Escrita
14/5/23, en el marco de la cátedra Antropología Sociocultural I, FCNYM, UNLP.
[40] Bartolomé,
Miguel (2003), “En defensa de la etnografía. El papel contemporáneo de la
investigación intercultural”, Revista de Antropología
Social, nº 12, pp. 199-222.
[41] Protocolo 2017, Ob. Cit.
[42]
Maidana, Carolina e Ibáñez Caselli,
María Amalia (2016), “Pueblos indígenas, organización y producción. Algunas
reflexiones sobre dinámicas económicas en Argentina y Perú”. En Anne-Gaël, Bilhaut y Macedo, Silvia
(comps.), Iniciativas
empresariales y culturales. Estudios de casos en América indígena, Quito,
Abya Yala, pp. 55-73.
[43] Bartolomé,
Miguel (2003), En defensa de la etnografía. El papel contemporáneo de la
investigación intercultural, Revista de Antropología
Social, nº 12, p. 205.
[44] SGZ Estudiante del curso
2020. Comunicación Escrita 10/5/23, en el marco de la cátedra Antropología
Sociocultural I, FCNYM, UNLP.
[45]Miguel Bartolomé, 2003, Ob. Cit.
[46]
A.C. Interlocutora Tonokote 42 años, habitante de Potrillo Pozón. Registro de
campo del viaje,19/10/19.
[47]
De Souza Santos, Boaventura
(2002), “Para uma sociologia
das ausências e uma sociologia das emergências”, Revista crítica de ciências
sociais, nº 63, pp. 237-280.
[48] A.O, Estudiante del Curso 2019. Comunicación
escrita 5/11/19, en el marco de la cátedra Antropología Sociocultural I, FCNYM,
UNLP.
[49] L.S, Estudiante del Curso 2019.
Comunicación escrita. 5/11/19, en el marco de la cátedra Antropología
Sociocultural I, FCNYM, UNLP.
[50]
de Souza Lima, Carlos Antonio (2011). “Los nativos y sus antropólogos”. En Jakeline De Souza y Carolina Maidana
(comps.), Antropología de los
nativos = Antropología dos nativos: estrategias sociales de los sujetos en la
investigación estratégias
sociais dos sujeitos na
pesquisa, La Plata, EDULP, pp. 6-17.
[51] ER, Estudiante del curso 2020. Comunicación
escrita 9/5/23, en el marco de la cátedra Antropología Sociocultural I, FCNYM,
UNLP.
[52] SGZ, Estudiante del curso 2020.
Comunicación escrita 10/5/23, en el marco de la cátedra Antropología
Sociocultural I, FCNYM, UNLP.
[53] Esta
sistematización de la experiencia y, por ende, las conclusiones constituyen
reflexiones de las autoras (responsables académicas de los viajes) a modo de un
primer paso para profundizar el diálogo intercultural y la producción de
conocimiento conjunto con los participantes involucrados: tanto el personal
docente que se trasladó a los territorios como quienes no pudieron hacerlo (Lic Ana Ottenheimar, Lic Mariel Cappannini, Lic Camila Trebuc, Lic Tomas Binaghi, Lic Anahi
Gallizi, Dra Bernarda Zubrzycki, Dr Alejandro Martínez);
asi también el conjunto de estudiantes de tercer año
de los cursos 2019-2020-2021-2022 y los habitantes de las comunidades tonokote.