Revista Andes, Antropología e Historia
Vol. 34, Nº 1, Enero – Junio 2023
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ISSN Nº 1668-8090
PROBLEMATIZANDO
LAS DICOTOMÍAS.
ANÁLISIS DEL
UNIVERSO LABORAL DE LOS/LAS AFRODESCENDIENTES DURANTE LA ABOLICIÓN GRADUAL DE
LA ESCLAVITUD. BUENOS AIRES, 1827
PROBLEMATIZING DICHOTOMIES.
ANALYSIS OF THE LABOR UNIVERSE OF AFRICAN DESCENT
PEOPLE DURING THE GRADUAL ABOLITION OF SLAVERY.
BUENOS AIRES, 1827
Florencia Guzmán
Instituto Ravignani
CONICET/UBA
Fecha de ingreso: 04/06/2022 - Fecha de aceptación: 12/05/2022
Resumen
Esta investigación tiene como
propósito analizar el universo laboral de las personas afrodescendientes que
vivían y transitaban en la ciudad de Buenos Aires durante el proceso de gradual
abolición de la esclavitud. Especificamente, en el año 1827. El estudio pone el
acento en los espacios de ambigüedad, en las zonas grises, en los intersticios,
replanteando y problematizando las dicotomías de esclavitud/emancipación;
trabajo forzado/trabajo libre; sustitución de la mano de obra esclava/mano de
obra libre. Asimismo, subraya la necesidad de distinguir los clivajes de género
y racialización que organizan el mundo del trabajo en la ciudad.¿En qué medida las relaciones formadas en y por la esclavitud perduraron durante la abolición de la
misma? ¿Cómo se produce la compleja continuidad y discontinuidad entre las
distintas formas que adopta el trabajo esclavo y libre en la ciudad de Buenos
Aires?, ¿Cuáles eran las posibilidades y las limitaciones de
género y raza en el contexto laboral urbano?
Palabras claves: esclavitud, afrodescendientes, trabajo, género, racialidad
Abstract
This
research has the purpose of examining the labor universe of African descent
people who lived and travelled through the city of Buenos Aires during the
gradual abolition of slavery, specifically during the year 1827. The study
emphasizes the spaces of ambiguity, the grey areas, and the interstices,
rethinking and problematizing the dichotomies slavery/emancipation; forced
labor/free labor; substitution of slave labor/free labor. It also underlines
the need to distinguish the gender and racialization cleavages present in the
post-revolutionary labor universe: to what extent did the relations formed in
and by slavery persist during the abolition of slavery? How is the complex
continuity and discontinuity between the different modalities assumed by slave labor
and free labor in the city of Buenos Aires? What were the possibilities and
conditionings of gender and raciality present in the labor universe?
Key words: Afro-descendants, labor,
slavery, gradual abolition, gender, raciality, gender and raciality
Presentación
Durante el mes de octubre de 1828 se presenta ante la
justicia Melchor Taboada, marido legítimo de Nicolasa Ávila, quien fuera esclavizada
de don Miguel Molina hasta el año 1826[1].
Nicolasa había pagado su libertad con un préstamo realizado por su hermana,
Petrona Figueroa, de condición libre y pareja de don Pedro Frías, todos procedentes
de Santiago del Estero. Claro, este préstamo no era generoso, sino que
significaba un acuerdo con el matrimonio Frías de trabajo servil. El convenio
familiar de palabra, según reconstruyen Melchor y Nicolasa era que esta, ya
libre, serviría en la casa de Frías hasta que “devenga
aquella suma”.
Al cabo de dos años de este acuerdo, el marido de Nicolasa
denuncia haber sido engañado por Frías y su esposa, en tanto no solo se
quedaron con el papel que documentaba la libertad del antiguo propietario
Miguel Molina, sino que además la obligaron a un “servicio y
trabajo extraordinario” como esclava con la utilidades de treinta o más
pesos diarios realizados durante dos años[2].
Esta suma resultaba de una gran variedad de tareas realizadas por Nicolasa en
el servicio de la casa y también en la producción y venta de comida en el
mercado. Según declaraba en el expediente solo le quedarían 3 o 4 horas a la
noche para descansar, en tanto no terminaba antes de la una de la mañana,
teniendo que levantarse a las 4 de la mañana para iniciar los trabajos diarios
de la casa. Resaltaba el marido que, además de todo ello, que lo hacía para
pagar el préstamo de la libertad, en ningún caso le proporcionaron vestuario “para su decencia y conservación”, como tampoco lo
concerniente a la curación y medicamentos cuando estuvo enferma como
consecuencia del exceso de trabajo.
En el momento que Nicolasa solicita el papel de libertad
que Frías tenía en su poder recibió como respuesta una fuerte golpiza de parte
del matrimonio[3].
Este hecho de violencia fue el determinante para la presentación del Melchor
Taboada ante los tribunales civiles. En el escrito, reclama el documento y además el dinero adeudado
a su esposa porque, según afirma, Frías estaba en la obligación de abonar a su
mujer el conchabo por el trabajo extra que había realizado durante dos años. La denuncia del marido será luego corroborada por los
testigos de parte quienes dieron cuenta del excesivo trabajo que Nicolasa realizaba
para pagar y recobrar su libertad.
En el desarrollo del juicio, Pastor Frías solicita en
representación de su padre la declaración de varias personas para que confirmasen
la condición legal de Nicolasa: si era esclava como ellos consideraban o libre
como aquella afirmaba. Entre los testigos convoca a su madre, la parda Petrona
Figueroa, hermana de Nicolasa, para que aclare o ratifique lo que antes se había
expuesto en el juicio verbal sobre la verdadera intención del préstamo que
aquél le hiciera de las trece onzas de oro. Si este fue para rescatar a su
hermana o había sido para comprarla del anterior amo don Miguel Molina. Es decir,
para hacer una transferencia de propietario o para lograr la libertad. Reconstruir
el objeto del préstamo era importante porque daba cuenta de la condición legal
de Nicolasa. La testigo debía aclarar además si había habido algún arreglo a
razón de conchabos.
A los fines de la causa, la declaración de la pareja del
denunciando, Petrona Figueroa, resultaba muy importante. Esta afirmó que Pedro Frías
le había dado el dinero para que la sacase a Nicolasa de la casa de Molina y para
que la llevara luego a la vivienda familiar en calidad de esclava. Declaró que
llegó a ese arreglo porque “su hermana le había
pedido llorando que la comprase”, y a cuya súplica “adhirió este señor”, “en razón de que solo por
este medio podía darle el dinero para conseguir salir de la casa de Molina”.
Según las palabras de la testigo, para sacar a Nicolasa del dominio de Molina era
necesario comprar la libertad de su hermana, porque solo de esta manera el
propietario no opondría reparos. En otra parte del escrito se refiere al parentesco
que la unía y la condición de
ilegitimidad de Nicolasa por parte de padre “para facilitar el
rescate de una infeliz consanguínea”.
Para Nicolasa se trataba de un préstamo para emanciparse
que no había quedado explicitado de manera legal sino de palabra.
El juez, finalmente, cuando habían
pasado cinco años del inicio del juicio, resuelve el caso a favor de Nicolasa.
El matrimonio lograba de esta manera el reconocimiento de la libertad y un
resarcimiento de 160 pesos por los jornales generados por aquella por el trabajo
realizado “en conchabo” que excedía el prestamo de
Frías. El dictamen es del 29 de junio de 1833[4].
Presentando el problema
El proceso civil que he presentado introduce la
investigación en el universo del trabajo urbano de las personas
afrodescendientes durante la gradual abolición de la esclavitud. Específicamente, en el
año 1827[5]. Me interesa particularmente explorar
cómo las vidas de las personas trabajadoras de ascendencia africana fueron afectadas por las rupturas y las transformaciones que se vivieron
en la ciudad de Buenos Aires durante el periodo posrevolucionario. En un
contexto de guerra, permanentes cambios y gran incertidumbre, me pregunto acerca
de las experiencas de trabajo y las estrategias de manumisión y sobrevivencia que
tuvieron distintos actores: varones y mujeres esclavizadas, personas libres de
ascendencia africana, propietarios y patrones. Me interrogo sobre cómo
se dio la compleja continuidad y discontinuidad entre las distintas modalidades
que asume el trabajo esclavo y libre en la ciudad de Buenos Aires durante la
posrevolución. Así como también, en que medida las relaciones formadas en la
esclavitud perdudaron durante la abolición de la misma[6].
El estudio que se presenta procura poner el acento en los espacios de ambigüedad, en las zonas grises, en los
intersticios, replanteando y problematizando las dicotomías esclavitud/emancipación;
trabajo forzado/trabajo libre; sustitución de la mano de obra esclava/mano de
obra libre. Al mismo tiempo que subraya la necesidad de distinguir los clivajes
de género y racialización presentes en el universo de trabajo urbano.
El
expediente civil anterior que tiene como protagonistas a Nicolasa demuestra que
los términos para negociar el trabajo forzado y el camino hacia la libertad no
fue un pasaje fácil, sino sinuoso y lleno de dificultades[7].
Como lo demuestra la historiografía más reciente sobre el tema, los procesos de manumisión y
emancipación realizados por el Estado no solo no abolieron la esclavitud sino
que dieron lugar a una libertad precaria, a una libertad “asediada”,
de acuerdo al título del libro que co-editamos con María de Lourdes Ghidoli; cada paso hacia la
libertad era contrapuesto por prácticas de esclavización ilegal, por
estrategias para preservar la opresión de los grupos dominantes y por la
prolongación del comercio atlántico e interno de esclavos[8]. Y aunque no se
puede soslayar el potencial
emancipador operado en estas décadas de temprano republicanismo, resulta
preciso subrayar los caminos de desigualdad y sojuzgamiento a los que fueron
sometidos las personas africanas y afrodescendientes antes, durante y después
de la abolición de la esclavitud.
En
los últimos años se ha cuestionado la perspectiva tradicional que examinaba el
proceso de abolición de la esclavitud atendiendo únicamente al meridiano de
libertad y emancipación, cuando también se debe reparar y promover la
intersección de campos poco explorados, como el referido a la esclavitud –y la
abolición- y del universo de trabajo, principalmente
en clave de género[9].
En tanto, la construcción ideológica de larga
data que posiciona la esclavitud y la libertad como elementos conceptual y
temporalmente diferentes ha llevado a que “se hiciera invisible la
reproducción del trabajo forzado en las sociedades capitalistas modernas”[10].
Esta situación, como sostiene la historiadora Paulina Alberto, nos ha
dificultado ver los espacios de ambigüedad, las zonas grises. Precisamente, la vaguedad de los límites
legales y sociales entre la esclavitud y la libertad permitió que persistieran prácticas
coercitivas enraizadas en la esclavitud y en los supuestos regímenes de trabajo libre[11].
A diferencia de otros espacios de América Latina que han
abordado y problematizado de manera específica esas persistencias[12],
la historiografía argentina ha explorado escasamente estas (dis)continuidades. En
buena medida, los estudios centrados en la campaña rioplatense concentran la mayor
parte de las investigaciones que profundizan la relación entre el trabajo esclavo
y el trabajo libre. La fructífera
discusión sobre la mano de obra de los siglos XVIII y XIX que tuvo un lugar
central en el desarrollo de la historiografía a partir de los años ochenta del
siglo pasado, advirtió respecto de la importancia de los esclavizados en la
sociedad rural y en las grandes unidades de producción agraria tardo-coloniales[13].
Aquí se rescató la coexistencia en las mismas unidades productivas de muy
diversos tipos de trabajadores, tanto libres como esclavos, de diferentes
relaciones de producción, de capataces esclavos que debían mandar sobre peones
libres asalariados o de esclavos campesinos. El descubrimiento de una
complejidad social posibilitó descifrar los rasgos específicos de una
esclavitud que se desplegaba en forma articulada con el trabajo libre y de un
trabajo libre cuyas formas históricas específicas no podían entenderse
cabalmente sin examinar la esclavitud. Esta línea de investigación, además de destacar
el rol de la esclavitud en el desarrollo económico de estos territorios sacó a
la luz los intentos de ensayar nuevas formas de trabajo coercitivo en la
producción rural rioplatense[14].
Cabe hacer notar que, frente a estas fructíferas
investigaciones, el ámbito urbano de las primeras décadas del siglo XIX no ha
encontrado similar atención historiográfica. El
libro del historiador Lyman Johnson referido al periodo tardocolonial en la
ciudad de Buenos Aires constituye un punto de partida. El autor, no solo destaca
el rol de la esclavitud en el desarrollo económico de estos territorios, sino
que incluye en su análisis las
experiencias de los trabajadores plebeyos y sus relaciones en el conjunto de las
transformaciones sociales. La mano de obra urbana, caracterizada por la
presencia importante del sector de esclavizados, se analiza en relación con los
temas políticos y económicos presentes en la historiografía del mundo del
atlántico en la transición del orden colonial al orden republicano[15].
Recientemente,
la historiadora Magdalena Candioti reconstruye las múltiples dimensiones del
proceso de abolición de la esclavitud en el Río de la Plata, el cual se
extendió desde la ley de Libertad de Vientres hasta 1860 cuando la Constitución
Nacional determinó el fín de la esclavitud. La autora confirma que los libertos y libertas que
nacieron en esos años no serían libres de forma inmediata, sino que quedaron
bajo el patronato de los amos de sus madres, permaneciendo en una frágil situación
de servilizacion muy cercana a la esclavitud. A través de una serie de
historias recuperadas por la autora se reconocen los diferentes caminos para
alcanzar la libertad, tanto como las diversas estrategias de negociación de
varones y mujeres afrodescendientes con sus amos y patrones en intersección con
el mundo del trabajo[16].
Cuando
centramos el análisis del universo del trabajo durante la gradual abolición en
clave de género las investigaciones se reducen aun más. Son escasos todavía los
estudios que ponen en escena el papel
ocupado por las mujeres en el mundo laboral del siglo XIX. No obstante, en los últimos años, los nuevos marcos conceptuales y metodológicos,
junto a la indagación de diversas fuentes que examinan el universo del trabajo en
contextos preindustriales, están posibilitando nuevas investigaciones[17]
y una mayor comprensión de las continuidades y racializaciones de género
durante el proceso de abolición de la esclavitud.
Los recientes trabajos de Paulina Alberto, junto a algunas investigaciones propias, cuando exploran
el mercado de trabajo femenino de la ciudad de Buenos Aires posrevolucionaria, señalan
la reproducción de prácticas laborales coercitivas y de (re)esclavización en el
mundo doméstico subalterno. Para Alberto, el análisis de ciertas categorías como
“liberta”, “criada”
y “doméstica” resultan fundamentales para
lograr una mayor comprensión acerca de cómo las relaciones formada durante la esclavitud
perduraron después de la abolición del
régimen[18]. En mi caso, hago hincapié en la
configuración de una “domesticidad republicana”
que ontinuaría condicionando los mercados de trabajo y el incipiente régimen de
trabajo libre en las décadas siguientes. Una domesticidad persistente y
estructural, que parte del supuesto de
que las mujeres negras tenían que estar al servicio obligado de los blancos en
calidad de domésticas y criadas[19].
En el estudio
propuesto, un corpus de anuncios que aparecen
en la Gaceta Mercantil de Buenos Aires, [en
adelante GM] junto a algunos documentos de escríbanias referidos a contratos y
obligaciones harán posible avanzar en esta investigación. A través de las
páginas buscaré reconocer la diversificación laboral de hombres y mujeres
racializadas con o sin remuneración y de trabajo compulsivo en el escenario
urbano de Buenos Aires. De igual forma, aspiro a superar las visiones más
tradicionales en torno al modo en que habría sido reemplazada la mano de obra
esclava durante la gradual abolición.
Avisos de
la Gaceta Mercantil y contratos de obligaciones
Durante la década del ´20 en uno de los diarios más
importantes de la ciudad, La Gaceta Mercantil de
Buenos Aires[20]
se publican una gran cantidad de anuncios relacionados con el universo de
trabajo y con el mercado de personas esclavizadas. Tanto las propietarias y
propietarios, así como las personas de ascedencia africana de condición libres -y
demás nativos y migrantes- utilizaron la prensa de la ciudad con la finalidad
de comprar y vender esclavos, como de ofrecer y demandar trabajo. De acuerdo a
la investigación de Francisco
Abarca para la ciudad de México, la publicación de los anuncios remitidos por amos y sirvientes
solía ser una estrategia complementaria de las recomendaciones verbales, tanto
para la elite como para los varones y mujeres que buscaban integrarse al
mercado laboral[21].
Cada
anuncio representa una situación particular que se describe con cierto detalle en
un universo
acotado de trabajadores y trabajadoras, considerando que no están asentados los
individuos ya empleados y que solamente visibiliza un camino de contratación de
los varios que funcionaban en el mercado de trabajo. Esta modalidad del aviso
aparecido en el diario no era la única forma de oferta y demanda, pues también
en la calle podía ocurrir ese cruce, del mismo modo que a través de
recomendaciones verbales se daba ese encuentro entre la mano de obra y un
empleador necesitado de ella[22].
Tomando en cuenta estas prevenciones, en esta
investigación he realizado una base con los datos de 775 avisos publicados
durante los doce meses de 1827. La base incluye anuncios referidos
a la compra, venta y conchabo (oferta y demanda) de personas esclavizadas y
también a la oferta, demanda y conchabo de afrodescendientes libres. Debido a
la ambigüedad de algunas categorías legales y laborales la línea divisoria
entre esclavizados y libres no es muy taxativa, de la misma manera que tampoco
lo es entre sujetos afrodescendientes y el resto de la población libre
proveniente de las clases populares.
Los
términos “criado/a”, “sirviente/a”,
“doméstico/a”, “conchabado/a”
que se repiten una y otra vez en la fuente presentan una gran ambigüedad y
también dificultad cuando se trata de diferenciar a los sujetos involucrados en
los avisos[23].
Criado o criada se hallan en numerosos avisos de compra, venta y conchabo. Es
una expresión ocupacional imprecisa, que no está asociada a un status legal
determinado, en tanto alude tanto
a personas esclavizadas como a sujetos libres. Tampoco significa necesariamente
sirviente doméstico, ya que encontramos anuncios que refieren a criados jinetes
o peones y criadas amas de leche, por citar solo dos ejemplos. En el caso del
conchabo se alude al contrato del servicio de sujetos libres, aunque también
aparece en referencia a las personas esclavizadas. Remite generalmente a una persona que ha
sido contratada temporalmente a cambio de un salario o de la combinación de
techo, comida, vestimenta. También podía haber sido un varón o mujer
esclavizado conchabado por sus propios amos a los fines de lograr un porcentual
del jornal. Es muy probable que
entre los conchabados criados, sirvientes y domésticos también estén incluidos
migrantes o nativos pobres que se desempeñaban en trabajos similares a la
población afrodescendiente.
Todos estos
casos, más allá de la ambigüedad de los términos, han sido incluidos en la
base. Solo han quedado afuera los avisos referidos a la población libre que no
presenta ninguna referencia racial, legal o social que hiciese presumir alguna
vinculación con la población de ascendencia africana que vivía en la ciudad. Por ejemplo, oferta y demanda de
profesionales, maestros, comerciantes, pulperos, empleados de comercio etc. De
modo que la base ofrece un recorte del universo laboral referido a personas esclavizadas
y libres (o que pueden calificarse de tales) que aparecieron en la GM en ese
año.
La
totalidad de los avisos permite realizar un estudio en varios planos. Si bien no
está el propósito de realizar un estudio cuantitativo, al final del texto se
presentan tres cuadros que tienen la finalidad de visualizar algunas relaciones
concernientes con el mercado de compra y venta de esclavizados y a la oferta y
demanda de trabajo, de acuerdo al género. Se considera que estas relaciones son
siempre aproximadas debido a la ambigüedad de algunas categorías raciales y
laborales y sobre todo teniendo en cuenta a que la base de datos remite solamente
al año 1827. El objetivo principal, como ya se he manifestado, es el de
presentar la diversidad de experiencias de trabajo de las personas africanas y
afrodescendientes en la ciudad de Buenos Aires durante la gradual abolición.
Para ello, en primer lugar, se tratará de conocer la correspondencia entre la compra y
la venta de personas esclavizadas y una relación del trabajo que declaraban. En
ambos casos segmentada por género. En segundo lugar, interesa explorar un rango
de actividades entre la población libre, en tanto cada anuncio significaba
elegir entre uno o varios oficios con los cuales podían incorporarse al mercado
laboral y salir de la situación de desempleo. En el caso de las mujeres y
varones esclavizados suponemos que serían los propietarios quienes
establecerían esa información.
Otra información importante que suministran los avisos se
refiere a la ubicación de algunas viviendas, lo que demandará posteriormente un
trabajo de cartografía social con la finalidad de establecer una articulación
entre el espacio y el universo del trabajo. En general, la dirección publicada
es una referencia que servirá de contacto entre aquel y la persona interesada
en emplearlo. Se alude aquí a comercios de toda clase de productos, talleres,
lugares de recreación, espacios religiosos o educativos, imprentas o librerías
donde se producían o distribuían los periódicos. Igualmente, alguna botica,
barbería, panadería e incluso en algún caso aparece como contacto un sacristán
de la catedral. Como lo expresa Beltrán Abarca, aunque no siempre se puede
identificar en qué parte de la ciudad habitaban todos los anunciantes, las
menciones a los lugares dejan entrever contactos y redes que estos “sirvientes”, “criados”, como
aparecen en la fuente, tejían, desplazándose por barrios y calles. El autor
enfatiza “sobre el papel de mediación que asumían los
periódicos”, en la medida en que en ellos se informa sobre los
cauces que tomaba la demanda y oferta de empleo[24].
De modo que la fuente consignada abre la posibilidad de explorar y apuntar algunas
alternativas del universo laboral durante la gradual abolición de la esclavtiud.
El contexto urbano de la ciudad
de Buenos Aires le da especificidad, tanto en las posibilidades como en los
límites, en tanto, comprar y vender
esclavos, demandar y ofertar trabajo, ganar un salario, establecer contratos y ahorrar,
dependía de la capacidad económica que tenía la ciudad y del desenvolvimiento social y político de la
misma. Además, del aprovechamiento que hicieron de estas condiciones los diferentes
sectores que la habitaban o transitaban.
La segunda fuente examinada se refiere a las llamadas obligaciones. En estas, la persona que había adquirido la
libertad se comprometía a través de un contrato a cumplir con ciertos servicios
para el acreedor durante varios años, estipulándose en algunos casos la
duración y actividades a realizar, e incluso el salario a recibir. A diferencia
de otros acuerdos de emancipación o contratación de esclavos, en las
obligaciones el punto de partida era haber obtenido previamente la libertad, y
para ello la persona se manumitía a traves de un préstamo y obtenía una carta
de libertad del antiguo amo. Posteriormente, se obligaba con un segundo
contrato a realizar los servicios acordados con una tercera persona.
Aunque las obligaciones presentaban ciertas
similitudes con la esclavitud, ya que el deudor se comprometía a vivir en la
casa del acreedor y realizar varios años de servicios, también exhibían
elementos propios del trabajo asalariado, como la estipulación del salario y la
firma de personas jurídicamente libres. Estos acuerdos permitían a las personas
emancipadas disfrutar de ciertos horizontes de libertad y realizar acciones que
solo podían realizar las personas libres, como moverse con mayor libertad en la
ciudad, casarse, invertir dinero o acudir a la justica sin pedir autorización a
los amos e incluso votar. Según Magdalena Candioti, estos acuerdos fueron
firmados por personas que probablemente no habían podido negociar los términos
de su emancipación con sus antiguos amos, y su análisis evidencia una activa
negociación entre personas esclavizadas, propietarios, patrones, prestamistas o
benefactores[25].
Dichos documentos se encuentran en el fondo de
escribanías del Archivo General de la Nación, en tanto los contratos se
llevaban a cabo ante un escribano publico y su pérdida podía
generar serias dificultades en torno al estado legal de la persona emancipada.
El escenario
Desde la creación del Virreinato del Río de la Plata en 1776 la urbe
porteña se vio beneficiada por los cambios que
transformaron el mundo del Atlántico desde fines del siglo XVIII y a principios
del XIX. De acuerdo a
Lyman Johnson la economía de la ciudad y la población se movían recíprocamente
al ritmo de los sucesos que se producían en el Atlántico[26]. La demanda económica del litoral atlántico y en
especial de Buenos Aires, dueña de la principal aduana, generó pronto desigualdades
crecientes respecto al resto de las jurisdicciones que conformaban el espacio
colonial. La ciudad capital se encontraba en una posición favorecida por la condición de punto de intercambio
que conectaba el comercio con el Atlántico vinculado con la minería andina, las
expansivas chacras y estancias del Río de la Plata y la producción artesanal
local.
Tras la disolución del
virreinato en 1810, la ciudad de Buenos aires adquiere un nuevo estatus
institucional, convirtiéndose en la cabeza de las Provincias Unidas del Río de
la Plata y en la sede del gobierno independiente del dominio español. Diez años
más tarde, Buenos Aires y su hinterland pasaría a conformar el “Estado provincial” y se constituía en la capital de la provincia más próspera luego
de algunos años de crecimiento económico y de estabilidad política.[27]
La “feliz experiencia”, es la expresión con la que la historiografía
coincide en nombrar a este intervalo pacífico y progresista, que comenzó en
1824 y culminó en 1828, cuando comenzaba
una cruenta guerra civil y la contienda internacional con el Brasil.
En
este periodo de expansión económica el comercio tendrá un crecimiento
significativo cumpliendo un rol fundamental en el mercado de trabajo. En las
sucesivas páginas del Almanaque Político y de Comercio del año 1826, se dará la
ubicación de unas mil quinientas casas de comercio entre las cuales se
distinguían cerca de quinientas pulperías y un número considerable de carpinterías,
herrerías, sastrerías, sombrererías y librerías, entre otras fábricas y
comercios que se distribuían en las parroquias de la ciudad[28].
El
universo laboral se articulaba además en torno a las actividades productivas
del campo, vinculadas al mercado exterior. Las elites
comerciales se inclinaban por una alternancia del comercio de ultramar con la
producción ganadera y el financiamiento de las actividades productivas, las
que dependían en gran medida de la labor de los varones esclavizados y libres que
vivían en una significativa movilidad geográfica[29].
Como
consecuencia del impacto de las transformaciones económicas, la ciudad se había convertido en
un dinámico mercado de trabajo que atraía gentes de distintas procedencias. Cuando
se examinan las cifras de la población, se observa un
incremento significativo del número de habitantes operado en las dos últimas
décadas: de 44.731 registrados en 1810 se pasó a 58.593 en 1827. La población de la ciudad había aumentado en “términos
relativos un 36,7% durante las primeras décadas del siglo”[30].
Este crecimiento se debía en parte a la constante inmigración -ultramarina, regional y de los países
vecinos- que contenía a todo tipo de personas y trabajadores, desde criados
domésticos, aprendices, artesanos, labradores, peones, pequeños y medianos mercaderes
y hasta grandes comerciantes[31].
Se producen entonces variaciones demográficas por las
que se manifiestan además desequilibrios de índole racial y de género. Los censos coloniales dan cuenta del predominio
cuantitativo de los varones sobre las mujeres y esta disparidad se revelaba en
1810 en el conjunto de la población afroporteña en el que la cantidad de hombres por cada cien
mujeres era de 108 en l810. Hacia 1822 la tasa de masculinidad era del 91 y cuando se
desagregan los datos de acuerdo al grupo racial se advierten diferencias más
relevantes en tanto la tasa baja considerablemente para el sector pardo-moreno
que alcanza el 75 y la misma se reduce aún más si se considera la tasa de
masculinidad del grupo adulto: 97 para los blancos y 72 para el “grupo de color”. En 1827 el índice baja aún más, alcanzando solamente el
68.5, como consecuencia de la amplia movilidad, militarización y mortalidad de
la población masculina adulta[32].
Tales
cambios se suman a los operados en la década anterior cuando el gobierno
revolucionario instituyó, primero, la abolición de la trata de esclavos en 1812 y un año más
tarde la Ley de libertad de Vientres dando inicio al proceso de gradual
abolición de la esclavitud. Como consecuencia de estas transformaciones, la población afroporteña comienza
a variar el estatus legal. En 1810, mientras el sector de esclavizados
triplicaba a los descendientes libres debido al reciente dinamismo que había
adquirido la trata luego de que se abriese el comercio de esclavos a
traficantes de todas las banderas en 1791[33].
En 1826 la población libre y liberta había ganado en representación. Incluso, las
mayores posibilidades que tuvieron las mujeres de ganar un jornal, redundadaría en el incremento de las manumisiones femeninas
por autocompra[34].
Probablemente, esta situación explica el crecimiento del número de hogares
independientes que se verifica en este periodo, junto al incremento de compras de terrenos y
alquileres. Una serie de juicios civiles vinculados con
terrenos en la ciudad revelan la importancia que adquiere la vivienda en el
desenvolvimiento social de las mujeres afrodescendientes. Comprar o alquilar
una vivienda constituía un paso fundamental para formar una familia, tener un trabajo independiente
e incluso para el ascenso social[35].
Las transformaciones referidas van a tener una incidencia en el universo
del trabajo como se verá a continuación.
Trabajo urbano en el contexto de la abolición gradual
Cuando
se centra la atención en el mercado de compra y venta de personas esclavizadas,
se observa en primer lugar una demanda de mano de obra esclava, principalmente
masculina.
Probablemente, el escenario de guerra que vivía la ciudad
y la permanente militarización de la población adulta acrecentaba la necesidad y la escasez
de varones en el mercado de trabajo. Tal
situación se refleja en una mayor demanda de trabajadores varones y una mayor
oferta de trabajadoras mujeres. Precisamente, en el año 1826, como consecuencia
de la guerra contra el imperio de Brasil[36]
y también la que se libraba con los indígenas en un contexto de conflictos
fuertes en la frontera, el gobierno nacional estableció un reclutamiento
forzoso “devastador” en el único espacio que
controlaba directamente: Buenos Aires[37].
En este escenario, el “rescate” de esclavos para el ejército -que había sido clave
durante la guerra de la independencia- no podía darse de la misma manera debido
a que la esclavitud estaba disminuyendo como consecuencia de la supresión del
trafico en 1812 y a la sanción de la libertad de vientres de 1813. De modo que
el grueso del reclutamiento se hizo en esta oportunidad de modo forzoso,
recayendo sobre quienes eran llamados “vagos” por las
autoridades, es decir los trabajadores humildes[38].
La
ausencia temporal o permanente de los varones en la ciudad -sea por trabajo,
militarización o mortalidad –destacaría aún más la figura de la mujer en el
ámbito de la economía familiar y esto parecía manifestarse en la mayor oferta
de trabajo de parte de las mujeres libres. Las mujeres africanas y
afrodescendientes, como nativas y migrantes de las clases populares, se constituyeron
una potencial oferta de mano de obra femenina en la ciudad[39].
Una segunda información importante que leemos en los avisos de compra y venta de
personas esclavizadas es la permanente referencia al trabajo que realizaban. A
través de ellos observamos que tanto varones
como mujeres realizaban trabajo asalariado en beneficio de sus amos. Este fenómeno, que había
sido bastante común desde fines del siglo XVIII, les concedía cierta dependencia
del salario o del jornal de sus esclavos. Al mismo tiempo que para las personas
esclavizadas era la llave en el camino de emancipación. Como lo ha demostrado Lyman
Johnson para el periodo tardocolonial, en los contratos de trabajo de larga duración, los jornales, en
algunos casos, eran pagados directamente a los propietarios de los esclavos por
parte de los empleadores del trabajo contratado[40]. Incluso,
dicha modalidad presentaba algunas variantes. En la primera de ellas, el
propietario obligaba a su esclavo o esclava a realizar trabajo asalariado para
otro empleador y recogía aquel la totalidad o una parte de los salarios[41]. También
se puede dar la situación de aquellos/as que tomaban la iniciativa de buscar y
negociar activamente su propia contratación. De igual modo, encontramos a quienes
trabajaban voluntariamente por su salario, sea para otro empleador o para otro
esclavo. En general, la implementación de
cualquiera de estas modalidades les otorgaba a los esclavos cierto grado de
independencia en sus actividades, lo cual no implicaba considerar, como expresa el historiador van der
Linden, “ni en términos lógicos, ni en términos prácticos,
la abolición de la relación de trabajo no libre”[42].
En
un tercer plano referido a los trabajadores libres, y como se venía observando,
se verifica que la demanda es superior a la oferta. La disparidad puede estar
indicando no solo la escasez de trabajadores en la ciudad, sino también puede
aludir a otra cuestión. Como los avisos eran pagos, se puede inferir las
dificultades que tenían los sectores plebeyos para ofrecer trabajo de manera
paga. Muy probablemente fueran analfabetos, aunque quizás “leían el
diario” por conversaciones orales.
Por último, cuando se le presta atención al género, de
igual modo se comprueba una mayor demanda de trabajadores varones y una oferta más acentuada de parte de las mujeres
afrodescendientes libres. Una tendencia semiliar se verifica
en el caso de la mano de obra libre en condición de conchabo que aparece de
manera recurrente en la fuente[43].
Esta modalidad es muy común tanto para los varones como para las mujeres. La
fuente es indicativa del modo en que los propietarios/as y patrones/as intentaban
reorganizar las relaciones de trabajo a través de este mecanismo. Claramente,
este no es un camino de una sola vía, en tanto varones como mujeres libres ofrecían
trabajo en estas condiciones, lo que parecería indicar un recurso precarizado y
de supervivencia para aminorar la incertidumbre laboral durante la gradual
abolición.
Acerca de los trabajadores esclavizados y libres
Los
anuncios que refieren a la compra y venta de varones esclavizados son
recurrentes en el periódico y exhiben una variedad de modalidades y
experiencias de trabajo[44].
En
varias de ellos se solicita comprar esclavos a cambio de ofrecerles un estímulo
positivo para alcanzar la libertad, lo cual indicaría que la mano de obra
esclava era todavía una forma segura de fijar trabajadores en un tiempo
determinado. Los periodos exigidos antes de la libertad variaban y a diferencia
de la categoría de liberto, por caso, que ofrecía una libertad potencial de
parte del Estado, aquí serían los mismos propietarios quienes brindaban la
posibilidad de una esclavitud limitada. El condicionamiento de buen
comportamiento: “si se comporta como debe”, “si no tiene vicios”, “que sean de buena
conducta” que se repite en la fuente aparece como un recurso de
disciplinamiento y control para el trabajador esclavizado. El límite de años
que se ofrece para alcanzar la libertad muy probablemente dependiese menos del
comportamiento de aquellos que de las condiciones y estado del propietario.
Se desea comprar cocinero que no tenga
vicios y se le dará la libertad después de seis años de buena conducta. Ocúrrase
en la calle Estados Unidos, 154, detrás de los ejercicios[45]
Se necesita comprar 5 o 6 negros de edad de
20 a 30 años para trabajar en una fábrica de sebo en la calle larga de Barracas
y a quienes se dará la libertad dentro de 4 años siempre que su conducta sea
buena y el servicio favorable. El que quiera venderlos
ocurra a la calle Belgrano 66[46]
Otro
aviso denominado “Venta en acción” revela la progresiva
incorporación de una cláusula en el cual indirectamente el trabajo era tasado y
luego descontado en cuotas dando lugar a una especie de “coartación
por servicios” y el afianzamiento de un cariz contractual entre el
amo-esclavo[47].
Estos
anuncios permiten constatar los diversos tipos de manumisiones que se daban en
estos años: pagas, graciosas, condicionales, contratadas. En estas tres últimas
los amos buscaban prolongar nuevas formas de dependencia, en las que las
promesas de libertad y el revocamiento de las mismas jugaban un papel
importante[48].
Los referidos contratos, que son diferentes a las obligacions como se verá más
adelante, exponen una activa negociación llevada adelante entre unos y otros al
tiempo que revelan una valorización del salario por parte de los esclavizados. Podría
ser el caso del siguiente anuncio : “Se ofrece un criado que
debe servir como esclavo durante cuatro años y 2 meses para pagar su libertad,
es joven, sano y sin vicios, entiende de trabajo de campo y también cochero de
la ciudad”[49].
¿Cuáles eran las ocupaciones que leemos en los avisos
de compra y venta de esclavos? Si bien son variadas las actividades dentro del
amplio rubro de trabajos, el servicio doméstico ocupa un lugar importante en el
conjunto, como lo serían además las tareas dedicadas al campo. En el primer
caso, la diversidad de ocupaciones domésticas a cargo de los varones afrodescendientes,
sugiere, tal como lo
ha señalado Tomás Guzmán, una concentración de la mano de obra esclava en esta
área laboral perdiendo fuerza en los sectores más productivos y dinámicos de la
economía[50].
En
la prensa se publica una variedad de ocupaciones
Un hombre soltero desea comprar un criado
negro o pardo que no tenga vicios y le ofrece la libertad a los 4 o 6 años
según su conducta a sus servicios y le dará la carta de libertad, reconquista
147[51].
Se desea comprar o conchabar para el servicio de hombres solos,
si son esclavos se les ofrece darle la libertad en pocos años (teniendo un buen
comportamiento) y si es libre se le dará 25 pesos mensuales. Calle de la Plata
n ° 202 [52].
Un nutrido
contingente de migrantes europeos que habitaban la ciudad - franceses,
alemanes, británicos, italianos- explica la reiterada demanda de criados y
sirvientes masculinos[53].
En algunos casos se detallan las tareas y en otros se generalizan con la expresión
“todo servicio”, “para el
servicio de adentro”, “para cualquier servicio”,
“para el servicio interior”, que
contenían una variedad de actividades vinculadas con el mantenimiento de los espacios
domésticos y la asistencia a familias e individuos. Se observa que la demanda y
oferta del servicio doméstico aparece bajo las tres modalidades de trabajo:
esclavo, libre y conchabado. Asear las
viviendas, lavar y planchar la ropa, atender la mesa, comprar los alimentos,
cuidar a personas y demás bienes de uso cotidiano formaban parte de los servicios
domésticos más requeridos. En algunos casos se elevaba la capacidad a la
categoría “oficios” destacándose la demanda principalmente
de cocineros
Para una casa inglesa se necesita un
conchabado cocinero que tenga buenas recomendaciones. En esta imprenta se dará
información[54]
Se necesita
cocinero, sea extranjero, del país o esclavo a quien se le harán propuestas
sobre su libertad[55].
Se necesita un criado que sea regular
cocinero para una corta familia, bien sea libre o esclavo para conchabarlo o
comprarlo con la inteligencia que si es con chabado se lo tratatará y pagará
bien si se lo merece y si es comprado se le ofrece la libertad a cinco años y buen
trato si se comporta como debe. En la calle Chacabuco 15[56]
En
segundo lugar, se ubican las actividades asociadas con el campo[57].
Como lo ha demostrado la fructífera bibliografía sobre el tema, aquí se
confirma la importancia de la mano de obra esclava en las unidades de
producción agraria y la coexistencia en las mismas unidades de muy diversos
tipos de trabajadores: libres, esclavos y conchabados, insertos a su vez en
diferentes y variadas relaciones de producción[58].
Si bien algunos avisos corroboran el uso de mano de obra esclava en las
actividades agrícolas de cercanías “para trabajar en una
quinta” o “para trabajar en chacra”
en el conjunto prevalecen los anuncios vinculados más específicamente con las
tareas de campo, de estancias. Así lo sugieren una serie de expresiones: “útil para estancia”, “propio para campo”, “sepa cuidar caballos”,
“buen jinete”, “buen
domador”. Para ambos casos la solicitud es la siguiente:
Se compra algún negro que entienda algo de
quintas para ser destinado a una quinta inmediata y se le hará un partido para
lograr la libertad. Reconquista 147[59].
Se vende un criado de 16 años, apto para el
servicio de campo. Sin ninguna enfermedad[60].
Se compra criado de campo que sea jinete y
sepa de caballos[61]
En la calle de la Independencia en 115 se
vende un mulato que sea buen domador y bueno para servicio de estancia, aunque
no dé buenas condiciones[62]
Se vende un negro para estancia con calidad
de que se debe destinar o para la Banda Oriental o Entre Ríos. en la calle
Piedad 120[63].
En este caso, debido a que la base
de datos solo registra los anuncios de 1827, no se puede realizar un análisis
de la estacionalidad de la mano de obra vinculada con el amplio calendario que
ocupaba la ganadería y la agricultura[64].
Pero sí se pueden reconocer las diferentes modalidades que presenta la demanda de
trabajadores esclavizados vinculados con las tareas de campo. Estas iban desde el
trueque por ganado hasta la compra y venta de lotes de esclavos. En algunos
casos era un contratista el encargado de reclutar a los trabajadores para luego
entregarlos al empleador.
Se solicitan 20 esclavos para conchabar, a
los que se les proporcionará trabajo durante el invierno proporcionándoles buen
sueldo. En la imprenta darán razón del sujeto que los quiere[65]
Se venden a cambio de ganado vacuno, cuatro
o seis esclavos sin vicios[66]
Se desea comprar 3 o 4 esclavos de 13 a 18
años a cambio de ganado vacuno. Recurrir a Potosí 39[67]
Una particularidad que surge de la fuente es la
combinación de las actividades de campo con otros trabajos u oficios, la cual sugiere
dos posibilidades. Primero, una dinámica laboral que se movía de acuerdo a los
ciclos productivos y a los ciclos de trabajo urbano. Segundo, una búsqueda de
ampliar la oferta de parte de los propietarios: en cuanto más variada era esta,
mayores las posibilidades que tenían de vender o conchabar esclavos. Veamos
estos ejemplos: “Se vende un esclavo en la calle de Potosí
203, entiende de trabajo de campo y también tiene conocimientos de panadería”[68]/“Se vende un moreno de
campo, panadero y cochero. Hablar con su amo en la calle del Parque 121”[69].
El
tercer grupo de clasificados, se refiere a los trabajadores libres, calificados
y semicalificados. Estos anuncios dan cuenta de la expansión y del consumo de
la ciudad. La presencia de un mercado consumidor en crecimiento parece
desprenderse de la demanda y oferta de proveedores de bienes y servicios, como
zapateros, sombrereros, sastres, panaderos; asimismo, algún chocolatero, dulcero, barbero
tintorero, herrero, botero. ¿Qué actividades elegir para ofrecer en el mercado? Cada anuncio de
oferta de trabajo constituye sin duda una opción entre las alternativas
posibles. Se observan algunos casos de trabajadores
que ofrecen emplearse en un
oficio/servicio en particular y otros que manifiestan preferencia por dos o
tres ocupaciones diferentes como “propio para el servicio
de una estancia y sastre”, “cocinero, zapatero y dulcero”; “entiende de
trabajo de campo y cochero en la ciudad”. Como explica Francisco Abarca para el caso de México, optar entre una o
varias posibilidades significaba sopesar con cuáles de ellas podían
incorporarse mejor en el mercado laboral. En estos ejemplos se hace referencia
a los trabajadores libres, a diferencia del apartado anterior en el que serían los
propietarios quienes establecerían el rango de actividades y las habilidades del esclavizado[70].
La
variabilidad de la oferta aparece vinculada también con el trabajo ocasional, es decir un
trabajo ejercido temporariamente y no de forma continua. Esta modalidad se
utilizaba especialmente en la agricultura y en el trabajo artesanal- en el
sentido de que eran realizadas durante
un periodo del año o durante una etapa en la vida del trabajador. El flujo constante de varones migrantes desde el interior agrícola, que se
movían atraídos hacia la región de explotación rural, nos hace presumir una estadía
en la ciudad durante el periodo de tiempo en el que contraía la actividad
rural. En estos casos, la capital podía ofrecer un medio de subsistencia
alternativo a los trabajos de campo, en tanto la obra pública y la organización
de los servicios municipales de limpieza y alcantarillado requerían también de
numerosos trabajadores durante gran parte del año[71].
Sería el caso del siguiente aviso: “En la calle de la Paz,
140 se desea conchabar diez o doce hombres para el zanjeo de un terreno de
grandes extensiones sobre el río Barrancas”[72].
La imagen de movilidad
y de flujo entre la ciudad y la campaña aparece complementaria con la
diversidad de procedencias y jerarquías raciales que se observa en los avisos.
La persistencia de un lenguaje racial en circulación, como nos muestra el uso
permanente de las categorías de mulato, pardo, negro, moreno, recurrentes en
los avisos, demuestra la operatividad de las mismas en un mercado de trabajo
caracterizado por una gran heterogeneidad y jerarquía de orígenes, colores y actividades
Se necesita un hombre blanco para el
servicio de una casa con la inteligencia que debe acreditar un buen
comportamiento y honradez. Ubicado en Charcas 111[73]
Se necesitan dos criados para el servicio de
una casa de familia, bien sean blancos o pardos siendo de buena conducta[74]
En la confitería del templo del amor se necesitan dos mozos sean blancos o
mulatos para aprendices confiteros y de buena conducta[75]
Algunos
datos que ofrecen las grillas censales nos permiten registrar las actividades
laborales de la población. En 1827 se realizó uno de los censos de población más
completos, porque además de registrar la actividad laboral, incluía datos sobre
la calidad racial, condición legal, origen y ubicación espacial de los sujetos[76].
Tenemos el caso del cuartel 20, en la parroquia de la Purísima Concepción, que en
un conjunto de 41 varones africanos y afrodescendientes, 30 de ellos declaran
oficios o servicios. En este relevamiento se observó que los varones afrodescendientes
libres tenían una diversidad de actividades y oficios, como albañiles,
changadores, labradores, cocineros, panaderos, jornaleros, zapateros, plateros,
barberos, escoberos, faroleros y horneros. En constraste los hombres
identificados como blancos en el mismo cuartel trabajaban principalmente en
comercios, pulperías y en el área de educación[77].
Otra
información obtenida sobre el universo de trabajo masculino durante la gradual
abolición proviene de la lectura de los contratos de obligaciones que revelan las
negociaciones que llevaron adelante los varones afrodescendientes.Como ya se
anticipó, para firmar estos contratos, la condición de libertad era el punto de
partida. Los esclavos debían encontrar a alguien que les adelantase el dinero
para manumitirse y luego realizar durante varios años una serie de servicios
convenientemente estipulados. Estas obligaciones les brindaban mayores
garantías y oportunidades que las libertades condicionales u “ofertas de libertad”, ofrecidas en los anuncios anteriores,
que podían ser revocadas por los amos en cualquier momento con el argumento de
que los esclavos no habían cumplido con las condiciones de “buen
servicio” o “buena conducta”.
Las obligaciones variaban en cuanto a su duración, que solían ser entre seis y
siete años y se negociaban entre las partes involucradas.
Dos
ejemplos incluyen a Franciso, un moreno que firmó el contrato el 8 de marzo para
trabajar durante siete años a favor de Rafael Méndez por un préstamo de 250
pesos[78]
y a Manuel, un moreno libre que firmó una obligación por seis años para prestar
sus servicios a Antonio Lynch quien le había prestado 289 pesos para comprar su
libertad[79].
Estos contratos muestran la necesidad de construir certezas y garantizar la subsistencia de
las personas esclavizadas y recientemente emancipadas; asi como para los
propietarios, patrones y benefactores en un universo de trabajo marcado por la escasez
de trabajadores, la erosion gradual de la esclavitud y la precariedad de la
libertad.
Acerca de las mujeres trabajadoras, esclavizadas y
libres
La
escasez de mano de obra masculina abrirá nuevos espacios para las mujeres africanas
y afrodescendientes libres en el mercado de trabajo urbano. No obstante, poco
conocemos sobre el trabajo femenino, debido a que las distintas fuentes son esquivas
al momento de registrarlo. Tal situación se puede corroborar en las planillas
del Censo de 1827, anteriormente referido, en las cuales solo
encontramos unas cuantas mujeres de ascendencia africana que declaran oficios o
que les asignan actividades laborales. Si
tomarámos solamente esta fuente para analizar la diversidad de trabajos
realizados por mujeres africanas y afrodescendientes libres el resultado sería
exiguo. En la manzana ubicada en el cuartel 20 de la parroquia de la
Concepción, en un conjunto de 59 mujeres de ascendencia africana, clasificadas
como morenas y pardas, solo 15 de ellas declaran algún trabajo[80].
Entre ellas, hay varias lavanderas y algunas pasteleras y cocineras; también
una ama de leche, partera y achuradora[81].
En
contraste, en los avisos revisados en la GM, se verifica una mayor variedad de
trabajos realizados por las mujeres esclavizadas y libres. Mayoritariamente
aparece el servicio de ama de leche y el de domésticas /criadas. También hay algunas
planchadoras, lavanderas, cocineras, costureras, cuidadoras de niños. A
diferencia de los varones, se constata en este caso una presencia dominante en
el área de servicios y un registro muy bajo en los oficios semicalificados.
En un conjunto de 120
avisos concernientes a domésticas, criadas y “todo
servicio”, casi la totalidad representa a mujeres esclavizadas, en
el cual las tres cuartas parte se ofrece para la venta y el restante para la
compra[82].
La fuente señala una amplitud de tareas requeridas u ofrecidas en el servicio
doméstico; éstas podían ser una o varias. Algunas de estas actividades, incluso,
se demandan u ofrecen como “oficios” como
sería el caso más destacado de las cocineras o planchadoras.
Se necesita una criada planchadora y cocinera a quien quiera se le
harán partidos ventajosos, sea libre o esclava en la misma casa[83]
Se vende mulata, sabe coser, bordar, planchar y medio cortar en 500
pesos[84]
Se necesita comprar una criada
como de 40 años que sepa cocinar para el servicio de un hombre solo, siendo de
buenas circunstancias se le dará en breve tiempo la libertad[85]
Entre las mujeres libres hay un número significativo
de anuncios que solicitan u ofrecen el servicio de ama de leche (hay una cierta paridad entre la
oferta y la demanda)[86].
Incluso, también encontramos 48 esclavizadas que en los anuncios de compra y
venta declaran ser amas de leche[87].
Este servicio presenta una importante connotación de género, dado que solo podía
ser realizado por mujeres y estaba asociado a un estado fisiológico particular.
Es por ello que no resulta extraño encontrar las reiteradas referencias a la
situación familiar que transitaba el ama de leche.
El que necesite un ama de leche recién
parida, ocurra a la calle de Belgrano 172[88]
Se necesita ama de leche entera para comprar
o conchabar sin cría. En la calle de la Plata 39[89]
En la calle de Cangallo n 92 se necesita una
“criada” con leche y de buenos sentimientos y sin vicios y se hará un buen partido
para conseguir la libertad[90]
El análisis de la fuente demuestra que el servicio de
ama de leche fue un recurso tanto para las mujeres esclavizadas como libres que
buscaban insertarse en el mercado del trabajo. En general ofrecían o demandaban
el servicio en la condición de conchabadas.
Una morena ama de leche desea conchabarse,
El que quiere verse con Carlos el sacristán de la Catedral[91]
Se desea conchabar una ama de leche, Calle
del Parque 79[92]
Un ama de leche desea conchabarse. Concurrir
a la calle Perú 25 en la tienda de Cueto. Es de buen genio ideal para ama[93]
Se necesita comprar o conchabar una ama de
leche para un niño. Suipacha 163[94]
También fue un servicio muy importante en las instituciones públicas, como
hospitales y casas de huérfanas. El Almanaque de Comercio publicado en 1826
ofrece una rica información acerca del establecimiento de niños expósitos y la
modalidad que asumía la lactancia asalariada. De acuerdo a la publicación, durante ese año se les había efectuado el pago a un
número que oscila entre 225 y 250 amas de leche que cuidaban niños de leche
entera y despecho todos los meses[95].
Estas llevaban a los niños a sus viviendas para amamantarlos y debían
presentarse los días 10 de cada mes para cobrar y para que los niños fuesen
examinados en su estado general. De modo que los infantes huérfanos se criaban
fuera de la casa de expósitos hasta la edad de 4 años, momento en el cual el
estado dejaba de suministrarles alimentos y los entregaba a familias para que
se les proporcionase educación, o se los dejaba a las mismas amas que los
criaban[96].
Las dos actividades principales,
demandadas y ofrecidas, hacia y por las mujeres negras, presentan una
connotación de género y racialización que persiste en el tiempo. En el primer
caso, la sobrerrepresentación de las mujeres de ascendencia africana en el área
de servicios y su vinculación de
la misma con la esclavitud, contribuyó a la constitución de una “domesticidad republicana” de larga duración, que asociaba a
las mujeres negras con el obligado servicio hacia los otros como críadas o
domésticas[97].
En el caso de las amas de leche, la “lactancia asalariada” se articulaba de una manera
concluyente con la familia, la maternidad, el ciclo vital y la racialidad[98]. Esta intersección explica el escenario
común de las trabajadoras madres sin sus hijos que encontramos reiteradamente
en los avisos. Podía suceder que el niño fuera separado de la madre al nacer,
muerto en el parto o entregado a terceros.
Dicha articulación se
constata también en los contratos de obligaciones, en los cuales también hay
una vinculación de las mujeres morenas y pardas con los servicios de cuidado y maternidad.
En estos casos, las mujeres esclavizadas asumían préstamos con terceras
personas y se comprometían a realizar una serie de trabajos para saldar la
deuda. Un primer caso es el de Petrona,
morena libre, quien compró su libertad en 340 pesos y se obliga con Dorotea
Gonzalez de Pavón, a realizar servicios por el término de un número indefinido
de años [esta en blanco la cantidad de años][99].
La falta de ese dato podía luego generar una servilización de por vida. En ese
mismo año, la morena María del Carmen firma una obligación con Saturnino Unzue
a través de la cual se comprometía a seguir criando al niño a su cuidado hasta
cubrir los 220 pesos del préstamo. En este caso no se especifica los años sino
la remuneración en relación con la deuda[100].
Una tercera obligación involucraba
a la parda libre Eugenia y a
sus dos hijas menores: Dorotea y Severina, con Jose Echeverría[101].
Eugenia logró un préstamo de 650 y se comprometía a brindar los siguientes
servicios: Dominga como cocinera y Severina como mucama recibirían un salario
de 10 pesos mensuales hasta tanto se satisfaciera la deuda. Por su parte, el
prestamista, debía darles un buen trato y a dispensarles educación. En este
caso, como se trataba de menores de edad, intervino el defensor de menores.
En
estos contratos, a diferencia de los convenios de esclavitud condicional estaba
el propósito de realizar acciones que solo podían realizar las personas libres.
¿Cuáles eran estas acciones? Cuando Mercedes Salas le otorga a la libertad a su
“criada” Vicenta tras el pago 104 pesos especificaba muy claramente
el alcance de vivir en libertad. De parte de la propietaria significaba
renunciar “a los derechos de dominio y señorío y derechos de
patronato que sobre ella tenía los mismos que trasmite a su favor”:
mientras que la ex esclava “podía testar, comprar,
vender, cambiar y enajenar, según su parecer y juicio y practique todos los
actos permitidos a los que nacieron libres”[102].
Los referidos acuerdos,
así como los que refieren los anuncios de la GM e incluso en el expediente
judicial con el que iniciamos este texto, revelan la capacidad que tenían las
mujeres de ganar un salario y
emanciparse en la ciudad. Los patrones de género
en los estudios de manumisión, que fueron comunes también en otras partes de
América Latina, sugieren una activa participación de parte de las mujeres
esclavizadas en la economía de mercado[103].
Repasemos la declaración de Nicolasa
planteada al principio de este texto, que introduce la investigación en el universo del trabajo urbano de las
personas afrodescendientes durante la gradual
abolición de la esclavitud[104]. En la demanda civil que realizó
contra su amo revela una diversificación de actividades -mayormente no
registradas en otras fuentes- que realizaban las mujeres negras en las
viviendas y en la calle, donde trabajaban sin horarios, sin contrato y
ocasionalmente, actividades difíciles de medir y de cuantificar,
como sucedía con las labores femeninas[105].
Nicolasa
demostraba que una misma persona podía desarrollar diversas estrategias
laborales de manera simultánea, lo que le permitiría lograr un ingreso
inmedianto. En el expediente exponía
tener muy pocas horas de sueño, tan solo 3 o 4, por las múltiples actividades que
realizaba a lo largo del día tanto en la vivienda como fuera de ella. De
acuerdo a su declaración, que fue avalada por los varios testigos, recaían en
esta mujer las tareas de limpieza, la preparación de alimentos, el planchado de ropa y también cocinaba
amasijos diarios de facturas vendibles a sesenta o setenta pesos. Asimismo,
fabricaba velas para al consumo de la vivienda y para vender en las calles.
Como lo explicaba en el escrito judicial, a raíz del trabajo que realizaba a lo
largo del día, terminaba muy tarde a la noche y luego debía levantarse a las 4
de la mañana para iniciar los trabajos diarios[106].
De acuerdo al expediente, las opciones que tenían estas mujeres
para obtener ingresos era alquilando su fuerza de trabajo como conchabadas en
el área de servicios y/o como vendedoras de su producción en el mercado. En
este contexto, la complementación de trabajos permitió a Nicolasa comprear su
libertad y lograr el reconocimiento de una sobrante de 160 pesos por las tareas
realizadas en conchabo en la vivienda y en la calle.
La intersección del género y la
racialización se evidencia en las actividades principales ofrecidas y
demandadas por las mujeres negras. Esta situación se constata en los contratos
de obligaciones, los acuerdos de liberación y en la forma en que las mujeres
negras diversificaban sus actividades para obtener ingresos, lograr su
emancipación y sobrevivir en libertad.
Algunos entrecruzamientos a modo de conclusiones
A modo de resumen, la investigación destaca la necesidad de intensificar
el dialogo entre dos campos historiográficos que no siempre lo han hecho. Me
refiero al campo que estudia la esclavitud –y la abolición- como al campo de la
historia social del trabajo. El reclamo judicial por Nicolasa revela la intersección
entre estos campos en términos de género, ya que la capacidad para comprar la
libertad estaba en directa relación con la posibilidad de generar un peculio. Los
conflictos que plantea la manumisión de la esclava, la intervención y derechos
de terceros, los arreglos informales que no quedaban registrados, la
servilización y la violencia forman parte asimismo de las estrategias y de las prácticas
vinculadas con el acceso de la libertad.
El examen
del universo de trabajo a través de los avisos en la prensa ilumina el proceso
de erosión paulatina de la esclavitud en el contexto local, aunque se confirma que durante el periodo de estudio la mano de obra esclavizada seguía
siendo necesaria y que el reclutamiento de esclavos era la forma más segura de
fijar trabajadores en un tiempo duradero. No obstante, el mayor número de
anuncios de venta sobre la compra estaría sugiriendo un cambio paulatino en las
condiciones de los trabajadores en situación de esclavitud.
Es este contexto
local y regional, en el que la palabra “libertad”
saturaba el discurso político, la posesión de mano de obra esclavizada
significaba correr con nuevos riesgos y costos. A los ya conocidos de
manutención -que incluían no solo alimentos sino también ropa y alojamiento- se
sumaban ahora los de la productividad perdida vinculada a las fugas, la mayor resistencia
a la autoridad, el cimarronaje e incluso a la amenaza de la violencia
individual y/o colectiva que se irá acrecentando a medida que se avanzaba hacia
la abolición[107]. Se trataba
de factores de orden no económico que el propietario debía tener en
consideración y que fueron transformando la
naturaleza de la esclavitud. Como sostiene el
historiador Ricardo Salvatore, esta se convirtió “en un
conjunto de obligaciones contractuales que se asemejaban al trabajo asalariado,
debilitándola como una institución de control laboral”[108].
El
conchabo, en este sentido, explica la transición en tanto se transfiere a un
tercero empleador parte de los costos del sector de esclavos y los riesgos y
amenazas pasaban a ser compartidos. La extensión de esta modalidad de trabajo aparece
como una de las opciones más utilizadas a medida que se agudiza la escasez de
mano de obra agravada en las dos últimas décadas por la ausencia temporal o
permanente de la población masculina adulta. Tales circunstancias y la
incertidumbre frente a los cambios, tanto de parte de los antiguos propietarios
y patrones como por parte de los trabajadores, impusieron contratos de trabajos
coercitivos en los que se intentaba mantener la subordinación y servilización de
los mismos. En el caso de la obligaciones, pese a tener el estatus jurídico de
libres, los trabajadores mantenían condiciones laborales cercanas a la
esclavitud, aunque se les permitía acceder a algunos bienes o acciones que solo
podían realizar las personas libres[109]. Para varones
y mujeres afrodescendientes estos mecanismos de subsistencia parecen haber sido
también, como lo explica Marcel van der Linden, una manera de supervivencia en
la situación de inseguridad que se les presentaba[110].
De modo
que la libertad jurídica no necesariamente se vinculaba a relaciones
de trabajo “libre” y asalariadas, sino a una
diversidad de trabajos compulsivos, precarios y racializados que involucraba
tanto a varones como a mujeres y niños. Asimismo, se confirma una valorización
del salario/jornal por parte de los esclavizados y esclavizadas. Por
consiguiente, la investigación problematiza y discute la diferencia binaria de
esclavitud y libertad en tanto se advierten amplias y complejas zonas grises
repletas de posiciones transicionales y de ambigüedad entre los trabajadores
libres y el sector de esclavos. Estas ambigüedades se observan además en la
importancia que adquieren otra serie de expresiones
portadoras de contenido racial. Como expresa Paulina Alberto “términos como criado y
conchabado parecen
significar, formas de trabajo mal definidas, parcialmente remuneradas o
parcialmente coaccionadas[111].
Finalmente,
se destaca la importancia del factor género en el análisis del universo de
trabajo, en tanto las mujeres negras toleraron una mercantilización del trabajo
de subsistencia más que los varones. Fueron ellas las que llevaron adelante
trabajos íntimamente asociados con la esclavitud que continuaron en existencia
más allá del sistema formal de erosión de la misma.
Buenos Aires, 1827.
Trabajo y mercado de esclavos según el género
MODALIDAD
TRABAJO |
GÉNERO |
||||
Varón |
% |
Mujer |
% |
TOTAL |
|
Esclavo/a
vende |
141 |
51% |
137 |
49% |
278 |
Esclavo/a
compra |
108 |
64% |
60 |
36% |
168 |
Esclavo/a
ofrece |
2 |
50% |
2 |
50% |
4 |
Esclavo/a
Demanda |
46 |
76.5% |
18 |
30% |
64 |
Libre Ofrece |
8 |
50,5% |
7 |
49.5% |
15 |
Libre Demanda |
79 |
52% |
73 |
48% |
152 |
Conchabado/a
ofrece |
23 |
38% |
38 |
62% |
61 |
Conchabado/a
demanda |
23 |
70% |
10 |
30% |
33 |
TOTAL |
430 |
55.5% |
345 |
44.5% |
775 |
Fuente.
Elaboración propia. Total avisos de la Gaceta Mercantil, 755.
Buenos Aires, 1827.
Varones. Trabajo y mercado de esclavos
VARONES |
Domestico/ criado |
Trabajo de campo |
Cocinero |
Cochero |
Sin datos |
Sastre |
Sombrerero |
Zapatero |
T/ servicio |
Otros* |
TOTAL |
Esclavo Vende |
16 |
30 |
13 |
8 |
18 |
5 |
4 |
15 |
32 |
5 |
141 |
Esclavo Compra |
18 |
37 |
13 |
8 |
24 |
- |
4 |
1 |
3 |
- |
108 |
Esclavo Ofrece |
1 |
1 |
- |
- |
- |
- |
- |
. |
- |
- |
2 |
Esclavo demanda |
10 |
22 |
4 |
7 |
|
- |
- |
- |
3 |
- |
46 |
Libre Ofrece |
2 |
1- |
|
1 |
3 |
- |
- |
- |
1 |
|
8 |
Libre Demanda |
15 |
17 |
26 |
3 |
11 |
- |
- |
1 |
2 |
4 |
79 |
Conchabado ofrece |
2 |
16 |
2 |
2 |
1 |
- |
- |
- |
- |
- |
23 |
Conchabado demanda |
1 |
12 |
2 |
- |
1 |
- |
1 |
- |
1 |
5 |
23 |
TOTAL |
65 |
136 |
60 |
29 |
58 |
5 |
9 |
17 |
42 |
14 |
430 |
Fuente. Elaboración propia. Total
de avisos de la Gaceta Mercantil: 430. En la categoría “Otros” se incluye
algunas actividades artesanales u oficias con baja representación. Entre los
esclavos, por ejemplo, tenemos chocolatero, dulcero, barbero tintorero, botero;
entre los varones libres encontramos demanda u oferta para el despacho de velas
de molde, jardinero, quintero, peón/jornalero.
Buenos Aires, 1827.
Mujeres. Trabajo y Mercado de esclavas
MUJERES |
Ama de leche |
Doméstica /criada |
Costurera |
Cocinera |
Cuidado de niños |
Otros+ |
Todo servicio |
TOTAL |
Esclava Vende |
20 |
51 |
2 |
4 |
2 |
34 |
24 |
137 |
Esclava Compra |
19 |
23 |
1 |
5 |
2 |
9 |
1 |
60 |
Esclava
ofrece |
2 |
- |
- |
|
- |
- |
- |
2 |
Esclava demanda |
7 |
2 |
2 |
7 |
- |
- |
- |
18 |
Libre ofrece |
6 |
- |
- |
1 |
- |
- |
- |
7 |
Libre demanda |
28 |
11 |
2 |
14 |
5 |
10 |
3 |
73 |
Conchabada
ofrece |
34 |
3 |
- |
- |
- |
- |
1 |
38 |
Conchabada
demanda |
9 |
1 |
- |
- |
- |
- |
- |
10 |
TOTAL |
125 |
91 |
5 |
31 |
9 |
56 |
29 |
345 |
Fuente: Elaboración propia. Total avisos de
la Gaceta Mercantil: 345. En la categoría “otros”, hay muy pocos datos cuando
se trata de venta, no así en el rubro libre demanda que incluye servicios de
lavandera, dependiente o cuidadora de personas mayores.
[1] Archivo
General de la Nación (en adelante AGN), Tribunal Civil, Letra T, Legajo 7, Melchor Taboada sobre
la libertad de su esposa Nicolasa contra Don Pastor Frías, 1828-1830.
[2] AGN,Tribunal Civil, Letra T, Legajo 7, años 1828-1830, Melchor Taboada, Foja 39.
[3]
AGN,Tribunal Civil, Letra T, Legajo 7,
años 1828-1830, Melchor Taboada, Foja 40.
[4]
AGN, Tribunal Civil, Letra T, Legajo 7, años 1828-1830, Melchor Taboada, Foja
70
[5]
La elección del año 1827 se vincula principalmente con dos fuentes muy ricas y
con potencial para la continuidad de esta investigación. Me refiero al Censo
municipal de 1827 cuyo original se encuentra completo en el AGN y a la
publicación del Almanaque político y de comercio de la
ciudad de Buenos Aires del año 1826. Ambas
fuentes aportan para estos años una gran cantidad de información demográfica,
social, económica, cultural y de género, entre otras posibilidades.
[6] Alberto Paulina (2020), “Liberta por oficio: negociando los términos del trabajo
libre en Buenos Aires en el contexto de la abolición gradual, 1820-1830”, en
Guzmán, Florencia y Ghidoli, María de Lourdes,
El asedio a la libertad. Abolición y posabolición de la esclavitud en el Cono
Sur, Buenos Aires, Editorial Biblos,
pp. 75-118.
[7]
Remito a dos recientes libros que abordan el proceso de esclavitud y abolición
en la Argentina y en el Cono Sur: Guzmán,
Florencia y Ghidoli, María de Lourdes, 2020, Ob.Cit.;
Candioti, Magdalena (2021), Una
esclavitud de la emancipación negra. Esclavitud y abolición en la Argentina, Buenos
Aires, Siglo XXI. Véase, además: Mallo, Silvia y Telesca Ignacio (2010), Negros de la Patria: los afrodescendientes en las luchas por la independencia
en el antiguo Virreinato del Río de la Plata, Buenos Aires, SB; Borucki, Alex (2017), De compañeros de barco a camaradas de armas: identidades negras en el
Río de la Plata, 1760-1860, Buenos Aires, Prometeo.
[8] Guzmán, Florencia y Ghidoli, María de Lourdes (2020),
“La mediación de la raza: complejidades y matices del binomio
esclavización-libertad”, en Guzmán Florencia, y Ghidoli, María
de Lourdes, Ob. Cit., pp. 23-40.
[9] Sobre
la fructífera bibliográfica producida en Brasil, remito al estudio de Popinigis,
Fabiane y Cruz Terra, Paula (2019), “Historiografía da escravidao e do trabalho
e no Brasil: avancos e desafíos, en, Rossana Barragán Romano (coord. y comp.). Trabajos y trabajadores en América Latina (siglos XVI-XXI),
La Paz, Centro de Investigaciones
Sociales, pp. 123-148.
[11] Alberto, Paulina, 2020, Ob.
Cit., pp. 75-118.
[12] Por ejemplo, Scott, Rebecca J. (2017), “Social Facts, Legal
Fictions, and the Attribution of Slave Status: The Puzzle of Prescription”, Law and History Review, vol. 35, pp. 9–30; de la Fuente,
Alejandro (2007), “Slaves and the Creation of Legal Rights in Cuba: Coartación
and Papel”, Hispanic American Historical
Review, vol. 87, n° 4, pp. 659–92; Espada Lima, Henrique (2009),
“Freedom, Precariousness, and the Law: Freed Persons Contracting Out Their
Labour in Nineteenth-Century Brazil”, International
Review of Social History,
vol. 54, n° 3, p. 391; Chalhoub, Sidney (2011), “The Precariousness of Freedom
in a Slave Society (Brazil in the Nineteenth Century)”, International Review of Social History, vol. 56, n° 3, p. 409.
[13] Una síntesis de la
historiografía producida en esos años se puede leer en: Fradkin, Raúl, “Estudio
preliminar. De síntomas e interpelaciones”, en Guzmán, Florencia y Ghidoli,
María de Lourdes, 2020, Ob.Cit., pp.
9-22. En el conjunto de una amplia bibliografía referida a la mano de obra en
la campaña bonaerense se destacan los siguientes libros: Amaral, Samuel, 1998, The Rise of Capitalismon te Pampas. The Estancias of Buenos Aires,
1785-1870, Cambridge, Cambridge University Press; Garavaglia, Juan
Carlos (1999), Pastores y labradores de Buenos Aires. Una
historia agraria de la campaña bonaerense, 1700-1830, Buenos Aires,
Ediciones de la Flor/IEHS/Universidad Pablo de Olavide; Gelman, Jorge (1998), Campesinos y estancieros. Una región del Río de la Plata a fines de la
época colonial, Buenos Aires, Editorial Los Libros del Riel; Mayo,
Carlos (comp.), 1994, La historia agraria del
interior. Haciendas jesuíticas de Córdoba y el Noroeste, Buenos
Aires, CEAL; Mayo, Carlos (1995), Estancia y sociedad en la pampa, 1740-1820, Buenos Aires,
Biblos; Fradkin, Raúl (comp.), 1993, La historia agraria del
Río de la Plata colonial. Los establecimientos productivos, vol. I y II, Buenos Aires, CEAL; Salvatore D.
Ricardo (2018), Paisanos itinerantes: Orden estatal y
experiencia subalterna en Buenos Aires durante la era de Rosas. Buenos
Aires, Prometeo: Salvatore D. Ricardo (2020), La
Confederación Argentina y sus Subalternos: Integración Estatal, Política y
Derechos en el Buenos Aires Posindependiente (1820-1860), Buenos
Aires, Centro de Investigaciones Diego Barros Arana; Szuchman, Mark D. (1988), Order, Family and Community: Buenos Aires, l810-1860,
Stanford University Press, USA; Bauer, Arnold (1979), “Rural
workers in Spanish America. Problems of peonage and appression, en Hispanic American Historical Review,vol 59, pp. 34-63; Santilli, Daniel Victor y
Gelman, Jorge Daniel (2014), “Los salarios y la desigualdad en Buenos Aires,
1810-1870”, América Latina en la Historia Económica,
vol. 21, nº 3, pp. 83-115. Véase además el artículo de Goldberg, Marta Beatriz y Mallo, Silvia,
1993, “La población africana en Buenos Aires y su campaña. Formas de vida y de
subsistencia (1750-1850)”, Temas de África y Asia, n°
2, pp. 15-69.
[14] Por ejemplo: Borucki, Alex,
Karla Chagas y Natalia Stella (2004), Esclavitud
y trabajo. Un estudio sobre los afrodescendientes en la frontera uruguaya.
1835-1855, Montevideo, Pulmón Ediciones; Gelman, Jorge (1999), “El
fracaso de los sistemas coactivos de trabajo rural en Buenos Aires bajo el
rosismo. Algunas explicaciones preliminares”, Revista de
Indias, vol. LIX, nº 215, pp. 123-141; Thul, Charbonner, Florencia
(2016), “Entre la coacción y la resistencia. Prácticas asociativas de los
trabajadores de Montevideo en la década de 1830, A Contracorriente: Revista de Historia Social y Literatura en América
Latina, vol. 14, nº
1, pp.148-172.
[15] Johnson, Lyman (2013), Los talleres
de la revolución, La Buenos Aires plebeya y el mundo del Atlántico, 1776-1810, Buenos
Aires, Prometeo Libros. También para el periodo colonial remito al
libro de Rosal, Miguel Ángel (2009), Africanos y
afrodescendientes en el Río de la Plata, Siglos XVIII, XIX, Buenos
Aires, Editorial Dunken, Capítulo II, pp. 41-60. Para el siglo XIX véase el
libro de Yáñez, Andrés (2015), Esclavitud y vida
cotidiana en el Buenos Aires posrevolucionario. Una mirada a través del
periódico “La Gaceta Mercantil”, l823-1832”, Ministerio de Cultura
de la Provincia de Buenos Aires, pp. 49-83. Otros artículos de
manera directa o indirecta remiten al mundo laboral de los sectores plebeyos urbanos:
Mariluz Urquijo, José M. (1962), “La mano de obra en la Industria Porteña,
(1810-1835),” Boletín de la Academia
Nacional de la Historia, nª
33, pp. 583–598; Alonso, María Ernestina y Miguel Alberto Guérin (1988), “El
Sistema Laboral en La Ciudad de Buenos Aires durante la primera mitad del Siglo
XIX,” en Terceras Jornadas de Historia de La
Ciudad de Buenos Aires, 1988. El Trabajo En Buenos Aires, Buenos
Aires, Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires; Gelman, Jorge y
Santilli Daniel, 2014, Ob. Cit.
[16] Candioti, Magdalena, 2021,
Ob. Cit., pp. 103-132.
[17] Pita, Valeria (2016), “Historia
social del trabajo con perspectiva de género en Argentina: aspectos de un
entramado en construcción”, en Pérez Toledo, Sonia y Solano, Sergio, Pensar la historia del trabajo y los trabajadores en América, siglos
XVIII y XIX, Madrid/Frankfurt, pp. 230- 245
[18] Alberto, Paulina, 2020, Ob. Cit., pp. 75-118.
[19] Guzmán, Florencia, 2018, “¡Madres negras tenían que ser! Maternidad,
emancipación y trabajo en tiempos de cambios y transformaciones, Buenos Aires,
l800-l830”, Tempo. Vol., 24, N°
2, pp. 450.473; Guzmán, Florencia, 2020b, “Construyendo la libertad: género,
domesticidad y desigualdad en tiempos de abolición. Buenos Aires, l813-1840”,
en Guzmán, Florencia y Ghidoli, María de Lourdes, Ob. Cit. ,pp. 179-210. Para
la segunda mitad del siglo destaco los trabajos de Allemandi, Cecilia L. (2017), Sirvientes,
criados y nodrizas: una historia del servicio doméstico en la ciudad de Buenos
Aires de fines del siglo XIX y principios del XX, Buenos Aires,
Teseo-Universidad de San Andrés; Mitidieri,
Gabriela (2018), “¿Labores femeninas o trabajo? Mujeres dedicadas
a la costura en Buenos Aires, 1852-1862”, Revista Mundos do Trabalho, vol. 10, nº 20, pp. 125-144
y Mitidieri, Gabriela y
Valeria Pita (2019), “Trabajadoras, artesanos y mendigos. Una aproximación a las experiencias
sociales de trabajo y pobreza en la Buenos Aires de la primera mitad del siglo
XIX”, Anuario del Instituto de Historia
Argentina, vol. 19, nº 1.
En línea, https://doi.org/10.24215/2314257Xe083,
[consulta, 14 de marzo de 2020].
[20] La Gaceta Mercantil de Buenos
Aires es un diario comercial, político y literario que circuló en
Buenos Aires desde el 1 de octubre de l823 hasta el 3 de febrero de 1852. Como
su nombre lo indica, los principales intereses de la publicación se centraron durante
los primeros años en el desenvolvimiento mercantil de la región. Su final
coincide con la caída de Juan Manuel de Rosas a cuyo interés político sirvió
durante el segundo gobierno como órgano oficial de prensa (Zinny Antonio (1912), La Gaceta Mercantil de
Buenos Aires, 1823-1852, Resumen de su contenido con relación a la parte
americana y con especialidad a la historia de la República Argentina,
Buenos Aires, Talleres Gráficos de la Penitenciaría Nacional). Remito al
trabajo de Yáñez, Andres, 2015, Ob.Cit., quien
también analiza esta fuente para el periodo l823-1832.
[21]Abarca, Francisco Javier Beltrán (2018), “Desempleo y servicio
doméstico: el acceso al trabajo a través de la prensa de la ciudad de México
(1805-1832)”, Secuencia, n° 102,
México, pp. 23-68.
[22] Estos sesgos de la fuente también han sido señalados en
varios de los trabajos que toman como referencia los anuncios de la prensa para explorar el
universo de trabajo. Por ejemplo el libro de Abarca, 2018, Ob.Cit, y el de Carmen Sarusúa, 1994,
Criados, nodrizas y amos. El servicio doméstico en la formación del mercado de
trabajo madrileño, 1758-1868, México, Siglo Veintiuno. Además, el de
Valencia Villa, Carlos Eduardo, 2016,
o longo da que las ruas: a economia dos
negros libres em Richmond e Río de Janeiro, 1840-1860,
Jundiaí, San Pablo, Río de Janeiro, Paco Edit. Associação Nacional de História.
Seção Río de Janeiro.
[23]
Yáñez, Andrés, 2015, Ob., Cit., p.
52
[24] Abarca, Francisco Javier Beltrán, 2018, Ob., Cit., p. 27.
[25]
Candioti, Magdalena, 2021, Ob.Cit., p. 131
[26] Johnson, Lyman, 2011, Ob., Cit., p.
34
[27] Para una síntesis de este proceso véase Ternavasio,
Marcela (1998), “Las reformas rivadavianas en Buenos Aires y el Congreso
General Constituyente (1820-1827)”, en Noemí, Goldman (dir.), Nueva Historia Argentina, vol 3, Buenos
Aires, Sudamericana, p. 131 y ss.
[28]
Blondel, José María (1968), Almanaque Político y de
comercio de la Ciudad de Buenos Aires para el año 1826, Buenos
Aires, Ediciones de la Flor, pp. XV y XVI. Enrique Barba, en el Prólogo de esta
edición afirma que la guía
comercial tenía la intención de poner de relieve los elementos constitutivos de
la incipiente burguesía y mostrar algunas ventajas de esa forma de vida (véase
pp. XV, XVI y XVII).
[29] Djenderedjian Julio (2016), “Los pobladores de la
colonia y la inmigración en los primeros años de vida independiente”, en Los inmigrantes en la construcción de la Argentina, Buenos
Aires, Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto- Organización Internacional
para las Migraciones (OIM), pp. 19-22.
[30] Dmitruk, Luis Pablo (2014),
“De porteños y Migrantes. Población, migraciones y adaptación laboral. Ciudad
de Buenos Aires, l810-1827”, Anuario de la Escuela de
Historia, nº 6, pp. 27-52. En línea: https://revistas.unc.edu.ar/index.php/anuariohistoria/article/view/10032
[consulta 10 de marzo de 2019]
[31] Dmitruk, Luis Pablo (2020),
“Migrantes en la ciudad. Un análisis demográfico de la inmigración en la ciudad
de Buenos Aires en el contexto de la guerra con el Brasil (1827)”, Boletín del Instituto de Historia Argentina y
Americana “Dr. Emilio Ravignani”, nº 52. En línea: http://revistascientificas.filo.uba.ar/index.php/boletin/article/view/7194
[consulta, 15 de febrero de 2022]
[33] Entre 1777 y 1812,
ingresaron la Río de la
Plata desde África y Brasil, 70.225 cautivos (Borucki, Alex, 2017, Ob. Cit., pp. 23 y 56).
[34] Andrews, Reíd, 1989, Ob. Cit., pp.
63-64.
[35]
Guzmán, Florencia (2020a), “Identidades
sociales y categorías raciales en la era de la esclavitud y la emancipación. El
caso de Manuel Macedonio Barbarín (Buenos Aires, 1792-1836)”, Anuario de Historia de América Latina, nº 57, pp. 190-225.
[36]
La guerra del Brasil fue una disputa territorial entre el imperio del Brasil y
las Provincias Unidas del Río de la Plata (léase la República Argentina) por la
posesión de los territorios que corresponden a la actual República Oriental del
Uruguay y parte del estado brasileño de Río Grande del Sur que tuvo lugar entre
l825 y 1828.
[37]
Acerca de la conformación de las fuerzas militares remito al trabajo de Di
Meglio, Gabriel (2018), “Un ejército de
muchos nombres. La difícil formación de las fuerzas militares rioplatenses en
la guerra entre las Provincias Unidas y el Imperio de Brasil”, Claves, vol. 4, n° 7, 127-162.
[38] Di Meglio, Gabriel, 2018, Ob. Cit.,
p. 14
[39] Se considera población nativa a las personas que habían
nacido en Buenos Aires y migrante a aquellos individuos cuyo lugar de
nacimiento no era la ciudad o campaña del mismo nombre. Entre los migrantes
tenemos a los ultramarinos provenientes de países europeos, a los de países
limítrofes al actual territorio argentino y los originarios de alguna provincia
argentina diferente a la de Buenos Aires (Masse Gladys M. (1993),
“Participación económica femenina en el mercado de trabajo urbano al promediar
el Siglo XIX”, La Aljaba, vol. 1,
p. 111).
[40] Johnson, Lyman, 2013, Ob. Cit., p. 273.
[41]
Una serie de expedientes civiles dan cuenta de diferentes conflictos que
acarreaba el cobro de jornales de parte de los esclavos. Un ejemplo de ello se
puede leer en el caso titulado “Don
Pedro Valentín Cueli contra Domingo Cainza sobre los jornales de un esclavo que
se hallaba al servicio del primero” (AGN, IX, 40-7-1, año 1791. Tribunales,
Legajo C, Exp. 8).
[42] Van der Linden, Marcel, 2018, Ob. Cit.,
p. 37.
[43]
Se constata una demanda importante de varones en relación a ls mujeres (70 y 30
por ciento), que se invierte en la oferta, en tanto serían las mujeres quienes
llevan la delantera (62 y 38 por ciento respectivamente).
[44]
El 69 por ciento de los avisos tiene que ver con la compra-venta y demanda de
trabajo esclavizado. El resto refiere principalmente a la demanda de
trabajadores libres (cuadro 2).
[45]
GM, miércoles 23 de mayo de 1827, N° 1058.
[46]
GM, sábado 23 de junio de 1827, N° 1090.
[47] Candioti, Magdalena, 2021, Ob.,Cit., pp.
128-213.
[48]
Candioti, Magdalena, 2021, Ob.,Cit., p.
132.
[49]
GM, sábado 13 de octubre de 1827, N° 1170.
[50] Guzmán Tomás (2012), “La
estructura ocupacional y la economía urbana de Buenos Aires hacia 1827, en III Congreso Latinoamericano de Historia Económica y XXIII Jornadas de
Historia Económica, San Carlos de Bariloche.
[51]
GM, lunes 23 de julio de 1827, N° 1113.
[52]
GM, sábado 21 de abril de 1827, N° 1034
[53] Djenderedjian, Julio, 2016, Ob. Cit., pp. 19-22
[54]
GM, sábado 7 de julio de 1827, N° 1101
[55]
GM, lunes 28 de mayo de l827. N 1039
[56]
GM, viernes 13 de julio de 1827, N° 1005
[57]
Estas actividades representaban el 32 por ciento del total de los varones y
vinculaban a un 66 por ciento de esclavizados.
[58]
Mayo, Carlos, 1995, Ob. Cit., cap.
II, V y VI,
[59]
GM, lunes 23 de julio de 1827, N° 1113.
[60]
GM, miércoles 6 de junio de 1827, 1060
[61]
GM, martes 9 de enero de 1827, N°
949
[62]
GM, sábado 9 de junio de 1827, N° 1062
[63]
GM, martes 7 de agosto de 1827. N° 1125.
[64] Mientras que la primera demandaba bastante mano de obra
en marzo y abril y en setiembre y noviembre, el trigo –el principal cultivo-
reclamaba brazos extras entre mayo y la primera quincena de julio (para arar) y
diciembre y febrero (para cosechar). Andrés Yáñez, 2015, Ob., Cit., p.
76, en su estudio de los avisos de la GM observa para todo el periodo l823-1832
una estacionalidad pronunciada verificando una caída de la curva de actividades
hacia los meses de mayo- junio y el punto más alto en los meses de noviembre,
diciembre, enero y febrero.
[65]
GM, sábado 7 de abril de 1827, N° 1023
[66]
GM, jueves 26 de abril de 1827, N°1035
[67] GM, jueves 5 de julio de 1827,
N° 1099
[68] GM, viernes 20 de julio de
1827, N° 1111
[69] GM, lunes 22 de octubre de
1827, N° 1174.
[70] Abarca, Francisco Javier Beltrán, 2018, Ob. Cit., p. 28.
[71] González Bernaldo de Quirós, Pilar, 2001, Ob. Cit., pp. 43-44.
[72]
GM, martes 29 de mayo de l827, N° 1060.
[73] GM, jueves 16 de agosto de
1827, N° 1132.
[74] GM, sábado, 11 de julio de
1827. N° 1006.
[75] GM, martes 12 de febrero de
l827, N° 1071.
[76]
AGN, X, 23-05-06, Padrón de la Ciudad y Campaña de Buenos Aires, 1827, Cuartel
20, Calle Chile entre San José, Santiago del Estero e Independencia.
[77]
AGN, X, 23-05-06, Padrón de la Ciudad y Campaña de Buenos Aires, 1827, Cuartel
20.
He tomado como
referencia la manzana ubicada en el cuartel 20 (San José, Chile, Santiago del
Estero e Independencia) de la parroquia de la Concepción, porque allí encuentro
una concentración de personas africanas y afrodescendientes que declaran
oficios, lo cual no es habitual a lo largo del censo.
[78]
AGN, Protocolos, r. 2, 1827, 8 de marzo de l827, folio 109.
[79]
AGN, Protocolos, r. 2, 1827, 24 de marzo de 1827, folio 131.
[80]
AGN, X, 23-05-06, Padrón de la Ciudad y Campaña de Buenos Aires, 1827, Cuartel
20, Calle Chile entre San José, Santiago del Estero e Independencia.
[81] Entre los varios trabajos históricos realizados sobre las
lavanderas negras destaco una investigación reciente de Mitidieri, Gabriela
(2022), “Lavanderas en las Sociedades africanas: una aproximación a sus
experiencias de vida, trabajo y sostén colectivo a mediados del siglo XIX en la
ciudad de Buenos aires", en XVII Jornadas
Interescuelas/Departamentos de Historia, Universidad Nacional de
Santiago del Estero.
[82]
El 82,5 representa a mujeres esclavizadas entre las cuales el 76 por ciento se
ofrece para la venta y el 24 restante para la compra. En esta columna, los 91
anuncios que refieren a domésticas y los 29 titulados “todo
servicio” da un total de 120 avisos.
[83]
GM, lunes 28 de mayo de 1827, N° 1039.
[84]
GM, jueves 5 de enero de 1827, N° 947.
[85]
GM, miércoles 18 de abril de 1827, N° 1028.
[86]
En un total de 77 avisos de mujeres libres (presumiblemente de ascendencia
africana), 40 anuncios ofrecen el servicio de ama de leche y 37 lo demandan.
[87]
De un total de 125 avisos que remiten a esta actividad, el 62 por ciento corresponde a mujeres libres
y el 38 por ciento restante a mujeres esclavizadas. Entre las primeras, el 66
por ciento ofrece el servicio, mientras que en las restantes lo demanda.
[88]
GM, viernes 8 de junio de 1827, N° 1068.
[89]
GM, viernes 27 de abril de 1827, N° 1036.
[90] GM, viernes 22 de junio de
1827, N° 1089.
[91]
GM, viernes 28 de setiembre de 1827, N° 1157.
[91]
GM, viernes 31 de agosto de 1827, N° 1144.
[91]
GM, martes 24 de abril de 1827, N° 1033.
[92]
GM, viernes 28 de setiembre de 1827, N° 1157.
[93]
GM, viernes 31 de agosto de 1827, N° 1144.
[94]
GM, martes 24 de abril de 1827, N° 1033.
[95] Blondel, Jean,
1968, Ob. Cit., pp. 78-80.
[96] Blondel, Jean, 1968, Ob. Cit., p.
80.
[97] Guzmán,
Florencia, 2020b, Ob. Cit., pp. 206-210.
[98]
Remito a un trabajo reciente de Guzmán Florencia, 2022. “‘Precisa-se de ama
de leite para comprar ou conchabar’. Trabalho e racializações de gênero no
contexto da abolição gradual (Buenos Aires 1800- 1830)”, en Karula, Karoline e
Ariza, Marília (orgs.), Escravidão e maternidade
no mundo atlântico: corpo, saúde, trabalho, família e liberdade nos séculos
XVIII e XIX, Río de Janeiro, Editora da Universidade Federal
Fluminense, pp. 107-137.
[99]
AGN, Protocolos, r. 2, el 14 marzo de
1827, folio 184.
[100]
AGN, Protocolos, r. 2, 2 de julio de 1827, folio 240.
[101]
AGN, Protocolos, r. 2, , 9 de julio de l827, folio 259.
[102]
AGN, Protocolos, r. 2, 6 de agosto de l827, folio 519.
[103]
Por ejemplo, Betancur, Arturo y Aparicio, Fernando (2016), Amos y
esclavos en el Río de la Plata, Montevideo, Planeta, pp.115-141,
analizaron los patrones de género de la manumisión de esclavos en Montevideo. Para una perspectiva comparativa véase Proctor, Frank “Trey” (2006),
“Génder and Manumission in New Spain”, Hispanic American
Historical Review, vol. 86, n° 2, pp. 309-326.
[104]
AGN, Tribunal Civil, Letra T, Legajo 7,
años 1828-1830, Melchor Taboada sobre la libertad de su esposa Nicolasa contra
Don Pastor Frías.
[105] Sarasúa, Carmen (1994), El servicio doméstico en la formación del mercado de trabajo madrileño,
1758-1868, Siglo Veintiuno, México, pp. 3-4.
[106]
AGN, Tribunal Civil, Letra T, Legajo 7,
años 1828-1830, Melchor Taboada sobre la libertad de su esposa Nicolasa contra
Don Pastor Frías, Foja 40.
[107] Yáñez, Andrés, 2015, Ob. Cit., pp.
87-126.
[108] Salvatore Ricardo, 2020, Ob. Cit., p.
82.
[109] Candioti,
Magdalena, 2021, Ob., cit., p. 131.
[110]
De acuerdo al autor, los trabajadores pobres combinaban diferentes estrategias
de supervivencia y, en consecuencia, también diferentes modos de producción. En
todos los casos, un componente necesario de esta combinación de estrategias es
el trabajo de subsistencia, es decir el trabajo no orientado al mercado sino al
propio sustento. Según van der Linden, Marcel 2018, Ob.Cit, p. 321, un mismo individuo podía
utilizar diversas estrategias de supervivencia de forma simultanea.
[111] Alberto, Paulina, 2020, Ob. Cit., pp.
72 y 92.