Revista Andes, Antropología e Historia
Vol.
34, Nº 1, Enero – Junio 2023
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ISSN Nº 1668-8090
ENTRE
COMPROMISO Y DISTANCIAMIENTO: REFLEXIONES DESDE EL ESTUDIO DEL MOVIMIENTO
INDÍGENA COMUNITARIO DE CHERÁN
BETWEEN INVOLVEMENT AND DETACHMENT: REFLECTIONS FROM THE STUDY OF THE INDIGENOUS
COMMUNITY MOVEMENT OF CHERÁN
Víctor
Manuel Santillán Ortega
Instituto de
Investigaciones Sociales
Universidad Nacional
Autónoma de México[1]
vsantillan@sociales.unam.mx
Fecha de ingreso: 11/07/2022 - Fecha de aceptación:
23/02/2023
Resumen
El propósito de este artículo es realizar una
reflexión sobre el cambio de una mirada centrada en el compromiso hacia una
orientación vinculada con el distanciamiento a través de mi experiencia en las
investigaciones que realicé en maestría y doctorado, ambas sobre el movimiento
indígena comunitario de Cherán. Para llevar a cabo esta reflexión, utilizo como
marco analítico las nociones de compromiso y distanciamiento propuestas por el
sociólogo alemán Norbert Elias. En estas nociones se ubica la orientación
general para enmarcar el cambio desde un enfoque con predominio en el
compromiso hacia uno centrado en el predominio del distanciamiento.
Palabras
clave: Norbert Elias, antropología militante, compromiso y distanciamiento,
movimiento indígena, Cherán
Abstract
The purpose of
this article is to reflect on the shift of a view focused on involvement to an
orientation linked to detachment through my experience in the research I
carried out in my master's and doctoral programs, both on the indigenous community
movement of Cherán. To carry out this reflection, I use, as an analytical
framework, the notions of involvement and detachment proposed by the German
sociologist Norbert Elias. These notions provide the general orientation for
framing the shift from a predominantly involvement approach to one centered on
the predominance of detachment.
Key words: Norbert Elias, militant anthropology, involvement and
detachment, indigenous movement,
Cherán
Introducción
En
Cherán[2],
el Partido de la Revolución Democrática (PRD) dominó la política local por 18
años hasta 2007, cuando una escisión interna favoreció al Partido
Revolucionario Institucional (PRI) en las elecciones. Esto causó fracturas
comunitarias y permitió la entrada de una célula de la delincuencia organizada,
que realizó todo tipo de actividades ilegales, incluyendo la tala del bosque.
Esta actividad se exacerbó hacia el 2010, afectando a los sectores campesinos y
ganaderos. En el marco de la devastación del bosque, varios grupos intentaron
detenerla y, en 2011, un pequeño grupo detuvo a los talamontes y el proceso de
cohesión comunitaria comenzó con el cierre de las entradas de la localidad. En
días posteriores, los habitantes resguardaron las esquinas del área habitacional,
formando "Las Fogatas". A pesar de la fragmentación política y
social, los habitantes de Cherán emprendieron un movimiento contra la tala
ilegal y la delincuencia organizada.
El
movimiento indígena comunitario de Cherán, Michoacán atrajo a un sinnúmero de
estudiantes de una amplia gama de las ciencias sociales e investigadores de
distintas disciplinas de la academia nacional e internacional. Entre los
estudios de licenciatura, maestría y doctorado, desde 2011 a la fecha se han
producido una serie ininterrumpida de exploraciones centradas en diversos ejes,
tales como: territorio, defensa del bosque, producción y empresas comunitarias[3];
gobierno comunitario, relaciones de poder e historia política[4];
derecho, democracia liberal y comunitaria[5];
movimiento indígena local[6];
jóvenes, medios de comunicación y educación[7];
relaciones de género, participación político comunitaria de las mujeres y
revaloración de la vida[8],
entre otros.
Dentro
de este extenso conjunto de investigaciones, se pueden identificar diversas
posturas políticas, ideológicas y académicas, ya sean manifiestas o implícitas,
que se ubican en lo que Norbert Elias describe como el continuo entre
compromiso y distanciamiento. Por lo tanto, los estudios enunciados sobre el
movimiento indígena de Cherán se ubican en algún punto de este continuo entre
una actitud política e ideológica comprometida y una posición que ejerce un
distanciamiento con los ideales del movimiento indígena comunitario. A
continuación, presentaré citas textuales de una selección estratégica de los 24
estudios mencionados en la bibliografía, con el fin de ilustrar cómo se
expresan estas posiciones, principalmente entre el polo del compromiso y el
polo del distanciamiento.
En
el contexto de los estudios que manifiestan abiertamente una postura política
comprometida, se pueden identificar expresiones como:
No
sólo pretende ser un estudio interdisciplinario de nuestra actual forma de
organización sociopolítica, donde además como se verá más a detalle en el
capítulo tercero el derecho juega un papel fundamental, sino que también es
expresión de mi propia posición política respecto a ello[9].
Asimismo,
es posible ubicar manifestaciones de la utilidad de las investigaciones con
respecto a la lucha social, en las que se plasma directamente el compromiso
político con la transformación de la realidad estudiada. Un ejemplo de ello es
el siguiente:
Me
di cuenta que podría hacer una labor hacia el pueblo de Cherán a partir del
conocimiento antropológico y mi experiencia como activista, siempre vinculando
la praxis social y el compromiso, partiendo desde la premisa de que la
investigación sí puede estar al servicio de las luchas sociales y formar parte
de estos procesos –un asunto de revalorización epistemológica-[10].
En
una expresión declaración similar: “la academia es una vía para incidir en
el contexto mexicano, en búsqueda de una justicia que aún se encuentra en deuda” [11].
En mi tesis de maestría, también manifiesto un compromiso implícito con el
movimiento de la siguiente forma: “A la resistencia del pueblo de Cherán ‘Ni
un paso atrás’”[12].
Las referencias anteriores representan cualitativamente casos ejemplares de la
presencia, abierta o encubierta, de un compromiso con el movimiento indígena
comunitario de Cherán.
En
otro extremo, es posible ubicar investigaciones que, directa o indirectamente,
dan cuenta un distanciamiento con visiones comprometidas política o
ideológicamente con el movimiento. Una manera de enunciar de forma velada una
posición distanciada es la siguiente:
Los
visitantes suelen estar convencidos que visitrán una “comunidad autónoma y en
resistencia”, una “lucha viva y digna”, de un pueblo que se levantó para hacer
frente al crimen organizado que saqueaba sus bosques, sus lugares sagrados y su
principal forma de reproducción social, porque se ha dicho hasta el cansancio
(en la prensa y en discursos de los líderes del movimiento, ahora gobierno de
usos y costumbres) que Cherán es una comunidad indígena que vive de sus
bosques. Este mismo discurso es reproducido de forma casi idéntica por
estudiantes […] aunque también académicos y periodistas[13].
En
diferentes apartados de la investigación, la autora ejerce una crítica
constante sobre el movimiento, así como de la forma de gobierno producto del
mismo. En el caso de la cita anterior, la expresión apunta a mostrar la
reproducción de un discurso comunitario por parte de quienes visitan la
comunidad como académicos, periodistas y estudiantes. En este sentido, este
tipo de investigaciones se ubican en un polo opuesto al compromiso político.
En
el continuo entre compromiso y distanciamiento en las investigaciones sobre el
movimiento indígena comunitario de Cherán, se pueden observar dos tendencias
opuestas. Por otro lado, posiciones que revelan una inclinación hacia el
predominio del compromiso político. Por otro lado, posturas en las que se
advierte una actitud distanciada. Estas orientaciones se enmarcan en un debate
histórico en las ciencias sociales centrado en la tensión entre las dicotomías
subjetivismo-objetivismo; racionalidad-emocionalidad; e ideología-ciencia,
principalmente. Rosalva Aída Hernández Castillo señala que esta discusión
parece repetirse periódicamente en las ciencias sociales[14].
El
propósito de este artículo es reflexionar sobre el cambio de una mirada
centrada en el compromiso hacia una orientación vinculada con el
distanciamiento a través de mi experiencia en las investigaciones que realicé
en el marco de la Maestría en Ciencias Sociales en la Facultad Latinoamericana
de Ciencias Sociales sede México y en el Doctorado en Ciencia Social con
especialidad en Sociología en El Colegio de México, ambas sobre el movimiento
indígena comunitario de Cherán. Para llevar a cabo esta reflexión, retomo las
nociones de compromiso y distanciamiento propuestas por el sociólogo alemán
Norbert Elias. Estas nociones constituyen la orientación general para enmarcar
la transformación desde un balance del predominio del compromiso en la
investigación de maestría hacia uno centrado en el predominio del
distanciamiento en el estudio de doctorado.
Para
cumplir con el objetivo planteado, parto de una aproximación a las nociones de
compromiso y distanciamiento en la obra de Norbert Elias. Enseguida, presento
un breve análisis de las antropologías colaborativas, militantes y activistas.
Posteriormente, realizo un recuento del movimiento indígena comunitario de Cherán
para contextualizar los principales hitos de este proceso, que sirve de base
para la comprensión de la sección final, en la que expongo una exploración
desde mi experiencia del cambio entre compromiso y distanciamiento en mis
investigaciones anteriormente citadas.
Una
aproximación a las nociones de compromiso y distanciamiento
La extensa obra del sociólogo alemán Norbert Elias[15] abarca
una amplia gama de temáticas que combinan el desarrollo teórico conceptual con
el trabajo empírico. En el transcurso de las últimas décadas, la sociología
impulsada por Elias ha transitado, parcialmente, de una condición subalterna a
formar parte del repertorio sociológico principal[16]. En
términos generales,
Norbert Elias es conocido principalmente por sus trabajos
histórico-sociológicos, centrados en Europa, sobre el proceso de la
civilización, la formación del Estado, la transformación de los modales, los
impulsos y la estructura de la personalidad y otros temas afines que se han
convertido en su marca registrada[17].
En su obra magna El proceso de la civilización. Investigaciones
sociogéneticas y psicogenéticas explora un análisis de larga duración con
respecto a la interdependencia de las transformaciones de la personalidad de
los individuos y los cambios estructurales en las sociedades europeas. La tesis
central de esa obra se dirige a mostrar cómo en el proceso de formación del
Estado, propulsado por el aumento de las diferenciaciones funcionales, la
especialización y el monopolio de la violencia legítima vinculado con la
pacificación del espacio público, los individuos desarrollaron formas de
autocontrol que en menor medida dependen de coacciones externas.
Con respecto a la sociología del conocimiento, Elias examina cuestiones
epistemológicas relacionadas con dualismos que han atravesado la historia
moderna del pensamiento filosófico europeo, como lo son: sujeto-objeto,
hombre-naturaleza, objetividad-subjetividad, racionalidad-irracionalidad, entre
otros. Para el sociólogo nacido en Breslau, todos estos pares de opuestos
representan falsas dicotomías que conducen a debates infructíferos en términos
de una aproximación a la construcción de un conocimiento científico. Por ello,
para superar la dualidad objetividad-subjetividad imbricada en la producción de
conocimiento en las ciencias sociales, Elias propone una formulación que
denomina compromiso y distanciamiento.
En principio, es importante subrayar que en la sociología eliasiana los
conceptos adquieren un carácter gradual que atiende a equilibrios relacionales,
por lo tanto, estos carecen de una naturaleza absoluta, al igual que los tipos
ideales de Max Weber, es imposible encontrarlos en forma pura en la realidad
empírica[18].
Todos los conceptos que enarbola Elias son de grado entre equilibrios
relacionales. La formulación de compromiso y distanciamiento atiende al mismo
fundamento. En términos de Elias: “estos términos no remiten a dos grupos
separados de hechos psíquicos; utilizados en un sentido absoluto son, en el
mejor de los casos, conceptos limítrofes”[19]. Por lo
tanto, entre ambos extremos se forma un equilibrio cambiante y continuo. En
referencia a la producción de conocimiento científico, compromiso y
distanciamiento se encuentran mezclados en diferentes grados, formando diversos
equilibrios.
En la obra de Elias, la noción de compromiso aparece vinculada con
términos como: “ideas e ideales preconcebidos”; “postulados dogmáticos”;
“pasiones”; “supuestos apriorísticos”; “ideales sociales y políticos
preconcebidos y fuertemente arraigados”; así también con “sentimientos y
fantasías” [20].
Es concebida como una actitud centrada en el sujeto que produce el conocimiento
más que en el objeto de ese conocimiento, en tanto que, “designa la
implicación afectiva, moral e ideológica del investigador en el conocimiento
que produce”[21].
Un aspecto central para la reflexión que enarbolo posteriormente, se ubica en
el ámbito ideológico político, puesto que, el compromiso designa la disposición
emotivo-valorativa presente en todo investigador para implicarse con los seres
humanos, así como con los ideales e ideologías de las poblaciones que estudia.
Por otra parte, para Elias la noción de distanciamiento se vincula con
expresiones como: “menor compromiso emocional”; “dominio de uno mismo”,
“dominio de emociones”; “dominio de sobre sus propias pasiones en su
percepción de los acontecimientos”; “operación mental para apartarse
como participante de la sociedad” y; “operación que se encuentra en la
base toda labor científica”[22].
Distanciamiento dispone operaciones del sujeto centradas en el objeto y
relacionadas con la disminución de la implicación afectiva, emotiva e
ideológica con las personas que forman parte de la investigación. Asimismo,
Marta Nuñez Sarmiento propone interpretarlo como la habilidad para realizar una
separación analítica y reflexiva entre los ideales e ideologías de las
poblaciones estudiadas con las que el mismo investigador puede coincidir[23].
En opinión de Elias, una actitud de distanciamiento supone “una
combinación de reflexión y observación sistemática”[24] que
sitúa en segundo plano los deseos propios del investigador sobre el curso de
los procesos sociales que analiza y abre la posibilidad de construir un
conocimiento relativamente más ajustado a la realidad[25].
Como se enunció párrafos arriba, para Norbert Elias los polos de
compromiso-distanciamiento juegan un papel central en la construcción del
conocimiento y por ende en nuestra relación con la realidad como científicos
sociales. Ambos aspectos pueden ser difícilmente separados y excluyentes, por
lo que, se entiende que son nociones interdependientes que ejercen un
equilibrio que tiende algunas veces más a un lado que hacia el otro. No se
manifiestan de forma absoluta en la investigación, sino que forman diferentes
arreglos: a mayor distanciamiento menor compromiso y viceversa. Por lo tanto,
es importante tener en mente, que en el quehacer cotidiano de todo investigador
ambas nociones están presentes. En ningún caso es posible mantener una posición
absoluta con respecto a una u otra.
Para dar cuenta de cómo se mezcla el compromiso y el distanciamiento en
el proceso de construcción de conocimiento, Elias propuso la formulación del
compromiso secundario. Por medio de esta, plantea una configuración diacrónica
que parte, en primer lugar, de comprometerse de forma directa en lo que se
estudia; a continuación ejercer un distanciamiento reflexivo racional. Por último,
practicar un compromiso secundario como resultado de la combinación de
conocimientos comprometidos, pero, sobre todo, conocimientos no comprometidos.
El fin último del compromiso secundario es aportar soluciones a problemas
sociales sin que la ideología sobre estos sea un componente preponderante. En
este proceso destaca la idea del compromiso como un elemento inicial para
comprender la realidad social, como lo argumenta Elias:
Pues, si bien para estudiar la estructura de una molécula no hace
falta saber qué se sentiría si se fuese uno de sus átomos, para comprender las
funciones de grupos humanos es necesario conocer desde dentro cómo
experimentan los seres humanos los grupos de los que forman parte y los que les
son ajenos; y esto no puede conocerse sin participación activa y
compromiso[26].
Por lo tanto, el compromiso como experiencia directa del investigador
con el mundo que estudia, es una condición necesaria para la construcción del
conocimiento científico. Incluso, Elias alentaba a sus estudiantes a investigar
en campos en los que estuvieran implicados, el caso emblemático es el de Eric
Dunning, jugador universitario de fútbol a quien Elias impulsó a escribir su
tesis de maestría sobre este mismo deporte[27]. A
continuación, durante el mismo proceso de investigación, Elias estimulaba a sus
estudiantes a que establecieran el máximo de distanciamiento con sus ideales,
emociones, ideologías, valores y sentimientos sobre el objeto de estudio para
poder alcanzar una mayor congruencia con los hallazgos realizados. Por último,
los invitaba a practicar el “compromiso secundario” con el fin de encontrar
soluciones a problemáticas sociales derivadas de estudios puntuales.
El desarrollo teórico de Elias con respecto a los diversos equilibrios
entre compromiso y distanciamiento constituye un punto de partida. En la
actualidad, sociólogos adscritos a la corriente eliasiana han desarrollado
diferentes formas de equilibrio entre compromiso y distanciamiento. Entre estos
estudiosos se encuentra Richard Kilminister quien acuñó la noción de compromiso
distanciado[28].
Esta propuesta indica que, a través de un ejercicio de distanciamiento
primario, el investigador practica un alejamiento de las emociones e ideales
relacionados con el objeto de estudio. Después de establecer este
distanciamiento, cabe la posibilidad de incorporar el compromiso vinculado al
goce que representa la investigación y con inclinación a una visión más
ajustada con la realidad[29]. En
esta propuesta existe un predominio del distanciamiento con una pausa en el
compromiso, para ser incorporado en forma secundaria como un elemento
constitutivo del proceso de producción del conocimiento y que, para el
investigador, involucra
Una transformación de sus implicaciones emocionales y evaluativas, de modo
que ya no están conformadas sólo por intereses y preocupaciones personales y
comunitarios, sino también por el horizonte ampliado de los intereses y
preocupaciones de la humanidad en su conjunto, como resultado directo de una
comprensión más desprendida de sí mismos y del mundo”[30].
Cómo es posible advertir, esta formulación sobre el equilibrio entre
compromiso y distanciamiento es discordante con la estructura diacrónica
propuesta por Norbert Elias. Kilminister plantea, a diferencia de Elias, que la
primera instancia se localiza en distanciamiento, a continuación se realiza un
desvío en el compromiso como elemento secundario, pero siempre manteniendo en
primer plano una visión desapasionada. Las valoraciones personales y
comunitarias están ubicadas en segundo plano para dar paso a preocupaciones
universales. En este sentido, existe un compromiso de segundo orden que se
relaciona con la humanidad en su conjunto como resultado de un ejercicio previo
de distanciamiento.
En las formulaciones expuestas existe una mezcla entre compromiso y distanciamiento,
con predominio del segundo sobre el primero. En los diferentes equilibrios es
innegable la presencia de emociones, sentimientos, valoraciones políticas,
pasiones y presupuestos apriorísticos. Empero, la idea central es que, en las
combinaciones de estas dos nociones, predomine una actitud distanciada,
cognoscitiva y crítica sobre el compromiso ideológico o político de quien
investiga sin desdibujar la experiencia que comporta la implicación del
investigador en el mundo social que estudia. Como alternativa a la dicotomía
subjetividad-objetividad, la formulación del equilibrio entre compromiso y
distanciamiento sirve para comprender cómo estos componentes son constitutivos
en la construcción del conocimiento científico, principalmente en ciencias
sociales, y pueden servir como un insumo para pensar el desarrollo heterogéneo
de las propuestas que ponen en primer plano el compromiso militante sobre el
distanciamiento analítico-racional.
Un
acercamiento a las antropologías militantes, colaborativas y comprometidas
En esta sección, examino brevemente las distintas propuestas de
investigación que enfatizan el compromiso del investigador por encima del
distanciamiento analítico, reflexivo y racional. Aunque me enfoco en propuestas
relacionadas con la antropología social, estas no son exclusivas de esta
disciplina, sino que se han extendido al conjunto de las ciencias sociales y
han hundido raíces en orientaciones metodológicas, principalmente cualitativas.
En
la década de 1940, surgió la investigación-acción como respuesta a la brecha
entre la investigación académica y la práctica social[31].
La perspectiva de la investigación-acción sostiene que los estudios deben
contener utilidad práctica para la resolución de problemas
sociales de las poblaciones, comunidades u organizaciones estudiadas. Por lo
tanto, cuestiona la neutralidad y objetividad de las ciencias sociales e
impulsa una práctica colaborativa y participativa de la investigación social,
buscando acoplar la teoría y la práctica para resolver problemáticas sociales
de diversa índole.
Hacia finales de la década de 1960 e inicios de 1970, en medio de un
contexto sociopolítico particular en América Latina, principalmente marcado por
la emergencia y expansión de la militarización del Estado en nexo con los
movimientos revolucionarios[32],
aparece el documento Por la liberación del indígena (Declaración de
Barbados), actualmente conocido como la Primera Declaración de Barbados.
Este escrito es producto de la reflexión colectiva desarrollada en el
Simposio sobre la Fricción Interétnica en América del Sur en 1971. La
importancia de esta declaración radica en que sentó las bases para que los
antropólogos trabajaran en colaboración con los pueblos y comunidades
estudiados, promoviendo la defensa de sus derechos. Además, subrayó la
necesidad de establecer una práctica antropológica reflexiva, así como la
responsabilidad de los antropólogos para analizar críticamente las
implicaciones políticas y éticas de sus investigaciones. Sin duda, este
documento fue fundamental en la transformación de la antropología en nuestro
continente.
En esta reunión, uno de los principales elementos discutidos fue la
impronta colonialista de la antropología. Esta situación se expresa
principalmente en la sección denominada La responsabilidad de la
antropología. Este apartado pone en tela de juicio el papel de los
antropólogos en relación con el Estado, es decir, el rol del indigenismo como
agente central del colonialismo interno. Un punto central para la aproximación
que presento, fue el cuestionamiento del “cientificismo” de la actividad
académica como forma de suprimir la responsabilidad que conlleva la producción
de conocimiento sobre los pueblos indígenas en el continente. Por aquella época, en un paralelismo con la
objetividad de las ciencias naturales, el “cientificismo académico” dominaba el
conjunto de las ciencias sociales pretendiendo desdibujar la obligación
política del investigador con las poblaciones estudiadas. Debido a este
razonamiento, los firmantes plantearon que los antropólogos asumieran un rol
preponderante como agentes de cambio, principalmente como libertadores de las
poblaciones indígenas y cesaran de concebirlas únicamente como objetos de
estudio. Lo enunciaron de la siguiente
manera: “La Antropología que hoy se requiere en Latinoamérica no es aquella
que toma a las poblaciones indígenas como meros objetos de estudio, sino la que
los ve como pueblos colonizados y se compromete en su lucha de liberación”[33].
El grupo de antropólogos que participó en la Declaración de Barbados
impulsó el viraje de la balanza de equilibrio entre compromiso y
distanciamiento hacia el predominio del primero de los polos sobre el
segundo. Antes de la década de 1970, los
académicos en ciencias sociales “consideraban poco aceptable asumir su
posición política (aunque ésta se filtraba en su trabajo), pues se pensaba que
el interés personal debía quedar al margen de su investigación”[34]. Este
tipo de postulados cambian en el transcurso de las décadas posteriores. Si
antes de los años setenta del siglo XX los científicos sociales en diversas
latitudes de la geografía mundial-principalmente desde la antropología -
marginaban ideales e ideologías políticas de su trabajo de investigación, en
las siguientes décadas los asumen como una tarea intrínseca del quehacer
académico.
En años posteriores, un pasaje emblemático de esta discusión lo
encontramos en el debate que aconteció a propósito del número especial de 1995
de la revista Current Anthropology titulado Objectivity and Militancy: a debate.
En esta publicación la polémica principal se entabló entre el texto de Roy
D'Andrade intitulado “Moral models in Anthropology” y “The Primacy of the
Ethical: Propositions for a Militant Anthropology” de Nancy Scheper-Huges.
D’Andreade argumenta que la
subjetividad del antropólogo debe ser minimizada para lograr una comprensión
objetiva -basada en datos- sobre las poblaciones estudiadas. En el texto de
D’Andrade es factible ubicar una ferviente defensa de la antropología centrada
en una actitud orientada hacia un modelo objetivo que desplaza a un “modelo
moral del mundo”[35].
El sentido que D’Andrade otorga a la noción de objetividad se refiere “únicamente
al grado en que un relato ofrece información sobre el objeto que se describe”[36], en
cambio, el propósito de un modelo moral “es identificar lo que es bueno y lo
que es malo, asignar elogios y culpas, y también explicar cómo las cosas que no
son buenas o malas en sí mismas llegan a serlo”[37]. El
modelo moral clasifica la descripción de la realidad empírica en términos
dicotómicos de bueno y malo. Para este modelo, todo aquello que se relacione
con cuestiones de opresión, por ejemplo, encuentra una valoración subjetiva por
parte del investigador que lo conduce a condenar los hechos en esta dualidad.
Roy D'Andrade se inclina hacia un predominio del distanciamiento sobre el
compromiso político que comporta el modelo moral del mundo, aboga por un
acercamiento racional, reflexivo y distanciado con los hechos que se estudian.
Por otro lado, Scheper-Hughes argumenta que la antropología es una
disciplina subjetiva en la que el investigador es un actor político en el campo
de estudio. Ella señala que es importante reconocer que la antropología no
puede ser neutral y que el antropólogo ejerce influencia sobre las poblaciones
que estudia. Nancy Scheper-Hughes realiza un diagnóstico acerca de la forma en
que la antropología ha comprendido su labor frente a quienes analiza. Entre sus
conclusiones establece que esta disciplina ha estado impregnada de un halo
conservador que carece de compromiso político de denuncia frente a los avatares
que enfrentan los oprimidos. Por tal motivo, convoca a la práctica de una
antropología políticamente comprometida con los sujetos de estudio, una
antropología “como campo de acción, campo de fuerza o lugar de lucha”[38]. En la
posición de Scheper-Hughes el rol del antropólogo es el de un agente
comprometido con los actores de la realidad empírica que estudia
Como acompañante, está en la voz activa, y posiciona al antropólogo
dentro de los acontecimientos humanos como un ser receptivo, reflexivo y
moralmente comprometido, que ‘tomará partido` y emitirá juicios, aunque esto
contradice el no compromiso antropológico con la ética o la política[39].
La propuesta Sheper-Huges plantea la necesidad de que el antropólogo se
involucre activamente con la realidad social estudiada y conduce posicionar en
primer plano la militancia, el activismo y el compromiso político como
elementos intrínsecos del quehacer del investigador social. Invita a una
práctica antropológica reflexiva con las implicaciones políticas y éticas del
proceso de investigación y de sus resultados. En términos de las nociones de
compromiso y distanciamiento, considero que la posición políticamente activa
que asume el investigador en la propuesta de Sheper-Huges, puede disminuir la
capacidad de cuestionar críticamente las prácticas sociales de las poblaciones
de estudio en favor de tomar partido por sus causas. Una actitud políticamente
comprometida puede conducir a mostrar una imagen monolítica que destaque
únicamente los aspectos benévolos de las poblaciones que se estudian y margine
datos que puedan contradecir esa visión.
En el momento que nos encontramos, segunda década del siglo XXI, existe
un conjunto de corrientes académicas que entienden la militancia, el activismo
o el compromiso político como formas intrínsecas del quehacer antropológico.
Términos como antropología comprometida[40],
etnografía colaborativa[41]o
antropología militante[42] dan
cuenta de formas heterogéneas en las que el investigador social se implica en
diversos grados con los sujetos de estudio e implican poner el acento en la
generación de resultados que sean igualmente benéficos para ambos[43]. Todas
representan una tendencia hacia el polo del compromiso. Aun cuando, sus
fronteras son porosas, es posible hacer una mínima diferenciación.
En términos metodológicos, la orientación colaborativa implica trabajar
conjuntamente con las poblaciones o grupos de estudio para llevar adelante la
investigación. La antropología colaborativa se basa en la idea de que la
investigación no debe realizarse sobre las comunidades, sino en colaboración
con ellas. El objetivo central es que los sujetos de estudio colaboren
activamente en todo el proceso de investigación, desde la formulación del
problema hasta la publicación de resultados. Esta postura plantea una simetría
entre el investigador y las comunidades de estudio para la generación mutua de
conocimiento. En ella, el informante adquiere el papel de coteorizador y de
coproductor textual, es concebido enteramente como un agente activo –y no
meramente pasivo- en la edificación de conocimiento.
Por otra parte, en términos de compromiso, las investigaciones
colaborativas pretenden entablar
Un compromiso con personas reales, con comunidades en dinámicas
permanentes de vida y de sobrevivencia. El compromiso al que nos referimos
busca sin ambigüedad alguna la construcción de alternativas transformadoras que
nos involucran donde hacemos énfasis en las maneras de interactuar y dialogar
con la gente que está involucrada con nuestras investigaciones, de acudir a las
memorias de nuestros pueblos, de comprometerse ética y políticamente desde el
hacer investigativo y/o del activismo político[44].
Más allá del ámbito metodológico de la coproducción de conocimiento, la
investigación colaborativa contiene una visión transformadora de la realidad
social con base en un compromiso y activismo político con las comunidades de
estudio, los investigadores trabajan con estas para desarrollar proyectos que
respondan a sus necesidades y prioridades, inclusive por encima de la
investigación misma. En este sentido, colocan en primer plano las necesidades
de las poblaciones:
Se trata de asumir el posicionamiento que implica priorizar a los
consultores y a la comunidad estudiada por encima de la etnografía […]implica
necesariamente colaborar en la medida de lo posible con aquello que nuestros
interlocutores nos demandan, más allá de los fines estrictamente académicos[45].
Desde la perspectiva de la formulación eliasiana sobre compromiso y
distanciamiento, considero que el hecho de que esta forma de investigación
implique una estrecha colaboración con las comunidades, puede constituir un
obstáculo para la autonomía del investigador. En este sentido, en aras de
contribuir con la producción de alternativas transformadoras, es posible que
presiones heterónomas conduzcan a que se exagere la perspectiva y el
conocimiento propio de las comunidades de estudio.
La antropología militante o activista comparte una matriz metodológica
con la antropología colaborativa en relación con el papel activo de los sujetos
de estudio en todo el proceso de construcción de conocimiento. De la misma
forma, coinciden en el sentido de utilidad práctica de las investigaciones para
las organizaciones, comunidades o grupos con quienes se investiga. Finalmente,
empatan la idea de que el compromiso ético-político es un eje transversal de la
investigación.
Sin embargo, a diferencia de la investigación colaborativa, en las
investigaciones militantes o activistas el grado de compromiso político del
investigador es más profundo, puesto que, en primera instancia, son las
convicciones políticas las que guían los objetivos de la investigación, tal
como lo plantea Charles Hales en su invitación a formular investigaciones
activistas: “la práctica de la investigación activista nos pide que
identifiquemos nuestras convicciones ético-políticas más profundas y que
dejemos que sean ellas las que guíen la formulación de nuestros objetivos de
investigación”[46]. Por lo
tanto, la ideología e ideales políticos forman el centro de la propuesta,
mientras que en la investigación colaborativa este centro está constituido por
la cooperación o colaboración con las poblaciones de estudio. Asimismo, la
investigación militante o activista fomenta que los investigadores militen en
las organizaciones que estudian, a fin de obtener una mayor profundidad y
acceso a la información[47].
Con relación a la producción de información extensa planteada por la
investigación militante o activista, resulta paradójico que si este
conocimiento puede perjudicar a la organización, comunidad, movimiento político
o grupo social tenga que silenciarse. Es decir, si en el proceso de
investigación se producen datos que causen daño a los objetivos de las
organizaciones, deben quedar al margen de las publicaciones académicas. La
promesa de la investigación militante o activista de que “tiene el potencial
de producir mejores resultados: un conocimiento empírico más profundo y
exhaustivo del problema en cuestión, así como una comprensión teórica que de
otro modo sería difícil de alcanzar”[48] es
eclipsada por el compromiso político del investigador al velar la publicación
de información perjudicial para la organización, como lo relatan Agustina Cinto
y Licia María Lilli “Ahora bien, formar parte de la organización posibilitó
acceder a instancias y documentación interna que presentaron el dilema, sobre qué
información (y cuál no) es plausible de ser registrada y que, a la vez,
sea base de construcción de un dato científico”[49].
El compromiso político militante o activista del investigador se
antepone a la producción académica. Esta situación genera un velo, un sesgo
militante que impide la construcción de un conocimiento relativamente más
ajustado a la realidad, pero ajustado a la implicación política ideológica del
investigador que encuentra sintonía con las poblaciones de estudio. Considero
que esta es una de las principales limitaciones de la investigación militante o
activista, puesto que, la producción de conocimiento académico está filtrada
por la posición militante del investigador.
Breve descripción
del movimiento indígena comunitario de Cherán
En
Cherán, el Partido de la Revolución Democrática, tuvo una influencia dominante
en la política local durante 18 años hasta 2007, cuando una división interna
favoreció al Partido Revolucionario Institucional (PRI) para ganar las
elecciones de ese mismo año. La fractura política del PRD condujo a la
fragmentación de los grupos en diferentes facciones, provocando tensiones
comunitarias que posteriormente fueron aprovechadas por una célula de la
delincuencia organizada para cometer actos ilícitos en la comunidad.
La división postelectoral del 2007
hizo eco en la elección de la autoridad agraria. El grupo conocido como “Pueblo
Unido de Cherán” logró el triunfo en las elecciones asamblearias para renovar
las autoridades de Bienes Comunales. Por un tiempo, las autoridades agrarias y
civiles coexistieron como gobiernos alternos, cada uno organizando eventos
comunitarios, cursos de verano y desfiles conmemorativos[50].
En un proceso paralelo a la fragmentación política, una célula de la
delincuencia organizada de la región se infiltró en el territorio de la
comunidad para llevar a cabo actividades ilegales como venta de drogas, cobros
de piso, levantones, secuestros y tala ilegal del bosque. Durante los cinco
años comprendidos entre 2006 y 2011, esta organización criminal mantuvo
relaciones con una serie de actores locales que resultaron en la devastación
del bosque[51].
Hacia
el año 2010, la tala ilegal del bosque aumentó drásticamente, lo que resultó en
camiones que transportaban madera circulando en el área residencial de la
comunidad durante todo el día y la noche. La presencia de la organización
criminal se hizo evidente en diversos aspectos de la vida cotidiana,
convirtiéndose en un elemento regular del paisaje de la población. Los sectores
agrícolas y ganaderos se vieron afectados debido a que sus actividades se
desarrollaban en las áreas boscosas, mientras que aquellos que se beneficiaron
con el flujo de efectivo generado por las diversas actividades ilegales fueron
los de venta de bebidas alcohólicas y alimentos.
En
el marco de la devastación del bosque, tanto la comunidad como las autoridades
del Comisariado de Bienes Comunales tomaron medidas para intentar frenarla.
Algunos habitantes contrataron máquinas pesadas para bloquear las rutas de
extracción de la madera ilegal, mientras que otras acciones fueron lideradas
por diferentes grupos de la población[52].
Sin embargo, el ambiente en ese momento estaba marcado por la fragmentación
política y desintegración social, hasta que los acontecimientos del 15 de abril
del 2011 transformaron parcialmente este estado de relaciones.
En
la madrugada de ese día, un pequeño grupo compuesto por hombres, mujeres y
jóvenes, en la proximidad de la capilla de “El Calvario”, detuvieron a
talamontes foráneos que descendían del cerro con vehículos cargados con madera
ilegal. Posteriormente, el grupo armado de la célula de la delincuencia
organizada intentó rescatarlos sin éxito. Este evento desencadenó un proceso
gradual de cohesión comunitaria, que resultó en los habitantes de Cherán
cerrando las entradas principales a la localidad, erigiendo barricadas en
ellas.
En
los siguientes días, los habitantes de Cherán se unieron para proteger las
calles y esquinas de la localidad. Estas agrupaciones, conocidas como “Las
Fogatas” funcionaron como un sistema de vigilancia y seguridad en el área
habitacional. Los vecinos se reunían en torno a fogones (estufas de leña) en el
espacio público. La población realizó construcciones improvisadas en estos
lugares para abrigarse del frío, la lluvia y los elementos del clima propio de
la meseta purépecha. Durante los primeros meses del movimiento, estos espacios
se convirtieron en foros de representación, discusión y toma de decisiones. Sin
embargo, también hubo conflictos entre los vecinos y asimetrías de poder con respecto
a la toma de decisiones. En un censo realizado por Martínez Anaya en el año
2011 se contabilizaron 189 Fogatas [53].
Durante aproximadamente tres meses, los habitantes de Cherán
instauraron un estado de sitio autoimpuesto, lo que resultó en la interrupción
de la mayoría de las actividades socioeconómicas cotidianas. Durante ese
tiempo, la vida social de la comunidad se centró en “Las Fogatas”. En estos
espacios, los habitantes realizaron acciones de organización política,
recepción de víveres, vigilancia, ayuda mutua, compra de armas y
direccionamiento del movimiento indígena comunitario.
En pleno proceso de protección comunitaria y, ante la puesta
en marcha del proceso de elección municipal, un grupo de habitantes decidió
impulsar la elección de autoridades a través de sus propios sistemas
normativos, sin la participación de partidos políticos. El 26 de agosto del
2011, este grupo presentó en el Instituto Electoral de Michoacán (IEM) un
documento firmado por 1942 personas solicitando este derecho. El 31 de agosto,
se presentó un nuevo documento en la presidencia del IEM en el que se hacía
constar el acuerdo alcanzado en una asamblea general de la comunidad de decidir
el nombramiento de sus autoridades y solicitar al IEM que respetara y
respaldara dicho acuerdo[54].
Sin embargo, el 9 de septiembre, el Consejo General del IEM decidió por
unanimidad que carecía de atribuciones para resolver sobre la celebración de
elecciones bajo el principio de “usos y costumbres”[55].
Ante esta determinación, un grupo de líderes avalado por las asambleas
comunitarias promovió un juicio para la Protección de los Derechos
Político-Electorales del Ciudadano ante el Tribunal Electoral del Poder
Judicial de la Federación.
El 2 de noviembre el TEPJF emitió un fallo histórico en su favor,
otorgándoles el derecho de realizar una elección basada en sistemas normativos
propios, así como la creación de un gobierno propio desvinculado de la
disposición que establece el Art. 115 constitucional[56].
La autoridad electa se denominó Concejo Mayor de Gobierno Comunal que es un “órgano de consejería y vigilancia de las diferentes áreas del gobierno
comunal [...] está integrado por doce concejeros, que coordinan sus funciones
entre sí y con las diferentes áreas de este sistema de gobierno propio”[57].
La estructura de gobierno
está representada por cuatro círculos concéntricos.
Estos simbolizan los diferentes consejos operativos que están proporcionalmente
integrados por habitantes de los cuatro barrios de la comunidad. En lugar de
elegir a una planilla como en un ayuntamiento, convencional todos los puestos
son designados en asambleas barriales. Además, se implementó un sistema
complejo de toma de decisiones basado en las asambleas de cada barrio.
Equilibrio
entre compromiso y distanciamiento: reflexiones a partir de mis investigaciones
de posgrado
En
esta sección expongo mi reflexión sobre el proceso de cambio en el balance
entre compromiso y distanciamiento con base en mi experiencia en la elaboración
de dos investigaciones de posgrado en Cherán. En ambas realicé trabajo de campo
etnográfico en la comunidad. En la primera, el trabajo de campo duró alrededor
de un mes, con diversas estancias aún menos prolongadas de cinco días. En la
segunda, el trabajo de campo se prolongó por aproximadamente un año.
En agosto de 2013 llegué a Cherán.
Mi interés por estudiar el caso del movimiento indígena comunitario surgió a
partir de una exploración por la comprensión del ejercicio del poder político
en gobiernos indígenas locales que son producto de una lucha indígena. Para
llevar a cabo el trabajo de campo, conté con la mediación del Dr. Orlando
Aragón Andrade, un académico militante, quien me presentó a un integrante del
Concejo Mayor de Gobierno Comunal. A través de este contacto, en la primera
visita al terreno, esta persona me presentó con los demás integrantes del
Concejo Mayor, quienes aprobaron la realización del estudio, giraron un oficio
para efectuar entrevistas etnográficas y observación directa.
Como
parte del proceso de investigación, antes de realizar la primera visita a
Cherán, revisé diversas fuentes periodísticas para conocer los sucesos
relevantes que llevaron a la comunidad a los talamontes foráneos el 15 de abril
del 2011 y, posteriormente, establecer un gobierno basado en sistemas normativos
internos. En esta inspección, llamó mi atención la forma de tratamiento de la
información por parte de medios de comunicación autodenominados alternativos,
así como de diversos actores sociales involucrados en Cherán. En relación con
la primera, en aquel momento noté una exaltación exacerbada de los
acontecimientos del 15 de abril, así como de la organización que posteriormente
emergió, especialmente de las autonombradas Fogatas. Me llamó la atención que
las notas periodísticas reportaban que fue un grupo de mujeres solitarias las
que detuvieron a los taladores ilegales de madera e igualmente, estas notas,
daban cuenta de una cohesión comunitaria sin la expresión de conflictos
sociales. Este panorama se evidenció con algunas variaciones en las entrevistas
etnográficas y la observación in situ.
La
investigación de maestría estuvo orientada a comprender cómo los
acontecimientos del 15 de abril en Cherán marcan un punto de inflexión en las
relaciones de fuerza en el campo político comunitario que posibilitan la
instauración de un gobierno indígena en resistencia. Da cuenta, de cómo en esta
forma de gobierno emergente el ejercicio del poder político atiende a un
esquema con base en principios y mecanismos colectivos, centrados en la
asamblea general como máximo órgano de gobierno. Estas condiciones en la
comunidad permiten el ejercicio de un poder político en el que todos sus
miembros participan en igualdad de condiciones.
Mi
investigación de maestría se enmarca en una tendencia hacia el predominio del
compromiso sobre el distanciamiento. Aunque no me identifico como un militante
activo comprometido con los movimientos sociales de los pueblos y comunidades
indígenas, adquirí la convicción del “compromiso social” como estudiante de
licenciatura en sociología en la Universidad Nacional Autónoma de México.
(UNAM). Este compromiso social se puede entender a manera de un acercamiento
con los movimientos sociales para, además de estudiarlos, ser una especie de
portavoz académico que denuncia los actos de dominación en múltiples planos,
entre ellos, la relación de estos pueblos con el Estado. En términos generales,
para mi significaba profesar un discurso que plantea una dicotomía moral que
coloca a los movimientos sociales en el plano de dominados y al Estado en el
papel de dominante, sin cuestionar las diversas formas de ensamblaje entre
ambos actores sociales
Como analicé previamente en la segunda sección, las posturas militantes
o activistas pueden conducir a silenciar académicamente aspectos incómodos o
contradictorios con los ideales e ideología de la población estudiada. En el
caso de las investigaciones sobre Cherán, esto puede significar sesgar la
información para evitar dañar la imagen del movimiento que los habitantes
construyeron para mostrar a diferentes audiencias.
En
mi exploración de las investigaciones sobre Cherán en las que se manifiesta
explícita o implícitamente un compromiso político, identifico diferentes
componentes de la autoimagen del movimiento indígena comunitario que, en
términos generales, son compartidas por mi estudio de maestría. Entre ellos
ubico: 1) el mito del origen del movimiento; 2) la reproducción de un discurso
comunitario que establece una dicotomía entre buenos y malos en aspectos como
la devastación del bosque; 3) la expulsión de los partidos políticos y; 4) la
representación del régimen asambleario como un modelo de toma de decisiones
impecable.
En relación con el mito de origen, se cuenta que la
madrugada del 15 de abril, en las inmediaciones de la capilla de El Calvario,
un grupo de mujeres solitarias que barrían la calle, espontáneamente enfrentó y
detuvo a talamontes que descendían del cerro[58].
La construcción de este discurso constituyó la historia oficial del inicio del
movimiento que hasta la actualidad sigue reproduciéndose sin cuestionamiento
por diversos académicos militantes comprometidos. Sin embargo, como mencioné en
la sección anterior, los acontecimientos de la madrugada del 15 de abril fueron
protagonizados por un cúmulo de actores sociales, entre ellos, un grupo de
mujeres. Este engrandecimiento de la actuación de las mujeres conduce a
desdibujar la participación activa de otros actores sociales en ese momento
coyuntural en favor de reforzar el mito de origen que construyeron los
habitantes de Cherán.
En cuanto a la dicotomía entre buenos y malos, este
aspecto se hace evidente en relación con la devastación del bosque. En Cherán
se ha creado una narrativa que explica cómo la tala ilegal se debió a la
entrada de actores externos. En la exposición de sus habitantes, existe un discurso
que plantea una dualidad entre “los malos” y “los comuneros”. En la exposición
de sus habitantes, existe un discurso que plantea una dualidad entre “los
malos” y “los comuneros”, donde los primeros son considerados como actores
foráneos que formaron parte de la delincuencia organizada que realizó
actividades ilícitas en la población. En cambio, desde una perspectiva general,
a todos los pobladores de Cherán que comulgan con el gobierno comunitario se
les conoce como comuneros. La reproducción de este discurso dicotómico está
filtrada en los resultados de la investigación de maestría. En este sentido,
carece de un cuestionamiento a las categorías nativas construidas desde la
perspectiva de los habitantes de Cherán. Uno de los elementos que considero centrales
de la práctica de orientaciones militantes comprometidas, es precisamente la
reproducción de los discursos de los protagonistas sin un cuestionamiento sobre
cómo son construidos y los fines comunitarios que persiguen. En las
investigaciones analizadas sobre el movimiento indígena comunitario de Cherán,
generalmente se reproduce este discurso dicotómico sin ponerlo en duda. Una
forma de caracterizar este discurso dicotómico es la siguiente: “el referirse a
la gente del crimen organizado como “los malos” denota una eticidad ejemplar;
entendiendo la eticidad como ese conjunto de caracteres y supuestos éticos que
rodean toda la cosmovisión y cosmogonía de los indígenas purhépechas en
relación con la vida”[59].
En este sentido, se traslada la autoimagen de los purépechas como agentes con
una ética diferenciada de quienes devastaron el bosque. Una dicotomía que se
genera en el discurso comunitario que se transfiere transparentemente a la
interpretación de los académicos militantes o activistas. Por último, se exime
de esta narrativa la participación de habitantes de Cherán en la devastación
del bosque, como lo analizo puntualmente en otro texto[60].
La exclusión de los partidos políticos de la arena política local se
convirtió en un símbolo del movimiento, y la expresión “expulsamos a los
partidos políticos” era una afirmación recurrente en el curso del trabajo de
campo. En términos formales, a través de la
sentencia de la TEPJF los partidos como instituciones permanentes en búsqueda
del voto desaparecieron al transformarse las elecciones comunitarias a sistemas
normativos internos.
A
pesar de la supuesta expulsión de los partidos políticos, algunos de ellos
continúan operando bajo nuevas formas. Sin embargo, lo que resulta relevante,
es que, desde la institucionalización del movimiento, los partidistas han sido
marginados de la participación política comunitaria, tanto en las elecciones
por sistemas normativos internos como en las asambleas comunitarias. Un hecho
velado, puesto que desencaja con la imagen de inclusión de la democracia
participativa directa construida por académicos militantes o activistas. La
idea de expulsar a los partidos políticos empataba con mi orientación
ideológica acerca del funcionamiento de la política representativa en general y
la democracia directa en particular. Al igual que muchos habitantes de Cherán,
sentía desencanto hacia los partidos políticos -y aún lo siento-, por lo que
ilustrar cómo funcionaba una democracia comunitaria sin su presencia, era un
aspecto importante de mi compromiso con el movimiento.
Este
componente estaba ligado al ejercicio del poder político en el régimen
asambleario a través de mecanismos colectivos. En este sentido, el discurso
preponderante, principalmente edificado desde los líderes políticos del
movimiento, mostraba a una totalidad comunitaria que participaba en la toma de
decisiones a través de las asambleas de cada barrio, así como de la asamblea
general. En repetidas ocasiones se manifestaba que todos participaban en estos
espacios deliberativos, creando la imagen de una maquinaria política con piezas
dentadas que encajaban simétricamente. Por lo tanto, el ejercicio del poder
político atendía a elementos colectivos que diluían los intereses particulares,
todo a favor del bien común. Un cuadro político plenamente antagónico con el
pasado partidista de Cherán, cómo di cuenta en la sección anterior.
Por
otra parte, desde un punto de vista reflexivo y estratégico, los habitantes de
la comunidad encontraron en los investigadores una especie de “aliado” en el
campo académico para mostrar aquello que era pertinente y benéfico para el
movimiento, al igual que aconteció con los periodistas. Florence Rojas Keyser
-originaria de Cherán- realiza un excelente relato de esta situación acontecida
en el año 2011:
Una noche se anunció en cada una de las fogatas la llegada de un grupo
de periodistas y había que mostrar las condiciones que la población estaba
viviendo. Cada fogata se organizó una noche antes de la llegada de
los reporteros, la primera idea que tuvieron en la fogata 41 fue mostrarse
indefensos, con armas rudimentarias y de trabajo: como palas, hachas, piedras y
resorteras ante un enemigo que podía atacar en cualquier momento.
Otra de las cosas fue colocar el fogón en el que normalmente se
preparaba algo para cenar en el centro del cruce de calles, con una tina con
nixtamal cocinándose para preparar tortillas y una pequeña olla con
frijoles: “¿cómo nos ven los de afuera? Como indios”: por ello había que hacer
toda una caracterización de lo que ellos mismos pensaban significaba ser indígena a los
ojos de los fuereños: como un grupo de personas pobres, vulnerables y sobre todo sin armas
sofisticadas[61].
Tanto
los periodistas como los investigadores militantes o activistas fueron un medio
para presentar a la comunidad nacional e internacional la imagen que los
habitantes de Cherán querían que se conociera sobre los acontecimientos
históricos de su pueblo. La vocación militante o activista de los académicos empataba
con los deseos comunitarios de mostrar la autoimagen del movimiento de Cherán.
Uno y otro hacen parte de la misma orientación ideológica. El compromiso
político, explícito e implícito, condujo a que la figura del investigador se
asentara como una especie de aliado. Como señalé anteriormente, en este tipo de
enfoques el investigador juega un rol estratégico más allá de la producción de
conocimiento. En este caso, el académico asume la tarea de presentar ante su
público la imagen que el movimiento desea transmitir. Como lo plantea Rojas
Keyser[62],
la imagen de un pueblo indígena pobre e indefenso. En su papel de acompañante y
activista, el investigador toma partido y se convierte en portavoz de la
ideología e ideales del movimiento. Esto puede conducir a que se excluyan datos
que puedan dañar la presentación del movimiento ante la comunidad académica y
presentar de forma selectiva la información por razones de simpatía o
compromiso político de los investigadores, contribuye a profundizar el sesgo
militante. De la misma manera, la promesa de la antropología militante de un
acercamiento penetrante a la información para la investigación, se desdibuja al
priorizar el compromiso político. En el caso de Cherán, esto implica situar en
segundo plano la variedad de actores con motivaciones y objetivos diferentes,
para presentar una imagen monolítica o estereotipada. Por lo tanto, siguiendo a
Norbert Elias este tipo de orientaciones confunden la
construcción de enunciados sobre una visión más ajustada a la realidad y de
enunciados sobre ideales e ideología[63]. Considero
que se antepone la construcción de enunciados más centrados en la subjetividad
de quienes investigan y menos ajustados al objeto que se analiza.
En
este contexto, vinculado con esta figura emergente del investigador en Cherán,
comprendí que apartarse del compromiso con el movimiento significaba también
“perjudicar la causa” y dar “armas al enemigo”. En este aspecto, reproduje la
autoimagen del movimiento indígena comunitario construida a través de la
narrativa de los líderes comunitarios del movimiento, evitando el
cuestionamiento de aspectos discordantes con esta edificación, dibujando la
representación de una comunidad simétrica, principalmente en relación con el
ejercicio del poder político y la toma de decisiones por medio de asambleas
comunitarias. En ese marco, este compromiso con el movimiento
también resultó en la creación de una narrativa que empata con la versión
oficial de la historia. Toda esta serie de elementos epistemológicos vinculados
a la práctica de investigación fueron objeto de mis reflexiones durante el
trabajo de campo etnográfico para el estudio de doctorado.
Del compromiso implícito al distanciamiento develado
Mi
propósito en la tesis doctoral fue profundizar en el análisis de las dinámicas
de poder en la toma de decisiones en las asambleas barriales en el gobierno
indígena de Cherán. Para este estudio me planteé un acercamiento microscópico a
las interacciones cara a cara que acontecen en las deliberaciones asamblearias.
El objetivo fue examinar cómo y quiénes toman las decisiones en los espacios
asamblearios. El resultado principal de la investigación fue que el proceso de
descentralización de las deliberaciones a través de las asambleas barriales
semanales[64]
condujo -paradójicamente- a una centralización de las oportunidades de poder en
un grupo reducido de hombres y mujeres que poseen una serie de recursos
significativos que amplían sus posibilidades de influir en el direccionamiento
de la toma de las deliberaciones asamblearias[65].
Al observar retrospectivamente mi tesis de doctorado, un esquema que se
asemeja al proceso de investigación que resultó en una inclinación hacia el
distanciamiento son las propuestas de compromiso secundario de Norbert Elias
analizado en el apartado inicial. En primer lugar, el compromiso directo con la
realidad estudiada a través de la experiencia de inmersión etnográfica. En
ella, inicialmente estuvieron presentes mis inclinaciones políticas e
ideológicas con el movimiento, así como todo tipo de ideas e ideales
preconcebidos y emociones a flor de piel debido al contacto cotidiano directo
con la población de Cherán. Posteriormente, a medida que avanzaba el trabajo de
campo y recopilaba información discordante con la imagen idealizada del
movimiento a través de la serie de instrumentos y operaciones metodológicas que
describiré posteriormente, el sentimiento de compromiso político e ideológico
comenzó a tomar un lugar secundario. Finalmente, el ejercicio de un
distanciamiento racional, tanto acompañado de los datos construidos sobre el
escritorio con la información obtenida en campo, como de una suerte de
vigilancia epistemológica, así como de un proceso reflexivo sobre el papel del
sociólogo frente al estudio de la realidad social.
El
quehacer etnográfico implica un compromiso emocional con los grupos humanos con
quienes se tiene un contacto directo, cotidiano y prolongado. Los elementos
personales, emotivos e ideológicos que el etnógrafo arrastra consigo están
presentes en todas las observaciones y conversaciones que sostiene en campo con
las poblaciones que estudia. Además, como mencioné líneas arriba, personalmente
comparto ideológicamente con el movimiento indígena comunitario de Cherán
ciertos aspectos, como la idea de una democracia participativa directa y
comicios comunitarios exentos de la participación formal de partidos políticos.
Sin embargo, a medida que avanzaba mi proceso de inmersión etnográfica,
surgieron cuestionamientos sobre los aspectos fundamentales de la identidad
construida por el movimiento. Me refiero en específico a aquellos discutidos en
la sección inmediata anterior.
A
diferencia de mi estudio de maestría, los hallazgos de mi investigación
doctoral cuestionan la autoimagen del movimiento indígena comunitario de Cherán.
El cambio de una actitud de compromiso a una de distanciamiento fue un elemento
central. Esta alteración fue el resultado de una combinación de un proceso
reflexivo, analítico y autoevaluación en conjunto con la información obtenida
durante el trabajo de campo etnográfico. Por medio del desarrollo de este
método, las discrepancias entre la autoimagen del movimiento indígena
comunitario y las prácticas cotidianas[66],
entre lo que se dice que se hace y lo que realmente se hace, surgieron
gradualmente. Como praxis de investigación, la etnografía contribuye a
establecer diferenciaciones entre lo que la gente dice; lo que la gente hace;
lo que la gente debería de hacer[67];
lo que la gente dice que hace; y cómo lo hace[68].
Metodológicamente,
opté por dos estrategias en campo para la recolección de información que, a la
postre, contribuyeron para configurar una visión más completa y balanceada de
las relaciones de poder en la comunidad. La primera se vinculó con evitar el
sesgo del líder. En las investigaciones cualitativas, las muestras de
individuos a entrevistar son designadas deliberadamente por el científico
social[69].
En este sentido, una de las recomendaciones para generar muestras cualitativas
es que las entrevistas se concentren en quienes tienen el mejor conocimiento
del tema central de nuestro interés[70],
para el caso de la investigación doctoral se relacionaba con individuos que
estuvieran en posiciones políticas clave o que directamente trabajaran en la
estructura de gobierno comunal participando activamente en el proceso del
régimen asambleario. No obstante, como se mostró en la cita de Florence Keyser
en la comunidad existe un alto grado de reflexividad de los líderes
comunitarios, por lo tanto, llevar a cabo únicamente entrevistas etnográficas
con este subconjunto de la población, conducía a incidir en lo que Howard
Becker expone cómo el sesgo del líder:
Si
recurrimos a los líderes de las organizaciones y comunidades para tener la
última palabra sobre lo que está ocurriendo dejaremos fuera cosas que esas personas
consideran poco importantes […] las instituciones siempre muestran su cara más
atractiva en público. Quienes las dirigen, al ser responsables por sus
actitudes y reputaciones, siempre mienten un poco; suavizan las asperezas,
ocultan problemas[71].
Con
el fin de evitar este sesgo y asegurar una variedad de perspectivas que
incluyera tanto las voces de los líderes comunitarios como personas por fuera
de este círculo, en el trabajo de campo se llevó a cabo la construcción de una
muestra heterogénea que maximizara la varianza de posiciones en la estructura
política de la comunidad.
Por otra parte, en las interacciones
cotidianas sobre el terreno construí vínculos a diferentes niveles que
coadyuvan a penetrar en el fenómeno estudiado. Sin embargo, en cierto momento
es imprescindible ejercer un grado de distanciamiento hacia los diversos puntos
de vista, pues en el quehacer etnográfico “no se trata de saber quién tiene la
razón”[72]
(Elias y Scotson, 2016: 37), qué grupo político es el “bueno” y quienes “traicionaron”
a la comunidad, elementos de distinciones morales que constantemente se
encuentran presentes en los discursos de las poblaciones estudiadas en
cualquier tipo de movimientos sociales. En cambio, las contradicciones ubicadas
tanto en el ámbito discursivo como práctico, contribuyen mostrar la complejidad
de la sociodinámica de un contexto determinado, y no únicamente a dar cuenta
“transparentemente” de la forma en que los individuos los interpretan
cotidianamente. Entonces, el cuestionamiento sobre la transparencia del
discurso de los individuos entrevistados en conjunto con una muestra
heterogénea de los mismos, fueron elementos metodológicos que me permitieron
representar una realidad desigual en términos de participación política en las
asambleas barriales, de la indiferencia política de un extenso sector de la
comunidad en cuanto a los asuntos de gobierno, así como de la exclusión y
estigmatización de los simpatizantes de los partidos políticos.
Asimismo, estos elementos emergieron constantemente en las entrevistas
etnográficas y en las pláticas informales que sostuve con diferentes sectores
de la comunidad. Algunas de estas personas, aunque abanderaban el movimiento
comunitario, igualmente producían un discurso crítico acerca del mismo.
Inclusive, algunos de ellos me alentaron para mostrar esta realidad
sociopolítica desde una postura diferente a la convencional. En el mismo
sentido, en diversas asambleas barriales en las que estuve presente, algunos de
los asistentes cuestionaban la imagen idealizada y romántica sobre estos
espacios políticos de la comunidad. En una ocasión una persona dijo “los
medios dicen que aquí todos participamos, pero no es cierto, solo miren, la
asamblea está vacía”. Un ejemplo que muestra la discordancia con la
autoimagen del movimiento que durante algunos años se había construido.
Ante ello me cuestiona sobre si, algunos habitantes de Cherán ponían en
duda esa imagen que se había construido sobre el movimiento y su gobierno
comunal, ¿por qué no aparecían representadas en el común de investigaciones que
se habían realizado?, ¿por qué se seguía representando la autoimagen del
movimiento indígena comunitario?, ¿los investigadores no estábamos logrando
captar esta diversidad crítica de los mismos habitantes o la excluimos de los
resultados de sus investigaciones, puesto que nuestro compromiso
político-ideológico nos conducía a seguir manteniendo una imagen romántica del
movimiento indígena comunitario?
En conjunto con la orientación de Norbert Elias, la reflexión sobre la
tarea de la sociología como ciencia social, tal como la plantea Pierre Bourdieu
en su reflexión sobre el oficio de sociólogo[73], fue
fundamental para ejercer un distanciamiento ideológico con el movimiento desde
una postura académica. En adición, una fuente importante de reflexión fue ¿Para
qué sirve realmente un sociólogo? En la que Francois Dubet manifiesta que “no
está confirmado que la sociología mejore las sociedades, pero sí que éstas
serían peores de lo que son si la sociología no les devolviese la imagen de
ellas mismas más o menos verosímil y, en la mayor parte de los casos una imagen
bastante poco complaciente”[74]. En
esta misma línea de pensamiento, un referente significativo fue El espíritu
sociológico Bernard Lahire que enuncia que la sociología combate el
sostenimiento de cualquier ilusión sobre el mundo social[75]. Esta
premisa coincide con la idea de Norbert Elias (2011) acerca de la tarea central
de la sociología como una ciencia cazadora de mitos, los sociólogos
se esfuerzan por sustituir imágenes de secuencias factuales, mitos,
creencias y especulaciones metafísicas no comprobables sobre la base de la
observación de hechos por teorías […] esta caza de mitos, el desenmascaramiento
del hecho de que las grandes mitificaciones son insostenibles si se les
contrasta con los datos de la realidad[76].
Todos estos razonamientos acerca
del papel de sociólogo -y en general del científico social- en relación con los
datos que mostraban una realidad compleja del movimiento condujeron a
establecer un distanciamiento con visiones apasionadas, comprometidas
ideológicamente con los movimientos indígenas, así como también de propuestas
militantes que, como “formas de investigación que por compromiso entienden la
noble e inequívoca visión de decir y escribir todo lo necesario para confirmar y reafirmar que
los malos son malos y los buenos son buenos”[77]. Por lo
tanto, los resultados mí investigación dan cuentan de matices, tensiones y
conflictos en las relaciones de poder inscritas en el régimen asambleario en
Cherán, que mantienen una distancia con descripciones ajustadas a ideales e
ideologías comprometidas y militantes, para dar paso a una imagen más completa
y balanceada de las relaciones de poder inscritas en el régimen asambleario.
En suma, el proceso de compromiso secundario abarcó una serie de etapas
y operaciones que reflejan -retrospectivamente- un cambio del predominio del
compromiso hacia el predominio del distanciamiento. Además, el relegar el
compromiso a un segundo plano, me permitió no velar información recolectada en
campo, incluso si esta contradecía la imagen idealizada del movimiento indígena
comunitario. En mi opinión, este proceso permitió mostrar una imagen más
realista de las relaciones de poder presentes en el régimen asambleario del
gobierno comunal.
A modo de
conclusión
La
discusión sobre el compromiso y el distanciamiento en la construcción del
conocimiento ha sido un tema recurrente en las ciencias sociales. Sin
embargo, en la actualidad este debate es especialmente relevante debido a la
proliferación de orientaciones comprometidas, activistas y militantes,
principalmente en antropología social, pero que han penetrado en las ciencias
sociales. En términos generales, en América Latina se ha observado una marcada
tendencia hacia estas posiciones académicas desde la década de los cuarenta del
siglo XX, cada vez es más frecuente encontrar investigaciones que ponen el
énfasis en el compromiso por sobre el distanciamiento. Una muestra reciente de
esta condición es la abundancia de investigaciones sobre el movimiento indígena
en Cherán, en la que, a pesar de encontrar casos que recorren el continuo entre
compromiso y distanciamiento, es evidente que existen ejemplos de
investigadores que se comprometen política e ideológicamente con los objetivos
del movimiento.
Los
estudios de grado o posgrado que implícita o explícitamente manifiesta una
postura militante o activista pueden caer en el sesgo militante, lo que
significa que pueden omitir información que contradice la autoimagen del
movimiento, en favor de mantener un compromiso político e ideológico. Basándome
en mi propia experiencia de investigación, es posible advertir que las
investigaciones comprometidas con el movimiento indígena comunitario de Cherán
tienden a enfatizar el compromiso y situar en un segundo plano el
distanciamiento. Estas versiones de una ciencia políticamente comprometida a
menudo reflejan lealtades y pasiones políticas de los investigadores, lo que se
traduce en juicios de valor y presupuestos que enmascaran una versión más
equilibrada sobre el microcosmos comunitario que estudian. En el transcurso de
estos años, los académicos militantes comprometidos han contribuido a la
difusión de la autoimagen del movimiento con un reducido cuestionamiento.
Con
respecto a mis investigaciones que son objeto de reflexión, la disposición
ideológica implícita en la tesis de maestría da cuenta de cómo el compromiso
con el movimiento indígena comunitario contribuye a mermar la presentación de
una visión balanceada sobre el objeto de estudio. Si bien los datos contenidos
en el resultado de la investigación no son erróneos ni mucho menos descalifican
la investigación, reflejan una orientación donde el compromiso domina sobre el
distanciamiento. Por otra parte, en el marco de mi investigación de doctorado,
el tránsito entre una visión más centrada en el compromiso a una orientación
más apegada al distanciamiento implicó situar mis creencias e ideales políticos
en un segundo plano. En retrospectiva, esta transformación no se planificó de
antemano, sino que fue el resultado de diversos factores que se ensamblaron a
lo largo del proceso de investigación en un esquema que se asemeja a la
formulación de compromiso distanciado de Norbert Elias. En esta línea, los
ideales e ideología compartidos con el movimiento indígena comunitario de
Cherán, no se desvanecieron por completo, sino que adquirieron una posición
secundaria con respecto al distanciamiento reflexivo racional.
En
definitiva, en toda forma de construcción de conocimiento está implicado un
balance entre compromiso y distanciamiento. El reto para toda investigación es
encontrar un equilibrio entre el compromiso político e ideológico con las
poblaciones estudiadas y una actitud de distancia crítica, para dar cuenta de
una visión más balanceada y completa de la realidad social estudiada. Una
actitud demasiado distanciada del investigador puede carecer de profundidad en
la comprensión del punto de vista de los actores estudiados. Por otra parte, un
enfoque excesivamente comprometido puede generar una representación estereotipada que se ajuste más a los deseos e ideales de los
investigadores y de las organizaciones, comunidades, movimientos políticos o
grupos estudiados, que a la producción de un conocimiento que retrata tanto las
características positivas como negativas encontradas en el proceso de
investigación.
[1]
Este artículo fue redactado en
el marco del Programa de Beca posdoctorales de la UNAM, Becario del Instituto
de Investigaciones Sociales–Coordinación de Humanidades de la Universidad
Nacional Autónoma de México. Asesorado por el Doctor José Luis Velasco Cruz,
período 2021-II.
[2]El municipio de San Francisco Cherán se ubica en la región
conocida como meseta purépecha en el estado de Michoacán en México. Este estado
se ubica en la parte occidental de la República Mexicana, sobre la costa
meridional del océano pacífico. Limita con los estados de Jalisco al noroeste,
Colima al sur, Guanajuato y Querétaro al norte, el estado de México al este y
Guerrero al sureste. Por otra parte, la región purépecha se encuentra en el
noroeste del estado de Michoacán, y abarca un área de aproximadamente 6,000 km2
con una altitud que oscila entre 1,600 y 2,600 msnm (Jasso Martínez, Ivy
Jacaranda (2012), “La Presentación de las Identidades Étnicas en Espacios
Interculturales: La Población Purépecha de Michoacán, México”, Intercultural
Communication Studies, vol. 21, nº 1). Geográficamente, se puede dividir en
cuatro áreas: la zona lacustre de Pátzcuaro, la Ciénega de Zacapu, el Valle de
los Once Pueblos y la Meseta o Sierra Purépecha. La zona lacustre incluye los
municipios de Erongarícuaro, Quiroga, Tzintzuntzan y Pátzcuaro, mientras que la
Ciénega se encuentra en los municipios de Zacapu y Coeneo. El Valle de los Once
Pueblos está dentro del municipio de Chilchota. Por último, la Meseta o Sierra
incluye los municipios de Cherán, Paracho, Nahuatzen y Charapan (Dietz, Ghunter
(1999), La comunidad purhépecha es nuestra fuerza, Quito, Ediciones
Abya-Yala). El municipio de San Francisco Cherán tiene una superficie de
aproximadamente 221.88 km2, lo que equivale a 22 mil 188 hectáreas. Está
ubicado en la región de la Sierra o Meseta Purépecha y limita al norte con
Chilchota y Zacapu; al sur con Nahuatzen y Paracho; al este con Zacapu y
Nahuatzen, y al oeste con Paracho y Chilchota (Plan de Desarrollo Municipal de
Cherán, 2013). El municipio se divide en una cabecera municipal y una tenencia.
La tenencia se llama Santa Cruz Tanaco y se encuentra a 18 kilómetros de la
cabecera municipal. La cabecera municipal es la comunidad de Cherán. Por lo
tanto, cuando se menciona Cherán en el estudio presentado, se hace referencia a
la cabecera municipal y no al municipio en su totalidad.
[3]
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Inédita, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Autónoma del
Estado de México.
[9] Bárcena Arévalo, Erika, 2013, Ob. Cit., pp. XXI.
[10] Colin Huizar, Alberto, 2014, Ob. Cit, pp. 4-5.
[11]Márquez Méndez, Carolina Irene, 2016,
Ob.
Cit., p. 16.
[12] Santillán
Ortega, Víctor Manuel, 2014, Ob. Cit., pp. III.
[13] Román Burgos,
Denisse, 2014, Ob. Cit., p. 343.
[14] Hernández Castillo, Rosalva Aída (2018), “Hacia una
antropología socialmente comprometida desde una perspectiva dialógica y
feminista”, en Leyva, Xochitl, et al.
Prácticas Otras de Conocimiento(s): Entre Crisis, Entre Guerras. Tomo II,
CLACSO, p. 85. En línea: https://doi.org/10.
2307/j.ctvn5tzv7. [Consulta, 1 de Mayo, 2022],
[15]
Para detalles biointelectuales véase el trabajo de Krieken, Robert Van (2005), Norbert
Elias, Londres, Routledge.
[16] Lever, John y Powell, Ryan (2017),
“Problems of Involvement and Detachment: Norbert Elias and the Investigation of
Contemporary Social Processes”, Human Figurations. Long-Term Perspectives in Human
Condition, vol. 6, n° 2. En
línea: http://hdl.handle.net/2027/spo.11217607.0006.209 [Consulta, 25 de mayo, 2022]. Por otra parte,
en América Latina la difusión del pensamiento y obra de Norbert Elias ha sido
impulsada por diversos sociólogos principalmente en Colombia y México. En el
primer país es posible ubicar un acercamiento a Elias a través de las publicaciones
de Vera Weiler como: Weiler, Vera (Compiladora) (1998). Figuraciones
en proceso. Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, Universidad
Industrial de Santander y Fundación Social. Weiler, Vera, (comp.)
(1998), Norbert Elias. La civilización de los padres y otros ensayos.
Bogotá, Grupo Editorial Norma. Weiler, Vera y Zabludovsky, Gina (ed.) (2011), Norbert Elias y el problema del desarrollo
humano, Bogotá, D.C., Universidad
Nacional de Colombia. En México
encontramos el trabajo de Gina Zabludovsky en obras como: Zabludovsky, Gina (2015), Norbert Elias y los
problemas actuales de la sociología, Ciudad de México, Fondo de Cultura
Económica y; Gustavo Leyva; Vera, Héctor; Zabludovsky, Gina (coords.) (2002), Norbert
Elias: Legado y perspectivas, Puebla y México, Universidad Iberoamericana
Puebla - Universidad Nacional Autónoma de México - Universidad Autónoma
Metropolitana-Iztapalapa. Asimismo está el texto de Manzo, Enrique Guerra
(2012), Breve introducción al pensamiento de Norbert Elias, Ciudad de
México, Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
[17] Vera, Héctor (2003), “Prólogo a la tercera edición en
español”, en Elias, Norbert, Sobre el tiempo, Ciudad de México, Fondo de
Cultura Económica, p. 17.
[18]
En un sentido amplio, Elias discute con
la propuesta de Max Weber acerca de la objetividad (juicios de hecho) y
subjetividad (juicios de valor) desarrolladas en los célebres ensayos La
política como vocación y La ciencia como vocación. Max Weber
concluye que el político puede consentir que todo tipo de valores se mezclen en
su discurso y sus actos. Sin lugar a duda, el pensamiento de Max Weber
influenció a Norbert Elias, quien emprendió el desarrollo de una sociología del
conocimiento que pretende superar el individualismo racionalista de Max Weber,
concentrándose en una perspectiva relacional que comprende la producción del
conocimiento como una mezcla entre subjetivismo y objetivismo.
[19] Elias, Norbert (1990a), Compromiso y distanciamiento.
Ensayos de sociología del conocimiento, Barcelona, Ediciones Península, p.
12.
[20]Elias,
Norbert, 1990a, Cit., pp. 26-36.
[21] Ampudia de Haro, Fernando (2020), “La política en Norbert
Elias: visión general e implicaciones”, Revista Española de Sociología,
vol. 29, n° 2, pp. 267-283. En línea: http://dx.doi.org/10.22325/fes/res.2020.15
[Consulta: 08 de abril, 2022], pp. 269.
[22]
Elias, Norbert, (1990a), Ob. Cit., pp. 12-24.
[23] Nuñez
Sarmiento, Marta (2001), “Compromiso y distanciamiento: el sociólogo en su
entorno social”, Papers, 65, p. 101.
[24]
Elias, Norbert (2012), La sociedad cortesana, Ciudad de México, Fondo de
Cultura Económica, p.308.
[25]
El empleo de Elias de la expresión “un conocimiento relativamente más ajustado
a la realidad” deriva que no comprendía la realidad social como un estado fijo,
monolítico y completamente aprehensible, sino más bien, como una totalidad
dinámica a la que es posible acercarse en diferentes grados, pero que nunca,
logramos asir por completo. Por ello, la construcción de conocimiento
científico implica un acercamiento progresivo al objeto de estudio que permite
obtener una visión cada vez más ajustada a la realidad, aunque nunca se logra
un conocimiento completo y definitivo.
[26] Elias, Norbert, 1990a, Ob. Cit., p. 28.
[27] Dunning, Eric, y Jason Hughes (2013), "Problems
of Method and Values in the Development of Sociological Knowledge", en
Dunning, Eric, y Hughes, Jason (2013), Norbert
Elias and Modern Sociology: Knowledge, Interdependence, Power, Process. London,
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[Consulta: 31 marzo 2021]
[28] Kilminster, Richard (2004), “From distance to
detachment: Knowledge and self-knowledge in Elias’s theory of involvement and
detachment”, en Loyal, Steven y Quilley, Stephen (eds.), The Sociology of
Norbert Elias, Cambridge, Cambridge University Press, pp. 25-41.
[29] Ampudia de Haro, Fernando, 2020, Ob. Cit., p. 271.
[30] Saramago, André (2015), “Problems
of Orientation and Control: Marx, Elias and the Involvement- Detachment Balance
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[31]
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[32]
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[33]
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Guillermo Bonfil Batalla, Víctor Daniel Bonilla, Gonzalo Castillo Cárdenas,
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Mosonyi, Darcy Ribeiro, Scott S. Robinson y Stefano Varese (1971), “Por la
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[34] Lamas, Marta (2018) “¿Activismo académico? El caso de
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[35] Sanday, Peggy Reeves (2013), “Un modelo para la etnografía
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[36] D’Andrade,
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http://www.jstor.org/stable/2744050 [Consulta, 8 de agosto, 2021], pp. 400.
[37] D’Andrade, Roy, 1995, Ob. Cit., p. 400.
[38] Scheper-Hughes, Nancy, 1995, Ob. Cit., p. 420.
[39] Scheper-Hughes,
Nancy, 1995, Ob. Cit., p.
419.
[40] Hale, Charles R. (2018), “La antropología comprometida en transición”, en Xochitl Leyva, et al., Prácticas Otras de Conocimiento(s): Entre Crisis,
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[41] Rappaport, Joanne (2018), “Más allá de la observación
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[42] Virgílio,
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[43] Rappaport, Joanne (2018), Ob.
Cit., p. 325.
[44]
Katzer, Leticia, Álvarez Veinguer, Aurora, Dietz, Gunther y Yanett Segovia
(2022), “Puntos de Partida. Etnografías colaborativas y comprometidas”, Tabula
Rasa, 43, pp. 17. En
línea: https://www.redalyc.org/journal/396/39672447001/html/ [Consulta: 6 de
enero 2023]
[45]
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Latinoamericana de Metodología de la Investigación Social, nº 2, p. 64. En
línea: http://www.relmis.com.ar/ojs/index.php/relmis/article/view/59/62
[Consulta: 6 de enero 2023]
[46] Hale, Charles (2001), “What is activist research?”, Social
Science Research Council, nº 2 (1-2), p. 14 (Traducción propia). En
línea: https://issuu.com/ssrcitemsissues/docs/i_i_vol_2_no_1-2_2001 [Consulta:
8 enero 2023].
[47]
Cinto, Agustina y Licia María, Lilli, 2022, Ob. Cit., p. 72.
[48]
Hale, Charles, 2001, Ob. Cit., p. 13.
[49]Cinto,
Agustina y Licia María, Lilli, 2022, Ob. Cit., p. 88. (Las negritas son
mías).
[50] Román Burgos, Denisse, 2014, Ob. Cit.
[51] Santillán Ortega, Víctor
Manuel, 2018, Ob.Cit.
[52] Velázquez Guerrero, Verónica Alejandra, 2013, Ob.Cit..
[53] Martínez Anaya, Efraín (S/F), “Cherán: de la autodefensa a
la organización comunitaria”. Mimeo.
[54]
Instituto Electoral de Michoacán (2012) Expresiones. Órgano Oficial de
Difusión del Instituto Electoral de Michoacán. México, nº 15, p. 27.
[55]Instituto
Electoral de Michoacán, 2012, Ob. Cit.,
p. 89.
[56]
Aragón Andrade, Orlando Felipe (2013), “El derecho en insurrección. el uso
contra-hegemónico del derecho en el movimiento purépecha de Cherán”, Revista
de Estudos & Pesquisas sobre as Américas, vol. 7, n°
2, p. 39.
[57]
Primer Informe de Gobierno Comunal
(2012), Cherán, Michoacán.
[58] Un ejemplo de este tipo de relatos es el siguiente: “En la
madrugada del 15 de abril de 2011 surgió el movimiento de la comunidad indígena
de Cherán. Quienes protagonizaron e iniciaron un movimiento de lucha y
resistencia fueron principalmente las comuneras, quienes “hicieron frente a los
talamontes” y “posteriormente se les sumaron los comuneros”. Las comuneras
salían de misa de una iglesia conocida como El Calvario cuando se percataron
que los talamontes venían bajando del cerro con varias camionetas cargadas con
madera, por lo que no pudieron resistir y repicaron las campanas de El Calvario
para hacer un llamado de auxilio a toda la población y retener a los
“delincuentes” en González Hernández, Alejandra y Zertuche Cobos, Víctor
Alfonzo (2017), “Cherán: cinco años de un gobierno autónomo”, en Pleyers, Geoffrey
y Garza Zepeda, Manuel (coords), México en movimientos: resistencias y
alternativas, México, Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, Miguel
Ángel Porrúa, p. 30
[59]
Colin Huizar, Alberto, 2014, Ob. Cit., p. 9.
[60] Santillán Ortega, Víctor Manuel (2021),
“Comuneros Y Talamontes: cooperación y conflicto en la devastación del bosque,
en Cherán, Michoacán (2006-2011)”, Revista
CIFE: Lecturas De Economía Social,
vol. 23, nº 39. En línea https://doi.org/10.15332/22484914.7161.
[61] Rojas Keyser, Florence, 2015, Ob.
Cit., pp. 61-62.
[62] Rojas Keyser, Florence, 2015, Ob.
Cit.
[63] Elias, Norbert (1974), “Foreword:
towards a theory of communities”, en Bell, Colin y Newby, Howard (eds.), The
Sociology of Community, i-liv, Taylor and Francis. Edición de Kindle.
[64]
En la forma Ayuntamiento las asambleas barriales cotidianas no existían, las
decisiones políticas no estaban abiertas a la población, sino que, se tomaban
en la figura denominada Cabildo. El régimen asambleario surgió con la
implementación del gobierno comunal a través de sistemas normativos internos.
[65] Santillán, Ortega, Víctor Manuel, 2018, Ob. Cit.
[66]
Bray, Zoe (2013), “Enfoques etnográficos”, en Della Porta, Donatella y Keating,
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[68]
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63.