LAS “PARROQUIAS” EN LA CIUDAD DE RÍO DE JANEIRO: VIVIENDA

Y TRABAJO DE LOS GALLEGOS EN EL BARRIO DE

SANTO ANTÔNIO (1850-1930)

 

André Nunes de Azevedo*

 Érica Sarmiento da Silva**

 

El pasaje del comercio ostentó ayer a la noche el mismo triste espectáculo (...) Decenas de inmigrantes españoles e italianos buscaron allí protegerse y pasar la noche en promiscuidad y abandono, siendo esto, independientemente de las causas, deprimente para la administración pública. Creemos que ellos no tienen derecho de acogida en los albergues del Estado, ni razón justificada para quejarse de la falta de ocupación, pero su vagabundeo y su miseria, aun cuando merecida, no pueden continuar de aquel modo sin grave responsabilidad de los poderes públicos.

Que se les den abrigos o que se permita que vuelvan a los países de donde vinieron, incluso con el sacrificio del Estado. Los intereses de la buena inmigración son mucho más importantes que los motivos reglamentarios que puedan explicar y hasta justificar el abandono de aquella gente[1].

 

En el año 1889, durante el período de auge de la inmigración de masas, el diario O Paiz pide que las autoridades se responsabilicen por los inmigrantes, al mismo tiempo que los juzga merecedores de la situación en la que se encuentran, sumergidos en el vagabundeo y la miseria. El discurso ambiguo, manifestado por el periódico carioca, se inscribe en el escenario que se formaba en la entonces capital brasileña: Río de Janeiro. Receptora de inmigrantes y viviendo su período de modernización, la ciudad, en el año 1920, ya abrigaba 20% de población extranjera. En el censo de 1906, de los 210.515 inmigrantes, 133 mil eran portugueses, 25.557 italianos y más de mil eran españoles. En el censo de 1920, el cuadro se repite con los españoles manteniendo el tercer lugar como contingente inmigratorio en Río[2].

 

Para localizar a este contingente español en Río de Janeiro, buscamos por medio del entrecruzamiento de fuentes nominativas, realizar un estudio sobre la inserción socio-profesional de los gallegos en Río de Janeiro con la intención de demostrar la importancia y ubicación de este grupo migratório en la ciudad en su momento de trasformación urbanística. Las fuentes que nos ofrecieron datos sustanciales sobre la ubicación de los gallegos en las calles cariocas fueron los archivos privados del Hospital Español y del Consulado Español. Esa documentación fue la base inicial para el diálogo con otras fuentes cualitativas, como pueden ser los procesos de expulsión, los periódicos de la época o las entrevistas realizadas con los inmigrantes. Los testimonios de los inmigrantes sirvieron para corroborar la existencia e importancia de los domicilios y, al mismo tiempo, ayudar a identificar la clasificación del inmueble, si se trataba de una casa de habitaciones, una pensión o un establecimiento comercial.

 

A partir de la muestra obtenida de las matrículas de los afiliados del Hospital y de los inscriptos en el Consulado Español, formada por más de 3.500 individuos, extrajimos las primeras informaciones de la colectividad gallega, como los municipios de origen, la profesión, el año de llegada, el número de repatriados, el estado civil, la alfabetización y la ubicación espacial de los inmigrantes en las calles de Río de Janeiro. Por primera vez, se vinculó el lugar de origen con la sociedad de destino, encontrando, de esa forma, los focos migratorios. A pesar de la diferencia de naturaleza de las dos fuentes, algunos datos como la profesión, el municipio de origen y la residencia en la sociedad receptora fueron aprovechados en una base de datos única.

 

Las matrículas de los afiliados del Hospital Español, reunidas en tres libros correspondientes a los años transcurridos entre 1859 y la década del 20 del siglo pasado, fueron la fuente que más contribuyó con informaciones sobre los pioneros de la emigración de masas. Entre los años 1859 y 1880, encontramos 218 inmigrantes gallegos matriculados en el Hospital Español. Esa información, junto con los datos personales de cada socio, posibilitó la ubicación geográfica de los pioneros por los barrios cariocas, así como la construcción de las cadenas migratorias y la determinación de la antigüedad de la emigración gallega a Río de Janeiro. Fue posible, por ejemplo, distribuir a los gallegos por las calles de Río de Janeiro, clasificar sus actividades profesionales y, a partir de allí, formular una serie de preguntas: si las actividades ejercidas estaban asociadas o no a los espacios físicos donde se desarrollaban; si estaban cercanos a otros grupos de inmigrantes de mayor tradición histórica y relevancia numérica; si había concentraciones de gallegos en determinadas calles; si los pioneros procedían de zonas con tradición migratoria a Río de Janeiro o si ejercían actividades que fueron seguidas por los grupos migratorios posteriores; si esos pioneros ejercieron el papel de mediadores en las redes de socialización, ayudando a los recién llegados a conseguir el primer empleo y la primera residencia, etc. A su vez, las entrevistas realizadas con los inmigrantes de la segunda inmigración de masas, correspondiente al período de 1950 a 1970, aportaron informaciones relevantes acerca del período de la Gran Inmigración, que es el objetivo primordial de esta investigación. Estos inmigrantes, pese a no pertenecer a los primeros flujos migratorios, conocían a los paisanos más antiguos, residieron y actuaron en las parroquias del Centro de la ciudad de Río, y, de esa forma, colaboraron con datos que no encontramos en los documentos escritos[3]. 

 

La riqueza de la documentación relacionada a las listas consulares y de asociaciones en general permite, sin dudas, construir tipologías y ampliar el conocimiento del objeto de estudio.

 

 

La Ciudad y sus transformaciones

El Río de Janeiro de inicios del siglo XX, una ciudad con fuerte presencia de inmigrantes, pasó por cuatro transformaciones sustantivas y fundamentales para la reconfiguración de su vida urbana. En primer lugar, en 1888, fue abolida la esclavitud. Este hecho incrementó una migración en masa del campo hacia la Capital Federal, por entonces la mayor ciudad de Brasil. Este proceso migratorio fue realizado sobre todo por ex esclavos e individuos libres pero desposeídos. El fin de la esclavitud impactó también en el aumento de la demanda de mano de obra inmigrante, considerada en ese entonces más productiva e inclusive, dentro de las teorías raciales vigentes en ese momento en Occidente y en Brasil[4], superior desde el punto de vista intelectual. Como consecuencia de ello, esa inmigración era vista por la élite política brasileña como fundamental en el proceso de construcción de una nación recién constituida históricamente. Ese conjunto de migraciones e inmigraciones provocados por el fin de la esclavitud llevó a Río de Janeiro a registrar en el inicio del siglo XX una marca expresiva de 55% de su población con origen exógeno a la ciudad[5]. El fenómeno del fin de la esclavitud tuvo, por lo tanto, un impacto significativo en la constitución de Río de Janeiro como una urbe melting pot[6], espacio de cohesión de una gran diversidad antropológica, un caldo cultural que unía desde el negro liberto a europeos meridionales, poblaciones eslavas, árabes, nordestinos, mineiros y poblaciones provenientes del interior del estado de Río de Janeiro, sobre todo de las regiones de Campos y del valle del Paraíba, las que recibieron el mayor impacto con el fin de la esclavitud del interior fluminense. Todo este contingente de migrantes e inmigrantes también colaboró sustancialmente con el aumento de la población de la ciudad. De 522.651 habitantes en 1890, Río de Janeiro pasa a 811.443 en 1906 y se dispara a 1.157.873 residentes en 1920[7].

 

En segundo lugar, la ciudad fue el escenario del golpe republicano que cambió el régimen político brasileño. El cambio de régimen no fue un simple detalle. En la condición de capital de la recién proclamada República, Río de Janeiro fue testigo de una sucesión de revueltas. La inestabilidad derivada del proceso de construcción de una nueva arquitectura política cobró su precio a la vida urbana carioca. Río de Janeiro, que ya era percibida como un espacio confuso, comparada con una ciudad bazar oriental e, incluso, repleta de epidemias, pasó a ser considerada también como urbe turbulenta, escenario de un sinnúmero de revueltas, rebeliones y levantamientos que recorrieron por completo las dos primeras décadas del nuevo régimen. El Río de Janeiro de las primeras décadas republicanas fue, antes que nada, una ciudad conturbada, con formas espontáneas de ocupación del espacio urbano -originadas en la experiencia de la villa esclavista-, epidemias y endemias e, incluso, una sucesión de rebeliones que marcó la mayor parte de los años iniciales del nuevo régimen. No sin razón, el historiador Nicolau Sevcenko clasificó a la capital republicana como “infierno social”[8].

 

En tercer lugar, como consecuencia del final de la esclavitud, Río de Janeiro registró el fenómeno del Encilhamento[9]. Con el fin del sistema de trabajo cautivo, los bancos y demás instituciones financieras se vieron expuestos como acreedores. La base de sus préstamos, su garantía, era en gran medida la propiedad esclava del tomador[10]. Con el fin de la esclavitud, la caución de los acreedores se volatilizó y la emisión monetaria descentralizada, surgida desde fines del Imperio, vino en socorro de una economía comprometida. No obstante, el fenómeno del Encilhamento fue mucho más que un mero hecho económico. Tuvo un fuerte impacto sociocultural[11]. Transformó los criterios de legitimación social que, a partir de ese momento, pasaron a ser considerados, cada vez más, en la dimensión de las adquisiciones materiales[12]. El resultado de ese fenómeno, mucho más allá de lo económico, fue agregarle a la ciudad-infierno social la imagen, contradictoria, de ciudad-oportunidad, ciudad de ganancias, que llegaba al imaginario español y especialmente al gallego. De esta forma, Río de Janeiro presentaba dos registros distintos, el de ciudad infernal, por un lado, lugar de epidemias y demás dificultades, y el de urbe de oportunidades, incitadora de la inmigración extranjera. El Encilhamento creó en Río de Janeiro un espíritu de ambición y la idea de que la ciudad sería un lugar único en cuanto a oportunidades de enriquecimiento, atribuyéndole sólo al esfuerzo individual el acceso a la riqueza. Durante las dos décadas iniciales de la Primera República, estuvieron en boga el diente de oro, la cadena de oro, los patrones de consumo para la ostentación, así como los juegos de azar, que nunca encontraron semejante vigencia en Brasil[13]. Un concepto se afirmó en el imaginario social carioca, el de que únicamente no se enriquecerían en la ciudad aquellos que no estuviesen dispuestos trabajar y/o que no fuesen lo suficientemente capaces de alcanzar la riqueza. La urbe carioca sería la tierra de las oportunidades y sólo los tontos no tendrían éxito en ella.

 

En cuarto lugar y como destacada propulsora de la inmigración europea, estuvo la Gran Reforma Urbana de Río de Janeiro[14], ejecutada, por un lado, por el Presidente Rodrigues Alves en consorcio con los caficultores de São Paulo y el Club de Ingeniería carioca, emisarios del progreso como desarrollo material, y, por otro, por el Prefecto Pereira Passos que, para usar un personaje castellano, se presentó como una especie de “Quijote” de una civilización pautada en referencias europeas, exógenas a la ciudad. La Gran Reforma Urbana de Río de Janeiro tuvo como una de sus mayores preocupaciones la captación de mano de obra inmigrante europea, con el fin de subsanar el problema de escasez de brazos en la labranza cafetera paulista y cumplir con una estrategia de “emblanquecimiento”, vista en aquel entonces por la élite política paulista como condición sine qua non del desarrollo nacional. No fue sin razón que el gobierno de Rodrigues Alves expidió un número récord de tarjetas postales de la ciudad reformada, destinadas a la propaganda en el exterior. Así, la Gran Reforma Urbana de Río de Janeiro llevada a cabo entre 1903 y 1906 cumplió un papel decisivo en el incremento de la inmigración europea a la Capital Federal en el inicio del siglo XX.

 

No obstante, el barrio de Santo Antônio, donde se ubicaba Lapa, era mucho más que un lugar de criminales, holgazanes, prostitutas e “invertidos”, como indicó Brasil Gerson. Según el censo urbano de 1890, ese barrio contaba con 37.397 habitantes[15]. Un salto poblacional de un 82% de su contingente, que sumaba 20.639 habitantes en 1870[16]. Se trataba, por lo tanto, de un barrio que crecía a un ritmo vertiginoso, siguiendo la velocidad de incremento demográfico de la ciudad a fines del siglo XIX. El crecimiento de este barrio se debió a su confirmación paulatina, desde fines del siglo XIX, como lugar de ocio en Río de Janeiro. Sólo la calle Lavradio, principal espacio público que incorporaba inmigrantes españoles en el barrio, contaba con dos teatros, el Apolo y el Politeama. Esta calle también se destacaba por la alta concentración de cafés, chopes berrantes[17] y restaurantes, además de contar con un velódromo y un club de pelota vasca y ser la sede de la banda luso-brasileña, siendo estas últimas dos instituciones espacios de cohesión de la población inmigrante ibérica de Río de Janeiro[18]. Así, la gran presencia de inmigrantes gallegos e ibéricos en general se justificaba por la amplia oferta de trabajo generada por el centro de ocio que representaba el barrio: hoteles, bares, restaurantes, cafés, cabarés, casas de juego, entre otras actividades[19] que empleaban el brazo inmigrante. De esta forma, era conveniente para el extranjero ubicarse cerca de su medio de trabajo, pues sería un facilitador de su vida cotidiana, además del factor económico del ahorro en el transporte diario al trabajo. No obstante, a pesar de ser un destacado centro de ocio en la urbe, el barrio aún mantenía un fuerte tono residencial, una marca que traía desde el inicio del siglo XIX, ya que hasta fines del siglo XVIII la región era pantanosa, de las más encharcadas de la ciudad[20]. De los 2.081 edificios del barrio, 1.627 eran domicilios, cerca del 75% del total[21]. Se sumaban a esas habitaciones las pensiones y las pequeñas hosterías que recibían a varios gallegos. El barrio contaba también con nueve escuelas primarias[22], mantenidas por la prefectura, que garantizaban la oferta de enseñanza a los hijos de los inmigrantes que establecían su familia en la localidad. Había también un importante comercio minorista[23] y 97 edificios destinados a la industria[24], que se concentraban sobre todo en las calles Riachuelo, Lavradio, Inválidos, Visconde do Rio Branco, Frei Caneca, Senado, General Caldwell y Rezende[25], lo que colaboraba sobremanera con el confort y las posibilidades de empleo en el barrio, elementos de atracción del brazo ibérico en la urbe carioca.

 

Fue conviviendo en ese escenario que muchos gallegos interactuaron en esos espacios centrales de Río de Janeiro. Algunos barrios, como veremos en las páginas siguientes, se constituyeron en reductos de la colectividad gallega, que encontró vivienda y trabajo, reforzando sus cadenas inmigratorias.

 

 

El barrio de Santo Antônio y Lapa: los Arcos de Lapa, Lapa y la calle Lavradio

 

Barrio que se volvió famoso en la historia de la ciudad por su vida nocturna indecente, barrio de cabarés baratos, de casas de bajo meretricio, de holgazanes, jugadores, fanfarrones e invertidos, y del “trottoir” de pobres mujeres perdidas, como consta en muchas crónicas y libros[26].

 

Esa era la imagen de Lapa y sus alrededores desde la época decimonónica en adelante. Un barrio bohemio, lleno de pequeños hoteles que servían para encuentros amorosos de la clase baja o simplemente para hospedar trabajadores que no tenían condiciones de tener una casa propia o pagar un alquiler en las zonas más privilegiadas de la ciudad. Sus calles, como Joaquim Silva o Marrecas, en el comienzo del siglo XX se convirtieron en calles llenas de prostíbulos que permanecieron allí hasta después de la década de 1940.

 

En las calles Lavradio, Lapa, Arcos, Joaquim Silva y Visconde de Maranguape, vivió, trabajó y tuvo negocios un buen porcentaje de la inmigración gallega en Río de Janeiro. Si sumamos los gallegos que estuvieron en las tres calles principales de los barrios de Santo Antônio y Lapa (Lavradio, Arcos de Lapa y Lapa) tenemos un total de 258 emigrantes, equivalente a 7,6% de toda la muestra recogida[27]. La provincia de Pontevedra concentró 50% de los 258 emigrantes que vivían en esta zona; A Coruña contribuyó con 36% y Ourense con 14%. De las tres mencionadas, la calle Lavradio fue la de mayor importancia numérica, aglomerando 135 emigrantes (3,8% del total de toda la emigración), seguida por Arcos (2,25%) y, por último, Lapa (1,23%). Esta área de Río de Janeiro acogió gallegos de todas las provincias, aunque con una mayor concentración de algunas de ellas, como Pontevedra y A Coruña[28].

 

La provincia de Ourense, por ejemplo, estaba bastante dispersa entre las calles del centro de Río y también en los suburbios. Esta es una realidad que se corresponde con las características de la emigración de esta provincia, la cual, contrariamente a los casos de Pontevedra y A Coruña, no tuvo “concellos” [29] (con la excepción de Melón) con altos índices de emigración a Río de Janeiro. Sin embargo, encontramos algunos focos tanto en el barrio de Santa Rita (calles Senador Pompeu, Camerino y Barão de São Félix) como en el barrio de Santo Antônio (calle Lavradio) o en Lapa. En este último barrio, contabilizamos 5,5% del total de la emigración de Ourense, que se divide entre varios “concellos” de diferentes áreas geográficas de la provincia, como pueden ser Melón, Pereiro de Aguiar o Xinzo de Limia. Cada “concello” ofrece un pequeño número de emigrantes que la mayoría de las veces no pasa de cinco personas. Aquí reside la dificultad de analizar, a nivel micro, las cadenas migratorias de esta provincia y de construir un perfil de esa emigración, tanto por su dispersión por los diferentes barrios de Río de Janeiro como por la poca concentración de vecinos de una misma localidad. Supuestamente, el hecho de no tener un gran contingente dividido en zonas (como en el caso de los municipios pontevedreses) o concentrado en un único “concello” (como en el caso de Santa Comba, municipio de la província de A Coruña) puede haber colaborado con su mayor dispersión, si es que se la compara con la de las otras provincias. Esto sería consecuencia de la búsqueda de apoyo en las cadenas migratorias más antiguas y fortalecidas originarias de otras provincias. Sería una cadena en el ámbito interprovincial. A su vez, la emigración del municipio de Ourense hacia Brasil es más tardía si se la compara con la de otros “concello”, con concentración en las primeras décadas del siglo XX, lo cual obligó a sus vecinos a buscar su inserción socio-profesional en aquellas localidades donde ya existían “concello” con mayor tradición[30].

 

Habitantes de 21 “concello” de la provincia de Pontevedra aparecieron distribuidos por esas tres calles de Río de Janeiro, siendo que algunas zonas presentan un mayor contingente migratorio que otras. En Lapa y en el barrio de Santo Antônio prevalecieron numéricamente los municipios que limitan con el norte de Portugal y algunos del litoral sur de Galicia, como As Neves, Arbo, Tui, O Rosal o Gondomar.

 

Uno de los factores que explican la elección de los destinos migratorios de los gallegos es la emigración intrapensinsular. En el caso de Brasil, está relacionada a municipios o áreas con una fuerte tradición migratoria a Portugal. Ejemplos de esto, según estudios realizados por varios especialistas, son el área geográfica del sudeste de Pontevedra, más específicamente los “concello” de Pontecaldelas, Fornelos de Montes, A Lama y Cotobade; el municipio de Santa Comba, de la provincia de A Coruña; y, por último, el “concello” de Melón, ubicado en la provincia de Ourense[31]. Estos municipios son los que presentan el mayor contingente emigratorio a Río de Janeiro entre todos los municipios y sus respectivas provincias[32].

 

Algunos municipios de la provincia de Pontevedra, aquellos ubicados en el centro y en el sur, tienen una antigua tradición emigratoria a Brasil registrada desde la década del 50 del siglo XIX. Según estudios realizados por González Lopo[33], en los archivos parroquiales pertenecientes a los municipios de Ponte Caldelas, Fornelos de Montes, A Lama y Cotobade aparecen informaciones que indican un claro predominio de emigración a Portugal, lo que facilitaría los primeros contactos de los gallegos con Brasil. En otra zona pontevedresa, la llamada Terra de Montes, que engloba los municipios de Beariz, Cerdedo y Forcarei, en la provincia de Ourense, a partir de mediados del siglo XIX Brasil pasa a ser el principal destino de atracción americano, principalmente las ciudades de Santos y São Paulo en menor medida, Río de Janeiro[34].

 

Aun encontrando índices emigratorios en casi todos los “concello” pontevedreses, el centro-sur de esta provincia es, sin dudas, la zona de mayor flujo hacia Río de Janeiro. En el límite con el Minho portugués y sufriendo la influencia de estos vecinos, esa región gallega fue desencadenando una emigración que alcanzaría a casi todos los municipios pontevedreses (con mayor o menor intensidad), manteniendo una continuidad y sosteniendo la existencia de cadenas migratorias a lo largo de más de un siglo. Los portugueses se adelantaron a esa emigración, claro está, por cuestiones históricas, alternando, de la misma forma que los gallegos, los destinos entre Brasil y las regiones intrapeninsulares[35].

 

En la calle Lavradio, donde está la mayor concentración de pontevedreses, con 135 emigrantes (52% del total de las tres calles), el municipio de As Neves representa 7,75% del total de las tres calles y 15% de los que vivieron en Lavradio. Es el municipio con mayor número de emigrantes tanto en la calle Lavradio como en la calle Arcos. Fue el único “concello”, de toda Galicia, que contó con más de 20 emigrantes viviendo en la calle Lavradio. En el número 77 de esa calle existió una hostería donde residieron varios gallegos. La documentación, muchas veces, no deja entrever el tipo de vivienda que existía en cada local: si era un cuarto, una casa de habitaciones, un comercio, etc. Las fuentes orales, en esos casos, ayudaron a descubrir esa información. Esto fue lo que ocurrió con el número 77, donde vivió M. G. G., nacido en el “concello” de As Neves: “Cuando llegué, me fui a vivir solo. Era allí en el morro de Santo Antônio, en la calle Lavradio 77. Vivían muchos gallegos, era una de las llamadas ‘cabezas-de-puerco’, como se les dice aquí. Eran más de 50 familias que vivían allí. Había muchas familias portuguesas y brasileñas también”[36].

 

Este emigrante llegó en el año 1950 y, todavía en esa época, los gallegos continuaban utilizando las pensiones del centro de Río como la forma más económica de sobrevivir, tal como ocurría a comienzos de siglo. La diferencia de la segunda emigración de masas en relación con los que emigraban a comienzos del siglo XX es que, cuando conseguían mejorar sus economías, buscaban una casa para alquilar o para comprar en los suburbios o en los alrededores del área central, como en los barrios de Méier, Penha o, en el caso del emigrante entrevistado, São Cristóvão. Los que podían permitirse comprar un inmueble en los barrios más privilegiados se mudaban para la zona sur, cerca de la playa, en los barrios de Flamengo, Botafogo o Copacabana.

 

Encontramos, en décadas anteriores, otros emigrantes viviendo en el número 77 de la calle Lavradio: dos del “concello” de As Neves, cuatro de Santa Comba, uno de A Baña, uno de Ponteareas, uno de Salvaterra do Miño y uno de Ourense. El más antiguo era del “concello”  de As Neves. Se llamaba Eduardo Sánchez Gil y se registró en el Consulado en el año 1915. O sea, desde 1915 hasta la década del 50 es probable que muchos gallegos procedentes del “concello” de As Neves hayan residido en ese local. Como las hosterías eran lugares temporales, era relativamente común encontrar un segundo domicilio en las fichas del Consulado. El propio Eduardo Sanchéz Gil, en la década del 40, vivía en la calle Mem de Sá, otra localidad cercana a la zona central de Río. Donde más se concentraron los vecinos de este “concello” pontevedrés fue en el número 41 de la calle Lavradio: de 14 gallegos, 10 procedían de As Neves.

 

Las pensiones populares, como los pequeños hoteles, las casas de habitaciones y las “cabezas-de-puerco”[37], fueron una realidad de la emigración gallega y portuguesa en Río de Janeiro. El número 77 no era la única casa que alquilaba cuartos. En las fichas del Consulado Español, por ejemplo, los números 38, 63 y 170 de la calle Lavradio también eran casas. En los datos personales del emigrante Maximino Gesteira Loural, de Redondela, aparece el siguiente domicilio: “Calle Lavradio, n° 63, Casa 2”. La antigüedad de esa calle como lugar de vivienda de gallegos se remonta al siglo XIX. A partir de 1879 y hasta el año 1899 aparecen 12 emigrantes viviendo en ella. La emigración continuó, según las fuentes escritas, hasta la década de 1930 y, según las fuentes orales, hasta la década de 1950.

 

Las áreas centrales que servían como espacios de vivienda estaban unidas a la vida profesional. Por ello, muchos gallegos tuvieron sus hoteles, restaurantes o pequeños comercios también en el centro de la ciudad. En las fichas del Consulado Español de Río de Janeiro aparecen, en el apartado referente al domicilio, nombres de hoteles que podían ser la residencia, el local de trabajo o ambas cosas. En la Plaza de Lapa, por ejemplo, encontramos el “Grande Hotel” y el “Hotel Guanabara”. En el primero de ellos, ubicado en el número 47, encontramos seis emigrantes viviendo en la década de 1920, oriundos de todas las provincias gallegas.

 

En la calle Lavradio, los emigrantes se hospedaban y también alquilaban cuartos. Aprovecharon la coyuntura y la demanda del mercado para abrir sus hosterías. No sólo los del sur de Pontevedra y los de Ourense estuvieron por la calle Lavradio, también los de Santa Comba y municipios vecinos de este “concello” habitaron esa parte de Río de Janeiro. M. M. C., de Santa Comba, no sólo vivió en la calle Lavradio, sino que también fue socio de uno de los hoteles, en el número 68:

 

Cuando llegué, estaba haciendo negocios con un hotel en la calle Lavradio, 68, hoy Hotel Casablanca, en aquel tiempo Hotel Lavradio. Era de muchachos conocidos y mi padre compró unos puntos para mí y yo fui a trabajar allí 6 meses, desde el 31 de agosto de 1957 hasta los primeros días de abril de 1958. Salí de allí porque mi padre construyó el Hotel São Cristóvão. En el Lavradio yo tenía 6 puntos de sociedad y en el São Cristóvão teníamos 25 puntos. Una casa la dividíamos en porcentajes. El Lavradio continuó bastante tiempo, después yo vendí[38].

 

Los emigrantes acostumbraban llamar “puntos” a las pequeñas parcelas que compraban en sociedad. A medida que las economías mejoraban, los “puntos” también crecían o, en otros casos, se compraban puntos en mejores áreas de la ciudad. En este caso, el Hotel Lavradio, como dijo M. M. C., “era de muchachos conocidos”, es decir, de vecinos de Santa Comba o de gallegos. La presencia de los xalleiros[39] en este barrio era mucho más antigua. El primer emigrante fue encontrado en el año 1912 y la cadena migratoria siguió hasta la década del 50.

 

La emigración de Santa Comba constituyó el 20,3% del total de los gallegos que vivían en las calles Arcos, Lavradio y Lapa. Una cifra que sólo está por debajo del “concello” pontevedrés de As Neves. Solamente en la calle Lavradio, entre 1912 y 1939, vivieron 20 xalleiros, la mayoría de ellos en los números 122 (de 18 personas, 6 eran de Santa Comba) y 125.

 

En relación con la emigración intrapeninsular del “concello” de Santa Comba, Portugal estaba entre los destinos preferidos de sus habitantes. Según Baudilio Barreiro, en sus estudios realizados sobre la jurisdicción de Xallas, los emigrantes iban directamente a la ciudad de Porto como mozos de servicio, ya que era la única capaz de absorber un número elevado de empleos temporales y ambulantes. Entre los años 1757 y 1784, el 18% de los varones casados había estado en Portugal:

 

Las preferencias a la hora de elegir destino se las lleva Portugal ampliamente sobre Castilla. En porcentajes correspondería el 86 % a Portugal y el 14 % a Castilla. A Portugal van como mozos de servicio en sus múltiples variantes: por eso Portugal equivale a decir Oporto, única ciudad que puede absorber un número elevado de empleos temporales y callejeros. Allí trabajan de aguadores, recaderos y mozos de mercado. A Castilla van, en cambio, a trabajar en el campo, a las labores de siega y tal vez de esquileo y carboneo[40].

 

La actividad complementaria del municipio también posibilitó la emigración a Portugal. A pesar de que las familias de Santa Comba viviesen predominantemente de la agricultura, con tierras arrendadas o trabajando en sus propias fincas, había un trabajo que predominaba en la zona y que ayudaba a mejorar la economía doméstica: la arriería. A través del transporte de mercaderías, principalmente cereales (como el trigo), sal, vino, carbón y arena, los campesinos conseguían el dinero necesario para pagar sus impuestos y cubrir el déficit de las cosechas. Llevaban la mercadería a varias ciudades gallegas, como Santiago o Pontevedra, y muchas veces se desplazaban hasta las fronteras de Castilla y Portugal, para vender vino u otros productos[41].

 

En la década del 60, los gallegos continuaron comprando hoteles en la calle Lavradio. J. A. I., de Mazaricos, fue uno de ellos. Llegó a Río de Janeiro en 1963 y, junto con los hermanos que ya estaban en la ciudad, compró una hostería en esa calle. Según palabras del emigrante: “es un lugar muy malo, aunque en esos días no tanto. En mi época había menos gallegos, pero aun así era un lugar que tenía muchos gallegos. Los gallegos aquí en el centro vivían en la calle Lavradio, en la Gomes Freire...”[42].

 

En los libros de prófugos del “concello” de Santa Comba, en la década del 50, encontramos 15 emigrantes viviendo en Lapa, en las calles Arcos y Lavradio. Los domicilios aparecen a partir de la década del 50, pero sabemos que en estas calles ya había gallegos viviendo desde la primera emigración. En la calle Lapa, entre los años 1951 y 1955, vivían cinco vecinos y en las calles cercanas, como Arcos, Visconde de Maranguape y Joaquim Silva, había en el mismo período alrededor de 10 emigrantes de Santa Comba. Lo que está claro es que muchos xalleiros se agruparon en este barrio carioca, tanto en la primera emigración masiva como en la segunda. Los municipios vecinos de Santa Comba, como Mazaricos, Outes o Vimianzo, también tenían emigrantes en esta zona. Es el caso de S. J. P., de Vimianzo, que emigró en 1960. Decidió salir de España porque ya tenía al hermano en Río de Janeiro, además de otros familiares que emigraron antes que él. El primer lugar donde vivió fue en Lapa. El barrio le servía sólo como residencia, ya que se desplazaba todos los días hasta Copacabana para trabajar de camarero. Cuando compró su propio restaurante se fue a vivir a Nova Iguaçu, un municipio de la llamada Baixada Fluminense donde los inmuebles eran más accesibles que en las zonas más pudientes de la ciudad. Decía que “en Lapa había muchos españoles. Era todo español”[43].

 

En la calle Passeio, número 70, aún en el barrio de Lapa, estaba el famoso “Restaurante Cosmopolita”, cuyo propietario era Raimundo Rodríguez Martínez, natural de Melón y uno de los socios fundadores y directores del Recreo de los Ancianos. La calle Passeio comenzó en las cercanías de la calle Ajuda, el antiguo local donde vivieron diversos gallegos a finales del siglo XIX. Creemos que, con la extinción de la calle Ajuda, el barrio de Santo Antônio fue ganando espacio y pasó a ser uno de los barrios centrales de mayor emigración gallega.

 

De los gallegos que vivieron en el barrio de Santo Antônio, la mayoría de ellos trabajó en el comercio (67,2%). No tenemos cómo comprobar en qué tipo de comercio, ya que prevalecen las definiciones de carácter más general, como “negociantes” y “empleados”. Sin embargo, nos arriesgamos a vincular la profesión de los emigrantes con el sector de la hotelería, no sólo por las declaraciones de los entrevistados, sino también por las características del propio barrio, dotado de restaurantes y pensiones. Esto no excluye, por supuesto, el comercio minorista.

Abajo, en la gráfica, identificamos las profesiones más numersosas de los inmigrantes gallegos en Río de Janero

 

Gráfico 1. Profesiones más representativas de los inmigrantes gallegos inscritos en el Consulado Español de Río de Janeiro (1877-1939)

 

Fuente: Elaboración a partir de los registros del Consulado Espanhol de Río de Janeiro.

En los procesos de expulsión de extranjeros, una fuente rica en información sobre la vida cotidiana de los inmigrantes, analizando los casos de crímenes de proxenetismo y contra el orden y la moral públicos por el negocio de la prostitución, percibimos que muchos gallegos eran acusados debido al tipo de negocios que tenían: las hosterías. Por ejemplo, el caso de los hermanos de Santa Comba, Celestino y Manuel Gerpe Blanco, acusados de proxenetismo. El primero fue expulsado y el segundo tuvo un poco más de suerte, porque tuvo condiciones de contratar un abogado y fue puesto en libertad[44]. Las hosterías y casas de habitaciones, abundantes a comienzos del siglo XX por ofrecer servicios baratos a los trabajadores de las clases bajas, también se transformaron en lugar de prostitución del bajo meretricio carioca. Ubicados en las calles centrales de Río de Janeiro, esos hoteles servían de vivienda y de “comercio del placer” para los brasileños y extranjeros que combinaban las jornadas de trabajo con el ocio. Los dueños del comercio alquilaban cuartos por hora para todo tipo de clientes, incluso para las prostitutas que trabajaban en la vecindad.

 

Muchos gallegos invirtieron sus ahorros en este tipo de comercio, comprando pequeñas participaciones en sociedad, sin que les importara la ubicación o el tipo de cliente que frecuentaba esos espacios. Era un negocio rentable, de baja inversión y rápida ascensión. La clientela no era exigente y la escasez y los elevados precios de los alquileres aumentaban la demanda de pequeños cuartos de pensiones y hoteles baratos. La clase trabajadora no tenía mucha opción, no podía permitirse el lujo de pagar el alquiler de un inmueble y era necesario vivir cerca del lugar de trabajo para evitar extensos desplazamientos entre un barrio y otro. En el diario A Gazeta de Notícias, edición del día 9 de enero de 1908, en una serie de reportajes sobre las hosterías de Río de Janeiro titulada Los cuartos del vicio, un ex-propietario de este tipo de negocios, cuya identidad no es revelada, le cuenta a los lectores el dinero que consiguió en un “cuartelito de vicio bien colocado”:

 

¿La hostería? Usted no se imagina qué buen negocio es ese. Créame, si no estuviese viejo (...) habría puesto parte de mi capital para fundar una; a pesar, es verdad, a pesar de las muchas que están apareciendo ahora y que crean una competencia del diablo. Pero hay gente para todas, hay gente para todas.

 

El comerciante, que después de enriquecerse con las hosterías se jubila y se dedica a prestar dinero con intereses, recuerda, con satisfacción, el comienzo de su inversión y los “conocimientos” utilizados para abrir este tipo de negocio:

 

Sepa usted que con dos contos de réis (...) y algunos conocimientos entre algunas mujeres, y la hostería está preparada a todas luces. Los dos contos serían para los muebles, sólo lo esencial, camas, sillas, lavatorios; para los cuartos más nobles, mesas de noche.

 

Todo estaba muy bien calculado, moneda por moneda. El alquiler de la casa podía costar 400$ (réis), el sueldo de un encargado unos 150$, los gastos 120$, sumando un costo mensual de 660$. Había trucos para disminuir los gastos, como por ejemplo utilizar las mismas sábanas de un cuarto para el otro, ¡incluso durante una semana! Para tener una clientela abundante, durante todo el día, era necesario “un conocimiento entre algunas mujeres”, lo que transformaba a la pensión, durante el día, en un “lugar de encuentros” y, por la noche, en cuartos para dormir.

 

En una casa de 400$ se consiguen fácilmente unos diez cuartos (...) esos diez cuartos nunca se alquilan una vez, a veces se alquilan tres o cuatro veces por día, ¡la cuestión es que la casa tenga mucho movimiento! (...) Démosle, sin embargo, un promedio de quince veces por día. Cada cuarto, en una hostería, -así, así- da (...) nada menos que 5$. Tenemos, por lo tanto, por día, 75$, ¡el sueldo de un diputado!

¿Es o no es un buen negocio? En un año, con el capital de dos contos, en una hostería modesta y con una clientela regular, un hombre embolsa nada menos que veinte contos, limpitos, ¡sin contadores ni cobrador![45]

 

Como las economías iniciales sólo permitían comprar pensiones a precios módicos, en locales de bajo meretricio, muchas fueron confundidas con casas de prostitución de baja categoría. Sin embargo, los comerciantes no tenían vínculos con las prostitutas, únicamente alquilaban los cuartos y se aprovechaban de la situación. El emigrante de Santa Comba F. L. L. toma con buen humor sus comienzos en Río de Janeiro como dueño de hosterías. Después de dejar su trabajo de camarero, compró una pensión con otros cuatro socios gallegos en el centro de Río de Janeiro, donde estaban las mujeres: “(...) era donde estaban aquellas mujeres. Era el lugar reservado para eso, en aquel tiempo era así. Teníamos el precio justo para cobrar y ellas estaban allí prácticamente desnudas (risas). En el centro había sólo hosterías. Después me mudé de local y me sentí mejor, ya no tenía aquel mal ambiente”[46].

 

El dueño de una agencia de viajes, J. S. S., conocía bien la actividad de los xalleiros en Río de Janeiro:

 

Ellos tenían hoteles, pensiones. Era pensión de origen barato, ¿no? Baratas. Pero entre ellos allí, eran parejas que iban allí… en Río de Janeiro hay muchos moteles que pertenecen a gallegos. Hoy en día son hoteles de lujo, pero de aquella eran (risas)…Hoy, siguen con el mismo sistema, pero son moteles de lujo[47].

 

Las casas de meretricio, la prostitución y el proxenetismo invadieron el centro de la ciudad a comienzos del siglo XX y, junto con el tráfico de mujeres blancas, se transformaron en un motivo de preocupación para la policía y los órganos judiciales de la República. Según las estadísticas presentadas por el delegado del 12º Distrito Federal, en el año 1914 se contabilizaban, en su jurisdicción, 94 casas ocupadas por meretrices, comprendiendo las calles Lavradio, Gomes Freire, Rezende, Arcos, Senado, Visconde do Rio Branco, Riachuelo, Mem de Sá y Praça dos Arcos y Governadores. En estas casas vivían 299 mujeres, de las cuales la mayoría, 160, eran extranjeras, siendo que de ese total 33 eran rusas, 30 italianas y 20 españolas[48] . En la mayoría de esas calles, como Lavradio, Arcos, Senado, ubicadas en el barrio de Santo Antônio y en el barrio de Lapa, era donde se encontraban muchos hoteles de gallegos, además de sus residencias.

 

El proceso de expulsión de Manuel Gerpe Blanco, en el año 1921, expone una vez más la participación de los gallegos en la hotelería carioca[49]. En 1915 sufrió la primera detención, responsable por ser propietario de tres hosterías frecuentadas por el bajo meretricio. Fue puesto en libertad y vendió todas las hosterías que estaban vigiladas por la policía, comprando dos predios, uno en la calle Harmonia y uno en la calle Senador Pompeu (una de las más frecuentadas por gallegos). En ese caso específico, no creemos que el acusado fuese un rufián o adquiriese hoteles con la única intención de utilizarlos como burdeles, más allá de que los cuartos fueran alquilados a prostitutas. En su proceso no aparecen declaraciones de prostitutas ni acusaciones que lo indiquen como explotador de mujeres, lo único que se denuncia es la utilización del inmueble por parte de las meretrices.

 

El abogado contratado para defender a Manuel Gerpe alega que la expulsión es injusta, explicando que el acusado ya cumplió su pena, inclusive siendo ésta injusta, debido a que se deshizo de sus primeros negocios y pasó a vivir de la renta de sus inmuebles, uno de ellos alquilado como casa de habitaciones. No existía ninguna prueba contra Manuel Gerpe, que después de haber cumplido con la pena que le fue impuesta, trató de buscar un nuevo medio de vida honesto y digno[50].

 

Para verificar este hecho, bastaba ver las escrituras de venta de las antiguas casas.

 

Tales documentos prueban perfectamente que el acusado no tiene nada que ver con las casas que la policía dice que él explota, o con el comercio del meretricio, para así expulsarlo del territorio nacional, donde vive hace 17 años, teniendo sólo contra su persona la única condena que sufrió, cuya pena cumplió inmediatamente, con un medio de vida honesto[51].

 

Además, el abogado contaba con otra arma de defensa: la expulsión del hermano de su cliente, Celestino Gerpe Blanco, “socio de Francisco Lima en la hostería de la calle D. Manoel, nº 60”, expulsado “con las falsas declaraciones de los comisarios Péricles Barreto y el investigador Bosseli, negándole el derecho de regeneración”. Esta vez, había un abogado brasileño involucrado en la trama y un cliente con condiciones económicas para pagar por sus servicios. La policía no pudo hacer nada y el día 26 de octubre de 1927 el delegado envió una carta al Ministro de Justicia declarando que las pruebas recogidas no eran suficientes para expulsar a Manuel Gerpe Blanco y que el acusado había sido puesto en libertad.

La historia de los indeseables de la Capital Federal y su consiguiente expulsión fue un instrumento utilizado por las autoridades brasileñas para imponer el orden público contra aquellos extranjeros pobres y contestatarios del sistema, sobre todo aquellos que sostenían una posición ideológica, como los inmigrantes anarquistas[52]. La historia oficial, durante mucho tiempo, quiso esconder la participación de las masas populares en los períodos más conturbados de la sociedad brasileña, recriminando el carácter pasivo de la población. Sin embargo, la forma de actuación de estos excluidos del sistema existió, la mayoría de las veces, de forma no organizada, dispersa por las calles de la ciudad. Ella coincidió, a su vez, con la vida cotidiana contradictoria de la urbe que vivía entre su realidad social adversa, con condiciones altamente precarias de vivienda, epidemias y endemias que amenazaban la vida del trabajador inmigrante y la de sus familias, y las propuestas de progreso de una burguesía deseosa de transformar a las masas populares de Río de Janeiro –allí incluidos los inmigrantes gallegos– en un reflejo de sí misma, de sus hábitos burgueses de vida. El sueño de las élites políticas de la Primera República de la ciudad del progreso y de la civilización no alcanzó la vida cotidiana de los inmigrantes gallegos en el barrio carioca de Santo Antônio.

 

 

Conclusión

 

El Rio de Janeiro del período que tratamos fue una ciudad sometida a una vertiginosa transformación. El fin de la esclavitud en 1888, la proclamación de la República en 1889 y la Gran Reforma Urbana de Rio de Janeiro en los inicios del siglo XX –con fuerte impacto en el centro urbano de la Capital Federal- provocaron que la población de la ciudad y sus oportunidades de trabajo aumentasen sobremanera. En el período en cuestión, el contingente poblacional de la urbe carioca aumentó cerca de cinco veces, atrayendo a inmigrantes de diversas partes del mundo –en especial europeos meridionales como en el caso de los españoles procedentes de Galicia.

 

En nuestra investigación documental concluimos que la mayor parte de estos inmigrantes gallegos provenían de la provincia de Pontevedra –el 50% del universo total de los gallegos que investigamos eran provenientes de esta región, la más próxima al norte portugués. Más allá, incluso, la mayor parte de los pontevedreses que encontramos en la parroquia de San Antonio/Lapa eran oriundos de los municipios más próximos al norte lusitano, como aquellos de As Neves, Arbo, Tui, O Rosal e Gondomar. Debemos tener en cuenta que la proximidad de estos municípios pontevedreses al Puerto de Vigo, desde donde partían los barcos con destino a Brasil fue también un factor importante para la elección del país al que emigrar, además de las cadenas migratorias formadas en esta región[53]. Este hecho no puede ser tomado como una mera coincidencia, pues la literatura sobre migraciones ibéricas en el siglo XIX indica que el flujo de migrantes gallegos hacia norte portugués fue considerable desde el siglo XVIII. De tal forma, en el período que estudiamos se había consolidado una tradición de inmigración intrapeninsular que hacía emanar un significativo flujo de gallegos de Pontevedra a la ciudad de Porto, principal núcleo económico septentrional de Portugal. Hacía tiempo que estos gallegos de regiones próximas a la frontera portuguesa se establecieron en ocasión del vasto comercio que operaba en el, pues fue ahí donde encontraron mayores oportunidades de empleo. Entendemos que este contacto con la región de mayor emisión de inmigrantes lusitanos hacia Brasil, fue un importante factor decisivo, anque no el único, en el movimiento de una porción significativa de población de los municipios del sur de Pontevedra hacia Rio de Janeiro, en ese entonces principal centro receptor de inmigrantes ibéricos a Brasil.

 

La parroquia de San Antonio presentó un acelerado crecimiento de su población desde finales del siglo XIX, crecimiento que se mantuvo durante las tres primeras décadas del siglo XX. Esta parroquia se destacaba entonces como un atractivo centro de ocio, con bares, restaurantes, cafés y cervecerías, además de ser una de las más afamadas regiones de Rio de Janeiro debido a sus prostíbulos. No obstante, esta parroquia se presentaba entonces también como un importante núcleo habitacional, pues contaba con una significativa presencia de viviendas. La oferta habitacional sumada a las mayores oportunidades de empleo próximo a las viviendas, fue un factor decisivo para la elección de esta zona de la ciudad como un punto privilegiado para la residencia de los inmigrantes gallegos en Capital Federal. Además, la parroquia de San Antonio –en su calidad de centro de ocio carioca- ofrecía además varias oportunidades de emprendimiento para estos ibéricos, los que naturalmente aprovecharon estableciendo principalmente fondas baratas, ramo empresarial en el que se especializaron.

La actuación de estos inmigrantes al frente de las fondas de Lapa procuró varios problemas a inicio de siglo XX, en una época en que las ideas de progreso, civilización y saneamiento estaban en boga y que sirvieron como plataformas ideológicas de la burguesía de Rio de Janeiro para controlar a una población que crecía en fuerte progresión y, también, en significativa diversidad de culturas. Deseosa de transformar la heterogeneidad de la población de la Capital Federal a su imagen y semejanza a fin de controlarla, la burguesía carioca –que ostentaba el poder estatal- hizo amplio uso de la fuerza policial, y de las instituciones de justicia, para perseguir a los propietarios de las fondas en las que se hallaba enquistada la prostitución arrabalera carioca. En tales intentos de control social y de homogeneización cultural varios de estos propietarios estuvieron implicados en procesos de expulsión de Brasil, como ocurrió en el caso de algunos gallegos de la parroquia de San Antonio/Lapa.

 

 

 

 

Recibido: 21/07/2016

Aceptado: 05/10/2017

LAS “PARROQUIAS” EN LA CIUDAD DE RÍO DE JANEIRO: VIVIENDA Y TRABAJO DE LOS GALLEGOS EN EL BARRIO DE

SANTO ANTÔNIO (1850-1930)

 

Resumen

 

            Con base en el contexto de una ciudad en transformación rápida y significativa como fue el de Río de Janeiro para el período en cuestión, este artículo analiza la naturaleza de los inmigrantes gallegos que habitó la Parroquia de San Antonio entre 1880 y 1930. Del mismo modo, con base en la interpretación de la documentación pertinente, se analiza la forma de inserción social de los inmigrantes gallegos en el espacio, su actividad profesional, nichos de especialización y las dificultades en ese espacio de la ciudad. El artículo busca cruzar los datos de estos inmigrantes en sus lugares de origen con datos sobre la ocupación de estos gallegos en esta parroquia carioca. 

 

Palabras clave: inmigrantes, gallego, Río de Janeiro, ciudad, Santo Antônio.
 
André Nunes de Azevedo
Érica Sarmiento da Silva
 
 
 

“PARISHES” IN THE CITY OF RIO DE JANEIRO. HOUSING AND

LABOR OF GALICIANS IN THE NEIGHBORHOOD

OF SANTO ANTÔNIO (1850-1930)

 

Abstract

 

            Based on the context of a city in fast and significant transformation as Rio de Janeiro was during the period in question, this article discusses the nature of Galician immigrants who inhabited the Santo Antonio Parish between 1880 and 1930. Likewise, based on the analysis of the relevant documentation, it debates the form of social integration these immigrants had in the space in question, their professional activities, operational niches and difficulties found in that city area. The article seeks to intersect these immigrants’ data in their home sites with data from the occupation of these Galician people this carioca parish.

 

Keywords: immigrants, Galician, Rio de Janeiro, city, Santo Antônio.

 

André Nunes de Azevedo
Érica Sarmiento da Silva

 



*Profesor Adjunto de Historia Moderna y Contemporánea de la Universidade do Estado do Rio de Janeiro (UERJ).

**Profesora Titular del Programa de Pósgrado en Historia de la Universidade Salgado de Oliveiray Profesora Adjunta de Historia de América de la Universidade do Estado do Rio de Janeiro (UERJ).

[1] Biblioteca Nacional, O Paiz, martes 8/02/1889, pp.3.

[2] Hesler Motta, Mary, Imigração e trabalho industrial - Rio de Janeiro (1889-1930), UFF, Niterói, Disertación de maestría, 1982, pp. 141.

[3] Las entrevistas corresponden a un grupo de inmigrantes gallegos procedentes del “concello” de Santa Comba (A Coruña). Algunos entrevistados encontrabanse retornados, en Santa Comba, en el momento de la entrevista y otros en Río de Janeiro. Desafortunadamente, muchos inmigrantes del primer ciclo migratorio ya se encontraban desaparecidos. Las fuentes orales contribuyeron para corroborar con muchas informaciones encontradas en los documentos y, también, para ofrecer nuevos datos acerca de las viviendas y del trabajo de los gallegos en Río de Janeiro en la primera inmigración.

[4] Schwarcz, Lilia, O espetáculo das raças. Cientistas, instituições e questões raciais no Brasil. 1870-1930, Cia. das Letras, São Paulo, 1993, pp. 15-29.

[5] José Murilo Carvalho, al ofrecer números del censo de 1890, señala que un 28,7% de la población de Río de Janeiro es originaria del exterior y un 26% son provenientes de otras regiones de Brasil. Véase: Carvalho José Murilo de, Os bestializados. O Rio de Janeiro e a República que não foi, Cia. das Letras, São Paulo, 1987, pp. 17.

[6] Forma de expresar una ciudad con gran diversidad de grupos étnicos y culturas que se encuentran en su espacio urbano.

[7] Los datos relativos a los períodos presentados entre 1872 y 1900 fueron extraídos de la tabla de la población de las ciudades según los censos demográficos presentada por el IBGE. Ver: http://www.censo2010.ibge.gov.br/sinopse/index.php?dados=6&uf=00 [Consulta; 20, abril, 2015].

[8] Sevcenko, Nicolau, Literatura como missão. Tensões sociais e criação cultural na Primeira República, Cia. das Letras, São Paulo, 2003, pp. 72-94.

[9] Se conoce con este nombre a la crisis económica ocurrida en Brasil entre el final de la Monarquía y el inicio de la República. Se originó en una burbuja económica y derivó en una crisis financiera, estallando durante el gobierno provisorio de Deodoro da Fonseca (1889-1891).

[10] Tannuri, Luiz Antônio, O Encilhamento, Hucitec y FUNCAMP, São Paulo, 1977, pp. 6.

[11] El registro más acabado de ese impacto en el plano social y cultural fue el hecho por el Visconde de Taunay, escrito con seudónimo. Véase: Malheiros Heitor, O Encilhamento. Scenas contemporâneas da bolsa em 1890, 1891 e 1892, Vol. 1, Domingos de Magalhães Editor, Río de Janeiro, 1894.

[12] Incontables ejemplos de cómo los criterios de legitimación social pasaron a centrarse cada vez más en las adquisiciones materiales pueden percibirse en el clásico “Orden y Progreso” de Gilberto Freyre. Véase: Gilberto Freyre, Ordem e Progresso, José Olympio, Río de Janeiro, 1959, Vol. 1.

[13] Esa era la ideología dominante después del Encilhamento. Según José Murilo de Carvalho, la corriente política victoriosa en la Primera República fue el liberalismo conservador que traía consigo un contenido que responsabilizaba al individuo por su éxito o su fracaso social. Véase: Carvalho, José Murilo de, 1987, Ob. cit. La idea de enriquecimiento fácil, accesible para todos aquellos que estuvieran dispuestos a realizar los esfuerzos para obtenerla, queda muy clara en la novela de Taunay. Malheiros, Perdigão, 1891, Ob. cit.

[14] Eso queda muy bien explicitado en el discurso de toma de posesión del Presidente Rodrigues Alves, el 15 de noviembre de 1902. Apud. Azevedo, André N. De, Da Monarquia à República. Um estudo dos conceitos de progresso e civilização na cidade do Rio de Janeiro (1868-1906), PUC-Rio, Río de janeiro, Tesis de Doctorado inédita, pp. 187.

[15] Noronha Santos, Francisco, As freguesias do Rio antigo, O Cruzeiro, Río de Janeiro, 1965, pp. 123.

[16] Abreu Maurício de, Evolução urbana do Rio de Janeiro, IPP, Río de Janeiro, 2008, pp. 54.

[17] Sobre los chopes berrantes de Lapa, véase: Edmundo, Luís O Rio de Janeiro do meu tempo, Senado Federal, Brasilia, 2003, pp. 294-295; y Ramos Tinhorão, José, Os sons que vêm da rua, Ed. 34, São Paulo, 2005, pp. 135-147.

[18] Gerson Brasil, História das ruas do Rio, Lacerda, Río de Janeiro, 2000, pp. 221.

[19] Gerson, Brasil, 2000, Ob. cit., pp. 219-228.

[20] Gerson, Brasil, 2000, Ob. cit., pp. 220.

[21] Abreu Maurício, 1988, Ob. cit., pp. 55.

[22] Santos Noronha, 1965, Ob. cit., pp. 124.

[23] Santos Noronha, 1965, Ob. cit. pp.125.

[24] Abreu Maurício, 1988, Ob. cit., pp. 55.

[25] Santos Noronha, 1965, Ob. cit., pp. 124.

[26] Gerson Brasil, 2000, Ob. cit., pp. 236.

[27] La muestra utilizada en este artículo, como se explicó en el ítem anterior, está conformada por 3.500 inmigrantes y fue recogida, por un lado, de las matrículas de los afiliados del archivo privado del Hospital Español de Río de Janeiro, a partir de 1859 y hasta los años 20 del siglo XX; y, por el otro, del Consulado Español, a partir de 1877 y hasta el año 1939.

[28] Resultados extraídos de las matrículas del Hospital Español y de las fichas del Consulado Español, ambos ubicados en Río de Janeiro, entre los años 1850 y 1939.

[29]Concello” es el nombre con el que son denominados los municipios en Galicia.

[30] Sobre la distribución de la emigración gallega a Río de Janeiro por provincias, véase: Sarmiento da Silva, Érica, Galegos nos trópicos: invisibilidade e presença da  imigração galega no Rio de Janeiro Rio de Janeiro (1880-1930), Porto Alegre, EDpucrs, 2017.

[31] Lopo González, Domingo, “Una aproximación a la emigración de la Galicia Occidental entre mediados del siglo XVII y el primer tercio del XX, a través de las fuentes protocolares y archivos parroquiales”, en Revista de la Comisión Gallega del Quinto Centenario, nº 6, Santiago de Compostela, 1990, pp. 135- 169; Mallón Barrero, Baudilio, La jurisdicción de Xallas en el siglo XVIII. Población, sociedad y economia, Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Santiago de Compostela, Santiago de Compostela, 1977; y Fernández Rodríguez, Manuel Angel, “Evolución migratoria en el municipio de Melón: mediados del siglo XVII a comienzos del siglo XX”, en Roel Eiras (ed.), Aportaciones al estudio de la emigración gallega. Un enfoque comarcal. Santiago de Compostela, Xunta de Galicia, 1992, pp. 167-176.

[32] Sarmiento da Silva, Érica, Ob. Cit.

[33] Lopo González, Domingo, “Los movimientos migratorios en tierras del interior de la provincia de Pontevedra entre 1801-1950: características y puntos de destino”, en, Pilar Cagio (ed.), Galicia nos contextos históricos, Universidad de Santiago de Compostela, Santiago de Compostela, Semata, nº 11, 2000, pp. 270-278.

[34] Cortizo Fernández, Camilo, “Emigración peninsular y americana en tierra de montes (1700-1914)”, en Revista da Comisión Galega do Quinto Centenario, nº 7, Santiago de Compostela, 1990, pp. 182.

[35] Fernandes Alves, Jorge, Os Brasileiros. Emigração e retorno no Porto Oitocentista. Porto Editores, Porto, 1994.

[36] Entrevista a M. G. G. realizada el día 4 de noviembre de 2003 en Río de Janeiro. Los emigrantes entrevistados por la autora de este artículo serán identificados por las iniciales de sus nombres y apellidos con el fin de preservar sus identidades.

[37] Casas de habitaciones, muy comunes a comienzos del siglo XX en Río de Janeiro, antes de las reformas urbanísticas que surgieron a partir de 1906. Eran habitaciones colectivas con baño y cocina también colectivos.

[38] Entrevista con M. M. C. realizada el día 12 de noviembre de 2003 en Río de Janeiro.

[39] Gentilicio de los habitantes del “concello” de Santa Comba, en Galicia.

[40] Barreiro Mallón, Baudilio, La jurisdicción de Xallas en el siglo XVIII. Población, sociedad y economia, Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Santiago de Compostela, Santiago de Compostela, 1977, pp. 253-254.

[41] Barreiro Mallón, Baudilio, 1977, Ob. cit, pp. 422-440.

[42] Entrevista a J. A. I. realizada en el mes de octubre de 2000 en Río de Janeiro.

[43] Entrevista a S. J. P. realizada el día 26 de septiembre de 2000 en el Recreo de los Ancianos, Río de Janeiro.

[44] Archivo Nacional (En adelante AN), Proceso de expulsión, Pac. IJJ7 169. Sólo encontramos el proceso de Manuel Gerpe Blanco. En su expediente aparecía la información de que su hermano ya había sido expulsado por proxenetismo (no encontramos el año de la expulsión). Los dos aparecen en los libros del Censo del “concello” de Santa Comba del año 1919 y Manuel Gerpe Blanco estaba inscripto en el Hospital Español en 1919.

[45] Biblioteca Nacional, A Gazeta de Notícias, 09/01/ 1908, pp.6.

[46] Entrevista a F. L. L. realizada el día 10 de septiembre de 2003 en Santa Comba.

[47] Entrevista a J. S. S. realizada en el mes de junio de 2002 en Santa Comba.

[48]Medeiros de Menezes, Lená, Os estrangeiros e o comércio do prazer nas ruas do Rio (1890-1930), Rio de Janeiro, Arquivo Nacional, Órgão do Ministério da Justiça, 1992, pp.51.

[49] AN, Proceso de expulsión, Pac. IJJ7 169.

[50] AN,Proceso de expulsión, Pac. IJJ7 169.

[51] AN,Proceso de expulsión, Pac. IJJ7 169.

[52] Medeiros de Menezes, Lená, Indesejáveis. Desclassificados da modernidade, Eduerj, Río de Janeiro, 1997.

[53] Como importante referencia para los puertos de destinos véase la obra recien publicada de Vázquez González, Alejandro, Emigrantes Galegos, transportes e remesas, Fundación Barrié, A Coruña, 2016.