Revista Andes, Antropología e Historia
Vol. 2, Nº 32, Julio - Diciembre de 2021
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https://creativecommons.org/licenses/by-nc/4.0/ ISSN Nº 1668-8090
Sentimientos, experiencias y refugio judío en
Tucumán (Argentina), 1939-1946
Feelings,
experiences and Jewish refuge in Tucumán (Argentina), 1939 – 1946
Vanesa Teitelbaum
Instituto Superior de
Estudios Sociales (ISES)
Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET)
Universidad Nacional de
Tucumán (UNT)
Argentina
vteitel@yahoo.com
Fecha de ingreso: 22/09/2020
Fecha de aceptación: 10/05/2021
Resumen
El trabajo examina una
temática relevante pero poco explorada referida a la ruta que le permitió a
miles de refugiados judíos polacos salvarse de la guerra y el avance nazi, al
salir de Europa a través del Lejano Oriente. Con el fin de articular las escalas
de análisis y aproximarme al estudio de esta temática para Tucumán, donde
habita una de las comunidades judías más antiguas y grandes del norte
argentino, el artículo analiza -desde un enfoque de historia social y con una
metodología cualitativa- los testimonios de inmigrantes y refugiados judíos,
como Nejome Zaluski de Werchow (1914-1994), quien migró a la provincia en
tiempos del nazismo. En el estudio se argumenta el influjo que alcanzaron en
sus descripciones sobre la guerra y su impacto en la población judía los
ejemplos tomados de la tradición, la biblia y la historia judía. Además,
propongo la presencia de un lenguaje común entre los refugiados judíos que
sintieron alegría y esperanza ante el futuro que les abría la migración,
combinadas con el sufrimiento y la necesidad de honrar a sus familiares muertos
en la Shoá. En esa tónica, propongo, también, el contraste entre las
percepciones favorables sobre Argentina y las imágenes negativas sobre su
pasado europeo.
Palabras claves: Segunda Guerra Mundial,
refugiados judíos, ruta de escape, pesar, mártires
Abstract
The work examines a relevant but little-explored theme referring to the
route that allowed thousands of Polish Jewish refugees to save themselves from
the war and the Nazi advance, leaving Europe through the Far East. In order to
articulate the scales of analysis and to approach the study of this subject
inTucumán, where one of the oldest and largest Jewish communities in northern
Argentina lives, the article analyzes -from a social history approach and with
a qualitative methodology- the testimonies of Jewish immigrants and refugees,
such as Nejome Zaluski de Werchow (1914-1994), who migrated to the province
during Nazi times. The study considers that the influence of their descriptions
of the war and its impact on the Jewish population is based on examples taken
from tradition, the Bible and Jewish history. Furthermore, it is argued that
there is a common language among Jewish refugees who were joyful and optimistic
about the future thanks to migration, while they had also both sorrow and the
need to honor the relatives who had perished during the Shoah. In this sense,
it is also proposed that there is a contrast between their favorable
perceptions about Argentina and the negative images of their European
past.
Key
words: Second
World War – Jewish refugees – escape route – sorrow – martyrs
Introducción
Este trabajo explora la ruta, poco
conocida y estudiada, referida a los judíos que consiguieron escapar desde
Polonia a Lituania, posteriormente a Rusia, luego a Japón y desde allí embarcar
rumbo a diferentes destinos, entre los cuales se encontró América Latina y, más
precisamente aún Argentina. En este periplo (centrado entre los meses de julio
de 1940 y junio de 1941, aproximadamente) fueron claves los apoyos brindados
por particulares, diplomáticos y representantes de asociaciones, comités y
organizaciones de ayuda internacional.
Un vértice central del estudio
consiste en explorar sus percepciones en torno a la guerra y, en particular, su
impacto en la población judía polaca, vertida a través de los comentarios,
explicaciones, poemas y citas que realizó en los escritos que acompañaron sus
vivencias de viaje y adaptación al nuevo país. En esa dirección, el artículo
propone dos hipótesis: la primera, referida al influjo que alcanzaron en sus
descripciones los ejemplos tomados de la tradición, la biblia y la historia
judía y, la segunda, vinculada con un lenguaje común entre los refugiados
judíos[9]
que sintieron alivio y esperanza ante el futuro que les abría la migración,
combinadas con nostalgia y dolor por haberse separado de sus familiares que
quedaron en Europa[10].
En esa tónica, podemos proponer, además, la contraposición entre las
percepciones favorables sobre Argentina, contrastadas con las imágenes
negativas sobre su pasado europeo. Finalmente, es posible, además, situar el
testimonio analizado en un clima de época en el cual primaba la noción de mártires
y la imperiosa necesidad de homenajear y llorar a los familiares muertos
trágicamente en la Shoá[11].
Una ruta poco conocida: el escape vía Japón y
las ayudas recibidas[12]
El examen de los documentos contenidos
en el USHMM y la lectura de la bibliografía sobre el tema permitieron
reconstruir y enmarcar el caso estudiado en un conjunto más amplio, referido a refugiados
judíos polacos, quienes en un contexto dominado por el desenlace de la Segunda
Guerra Mundial, el avance del terror nazi y las leyes restrictivas de la
migración implementadas por numerosos países en la época, pudieron huir de
Europa a través de Japón.[13]
Cuando empezó la guerra, aproximadamente tres millones y medio de judíos se
encontraban en Polonia y, por lo tanto, sufrieron las consecuencias de las
disputas y enfrentamientos entre alemanes y soviéticos. En efecto, el 1 de
setiembre de 1939 Alemania invadió Polonia y el 17 de setiembre de ese año las
tropas soviéticas entraron en Polonia, dividida entonces entre Alemania y
Rusia.
En ese año comienza, precisamente, el
diario de Nejome Zaluski, quien había nacido en Kobryn (Polonia) y al momento
de estallar la guerra vivía allí con sus padres, en el seno de una familia
trabajadora que respetaba las tradiciones y la cultura judía. En ese marco
podemos situar su formación, primero en una escuela primaria polaca y luego en
el colegio secundario judío Tarbut. Además, ella participó en agrupaciones
juveniles sionistas, completó un año de magisterio y había aprendido varios
idiomas, como el idish, el polaco, el ruso, el inglés y el hebreo[14].
Su objetivo era viajar a la Argentina, concretamente a la provincia de Tucumán,
en donde se encontraba su esposo, Moishe Werchow, con quien ella se había
casado en 1937, unos pocos meses antes de que él migrara junto con sus padres[15].
Pero la guerra dificultó este propósito y el cierre de fronteras, consulados,
la falta de recursos económicos y, sobre todo, el inexorable avance del nazismo
demoraron el encuentro del joven matrimonio durante cuatro años, hasta que,
finalmente, pudieron reunirse.
Tal como se reveló en su diario, fue
durante la navidad de 1939, el año en que comenzó la guerra, cuando ella salió
de su hogar y de forma clandestina cruzó la frontera polaca con Lituania en
dirección hacia Vilna, ciudad de floreciente vida judía a la cual pudo llegar
el 10 de enero[16].
Para mantenerse en Vilna, Zaluski se apoyó en la asistencia que brindaban los
organismos judíos.
En ese sentido,
asistió a las oficinas del Joint y de HIAS, con el fin de conseguir alimentos
para su subsistencia. Además, trató ella misma de ganar algo de dinero y para
eso tejió sweaters y trabajó durante un pequeño tiempo en el Instituto
Científico Judío (el JIVO), aunque como aclaraba en su diario esto lo pudo
hacer antes de que comenzaran a regir los nuevos decretos estatales.
Su estancia en esa urbe sufrió el
impacto de la ocupación rusa en junio de 1940 y la incorporación a la Unión
Soviética en agosto de ese año, tanto de la ciudad de Vilna como del resto del
país, convertido así en la República Socialista Soviética de Lituania. Para los
refugiados judíos que se encontraban en Lituania en ese momento, la coyuntura
era completamente riesgosa y compleja. Como no tenían una residencia permanente
y carecían de trabajo, su situación era vulnerable y sus opciones sumamente
escasas. Una de las posibilidades para ellos era adoptar la ciudadanía
soviética, pero este camino les cerraba la puerta para volver a sus casas. La
otra opción que tenían era rechazar la ciudadanía soviética con el riesgo de
que esta decisión los condujera a una deportación a Siberia[17].
Fue en esa coyuntura adversa que miles
de judíos resolvieron escapar. Sin embargo, aquí se originaba otro gran
problema que era por dónde huir. Alemania ya había invadido Europa occidental y
los Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo y Francia habían caído ante el Eje. De
esta forma, “las opciones para escapar eran pocas y todas
requerían permisos diplomáticos (visas) para cruzar las fronteras
internacionales. Cuando los soviéticos ordenaron el cierre de todos los
consulados diplomáticos antes del 25 de agosto de 1940, el tiempo comenzó a
agotarse”[18].
Ante esta situación, la salida que se
vislumbró como posible para los refugiados judíos polacos en Lituania fue
transitar hacia Rusia y desde allí viajar a Japón para desde el país asiático
embarcarse rumbo a algunos de los destinos posibles, como Palestina, Sudáfrica
y América (del Norte, Central y Sudamérica). En la configuración de esta
alternativa de huida fue clave la información proporcionada por aquellos
refugiados que habían conseguido abordar el Ferrocarril Transiberiano que se
dirigía hacia el puerto oriental de Vladivostok[19].
Ciertamente, durante casi un año, entre julio de 1940 y junio de 1941, un
número estimado en aproximadamente 2.100 refugiados judíos dejó Lituania y
llegó a Moscú, en Rusia, con el fin de subir al Ferrocarril Transiberiano[20].
Debemos agregar que el Joint desempeñó un rol fundamental para posibilitar esta
ruta de escape, al financiar a un grupo de refugiados el costo del boleto
Intourist[21].
En ese contexto podemos situar la
trayectoria migratoria de Zaluski, quien realizó varios y sostenidos esfuerzos
para conseguir sus documentos migratorios y embarcar rumbo a Argentina. En
primer lugar, acudió al Consulado
de Kaunas (Lituania) en busca de la visa que le permitiera salir de Europa. Su
objetivo, como el de tantos otros judíos en su situación, era obtener la visa
de tránsito de Japón, documento a través del cual podrían salir de Rusia.
Sin éxito en
la oficina diplomática de Lituania -país que en ese momento estaba ocupado por
los rusos, como ya se dijo- decidió, sin embargo, arriesgarse y probar salir
igual de Europa. Para ello, recurrió a varias estrategias. Por un lado, se
comunicó con su familia en Polonia y recibió la visita de su madre y uno de sus
hermanos, quienes le acercaron algo de dinero y objetos personales. No
obstante, informada del peligro que correría al llevar rublos (le dijeron que
los rusos confiscaban ese dinero)[22],
se deshizo del mismo y resolvió solicitar la ayuda de un amigo y de una persona
que sabía que prestaba dinero para el viaje. Además, recurrió al Joint. Con estos apoyos que le
permitieron reunir el dinero necesario para costear el boleto en tren, ella
salió de Kaunas a finales de febrero de ese año de 1941 y desde
Vilna abordó el tren con destino a Vladivostok, donde esperaba recibir la visa
japonesa que le permitiría, finalmente, embarcarse rumbo a su destino:
Argentina.
Este
trayecto de su migración, es decir el viaje en tren desde Lituania a Rusia duró
aproximadamente 12/13 días, en los cuales atravesó toda Rusia y el espacio
fronterizo con Manchuria, Mongolia, Url y Birobidzhan. El tren se detenía en
las grandes estaciones, como Kírov, Sverdlovsk, Omsk, Tomsk, Novosibirsk,
Krasnogorsk, Irkutsk y los grandes montes Baikales y el lago Baikal.
En Vladivostok bajó junto con otras 27
personas que esperaban obtener la visa japonesa. Sin embargo, solo ella y otras
siete personas recibieron el documento. En ese momento, ellos se enteraron que
el consulado iba a cerrar al día siguiente y se devolverían todos los
documentos restantes, incluidos las fotos y el dinero abonado.
Una vez que Zaluski recibió la visa pudo salir de Rusia (el 21 de
marzo de 1941) y viajar hacia Japón. Su llegada al país nipón siguió un
itinerario semejante al del resto de refugiados
judíos polacos. De acuerdo con el análisis de su diario, complementado con la
revisión de otros documentos, podemos apuntar que el camino recorrido por los
refugiados al llegar era, en líneas generales, el siguiente. Primero, arribaban
al puerto de Tsuruga. Desde allí, y acompañados por el delegado de la comunidad
judía de Kobe, se dirigían en tren hacia la ciudad de Kobe. Tanto al consulado
de esa ciudad, como a los de Yokohama y Tokio, acudían los refugiados judíos
para tratar de conseguir visas.
En el caso analizado, la ciudad clave
fue Yokohama, porque allí obtuvo Zaluski los papeles que le faltaban para
completar su migración. En ese trayecto, contó con la ayuda del delegado del
Comité Judío de Kobe, de apellido Gerechter, quien le informó que su visa se
encontraba en el consulado argentino de Yokohama y hacia allí fue Zaluski.
Después de las 12 horas que duró el viaje, y ya en el consulado argentino en
Yokohama, ella se reunió con Alfredo J. Ambrossoni, quien era entonces el
cónsul argentino en dicha ciudad. Su recuerdo sobre este diplomático fue por
demás revelador. Según evocaba en su diario, el buen trato que le dispensó el
cónsul, la reconfortó. Volvió a sentirse como una persona, afirmaba con una
expresión por demás significativa. Ambrossoni, con quien pudo comunicarse ya
que hablaron en inglés, le explicó lo que tenía que hacer, la trató con
amabilidad e incluso le convidó un café. Este trato humano y cortés contrastaba
ampliamente con otras actitudes, como las que ella recordaba acerca de su
experiencia en consulados rusos, donde “ni una vez había
permanecido demasiado tiempo y no solo ella sino todo el mundo que iba hacia
allí”. De esta forma, hacía referencia a lo vivido en Kaunas, bajo
la ocupación soviética[23].
Con fecha del 5 de abril de 1941
fueron la mayoría de los documentos migratorios que recibió en el consulado y
con los cuales pudo, finalmente, emprender su viaje a la Argentina.[24]
El 30 de abril de ese año de 1941, Zaluski abordó un gran barco de carga
japonés, el África Maru y el 9 de julio, efeméride de gran contenido simbólico
para la Argentina que conmemoraba su independencia de España, llegó a Buenos
Aires. Al otro día -y ya con su marido quien había viajado hasta Buenos Aires
para esperarla- subió al tren que la llevaría a Tucumán, donde la esperaba la
posibilidad de una nueva vida. Atrás quedaba Europa y la guerra. Pero,
¿efectivamente, quedaba atrás?
El África Marú y otras historias de
refugiados judíos que huyeron hacia el Lejano Oriente
Para recapitular y avanzar algunas
cuestiones, el viaje de Zaluski formó parte del periplo recorrido por aquellos
judíos que consiguieron escapar de la guerra siguiendo la ruta
Polonia-Lituania-Rusia-Japón y desde allí a los diferentes destinos.
Al
respecto, son varias las historias personales que resguarda el Museo del
Holocausto en Estados Unidos sobre esta migración judía desde Japón. Entre
éstas, podemos mencionar la de Susan Bluman y su novio Nathan, quien con el
estallido de la Segunda Guerra Mundial decidió huir por la frontera con
Lituania hasta Vilna, donde permanecieron durante un año hasta que obtuvieron
la visa de tránsito para viajar desde Japón. De esta forma, al despuntar el año
1941, salieron de Lituania y subieron al Transiberiano que los llevó a Japón.
Desde allí embarcaron con destino a Canadá, en junio de 1941.
Como mencionaba antes en el trabajo,
hubo otros refugiados que no pudieron obtener las visas de destino para salir
de Japón y, por lo tanto, debieron permanecer allí. Después, con el desarrollo
de la guerra fueron enviados a Sanghai (China), ocupada por Japón. Tal fue el
caso de Yonia Fain, quien tras la invasión alemana de Polonia, huyó con su
esposa desde Brest- Litovsk en el este de Polonia, a Vilna. Cuando esta ciudad
fue ocupada por los soviéticos en junio de 1940, Yonia y su esposa falsificaron
visas de tránsito para Japón y huyeron a ese país. Sin embargo, al no poder
conseguir en Japón visas válidas para ningún otro país, tuvieron forzosamente
que permanecer allí. En el otoño de 1941, fueron obligados por las autoridades
japonesas a instalarse en Shanghai, en la China ocupada por Japón. Allí
tuvieron que quedarse hasta el final de la guerra y recién en 1948,
consiguieron migrar a México[25]. Además de estas trayectorias, otras historias similares
resguardadas por el Museo del Holocausto testimonian esta alternativa de huida
que permitió salvarse del exterminio nazi a miles de judíos polacos, quienes a
través de Japón viajaron hacia Estados Unidos, Canadá y otros dominios
británicos[26].
Otros refugiados judíos se dirigieron
hacia Sudamérica. Tal fue el caso del África Marú, el barco japonés en el cual
viajó Zaluski junto con otros pocos europeos y, en su mayoría, con pasajeros
japoneses. En su diario, ella describía a sus compañeros de viaje. Según
explicaba, en primera clase, iba un padre, cuyo destino era
Sudáfrica, donde estaban sus hijos. También en esa sección y con el mismo
destino, viajaba una mujer con su hija, a quienes las esperaban allí su marido
y su padre. Por su parte, en tercera clase, donde iba Zaluski, estaban también
la familia Ovjesevich, que se dirigía a Buenos Aires, donde vivían familiares,
y la señora Przedowa con su niñita de 3 años y medio, con quien ella entabló
amistad en el viaje y quien se reencontraría con su marido en la capital argentina.
Además, en esa clase del barco iba un matrimonio rumbo a África. Es decir, eran
un puñado de europeos los que fueron a bordo del África Marú, el resto eran
todos japoneses[27].
El África Marú, como otras
embarcaciones que navegaron en ese contexto de la contienda bélica, sufrió
cambios de ruta, demoras en el mar, rechazos para descender en los puertos e
incluso pasajeros que no pudieron llegar a su destino. Su itinerario fue el
siguiente. Desde Kobe, en Japón, salió el 30 de abril de 1941. En su trayecto,
se detuvo primero en el Puerto de Singapur, donde
los pasajeros pudieron descender y recorrer la ciudad. Posteriormente, la
embarcación pasó por las pequeñas islas, vinculadas unas a las otras,
Sumatra, Borneo y Java, para adentrarse después en el Océano Índico.
A finales del mes de mayo, el barco llegó a Lorenzo Marques y allí
bajaron los pasajeros y pudieron recorrer la ciudad. Sufrieron grandes demoras,
ya que no sabían si el barco podría continuar su viaje. Al parecer, debían
quedarse allí entre 8 o 10 días, porque no se sabía si permitirían ingresar al
barco en el puerto de Durban, que era un puerto inglés[28].
Al final, pudieron partir hacia allí, pero debieron quedarse a mar abierto
varios días, porque no los autorizaban a ingresar al puerto. Finalmente,
lograron entrar al puerto de Durban y desde allí el barco se dirigió, el 21 de
junio de ese año de 1941, a Cape Town.
Después, hubo un cambio de ruta y los pasajeros se enteraron tras ocho días
de viaje que ya no irían a Buenos Aires sino a Brasil. En efecto, el 3 de julio
el África Marú arribó en el puerto de Río de Janeiro y, tras pasar por el
puerto de Santos, que no permitió que los pasajeros bajaran, se dirigió a
Buenos Aires, donde llegó el 9 de julio de ese año 1941[29].
Interesa sugerir que el viaje
del África Marú en plena Segunda Guerra Mundial sufrió los problemas y los
avatares propios del contexto de guerra y, en particular, de la compleja y
riesgosa coyuntura que enfrentaron los refugiados judíos en su esfuerzo por
abandonar Europa durante el nazismo. Se trataban de dificultades, cambios e
inseguridades que conllevaban, entre otros obstáculos, esperas en el mar hasta
obtener las autorizaciones para entrar a un puerto.
Al llegar a Buenos Aires, además de
Zaluski, la familia Ovjesevich pudo bajar y también la Sra. Przedowa con su pequeña hija[30].
En cambio, un matrimonio no pudo descender; a diferencia de los anteriores,
ellos no habían sido reconocidos. “Completamente solos,
esperaban que alguien tuviera compasión de ellos y les diera una mano
fraternal. Miraban a todas partes, quizás su destino fuera tan grande que se
les permitiría bajar en suelo argentino, porque en África no los habían
aceptado, porque si no les esperaba seguir vagando por el agua sin meta”[31].
Resulta central señalar, finalmente, que la historia de la familia
Owsiejewicz es recuperada en las entrevistas de Diana Wang a Dina Owsiejewicz
(Ovsejevich en su libro), quien era una niña de siete años cuando se embarcó
con su familia en el África Marú. Su testimonio aporta datos relevantes que
corroboran la información ofrecida por Nejome y demuestra los estrechos puntos
de contacto entre ambas trayectorias migratorias[32].
Algunas imágenes en torno a la guerra
A lo largo de su diario de viaje,
Zaluski redactó numerosos párrafos para describir el impacto de la guerra. Por
empezar, su familia había sufrido directamente el estallido y el desarrollo de
la Segunda Guerra Mundial. Además, la falta de libertad, el miedo, la decisión
de huir y la muerte formaban parte de las consecuencias de la guerra que, a su
vez, trastocaba inexorablemente el aspecto de las ciudades que la sufrían. Así,
por ejemplo, cuando a bordo del África Maru pasaron por Java, advertía:
Solo teníamos permiso para ir por el medio
de la calle. Un poco hacia los lados vimos que había sepulturas de barcos,
entendimos que debía ser un sitio que ocuparía ahora un lugar en el baño de
sangre mundial. No nos detuvimos mucho porque el barco partió a las pocas
horas. Cuando nos alejamos algunos kilómetros escuchamos estruendos de
disparos. Nos envolvió un estremecimiento. Ya nos habíamos olvidado de cuál era
el aspecto de los disparos. Me recordó a los estruendos de disparos de Kobryn,
y cómo explotó la guerra, cómo huyeron millones de personas, quién cayó a mitad
de camino, y quién cayó por un disparo[33].
La descripción sobre los disparos que
había oído en Kobryn y el relato acerca de las prohibiciones para transitar
libremente que enfrentaron junto con otros pasajeros del barco son solo algunos
de los ejemplos vertidos en su diario acerca de la guerra y sus
manifestaciones. A lo largo del texto, el conflicto bélico se hacía presente de
múltiples formas y lo que sobre todo describía Zaluski eran las difíciles
experiencias que vivían los refugiados judíos que intentaban salir de Europa.“Sentí que estaba junto a la baranda del barco y de golpe pensé en
cuándo llegaría el fin para la competencia entre estados a través del método de
la guerra”, contaba mientras el barco abandonaba Sobang y ella se
abstraía en sus reflexiones[34]
Es factible proponer que, si bien aún
no era completamente sabido el alcance del terror nazi y la devastación al
pueblo judío, algunas aristas de esta barbarie y el impacto de la Segunda
Guerra Mundial podían entreverse en el diario analizado. En ese contexto,
podemos interpretar el siguiente relato que expresaba su preocupación por su
familia en Polonia, en particular por sus padres, gente trabajadora y sin
grandes recursos económicos, tal como Zaluski los describía. En este punto,
conviene subrayar que en su percepción y opinión era Rusia y su política
comunista el problema principal que había traído tantas consecuencias negativas
a los habitantes de las zonas que los soviéticos dominaban.
Estamos en pleno verano, temporada de
siembra […] Qué va a pasar ahora con los pocos paisanitos. Posteriormente,
campos de concentración. Todo el odio de la falta de compasión se derramó en
sus tierras. Antes de los dos años de guerra no tuvieron ni un día bueno.
Primero bombas, luego la oscuridad del comunismo, inseguridad[35].
Relacionado con lo anterior, y en
tercer lugar, podemos plantear la hipótesis referida al influjo de la historia
judía y las imágenes bíblicas para explicar las emociones y vivencias
atravesadas en su migración. En esa dirección, la festividad de Pesaj, que celebra la liberación del pueblo judío de su
esclavitud en Egipto, era recuperada para escribir sobre la guerra y sus
consecuencias de falta de libertad y esclavitud en la población. Asimismo,
Nejome se refería a la celebración de Purim, cuando
los judíos festejan haberse salvado del exterminio ordenado por los persas
durante el reinado de Ajashverosh (Asuero).
Los judíos celebran ahora el seder. 11 de
abril del año 41, todos en su paz porque excepto en Eretz Israel, los judíos
habitan la diáspora. Se lee la antigua Hagadá de Mitzraim. ¡Pero nada vieja es
para nosotros, tan nueva con en aquel entonces! La Hagadá y la Meguilá son para
nosotros siempre reales y actuales. El viejo estilo diaspórico siempre es
bueno. Las calamidades se renuevan. Pero los milagros ocurren diariamente para
el ser humano, quizás no suene tan renovador, pero es así. Por eso hoy, cuando
leemos la Hagadá, cuando nosotros judíos de Europa, nos encontramos bajo el
yugo de Amán el malvado, o Tito, o el Faraón, simplemente vemos el ayer en la
forma del hoy. Toda la vida es un día con su noche. Parecería que la historia
es una, pero se la renueva con crueldades cada vez mayores. Realmente estremece
todo lo que se ve que pasa, cuando las vidas humanas son así esclavizadas[36].
Con estas alusiones a enemigos del
pueblo judío a lo largo de su historia, como “el malvado
Amán”,[37]
el emperador Tito y el Faraón en Egipto, Zaluski resignificaba fiestas como Pesaj y Purim en el contexto de la guerra y la Shoá. La
crueldad y la esclavitud volvían a aparecer para el pueblo judío, que las
sufría ahora por medio de nuevos enemigos. En esa tónica, tiene sentido
proponer, además, que en su narrativa estaba muy presente la cosmovisión judía
acerca de un ciclo que siempre volvía a empezar de persecuciones,
discriminación, y por ende, angustias y tristezas, y del otro lado, esperanzas
y alegrías. “Las calamidades se renuevan […] Parecería que la
historia es una, pero se la renueva con crueldades cada vez mayores”,
afirmaba en la cita que transcribí más arriba.
A riesgo de caer en un par de
digresiones, me gustaría recuperar el análisis de Primo Levi, quien en su
conocido libro Si esto es un hombre, denuncia la
esclavitud a la que fueron sometidos los judíos de Europa en tiempos de
nazismo. “Los esclavos de los esclavos, a quienes todos
pueden mandar” eran los judíos que procedentes de distintas
nacionalidades fueron esclavizados y torturados en los campos de concentración
creados por los alemanes[38].
En su obra, además, advierte sobre la abismal diferencia en el uso de las
palabras entre los hombres libres y los esclavos que habitaron esos campos del
nazismo. “Decimos hambre, decimos cansancio, miedo y dolor,
decimos invierno, y son otras cosas. Son palabras libres, creadas y empleadas
por hombres libres que vivían, gozando y sufriendo, en sus casas”[39].
Y aunque Levi se refería al mundo concentracionario --universo que no vivió
Zaluski, quien tampoco pasó por los guetos-- considero pertinentes sus análisis
para profundizar la reflexión sobre las experiencias de esta joven mujer judía
polaca que tras escapar de su país y atravesar diversas zonas ocupadas por
alemanes y soviéticos en el curso del conflicto bélico consiguió migrar y
refugiarse en Argentina. En sus vivencias, tampoco las nociones de nostalgia,
tristeza, dolor y angustia, pueden ser equiparadas a las nuestras, lejanos a
esos dramáticos y peligrosos años, tal como nos recordaba y advertía Levi.
Dos cuestiones que me gustaría
señalar, ya para terminar. La primera, sugerir la vinculación de las referencias a la tradición judía y a
las persecuciones a lo largo de la historia, que se observan en el diario de
Nejome, con las características de aquellos escritos considerados por la
historiografía especializada como “literatura de la destrucción”.[40]
La segunda, subrayar que a lo
largo de su diario fueron varias las alusiones a la tradición judía. Por
ejemplo, en un pasaje escrito cuando ya habían transcurrido varias semanas
desde que se encontraba a bordo del África Maru y recordaba con dolor su hogar,
decía:
Estoy en el barco y se me caen las lágrimas
en el mar. Cuando recuerdo mi hogar me vuelvo una persona destrozada. Aún
suenan en mis oídos los sonidos del barco cuando partí de Kobe. Mi cerebro está
lleno de ruidos. De todos lados. Destrozada, bajé desde lo alto hasta mi
recámara, me acosté para dormirme y esperando que llegara ya un poco de tierra
firme, para enterarnos qué andaba pasando en el mundo, quizás ya había llegado
el mesías durante el tiempo que había estado en el agua. Ya cuatro semanas en
el agua. Ya cuento los días para llegar a Buenos Aires[41].
Es probable que a través de esta cita
al mesías Nejome expresara cómo el tiempo que transcurría en el barco
conllevaba una ausencia de referencias acerca de lo que estaba ocurriendo en
Europa con respecto a la guerra y la persecución a los judíos. Además, y sin
ánimo de agotar el análisis, tiene sentido anotar que con esta alusión al
mesías, ella recuperaba una de las nociones centrales del judaísmo que concibe
su llegada como un tiempo regido por la paz y la justicia. Dicha invocación
adquiría aún más vigor si tenemos en cuenta el contexto en el cual se
pronunció: una época atravesada por la guerra y las migraciones forzadas. En
todo caso, y en gran contraste con esta coyuntura sangrienta, al arribar a la
Argentina e instalarse en Tucumán, ella consiguió por fin asentarse en un
territorio donde encontró la tranquilidad y la civilización que había perdido
Europa.
Expresiones ante el dolor
En julio de 1942, exactamente un año
después de su llegada al país, Zaluski registró en su diario sus pensamientos y
sentimientos sobre Argentina, donde “se puede vivir una vida
muy bella, más tranquila y pacífica, como fue alguna vez en Europa”[42].
Estas imágenes positivas sobre el nuevo país recorrieron los testimonios de
numerosos inmigrantes judíos que llegaron al país en la década de 1930, en
consonancia con el incremento del antisemitismo y el avance del nazismo. En sus
recuerdos, ellos destacaban las características favorables de Argentina, como
la paz, la integración y la tranquilidad, contrastados con la discriminación y
hostilidad que habían sufrido en su vida en Polonia[43].
No obstante la alegría y tranquilidad
que significó para Zaluski su migración a la Argentina y las experiencias de
adaptación e integración al nuevo país, las vivencias estuvieron acompañadas
también por un profundo dolor causado por la falta de noticias acerca de la
situación de los familiares que habían quedado en Europa en la época de la
guerra y la Shoá. Así, es factible proponer que tanto para quienes habían
migrado antes de la guerra pero habían dejado familiares en Europa como para
aquellos que pudieron escapar en medio de la contienda bélica y el terror nazi,
las emociones y los sentimientos fueron ambivalentes. Por un lado, estaban
felices y agradecidos de estar en Argentina, una tierra de paz alejada del
horror. Pero, por el otro, sufrían la angustia y la incertidumbre ante la falta
de noticias sobre la situación de sus parientes en Europa durante la guerra[44].
En ese contexto, podemos situar los lamentos de Zaluski, vertidos en su diario
hacia finales de 1942.
es más fácil para quien tiene solo amigos y
buenos amigos; pero con padres y familia, es triste. Realmente es el destino.
El mundo no puede realizar nada, pero por qué se hace silencio […] Es doloroso
para quien es golpeado. Pero aquel que no es golpeado no siente dolor y solo
tiene compasión […] Estoy fuertemente dolida por todos los sucesos, pero no sé
qué hacer. Las bellas palabras de nuestros líderes internacionales las
escuchamos. Los bellos cantos de los poetas internacionales también las
escuchamos; pero si llegaremos algún día a ver un mundo justo para nosotros los
judíos; es algo que aún no sabemos. Por ahora solo escuchamos con paciencia lo
que se escribe[45].
Cuando ya habían
pasado entre 4 y 5 años de su refugio en Argentina, Zaluski evocaba los sucesos
vividos y albergaba esperanzas acerca de que pronto terminaría la guerra y
recibiría noticias de su hogar. Sin embargo, un periódico del 20 de noviembre
de 1946 trajo información demoledora para ella. Se trataba de un artículo sobre
su ciudad, Kobryn (donde vivió más de 20 años) que contaba como se había
conducido a la muerte a los judíos de allí[46].
A partir de la descripción de la prensa, posiblemente tuvo que imaginar y
reconstruir el camino que habían transitado sus familiares hasta desaparecer y
extinguirse en la Shoá.
Mi pueblito donde pasé mi infancia. Mi
pueblito de los nacimientos de todos nosotros. Mi pueblito que conocía a todos
con sus contemplaciones de la vida. Ojalá tuviera aunque fuera una lápida,
ojalá supiera aunque fuera donde está la tumba de mis seres cercanos, adonde
fueron reagrupados, entrelazados uno alrededor del otro, muertos como
mártires.
Sacos. ¡Había niños entre ellos! Y los más
grandes de ellos, Moyshe Yosl, ya estaba por casarse, dejó a la novia, marchó
al ejército en 1939 hacia Torun. A Yankl, de veinte años, lo incorporó el
Ejército Rojo en 1941. Goldele, Malkele y Ayzikl, tres, los más chicos, siempre
se mantenían alrededor de mamá. Yo, una salvada. A mí me dijeron mis papás en
diciembre de 1939[47].
Recapitulaba
así el destino trágico de su familia y su salvación. Además, a modo de
despedida, homenaje y anhelo por mantener vivo el recuerdo de los suyos,
escribió este poema.
Sobre mi querido, buen, noble hogar, para
nada rico
pero con buenos, nobles recuerdos.
Más de una vez me gustaría abrazar a mis
seres
más queridos y amados y desaparecer junto a
ellos.
Pero eso tampoco puede ser. Que mi hija
que crecerá, tenga mi diario
como un recuerdo de que su madre también
tuvo un hogar
con buenos padres presentes, con hermanos y
hermanas. Que su abuelo y su abuela, que
tan jóvenes murieron como mártires,
no alcanzaron a
oír ni siquiera una palabra.
Que el triste periódico histórico
sea una lápida por mis seres más queridos
y amados que ya nunca más
veré. De quienes ya nunca
escucharé ni una palabra. ¡Ay! Qué triste es
anotar tales cosas. ¡Ay! Qué ira
resignarse al destino de que
ya no tengo a mis seres queridos entre los
vivos, como un vestigio de la familia
Zaluski
me quedé. Fuera de lo que
abandoné. Más allá de que
dejé a una madre de mi madre y
a dos hermanas de mi madre, Rivke y Zrul.
Con sus hijos e hijas. Más que tres hermanas
no eran. Por fuera de tíos y tías. Y prima.
De este modo la guerra de 1939-45
terminó con el mundo, los seres queridos y
amados
cuyo lugar nadie va a ocupar. Maldigo
al mundo de las guerras. Condeno
a la humanidad que lleva a eso.
Gloria y honor para todos los mártires
que cayeron y derramaron la sangre en vano.
Que los brotes de los jóvenes no descansen
hasta
que no se manifieste la justicia del mundo.
Los abrazo, padres, hermanos y hermanitas
en mi corazón. Tan poco disfrutaron
del mundo vivo. ¡Ay! Cómo me gustaría
tenerlos vivos, que todo fuera un sueño.
Ojalá tuviera al menos una foto
de todos ellos. Ojalá la sangre de ustedes,
que va a correr por las venas de la nueva
generación surgida,
los recuerde en la memoria
de la familia Zaluski de
Kobryn (Polesia)
antiguamente Polonia.
23/ XI/1946
Nejome[48].
Es sugerente destacar la voluntad de
Nejome de dejar el diario a su hija, como una forma de transmitirle su
experiencia y contarle acerca de su origen familiar.[49]
Asimismo y sin la pretensión de agotar el análisis, considero importante
subrayar la consideración como mártires de sus familiares, muertos en la Shoá.
Tal como ya ha sido señalado por los especialistas en el tema, esta concepción
permeó buena parte de los discursos y los análisis sobre el Holocausto. En
especial, esta mirada prevaleció en los primeros tiempos posteriores al
genocidio. En el caso que nos ocupa, Zaluski, quien fue sobreviviente y
familiar de las víctimas, asumió esta percepción que enfatizaba el papel de
mártires de los judíos asesinados en la Shoá.
Tal como vimos, en sus palabras estaba
muy presente la imagen como mártires de las víctimas de la Shoá. También, la
necesidad de contar con algún tipo de monumento, de lápida para recordar a los
seres queridos asesinados en la Shoá. Aunque más tarde la noción de mártires
fue objeto de debates y discusiones, transformándose las formas de denominar a
las víctimas del Holocausto, en la época bajo estudio, es decir, la inmediata
posguerra, esta era una concepción muy presente. Precisamente, estas
consideraciones así como la imperiosa necesidad de contar con un lugar para
evocar a las víctimas confluyeron en los esfuerzos de las comunidades judías de
diversas partes del mundo que edificaron monumentos para rendir homenaje a los
muertos en la Shoá. Una muestra en ese ese sentido se reveló en 1947, cuando en
Buenos Aires, los dirigentes comunitarios judíos encabezaron la inauguración
oficial del Monumento al “mártir desconocido”
en el cementerio
israelita de la Tablada.
Esta fue la “primera marca material conmemorativa de la Shoá en
Buenos Aires”, sostiene en su análisis Malena Chinski, quien
señala cómo primaba entonces la concepción tradicional del martirologio judío,
expresada, por ejemplo, en los discursos de algunos líderes comunitarios, en la
denominación de los monumentos y en las mismas manifestaciones de las víctimas[50].
Asimismo, es importante señalar que
estos monumentos construidos durante los primeros años de la posguerra formaban
parte de la recordación de la Shoá que durante esa etapa permaneció en los
límites de las comunidades judías. En esa dirección, Chinski sostiene cómo las
ceremonias del Monumento al Mártir desconocido, tanto la de colocación de la
primera piedra en 1945 y luego la de inauguración oficial del Monumento en
1947, se realizaron casi exclusivamente en idish y su público estuvo
constituido principalmente por inmigrantes judíos polacos[51].
Sin ánimo de agotar el examen sobre
este tema, interesa recuperar también el caso tucumano de 1952, con la
construcción en el Cementerio Israelita de la provincia del Monumento a los
Mártires para recordar “a los seis millones de
víctimas de los nazis”. La inauguración de este monumento se realizó
el 24 de abril de 1952, fecha por demás significativa, al evocar el noveno
aniversario del levantamiento del gueto de Varsovia, lucha emblemática del
pueblo judío para defenderse del horror y la barbarie nazi[52].
Así, la conmemoración de la Shoá en Tucumán en 1952 expresó el sentimiento y la
opinión prevaleciente en el judaísmo en la época, referida al papel de la
población judía europea como mártir del genocidio nazi. Además, no podemos
pasar por alto el momento elegido para inaugurar oficialmente el monumento en
el cementerio judío tucumano. Como es sabido, el levantamiento del gueto de
Varsovia constituyó el episodio por excelencia de la resistencia armada judía
al nazismo. La ceremonia oficial de inauguración del monumento a las víctimas
de la Shoá en una efeméride que conmemoraba un nuevo aniversario de esta gesta
considerada heroica no fue seguramente casual. Aunque pueda resultar
contradictoria, de alguna manera la decisión de los dirigentes comunitarios
judíos en Tucumán de hacer coincidir la inauguración del Monumento a los
Mártires con el aniversario del levantamiento del Gueto de Varsovia, reunía
entonces en un mismo acto dos nociones aparentemente opuestas, la de mártires y
la de luchadores.
Refranes, poemas y canciones
Una lectura de los documentos
personales de Zaluski reveló su conocimiento acerca de obras escritas en ruso y
en inglés, de la poesía idish, la biblia judía y el pensamiento de grandes
filósofos e intelectuales, como Platón, Spinoza, Goethe, Nietzsche y Freud[53].
Tal como se reveló en el examen de su diario, dichas referencias estaban
permeadas por su dolor, nostalgia y angustia frente a lo vivido, al tener que
escapar de la Europa en guerra y separarse de su familia. Sabemos, además, que
estas emociones y sentimientos fueron compartidos por el grueso de los
refugiados judíos que llegaron a Argentina escapando de las persecuciones y el
avance del nazismo[54].
“Allí donde el bien, allí la patria”, afirmaba Zaluski citando un refrán latino, para
referirse al momento que tuvo que migrar, que dejar todo y huir de su Polonia
natal[55].
“No pienses, no llores, sino más bien entendé”,
decía en otro pasaje de su diario, recuperando las palabras de Spinoza, a quien
llamaba “nuestro filosofo”[56].
O, en otro momento, recurría a un proverbio bíblico para explicar que cada uno
vivía en su propio viñedo, reflexiones que anotaba mientras conocía Sudáfrica
en su viaje y pensaba acerca de la vida en Polonia[57].
La nostalgia y el dolor se revelaron
en varios pasajes de su diario, que recuperaban expresiones de poetas,
pensadores y filósofos, así como dichos de la cultura idish, la biblia judía y
el refranero latino. Su diario y otros documentos personales, como sus agendas,
revelaron estas marcas del pesar y también sus sostenidos esfuerzos por
adaptarse al nuevo hogar, aprendiendo el castellano, estableciendo lazos con
los familiares que conoció en Argentina y con los contactos que entabló a lo
largo de su migración. Así, por ejemplo, sus agendas contienen numerosas
direcciones, teléfonos y datos útiles que ella fue recabando durante su viaje
de Polonia a la Argentina.
Paralelamente, estas fuentes
registraron poesías y canciones transcriptas desde el ídish y el polaco al
castellano y viceversa. Entre estas manifestaciones culturales se encontraba el
tango Ostatia Niedziela (El último domingo), muy conocido en vísperas de la
Segunda Guerra Mundial y compuesto por el músico judío polaco Jerzy
Petersburski, con letras de Zanon Friedwald[58].
También en las páginas de una de sus agendas se encontraba la letra de la
conocida zamba La Luna Tucumana, cuya transcripción en castellano probablemente
le sirvió a Zaluski para practicar su aprendizaje del idioma[59].
Para terminar, interesa agregar que al
poco tiempo de finalizar la guerra, en noviembre de 1946, ella transcribió en
su diario el siguiente poema del poeta idish Joseph Papiernikow, que expresaba
la desilusión, el derrumbe de los sueños y la pérdida del mundo tal como se lo
conocía:
No es eso lo que pensé.
No es eso lo que pensé, no es eso lo que
quise
No es lo que sembré, lo que estoy
cosechando.
Creía en todo, veía solo luz y oro
Y no notaba la sombra al lado…
No es eso lo que esperaba, no es lo que
aguardaba,
No es eso lo que recibí, lo que me está
viniendo,
A mí me convocaba algo, y engañó demasiado
En mí el camino, torció el camino recto…
No es eso lo que anhelaba, no es eso lo que
soñaba,
No es eso lo que sembré, lo que estoy
cosechando.
Mi primavera se fue, el verano se atrasó,
Y el otoño –ya no es el tiempo para los
frutos[60]
A través de este poema, Zaluski podía
describir los sentimientos y emociones que la embargaron mientras comenzaba a
conocer el trágico desenlace de su familia y conocidos en la Shoá. Tales
sentimientos y emociones que hacían referencia a un mundo perdido, la desazón,
la falta de certezas y la desilusión fueron compartidos por muchos otros
hombres y mujeres que, como ella, sufrieron primero ante la falta de certezas
sobre la situación de sus familias en Europa durante la guerra y, después, con
el conocimiento del derrotero terrible que sus familiares habían padecido.
A modo de conclusión
En la trayectoria migratoria analizada
y en los testimonios de la época se detectó el papel de los organismos
internacionales de ayuda al inmigrante y al refugiado, como HIAS y el Joint,
así como de representantes de asociaciones judías locales y funcionarios
consulares, quienes desempeñaron un rol fundamental para proporcionar recursos
económicos, conexiones y documentos, y en ese sentido, encaminaron el rescate
de los judíos durante la guerra. De esta forma, me hago eco de lo advertido por
especialistas, tanto en Argentina
como en otros países de América Latina, quienes repusieron la dimensión
trasnacional del tema, al destacar el papel nodal que desempeñaron las organizaciones de ayuda
y socorro internacional para posibilitar y coordinar el trabajo migratorio. [61]
Sin embargo, sabemos, también, que por
múltiples y numerosas razones, la mayoría de los judíos no pudo salir de Europa
y millones de ellos murieron asesinados en la Shoá. En tal sentido, la historia
que narró este trabajo es la de una experiencia migratoria que permitió a una
joven mujer judía salvarse y reconstruir su vida en Tucumán. Al respecto, no
caben dudas del lugar primordial de las ayudas internacionales en la concreción
de su viaje, así como de la importancia de contar con redes familiares en Polonia
y en Argentina. En tal sentido, considero valioso, a su vez, recuperar los análisis
que proponen como la migración durante la guerra y la posguerra retomó algunas
características de la migración en cadena, dada la ausencia de mecanismos y
programas de absorción.[62]
Por otro lado, sería válido
preguntarse ¿hasta qué punto sus condiciones personales fueron también factores
que favorecieron su migración? y ¿en qué medida y de qué manera las situaciones
particulares se combinaron con las circunstancias generales y confluyeron en la
concreción de su viaje a la Argentina? En esa tónica y, a modo de hipótesis, es
factible proponer la importancia que tuvo su capital cultural y sus capacidades
para emprender su huida de Polonia, sin su familia, y conseguir llegar a la
Argentina en un periodo signado por la guerra y el avance del terror nazi. En
tal sentido, sus conocimientos de idiomas, de religión, su disposición al trabajo
y su fortaleza probablemente contribuyeron también a concretar su arriesgada y
difícil trayectoria migratoria.
Relacionado con lo anterior, me parece
oportuno vincular sus experiencias de sociabilidad y formación en un hogar
judío y un ambiente con ideales sionistas con las referencias que observamos en
su diario de viaje acerca de la historia del pueblo judío, las fiestas y las
nociones centrales del pensamiento religioso judío, resignificadas en el
contexto de la guerra y la difícil situación de los refugiados judíos. Al
recuperar las imágenes presentes en la tradición, la historia y las enseñanzas
judías, Zaluski buscaba poner en palabras sus sentimientos y experiencias en su
largo esfuerzo por viajar a la Argentina y salvarse. Tal como vimos, ella
tenía, además, un marcado interés por la filosofía, las poesías y la cultura
universal, y su narración reveló menciones a destacados pensadores,
intelectuales y el conocimiento de idiomas, como el idish, el polaco, el
hebreo, el ruso y el inglés. Sin duda, las impresiones plasmadas en sus
documentos personales evidencian estos intereses culturales y contienen las
marcas de su educación judía, características atravesadas por la coyuntura
precisa que le tocó vivir al escapar de Europa durante el nazismo. Resulta
imposible disociar sus expresiones de estas vivencias que la marcaron,
experiencias agravadas después con las noticias acerca del destino sumamente
trágico de los judíos de Kobryn en la Shoá.
Por otro lado, su escritura revelaba
también aristas más positivas, como la esperanza depositada en la migración, el
reencuentro con su marido y, en definitiva, las posibilidades que significaban
reconstruir y construir una nueva vida en un territorio alejado de la barbarie
y el horror en que se había sumido Europa. Porque la Argentina era y
representaba para los refugiados judíos precisamente eso: la esperanza, la
nueva vida, la paz. Al respecto, contamos con numerosos testimonios de
inmigrantes judíos de Polonia que al llegar a Argentina entre los años 1930 y comienzos
de la década siguiente destacaron estos rasgos en sus representaciones sobre el
país, en contraposición con la violencia y el antisemitismo sufridos en sus
ciudades y pueblos de Europa oriental y, más precisamente aún, en Polonia. Como
es sabido, el clima hostil para los judíos se incrementó hacia finales de los
años ´30. Las persecuciones y los horrores de la Shoá terminaron por
ensombrecer aún más las imágenes negativas del pasado polaco de inmigrantes y
refugiados judíos que abrazaron la nueva tierra y agradecieron las bondades que
encontraron en sus habitantes.
En suma, las percepciones favorables
sobre Argentina, contrapuestas con las imágenes negativas asociadas al pasado
europeo formaron parte de las experiencias de inmigrantes y refugiados judíos
que habían escapado del antisemitismo y la guerra y migraron a la Argentina en
los años 1930 y comienzos de la década siguiente. En especial, aquellos que
huyeron de Europa en el periodo posterior al triunfo del nazismo compartieron
los sentimientos y las emociones de dolor y angustia por los familiares que
habían quedado allá y todos ellos sufrieron amargamente con las noticias acerca
del exterminio a los judíos en Europa llevado adelante por los nazis. En el
caso que nos ocupa, estos sentimientos fueron canalizados a través de
expresiones poéticas, plasmadas en su diario de viaje y las agendas que
escribió en la época de su migración a la Argentina. En estas fuentes
convivieron canciones de la cultura idish, el folklore del norte argentino, el
refranero latino, las citas de la biblia judía y las referencias a la cultura
universal. Las narraciones evidenciaban además el tono y las características de
un lenguaje compartido por los inmigrantes y refugiados judíos en la época,
evidenciado, por ejemplo, en nociones como las de mártires y en los esfuerzos
por perpetuar el recuerdo de los familiares asesinados en la Shoá. Sin certezas
como la mayoría de los familiares de las víctimas sobre cómo y donde murieron
los suyos, Zaluski quedó sola y ante semejante constatación sus deseos fueron
honrar la memoria de su familia y conservar su legado, tal como puede inferirse
a partir del poema que escribió y le dedicó en su diario.
[1] Shoá es el término en hebreo, cuya
traducción es catástrofe, y se utiliza para denominar el exterminio de los
judíos en Europa llevado adelante por los nazis. Para un análisis de los enfoques y análisis
más actuales sobre el Holocausto remito a Jablonka, Iván y Wieviorka, Annette (2017.),
Nuevas perspectivas sobre la Shoá,
Universidad Nacional de Quilmes, Buenos Aires; en especial, a los capítulos
escritos por Wieviorka, Annette (2017),
“Comprender, testimoniar, escribir”, en Jablonka, Iván y Wieviorka, Annete, Ob. Cit., pp. 25-37 y Jablonka,
Iván (2017), “Nueva memoria para una nueva historia”, en
Jablonka, Iván y Wieviorka, Annette, Ob. Cit., pp. 103-115. A su vez, me apoyo en los libros
autobiográficos de sobrevivientes de la Shoá, entre los cuales algunos de los
más destacados son, sin duda, los de Levi, Primo (2015), Si esto es
un hombre, Buenos Aires, Ariel; Levi, Primo y de Benedetti, Leonardo
(2015), Así fue Auschwitz. Testimonios 1945-1986,
Buenos Aires, Fabio Levi y Domenico Scarpa editores.
[2] Son
insoslayables los trabajos sobre las políticas restrictivas de Argentina hacia
los refugiados judíos de Senkman, Leonardo (1991), Argentina,
la Segunda Guerra Mundial y los refugiados indeseables 1933-1945, Buenos
Aires, Grupo Editor Latinoamericano; y Senkman, Leonardo, (1995), “La Argentina
neutral de 1940 ante los refugiados españoles y judíos”, Ciclos,
vol. V, n° 9, pp. 53-75. [en línea] http://bibliotecadigital.econ.uba.ar/download/ciclos/ciclos_
v5_n9_03.pdf. De las políticas argentinas en relación con los refugiados judíos
se ocupó también Oliveira-César, María (2014), “La Argentina frente a la
posibilidad de salvar judíos durante la Segunda Guerra Mundial”, América. Cathiers du Criccal, n° 44, vol. 2, pp. 113-128. Por su parte, en un trabajo reciente, Kalczewiak, Marius
(2019), “We Hope to Find a Way Out from Our Unpleasant Situation: Polish-Jewish
Refugees and the Escape from Nazi Europe to Latin America”, American Jewish History, vol. 103, n° 1, pp. 25-49, donde analiza las experiencias de los
refugiados judíos que no pudieron desembarcar en Argentina y Brasil, así como
en la de aquellos que fueron introducidos ilegalmente, profundizando dos
periodos: 1939-1941 y 1945-1948.
[3] Aunque
el tema no se investigó para Tucumán, contamos con valiosas investigaciones
sobre diversos aspectos de la vida judía en la provincia. Un estudio pionero es
el de Blumenfeld, Isidoro, Historia de la comunidad Israelita de Tucumán, Sociedad
Unión Israelita Tucumana, Tucumán, 1971. Más recientemente, y desde la
perspectiva de la investigación científica en la disciplina literatura,
trabajos fundamentales son los de Cohen de Chervonagura, Elisa (2010), La comunidad judía de Tucumán. Hombres y mujeres, historias y
discursos, 1910-2010, Tucumán, Sociedad Unión Israelita Tucumana;
Kehilá, y Cohen de Chervonagura, Elisa (2015), Eshet Jail,
Un contrapunto entre dos mujeres judías, Tucumán, Universidad
Nacional de Tucumán; Silberman de Cywiner, María Esther (2006.), Asociación Israelita Sefaradí de Beneficencia de Tucumán. Memoria y
testimonios de su fundación y evolución, Tucumán, Instituto de
Literatura Española (ILE), Facultad Filosofía y Letras, Universidad Nacional de
Tucumán; y Silberman de Cywiner, María Ester (2012), El
patrimonio olvidado, Identidad y memoria, Tucumán, Universidad Nacional
de Tucumán; León, Denise (2002), La vela encendida. Cinco
relatos de mujeres que hicieron el Shabat, Tucumán, Instituto
Interdisciplinario de Estudios Latinoamericanos, Facultad de Filosofía y
Letras, Universidad Nacional de Tucumán.
[4]
Las fechas de escritura del manuscrito,
definido por su autora como un diario de viaje, abarcan
el periodo diciembre de 1939 a noviembre de 1946 y, por lo que pude inferir,
las agendas corresponden a una época semejante. El diario, las agendas y los documentos migratorios de Zaluski y de su
esposo, citados en este trabajo, pertenecen a Gregorio Werchow y Diana Mizrahi,
con quien estoy sumamente agradecida por su generosidad para prestarme estos
documentos, a los cuales me referiré como papeles personales de la familia
Werchow (en adelante PPFW). Asimismo, es importante señalar que la traducción
al castellano del diario, escrito originalmente en idish, fue realizada por
Lucas Fiszman. Por otra parte, conviene apuntar que la paginación del
manuscrito es propia y se realizó a los fines del citado de la fuente.
[5] El
American Jewish Joint Distribution Committee (JDC)
desempeñó un papel fundamental en la emigración judía de Europa desde el
comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Beizer, Michael (2017), “American Jewish
Joint Distribution Committee”, Enciclopedia YIVO de Judíos en Europa del Este.
[en línea] https://yivoencyclopedia.org/article.aspx/ American_Jewish_Joint_Distribution_Committee
[consulta: 24 de julio de 2020]. Para
un análisis de las acciones de socorro para asistir a las víctimas de la
Segunda Guerra Mundial en Argentina por parte de las organizaciones judías
internacionales, como el JOINT y el World Jewish Congress (Congreso Judío
Mundial), los trabajos claves son los de Raber, quien explora además los
conflictos que se suscitaron entre dichas organizaciones destinadas a ayudar a
las víctimas de la Shoá y el papel de la prensa judía en estas tensiones. Al
respecto, Raber, Ariel (2012), “Mundo Israelita: la recepción del conflicto de
los refugiados judíos en la inmediata posguerra en una comunidad polarizada
(1944-1946)”, [en línea] https://estudios judios.ides.org.ar/files/2012/02/Ariel-Raber-Mundo-Israelita-El-conflicto-de-los
refugiados-judios.pdf [consulta22 de mayo de 2019]; y Raber, Ariel (2017), “El
Joint, el Congreso Judío, la DAIA y la ayuda a las víctimas de la Shoá en la
Argentina”, Coloquio, n° 43, pp. 1-10. [en línea],
http://congresojudio.org/coloquio_nota.php?id=296 [consulta: 21 de Junio de
2019]. Raber, Ariel (2017), “Beyond Borders. Argentina the American Jewish Joint Distribution
Committee and the Aid to the Victims of SWW”, Contemporary
Sociological Global Review – CSGR, vol. 7, n° 7, pp. 40-50. [en
línea] http://cloud.cirex-id.net/0840.1433.0921/38148x
[6] Raber, Ariel
(2020), “La migración de los sobrevivientes del Holocausto a la Argentina a
través de Paraguay”, en Kahan, Emmanuel, Wechsler, Wanda y Raber, Ariel
(Comps.), Hacer Patria. Estudios sobre la
vida judía en Argentina, Buenos Aires, Teseo, pp. 144-145.
[7] “HIAS ha sido una de las organizaciones de ayuda más influyentes para
inmigrantes y refugiados desde que se creó en 1881 en Estados Unidos. En 1927,
se asoció con la organización británica llamada Asociación de Colonización
Judía y con una organización de migración alemana, EmigDirect para formar HICEM
(en 1934 esta organización se retiró de HICEM). HIAS ayudó a los judíos a
emigrar a los Estados Unidos, mientras que las tres organizaciones que
conforman HICEM compartieron la responsabilidad de las oficinas en Europa,
América del Sur y Central, y Asia. Durante la Segunda Guerra Mundial y el
Holocausto, HIAS / HICEM ayudó a los refugiados de la Alemania nazi y las áreas
bajo la ocupación nazi al asesorarlos en el proceso de adquisición de visas de
inmigración, en algunos casos proporcionándoles boletos de barco para cruzar el
Atlántico. Durante los años de gobierno nazi, entre 1933 y 1945, HIAS estimó
que ayudó a aproximadamente 250,000 personas a huir de la persecución en la
Europa ocupada por los nazis. Hoy, HIAS continúa abogando por los refugiados en
todo el mundo.” [en línea] https://encyclopedia.ushmm.org/content/en/article/hias. [consulta: 7/05/2020].
[8] Raber, Ariel,
2020, Ob. Cit., p.144.
[9] Tal
como sostiene Fernando Devoto, el concepto de refugiado surgió en la década de
1930 en consonancia con las disposiciones restrictivas a la inmigración
estipuladas en Argentina y otros países. En particular, fue en la Conferencia
de Évian de 1938 cuando se definió al refugiado como “toda
persona que abandonase su lugar de residencia en Europa por persecuciones que
tuviesen que ver con su raza, su religión o sus ideas políticas”.
Devoto, Fernando (2009), Historia de la inmigración
en la Argentina, Buenos Aires, Sudamericana, p. 39.
[10]
En esa tónica, fue estimulante el trabajo de Schwarzstein, Dora (1999), “Entre
la tierra perdida y la tierra prestada: refugiados judíos y españoles en la
Argentina”, en Devoto, Fernando y Madero, Marta (Dirs.), Historia de
la vida privada en la Argentina. La Argentina entre multitudes y soledades. De
los años treinta a la actualidad, Buenos Aires, Taurus, pp. 111-139. También resultó fundamental el estudio de Wang,
Diana (2018), Los niños escondidos. Del Holocausto a
Buenos Aires, Buenos Aires, Marea Editorial.
[11] Sobre
las percepciones del Holocausto en el país contamos con las contribuciones
de Lvovich, Daniel (2016), “Los usos del
Holocausto en Argentina. Apuntes sobre las apropiaciones y resignificaciones de
la memoria del genocidio nazi”, Revista Mexicana de Ciencias
Políticas y Sociales, vol. 61, n° 228, pp. 311-336; Wechsler,
Wanda (2018), “La historia de la memoria del Holocausto en Argentina”, Cuadernos Judaicos, n° 35, pp. 261-280; Kahan, Emmanuel y Chinski, Malena (2016), “El
Holocausto y la Argentina. Historia, memoria y usos del pasado”, Temas de Nuestra América, vol. 32, n° 60, pp.13-16; y
Adamoli, Celeste y Kahan, Emmanuel (2017), “El abordaje del Holocausto desde la
trama educativa: consideraciones sobre la construcción de una política de
educación y memoria”, Aletheia, vol.
7, n° 14, pp. 1-17. Acerca de las experiencias de las comunidades judías en
Argentina para honrar la memoria, reconstruir la verdad y atravesar el duelo
por los muertos en la Shoá, fueron esenciales los aportes de Chinski, Malena
(2016), “Incertidumbre, búsqueda y duelo: la Shoá desde la perspectiva de los
familiares de las víctimas en Argentina”, Temas de Nuestra América,
vol. 32, n° 60, pp. 187-2012; y Chinski, Malena (2018), “La AMIA y el monumento
al “mártir desconocido” en el cementerio israelita de la Tablada”, en Bjerg,
María y Cherjovsky, Iván (Comps.), Identidades, memorias y
poder cultural en la Argentina (Siglos XIX y XX), Buenos Aires, Universidad
Nacional de Quilmes, pp. 161-198.
[12] Para
contextualizar y reconstruir el viaje de Zaluski, en esta sección recupero y
amplío algunos aspectos desarrollados en Teitelbaum,
Vanesa (2021), "Migración en tiempos de la Segunda Guerra Mundial. El caso
de una mujer judía a Tucumán, Historia y Memoria,
n° 22, pp. 285-321. Además, se profundiza en este
apartado en las ayudas recibidas en su migración y en la historia de los
refugiados judíos polacos que buscaron abandonar Europa a través de Japón.
[13]
Este grupo, estimado en miles de individuos formó parte de un conjunto mayor,
referido, a su vez, a los refugiados judíos polacos que se salvaron del
Holocausto al encontrar refugio en el Este, principalmente en la Unión
Soviética. Al respecto, y tal como lo señala la bibliografía sobre el tema,
fueron cientos de miles los judíos polacos que se salvaron al transitar,
permanecer o huir desde el territorio soviético. Esta problemática, poco
explorada por los estudiosos de la Shoá, reviste implicancias fundamentales
para conocer más sobre el tema. Si bien las cifras son materia de discusión, al
parecer fueron aproximadamente 200000 los judíos polacos que se pudieron salvar
al atravesar, quedarse o escapar desde el Este. Dentro de este conjunto mayor,
habrían sido miles los que habrían seguido el itinerario de migrar hacia
Lituania. En especial, me sirvieron los análisis de Mark Edele y Wanda Warlik
(2017), “Saved by Stalin? Trayectories
and Numbers of Polish Jews in The Soviet Second World War” y el capítulo de
John Goldlust (2017), “A different silence: The Survival of More than 200,000
Polish Jews in The Soviet Union during World War II as a case study in cultural
Amnesia”, ambos trabajos en Edele, Mark, Fitzpatrick, Sheila y Grossmann, Atina (Eds.), Shelter
from the Holocaust. Rethinking Jewish Survival in the Soviet Union, Detroit,
Wayne State University Press. Asimismo, se puede ver el artículo de Grossmann,
Atina (2016), “Remapping Survival: Jewish Refugees and Lost Memories of
Displacement, Trauma, and Rescue in Soviet Central Asia, Iran, and India”, JBDI
/ DIYB, Simon Dubnow Institute Yearbook, nº 15, pp. 71–97.
[14]
Cohen de Chervonagura, Elisa (2008), “Mujeres e itinerarios en la comunidad
judía argentina”, en Cohen de Chervonagura, Elisa (Comp.), Comunidades
lingüísticas: confines y trayectorias, Tucumán, Universidad Nacional
de Tucumán, pp. 17-34.
[15] Moishe había nacido en Wisokie Listew,
localidad cercana a Kobryn. En 1935 se habían conocido y en 1937 se casaron,
poco antes de que Moishe y su familia migraran a Tucumán, Argentina, donde ya
vivían otros familiares judíos polacos. Al respecto, se pueden ver
los papeles migratorios de Moishe: su pasaporte, el certificado de moralidad y
la constancia que demostraba que nunca había ejercido la mendicidad. PPFW,
“Zaswiadezenie Wojskowe”, “Swiadectwo Moralnosch Dobrych Obyczajow. Certificado
Procesal (Moralidad), 12/VIII/1937” y “Swiadectwo o Nieuprawianiu Zebraniny.
Certificado de Mendicidad”.
[16] Tal como fue señalado por la historiografía, Vilna ocupaba entonces
un lugar clave en la vida cultural judía europea. Al respecto, remito a Traverso, Enzo (2014), El final de
la modernidad judía. Historia de un giro conservador, Buenos Aires, Fondo
de Cultura Económica, p. 44,
Dujovne, Alejandro (2014), Una historia del libro
judío. La cultura judía a través de sus editores, libreros, traductores,
imprentas y bibliotecas, Buenos Aires, Siglo XXI, pp. 50-56; y
Visacovsky, Nerina (2015), Argentinos, judíos y
camaradas. Tras la utopía socialista, , Buenos Aires, Editorial
Biblos, p. 40.
[17] USHMM, "Refugiados
judíos en Lituania, 1939-1940", Enciclopedia del
Holocausto [en
línea] https://encyclopedia.ushmm.org/content/en/article/polish-jewish-refugees-in-lithuania1939-40
[consulta: 3/09/2019].
[18] USHMM, "Refugiados
judíos en Lituania: Rescate inesperado, 1940-41”,
Enciclopedia del Holocausto [en
línea]
https://encyclopedia.ushmm.org/content/en/article/polish-jewish-refugees-in-lithuania-unexpected-rescue-1940-41.
[consulta: 3/09/2019].
[19] USHMM, "Judíos polacos en
Lituania: escapar a Japón", Enciclopedia del
Holocausto [en línea] https://encyclopedia.ushmm.org/content/en/article/polish-jewish-in-lithuania-escape-to-japan.
[consulta: 3/09/2019].
[20] USHMM, "Judíos polacos en
Lituania: escapar a Japón". Enciclopedia del Holocausto. https://encyclopedia.ushmm.org/content/en/article/polish-jewish-in-lithuania-escape-to-japan.
Accedido el 3/09/2019.
[21]
El JOINT “tuvo la
onerosa tarea de elegir un número limitado de refugiados a quienes podrían
ayudar suscribiendo todo o parte del costo de $200 de un boleto Intourist para
el pasaje de tren a Vladivostok”. USHMM,
"Judíos polacos en Lituania: escapar a Japón". Enciclopedia del
Holocausto.
https://encyclopedia.ushmm.org/content/en/article/polish-jewish-in-lithuania-escape-to-japan.
Accedido el 3/09/2019).
[22]
Esta información se puede corroborar con otras fuentes (como las difundidas por
el USHMM)
que señalan como los rusos confiscaban el dinero y cualquier objeto de valor
que llevaran en su migración los refugiados. De esta forma, cuando conseguían
llegar al Japón la mayoría de ellos era indigente.
[23] PPFW, Zaluski, manuscrito, p. 6.
[24] Entre sus papeles estaban: la constancia de
que ella era casada, documento emitido por la Embajada Polaca en Tokio, el 29
de marzo de 1941, que demostraba también su ciudadanía polaca y la conclusión
de su trámite de matrimonio el día 22 de julio de 1937. También obtuvo su
certificado de sanidad, fechado el 21 de marzo de 1941 por el Hospital Tokuda
de Yokohama. Asimismo recibió la constancia de la Embajada Polaca en Tokio que aseguraba
que ella no había cometido ningún delito en los últimos cinco años. Estos
certificados y el Pasaporte polaco que también recibió en ese momento contenían
el Permiso de Desembarco, trámite requerido por las autoridades argentinas de
la época. PPFW, “Ambasada Rzeczypospolitej
Plskiej W. Tokio, Embassy of The Republic of Poland Tokyo, N° 729/J/184”;
“Yokohama Tokuda Byoin (Hospital “Tokuda” de Yokohama), Certificado de
Sanidad”; “Ambasada Rzeczypospolitej Plskiej W Tokio, Embassy of The Republic
of Poland Tokyo, N° 729/J/184” y “Paszport Rzeczpospolita Polska, Ser. II. N°
290665”.
[25] USHMM, “Testimonios” [en línea]
https://encyclopedia.ushmm.org/content/es/oral-history/. [Consulta: 01/07/2019].
[26] USHMM, "Judíos polacos en
Lituania: escapar a Japón". Enciclopedia del Holocausto.
https://encyclopedia.ushmm.org/content/en/article/polish-jewish-in-lithuania-escape-to-japan.
Accedido el 3/09/2019.
[27]
PPFW, Zaluski, manuscrito, p. 9.
[28] PPFW,
Zaluski, manuscrito, p. 15.
[29]
PPFW, Zaluski, manuscrito, pp. 19-20.
[30] Entre los
documentos resguardados en el USHMM están los listados de visas y en uno de éstos
encontramos a la familia Owsiejewicz: Hertsz, Chaja, Dyna e Ita, quienes
contaban con visas para Argentina emitidas en Kobe el 10 de abril de 1941. USHMM, Papeles Anatole Ponevejsky, Colección Permanente, [en
línea] https://collections.ushmm.org/search
/catalog/irn546822.
[consulta: 20/06/2019].
[31] PPFW,
manuscrito, p. 20. En el trabajo de Kalczewiak, hay referencias a una pareja
polaca, Israel y Syma Oberman, que no pudo descender en Ciudad del Cabo y que
sin tener visas argentinas se dirigió a Buenos Aires, donde llegó el 9 de julio
de 1941, aunque no está claro si se les permitió quedarse allí. Pienso que
puede tratarse de esta misma pareja que menciona Nejome. Al respecto, Kalczewiak, 2019, Ob. Cit.
[32] Wang, 2018, Ob. Cit., p. 121.
[33] PPFW,
Zaluski, manuscrito, p. 11.
[34] PPFW,
Zaluski, manuscrito, p. 11.
[35]
PPFW, Zaluski, manuscrito, p. 17.
[36] PPFW,
Zaluski, manuscrito, pp. 7-8. Diáspora
es un vocablo griego que significa dispersión y alude a “la
diseminación de los judíos por toda la extensión del mundo antiguo,
especialmente intensa desde el siglo III antes de Jesucrito”, Real
Academia Española, Diccionario de La lengua
española, Tomo I, Editorial Espasa Calpe, Madrid, 1994, p. 745. El seder, término en
hebreo que quiere decir orden, alude a la cena de Pesaj, es decir, la cena en
la cual se celebra la pascua judía, que conmemora la liberación del pueblo
judío de su esclavitud en Egipto, en Enlace Judío, [en
línea] https://www.enlacejudio.com/2018/03/22/que-se-hace-en-el-seder-de-pesaj-y-cual-es-suimpo
rtancia/ [consulta: 22/06/2020]. Durante la
celebración del seder de Pesaj se lee la “Hagadá”, vocablo hebreo que significa narración o
relato y alude al libro que contiene la narración tradicional del Éxodo de
Egipto (Biblioteca Digital Mundial, https://www.wdl.org/es/item/631/) / [consulta: 20/06/2020]. Meguilá se refiere al
libro de Ester, que se lee durante la celebración de Purim, fiesta judía que
celebra que el pueblo judío en su totalidad se salvó del
exterminio en las manos de los Persas bajo el dominio del Rey Asuero, en
Jabad.com. https://es.chabad.org/library/article_cdo/aid/650833/jewish/Que-es.htm,. [consulta: 22/06/2020]
[37]
Amán fue quien ordenó el asesinato de los judíos durante el reinado de Asuero y
simboliza el arquetipo del mal para los judíos.
[38] Levi, 2015, Ob. Cit., p. 79.
[39] Levi, 2015, Ob. Cit., pp.
133-134. Fabio Levi y Domenico Scarpa sostienen
que “ante la prueba del campo de exterminio, palabras
como testigo y testimonio, precisamente, corren el riesgo de sostenerse, de
resultar poco adecuadas por ser demasiado débiles”. Para ello,
recuperan las consideraciones de Primo Levi, quien “nos lo ha
demostrado a propósito de palabras como hambre, frío, cansancio: el uso que
hacemos de ellas en nuestra normalidad cotidiana las vuelve inadecuadas para la
medida extrema de Auschwitz”, Levi y de Benedetti, 2015, Ob. Cit., p. 234.
[40] Agradezco
esta observación a una de las evaluaciones anónimas a este trabajo. Sobre el
tema, remito en especial, a Malena Chinski (2011), "Un catálogo en
memoria del judaísmo polaco. La colección Dos polyche yidntum, Buenos Aires,
1946-1966", en Kahan, Emmanuel, Schenquer, Laura, Setton, Damian y
Dujovne, Alejando (Comps.), Marginados y consagrados.
Nuevos estudios sobre la vida judía en Argentina, Buenos Aires, Lumiere,
pp. 113-238. Tal como señala Chinski, los sobrevivientes de la guerra o quienes
huyeron del genocidio escribieron libros conmemorativos dedicados a la memoria
de pueblos y ciudades destruidos en Europa. Estos libros, denominados Yizker-bicher, “se inscriben en una
tradición escritural memorialista judía denominada khurb-literatur (literatura
de destrucción), entendida como todo material escrito producido por los judíos
en referencia al asesinato de personas a causa de su condición judía”.
[41] PPFW,
Zaluski, manuscrito, pp. 12-13.
[42]
PPFW, Zaluski, manuscrito, p. 23.
[43]
A modo de ejemplo, podemos mencionar la historia de Akiba Moses, quien migró a
la Argentina en 1938 desde Polonia y narraba sus sentimientos de agradecimiento
y amor a la nueva patria, donde había encontrado la paz (USHMM, Entrevista al Sr. Akiva Moses por la
Lic. Ana Weinstein, marzo de 1984 [en línea] http://collections.ushmm.org.
También, podemos citar la trayectoria de Aron Ejberowicz, quien en 1932 había
llegado también desde Polonia a la Argentina, escapando de las agresiones
constantes que sufrían los judíos en su pueblo (Archivo de Historia Oral, Otras
Memorias -en adelante AHO-, entrevista realizada por los integrantes del
programa de Historia Oral de ORT el 4 de octubre de 2017[en línea] https://www.youtube.com/watch?v=xSQ8nPIkaRQ).
Por su parte, Israel Jaime Zanella, viajó con 13/14 años a la Argentina, en
1934, escapando del antisemitismo y de la violencia que sufrían allá (AHO,
entrevista realizada en la escuela ORT por Alejandro Mildiner, Johana Kalic y
Federico Nemetsky el 2 de junio de 2000 [en línea] https://www.youtube.com /watch?v=8Wd8vVgxpko).
Finalmente, me gustaría referirme a la experiencia de Abraham Zoladz, quien
había nacido en Polonia en 1916 y migró a la Argentina en 1937. Aunque para él
no había sido fácil dejar a su familia, explica que decidió migrar porque no se
podía estar ahí, ya que en Polonia no estaba seguro ni un momento. De esta
forma, cuando le preguntaron sobre su impresión al llegar a la Argentina,
afirmó que para él era el paraíso (AHO, entrevista realizada en la escuela ORT
por Hernán Levi, Eliel Meta y Damian Levisman el 16 de julio de 1996 [en línea]
https://www.youtube.com/watch?v= HF3Aq2dnBZg).
[44]
Resultó sumamente estimulante el análisis de Malena Chinski acerca de las
experiencias de los inmigrantes judíos en Argentina, quienes realizaron
sostenidos esfuerzos por conocer el paradero de sus familiares en Europa
durante la Shoá. En esa dirección, la autora analiza las manifestaciones de
incertidumbre, las expresiones de esperanza por reencontrarse con sus familiares
y luego el dolor y el pesar al enterarse de las terribles muertes que habían
sufrido los parientes más cercanos, que habían sido asesinados en los campos,
muerto en los guetos o con las deportaciones. Chinski, 2016, Ob. Cit., pp. 187-202.
[45]
PPFW, Zaluski, manuscrito, p. 25.
[46] PPFW, Zaluski, manuscrito, p. 28.
[47] PPFW, Zaluski, manuscrito, p. 29. El
subrayado es nuestro.
[48] PPFW, Zaluski, manuscrito, pp. 26-27. El
subrayado es nuestro.
[49] Agradezco
esta sugerencia a uno de los dictámenes anónimos de este trabajo.
[50] Chinski, 2018, Ob. Cit., pp. 161-198.
[51] Chinski, 2018, Ob. Cit., pp. 161-198. En
esa tónica, en un artículo que historiza la memoria del Holocausto en
Argentina, Emmanuel Kahan
y Daniel Lvovich, sugieren que en las décadas de 1940 y 1950, y en consonancia
con lo que sucedía en otras partes del mundo, “probablemente
los principales “usos del Holocausto” en Argentina durante aquellos años hayan
sido las políticas de memoria desplegadas al interior de las organizaciones
judías y dirigidas fundamentalmente a sus integrantes, y que por haberse
desarrollado sobre todo en ídish tuvieron pocas posibilidades de trascender las
fronteras lingüísticas y culturales”, Kahan
y Lvovich, 2016, Ob. Cit., p. 317. Por su parte,
Wechsler, 2018, Ob. Cit., p. 277, sostiene
que durante la primera etapa, que ella sitúa entre 1940-1970, “la memoria del Holocausto fue propiedad de la comunidad judía, estuvo
vinculada al ámbito privado y se vehiculizó a través de actos e instituciones
de la comunidad”.
[52] La
información de este Monumento a los Mártires la tomo de Blumenfeld, 1971, Ob. Cit., pp.
249-250.
[53]
PPFW, Zaluski, manuscrito y PPFW, Zaluski, agendas. Sobre su formación y
cultura, contamos también con la información obtenida en testimonios orales. En
especial, remitimos a las conversaciones que mantuvimos con la Arquitecta Diana
Mizrahi entre junio y julio de 2018.
[54] En esa tónica, considero oportuno recuperar
el análisis de Dora Schwarzstein sobre los exiliados españoles y los refugiados
judíos alemanes del nazismo en Argentina. Tal como propuso esta especialista en
el exilio español en Argentina, los dos grupos compartieron “(…) sensaciones ambivalentes”:
“alivio y agradecimiento por haber salidos vivos,
aunque no siempre intactos, pero al mismo tiempo dolor por la separación de
familiares y amigos, pérdida traumática del hogar y las posesiones, ruptura con
los lugares habituales, con el ambiente social y cultural, el trabajo y la
profesión”. Además, sugiere Schwarzstein, para los judíos que
escaparon del nazismo, “(…) la alegría de estar a salvo en Argentina se diluyó muy rápido ante la
angustia por los familiares perdidos y el sentimiento de culpa por no haberlos
traído”, Schwarzstein, 1999, Ob. Cit., pp. 111-139.
[55]
En ese contexto, citaba
también a un escritor ruso (cuyo nombre no decía), para el cual “el vagabundeo se va a volver un problema, y uno va a llevar al otro,
además, a abandonar lo propio y salir a errar. Y yo efectivamente vi esto bien.
Todo fue abandonado y se huyó. Quizás nadie que emigre maldecirá el día en que
abandonó el lugar, pero todo corre y huye hacia donde sea”. PPFW, Zaluski, manuscrito,
p. 4.
[56] Y esta cita la empleaba para cerrar una
reflexión sobre la situación de la mujer, el comportamiento de los hombres y,
en general, en torno a nociones acerca de la justicia, la verdad, la bondad, la
comprensión y la sinceridad. “Acá les hablo un poco a
los hombres, porque son las personas por las que se decepcionan las mujeres, y
para ellos es un orgullo cuando una mujer paga con un costo de sentimientos por
su falta de sinceridad. Pero yo lamento su orgullo en la esencia. Es una pena
que el mundo aún no llegó a otras actitudes, pero el universo de mujeres ya se
desembriagó un poco de la debilidad de ellos. Quizás otro siglo traiga
novedades, aunque el siglo XX logró mucho, pero destruyó mucho. Nosotras,
pequeñas mujeres, vamos a estar satisfechas con eso, porque nuestra tarea aún
es muy débil. No son cosas para reír, llorar, sino entender”. PPFW,
Zaluski, manuscrito, p. 14.
[57]
PPFW, Zaluski, manuscrito, p. 16.
[58] Este tango de 1933/1935 que alcanzó reconocimiento
internacional y cuenta el encuentro final de antiguos amantes que se están
separando fue muy popular en la Unión Soviética e incluso llegó a considerarse
como ruso.
[59]
PPFW, Zaluski, agendas.
[60] PPFW,
Zaluski, manuscrito, p. 28.
[61] Al respecto, se pueden consultar los
trabajos de Raber, Ariel (2020), “La
migración de los sobrevivientes del Holocausto a la Argentina a través de
Paraguay”, en Kahan, Emmanuel, Wechsler, Wanda y Raber, Ariel (Comps.), Hacer Patria. Estudios sobre la vida judía en
Argentina, Buenos Aires, Teseo, pp. 141-172. También, los de
Gleizer, Daniela (2010), “Exiliados políticos y refugiados del nazismo en
México: experiencias disímiles (1938-1945), en García, Diego y Kourí, Emilio
(Comps.), Revolución y exilio en México. Del
amor de un historiador a su patria adoptiva: homenaje a Friedrich Katz, México, El Colegio de México, Centro Katz de
Estudios Mexicanos-University of Chicago, Ediciones Era, pp., 645-670 y Bokser
Misses-Liwerant, Judit, Gleizer, Daniela, Siman, Yael (2016), “Claves conceptuales y metodológicas para
comprender las conexiones entre México y el Holocausto ¿Historias
independientes o interconectadas?”, Revista
Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, Año LXI, n° 228, pp.
267-310.
[62]
En particular, remito al trabajo reciente de Ariel Raber, quien sostiene “que la migración de los sobrevivientes del Holocausto
retoma ciertas características de la migración en cadena previa a la guerra,
valiéndose de la asistencia de familiares para financiar, gestionar los viajes
y obtener la documentación necesaria para emigrar, así como de los vínculos de
grupo y redes de solidaridades para insertarse en el país de destino, dada la
ausencia de un plan estructurado de recepción”, Raber, 2020, Ob. Cit., p. 149.