Revista Andes, Antropología e Historia
Vol. 2, Nº 32, Julio - Diciembre de 2021
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https://creativecommons.org/licenses/by-nc/4.0/ ISSN Nº 1668-8090
TUCUMÁN Y LA
REVOLUCIÓN TECNOLÓGICA. EL CASO DEL INGENIO LASTENIA HACIA FINES DEL SIGLO XIX
TUCUMÁN AND THE TECHNOLOGICAL REVOLUTION. THE CASE OF LASTENIA SUGAR
MILL AT THE END OF THE 19TH CENTURY
Fernando Villar
Instituto Superior de Estudios Sociales (ISES)
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y
Técnicas (CONICET)
Instituto de Arqueología y Museo (IAM)
Universidad Nacional de Tucumán (UNT)
Argentina
fer_villar15@hotmail.com
Fecha de ingreso: 16/07/2020
Fecha de aceptación: 22/11/2020
Resumen
Hacia
fines del siglo XIX, la provincia de Tucumán se vio atravesada por una serie de
cambios estructurales que llegaron a convertirla en uno de los polos
industriales más importante del país, siendo los referentes más paradigmáticos
del proceso, la llegada del ferrocarril en 1876 y la consiguiente modernización
generalizada de los ingenios azucareros que, a partir de entonces, se hicieron
con las tecnologías más avanzadas de la época.
En el
presente trabajo, analizamos una serie de cambios tecnológicos experimentados por
la industria azucarera de la provincia con posterioridad a 1876, para lo que
tomamos como referente al ingenio Lastenia.
En
función del análisis de diversos aspectos característicos de esta etapa en
Lastenia y otras unidades productivas, proponemos que luego de la llegada del
ferrocarril, Tucumán fue protagonista de una Revolución Tecnológica. Un proceso
que significó el inicio de una nueva fase para el desarrollo del capitalismo en
la provincia y trajo aparejado un ciclo de transformaciones que dejan sentir su
eco aún en el siglo XXI.
Palabras clave: Arqueología
Industrial, Industria Azucarera, Revolución Tecnológica, Noroeste Argentino,
Tucumán
Abstract
Towards the end of the nineteenth century, the Province of Tucumán
underwent a series of structural changes that turned it into one of the most
important industrial centres in the country. One of the most paradigmatic
references of the process was the arrival of the railroad in 1876 and the
consequent general modernization of the sugar mills, which from then on were
equipped with the most advanced technologies of the time.
In this paper, we analyse a series of technological changes experienced
by the province's sugar industry after 1876, taking as a reference the Lastenia
sugar mill.
Based on the analysis of different aspects characteristic of this stage
in Lastenia and other productive units, we propose that, after the arrival of
the railway, Tucumán was the protagonist of a Technological Revolution. This
process meant the beginning of a new phase for the development of capitalism in
the province and brought with it a cycle of transformations that are still felt
in the 21st century.
Keywords: Industrial Archaeology, Sugar Industry,
Technological Revolution, Argentine Northwest, Tucumán
Introducción
La Revolución Industrial,
originada hacia fines del siglo XVIII en Inglaterra, impulsó un reordenamiento
global ligado a las tecnologías y a los cambios en las formas de producción.
Iniciada en la década de 1770, hacia fines del siglo XIX alcanzó una influencia
–directa o indirecta– sobre casi la totalidad del planeta[1].
Este proceso de cambio estuvo definido –entre otros elementos– por la aparición
de la fábrica, la maquinaria pesada, y nuevos medios de comunicación y
transporte, capaces de trasladar grandes cargas e información, a largas
distancias en tiempos cortos. El resultado de estas innovaciones fue una cadena
de desarrollo tecnológico, hasta el momento nunca visto ni vivenciado, que tuvo
una injerencia directa en la constitución de nuevos actores y nuevas relaciones
sociales, económicas y políticas en el mundo entero[2].
La industria
azucarera tucumana surgió y se desarrolló durante el siglo XIX. Iniciada en la
década de 1820, en poco más de medio siglo pasó de estar representada por
pequeñas fábricas, que funcionaban con
tecnologías muy rudimentarias y formaban parte de establecimientos polirúbricos,
a estar, con posterioridad a 1878, nucleada en unidades especializadas
poseedoras de la más alta tecnología de la época[3],
proceso que significó una de las “primeras manifestaciones
de la segunda fase de la revolución industrial en Argentina”[4].
En la provincia de Tucumán, los dos “referentes” más importante de este proceso
fueron el ferrocarril, que arribó en 1876; y la industria azucarera a partir de
1878[5],
siendo esta última el marco dentro del cual centramos el presente trabajo.
Si bien los
avances tecnológicos son uno de los aspectos más relevantes del período que
aquí abordamos, si queremos llegar a una comprensión más profunda del proceso
histórico detrás de estos, es necesario tener en cuenta que los mismos no deben
ser estudiados de manera aislada y que las modificaciones en los sistemas
tecnológicos implican una serie de cambios estructurales que intervienen
directamente en las relaciones económicas, políticas y sociales[6].
Por lo tanto, para llevar adelante nuestro análisis tendremos en cuenta a las tecnologías
que caracterizaron a los ingenios con posterioridad a 1878 y a su relación con
una serie de procesos sociales vinculados a ellas.
Para poder hacer
foco y dar un marco interpretativo a estos últimos aspectos nos apoyamos en el
concepto de Revolución Tecnológica; partiendo de un análisis contextual de la provincia
de Tucumán durante el último cuarto del siglo XIX para luego centrarnos en un
caso puntual, el ingenio Lastenia -una unidad de producción de derivados de la
caña de azúcar que funcionó entre 1834 y 1966- durante los mismos años.
Consideramos que
la caracterización y análisis del ingenio Lastenia en el marco de un contexto
general nos permitirá acercarnos a lo sucedido en otras unidades productivas,
aportándonos un panorama general de lo acontecido a nivel tecnológico,
productivo, económico y social; todos ellos aspectos íntimamente relacionados y
que dan cuenta del advenimiento de una Revolución Tecnológica en la provincia
luego de la llegada del ferrocarril.
Por último, se
reflexiona brevemente acerca del rol del Estado y de las políticas públicas
para garantizar el desarrollo de una Revolución Tecnológica. Desde nuestra
perspectiva, consideramos que si bien la empresa privada y las decisiones
apoyadas en proyecciones económicas han sido primordiales para impulsar
procesos de este tipo; el rol estatal y las decisiones políticas también deben
ser considerados como un aspecto fundamental que es preciso destacar. Pues sin
la complementación de ambos elementos, las revoluciones tecnológicas y sus
paradigmas difícilmente hubiesen logrado avanzar sobre diversas sociedades.
Revoluciones
Tecnológicas
Desde que en
1771 abrió sus puertas la hilandería de Richard Arkwright en Cromford,
inaugurando la primera revolución industrial, se han sucedido hasta el presente
cinco Revoluciones Tecnológicas que marcaron en gran medida el trascurso de la
historia (Cuadro 1). Una Revolución Tecnológica (en adelante RT)
puede ser definida como un poderoso y visible
conjunto de tecnologías, productos e industrias nuevas y dinámicas, capaces de
sacudir los cimientos de la economía y de impulsar una oleada de desarrollo de
largo plazo. Se trata de una constelación de innovaciones técnicas
estrechamente interrelacionadas, la cual suele incluir un insumo de bajo costo
y uso generalizado -con frecuencia una fuente de energía, en otros casos un
material crucial- además de nuevos e importantes productos, procesos, y una
nueva infraestructura. Esta última usualmente hace avanzar la frontera, en
cuanto a la velocidad y confiabilidad del transporte y las comunicaciones, a la
vez que reduce drásticamente el costo de su utilización[7].
Cuadro 1: Cinco Revoluciones Tecnológicas en 200 años.
Revolución Tecnológica (RT) - Año |
País – Núcleo de origen |
Tecnologías |
Infraestructuras características de la R.T. |
Primera - 1771 |
Inglaterra |
· Mecanización de la
industria
del algodón* · Hierro forjado · Maquinaria · Molinos y ruedas
hidráulicas muy mejorados |
· Canales y vías
fluviales artificiales |
Segunda - 1829 |
Inglaterra |
· Energía del vapor
para diversas industrias* · Utilización del
carbón como combustible · Minería de carbón · Producción de
locomotoras y vagones · Construcción de
ferrocarriles* |
· Ferrocarriles · Servicio de uso
postal estandarizado y de plena cobertura · Telégrafo (Sobre
todo nacional y a lo largo de las líneas ferroviarias) · Grandes puertos,
grandes barcos y navegación mundial |
Tercera - 1875 |
Inglaterra Estados Unidos Alemania |
· Acero barato (Convertidor Bessemer) * - Inauguración de la acería Bessemer de Carnegie en · Pleno desarrollo del
motor a vapor · Ingeniería pesada
química y civil · Industria de equipos
eléctricos · Cobre y cables · Alimentos enlatados
y embotellados · Papel y empaques |
· Navegación mundial
veloz en barcos de acero (Canal de Suez) · Redes
internacionales de ferrocarril (uso de acero barato para rieles y pernos de
tamaños estandarizados) · Grandes puentes y
túneles · Telégrafo mundial · Teléfono (sobre todo
nacional) · Redes eléctricas (para
iluminación y uso industrial) |
Cuarta - 1908 |
Estados Unidos Alemania |
· Fabricación
en serie de automóviles (Ford T) * · Auge
del motor a combustión interna (transportes de carga,
tractores, aviones, energía eléctrica, etc.) * · Petróleo
barato y derivados · Petroquímica
– materiales sintéticos · Electrodomésticos · Alimentos
refrigerados y congelados |
· Redes
de caminos, autopistas, puertos y aeropuertos · Redes
de oleoductos · Electricidad
de plena cobertura (Industrial y domestica) · Telecomunicación
analógica mundial (teléfono, télex y cablegrama) |
Quinta - 1971 |
Estados Unidos |
· Microprocesadores
(primer microprocesador -Intel 1971-) * · Microelectrónica
barata · Computadoras
personales · Industria
del Software · Telecomunicaciones
· Biotecnología |
· Telecomunicación
digital mundial (fibra óptica y satélites) · Internet
y correo electrónico y demás servicios electrónicos · Redes
eléctricas de fuentes múltiples y uso flexible · Transporte
físico de alta velocidad por tierra, aire y agua. |
* Tecnología
que marcó el inicio de la Revolución Tecnológica |
Fuente:
Tomado de Pérez, Carlota, 2002, Ob. Cit.
Como puede
observarse en el Cuadro 1, cada uno de estos procesos tienen su origen en un
País o Países Núcleo. Los cambios generados, así como los paradigmas y las
oleadas tecnológicas -aspectos a los que haremos referencia a continuación- que
estos acompañan, se propagan de forma gradual desde el centro hacia la periferia;
esta situación hace que estas revoluciones posean características diferentes
según el país en el cual se producen, y no se den simultáneamente en todos
ellos, pudiendo demorarse el despliegue hasta 3 décadas en llegar a algunas
zonas periféricas[8].
A lo largo de la
historia, cada RT trajo aparejada una serie de cambios sustanciales en sus
universos de influencia. En primer lugar, produjo el remplazo masivo de un
conjunto de tecnologías por otro, por sustitución o modernización de
equipamiento, modificando así los procesos y las formas de operar existentes.
En segundo lugar, significó nuevos tipos de trabajos, infraestructuras, nuevas
instituciones y nuevas legislaciones. Finalmente, y vinculado a lo ya
mencionado, ocasionó profundos cambios en la sociedad y las organizaciones, modificando
muchos de los hábitos existentes y remplazándolos por otros acordes a las nuevas
tecnologías[9].
De este modo podemos considerar que los cambios tecnológicos radicales tienen
una incidencia directa sobre la cultura que los experimenta e incorpora como hábito.
Los cambios
estructurales inherentes a los procesos de este tipo, implican que los viejos
“modos de hacer” comiencen a presentarse obsoletos o poco eficientes para
resolver asuntos que a partir de las “nuevas maneras de hacer”, vinculadas a
las nuevas tecnologías, pueden abordarse con mayor pericia[10].
Este movimiento está asociado normalmente a tecnologías “penetrantes” -Pervasive en inglés- cuyas innovaciones sirven para
potenciar el desarrollo de una amplia gama de sistemas tecnológicos -Ej. El
vapor o la electricidad-. De esta forma, una RT representa, en el campo de la
tecnología, algo equivalente a lo que supone un cambio de paradigma en la
historia de la ciencia[11].
Podemos considerar entonces que toda RT va acompañada de un paradigma
tecnológico, una suerte de “mapa mental” o “maneras de hacer” que viabiliza su
eficiencia.
La aparición y
difusión de un nuevo paradigma tecnológico implica cambios radicales en la
actividad económica y la vida social. Asimismo, repercute de manera directa en
la vida cotidiana a partir de cambios sociales, culturales e institucionales[12]. No obstante, hay que considerar que, si bien,
cada RT posee diversos sistemas tecnológicos interrelacionados y un paradigma
tecnológico que define una “manera de hacer” durante el lapso temporal que dura
la revolución, debemos tener en cuenta que todo sistema tecnológico se inserta
para su funcionamiento en un entorno social pre-existente más amplio, que lo
incluye y condiciona[13].
Más allá de que los paradigmas que acompañan a una RT son artífices de cambios
sustanciales para el ámbito socio-cultural que los adopta, los mismos no borran
de manera definitiva todos los “modos de hacer” previos a su auge y muchas
veces suelen mixturarse con estos, situación que genera que una RT de
características similares posea particularidades propias en diferentes
contextos y regiones.
Para finalizar
este apartado haremos referencia a las oleadas de desarrollo, un concepto que
consideramos crucial para comprender la expansión de las RT y con ellas del capitalismo.
Una oleada de desarrollo es el proceso mediante el
cual una RT y su correspondiente paradigma se propagan por las economías,
produciendo cambios en la producción, distribución, comunicación, consumo, así
como cambios cualitativos profundos en la sociedad[14].
La
infraestructura de transportes y comunicaciones serán cruciales para la
propagación del proceso[15].
Cada oleada, y cada revolución vinculada a esta, representó durante los últimos
200 años un nuevo estadio en la profundización del capitalismo, ampliando el
grupo de países que componen al sistema y facilitando su avance y desarrollo en
otros rincones del planeta.
Tucumán y la
industria desde 1876
Realizar un
recorrido completo por la historia de la provincia de Tucumán durante las
primeras décadas de tecnologización posteriores a 1876 y profundizar sobre cada
uno de los elementos que evidencian el advenimiento de una RT excedería
ampliamente el objetivo del presente trabajo, pues lo que aquí buscamos es
realizar un paneo general de modo que quede planteado con claridad el
acontecimiento en la provincia de un proceso de este tipo por esos años. Por
ello, en este apartado consideraremos algunos aspectos característicos de la
industrialización en la provincia hacia fines del siglo XIX, lo que nos
permitirá ahondar en elementos específicos inherentes a nuestros objetivos.
Como ya hemos
mencionado, el ferrocarril y la industria azucarera son los dos referentes de
la RT en Tucumán. Si bien ambos están íntimamente vinculados, debemos tener en
claro que uno y otro son dos sistemas tecnológicos diferentes y que el objetivo
de este trabajo es profundizar sobre uno de ellos, el sistema de producción de
derivados de la caña de azúcar. Ante esto, se hará una referencia breve acerca
del rol del ferrocarril en relación al mundo del azúcar, para luego considerar
tres aspectos específicos de este último universo: las nuevas tecnologías vinculadas a las
fábricas, el nuevo mundo laboral y una serie de medidas que respaldaron el
establecimiento de una industria con características completamente nuevas.
El ferrocarril
Durante el gobierno de
Sarmiento (1868-1874), el Estado nacional tomó la decisión estratégica de
fortalecer y vincular las zonas del interior más alejadas con el centro del
país; esta determinación impulsó la extensión del ferrocarril desde Córdoba a
Tucumán, obra que se completó en 1876, llegando en agosto de este año el primer
ferrocarril a la provincia[16].
Hasta la llegada del tren
las mercancías importadas se trasladaban a través de carretas desde los puertos
del Litoral y centro del país, principalmente desde Rosario y Buenos Aires.
Esto hacía que los artículos importados tuvieran un costo muy elevado y que la
tecnificación a gran escala de la industria fuera dificultosa; dicha situación
cambió de manera sustancial a partir de 1876. Wenceslao Posse realizó por
aquellos años una estimación de los costos antes y después del ferrocarril
concluyendo en que el precio de transporte de una tonelada de equipos se había
reducido de 220 a 20 pesos[17].
Por otro lado, la nueva vía de comunicación posibilitó una expansión efectiva
del mercado del azúcar tucumano a escala nacional[18].
Durante la década de 1880,
complementándose con el desarrollo de la industria azucarera, el avance del
cultivo de caña y el aumento del valor del suelo, las vías se habían expandido
por todo el territorio de la provincia. En pocos años, la gran mayoría de los
ingenios contaban con acceso directo del ferrocarril a las plantas industriales[19].
Azúcar y nuevas tecnologías
La instauración de la
industria azucarera como la más importante del noroeste argentino es sin duda
un caso paradigmático que nos permitirá ahondar sobre los cambios que tuvieron
lugar durante los últimos años del siglo XIX. Una etapa caracterizada por una
modernización tecnológica sin precedentes, manifestada en la incorporación de
nuevas fuentes de energía y maquinarias de última generación; el surgimiento de
nuevos agentes y relaciones económicas; la consolidación de una elite
empresarial azucarera que pasaría a ocupar un lugar central en la provincia, no
solo a nivel económico, sino también político; la conformación de nuevos
paisajes industriales dentro de los cuales se destacarían complejos fabriles
colosales e incipientes núcleos poblacionales en sus inmediaciones; y por
último, un universo laboral muy diferente al existente hasta entonces en la
provincia.
Las
modificaciones en el sistema de producción de derivados de la caña de azúcar,
estuvieron sujetas a la implementación de un sistema tecnológico completamente nuevo,
caracterizado por el vapor como principal fuente de energía y por maquinarias
de última generación capaces de procesar cantidades de materia prima
inmensamente superiores a las procesadas con sistemas antiguos y a mayor
velocidad. Mientras la producción completa de la provincia en 1876 -con
sistemas antiguos- alcanzaba los 1.722.750 Kg[20],
en pocos años muchas de las fábricas de la provincia superarían esta cifra por sí
solas.
En íntima
relación con la incorporación de nuevos sistemas para procesar caña, los
ingenios fueron modificando sus edificaciones. Así, las fábricas sumaron nuevos
materiales, nuevas técnicas y nuevos operarios especializados para construir y
adaptar las instalaciones a las nuevas maquinarias y procesos. Por lo tanto,
también debemos destacar, como un aspecto propio de esta etapa, a la
construcción de grandes infraestructuras adecuadas para el funcionamiento del
nuevo sistema tecnológico (edificios de más de 10 m de altura, chimeneas de 40
m, estructuras subterráneas, etc.), y a la aplicación del metal
(fundamentalmente el acero) como un nuevo material de construcción que, a
partir de entonces, se hizo esencial y característico en la arquitectura
industrial tucumana[21].
El impacto de
estas nuevas fábricas fue contundente, de las 82 unidades de producción
presentes en la provincia en 1877, que en su mayoría procesaban la caña con
sistemas antiguos, en 1884 solo quedaban 39, portadoras de la más alta
tecnología de la época y que requerían mayor número de trabajadores que todos
los anteriores establecimientos juntos[22].
Esta reducción en el número de fábricas se debió a que los industriales sin
capacidad adquisitiva -o influencias- para poder modernizar sus ingenios, no
pudiendo competir con las unidades modernizadas, cerraron sus fábricas y en su
mayoría pasaron a convertirse en plantadores o colonos[23],
conformándose una “burguesía azucarera” a partir de los industriales que
lograron renovar sus viejos establecimientos y quienes pudieron invertir en la
fundación de nuevas fábricas[24].
El aumento de la capacidad
productiva de las fabricas motorizó, además, el avance de la frontera agraria
de la caña de azúcar en la provincia, que pasó de poseer 2.297 hectáreas
cultivadas en 1874, a 16.700 en 1889[25]
y a más de 50.000 en 1896[26];
a su vez, esta situación motivó la necesidad de “brazos” que trabajaran en
estas nuevas unidades de producción y en los cañaverales, fundamentalmente
entre los meses de zafra (de mayo a agosto o septiembre). Así, el arribo de una
gran cantidad de migrantes procedentes de los más diversos orígenes se
convirtió también en una característica del período que aquí analizamos;
asentándose en las inmediaciones de fábricas, estos trabajadores improvisaron rancheríos que luego fueron organizados por
los propietarios de las plantas, quienes desde mediados de la década de 1880
comenzaron a levantar casas para obreros[27]
y empleados dando origen a asentamientos que en poco años conformaron
verdaderos “pueblos azucareros” y se convirtieron en un componente más de las
unidades de producción[28].
Desde nuestra perspectiva, consideraremos que la planificación y construcción
de estos entornos destinados a albergar trabajadores, deben ser tenidos en
cuenta como una más de las tecnologías implementadas durante estos años.
Finalmente
destacamos la incorporación de una nueva fuente de energía, la energía
eléctrica, dentro de las unidades de producción. A partir de la década de 1880,
algunas fábricas comenzaron a incorporar generadores eléctricos para garantizar
la iluminación de la planta, una tecnología fundamental para que las mismas
pudiesen funcionar las 24 horas. Tal es el caso del Ingenio Lastenia que hacia
1889 ya contaba con iluminación mediante electricidad[29].
Azúcar y un nuevo mundo laboral
Las nuevas tecnologías y
niveles de producción, implicaron una reconfiguración completa de las
condiciones laborales y de los tipos de trabajo, imponiendo tanto a
propietarios como a trabajadores un escenario completamente distinto al
existente poco tiempo antes. El nuevo contexto significó, entonces, la
incorporación de operarios especializados -técnicos, ingenieros, electricistas,
mecánicos, etc.- y una masa de trabajadores -de planta y de surco-muy superior
a la requerida por la industria azucarera hasta entonces.
Crear un nuevo mundo
laboral que satisfaga sus necesidades no fue fácil para las élites locales. Las
malas pagas ofrecidas y la competencia de otras ofertas laborales como la
construcción de la traza ferroviaria[30],
las mejores condiciones laborales ofrecidas en otras provincias[31],
sumado al desconocimiento de los nuevos métodos de trabajo, y a la falta de
hábito de un trabajo regular, intensivo y metódico fueron grandes obstáculos
para la captación de mano de obra pretendida por los industriales[32].
Ante esta problemática y para garantizar el buen funcionamiento de un nuevo
modelo productivo, se comenzaron a aplicar diversas técnicas de captación de
mano de obra y disciplinamiento, imponiendo a miles de hombres, mujeres y niños
una nueva forma de utilización del espacio y del tiempo, además de nuevas
concepciones del trabajo, de la recreación y del descanso[33].
Los intentos por constituir
una masa asalariada capaz de hacer funcionar a la agro-industria incluyeron la
incorporación -a veces voluntaria y otras veces forzosa- de trabajadores con
diversas procedencias, masas laborales que constituyeron un mosaico socio-cultural
muy heterogéneo que incluía: indios pampas que, mediante la intervención de Julio
A. Roca, fueron “enviados” desde el sur del país a la provincia -de a cientos-
entre 1878 y 1885[34];
cientos de indígenas chaqueños “procedentes de la costa del Bermejo” con poco
tiempo de haber sido “sometidos”[35];
indígenas santiagueños quichua-parlantes[36];
criollos santiagueños, salteños, tucumanos y catamarqueños[37];
e inmigrantes europeos que, cuando no eran empleados en posiciones
jerarquizadas, abandonaban sus trabajos por no adaptarse a las condiciones
laborales extremas exigidas por los empresarios, aspecto que en más de una
oportunidad ocasionó la crítica de estos últimos a la “mala clase” de los
inmigrantes que arribaban a la provincia[38].
Ante este panorama, las
condiciones dadas en los ingenios y sus inmediaciones propiciaron el
surgimiento de dinámicas y relaciones sociales muy diferentes a las existentes
poco tiempo antes. Estas nuevas dinámicas y relaciones, además de suponer problemáticas
de adaptación a una nueva forma de vida por parte de los grupos que cohabitaban
los entornos azucareros, incluían inconvenientes sujetos a los regímenes extremos
que suponían jornadas laborales de 12 a 14 horas[39],
sanciones como la prisión, el cepo[40]
–hasta 1888- o golpes[41]
-al menos hasta 1904-, salarios muy bajos sujetos a un sistema de peonaje por
deuda que aseguraba que el trabajador no pudiera abandonar su puesto[42]
y legislaciones específicas orientadas a mantener la estabilidad de todos estos
aspectos. En relación con lo expuesto, Guy[43]menciona
que, si bien la expansión de la industria generó mayores fuentes de trabajo, la
modernización industrial azucarera empeoró las condiciones laborales vigentes
en la provincia.
Los aspectos mencionados,
significaron además el surgimiento de mecanismos de resistencia por parte de
los trabajadores, pues el proceso de proletarización generalmente se “lleva a cabo en una dialéctica imposición-resistencia”[44].
Así, por entonces no solo se hizo muy común que los trabajadores se fugaran de
sus respectivos lugares de trabajo, sino que además fue por estos años cuando
tuvieron lugar los primeros casos de sabotaje a maquinarias, y las primeras revueltas
y huelgas por parte de los sectores asalariados. Tal es el ejemplo de las
numerosas sublevaciones ocurridas durante el mes de septiembre de 1884 en
diferentes establecimientos de la provincia, resultando de las mismas muertos,
heridos, detenidos e incluso la toma de una prisión y la consecuente liberación
de peones presos por parte de los huelguistas[45].
Con respecto a este último
punto es interesante destacar que hacia 1884 aún no existían sindicatos u otra
organización formal que nucleara a los trabajadores de la provincia; sin
embargo, el hecho de que muchos de estos levantamientos se dieran de manera
simultánea en lugares muy distanciados hace suponer algún tipo de organización
por parte de los peones, un mecanismo de resistencia que habría tenido lugar por
primera vez durante este período.
Azúcar, legislaciones, reglamentaciones
y otras medidas
Acompañando el
proceso de modernización al que venimos haciendo referencia, entraron en
vigencia una serie de leyes, reglamentaciones y medidas económicas tendientes a
garantizar la consolidación y el correcto funcionamiento de un nuevo modelo
socioeconómico.
Algunas de estas
disposiciones, que garantizaron a los establecimientos una mano de obra
numerosa, cohibida y de bajo costo, fueron reglamentadas con anterioridad al
proceso que aquí abordamos, pero adquirieron mayor fuerza durante este; tal es
el caso del reglamento de policía de 1856, una de las primeras normativas
oficiales en este sentido, que posee reglamentaciones que se endurecieron en
1877 con la sección "De los vagos, jornaleros y domésticos”. Estos
reglamentos, finalmente,
cobraron un estatus legal con una ley laboral específica (Ley N° 582) en 1888,
la “Ley de Conchabos”[46].
En el marco de
esta última legislación, cada peón debía contar con una papeleta de conchabo,
un documento emitido por la autoridad (juez, policía, etc.) que certificara la
dependencia laboral de un individuo para con un patrón. Aquellos que no poseían
“oficio, profesión, renta, sueldo, ocupación o medio lícito con que vivir” y no
poseían la papeleta de conchabo eran considerados “vagos” y, por lo tanto
-según la legislación vigente- debían ser perseguidos y castigados[47].
Las disposiciones de la ley de conchabos fueron derogadas en 1896; para
entonces las masas de asalariados ya constituían un sector consolidado[48].
En el marco de
estas normativas, se incluía también otro método utilizado para captar y
retener mano de obra: el peonaje por deudas; un mecanismo que se hizo muy
habitual durante la expansión de la industria posterior a 1878. Emile Daireaux,
tras una visita al ingenio de Clodomiro Hileret en Lules, a mediados de la
década de 1880, explicó el sistema de la siguiente manera.
El reclutamiento de estos trabajadores tiene lugar
todos los años (…). En el otoño, el trabajador llega de todos los lados y á
veces de muy lejos, pero no aisladamente sino por cuadrillas, especie de
tribus, reunidas y contratadas por los capataces, encargados por el dueño del
ingenio ó el cultivador de ajustarlos por su cuenta (…).
El trabajador al contratarse para la temporada
recibe de manos del capataz, por adelantado, tres ó cuatro meses de salario y
desde entonces pertenece al contratista por cuya cuenta ha recibido ese
adelanto, no pudiendo dejarlo sino tres meses después de haberle reembolsado; si
se escapa, sale la policía en su busca y lo entrega aherrojado, quedando desde
entonces vigilado. Esos anticipos son frecuentemente muy pesados para los propietarios, que no
emplean en ellos menos de 100,000 francos en cada temporada y deben anualmente
registrar en la página negra de los beneficios y de las pérdidas una cuantiosa
suma, pero más prefieren correr esos riesgos que exponerse al de las huelgas ó
abandonos individuales del trabajo, tan perjudiciales en una industria que no
admite paralización[49].
Si bien las
reglamentacionesy mecanismos de este tipo tienen sus orígenes en el mundo
colonial, hacia fines del siglo XIX, cuando la mano de obra se convirtió en una
necesidad sine qua non para el desarrollo de la
moderna industria, dichas normativas se revitalizaron, perfeccionaron e
intensificaron, para respaldar la formación de un mercado de trabajo acorde a
las nuevas necesidades.
Otros elementos
coercitivos que aparecieron hacia fines de siglo, extendiéndose hasta avanzado
el siglo XX, fueron los reglamentos internos de las fábricas; una serie de
reglas vinculadas fundamentalmente con normas de comportamiento que los
trabajadores debían respetar a rajatabla para no ser sancionados[50].
Si consideramos que para la década de 1890 varios pueblos azucareros ya
formaban parte de las fábricas, resulta claro que el reglamento regía sobre la
población de trabajadores no solo durante su horario laboral sino durante las
24 horas del día. Ante
esto, podemos inferir que las normativas influían en la vida cotidiana de los
asalariados que convivían en los entornos mencionados y sus familias,
cumpliendo así el reglamento un rol disciplinante y moralizante sobre la
población, más allá de regular el funcionamiento de la fábrica.
Finalmente consideramos
necesario mencionar otras de las medidas cruciales para el desarrollo
industrial de la provincia por estos años, destacando entre estas a la
reducción del costo de las tarifas del flete entre el centro del país y la
provincia, la exención impositiva para la importación de maquinarias, el apoyo
crediticio para inversiones en el rubro industrial y la modernización de la
banca[51],
y por último la protección arancelaria específica para productos nacionales; en
el caso del azúcar esta medida comenzó a regir a partir de 1885 y permitió al
azúcar tucumana mantenerse competitiva contra azúcares extranjeros de muy bajo
costo[52].
El Ingenio
Lastenia
Un espacio
productivo específico en el cual pudimos identificar los aspectos abordados en
el apartado anterior es el ex-Ingenio Lastenia, una unidad de producción que
atravesó todas las etapas que caracterizaron a la agroindustria azucarera
durante el siglo XIX y que venimos estudiando desde la arqueología
histórica-industrial, desde el año 2013. Consideramos que su abordaje otorgará una
perspectiva específica acerca del impacto de la RT sobre la provincia de
Tucumán en general y sobre la industria azucarera en particular.
Trayectoria histórica, tecnologías
y propietarios
El Ingenio
Lastenia fue fundado por Juan de Dios y Baltazar Aguirre en el año 1834, aunque
por entonces era conocido como “Establecimiento de La Banda” -el Nombre de
Lastenia le sería dado recién en 1871-. Durante esta primera etapa, el
establecimiento funcionaba como un emprendimiento polirúbricos abocado
fundamentalmente a la producción de cítricos y al cultivo y procesamiento de
caña[53].
En el año 1849
el establecimiento de los Aguirre fue adquirida por Evaristo Etchecopar, quién
incorporó las primeras innovaciones tecnológicas -un trapiche de hierro movido
por una rueda hidráulica, ambas maquinarias de fabricación inglesa- hacia fines
de la década de 1850 y principios de 1860. Si bien por estos años se comenzaban
a incorporar algunas nuevas tecnologías, la mayor parte del proceso de
fabricación de azúcar y aguardiente seguía desarrollándose con métodos
pre-industriales como la “evaporación y cocción” de los jugos en fondos de cobre
abiertos; los traslados de caldos, meladuras y mieles se hacían de manera manual
mediante el uso de bateas, y el proceso de “purga y blanqueo” se llevaba a cabo
mediante la utilización de hormas cerámicas, entre otros casos. La producción
de azúcar a partir de este sistema tecnológico podía llegar a demorar hasta 3
meses, fundamentalmente por el tiempo que implicaba la última de las
operaciones mencionadas[54].
Poco tiempo después
del fallecimiento de Evaristo Etchecopar, la planta industrial, ya abocada de
manera exclusiva a la producción de azúcar y aguardiente, pasó a manos de su hermano
menor, Máximo, en 1871[55].
Bajo esta administración, la fábrica fue objeto de una serie de modificaciones
a gran escala que la hicieron portadora de tecnologías de punta y un sistema
tecnológico completamente moderno y automatizado. Dichas modificaciones,
realizadas en 1880, permitieron a la fábrica mantenerse entre los ingenios
productivos de la provincia en esta nueva etapa[56].
A estas reformas hace
referencia la “Memoria histórica y descriptiva de la Provincia de Tucumán” al
mencionar que el establecimiento del señor Máximo Etchecopar…
como fuerza de producción, se
halla más o menos a la altura del de Sr. D. Juan Crisóstomo Méndez, con la
transformación completa que le ha hecho sufrir su propietario, el año pasado,
Completando su maquinaria primitiva de construcción inglesa, con aparatos
salidos de los talleres de la Compagnie de Fives-Lille. Su trapiche actual que
sale de los mismos talleres, es el más poderoso de todos los que posee hasta
ahora la provincia[57].
Si bien Bousquet
no hace una descripción precisa del ingenio Lastenia, si la hace del ingenio de
Juan Crisóstomo Méndez, fabrica que estaba más o menos a la altura de
la que abordamos en el presente trabajo; por lo tanto, considerar las características
de este ingenio -el ingenio Concepción- nos otorgará una idea aproximada sobre
los componentes de la fábrica de Etchecopar hacia 1881 (Cuadro2).
Cuadro
2: Características
del Ingenio Concepción hacia 1881.
INGENIO
CONCEPCIÓN (1881) |
||
PROPIETARIO |
Juan Crisóstomo
Méndez |
|
PERSONAL |
120 (Fijos) – 420
(Transitorios) |
|
ENERGÍAS
UTILIZADAS |
Calor a base de
leña, Vapor, Hidráulica |
|
MAQUINARIAS |
6 Calderas |
310 caballos
vapor |
2 trapiches de
fierro |
1 de 1,60 m de largo y 0,82 m de diámetro
(Vapor) 1 de 1 m de largo
y 0,56 m de diámetro (Hidráulico) |
|
8 defecadoras |
Capacidad de 800 litros c/u |
|
4 clarificadoras |
1 con capacidad de 3000 litros 3 con capacidad de 1500 litros c/u |
|
10 filtros de
negro animal |
3 m de altura y 1,10 metros de diámetro c/u |
|
cuerpos de tachos
de evaporación al vacío. |
De triple efecto. Capacidad 225.000
Litros de caldo en 24 horas |
|
2 tachos de
cocción |
1 de 2,75 m de altura y 2,438 m de
diámetro. 1 de 2,75 m de
altura y 2,30 m de diámetro. |
|
8 turbinas
centrífugas |
Capacidad para
blanquear 27.564 kg de azúcar en 24 horas |
|
1 taller de negro
animal |
|
|
100 Vagoncitos
sobre rieles para transporte de azúcar |
|
|
2 Alambiques |
Producían de
1.605 litros diarios de aguardiente |
|
PRODUCCIÓN (Aguardiente) |
160.500 Litros. |
|
PRODUCCIÓN
(Azúcar) |
1.148.500 Kilogramos. |
Fuente:
Elaboración propia a partir de Bousquet,
1882, Ob Cit.
Las mejoras
realizadas por Etchecopar fueron el impulso inicial de una serie de
innovaciones que llevarían al ingenio a multiplicar su productividad alrededor
de un 700% en la siguientes dos décadas. Así, la producción del 1883 en
Lastenia fue de cerca de 1.050.000 kg de azúcar[58],
prácticamente la misma cantidad que producía toda la provincia en 1870, mientras
que el resultado de la cosecha de 1903 fue de 7.644.576 kg[59].
Máximo
Etchecopar estuvo al frente del Ingenio Lastenia hasta el año 1888. En febrero
de ese año vendió el establecimiento a Claudio Chavanne en 280.000 pesos
nacionales, “con todas sus máquinas, útiles, aparatos y
demás accesorio”[60].
En la documentación, lamentablemente, no figura el inventario correspondiente a
la transacción; sin embargo, sí presenta una descripción detallada de los 6
terrenos que constituían a la fábrica y sumaban una superficie mayor a 650
hectáreas. En octubre del mismo año, Claudio Chavanne realizó un acuerdo sobre
la venta de los productos del ingenio con la Sociedad Méndez Hermanos. y Cía.,
dirigida por Pedro G. Méndez. Mediante este acuerdo, la Sociedad Méndez
Hermanos y Cía. prestaba la suma de 100.000 pesos a Claudio Chavanne para la
cosecha del año 1889 y obtenía la consignación y exclusividad para la venta de
todos los productos elaborados en el ingenio Lastenia[61].
Ambos empresarios firmaran en 1891 otro acuerdo conformando la sociedad “Méndez
y Chavanne”, “para la explotación del ingenio Lastenia y otras fincas”[62];
el contrato establecía, además, los roles que cada socio desempeñaría dentro de
la nueva razón social, quedando Méndez como responsable de todas las
operaciones financieras y Chavanne a cargo de la administración industrial.
En lo que respecta a las características de
la unidad productiva por estos años, una referencia realizada hacia 1890 brinda
una detallada descripción de la planta en 1889[63],
aportando detalles acerca del sistema tecnológico vigente por esos años y de la
producción del ingenio, que en apenas seis años doblaba la capacidad productiva
de 1883 (Cuadro 3).
Cuadro 3: Características del
Ingenio Lastenia en 1889.
INGENIO LASTENIA
(1889) |
||
PROPIETARIO |
Claudio Chavanne |
|
PERSONAL |
583 |
|
ENERGÍAS
UTILIZADAS |
Calor a base de
leña, Vapor, Electricidad para alumbrado |
|
MAQUINARIAS |
6 quemadores |
Superficie de
calefacción de 818 m2 |
2 trapiches |
1 de 1,75 m de largo y 0,80 m de diámetro 1 de 1,50 m de
largo y 0,75 m de diámetro. |
|
8 defecadoras |
4 con capacidad de 2.000 litros c/u 4 con capacidad
de 1.800 litros c/u |
|
2 cuerpos de
tachos de evaporación al vacío. |
Ambos de triple
efecto. Capacidad 280.000
Litros de caldo en 24 horas cada cuerpo. |
|
3 tachos de
cocción |
2 de 2 m de altura y 2,30 m de diámetro. 1 de 2,40 m de
altura y 2,75 m de diámetro. Capacidad Aprox.
120.000 Litros |
|
10 turbinas
centrífugas |
Capacidad para
blanquear 23.000 kg de azúcar en 24 horas |
|
1 Alambique |
Producía de 2280
litros diarios de alcohol a 95° |
|
PRODUCCIÓN (Aguardiente) |
400.000 Litros. |
|
PRODUCCIÓN (Azúcar) |
2.418.802
Kilogramos. |
Fuente: Elaboración propia a partir de Rodríguez Marquina 1890, Ob. Cit.
Una
comparación entre los datos del Cuadro 3 y las características de la fábrica
hacia 1870[64]
permite dimensionar la diferencia en tipos de maquinarias y capacidad
productiva del sistema tecnológico previo y el posterior a la modernización de
la planta en 1880 (Cuadro 4).
Cuadro 4: Comparación entre sistemas tecnológicos utilizados en
Lastenia
en 1870 y 1889.
Fase del
proceso productivo |
Sistema
Antiguo (1870) |
Sistema
Moderno (1889)[65] |
||
Maquinaria |
Capacidad |
Maquinaria |
Capacidad |
|
Molienda |
1 Trapiche de
hierro por agua |
-------------- |
2 Trapiches
por vapor |
-------------- |
Clarificación,
evaporación y templa |
Fondos
individuales con pailas de cobre o hierro, abiertas. Templeras de cobre o hierro. |
Podían
procesar aprox. 10.000 litros de caldo por día[66] |
2 cuerpos de
tachos de evaporación al vacío. 3 tachos de
cocción |
Podían
procesar 280.000 litros de caldo en 24 hs. |
Blanqueo y
separación |
Hormas
cerámicas |
51 a 57 kg de
azúcar por horma cada 3 meses[67] |
10 turbinas
Centrífugas |
23.000 kg de
azúcar en 24 hs. |
Cantidad de
caña molida al año |
-------------- |
Aprox.
40.300.000 de kg |
||
Producción
anual de azúcar |
Aprox. 55.128
kg[68] |
2.418.282 kg |
Fuente: Elaboración
propia a partir de Granillo, 1872, Ob. Cit.: Bousquet,
1882, Ob. Cit. y Rodríguez Marquina 1890, Ob. Cit.
Durante la
década de 1890 la sociedad entre Méndez y Chavanne fue artífice de importantes
innovaciones. Las mismas incluyeron la experimentación e incorporación de
nuevas maquinarias y el consecuente aumento de la producción de la fábrica; el
arribo de dos líneas ferroviarias hacia el interior de la planta; y, como
consecuencia de las innovaciones, una importante ampliación en las
edificaciones y la construcción de otras infraestructuras adecuadas.
Con respecto a
las nuevas maquinarias, en 1891 complementó al sistema de molienda por
trapiches con difusores importados de Francia, fabricados por la casa Cail;
dado que los resultados no fueron satisfactorios, en poco tiempo se abandonó
este proceso y se continuó solo con el sistema de molienda por trapiches; para
1901 solo el Ingenio Concepción continuaba utilizando el sistema[69].
En cuanto a otras innovaciones, se incorporaron nuevas máquinas que garantizaron
una notable mejora (Cuadro 5). Así, el censo de 1895[70]
nos presenta un ingenio Lastenia con un sistema tecnológico de características
similares al expuesto por Rodríguez Marquina, pero con una capacidad productiva
–de azúcar y aguardiente– muy superior.
Cuadro
5: Características del ingenio Lastenia en
1895.
INGENIO LASTENIA
(1894 - 1895) |
||
PROPIETARIO |
Claudio Chavanne |
|
PERSONAL |
610 (Fijos) – 550
(Transitorios) |
|
ENERGÍAS
UTILIZADAS |
Calor a base de
leña, Vapor, Electricidad para alumbrado |
|
MAQUINARIAS |
13 calderas |
Superficie de
calefacción de 2.000 m2 |
4 trapiches |
----------------------------------------- |
|
1 Batería de 16
difusores |
Capacidad de
4.500 litros c/u |
|
12 Depuradores |
4 de 2.500 litros
c/u 4 de 2.000 litros
c/u 4 de 1.700 litros
c/u |
|
8 defecadoras |
Capacidad de 25.000 litros c/u |
|
2 cuerpos de
tachos de evaporación al vacío. |
1 de triple
efecto 1 de cuádruple
efecto Capacidad de
600.000 Litros de caldo en 24 horas |
|
3 tachos de
cocción |
Capacidad 420.000
Litros |
|
28 turbinas
centrífugas |
----------------------------------------- |
|
1 Alambique |
Producía de 3000
litros diarios de alcohol |
|
PRODUCCIÓN
(Aguardiente) |
700.000 Litros.
(1894) |
|
PRODUCCIÓN
(Azúcar) |
4.000.000 Kg.
(1894); 5.180.526 Kg. (al 30/09/1895). |
Fuente: Elaboración propia
a partir del Censo Nacional de 1895.
Además de las
innovaciones y el aumento en la producción, otro aspecto que consideramos debe
ser tenido en cuenta es el hecho de que la procedencia de la maquinaria por
estos años se habría diversificado. Mientras que durante la década de 1880 -al
menos hasta 1888- todo indica que las maquinas utilizadas eran de origen
francés, complementadas quizás con algún viejo elemento de fabricación inglesa,
en 1895 en Lastenia se combinaba instrumental francés, inglés, alemán y suizo[71];
un claro indicio de la apertura del mercado industrial tucumano al mundo, como
consumidor de maquinarias.
Hacia fines de
la década, en 1898, el ingenio fue adquirido por la sociedad anónima “Ingenios
Río Salí”, propietaria también del ingenio San Andrés[72].
Esta compañía, de la cual formaban parte Méndez y Chavanne -entre otros-,
construyó en 1900 la segunda refinería de azúcar de la provincia de Tucumán en
el ingenio Lastenia[73].
En 1901, esta sociedad se fusionó con la sociedad anónima “Compañía Azucarera
Tucumana” (C.A.T.)[74].
La C.A.T., fundada en 1895 por Ernesto Tornquist, Santiago Salvatierra y Pedro
G. Méndez, explotaba los ingenios La Florida, Nueva Baviera y La Trinidad,
incorporando a los ingenios Lastenia y San Andrés después de la mencionada
fusión. A partir de entonces, la compañía se erigió como la sociedad azucarera
más importante del país[75].
En función de
los objetivos del presente trabajo la última descripción de la planta que
consideraremos procede del “Informe sobre el estado de las Clases Obreras
Argentinas” realizado por Bialet Massé en 1904. Este trabajo nos otorga un
panorama del estado en que se encontraba el ingenio Lastenia a comienzos del
siglo XX:
Posee esta compañía (La C.A.T.)
un ingenio curioso, que en el país se designa con el nombre de «bochinche de
máquinas y edificios», y lo es realmente. Allí hay de todo: refinería, fábrica
de negro animal y alambique, laboratorio, jardín en ruinas, chalet muy bien
amueblado, pero de aspecto viejo, como vetusto es el aspecto de todos los
edificios e instalaciones.
Las máquinas y aparatos en sí
mismos en nada se diferencian de los de los demás ingenios, pero su colocación
es mala; los pisos no sólo presentan el aspecto negro y feo, sino que dejan
mucho que desear como conservación.
Hay deficiencias de precauciones
de seguridad y prevención; la batería de turbinas de la refinería es ahogada,
caliente. Los panes suben por un elevador a un piso alto, bajo de techo,
demasiado caliente y falto de ventilación. En la pieza donde entran los panes
al molino hay un ventilador mecánico, que no funcionaba el día de mi visita.
La fábrica de negro animal está
mal colocada y es contraria a toda regla higiénica. Metida entre las demás
instalaciones, en vez de formar cuerpo y a distancia[76].
Si bien Bialet
Massé en ningún momento hace mención de este ingenio con el nombre de Lastenia,
podemos saber que esta descripción se refiere al mismo dado que hacia 1904, la
C.A.T. no poseía otro ingenio que contase con refinería que no fuese el
Lastenia. En el mismo informe, Bialet Massé expone la producción de cada una de
las fábricas de la provincia para la cosecha de 1903; en este año Lastenia
molió un total de 102.224.340 kg de caña a partir de los cuales fabricó
7.644.576 kg de azúcar, la quinta producción más alta de entre las 27 fábricas
funcionando en la provincia por entonces[77].
Durante la
primera mitad del siglo XX el ingenio funcionó bajo la administración de la
Compañía Azucarera Tucumana. A fines de la década de 1950 el grupo Tornquist
decidió retirarse completamente de los negocios azucareros, lo que concretó en
1962 cuando la compañía fue vendida, por un tercio del valor real de los bienes
de la firma, a una sociedad formada por Emile Nadra, Simón Duschatzky y José
Ver Gelbard; cada uno
poseería después de la transacción el 33 por ciento de las acciones de la
C.A.T. [78]
A la hora de constituir el directorio de la Empresa, Nadra fue nombrado
vicepresidente, cargo que abandonó en diciembre del mismo año por desacuerdos
con la gente que rodeaba a Gelbard. Sin embargo, en 1965, tras la insistencia
de Gelbard, volvió a acercarse para hacerse cargo de la conducción efectiva de
la CAT, esta vez como su principal propietario ya que aceptó tomar la dirección
de la firma con la condición de acceder a la mayoría del paquete accionario.
Para 1966, Duschatzky y Gelbard ya no formaban parte de la CAT y las acciones
de la empresa se distribuían entre Emile Nadra (55%), Jacob Goransky (25 %) y
Aldo Manuel Rodríguez (20 %)[79].
El 28 de junio
de 1966 el Gobierno de Arturo Illia es derrocado por las fuerzas militares
iniciándose así el gobierno de facto encabezado por Juan Carlos Onganía. El 21
de agosto de este año, Jorge Salimei, Ministro de Economía de la dictadura,
anuncia mediante el decreto 16.926:
La intervención amplia y total de
los ingenios azucareros denominados Bella Vista, Esperanza, La Florida,
Lastenia, La Trinidad, Nueva Baviera y Santa Ana, todos ellos situados dentro
de los límites de la provincia de Tucumán[80].
Para
principios de septiembre, habían sido intervenidas las 7 unidades de producción.
Después de funcionar más de 130 años como planta procesadora de caña de azúcar,
el 22 de agosto de 1966 el Ingenio Lastenia cerró sus puertas.
Infraestructuras
Otros rasgos que
caracterizaron a la fábrica por estos años fueron las modificaciones arquitectónicas
y la construcción de una infraestructura adecuada que posibilitaran el
funcionamiento del nuevo sistema tecnológico y lo dotaran de mayor
eficiencia. Dos de los aspectos que
hemos logrado identificar en este sentido fueron la anexión de la fábrica a la
traza ferroviaria nacional y la ampliación generalizada de los edificios que la
componían.
En cuanto al
ferrocarril, si bien la llegada del tren a la provincia posibilitó la
importación masiva de maquinarias y una tecnologización generalizada de la
industria, hacer llegar esas maquinarias u otros materiales a las plantas, así
como sacar la producción de las mismas, en algunos casos aún representaba un
costo considerable[81].
Ante esta situación, comenzaron a construirse ramales ferroviarios que llegaran
directamente al interior de las fábricas. En Lastenia este evento tuvo lugar en
1893 e implicó construcción de infraestructuras adecuadas -vías, andenes y
edificios- para garantizar una complementación eficiente entre el sistema
técnico de producción de derivados de la caña de azúcar (Ingenio - Destilería)
y el sistema técnico de transporte (Ferrocarril). La primera de las dos líneas
férreas en conectar al ingenio con la red ferroviaria nacional fue el ramal
“Cevil Pozo – Lastenia” (Trocha ancha 1,676 m), en febrero de 1893; la segunda
fue el ramal “La Banda” del ferrocarril Central Norte (Trocha angosta 1,00 m)
en julio del mismo año[82].
En lo que se
refiere a las edificaciones, entre 1889 y 1895 el área cubierta de la fábrica
pasó de ocupar una superficie de 3.100 m2 a una de 10.000 m2.
Una ampliación de tal magnitud, coincidente con la incorporación de nuevas
calderas y trapiches, tachos de cocción y evaporación con mayor capacidad,
mayor cantidad de turbinas centrífugas y un aumento superior al 100% de la
producción (Ver Cuadros 3 y 5), sin duda vincula a los aspectos arquitectónicos
con las innovaciones tecnológicas. Aquí debemos mencionar también el cambio en
las técnicas constructivas y la aparición del hierro como material constructivo
por estos años, aspectos que hemos podido constatar mediante intervenciones
arqueológicas realizadas en la planta[83].
La correlación
cronológica entre la complementación del sistema ferroviario y la unidad de
producción en 1893, con las modificaciones sustanciales a las que hemos hecho
referencia, nos sugieren que el primero fue un factor fundamental para la
realización del segundo.
Pueblo azucarero
Durante los primeros años
posteriores a 1880, la gran mayoría de las personas que
arribaron a los ingenios habitaban en ranchos construidos con restos de caña de
azúcar (despunte y hojas) y en tolderías improvisadas en las inmediaciones de
la fábrica, ambos tipos de construcciones emplazadas sin un orden definido[84].
El número de recintos de este tipo en las inmediaciones de la fábrica habría
aumentado de manera significativa en la época de zafra, momento del año en que
cientos de trabajadores temporarios acudían a los ingenios. Si bien en este
sentido, no tenemos datos para Lastenia a principios de la década de 1880, el
ejemplo de referencia que hemos tomado (Tabal 2) nos indica que la cantidad de
trabajadores temporarios (420 personas) habría sido significativamente superior
a la de trabajadores fijos (120 personas).
Las características de
estos entornos comenzaron a cambiar, en la provincia, hacia 1886 cuando algunos
industriales comenzaron a construir viviendas diferenciadas para peones,
maquinistas y mayordomos[85].
Para nuestro caso de estudio, hacia 1892 ya existían viviendas de material
diferenciadas según la condición de quien las habitara, y estaba avanzado el
proceso de remplazo de ranchos dispuestos de manera aleatoria por viviendas de
material y techos a dos aguas en teja, la gran mayoría de ellas situadas de
manera lineal con sus frentes hacia la entrada de la fábrica[86].
En 1895 Lastenia contaba con un personal de 610 trabajadores permanentes, un
número importante de los cuales sin duda habitaban en viviendas del ingenio. Sin
embargo, la constitución definitiva del “pueblo azucarero” de Lastenia, se
llevó a cabo durante las primeras dos décadas del siglo XX, tiempo durante el
cual la C.A.T. construyó más de un centenar de viviendas. Estas casas
conformaron sectores diferenciados y habitaban en ellas quienes se ajustaban a
distintas categorías laborales, constituyendo el complejo sociocultural del
ingenio: personal jerárquico y de dirección, técnicos y empleados
administrativos, obreros calificados, peones u obreros permanentes y
transitorios.
Condiciones laborales
Para
abordar el mundo del trabajo en Lastenia durante los últimos años del siglo
XIX, comenzaremos por considerar la manera en que fue variando el número de
trabajadores desde la modernización de 1880 hasta 1903, año para el que
contamos con los aportes de Bialet Massé que nos ofrecen un panorama del final
del periodo que hemos contemplado a lo largo de este trabajo.
Tal
como hemos detallado en el apartado anterior, podemos suponer en base a los
datos del ingenio Concepción, una unidad de producción con características
similares a Lastenia que,
apenas modernizada, la fábrica habría contado con alrededor de medio millar de
operarios, la mayoría de ellos temporarios[87].
La
primera estimación certera –a la que hemos tenido acceso- acerca del número de
trabajadores de la planta corresponde al año 1889 y aporta un panorama general
acerca del tipo y número de agentes empleados por el ingenio y la clase de
trabajos desarrollados en la planta por entonces.
Compónese
el personal ocupado en el ingenio de dos empleados superiores, dos mecánicos,
dos maestros de azúcar, un calderero, un herrero, cinco carpinteros, quinientos
treinta peones, veinte mujeres y veinte niños[88].
Así,
el total del personal a fines de la década de 1880 sumaba 581. Este documento,
además de numerar a los trabajadores y trabajadoras, evidencia un escenario
complejo con una clara división del trabajo entre los asalariados y la
especialización de algunas ramas dentro de la planta, aspectos que sin duda se
veían representados en los salarios. La presencia de especialistas en diversas
ramas quedará expuesta
también en una breve
descripción presentada en la “Estadística Gráfica - Progreso de la República
Argentina en la Exposición de Chicago” de 1892, donde se menciona que la
fábrica contaba con alrededor de 500 peones, un ingeniero mecánico, un
ingeniero constructor, un químico, un laboratorio y un gran número de empleados
administrativos[89].
En
este sentido, los datos del censo de 1895 indican que el ingenio Lastenia
contaba, en época de zafra, con un personal total de 1160 personas, de las
cuales 610 eran permanente y 550 estacionales[90].
Menos de 10 años más tarde, esta cifra
aumentó de manera considerable; en 1903, la planta empleaba 1700 peones en
tiempo de cosechas, de los cuales 900 formarían parte del establecimiento
durante todo el año[91].
Con
respecto a las condiciones laborales imperantes, lo sucedido en Lastenia no se
habría diferenciado de lo que ya hemos referido anteriormente. Al menos así lo
sugieren los sucesos de agosto y septiembre de 1884, cuando peones de diversos
establecimientos se sublevaron en varios puntos de la provincia. En Lastenia,
el 31 de agosto, 24 peones del ingenio se levantaron contra capataces y
mayordomos, si bien la revuelta fue aplacada esa misma noche y terminó con todos
los peones detenidos[92],
consideramos que la relevancia del hecho radica fundamentalmenteen la
simultaneidad de varios eventos del mismo tipo. Ese mismo día Juan Recalt fue
asaltado por los peones de su establecimiento[93]
y 60 peones de Miguel Romano tomaron la comisaría de Lules liberando a 10
presos y forzando la intervención de la Guardia Nacional[94];
el día anterior el peón Manuel Reinoso había caído muerto por un disparo de su
patrón, Guillermo Shmitd, tras intentar atacarlo[95].
Los levantamientos continuaron repitiéndose durante el mes de septiembre en
diversas unidades de producción[96].
Por
el momento nuestras investigaciones no han logrado acceder a más datos acerca
de sucesos de este tipo en Lastenia hasta la gran huelga de 1904, cuando los
trabajadores de la industria azucarera de toda la provincia consiguieron los
primeros logros a partir de reclamos colectivos. Sin embargo, sabemos que hacia
el final del período que aquí abordamos, la dirección del establecimiento no
tenía “idea siquiera elemental de las cuestiones sociales”[97].
Hasta antes de la huelga, la jornada laboral de Lastenia era de doce horas en
la fábrica, con dos descansos de veinte minutos y media hora para el desayuno y
para comer. En el surco la jornada era de sol a sol, con un solo descanso de
una hora. Con respecto al salario, cada peón cobraba 33 mensuales y casa, las
mujeres, que solo eran entre seis y ocho, cobraban un sueldo de 18 pesos al mes;
el primero de estos salarios muy bajo, el segundo insuficiente siquiera para
comer. Para los obreros de talleres la situación era diferente, pues su jornal
era de 2 a 8 pesos diarios; no sucedía lo mismo con los aprendices que cobraban
solo 22 pesos mensuales[98].
Discusión
A lo largo de
este trabajo hemos abordado al ex-ingenio Lastenia como referente de la
modernización de la agroindustria azucarera tucumana posterior a la llegada del
ferrocarril a la provincia en 1876. En el marco de nuestra perspectiva teórica,
los cambios en los sistemas tecnológicos que caracterizaron a la fábrica, no se
reducen tan solo a un simple cambio en el proceso productivo; más bien, consideramos
que las maquinarias e infraestructuras asociadas a estos cambios son parte -y
evidencias- de una constelación dinámica constituida por tecnologías, personas
y cambios estructurales -a nivel económico, social, cultural, etc.-íntimamente
relacionados, que definen a una RT. Un proceso acompañado por una oleada de desarrollo
tecnológico que avanzó sobre Tucumán hacia fines del siglo XIX.
Siguiendo la
propuesta de Pérez[99]
consideramos que una RT puede ser entendida como un conjunto de tecnologías
poderoso y visible, que incorpora industrias nuevas y dinámicas, algo que en
Tucumán se hizo notable fundamentalmente a partir de dos industrias. La
primera, el sistema ferroviario; la segunda, el surgimiento de ingenios azucareros
completamente modernos.
Una RT, además,
debe ser capaz de sacudir los cimientos de la economía y de impulsar una oleada
de desarrollo a largo plazo. Estos puntos son observables en la necesidad de
una masa laboral capaz de desarrollar una gran diversidad de nuevos trabajos;
así como también en la fiebre de inversiones en torno a la agroindustria azucarera
-y el ferrocarril- que atrajo a Tucumán capitales extra regionales y
extranjeros, produciendo la expansión de la frontera agraria, cambios en el
valor de la tierra, la transformación de la matriz productiva y del paisaje
social. En cuanto al movimiento hacia una oleada de desarrollo a largo plazo, esta
condición es evidente en las innovaciones constantes que se produjeron dentro
del sistema tecnológico que caracteriza a la RT. El caso de Lastenia es
contundente en este sentido, si bien con posterioridad a 1880 el sistema
tecnológico mantuvo sus características esenciales, estuvo sujeto a una
reconfiguración constante que produjo aumentos en la capacidad productiva de la
planta, mayor demanda de mano de obra, cambios de propietarios, etc.
En relación al
impacto económico de la industria azucarera, debemos considerar, además de lo
mencionado, el rol que los ingenios y poblados conformados en sus inmediaciones
jugaron como espacio de consumo. Más allá de las incorporaciones masivas de
maquinarias importadas, movimiento que ubicó a Tucumán como un mercado de
consumo específico dentro de un esquema global con Europa como centro de
producción -Lastenia, por ejemplo, en 1895 poseía maquinarias inglesas,
francesas, alemanas y suizas-, se debe tener en cuenta que el movimiento de personas
estimulado por esta industria hacia fines del siglo XIX -miles de obreros que
anualmente migraban desde y hacia otras provincias- también significó el surgimiento
de un mercado de consumo en torno de la industria, un mercado que dinamizó las
economías regionales más allá de las fábricas, garantizando el movimiento de
productos como miles de
cabezas de ganado procedentes de Córdoba, Santiago o Salta que alimentaban a
los trabajadores; vinos de Mendoza, Catamarca o Salta; y artículos de toda
clase, procedentes del litoral, que adquirían las peonadas. En sintonía con
este planteo, Manuel Bernárdez diría en 1904.
Para algunas provincias la
industria azucarera es tan vital como para la misma Tucumán. Y a poco de
analizarse varias veríamos como, por las venas de toda la economía nacional.
Circula jugo de los cañaverales tucumanos[100].
Otros elementos
característicos del proceso revolucionario que aquí abordamos y que se ajustan
a la definición de Pérez fueron: A) las nuevas fuentes de energía, B) un nuevo
material crucial y C) nuevos productos y procesos de gran relevancia, con
infraestructuras específicas adecuadas a ellos:
·
A) Durante este
período se sustituyó completamente la energía hidráulica y la tracción a sangre
por el vapor. Además, apareció un nuevo tipo de energía, la energía eléctrica,
fundamental para iluminación y con ello para el funcionamiento de la planta
durante 24 hs.
·
B) El acero y el
hierro fueron sin duda el material crucial de esta época. Ferrocarriles, vías y
maquinarias de todo tipo, todos elementos construidos en este material que comenzaron
a generalizarse. Su utilización también fue fundamental en arquitectura
industrial, sustituyendo o complementando a los materiales utilizados en los
antiguos edificios (ladrillos, tejas y envigados de madera) y posibilitando la
construcción de edificaciones de un tamaño ampliamente superior, asentadas
sobre estructuras de acero, adaptadas a las nuevas maquinarias, y techos con
envigados de acero y cubiertas de chapa[101].
·
C) En
consonancia con los dos puntos anteriores, algunos de los productos
característicos del proceso fueron las nuevas maquinarias de última generación
para producir azúcar y alcoholes, los nuevos medios de transporte, los generadores
eléctricos y los nuevos procesos y tipos de trabajo inherentes a estos
productos -ingenieros, electricistas, etc.-. En cuanto a las infraestructuras, tanto
ferrocarril como agroindustria azucarera estuvieron caracterizadas por una
serie de instalaciones que garantizaron su funcionamiento -vías, andenes,
talleres, nuevos edificios o ampliaciones en los complejos fabriles, fábricas
directamente vinculadas al sistema ferroviario, etc.-.
La definición de
RT sobre la que basamos nuestras interpretaciones también otorga especial
relevancia a los sistemas de transporte y comunicaciones, por ser estos un punto
crucial para considerar a las oleadas de desarrollo y con ellas a la expansión de
este tipo de procesos. En este sentido, podemos sostener que el ferrocarril -al
que debemos sumar los nuevos servicios de correspondencia y los telégrafos- con
todas sus implicancias, fue de alguna forma la manera más clara y concreta a
través de la cual una nueva fase del capitalismo -a través de una RT- avanzó
sobre la provincia de Tucumán, impulsando cambios en los sistemas de
producción, distribución, comunicación y consumo. En relación a esto,
consideramos que la reducción drástica del costo del transporte y las comunicaciones
fue un factor determinante. La “Memoria histórica y descriptiva de la provincia
de Tucumán” de 1882 nos da una referencia muy precisa acerca de los efectos de
dicho proceso.
El
ferrocarril ha ejercido la más benéfica influencia sobre el comercio y la
industria del país, facilitando los transportes y haciéndolos más rápidos y
baratos. El flete a Córdoba, a principios de 1876 antes de la llegada del
ferrocarril valía 2 pesos bolivianos la arroba, mientras que actualmente la
arroba de mercaderías es transportada a Córdoba, según las tarifas vigentes,
como flete de 1ª clase a razón de 57 a 60 centavos bolivianos, as de 2ª clase a
razón de 40 a 45 centavos y en fin las de 3ª a razón de 14 a 15 centavos[102].
Los aspectos
abordados a lo largo de este trabajo, también dan cuenta de un nuevo paradigma,
un nuevo modo de hacer las cosas que, constituyéndose acorde a las nuevas
tecnologías, penetró la cultura de un período propiciando nuevas relaciones
sociales manifiestas en la aparición de nuevos entornos domésticos, nuevas
normativas y legislaciones, nuevas condiciones y relaciones laborales, nuevos
mecanismos de resistencia por parte de los trabajadores, migraciones masivas,
nuevos mercados, etc.
Toda RT es
inseparable de un nuevo paradigma cuya instalación, en principio, es siempre caótica[103].
Pensamos que de ahí los mecanismos de disciplinamiento y las tecnologías de
control aplicadas a partir de legislaciones, reglamentos internos de fábricas o
espacios físicos cuidadosamente diseñados, tendientes a imponer una relación de
docilidad-utilidad que posibilitara la concentración de las fuerzas de
producción necesarias en la fábrica o el surco, obteniendo de ellas la máxima
ventaja y neutralizando posibles inconvenientes. En este marco, numerosos
grupos de personas se
vieron forzados a embarcarse en un proceso de proletarización que los vinculó a
regímenes laborales, relaciones sociales y hábitats, completamente desconocidos
hasta entonces.
Frente a esta
última consideración, queremos destacar al disciplinamiento, aspecto al que
Pérez no hace referencia en sus trabajos, como un elemento que debe ser tratado.
Las técnicas y mecanismos disciplinarios también son tecnologías y como tales poseen una logística
definida para su implementación, y pueden importarse y aplicarse como parte de
un conjunto de medidas abocadas a satisfacer las necesidades de un sector
determinado[104].
El hecho de que diversos mecanismos de este tipo hayan surgido o se hayan
profundizado durante este período, resguardando al proceso de proletarización,
nos conduce a pensar que esta tecnología también formó parte del proceso que
hemos abordado. Al considerar este elemento, no debemos pasar por alto las
técnicas de resistencia -sublevaciones, sabotajes, fugas, huelgas, etc.- que
tuvieron lugar por entonces, aspectos que consideramos también como el
resultado de una RT que creó las condiciones para el surgimiento o
intensificación de este tipo de mecanismos.
En términos
generales, durante los años posteriores a 1876 un nuevo paradigma tecnológico,
caracterizado por nuevas tecnologías y nuevos procesos de producción, avanzó
sobre la provincia de Tucumán. Conforme a este, no solo se impusieron nuevas
maneras de llevar adelante los trabajos preexistentes, sino que además
surgieron nuevos tipos de trabajo y nuevas relaciones laborales; estos aspectos
en combinación con las nuevas tecnologías definieron nuevas relaciones
económicas que junto al surgimiento de nuevos espacios sociales e
institucionales (grandes complejos fabriles, pueblos azucareros, estaciones
ferroviarias, etc.), modificaron completamente la manera en que se daban hasta
entonces las relaciones sociales, generándose así modificaciones estructurales
a nivel socio-cultural.
Conclusiones
Sin duda el
abordaje completo de todos los aspectos que caracterizan un proceso como el
aquí analizado excede ampliamente los límites de un artículo. Sin embargo,
consideramos que a lo largo de estas páginas hemos logrado establecer un marco
de referencia adecuado para postular que los sucesos acaecidos en Tucumán
durante la etapa abordada se ajustan perfectamente a las consideraciones que
hace Carlota Pérez al definir a una RT y, con ella, a una nueva etapa en el
avance del sistema capitalista sobre la provincia, siendo el ingenio Lastenia
un claro ejemplo de dicho proceso. Asimismo, los aspectos analizados se
corresponden con rasgos de la segunda -maquina a vapor, ferrocarriles,
movimientos interdependientes de máquinas y medios de transporte- y la tercera RT-estructuras
gigantescas en acero, distribución de la energía eléctrica en la industria- del
modelo de Pérez[105].
Queremos destacar,
además, la relevancia que,
consideramos, posee el estudio sistemático de la tecnología y sus aristas para
la comprensión de los procesos sociales. En este sentido sostenemos, siguiendo
a León Olivé[106]
y a Miguel Ángel Quintanilla[107],
que las tecnologías poseen una doble dimensión (física y social). Por lo tanto,
su estudio no debe limitarse únicamente al análisis de las componentes
materiales de un sistema; para poder alcanzar una perspectiva general que
aporte a la comprensión de procesos históricos es necesario entender como parte
de estos sistemas a los agentes humanos que los componen, las relaciones entre
estos, y los vínculos entre estos y los componentes materiales del sistema
tecnológico.
Finalizaremos
esta conclusión haciendo referencia al rol del Estado en el desarrollo de la RT.
Si bien Pérez hace una constante alusión a “los innovadores” y a “la empresa”
como el motor de las RT, también menciona que no es solo el capital privado
quien facilita el desarrollo de las industrias revolucionarias, sobre todo en
los primeros años, pues en la mayoría de los países europeos y en Estados Unidos,
los saltos tecnológicos tuvieron un fuerte respaldo estatal, los cuales no
habrían sido posibles sin políticas proteccionistas, leyes que respaldaron a
los procesos, inmigración de personal calificado y educación técnica adecuada,
así como facilidades para adquirir tecnologías[108].
Si nos ajustamos a los elementos que hemos abordado, notamos que la mayoría de
estos aspectos tuvieron lugar en Tucumán y en Lastenia durante el lapso
temporal abordado. De esta manera sostenemos que la RT que hemos analizado fue
en gran medida el resultado de decisiones políticas y no solo económicas.
[1]
Hobsbawm, Eric (2014), Trilogía eras: La Era de
la Revolución 1789-1848, La Era del Capital 1848-1875, La Era del Imperio
1875-1914, Barcelona, Crítica.
[2] Hobsbawm, Eric, 2014, Ob. Cit.
[3] Campi, Daniel (2009), “Contrastes cotidianos los ingenios del
norte argentino como complejos socioculturales, 1870-1930”, Varia Historia, vol. 25, nº 41, pp. 245-267.
[4] Moyano,
Daniel (2011), “Empresa y familia en la agroindustria azucarera tucumana: el
caso de la firma “Avellaneda & Terán” (1907-1949)”, Históriae
conômica & história de empresas, vol. XIV, nº 1, p. 78.
[5] Si bien el ferrocarril arribo a la provincia en
1876, las primeras fábricas tucumanas con sistemas tecnológicos completamente
modernos, comenzarían a producir recién a partir de este año. Campi, Daniel
(2020), Trabajo, azúcar y coacción. Tucumán
en el horizonte latinoamericano, 1856-1896, Rosario, Prohistoria.
[6] El estudio de las
implicancias económicas y sociales de los procesos tecnológicos es un área
abordada desde hace años por diversas disciplinas. Para el presente artículo
nos apoyamos en las propuestas teóricas de Carlota Pérez desde la “Economía de
las tecnologías” y de Miguel Ángel Quintanilla desde la “Filosofía de la
Tecnología”. Pérez, Carlota (2002), Technological
Revolutions and Financial Capital. The Dynamics
of Bubbles and Golden Ages, UK, Edward Elgar. Quintanilla, Miguel Ángel (2005), Tecnología:
Un enfoque filosófico y otros ensayos de filosofía de la tecnología,
México, Fondo de Cultura Económica.
[7]
Pérez, Carlota, 2002, Ob. Cit., p. 8.
[8]
Pérez, Carlota, 2002, Ob. Cit.
[9] Pérez,
Carlota, 2002, Ob. Cit.
[10]
Pérez, Carlota, 2002, Ob. Cit.
[11]
Quintanilla, Miguel Ángel, 2005, Ob. Cit.
[12]
Quintanilla, Miguel Ángel, 2005, Ob. Cit. p.
199.
[13]
Quintanilla, Miguel Ángel, 2005, Ob. Cit.
[14]
Pérez, Carlota, 2002, Ob. Cit. p. 20.
[15]
Pérez, Carlota, 2002, Ob. Cit. p. 20.
[16] Barsky, Osvaldo y Gelman, Jorge (2012), Historia del
agro argentino: Desde la conquista hasta comienzos del Siglo XXI, Buenos
Aires, Sudamericana.
[17] Sánchez Román, José (2005), “La industria
azucarera en Argentina (1860-1914). El mercado interno en una economía
exportado”, Revista de Indias, vol. LXV, n° 233, pp.
147-172.
[18] Campi, Daniel, 2020, Ob. Cit.
[19] República
Argentina (1903), Statics of Railways in the Argentina
Republic, vol. XI, Year 1902. Talleres
Tipográficos de la Penitenciaría Nacional,
Buenos Aires.
[20] Mulhall,
Michael George y Mulhall, Edward (1876), Manual de las Repúblicas
del Plata, Buenos Aires, Redactores
del Standard.
[21] León, Araceli (2000), “La
Arquitectura de Hierro en Tucumán a fines del Siglo Pasado”, Revista de Ciencias
Exactas e Ingeniería de la Universidad Nacional de Tucumán, nº 17,
pp. 4-10.
[22]
Campi, Daniel, 2020, Ob. Cit.
[23] Schleh, Emilio (1945), Noticias históricas sobre el azúcar en la Argentina, Centro
Azucarero Argentino.
[24]
Campi, Daniel, 2020, Ob. Cit. Sánchez
Román, José, 2005, Ob. Cit.
[25] Schleh,
Emilio, 1945, Ob. Cit.
[26] Campi, Daniel (2000), “Modernización, auge y crisis.
El desarrollo azucarero tucumano entre 1876 y 1896”, en Viera, Alberto et al., História e Tecnología do
Açucar, Funchal (Região Autônomada Madeira), Centro de Estudios de
História do Atlântico.
[27] Sarmiento, Domingo Faustino (1886), “Desde Tucumán. Los
Ranchillos”, Obras de D. F. Sarmiento publicadas bajo el
auspicio del Gobierno Nacional, Año 1900, tomo XLII, Buenos Aires, Librería
La Facultad, pp. 355-362.
[28] Paterlini, Olga (1987), Pueblos Azucareros de Tucumán, Serie Tipologías Arquitectónicas: Poblados
Industriales, Instituto Argentino de Investigación e Historia de la
Arquitectura y el Urbanismo, Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Universidad
Nacional de Tucumán, Tucumán.
[29] Rodríguez
Marquina, Paulino (1900), Memoria descriptiva de
Tucumán. La industria azucarera. Su presente, pasado y porvenir,
Inédito, Archivo Histórico de la Provincia de Tucumán (AHT).
[30]
Campi, Daniel, 2020, Ob. Cit.
[31] Campi, Daniel (1993), “Captación forzada de mano de obra y
trabajo asalariado en Tucumán, 1856 – 1896”, Anuario del
IEHS, n° 8, pp. 47-71.
[32] Campi, Daniel, 1993, Ob. Cit. Campi, Daniel, 2020, Ob. Cit.
[33] Campi, Daniel, 2009, Ob. Cit.
[34] Guy, Dona, (2009) [1981], Política azucarera
Argentina. Tucumán y la Generación del ochenta, San Miguel de
Tucumán, Red de editoriales de Universidades Nacionales.
[35]
Durante el año 1885, en el diario El Orden publicó, en al menos tres ocasiones, la llegada de indígenas chaqueños a Tucumán
para ser empleados en los establecimientos azucareros de la provincia. La
primera de ellas, del día 10/07/1885 exponía “Dice un
diario de Buenos Aires que el día 4 del corriente mes han sido enviados para
Tucumán 113 indios chaqueños que con sus respectivas familias vienen a
emplearse en los ingenios de azúcar de esta Provincia. Es el mejor acomodo que
puede darse a esos desheredados”, el 27/10/1885 se anunciaba otro
arribo de indígenas a la provincia “Por el tren de esta mañana
llegaron procedentes de la costa del Bermejo y custodiados por un piquete de
seis soldados del 12 de caballería y del 5° de infantería 132 indios entre
hombres, mujeres y chicos los que componen 38 familias, que vienen destinados
al establecimiento azucarero de los señores Nougués Hnos. en San Pablo. Hace
tres meses recién que estos indios fueron sometidos. Hoy mismo fueron
conducidos a su destino”, tres días más tarde, el 30/10/1885, un
nuevo anuncio comunicaba “En el Rosario se
encuentran 300 indios más, venidos del Chaco y destinados a varios industriales
de esta provincia. Es probable que por el tren del Domingo o Martes los
tendremos aquí. Ya son 440 y si así continúan las remesas, la Provincia de
Tucumán se ha de transformar pronto en Chaco”. AHT, Diario El Orden, 10/07/1885, p. 1; 27/10/1885, p. 1; 30/10/1885, p.
1.
[36]
Sarmiento, Domingo Faustino, 1886, Ob. Cit.
[37] Campi, Daniel, 2009, Ob. Cit.
[38] Campi, Daniel, 1993, Ob. Cit.
[39] Guy, Dona, 2009, Ob. Cit.
[40] Campi,
Daniel, 2009, Ob. Cit.
[41] Bialet
Massé (1904), Juan, Informe sobre el estado de
la clase obrera, Buenos Aires, Imprenta
y casa editora de Adolfo Grau.
[42] Campi, Daniel, 1993, Ob. Cit.
[43] Guy, Dona, 2009, Ob. Cit.
[44] Campi,
Daniel, 2020, Ob. Cit. p. 211.
[45] Campi, Daniel, 2020, Ob. Cit.
[46] Campi, Daniel, 1993, Ob. Cit.
[47] Campi, Daniel, 2020, Ob. Cit.
[48] Campi, Daniel, 1993, Ob. Cit.
[49]
Daireux, Emile (1888), Vida y Costumbres en El
Plata. Tomo Segundo. Industrias y Productos, Buenos Aires, Editor
Félix Lajouane, p. 439.
[50] Campi, Daniel, 2009, Ob. Cit.
[51] Guy, Dona, 2009, Ob. Cit.
[52] Guy, Dona, 2009, Ob. Cit.
[53] Villar, Fernando (2016), Procesos de producción de
derivados de la caña de azúcar en el Sitio Ingenio Lastenia (Dpto. Cruz Alta,
Tucumán) entre 1835 y 1876. Una aproximación desde la Arqueología Industrial, Tesina de grado de la Carrera de
Arqueología, Inédito, Facultad de Ciencias Naturales e Instituto Miguel Lillo,
Universidad Nacional de Tucumán.
[54] Villar,
Fernando, 2016, Ob. Cit.
[55] Villar, Fernando, 2016, Ob. Cit.
[56] Bousquet, Alfredo (1882), “Cápitulo
XVII. Industrias”, em Paul Groussac, Memoria histórica y
descriptiva de la provincia de Tucumán, Buenos
Aires, Imprenta de Martin Biedma, pp. 512-566.
[57]
Bousquet, Alfredo, 1882, Ob. Cit., p.
535.
[58] Hat,
Roberto (1884), Almanaque-Guía de Tucumán para 1884,
Buenos Aires, Litografía, Imprenta y encuadernación
de Guillermo Kraft.
[59]
Bialet Massé, Juan, 1904, Ob. Cit.
[60] AHT,
PE, Serie D, vol. 36, 1888, Fs. 208v-216.
[61] AHT,
PE, Serie A, vol. 58, 1888, Fs. 2302V a 2306.
[62] AHT, Escritura n° 366, 1891.
[63] Rodríguez Marquina, Paulino, 1890, Ob. Cit.
[64]
Granillo, Arsenio (1872), Provincia de Tucumán,
Serie de artículos descriptivos y noticiosos, Imprenta de la Razón, San Miguel
de Tucumán.
[65] Rodríguez Marquina, Paulino, 1890, Ob. Cit.
[66] Bousquet,
Alfredo, 1882, Ob. Cit.
[67] Bousquet,
Alfredo, 1882, Ob. Cit.
[68] En
función de los datos aportados por Granillo, inferimos las características del
sistema técnico que funcionó en Lastenia hacia 1870. A su vez, la misma fuente
detalla las Cuadras2 de caña que explotaba la fábrica. En base a
este último dato logramos aproximarnos a la producción anual de azúcar de la
planta. Según Granillo el ingenio poseía 40 Cuadras2 de caña; si
consideramos -siguiendo al mismo autor- que el rendimiento productivo de una
Cuadra2 era, por entonces, de alrededor de 120 arrobas de azúcar, es
decir 1.378,2 kg, tras multiplicar esta cifra por las 40 cuadras cultivadas,
concluimos en que la producción aproximada de Lastenia hacia 1870 era de 55.128
kg. Cifra que coincide con la sugerida por Bousquet para la producción de los establecimientos durante la etapa previa
a la modernización tecnológica. Granillo, Arsenio, 1872, Ob. Cit.
Bousquet, Alfredo, 1882, Ob. Cit.
[69] Lavenir,
Pablo (1901), El cultivo de la caña y la elaboración del
Azúcar en las provincias de Tucumán, Salta y Jujuy, Buenos Aires, Imprenta de P. Gadola.
[70]
Archivo General de la Nación (en adelante AGN), Sala VII, Segundo Censo de la
República Argentina año 1895.
[71] AGN,
Sala VII, Segundo Censo de la República Argentina año 1895.
[72]
Revista Azucarera, 1998, n° 46, p. 119
[73] Moyano,
Daniel (2012), “Las formas del dulce. Producción, mercados y tipos de azucares
en la agroindustria tucumana (1870-1914)”, Revista de Historia
Americana y Argentina, vol. 47, nº 2, pp. 113-173.
[74] Moyano, Daniel, 2012, Ob. Cit.
[75] Moyano,
Daniel, 2012, Ob. Cit.
[76] Bialet Massé, Juan, 1904, Ob. Cit., p. 106.
[77] Bialet Massé, Juan, 1904, Ob. Cit
[78]
Pucci, Roberto (2014), Historia de la destrucción
de una provincia, Buenos Aires, Imago
Mundi.
[79] Pucci,
Roberto, 2014, Ob. Cit.
[80] “Ley Nº 16.926”. Boletín oficial Nº 21010
del 24 de agosto de 1966, [en línea] http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/45000-49999/46625/norma.htm
[Consulta: 14/4/2020].
[81] Sánchez
Román, José, 2005, Ob. Cit.
[82] República
Argentina, 1903, Ob. Cit.
[83] Villar, Fernando; Basso, Candela; Díaz, Javier; Finetti,
Florencia; Llorens, S.; Rodríguez, J.A., “Muros que hablan: Hacia una
interpretación arqueológica de las construcciones de un contexto fabril. Sitio
Ingenio Lastenia (Dpto. Cruz Alta, Tucumán)”, ponencia presentada en las XIII Jornadas de Comunicaciones - Facultad de Ciencias Naturales e
I.M.L., U.N.T. V Interinstitucionales. Facultad de Ciencias Naturales e I.M.L.,
U.N.T. - Fundación Miguel Lillo. Facultad de Ciencias Naturales e
Instituto Miguel Lillo, Universidad Nacional de Tucumán, 2017. También: Villar,
Fernando, 2016, Ob. Cit.
[84]
Sarmiento, Domingo Faustino., 1886, Ob. Cit.
[85] Sarmiento, Domingo Faustino, 1886, Ob. Cit.
[86] República Argentina
(1892), Estadística
Gráfica. Progreso de la República Argentina en la Exposición de Chicago, Buenos Aires, Empresa de la
Patria Ilustrada.
[87] Bousquet, Alfredo, 1882, Ob. Cit.
[88] Rodríguez Marquina, Paulino, 1890, Ob. Cit., p.
87.
[89] República
Argentina, 1892, Ob. Cit.
[90] AGN,
Sala VII, Segundo Censo de la República Argentina año 1895.
[91]
Bialet Massé, Juan, 1904, Ob. Cit.
[92] El
diario El Orden del 1 de septiembre de 1884
informó que el domingo 31 de agosto, a las 20:30 horas, 24 peones del Ingenio
Lastenia se sublevaron contra capataces y mayordomos de la fábrica. A llegar la
noticia a la ciudad, doce policías armados con fusiles Remington y capitaneados
por un oficial, se dirigieron al establecimiento acompañados por el Sr. Máximo
Etchecopar. Lograron establecer el orden y los 24 peones fueron detenidos. AHT,
Diario El Orden, 01/09/1984.
[93] AHT,
Diario El Orden, 2/09/1984.
[94] AHT,
Diario El Orden, 3/09/1984
[95] AHT,
Diario El Orden, 1/09/1984.
[96]
Campi, Daniel, 2020, Ob. Cit.
[97] Bialet Massé, Juan, 1904, Ob. Cit., tomo III, p. 110.
[98]
Bialet Massé, Juan, 1904, Ob. Cit.
[99]
Pérez, Carlota, 2002, Ob. Cit.
[100]
Bernárdez, Manuel (1904), La Nación en Marcha,
Buenos Aires, Talleres heliográficos de Ortega y Radaelli,
p. 11.
[101] León, Araceli, 2000, Ob. Cit.
[102] Bousquet,
Alfredo (1882), “Capitulo XVIII. Comercio”, en Paul Groussac, Memoria histórica y descriptiva de la provincia de Tucumán, Buenos Aires,
Imprenta de Martin Biedma, pp. 567-588.
[103]
Pérez, Carlota, 2002, Ob. Cit.
[104] Foucault, Michel (2012), Vigilar y Castigar.
Nacimiento de la Prisión, Buenos Aires, Siglo XXI.
[105]
Pérez, Carlota, 2002, Ob. Cit.
[106] Olivé, León (2007), La ciencia y la tecnología
en la sociedad del conocimiento. Ética, política y epistemología,
México, Fondo de Cultura Económica.
[107]
Quintanilla, Miguel Ángel, 2005, Ob. Cit.
[108]
Pérez, Carlota, 2002, Ob. Cit.