HISTORIAS PROVINCIALES, LOCALES Y REGIONALES.

REFLEXIONES ACERCA DE LA CONSTRUCCIÓN DE LOS ESPACIOS PARA LA INTERPRETACIÓN DE LOS PROCESOS

HISTÓRICOS EN SALTA Y EL NOA[1]

 

 

Marcelo Daniel Marchionni[2]

 

 

Introducción

 

La reflexión sobre la espacialidad de los procesos sociales recorre desde las últimas décadas las preocupaciones de los historiadores. Movilizados por el interés de dar inteligibilidad a los análisis históricos, ponen a prueba los presupuestos sobre la delimitación espacial más adecuada desde lo metodológico y lo conceptual, para dar cuenta de las investigaciones. Así, los marcos espaciales jurisdiccionales, tan caros a la interpretación histórica “tradicional”, comienzan a ser cuestionados como válidos para los estudios históricos, sobre todo para los económicos, desde los cuales se comenzó a plantear la incorporación de la categoría “región”, tomada a su vez de los geógrafos sociales.

 

Quizá una de las principales dificultades para quienes intentamos realizar una “historia regional” estriba en el hecho de que no siempre utilizamos el término “región” con sentidos idénticos, lo cual deriva en una confusión conceptual que en algunos casos oscurece el enfoque de la investigación. En este sentido, la idea de “historia regional” sirve para rotular trabajos que ofrecen una reflexión acerca de la delimitación espacial y una preocupación por un enfoque metodológico que ponga a prueba los alcances espaciales de los procesos históricos estudiados, en este caso, la región tomada como “hipótesis a demostrar”[3]. En otros casos las historias regionales se abocan a analizar una región en particular, o sea, se historiza un espacio dado cuyo análisis se constituye así en la “historia de una región”, incluyendo un recorte espacial que generalmente coincide con la región histórica construida a través del tiempo. En otro sentido, “lo regional” se confunde con “lo local” o con “lo provincial”, asumiendo en estos casos fuertes connotaciones identitarias que le dan sentido, y que se transforman en el bagaje teórico necesario para reivindicaciones de tipo políticas que muchas veces nada tienen que ver con la construcción del conocimiento histórico. En su dimensión estrictamente académica, estas historias regionales, confundidas en algunos casos con las historias de las provincias o las locales, cobran sentido en sus inicios como oposición a las historias nacionales, y se caracterizan por su afán de reivindicar los aportes de cada localidad o provincia a la historia nacional que, en nuestro caso, puede pensarse como sinónimo de la historia de Buenos Aires[4].

 

Es nuestro propósito poner en discusión los cambios en las perspectivas de abordaje que se pueden advertir en las historias provincial y regional escritas desde Salta, a lo largo del siglo XX. En un primer acercamiento, se tomarán en consideración algunos de los presupuestos presentes en las tradicionales historias provinciales, tomando como eje las producciones más relevantes de las historias de Salta de las primeras décadas del siglo XX, y las de la historia regional en relación con la “historia nacional”; luego, se analizarán las propuestas de investigación más recientes y su preocupación por lograr un enfoque regional renovado, inserto en una historia comparativa en pos de una reinterpretación de la “historia nacional”[5].

 

 

La historia nacional, las historias de las provincias y las historias de las regiones como constructoras de identidad

 

El proceso de construcción de los estados nacionales en América Latina a lo largo del siglo XIX reconoce una serie de fenómenos complejos entre los cuales la “invención de una tradición”, a partir de la oficialización de una historia nacional, ocupó un lugar central. Se intentaba desde el poder dotar a las nuevas “naciones” de un pasado fundante que le diera sentido a la construcción institucional asentada sobre un territorio determinado, en este caso, entendido como soporte “natural” de las supuestas naciones identitarias ya existentes desde los tiempos coloniales; los límites jurisdiccionales definidos a partir de la consolidación de los estados nacionales sirvieron de “molde” o “escenario” para definir los procesos históricos[6]. Es por ello que las unidades administrativas -estados nacionales, provincias, localidades- por mucho tiempo constituyeron los límites espaciales dados y no cuestionados de los procesos analizados.

 

El interés por historiar las vicisitudes de la construcción del estado, una preocupación de la elite dirigente de fines del siglo XIX tramada como la sucesión de “héroes” y “villanos” en la versión liberal, estuvo teñido por la concepción de la preexistencia de la nación como sustrato que orientó la definición política y territorial. Así, la nación argentina, asimilada territorialmente al espacio administrativo del Virreinato del Río de la Plata, al final del camino “perdió” a la Banda Oriental, al Paraguay y al Alto Perú. Según esta concepción, la preeminencia de Buenos Aires como cabeza del virreinato, por su particular posición económica y política, naturalmente justificaron que su historia se constituyera en “la historia” de todo el territorio[7].

 

Frente a esta historia nacional, aparecen en la historiografía las historias de las provincias, que tienen la pretensión de alzarse frente a lo “nacional” -porteño- y que constituyen una colección de crónicas que supieron dar cuenta de los sucesos locales, ensalzando a las elites que se disputaron el poder en las provincias. Muchas veces estas elites no acompañaron el programa organizador de la nación a partir de la segunda mitad del siglo XIX; pero en todos los casos, lo que interesaba a esta versión de la historia era contraponer héroes y legitimar situaciones locales, que abrevaran en el objetivo final -logrado, por cierto, según la visión optimista de principios del siglo XX- de contribuir a la organización y unificación de la nación, sobre las bases de este cuerpo identitario preexistente y como producto de los acuerdos políticos según los principios liberales entonces triunfantes, de los cuales la historia fue su legitimación.

 

En el caso de Salta esta tradición historiográfica encuentra en Bernardo Frías a su primer y principal exponente, a través de su obra más importante y monumental Historia del General Martín Güemes y de la provincia de Salta o sea de la Independencia Argentina, publicada a partir de 1902 en varios tomos (los últimos de la colección se editaron después de su muerte, acaecida en 1930)[8]. Miembro de una de las familias prominentes de Salta, el doctor Frías -abogado de profesión- se dio a la tarea de escribir, como él mismo lo expresa en las primeras líneas de la obra, “la historia de un hombre y la historia de un pueblo cuyo paso por la vida ha quedado marcado por huella de inextinguible luz[9]. Estas pocas palabras expresan el sentido de su historia, de su interés en rescatar la figura del héroe que durante gran parte del siglo XIX había quedado en el olvido, envuelto en los fragores de la lucha política que siguió a los años de su actuación como gobernador y jefe militar[10].

 

Para lo que nos interesa en este ensayo, esta historia centrada en la figura del héroe termina siendo la legitimación de una clase, heredera a su vez de las familias coloniales que habían construido su linaje desde los tiempos de la fundación y de las migraciones peninsulares del siglo XVIII, y de la propia provincia de Salta, dentro del contexto nacional. La edad de oro de la sociedad salteña, ubicada en las últimas décadas del  dominio colonial empalmaba así con las guerras de independencia, en las cuales estas familias -aunque no todas por cierto- apoyaron la causa resignificando así su importancia en el proceso histórico. En el contexto de la construcción de las historias nacionales, aparece entonces esta versión de la historia de Güemes reforzando, hacia adentro, la figura del héroe que se granjeó la devoción de sus paisanos, de sus gauchos, y que tras una larga “incomprensión” de sus contemporáneos de la elite, fue rescatado del olvido[11]; mientras que, hacia afuera, sirvió para legitimar a toda la provincia, instaurándola como baluarte de la “frontera norte” de la independencia. El título de la obra refleja claramente esta pretensión de haber participado en la etapa fundacional de la nación que Frías intenta probar para Salta: la historia del héroe se funde con la de la provincia y ambas con el proceso de independencia.

 

Se inicia, de esta manera, la construcción de la imagen heroica de la provincia que ha dado su sangre para el logro de la consolidación de la independencia, alcanzando así un doble objetivo. En primer lugar, se refuerza la versión de la historia nacional que colocó los límites naturales de la nación en la actual frontera norte, proyectando hacia el pasado las fronteras políticas resultantes del proceso de construcción del estado, concluido en las últimas décadas del siglo XIX. Esta frontera, entonces, fue defendida por Güemes y los gauchos que lo acompañaron, lográndose de esta manera el segundo objetivo que es el de colocar a la provincia de Salta en una situación prominente en la independencia, igualándola a Buenos Aires, menoscabándole de esta manera el protagonismo[12].

 

Como podemos observar, esta tradición historiográfica iniciada por Frías intenta reforzar la historia local/provincial, la historia de la “patria chica”, confundida con la historia del personaje y de una clase -la de la “gente decente”- que devienen líderes del movimiento de independencia. Es una historia basada fundamentalmente en la tradición oral, con una estrategia narrativa que le brinda al relato un detallado punteo de acontecimientos y anécdotas que confluyen en la construcción de una versión que se autoproclama como definitiva. El escenario de este relato es Salta, la ciudad y la provincia, donde transcurre la guerra y donde actúa Güemes. La afirmación de lo local, de la identidad de la “patria chica”, queda evidenciada en el lugar secundario y hasta devaluado -y por qué no despectivo- en que el autor coloca a Jujuy. Se refuerzan así imaginarios sociales que enfrentan a Salta y a Jujuy -presentes hasta nuestros días-, y que ciertamente hunden sus raíces en las complejas relaciones políticas que mantuvieron ambas ciudades hasta la separación definitiva de Jujuy en 1834, y que fueron alimentadas por los historiadores locales, tanto salteños como jujeños[13].

 

Herederos, continuadores y reforzadores de la tradición de la historia provincial representada por Frías, la mayoría de los historiadores salteños del siglo XX trazaron sus historias de Salta que, en general, reproducen con mayor o menor profundidad o alcance temporal las líneas contenidas en los trabajos de Frías[14]. Así, la idea de una identidad hispánica fuertemente acentuada, que coloca la edad de oro de Salta precisamente en los años de la colonia, recorre los trabajos de los principales historiadores -tradición retomada y reforzada en las últimas décadas del siglo XX, que sirvió para la revalorización de la identidad hispánica colonial como propia y característica de la ciudad, y que es actualmente el ícono de la actividad turística-. Estas versiones del pasado colonial salteño también se interesan fundamentalmente en salvaguardar los rasgos identitarios de la sociedad local, como una manera de contraponerlos al aluvión social y cultural que está caracterizando el proceso de transformación social de la pampa y el litoral argentinos, sociedad local que, huelga decirlo, sólo incluye a la “gente decente”, a los principales linajes y a sus herederos. En esta tradición hispánica se excluye a la población indígena, una suerte de “convidado de piedra” que no tiene presencia y que, en el marco de la visión de la sociedad que tienen estos autores, en nada contribuyeron a la identidad salteña, reservorio de los valores “trascendentes” de la identidad nacional, es decir, de los valores hispánicos y católicos[15].

 

El otro eje sobre el que giraron los principales trabajos historiográficos fue el estudio de la figura de Güemes con la intención de lograr su reconocimiento como “héroe nacional” y colocarlo a la altura de los demás héroes de la independencia -San Martín y Bolívar-[16]. Con ello se intentaba reforzar la identidad provincial dotando a Salta de un héroe reconocido a nivel nacional que encarna los valores de la sociedad local y que se refuerza con el afianzamiento de las tradiciones originadas en la presencia de los gauchos.

 

Esta tradición de historias provinciales, representada en Salta por estos exponentes y con estas principales líneas interpretativas, puede hacerse extensiva a otras provincias. En efecto, podemos visualizar de qué manera estas construcciones historiográficas fueron reproducidas en diferentes espacios provinciales legitimando a las elites locales y reivindicando lo local/provincial frente a lo nacional[17]. De esta suerte se fue afianzando paralelamente la reivindicación de “lo regional”, como superador en cierta medida de lo provincial y local, y como reducto de identidades que se podían contraponer a lo nacional, lo hegemónico y lo cosmopolita que provenía de Buenos Aires.

 

Así va cobrando fuerza la idea de la existencia de regiones históricamente construidas. Estas son las “regiones” sobre las cuales se diseñaron los planes de zonificación para el desarrollo económico instaurado por las autoridades nacionales en la década de 1960 al calor de las doctrinas desarrollistas que intentaban precisamente “equilibrar” a estos espacios diferenciados. Desde la planificación política, de esta manera, se sancionaba la existencia de un Noroeste Argentino (N.O.A) que connotaba similitudes geográficas e históricas entre las provincias que la conforman y cuyas economías presentan, por ende,  ciertas características estructurales derivadas precisamente de su geografía y su historia. 

 

De esta manera la idea de la existencia de una región del NOA, considerada en su dimensión histórica, comenzó a reforzar su presencia en los discursos políticos[18], en las planificaciones económicas y en los imaginarios sociales, alimentando el “regionalismo” frente al “porteñismo” o a las identidades regionales igualmente construidas y difundidas en el resto de otros espacios definidos históricamente. Cada región se legitima entonces por la presencia de una densidad histórica propia, siendo el caso del NOA particular en este sentido por la presencia de una tradición histórica más prolongada que se remonta hasta el Tawantisuyu incaico.

 

Quizá Armando Bazán es el historiador contemporáneo que desarrolló más acabadamente la idea de que existen las regiones históricas, dentro de las cuales lo local/provincial se funde para dar coherencia a procesos que sólo pueden ser entendidos en escalas espaciales mayores. La historia regional, entonces, se ubica entre las historias de las provincias y la historia nacional, estas dos últimas útiles pero no suficientes, ya que las historias de las provincias si bien habían surgido por la necesidad de rescatar “la contribución de los pueblos interiores a la gestación de la historia nacional[19] y se habían apoyado en una ingente tarea de rescate documental desde los olvidados archivos provinciales, desconocían los elementos comunes que las unían a sus vecinas y que trascienden largamente los límites provinciales. A su vez, la historia nacional escrita desde Buenos Aires, en su afán generalizador desconocía las particularidades no sólo de las provincias, sino también de las regiones.

 

La tesis central, entonces, es que resulta necesario “escribir la historia regional según el horizonte de las regiones históricas, lo cual “permitirá visualizar correctamente fenómenos, comportamientos y tendencias que desbordan el marco de las provincianías, y de esta manera, corroborar la “vigencia de una identidad histórica que perfila con caracteres singulares al Noroeste, verdadera matriz político-social de la Argentina[20].  Aquí, como se advierte, no sólo se realiza una opción por la definición de una escala espacial “intermedia” entre la nación y la provincia, sino que esta opción se funda en la presencia “desde la historia” de una identidad que reclama ser estudiada en ese marco. Observamos que si bien se formula como una opción metodológica superadora, en realidad constituye la prolongación de los presupuestos presentes en las viejas historias provinciales y nacional, aunque ahora en una nueva entidad espacial que reclama el mismo estatus de densidad histórica que los anteriores. La región -el NOA en este caso- se legitima entonces ideológicamente por ser la “matriz histórico-social” de la Argentina, fuente por lo tanto de la verdadera identidad nacional que se entronca con lo más antiguo de la ocupación indígena y española (aunque el autor prefiera anclar su interpretación en ese último componente), y que reclama en este sentido ser el exponente más auténtico de la nacionalidad, y superior en jerarquía a aquella identidad construida desde el poder central. Entonces, sólo hay una operación de “corrimiento” de la observación y de la ubicación del relato histórico desde la nación o las provincias a la región, o sea la región histórica.

 

Desde estas premisas, la Historia del Noroeste Argentino de Armando Bazán[21] constituye una obra monumental de redacción de una historia de la región histórica que intenta articular las historias provinciales[22], tomando como base los estudios tradicionales de los historiadores locales y fuentes de los archivos provinciales. La organización de los temas refleja la periodización canónica de la historia nacional, iniciando cada sección con la presentación de los principales acontecimientos “nacionales” -de Buenos Aires o de los gobiernos centrales- para pasar a describir las situaciones locales en cada una de las provincias, sus “respuestas” o bien las particularidades de los procesos frente a lo “nacional”. El eje de análisis es eminentemente político, con el objetivo ya enunciado anteriormente de dar cuenta de la contribución de las provincias del noroeste a la historia argentina, resaltándose el accionar de los personajes prominentes.

En síntesis, si bien constituye una obra de consulta ineludible por la gran cantidad de información y la utilización de fuentes que pueden dar pistas para orientar nuevos trabajos, constituye una continuidad con las tradicionales historias que no escapa al esquema dicotómico historia nacional/historias provinciales, estas últimas ampliadas en la categoría “región”, ni tampoco a la tensión Buenos Aires/Interior, en esta obra puesta en clave “regional”.

 

           

Las historias locales y regionales como novedad historiográfica y como contribución a la revisión de las historias nacionales

           

Frente a estas versiones de historias locales/provinciales -fuertemente ancladas en el horizonte del espacio vivido o de la jurisdicción política provincial  con la pretensión de afirmar lo identitario con bases en el proceso histórico propio, frente a la hegemonía de una historia nacional general que desconoce estas particularidades-, y de las historias regionales -orientadas a “historiar” un espacio regional ya predefinido por la presencia de cierta identidad generada desde la misma historia- en las últimas décadas vemos surgir una versión renovada de la historia local y de la historia regional como prácticas historiográficas[23].

 

Estos enfoques parten de problematizaciones previas generadas desde los estudios macro a escalas nacionales o continentales, que generan interrogantes sobre los procesos históricos, y que requieren de un ajuste adecuado de las escalas espaciales que den sentido a las investigaciones. Lo local en este caso, trasciende la versión tradicional de ser un estudio pormenorizado de los acontecimientos que permiten “llenar con hechos” a una localidad con el fin de legitimarla frente a otras versiones de la historia que la ignoran o la subvaloran. Pasa a ser a partir de los nuevos enfoques teóricos una opción metodológica que intenta poner a prueba las  generalizaciones e hipótesis elaboradas a niveles macro y reformular las historias generales a través del análisis pormenorizado del caso, espacialmente localizado en un horizonte reducido.

 

Por su parte, la historia regional como práctica historiográfica ha recorrido un largo camino. Entroncándose con los estudios encarados por la  geografía e instalada entre los historiadores, la “región” concebida como el espacio social e históricamente construido, con ciertas homogeneidades dentro de un todo más abarcativo que le da sentido, ha servido de marco, sobre todo, para los estudios de historia económica y social. Sin embargo, estos espacios, si bien pueden identificarse en la realidad como productos sociales e históricos, son recortados o redefinidos por el investigador en diferentes “regiones” en función del alcance espacial de los fenómenos observados, a partir de la multiplicidad de relaciones que los actores tejen en el espacio. De esta manera, el “molde” regional, construido a priori en la versión de las historias de las regiones históricas, es cuestionado y puesto a prueba desde estos enfoques renovados, que intentan ajustar de esta manera la escala de observación espacial de acuerdo a las hipótesis y líneas conductoras del trabajo de investigación[24].

 

En estos enfoques también está presente la relación macro/micro, local/nacional, regional/nacional, pero los términos de estas aparentes dicotomías adquieren nuevo sentido por cuanto el interés de los historiadores está lejos de la preocupación por la construcción de una identidad local/provincial/regional/nacional sólidas. El objetivo es alcanzar una mejor aproximación a los fenómenos históricos,  la revisión de las hipótesis y presupuestos que construyeron las historias nacionales, la puesta a prueba de las generalizaciones, y en definitiva, la redefinición de los espacios y escalas de análisis para poder contrastar comparativamente los procesos en pos de la reformulación de las historias generales.

 

En este sentido, a partir de la década de 1980, en Salta asistimos al igual que en el resto del país, al inicio de un período de  renovación que se relaciona con los nuevos aires que se impusieron con la restauración democrática. Como en los demás casos, la Universidad Nacional de Salta lentamente fue renovando la composición de su personal docente y se fueron incorporando nuevos enfoques en las cátedras de la carrera de Historia que, en lo general, coincidió con los cambios operados en otros centros académicos, esto es, la incorporación de temáticas en su mayor parte de índole económica y social. A partir de los años 90, la vuelta de una renovada historia política y la apertura de los estudios historiográficos hacia temáticas diversas ancladas en las cuestiones sociales y culturales, ampliaron aún más el horizonte temático y los estudios historiográficos presentes en las cátedras de Historia.

 

Los cambios producidos en el interior de las cátedras también se pueden observar en la formulación de nuevos planes de estudios, como por ejemplo la reforma realizada en el año 2000. En ese momento se produce la incorporación de asignaturas que introducen a la formación de los futuros profesionales la reflexión sobre el espacio y la espacialidad de los procesos históricos.  De esta manera, las preocupaciones por la vinculación entre historia y geografía por una parte, y la proliferación de estudios regionales por otra, se reflejan en el actual plan de estudios de Historia que incorporó las asignaturas “Espacio y Sociedad” -con contenidos provenientes de la geografía humana principalmente- e “Historia Regional” -preocupada por la reflexión teórica y metodológica sobre los estudios regionales-. En el último caso, constituyó para los estudiantes un espacio de trabajo en el que tomaron contacto con historiadores de la región y de otras regiones, preocupados por redefinir los marcos explicativos generales de la historia argentina desde enfoques conceptuales renovados. De esta manera, los estudiantes, a través de diversas temáticas, problematizan la labor de los historiadores tomando en cuenta de qué manera se definen las escalas espaciales de análisis.

 

Desde el punto de vista de la producción historiográfica en Salta, también a partir de fines de los años 80 se puede advertir la formación y consolidación de equipos de trabajo surgidos de las cátedras universitarias que intentan dar cuenta de esta renovación en los estudios locales y regionales, desde enfoques renovados y con la intención de superar las historias descriptivas y legitimadoras que caracterizan a la historiografía del siglo XX[25]. De todas maneras, una de las principales dificultades para estos equipos reside en la dispar repercusión que tienen los trabajos, reducidos generalmente a ser incorporados en revistas especializadas, o bien difundidos en eventos académicos de diversa índole, mientras los autores “consagrados” de la producción historiográfica logran una mayor difusión a través de la publicación de sus obras por editoriales importantes[26]. De más está decir que entre los docentes de EGB y Polimodal estos autores “consagrados” son los que gozan de mayor repercusión por su presencia editorial y por el peso que la tradición historiográfica le han otorgado, lugar del cual aún no han sido desplazados.

 

Párrafo aparte merece el incremento de las tesis de licenciatura en los últimos años en la carrera de Historia, referidos a temas de historia de Salta desde perspectivas renovadas. Así, encontramos trabajos sobre demografía, familias y patrimonio, poder político, matrimonios, capellanías y jesuitas para el período colonial; tesis sobre sectores populares y producción en el chaco salteño para el siglo XIX. Algunos de los resultados de estas tesis pueden ser rastreados en ponencias presentadas en jornadas y eventos académicos, o bien, se encuentran publicados de manera dispersa en revistas especializadas[27].

 

En la producción historiográfica actual los trabajos de Sara Mata ocupan un lugar destacado[28], inicialmente orientados hacia la historia económica colonial, en especial referida a temas de historia agraria, para concentrarse en los últimos años en estudios sobre los conflictos sociales en la campaña de Salta durante el proceso de independencia[29]. En este caso, nos centraremos en su obra más importante Tierra y poder en Salta. El noroeste argentino en vísperas de la independencia que reúne los resultados de largos años de labor de investigación y que, según aclara su autora, sirven de base fundamental para los estudios sobre el proceso de independencia que está realizando actualmente[30]. El propósito del libro es el de

 

abordar, a través de un estudio microanalítico –en tanto restringido a la economía y la sociedad agraria en la jurisdicción de Salta a fines del siglo XVIII- las complejas relaciones sociales, económicas y políticas en una región (la del actual noroeste argentino) definiendo sus propias particularidades dentro del contexto colonial hispanoamericano. 

 

Más adelante aclara que “la explicación de estas particularidades, luego de ser identificadas, deberían contribuir a replantear los problemas vigentes a nivel regional y permitir analizar los procesos históricos del siglo XIX desde una nueva perspectiva[31]. En esta formulación podemos visualizar de qué manera la autora incluye su trabajo “microanalítico” y restringido espacialmente dentro de una preocupación mayor que es confrontar las particularidades de este espacio respecto de la producción agraria en América colonial en general y del resto de la región en particular. Si bien reconoce que su delimitación regional parte de la región histórica (el NOA), a su vez no presupone que existan homogeneidades o procesos únicos en su interior.

 

Cuando delimita su espacio de análisis, restringido a la jurisdicción de Salta que incluye tres sectores diferenciados económica y socialmente -el valle Calchaquí, el valle de Lerma y la Frontera este- , además de las consideraciones de índole documental que “facilitan” la tarea de investigación,  aclara que estos espacios diferenciados

 

configuran [...] un universo de análisis apropiado en tanto espacio organizado económica y políticamente por y desde la ciudad de Salta que ofrece la posibilidad de estudiarlos desde una perspectiva comparada enriquecedora a partir de una contextualización vinculante con el espacio surandino en la coyuntura histórica del ascenso del litoral atlántico[32].

 

Este es un espacio “justificado” por la posibilidad de análisis de las fuentes “locales”, a la vez que por su valor explicativo. En efecto, el análisis contrastivo de la complejidad social y económica de los valles y la frontera, permiten descubrir particularidades respecto de otras ciudades de la “región” -en este caso asimilada a la gobernación de Salta del Tucumán-  y también dentro de un espacio mayor -el surandino- en un momento de cambios en los “equilibrios regionales”, producto de la atlantización y la emergencia de Buenos Aires como centro comercial y político.

 

Esta delimitación espacial le permite a Mata profundizar en las diferencias y similitudes que presenta la jurisdicción respecto de otras, ampliando sensiblemente el análisis social que no sólo se restringe a la elite, sino que incorpora al universo de pequeños propietarios, arrenderos, agregados y trabajadores rurales incluidos en los diferentes sistemas de organización de la mano de obra. El pormenorizado análisis del movimiento de transferencias y conformación de las propiedades rurales, y el panorama que pinta de la elite propietaria y de qué manera alcanza y se afianza en el poder de la ciudad, permiten a pequeña escala -en Salta- poder adentrarnos en la comprensión de la conformación y características de las sociedades coloniales americanas, de bases netamente agrarias en las cuales, como reza el título del libro, la tierra eminentemente constituye una fuente indiscutida de poder.

 

Integrando el equipo de investigación dirigido por Sara Mata, encontramos a un grupo de investigadores, del cual formo parte,  que se encuentra abocado a analizar otros aspectos de la Salta finicolonial y de las primeras décadas posteriores a la revolución, con la intención de profundizar los conocimientos del ámbito local, pero preocupados también por establecer vinculaciones entre estos procesos y los operados en otras ciudades y espacios regionales a fin de poder reformular o complejizar las hipótesis centrales de los análisis históricos generales[33].

 

En mi caso, inicié mis investigaciones sobre la estructura urbana de la ciudad en el contexto de las transformaciones económicas y sociales operadas en las últimas décadas del siglo XVIII. A partir de allí mi interés se centró en el estudio del Cabildo en tanto “regulador” de esta estructura urbana, para luego abocarme al análisis de los grupos de poder dentro del Cabildo en la colonia, en el contexto revolucionario y en las primeras décadas del siglo XIX durante el proceso de conformación de la provincia soberana[34]. El proceso político de la primera mitad del siglo XIX es trabajado por Eulalia Figueroa Solá, centrado en las cuestiones referidas a las definiciones territoriales en relación a la conformación de Bolivia, y a las vinculaciones políticas entre Salta y Buenos Aires[35]. Por su parte Gabriela Caretta se aboca al estudio del clero secular en Salta desde la colonia hasta mediados del siglo XIX, tras haber iniciado sus indagaciones con el análisis de la presencia de capellanías en la ciudad[36]. Isabel Zacca se especializó en el estudio de la población y los cambios sociales tras haberse incorporado al equipo trabajando sobre los matrimonios a fines de la colonia[37]. Desde las fuentes testamentarias, Liliana Mendoza abordó el análisis de la sociedad colonial[38]. Más recientemente se incorporaron al equipo Telma Chaile quien investiga sobre los cultos marianos y la religiosidad[39]; Bárbara Aramendi sobre los burócratas borbónicos[40], y Mariela Coronel y Mercedes Quiñonez sobre la trayectoria de algunas familias de elite[41]. Asimismo en este equipo de investigación se incorporaron en distintos momentos a los proyectos, investigadoras de otras ciudades que aportan perspectivas de análisis que permiten un estudio comparado. Es el caso de Cristina López especializada en análisis de historia agraria en Tucumán[42] y Florencia Guzmán con estudios sobre la población afromestiza en La Rioja[43]. Actualmente se encuentra integrando el equipo Beatriz Bragoni de Mendoza[44], abocada al análisis del período de la guerra de la independencia en Cuyo, aportando sus conclusiones a una mayor complejización del fenómeno de la guerra, trabajado para Salta y Jujuy por Sara Mata.

 

Para cerrar este análisis, debemos hacer referencia al PIHSER -Proyecto Inter Universitario de Historia Social Regional- organizado desde las Universidades Nacionales de Rosario, Litoral, Tucumán, Córdoba y Salta, e integrado por equipos y grupos de investigación de estas unidades académicas. Fue creado hacia fines de la década de 1990 con el propósito de intercambiar experiencias y los resultados de investigaciones centradas en los procesos regionales desde el siglo XVI a mediados del XIX, los cuales se materializan en  reuniones anuales de trabajo y discusión[45].  Los equipos de estas universidades ponen en discusión los avances de sus investigaciones generando un espacio de trabajo en el cual se resignifican los postulados de la historia general, se revaloriza el estudio de caso en el sentido de que puede echar luz para una mejor comprensión de procesos generales a través de una historia comparativa.

 

 

Palabras finales

 

Sin duda, estos exponentes de una historia regional renovada nos permiten afirmar que se está produciendo un cambio importante en la construcción del saber historiográfico. Nuestros condicionamientos actuales nos llevan a replantear los presupuestos sobre la utilidad de categorías como provincia, localidad, región o nación para nuestras investigaciones. Frente a las “historias nacionales” que pretendían dar cuenta del proceso de formación del estado y la homogeneización de las sociedades identificadas con un pasado común, y a la más renovada historia social y económica elaborada con los modelos conceptuales vigentes a partir de las décadas del 60 y 70, los estudios regionales intentan contribuir a una visión más complejizada que admite precisamente estos “matices” en los diferentes espacios. De esta preocupación dan cuenta los trabajos recientes que hemos citado y comentado.

 

Ciertamente la organización de jornadas de trabajo sobre historia regional como esta en la que se presenta este ensayo, y la proliferación de mesas sobre temáticas regionales en las jornadas de historia realizadas en otros ámbitos , muestran a las claras que es una preocupación común de estos años “desarmar” y “rearmar” la historia nacional y los modelos explicativos generales, como así también las propias historias regionales y provinciales, a fin de poder hacer más significativos los procesos históricos analizados.

           

 

 

 

 

 

 

 

 

Historias provinciales, locales y regionales.

Reflexiones acerca de la construcciónde los espacios para

la interpretación de los procesos históricos en Salta y el NOA

 

 

Resumen

 

            El propósito del ensayo es poner en discusión los cambios en las perspectivas de abordaje que se pueden advertir en las historias provincial y regional escritas desde Salta, a lo largo del siglo XX. En un primer acercamiento, se tomarán en consideración algunos de los presupuestos presentes en las tradicionales historias provinciales, tomando como eje las producciones más relevantes de las historias de Salta de las primeras décadas del siglo XX, y las de la historia regional en relación con la “historia nacional”; luego, se analizarán las propuestas de investigación más recientes y su preocupación por lograr un enfoque regional renovado, inserto en una historia comparativa en pos de una reinterpretación de la “historia nacional”.

 

Palabras claves: Historia local, historia regional, historia nacional, escalas de análisis.

 

Marcelo Daniel Marchionni

 

 

Provincial, local and regional histories.

Reflections on the construction of spatial dimensions

for the interpretation of the historical processes in Salta and Northwest Argentina

 

Abstract

 

            The purpose of this paper is to discuss changes in the different perspectives and approaches that may be noted in the provincial and regional histories written in Salta, throughout the twentieth century. Firstly, certain assumptions present in the traditional provincial histories will be considered, taking the most relevant productions of Salta`s histories from the first decades of the twentieth century and those of the regional history in relation with the “national history”. Then, the most recent investigations will be analyzed, its concernment for a regional renewed approach, inserted in a comparative history for the reinterpretation of the “national history”.

 

 

Key words: Local history, regional history, national history, scales of analysis.

 

Marcelo Daniel Marchionni

 

 

 



[1] Este trabajo fue presentado en las Primeras Jornadas Internacionales de Historiografía Regional, Resistencia - Chaco (Argentina), en la mesa temática “Historia de la historiografía regional: contextos, condicionantes, argumentos y recepción”, entre el 09 y 10 de noviembre de 2006. La revisión del presente texto fue realizada por miembros de la Secretaría de Redacción de la Revista Andes con posterioridad al fallecimiento del autor. Se respetó la estructura original de la ponencia, solo se realizaron correcciones de tipo gramatical y se agregaron precisiones bibliográficas.

[2]Profesor Adjunto de Historia Regional y Jefe de Trabajos Prácticos de Historia Argentina I de la carrera de Historia en la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Salta; Profesor Adjunto de Introducción a la Historia de las Sociedades en la Sede Tartagal (UNSa) e Investigador del Instituto CEPIHA “Dr. Guillermo Madrazo”, de la misma universidad. Falleció el 18 de febrero de 2014.

[3] Es numerosa la bibliografía reciente que incluye reflexiones de este tipo. Podemos citar el ya clásico trabajo de Young, Eric Van, “Haciendo historia regional: consideraciones metodológicas y teóricas”, en Anuario IEHS, nro. 2, Universidad Nacional del Centro, Tandil, 1987.

[4] Cfr. los trabajos incluidos en: Fernández, Sandra y Gabriela Dalla Corte (comps), Lugares para la Historia. Espacio, Historia Regional e Historia Local en los Estudios Contemporáneos, UNR Editora, Rosario, 2001. Los mismos aportan, desde lo teórico y los estudios de caso, líneas de reflexión en torno a estas cuestiones. De más reciente edición, pero siguiendo esta misma línea general, tenemos los trabajos incluidos en Mata de López, Sara y Nidia Areces (comps.), Historia Regional. Estudios de casos y reflexiones teóricas, CEPIHA-EDUNSa, Salta, 2006.

[5] Ante la vastedad de trabajos que se pueden incluir en este análisis, sólo se citarán aquellos que consideramos más representativos, y que podrían orientar la lectura de quienes estén interesados por estas temáticas.

[6] Los estudios más recientes modifican sustancialmente la interpretación tradicional acerca del origen de los estados y las naciones. Hoy existe consenso acerca de que la construcción del estado precedió al proceso de construcción de las naciones identitarias. Cfr. entre otros Chiaramonte, José Carlos, Ciudades, provincias, Estados: Orígenes de la nación Argentina (1800-1846), Ariel Historia, Buenos Aires, 1997.

[7] La amplia y profusa bibliografía, que construyó esta versión de la historia nacional, puede considerarse representada en la monumental obra publicada por la Academia Nacional de la Historia entre las décadas de 1930 y 1940. Levene, Ricardo (dir.), Historia de la Nación Argentina, Academia Nacional de la Historia, Ed. Ateneo, Buenos Aires.

[8] La colección completa fue reeditada a partir de 1971, en ocasión de conmemorarse el sesquicentenario de la muerte de Güemes. Frías, Bernardo: Historia del General Martín Güemes y de la provincia de Salta o sea de la Independencia Argentina, seis volúmenes, Ed. De Palma, Buenos Aires, 1971.

[9] Frías, Bernardo, 1971, tomo I, ob. cit., p. 1.

[10] Durante la gestión de Güemes (1815-21) cristalizó una fuerte oposición que dividió a la elite salteña en dos grupos irreconciliables, y que generó durante décadas el “olvido” de la figura del militar en la historia por su “nefasta” gestión de gobierno.

[11] Esta operación de “rescate” y resignificación de la figura de Güemes fue iniciada desde las letras, en especial por Juana Manuela Gorriti en sus relatos y memorias. Desde allí, la tarea fue continuada por los historiadores y otros escritores, que lograron hasta nuestros días consolidar la figura heroica, en buena medida envuelta en el mito, y que forma un fuerte componente de construcción identitaria para la provincia, que no casualmente ha adoptado como bandera provincial el diseño del poncho que usaron los gauchos de Güemes según la “tradición”. Palermo, Zulma, “Disciplinas sociales y estudios culturales: una propuesta interdisciplinaria”, en Andes, nro. 10, CEPIHA, Salta, 1999, pp. 171-186; Caro Figueroa, Gregorio, “Orígenes de la construcción del culto a Martín Güemes”, en Actas del Primer Congreso Argentino General Martín Miguel de Güemes héroe nacional, Salta, 2005, pp. 211-216.

[12] Dice Frías: “Buenos Aires y Salta, la una en el sur, la otra en el norte, son las dos poderosísimas columnas en que se apoya y sostiene la causa de la revolución; ellas, casi solas, libran el tremendo combate por la libertad y las instituciones; la una, como capital, iniciando el movimiento, prodigando con generosidad su sangre y sus tesoros y tomando la dirección y gobierno en los primeros años; la otra, consagrando a la causa cuanto tuvo: su suelo, sus hombres, su fortuna, su talento, sus virtudes, su bienestar, su comercio y porvenir”. Frías, Bernardo, 1971, tomo I, ob. cit., p. 3.

[13] En una operación historiográfica similar, los principales historiadores jujeños interesados en la construcción de la identidad provincial, colocan a Salta en el papel de “tirana” frente a sus aspiraciones autonómicas, centrando sus ataques precisamente en la figura de Güemes, a quien Frías y los salteños reivindican. Entre otros, Bidondo, Emilio, Historia de Jujuy, Plus Ultra, 1980.

[14] Al momento de citar a los principales exponentes, la lista indudablemente está encabezada por Atilio Cornejo, quien recorrió variados temas de investigación, siendo los más importantes sus estudios sobre la propiedad inmobiliaria en Salta y sobre Güemes. Discípulo de Frías y miembro durante muchos años de la Academia Nacional de la Historia, es considerado junto con éste, el principal referente de la historiografía local. Entre sus trabajos: Cornejo, Atilio, Historia de Güemes, Artes gráficas, Salta, 1971 (1ª Edición, 1945). Por su parte, Luis Oscar Colmenares constituye un referente insoslayable en los estudios sobre Güemes. Estuvo abocado desde la dirección del Instituto Güemesiano a resaltar su figura y su actuación en las guerras de independencia, rescatándolo del peyorativo mote de “caudillo” en el que lo habían colocado Mitre y Vicente Fidel López. Ver: Colmenares, Luis, Martín Güemes. El héroe mártir, Ediciones Ciudad Argentina, Buenos Aires, 1999.  Como tercer referente de esta tradición historiográfica salteña podemos nombrar a Luisa Miller, especializada en estudios sobre el período colonial. Cf. Miller, Luisa, Salta Hispánica. Estudio socio-económico (Desde el siglo XVI hasta la primera década del siglo XIX), Ediciones Ciudad Argentina, Buenos Aires, 1997.

[15] Luisa Miller cierra su libro concluyendo que precisamente "es innegable que la colonización española trajo a América los bienes culturales acrisolados en Europa durante siglos, valores universales que constituyen el sustrato común de todos los pueblos americanos que hablan el mismo idioma castellano y creen en Dios". Miller, Luisa, 1997, ob. cit., p. 364.

[16] De hecho, recientemente se logró en el Senado de la Nación la sanción de una ley que reconoce a Güemes como “héroe nacional”, iniciativa que resultó de la ingente tarea que desde hace décadas desarrolla el Instituto Güemesiano de Salta a través de actividades culturales, y la publicación de estudios sobre Güemes, y que cristalizó en 2005 en la realización del Primer Congreso Argentino General Martín Miguel de Güemes héroe nacional.

[17] Sin duda la inclusión de las historias de las provincias en los últimos dos tomos de la colección de la Historia de la Nación Argentina de la Academia Nacional de la Historia confirman una situación ambigua porque si bien se integran con la pretensión de hacer presente a las historias de las provincias en la versión “oficial” de la historia de la nación, su presencia es acotada y mínima en extensión respecto de los temas abordados e incluidos en la obra, resultando una suerte de “apéndice” anecdótico con las crónicas locales, redactadas por los historiadores provinciales consagrados y reconocidos en las primeras décadas del siglo XX.

[18] Hay antecedentes de intentos de conformación de un bloque regional en las reuniones de gobernadores del NOA realizadas desde la década de 1920.

[19] Bazán, Armando Raúl, Historia del Noroeste Argentino, Plus Ultra, Buenos Aires, 1986, pp. 9-10.

[20] Esta idea expresadamente por Bazán, no es sin embargo totalmente original, ya que como él mismo lo aclara, es tributaria de las ideas expresadas anteriormente por Juan B. Terán y por Bernardo Canal Feijoo. Bazán, Armando Raúl, 1986, ob. cit., pp. 11 y ss.

[21] Obra escrita en dos tomos, el primero que abarca desde la colonia hasta la organización nacional, publicado en 1986. Bazán, Armando Raúl, 1986, ob. cit. Y el segundo: Bazán, Armando Raúl, El noroeste y la Argentina contemporánea (1853-1992), Plus Ultra, Buenos Aires, 1992.

[22] Las de Jujuy, Salta, Catamarca, Santiago del Estero y Tucumán (la antigua gobernación intendencia de Salta del Tucumán), a las que Bazán agrega La Rioja, por considerar que históricamente forma parte de esta “matriz” histórica.

[23] Entre otros: Dalla Corte, Gabriela y Sandra Fernández, “Límites difusos en la historia y el Espacio Local”, en Fernández, Sandra y Gabriela Dalla Corte (comps.), 2001, ob. cit.; Fernández,  Sandra, “La historia sugerente. Los desafíos en la construcción de la historia regional y local”, en: Mata de López, Sara y Areces, Nidia (coords.), 2006, pp. 13-22.

[24] Van Young, Eric, 1997, ob. cit.

[25] Podemos mencionar los trabajos de los equipos de cátedra de Historia Argentina de la U.N.Sa. encabezados por Lilia Pérez de Arévalo, Esther María Torino, Azucena Michel y Rubén Correa, como así también de otras cátedras, como María Fernanda Justiniano, María Elina Tejerina y Myriam Rosca Corbacho, publicados en su mayor parte en publicaciones de la Universidad Nacional de Salta, como ser los Cuadernos de Humanidades y la Revista de la Escuela de Historia, y en los Cuadernos de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Jujuy. Por su parte, tenemos a investigadores como Mario Boleda y María Cecilia Mercado, dedicados a cuestiones de demografía nucleadas en el GREDES que publica periódicamente su serie Cuadernos del GREDES.

También cabe mencionar la importante contribución a los estudios regionales que realiza la UNIHR (Unidad de Investigación en Historia Regional), dependiente de la Universidad Nacional de Jujuy, integrada entre otros por Viviana Conti, María Silvia Fleitas, Marcelo Lagos, Ana Teruel, Emma Raspi, Adriana Kindgaard.

[26] Los autores como Frías, Cornejo, Colmenares y Miller no sólo publicaron sus obras en editoriales locales, sino que también lo hicieron en otras de Buenos Aires, que cuentan con amplios sistemas de distribución.

[27] Para citar aquellas cuyas temáticas pueden ser de interés para planteos de historia regional, tenemos las Tesis de Licenciatura de Jaime, Miriam: “Colonos, tierra y producción en el Chaco Occidental Salteño: el caso de Colonia Rivadavia, 1825-1930” (1998); Mercado, María Cecilia: “La demografía histórica en el Noroeste Argentino. Siglo XVIII (1993); Ontivero, Daniel: “Familias, patrimonio y economía colonial. Salta, 1700-1760” (2001); Raspi, Emma: “Sectores populares urbanos en Salta y su jurisdicción 1810-1862” (2000). Estas tesis pueden ser consultadas en la Biblioteca de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Salta.

[28] Su producción historiográfica y su activa participación en eventos académicos le valieron su nombramiento como académica correspondiente en Salta de la Academia Nacional de la Historia, signo visible de ciertos aires de renovación en la institución, ya que aun no siendo salteña de nacimiento ni formada en instituciones salteñas, sucede en ese sitio a los historiadores más importantes como Atilio Cornejo.

[29] Tal como sucedió con otros importantes colonialistas -como es el caso de Carlos Mayo, Jorge Gelman, Juan Carlos Garavaglia y Raúl Fradkin- Sara Mata se encuentra investigando sobre temáticas referidas a las primeras décadas del siglo XIX, período resignificado precisamente con los aportes de la historiografía sobre el período colonial. Algunos de sus trabajos sobre cuestiones relacionadas con el proceso revolucionario: Mata, Sara, “La guerra de independencia en Salta y la emergencia de nuevas relaciones de poder”, en Andes, nro. 13, CEPIHA, Salta, 2002, pp. 113- 143; “Conflicto social, militarización y poder en Salta durante el gobierno de Martín Miguel de Güemes”, en: Herrero, Fabián (comp.), Revolución. Política e ideas en el Río de la Plata durante la década de 1810, Ediciones Cooperativas, Buenos Aires, 2004, pp. 125-147.

[30] Mata de López, Sara Emilia, Tierra y poder en Salta. El noroeste argentino en vísperas de la independencia, CEPIHA, Universidad Nacional de Salta, Salta, 2005 (2ª edición).

[31] Mata de López, Sara, 2005, p. 18.

[32]Mata de López, Sara, 2005, pp. 18-19.

[33] Equipo de investigación con proyecto adscripto al CEPIHA, Centro Promocional de Investigaciones en Historia y Antropología “Dr. Guillermo Madrazo”, de la Facultad de Humanidades de la U.N.Sa. Se pueden encontrar algunas de las principales conclusiones sobre estas temáticas en Mata de López, Sara (comp.) Persistencias y cambios: Salta y el Noroeste Argentino. 1770-1840, Prohistoria & Manuel Suárez Editor, Rosario, 1999.

[34] Marchionni, Marcelo: “El poder político en Salta a fines del período colonial”, Tesis de Licenciatura, Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Salta, inédita, 1997; “Una elite consolidada. El Cabildo de Salta en tiempos de cambios”, en Mata de López, Sara (comp.), 1999, ob. cit., pp. 117-217; “Acceso y permanencia de las elites en el poder político local. El Cabildo de Salta a fines del período colonial”, en: Cuadernos, nro. 13, Facultad de Humanidades y Sociales, Universidad Nacional de Jujuy, 2000, pp. 283-306;  “La redefinición de los espacios políticos en el proceso revolucionario. Salta en las primeras décadas del siglo XIX”, en Mata de López, Sara  y Nidia Areces (comps.), 2006, pp. 121-130; en coautoría con Gabriela Caretta: “Estructura urbana de Salta a fines del período colonial”, en Andes, nro. 7, CEPIHA, Salta, 1996,pp. 113-136 y “Entre la ciudadanía y la feligresía. Una cuestión de poder en Salta a principios del siglo XIX”, en Andes, nro. 11, CEPIHA, Salta, 2000, pp. 115-134.

[35] Entre los numerosos trabajos de Figueroa Solá, citamos solo “Los límites del poder: territorialidad y soberanía”, en Mata de López, Sara (comp.), 1999, ob. cit., pp.219-239.

[36] Caretta, Gabriela: “Las capellanías colativas en Salta a fines del período colonial como fuente de acumulación y crédito eclesiástico”, Tesis de Licenciatura, Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Salta,inédita, 1997; “Con el poder de las palabras y de los hechos: el clero colonial de Salta entre 1770-1820”, en Mata de López, Sara (comp.), 1999, ob. cit., pp. 81-117; en coautoría con Ayrolo, Ayrolo, “Oficiar y gobernar. Apunte sobre la participación política del clero secular de Salta y Córdoba en la pos-revolución”, en Andes, nro. 14, CEPIHA, Salta, 2003, pp. 105-131.

[37] Zacca, Isabel: “El matrimonio legítimo en Salta a fines del período colonial”, Tesis de Licenciatura, Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Salta, inédita, 1997; “Matrimonio y mestizaje ente los indios, negros, mestizos y afromestuzos en la ciudad de Salta (1766-1800)”, en Andes, nro. 8, CEPIHA, Salta, 1997, pp. 243-269; “...este ha de ser mi marido...’ Entre la obligación y la libre voluntad”, en Mata de López, Sara (comp.), 1999, pp. 41-62.

[38] Mendoza, Liliana, “Una cuestión de familia”: dividir o conservar el patrimonio”, en Mata de López, Sara (comp.), 1999, pp. 63-79.

[39] Chaile, Telma, “Las devociones marianas en la sociedad colonial salteña. Siglo XVIII”, en Andes, nro. 15, CEPIHA, Salta, 2004, pp. 87-116; “Imagen, milagro y tradición religiosa en Salta. Siglo XVIII”, ponencia presentada en el VIII Encuentro de Historia Regional Comparada. Siglos XVI a mediados del XIX, Rosario, 2006.

[40] Aramendi, Bárbara, “Gabriel de Güemes Montero: un burócrata ilustrado muy bien acogido en el Tucumán colonial (segunda mitad del siglo XVIII)”, ponencia presentada en el VIII Encuentro de Historia Regional Comparada. Siglos XVI a mediados del XIX, Rosario, 2006.

[41] Coronel, Mariela: “La construcción de la familia: los Figueroa”; Quiñonez, Mercedes: “Familia y revolución. Configuración y reconfiguración de alianzas de las familias Patrón y Costas a principios del siglo XIX”, ambas ponencias presentadas en el VIII Encuentro de Historia Regional Comparada. Siglos XVI a mediados del XIX, Rosario, 2006.

[42] López, Cristina, Los dueños de la tierra. Economía, sociedad y poder en Tucumán (1770-1820), IHPA, Facultad de Filosofía y Letras, UNT, Tucumán, 2003.

[43] Guzmán, Florencia, “De colores y matices. Los claroscuros del mestizaje”, en Mata de López, Sara (comp.), 1999, ob. cit. pp. 15-39 y “Africanos en la Argentina. Una reflexión desprevenida”, en Andes, nro. 17, CEPIHA, Salta, 2006, pp. 197-238.

[44] Entre otros, Bragoni, Beatriz, Los hijos de la revolución. Familia, negocios y poder en Mendoza en el siglo XIX, Taurus, Buenos Aires, 1999.

[45] La última publicación de los avances de investigación resultantes de una reunión del PIHSER es la anteriormente citada de Mata de López, Sara y Nidia Areces (comps.), 2006, ob. cit.

Nota de los editores: Con posterioridad a la fecha de escritura de este ensayo se publicaron: López, Cristina y Sara Mata (comps.), Historia regional en perspectiva comparada, PIHSER, CEPIHA-Universidad Nacional de Salta- Universidad Nacional de Tucumán, 2011.