Historia de una casa con historias: memorias de
Emilio Alejandro Villafañez* y Ezequiel Fonseca**
Introducción
En ocasiones, al intentar
reconstruir la historia de un lugar, son las personas las que asumen el protagonismo
como sujetos principales. Sin embargo, no son frecuentes los estudios sobre las
edificaciones, ya sea tal vez porque no se las considere con vida o porque no
puede verse como una cosa que tiene entidad propia y que forma parte de los
circuitos de la vida de las personas[1], como el
escenario en donde se desarrolla fundamentalmente la vida cotidiana, considerado
como un “lugar” que debe ser y conocer.
Puesto que partimos de la concepción
de lugar como lo plantea Escobar, el hecho es que el
lugar “como la experiencia de una localidad específica con
algún grado de enraizamiento, linderos y conexión con la vida diaria, aunque su
identidad sea construida y nunca fija, continúa siendo importante en la vida de
la mayoría de las personas, quizás para todas”[2].
Donde existe un sentimiento de pertenencia que es más importante de lo que
queremos admitir, lo cual hace que uno considere la idea de “regresar al lugar”.
Pretendemos recorrer la
historia de una casa, propiedad del señor Wilfrido Figueroa, ubicada en la
actual Villa de
Ante lo cual, procuramos acercarnos
a esta problemática a través de las técnicas de la arqueológica histórica, por
un lado, para la información vinculada a la cultura material, y a su vez,
aplicando paralelamente dos metodologías,
como la genealogía y la historia oral, que nos permitirá el acceso a otro tipo
de información, obteniendo anécdotas y mitos; para indagar la importancia de
esta casona que por años funcionó como cabecera de estancia y como residencia
de unas de las familias más influyentes de la zona. Creemos que los límites
disciplinares tradicionales son inexistentes, particularmente aquellos que
dividen la arqueología de la historia o de la antropología. Es por esto, que
nos hemos propuesto realizar un acercamiento a la reconstrucción de la vida en
torno a esta casa. En relación a ello, optamos por basarnos en un exhaustivo
análisis bibliográfico, muchos de los cuales ya fueron publicados y otros relevados en
los archivos provinciales; esto nos ha permitido realizar una historia de
Contexto
Histórico. Las mercedes de tierra en Paclín
Lo que en la actualidad se conoce como el Departamento Paclín, en épocas
de la colonia estuvo formado por dos mercedes de tierra (Paquilingasta y
Balcosna), y una encomienda de indios, en Amadores[3].
En relación con la temática de este trabajo, nos limitaremos al estudio
de la merced de Paquilingasta. Ésta es la primera de la que se tienen registros
escritos para Catamarca[4], y
perteneció a Diego de Vera desde el año 1589. Tras su muerte, su viuda, Juana
de Villegas, se casó con Diego Graneros de Alarcón, quien se hace acreedor de
Paquilingasta en 1609[5].
Por problemas económicos, los herederos de Graneros de Alarcón venden en
su momento lo que se llamaba Finca de San Lorenzo de Paquilingasta y la compra
el ex Gobernador del Tucumán don Lucas de Figueroa y Mendoza alrededor de 1660.
Luego de su muerte, se hace cargo de toda la finca su hijo Luís, quien a su vez
deja la propiedad bajo responsabilidad de su primogénito, quien llevaba el
mismo nombre de su padre. Este último tiene como hija a Catalina de Figueroa y
Mendoza que se casa con Carlos de Villagrán, los que tuvieron como hijos a
Jerónimo, Juana Rosa y María Manuela, estas dos últimas las Beatas Villagrán,
fundadoras del “Colegio de las Niñas Educandas”[6].
A fines del siglo XVIII muchas propiedades van a parar a
Recorrer la historia de
El Departamento Paclín fue creado en el año
al Norte, con propiedad de don Cirilo Herrera,
denominado El Totoral y terrenos de la finca de Paclín pertenecientes al
Colegio de Huérfanos, al Naciente el filo de la cumbre, al Sud, hasta dar con
los terrenos, de
Cabe mencionar que dichas tierras eran propiedad de los Padres
Mercedarios y el Gobierno provincial hace el traspaso de ellas a través de una
expropiación y de su saneamiento de conformidad a derecho, aunque la excepción
de esta venta es el terreno que por ley Nº 277 de
luego el señor Manuel V. Salas (…) vende al señor
Wilfrido Figueroa, por intermedio del martillero Público don Máximo Reyes, por
la cantidad de veinte mil trescientos veinte pesos moneda nacional, el inmueble
denominado “finca de
Se sabe que fue don Manuel Augusto Figueroa, casado con Romualda Ignacia
de Herrera, unos de los primeros pobladores en asentarse en
La casa en donde transcurren nuestros relatos perteneció a Wilfrido
Figueroa. Éste se casó con Domitila Tapia y sus hijos fueron Manuel A., Casto
Augusto, Humberto José y Wilfrido Segundo, mayores de edad al momento de testar
su padre, y Blanca, Domitila Carmen y Julio Argentino, menores de edad[10].
Imagen
N° 1: Fragmento de la genealogía de la Familia Figueroa
Wilfrido Figueroa muere el 8 de agosto de
Este dato aporta algunas evidencias interesantes para conocer cuándo se
construyó la casa en cuestión. Algunos relatos orales hacían mención al hecho
de que el inmueble estaba en pie antes de que el ingeniero Werning realizara la
mensura y plano de
Se menciona que en el año 1860 había dos casas de
construcción antigua y eran de la familia Figueroa, dueña de
Sin embargo, al inspeccionar el plano de Werning observamos que las
casas en cuestión están a varios cientos de metros alejadas del lugar donde se
encuentra la propiedad de Wilfrido Figueroa. Es probable que haya existido un
error al interpretar el texto, y que las edificaciones marcadas en el plano
fueran del padre y del abuelo de Wilfrido.
Imagen N° 2: Plano del Ing.
Carlos Werning, donde se pueden apreciar las pocas casas construidas en la
época a orillas del Camino Real, y el lugar vacío en la esquina sur-este del
espacio dejado para la plaza, donde en la actualidad se encuentra construida la
casa de don Wilfrido Figueroa (AHC, Exp. 8966, 1918).
Lo expuesto nos expresa claramente que esta casa no fue construida hasta
pasado el año 1878 (fecha en que Werning presenta el plano), y posiblemente su
construcción empezó después de 1884, cuando Wilfrido compra la finca, pues su
ubicación para la época era de las más privilegiadas, ya que se encontraba con
disponibilidad de agua, al frente de la plaza y a orillas del Camino Real.
Descripción
Densa de la Casa, como cultura material
A pesar del paso del tiempo y del deterioro sufrido por la casa[13], esta
sigue siendo un testigo arquitectónico, tanto por su morfología como por el
simbolismo que conlleva su presencia en la localidad de La Merced.
Su ubicación, frente a la plaza principal, y sus dimensiones reflejan la
importancia y distinción de sus habitantes en los albores de la localidad.
La casona denota características diferenciadas de acuerdo con los distintos
momentos de construcción. Única en su tipo, corresponde a un conjunto de
espacios construidos en forma discontinua, de acuerdo con la sucesión de usos y
con las distintas necesidades que surgen de las nuevas tecnologías y costumbres
que fueron apareciendo.
Imagen N° 3: Vista del segundo piso de la casa
Esta vivienda presenta tres accesos bien diferenciados: uno por la
esquina, con una resolución muy sencilla, acompañando la uniformidad de los
perfiles en ambas calles. Los restantes
se encuentran por las calles laterales.
La edificación se mantiene relativamente uniforme en el perfil Oeste,
aunque se pueden ver dos momentos de construcción en la discordancia que
presenta el sector Sur de este ala, visible desde afuera. Mientras tanto, en el
perfil Norte se jerarquiza el ingreso con la doble planta y el característico
balcón en el frente y contrafrente.
Algo que destaca a esta casa sin duda es la segunda planta, que
constituye un “hito urbano” referente en la localidad. El segundo piso es lo que
la identifica, jerarquiza e individualiza dentro de
Un sector muy importante en la casona es el patio, ya que con sus
galerías internas y el muro que lo cierra por el sector Sur con un portal de
doble hoja, le dan cohesión a la construcción, pero sobre todo privacidad y
diferenciación del exterior. A su vez, el jardín interior está delimitado por
una serie de pilares construidos con ladrillos comunes y rematados con una
moldura piramidal.
El patio está circundado por galerías de clásicas tejas españolas en su
parte Norte y Oeste. Éstas sobresalen por sus particulares columnas, que tienen
una gran riqueza formal. Están compuestas con un basamento cúbico, y el cuerpo
facetado hexagonalmente que remata en un volumen cuadrado con molduras. Éstas
sostienen grandes vigas de quebracho que soportan una cornisa de mampostería,
la que, en el sector Oeste, presenta los desagües pluviales de tubos cerámicos.
Imagen
N° 4: Plano de la casa, junto con los números de las
habitaciones que servirán de guía a lo largo de todo el relato del texto
En el sector Este se encuentra la escalera que posibilita el acceso al
segundo piso. Ésta no es la concebida originalmente, ya que se habría
modificado para albergar un baño que, según el tipo de revestimiento y cercanía
con la casa es mucho más nuevo que el
que está ubicado en el sector Sur, que posee cerámicas y azulejos ingleses,
pero que está totalmente desmantelado.
En el lado posterior del ala Este se ubica el fogón original, del que se
ha derrumbado el muro Oeste y su techo está totalmente colapsado. Aquí se puede
observar cómo esta construcción es posterior a la mayor parte de la casa, ya
que no se encuentran trabas en la mampostería, indicador que denotaría una
construcción simultánea. Otra posibilidad es que, en realidad haya sido la
habitación Este la que fue construida posteriormente. Esta hipótesis se debe al
doble muro que presenta en un segmento y la falta de trabas ya mencionadas con
la habitación que funcionaba como cocina.
Otro sello muy particular de la vivienda es la gran habitación ubicada
en el ala Este. Este espacio es emblemático y único, usado como lugar de
producción de la época. Aún hoy se pueden encontrar maquinarias y herramientas
de trabajo, como una vieja enfardadora, y un tipo de piletón de mampostería o
recinto de acopio de granos. Estos son vestigios de la actividad productiva que
se desarrollaba en torno a este mega-espacio. Esta habitación es la única que tiene piso entablonado de listones
de madera. Debajo se encuentra el sótano.
El sótano presenta una particularidad muy interesante; tiene una
abertura doble con relación directa al exterior, que desemboca fuera de los
parámetros cerrados de la vivienda, y lo comunica con el sector productivo
rural. Sin embargo, presenta otro acceso que proviene directamente del interior
de la vivienda, específicamente desde una de sus galerías.
Sus muros, totalmente construidos en mampostería de ladrillos y techo de
tirantería de madera con bovedillas, presentan gargantas de iluminación y
ventilación. Su ubicación dentro del conjunto de la vivienda es clave por su
relación con la casa y la producción rural.
La construcción se ha desarrollado en diferentes etapas, como ya lo
hemos mencionado, lo que se observa en los desprendimientos de revoques,
evidencia de la diferenciación sectorial en el método constructivo: muros de
adobe y también en calicanto, este último, el lugar donde se eleva la planta
alta sobre la fachada Norte.
Un
acercamiento a través de la historia Oral
Hay que reconocer que el documento
escrito siempre ha sido considerado de mayor valor y cargado de legitimidad en
el campo de la historiografía. Y la aceptación e incorporación de la oralidad
se ha dificultado un poco en su desarrollo, no obstante se consideró al
documento oral y al rescate de la oralidad como una técnica o método valido
para la historiografía. Ya que la historia oral “pretende
recolectar un material virgen que podrá ser utilizado posteriormente, de hecho
proporciona una documentación distinta para el conocimiento histórico”[14].
En efecto, el recurso al testimonio y a
la historia de los sujetos protagonistas de la historia, nos parece de suma
importancia y un acto de justicia histórica rescatar este hecho, por cuanto da
cuenta de la originalidad de entrar al tema, puesto que la
historia oral devuelve a los individuos su papel en la historia y recupera la
subjetividad que la historia tradicional negaba por ser incompatible con la
construcción del conocimiento científico y por pertenecer al ámbito de la
literatura.
A medida que los historiadores orales avanzaban en la
aplicación de esta metodología y tomaban más en cuenta los planteamientos de la
nueva teoría de la historia, la necesidad de replantear una definición de la
entrevista de historia oral devino un compromiso central para sus practicantes.
Así, la historia oral ha cuestionado la objetividad defendida por la historia
científica o positivista y ha puesto en tela de juicio la tarea de la historia
como forma de explicación de la realidad a partir de leyes, para sugerir en
cambio una historia interesada en las interpretaciones, entendidas como
conocimiento con consenso de verdad, elaboradas por sujetos, actores y objetos
de la historia[15].
Evidentemente la producción de un relato
histórico implica reflexionar sobre los problemas del método, donde entra en
juego la afirmación de sujeto y el discurso que éste produce. Se trata de una
tensión que opone individuo a colectivos, objetividad a subjetividad. Sería
como la crisis de la totalidad y el triunfo de la particularidad. Pues en este
contexto la historia individual en la medida que es recuperada por el relato
del sujeto, apuntaría a la elaboración de un producto cultural que reforzaría
los procesos identitarios locales.
Si “historia” significa el “conjunto de los hechos
ocurridos en tiempos pasados” y “oral” lo “expresado con palabras habladas”, la
unión de ambas, “historia oral”, es esto y mucho más. No define un determinado
tipo de historia, basada exclusivamente en la tradición oral, sino que supone
fundamentalmente el uso y la valoración positiva de las fuentes orales como una
técnica específica de investigación dentro de la historia contemporánea;
generalmente también una labor de recuperación de testimonios de personas que
vivieron esa época y que de otro modo se perderían irremediablemente (Mateo, 2004)[16]. No
obstante, se reconoce a la entrevista como la materia prima de la historia oral que posibilita según Guber
cierta información
puede obtenerse sólo parcialmente a través de observación: los sistemas de
representaciones, nociones, ideas, creencias, valores, normas (…) la entrevista
es una de las técnicas más apropiadas para acceder al universo de
significaciones de los actores[17].
Entre los recuerdos de Hebe Correa de Gómez
Intentando una aproximación diferente a la historia de La Casa de
Por medio de una entrevista no dirigida con Hebe, pretendemos acceder a
través de hechos, opiniones, recuerdos; desarrollar una relación diádica[18] que
nos lleve en un viaje a través de su visión de su universo[19], al
contexto de mediados del siglo XX, cuando la casa se hallaba en su esplendor y
era visitada asiduamente por nuestra entrevistada. De este modo pretendemos
entender la perspectiva de Hebe, donde nos relata:
En aquel tiempo momento, la casa hacia las veces de
un gran casco de estancia desde donde se administraba toda la finca y a su vez,
era un importante foco de la actividad social en toda la villa. Pintada por
entonces con amarrillo suave, se presentaba como una imponente obra
arquitectónica que dominaba la creciente Villa de La Merced.
Con su doble planta, aún hoy se destaca en el paisaje como símbolo del
centro coordinador de las funciones productivas de la zona. De la misma manera,
representa uno de los principales ejes en torno al cuál giraba la vida social y
cultural de la población. Su ubicación, frente a la plaza no hace más que reafirmar
la importancia antes mencionada.
El ingreso a la casa se realizaba cotidianamente
por medio del zaguán ubicado en el ala Oeste de la construcción o bien por una
puerta en el lado Sur (ver imagen I). La entrada de la esquina, por su parte,
sólo era utilizada para ocasiones especiales desde donde se accedía a la sala
de recepción…
(abarcaba las habitaciones VI y VII
de nuestro plano).
Parte de esta gran sala servía de comedor diario
durante las épocas más frías. En el verano, en cambio, era usual trasladar la
mesa hacia la galería donde las temperaturas no eran tan altas. -(La habitación V)- era considerada como un comedor de lujo y era utilizado para agasajos
especiales, cuando eran invitadas distintas personalidades a la casa. Era el
cuarto más decorado, con finos muebles de estilo francés, muchos de ellos
traídos por mi bisabuelo,
posiblemente desde puertos chilenos. Si había algún invitado que debían pasar
varios días en la casa, también tenían su propio dormitorio (en la habitación IX).
En el centro de la casa se disponía un bello patio
flanqueado al norte y oeste por galerías de tejas españolas. En la parte
central se encontraba el jardín, circundado por pilares, desde donde colgaban
enredaderas, y unidos entre sí mediante un tejido que impedía que los niños
ingresen.
Sobre ello, Hebe nos comenta:
Barbarita, que era la ama de llave,
no nos dejaba entrar porque siempre cortábamos plantitas, florcitas… había
pájaros; jaulas con pájaros en la galería… y en el medio del jardín había un
aljibe.
Barbarita, el ama de llaves, y
su esposo, Ramón Rosa Amador, encargado de la finca, residían en la habitación X:
eran los únicos que vivían
permanentemente en la casa, además de sus propietarios y familiares. Ya en el segundo piso, se
encontraba el escritorio de mi bisabuelo, un lugar envuelto de prohibiciones. Las excusas
para impedir el acceso eran la peligrosidad de las escaleras para los más
pequeños, pero lo cierto es que, este lugar era donde mi bisabuelo guardaba todos sus papeles
y desde donde llevaba la administración de la hacienda.
Hebe nos contó como en una de esas escapadas de niños, rompiendo las
reglas subieron al altillo,
allí había baúles, muchos baúles,
baúles antiguos…, donde había papeles, era el escritorio de mi bisabuelo, tenia
una mesa grande con un sillón y tenia una perspectiva de vista muy clara, se
veía el totoral desde una ventana y desde aquel otro lado se veía la entrada de
Catamarca,…se ve que mi bisabuelo desde ahí miraba todo, estaba muy bien hecha
estratégicamente la casa.
En el sótano, por otro lado, se acopiaban parte de los productos
obtenidos en la finca. Nos cuenta Hebe que
para poner las cosechas, para poner
el tabaco, por que el tabaco siempre tiene que estar en lugares oscuros, y ahí
tenían el tabaco y las cosas que eran perecederas, y las no perecederas y las
que podían picarse un poco más las tenían en la parte de arriba que era más
ventilado, ahí ponían la papa, la cebolla que eso rápido se perdía, papa,
cebolla a veces también maíz.
La habitación II, en un primer
momento fue interpretada por nosotros como la cocina, en realidad, en épocas
anteriores fue el baño tradicional de la casa. A la par, la habitación I, donde
podemos apreciar características de un sanitario, todavía no había sido
construida. La cocina propiamente dicha se encontraba aislada del resto de las
habitaciones, en la esquina sureste del patio (habitación
XV), lugar donde los niños tampoco tenían acceso salvo cuando debían
ir para pelar choclos para hacer la tradicional humita.
Los niños que visitaban asiduamente la casa tenían su propia habitación
(III) para descansar. Era la más
grande, había varias camas y ahí hacían dormir a los más pequeños junto a una
nana. Existían otros cuartos de descanso también, entre ellas, la número VIII era el dormitorio de Domitila, y
Hacia el fondo de la casa, en la pieza que colindaba con la entrada sur
al sótano, se encontraba el taller. Colmado de herramientas y maquinas, era
lógicamente otro de los lugares prohibidos para los niños. A pesar de estas
restricciones, Hebe asume, no sin nostalgia, que realmente disfrutaba
plenamente toda la casa.
Hombres de trabajo
Según relato oral de la familia, a partir de 1884, año en que Wilfrido
Figueroa compra la finca, casi toda la población de
cada uno de ellos tenia su casita,
un ranchito prolijo, se les exigía que tengan plantas, jardines, se le daba
semillas, y en esos ranchitos, vivía él con su familia, y los ranchitos eran
bien agradables, no eran ranchos muy abandonados, sino eran blanqueados, siempre
había un fogón.
Según el esquema de trabajo esbozado, era el dueño de la estancia quien
nombraba un encargado, quien, a su vez, dirigía a los diferentes capataces de
los distintos potreros. Como ya se mencionó, en los años 40 del siglo pasado,
según recuerdos vividos por Hebe, el encargado se llamaba Ramón Rosa Amador,
quien era el único que vivía en la casa principal, siendo su esposa “Barbarita”, el ama de llaves y una de las
hijas de la pareja, de nombre “Olga”,
era quien se encargaba de cuidar a los niños.
Desde la casona se impartían las consignas de trabajo, y como se dijo,
era el encargado el responsable de verificar que se cumplan. Los potreros se
dividían en dos grandes tareas, la agrícola por un lado y la ganadera por otro.
A pesar de la época, Wilfrido tuvo la posibilidad de mantener contacto en
diferentes partes de país, tanto asesorándose con algunas asociaciones rurales de Buenos Aires,
o realizando sus compras en la empresa cordobesa Agrocor S. A., estos
adelantos, excepcionales para la época, le permitieron, estar a la vanguardia
de los últimos progresos tecnológicos, fue de esta manera, que mantuvo sus
campos con una gran sustentabilidad agrícola-ganadera, implementando novedosas
técnicas de rotación de cultivos y ganado.
En cuanto a los cultivos más importantes, se priorizaba el del tabaco,
junto con el maíz y la alfalfa, y en menor medida, trigo, zapallo, papa,
pimiento, cebolla, y diferentes tipos de hortalizas. Todo lo cosechado llegaba
a la casa, lugar donde el encargado lo receptaba y guardaba, tanto en el sótano
como en la habitación XI.
Muchos de los productos agrícolas eran vendidos a los mercados de
Catamarca y Tucumán, pero fue la ganadería lo que marcó la diferencia. Para un
personaje como Wilfrido Figueroa con una mirada tan avanzada para la época, los
comercios regionales no eran suficientes, es por ello que, una vez asentado con
firmeza en la gran estancia de
Como todo puerto, las posibilidades económicas que allí se presentaban
salvaban todas las dificultades del viaje antes descripto. Siempre había
ofertas de compra, el ganado era vendido y parte de ese dinero era destinado a
la compra de muebles y objetos de valor que traían los barcos europeos que
llegaban a puerto.
Si somos capaces de imaginar las personas detrás de esta gran estancia,
podemos también pensar en la empresa que la familia Figueroa supo levantar. Fue
la mecánica de la producción campesina, sumado a los engranajes del comercio
local a cargo de la familia Savio Piva y la buena relación comercial y parental[20] que
ellos tuvieron, lo que logró un aceitado negocio entre las partes.
Decimos esto pues, el sistema de pago de las mensualidades de aquella
época consistía, en una suerte de arreglo entre los interesados, en donde, de
una u otra manera eran siempre los peones los que siempre salían perdiendo. Al
llegar con las cosechas, cada persona tenía en mano una libreta, lugar en donde
se anotaban sus compras, siendo el local de ramos generales de los Savio Piva,
el único lugar donde poder hacerlo. Hebe nos cuenta con especial detalle estos
momentos, recordando aun el sonido de la campana colgada en un gran algarrobo
detrás de la casa, ya que:
en las épocas que se hacían
cosechas, que se hacían trabajos con el maíz o por ejemplo con el tabaco, en la
casa de la bisabuela había un lugar donde había un árbol muy grande un
algarrobo, nose si todavía esta pero yo lo conocí, era donde había una campana
grande de donde se hacían los llamados a los arrenderos cuando se hacia esas
comidas, se les pagaba o se les hacia rendir cuenta, entonces ellos ya sabían,
que se los llamaba con eso, para semejantes distancias que había, y en la casa
de mi bisabuela, se recibía las cosechas y desde ahí también se retiraba
cuando, se vendía.
Para finalizar, Hebe insiste en demostrarnos el autoridad de la familia,
la magnificencia de la casa y la simpleza de sus moradores, al preguntar por el
trato con los habitantes y empleados, es categórica al afirmar:
con la gente de
Vivencias
en la casa
En torno a la casona, se han entretejido a lo largo del tiempo
innumerables anécdotas y recuerdos de la gente de la villa de
Para la bisnieta de Wilfrido Figueroa, la casona trae consigo
innumerables recuerdos de su niñez, la cual transcurrió en gran parte en este
lugar.
A través de sus relatos podemos imaginarnos una casa llena de vida y de
gente, en pocas palabras, la casa en su esplendor.
Pareciera que la vida de campo en aquellos tiempos era muy dura y
sacrificada, pero en la casona de los Figueroa seguramente había espacio para
el descanso. Pavos reales y faisanes rondaban la casa, animales de corral,
gallinas, pavos, patos, y todo tipo de animales domésticos daban vida a los
grandes patios. Las imponentes galerías estaban adornadas con jaulas con
pájaros, que con su canto matutino despertaban a la casa.
Dado que los habitantes eran personajes reconocidos e importantes en la
vida social de la época, como hemos dicho anteriormente, era muy común que se
recibieran visitas constantes.
Con mucho cariño Hebe nos relató las rutinas de la antigua casona,
vistas desde la perspectiva de una niña, ya que fue su infancia la que
transcurrió en este lugar. Ella y su familia visitaban la casa en los veranos y
algunos fines de semana durante épocas escolares, ya que ella y sus hermanos
concurrían al colegio en la capital catamarqueña.
Los niños (primos de Hebe), estaban la mayor parte del tiempo a cargo de
una nana, que los cuidaba y controlaba, “ella
era como una hermana nuestra, como una hermana mayor que nos cuidaba bastante”.
El día de los niños
transcurría entre el campo, viendo los animales o simplemente caminando, y la
casa, o yendo al estanque, que estaba detrás del hospital, para bañarse.
La casa siempre era muy concurrida, tanto por las visitas que se recibía
como por la cantidad de gente que trabajaba en ella o en el campo. Siempre
había seis ó siete personas que se encargaban de la limpieza, la cocina y otras
actividades.
Los arrenderos, que siempre iban y venían, tenían su acceso por la
puerta trasera, de doble entrada, por donde todas las mañanas temprano entraban
con lo lácteos, que venía de la lechería.
El familiar, la dama del vestido blanco y el jardín de
las armas
Como casi todas las grandes construcciones, la casa de los Figueroa está
envuelta en leyendas y personajes míticos que se esconden detrás de sus
paredes. En un trabajo anterior dimos cuenta de la existencia de una historia
sobre un ser de aspecto monstruoso que habitaba en el sótano de la casa y que
debía ser alimentado con personas vivas. Según cuentan los pobladores de la
zona, quienes se refieren a él como “un familiar”,
esta habría sido la condición impuesta por el demonio para que los Figueroa
puedan mantener sus riquezas. Esta historia mantiene numerosas similitudes con
el mito de “El Familiar”, engendro maléfico al
servicio de los dueños de grandes fundos agrícolas e ingenios cañeros[21]. Por
ello, podemos afirmar que, en líneas generales, bien podría ser una
resignificación de esta leyenda característica de gran parte del Noroeste
argentino.
A través de la entrevista realizada, pudimos conocer otra de las
historias que encierra esta casa. Nada mejor que dejar que Hebe nos cuente con
sus palabras acerca de ello:
esta leyenda que huele a modernidad
digo yo, porque cuando nosotros íbamos a la casa no había esa historia, pero
después, dice la gente que cuando la casa fue abandonada de noche la gente veía
una señora que se paseaba con una vela por las habitaciones, que se veía a
través de las ventanas. Una historia de campo que muchos dicen que era el alma
de mi bisabuela, que paseaba en la casa por la noche con una vela iluminada,
vestida de blanco con el cabello largo, es una casa que estuvo muchísimos años
abandonada y nunca entraba la gente, no entraba.
Pero hay otras historias que parecen poseer menos elementos fantásticos
o, por lo menos, mayor veracidad. La más
intrigante es aquella que relata la existencia de una gran cantidad de armas
enterradas en el jardín de la casa. Según el relato de Hebe:
hay una versión de que acá (en el
jardín) se enterraron las armas de una contienda que hubo, esto si me dio mi
tío la información…cuando al gobernador, que en ese momento era gobernador Rivera creo, nose
en que época fue porque yo no lo tengo registrado bien, me dijo que Flavio
Castellanos lo iba a matar al gobernador Ribera. Entonces los Figueroa, que
estaban de parte de Ribera, juntaron a todos los empleados del campo, los armó
y se vinieron hacia
Es bueno hacer un paréntesis y decir, si bien el relato puede ser
verdad, no lo son los personajes que en el figuran, puesto que nunca existió un
Gobernador de apellido Ribera, pero la persona que si ostentaba ese cargo, era
en cambio, Flavio Castellanos quien asumió dicho cargo el 11 de junio de 1897.
Decimos que lo contado por nuestra entrevistada tiene cierta veracidad ya que
el profesor Castellanos no pudo concluir su
mandato, por que el partido de oposición llamado “
Algunos
recuerdos de mis bisabuelos
Los recuerdos que Hebe tiene de sus bisabuelos, no son muchos, ya que
Wilfrido murió antes que ella naciera.
Para Hebe su bisabuelo era
un hombre sagaz y visionario,…tenía
gran capacidad para organizar y administrar una extensión tan grande de
tierras, diseñó el campo determinando sectores de cultivo y pastoreo, por que
él lo diseñó, era un campo, una finca, que un poco estaba así desperdigada,…asignó
tareas a personal que se responsabilizaba de las actividades.
Según los relatos, era un gran conocedor de cómo hacer prosperar su
ganado y todo lo que tenía que ver con las tareas rurales.
De su bisabuela, Domitila, también tiene pocos recuerdos ya que falleció
cuando su ella era muy pequeña, pero lo que sí asegura que era una mujer de
carácter, ya que al morir su esposo, se hizo cargo completamente de la
administración de la finca y de todos los asuntos relacionados, con gran
entereza y determinación.
En torno a la muerte de Wilfrido Figueroa, se han tenido diferentes
versiones, muchas de ellas relacionadas con creencias y comentarios de los que
no se conoce su origen.
Claramente sólo se sabe que murió volviendo del pueblo de Balcosna, más precisamente en la Tierra Verde.
Según versiones orales recopiladas por la señora Correa de Gómez, cuando
lo encontraron, “quedó una lata de
sardina abierta como si había comido”, las sospechas que rondan en torno
a su muerte se basan en que él gozaba de buena salud, y nunca hubo ningún tipo
de síntoma que estuviera enfermo. Estas dudas y sospechas encuentran asidero en
una versión que circuló en la época acerca de conflictos territoriales.
Sucede de que unos días antes había
comprado 7000 rollos de alambre a la firma Agrocor, (...) para alambrar,
separar toda la parte norte de la finca y alambrarla, desde los cerros todo eso
hasta el bajo, por que estaba sin alambrarse, había intrusos que iban entrando,
tenia una gran preocupación el por delimitar esa parte, no estaba delimitada y
tenia avances parece de gente, entonces la sospecha está en eso, de que justo
ya llegaban los alambres y justo él muere, mi tío sospecha que fue envenenado.
El juicio
A pesar de tantos recuerdos lindos, Hebe nos cuenta con cierta vergüenza
una de las maniobras que desencadenó un importante desmembramiento familiar y
el principio del fin de toda la finca.
El personaje principal de esta historia es Julio Figueroa. Fue el menor
de 6 hijos que tuvieron Wilfrido y Domitila, estudió abogacía en Buenos Aires,
lugar donde logró hacer los suficientes contactos con diferentes funcionarios
públicos, lo que permitió emprender una exitosa carrera política. Fue Senador
Nacional por Paclín y Vice-Gobernador en la formula con Girardi (1928-1930).
Con la excusa de no perder detalles de lo contado, decidimos poner el
relato tal cual lo cuanta Hebe:
el tío Julio era un hombre un poco
soberbio, nació muy mimado y con mucha riqueza, acostumbrado a tener mucho
dinero y fue a Buenos Aires y allí estuvo abierto a muchas puertas por que
había muchos funcionarios públicos que eran familiares, estaba muy vinculado
política y socialmente, pero por una cuestión familiar y allá en Buenos Aires
se ve que era vivo y se conectó bastante… entonces parece que la convenció en
el lecho de muerte a mi bisabuela de que hicieran una venta de toda la estancia
por que no se podía administrar por que los gastos eran muy grandes las cuentas
la superaban, según cuentan la historia familiar, y mi bisabuela en su lecho de
muerte le firmó en su lecho de muerte una venta simulada al doctor Acuña,
cuñado de Julio, que actualmente hay familia directa de ella, y cuando muere mi
bisabuela, había sido una vende simulada, este doctor Acuña al Tío Julio le
entrega el campo, le vende al Tío Julio toda la finca y queda desheredados
todos los otros.
Este episodio acaecido en los
años 30, tuvo como desencadenante un juicio realizado por el único menor de la
familia, Jorge Vizozo, estudiante de abogacía y Licenciado en Historia, se
retiró como jefe de policía de Catamarca. El juicio por él comenzado llevó más
de dos décadas dejando en serios problemas económicos al querellante, hasta que
un día, Julio cansado de audiencias judiciales y Jorge acorralado por las
deudas deciden hacer un acuerdo. “Hasta el día de hoy no puedo saber bien yo cómo ha
sido el arreglo”, dice
Hebe, pero lo cierto es que Julio Figueroa se retira del juicio. Por su parte
Julio, se queda con la casa y una importante porción de la estancia, dejando al
Sr. Vizozo con la parte Este de la finca.
El final de dicho juicio, dejó
marcas irreparables en la familia. Con tristeza Hebe nos comenta como todo
había dejado de ser lo mismo, ya que nunca más volverían a la casa.
Cuando la estancia empieza a decaer y la familia a dejar de ir, Julio
nombra a algunos integrantes de la familia Salazar como los nuevos capataces, y
al cabo de pocas décadas se produce un abandono progresivo y total.
Comentarios
finales
El objetivo del presente trabajo fue destacar el simbolismo que expresa a
través de su morfología y sus características arquitectónicas; así también como
los distintos usos que se le dio a la casona de Wilfrido Figueroa. Y a través
de nuestra hipótesis sobre la construcción de la identidad de esta localidad.
Ayudados en gran parte por los relatos familiares, pero complementados
también con información histórica de diverso carácter, a lo largo de este
trabajo, hemos intentado reflejar cómo una construcción, en este caso sumamente
particular, ha marcado la vida de muchas personas, donde generaron mecanismos que a través de los cuales el
conocimiento local opera, incluyendo el aspecto de si “conocimiento local” es,
en sí, una etiqueta apropiada para los mecanismos cognitivos y experimentales
que están en juego en las relaciones de la gente con su entorno, formando un
proceso identitario tanto
de la Villa de la Merced, como de sus propios habitantes. Puesto que,
compartimos la idea de conocimiento local que toma Escobar[23] de
otro autores, donde lo tratan como “una actividad práctica,
situada, constituida por una historia de prácticas pasadas y cambiantes”, es
decir, al asumir que el conocimiento local funciona más a través de un conjunto
de prácticas que dependiendo de un sistema formal de conocimientos compartidos,
libres de contexto[24]
tomado de Escobar[25].
Por lo cual esta postura nos acerca a la percepción donde los pobladores están
arraigados e inmersos en su localidad.
Nuestro estudio nos permitió examinar
la medida en la que los pobladores de La Merced generan marcos de referencia
construidos desde su percepción local, y ello nos permite visualizar las
maneras presentes o potenciales de re-concebir y reconstruir su mundo, plasmado
en prácticas y visiones múltiples, basadas en el lugar, en una casa. De manera
que se erigen como formas “alternativas” de organizar la vida social, de los
pobladores actuales. Donde los recuerdos, la historia y el presente se mezclan y sus límites se
difuminan cuando pensamos en la casona de Wilfrido Figueroa.
Aceptado: 6 de noviembre de 2011
Historia de
una casa con historias: memorias de
Resumen
Existe una indisoluble relación entre la creación del Departamento
Paclín en
Palabras Clave: Paclín, Historia, Casa, Genealogía,
Figueroa.
Emilio Alejandro Villafañez
Ezequiel
Fonseca
Story
of a House with Stories: the Figueroa Family Memories. Paclin Department,
Catamarca
Abstract
There is an indissoluble connection between the creation of the Paclín Department in the Catamarca Province,
the Villa de
Keywords: Paclín, Story, House, Genealogy, Figueroa.
Emilio
Alejandro Villafañez
Ezequiel
Fonseca
* Lic. en Arqueología, Becario
Doctoral Tipo II CONICET, Doctorando en Antropología, Universidad Nacional de
Córdoba; docente ayudante de primera en la catedra Ergología y Tecnología,
Escuela de Arqueología, Universidad Nacional de Catamarca.
** Lic. en Arqueología, Doctorando en
Historia, Universidad Nacional de Córdoba; docente JTP en las cátedras de
Prehistoria y Arqueología c/ extensión Antropología, Facultad de Humanidades,
Universidad Nacional de Catamarca.
[1]
Ingold, T., ““Foreword”, en Dobres, Marcia- Anne y Hoffman, Christopher R., The Social Dynamics of Technology. Practice, Politics and World Views,
Smithsonian Institution Press, Washington and London, 1999.
[2] Escobar, A., “El lugar de la naturaleza y la
naturaleza del lugar: ¿globalización o postdesarrollo?”, en Lander, Edgardo, La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales.
Perspectivas latinoamericanas, Clacso-Unesco, Buenos Aires, 2000,
pp. 113-143.
[3] Vera, J., “El Concepto de Mercedes y Encomiendas los primeros colonos de
Catamarca durante el siglo XVI”, Boletín de
[4] Brizuela del Moral, G., Historia de las mercedes de tierra en Catamarca. Siglos. XVII al XIX,
Ed. Benedit, Catamarca, 2003, pp. 66-69.
[5] Vera, J., 2004, ob.cit.
[6] Larrouy, P., “Los Indios del Valle de
Catamarca”, en Estudios Históricos de
Guzmán, G., Colegio Ntra. Sra. del
Huerto de Catamarca. Libro de oro en el 1er Centenario de su fundación 1874-1974,
Comisión de Homenaje Catamarca, Catamarca, 1974.
[7] Legislatura de la
Provincia de Catamarca, Ley
provincial N° 277.
[8] Coronel, M., “
[9] Coronel, M., 2006, ob.cit., p. 179.
[10] Archivo
Histórico de Catamarca (en adelante AHC), Carpeta Nº 9, Sucesorio, 1919.
[11] AHC, Caja Nº 168, paquete Nº 17, Sucesorio 1919.
[12] Flores A., Libro histórico de
[13] Esta
descripción fue realizada sobre la base del estudio técnico hecho por
[14] Meyer E. y Olivera
de Bonfil A., “La historia oral. Origen, metodología, desarrollo y
perspectivas”, en Historia Mexicana, Vol. 21, N° 2,
México, 1971, p. 372.
[15] De Garay, G., “La entrevista de historia oral: ¿monólogo o conversación?”,
en Revista Electrónica de Investigación
Educativa, 1 (1),
1999, [en línea] http://redie.uabc.mx/vol1no1/contenido-garay.html. [Consulta: 14/07/2011].
[16] Mateo, E.,
“La recuperación de la memoria: la historia oral” [en línea], en TK, Nº 16, Asociación Navarra de
Bibliotecarios, España, 2004, pp. 123-144, [online] http://www.asnabi.com/TK_archivos/TK_17/35mangado.pdf#search=%22funcionarios%20y%20escribas%22
[Consulta: 14/07/2011].
[17] Guber R., EL salvaje metropolitano.
Reconstrucción del conocimiento social en el trabajo de campo, Paidos,
2004, p. 203.
[18] Guber, R., 2004, ob.cit.
[19] Ingold, T., 1999, ob.cit.
[20] Existía
una relación de parentesco entre las familias, ya que Arturo Savio (empresario
hotelero en la zona), se había casado con una prima hermana de Domitila Tapia.
[21] Cejas, O., Del Tukma
mágico, Ediciones del Rectorado, Universidad Nacional de Tucumán,
Tucumán, 2001.
[22] Olmos R., Historia de Catamarca,
Ed. La Unión, Catamarca, 1957, p. 237.
[23] Escobar, A., 2000, ob.cit.
[24]
Ingold T., “The Temporality of the Landscape”, en World
Archaeology, N° 25, Reino Unido, 1993, pp. 152-174.
[25] Escobar, A., 2000, ob.cit., p. 121.