El mundo clerical riojano En
Valentina Ayrolo**
La amalgama
existente entre Estado, Iglesia y Sociedad, típica del orden colonial ha sido
planteada y estudiada para muchos de los espacios que, entre finales del siglo
XVIII y principios del XIX formaron parte del virreinato del Río de
Atendiendo al
universo clerical de la región, los curas párrocos, verdaderos intermediarios
culturales como los llama Nicole Lemaitre[1],
todavía en el siglo XIX seguían adecuándose al modelo que se había definido
para ellos entre Letrán (1215) y Trento (1545-1563). Todas las cuestiones que
fueron abordadas en estos Concilios y luego retomadas y adaptadas en los
Sínodos diocesanos locales apuntaban en sentido de lograr la constitución de un
cuerpo de servidores de
Todas estas
disposiciones, y muchas otras, aunque llegaron a las diversas diócesis
americanas y trataron de cumplirse sufrieron contratiempos y su aplicación,
como solía ocurrir, se fue adecuando a las características locales. Un ejemplo
de esto último lo proporciona el caso de los títulos de ordenación en la región eclesiástica del Tucumán[2]. Allí, desoyendo en alguna medida la recomendación tridentina de
evitarlo, era usual la ordenación a titulo de ayudante o de excusador. Esto
obviamente ocurría por la necesidad de sacerdotes, la carencia de beneficios
eclesiásticos y por la cortedad de recursos de muchos de los candidatos al
sacerdocio quienes si bien pertenecían al segmento de la “gente decente” no
contaban con patrimonio o capellanía. Del mismo modo, lo usual fue que la
formación clerical no se concretase en los Seminarios ya que en estas tierras
dichas instituciones tardaron mucho en consolidarse. Por ello, lo que ocurrió
es que los aspirantes al sacerdocio se formaron en
Las dificultades para “moldear” a los nuevos clérigos, según los preceptos tridentinos, hicieron más difícil que el estamento eclesiástico alcanzara el modelo de cura animarun. La figura del sacerdote como mediador entre Dios y los fieles- sobre todo gracias a la importancia asignada en Trento a los sacramentos de la eucaristía y la confesión como forma de diferenciar radicalmente a los pastores romanos de los protestantes-, fue el resultado de una larga y lenta preparación que en gran medida estuvo en manos de los diversos obispos de las diócesis locales, un objetivo que se alcanzó pasado el umbral de 1852[3].
En lo formal,
desde 1806 y hasta 1934
Mapa de la Vicaría de La
Rioja con referencia a las sedes parroquiales. Finales del siglo XVIII,
principios del XIX[4]
El presente
trabajo pretende, a partir del estudio de los eclesiásticos de
Para desarrollar los temas mencionados dividimos el trabajo en tres apartados. En el primero realizamos una presentación general del clero, luego nos ocupamos de la educación y formación de los sacerdotes así como también los mecanismos de acceso a las parroquias, para- retomando las conclusiones de los dos apartados anteriores- ocuparnos en último lugar los clérigos y su relación con la elite local.
Estado general del clero riojano
La importancia de saber la cantidad de clero que vivía en un lugar así como la calidad del mismo puede parecer discutible si consideramos que ninguna de estas variables por sí mismas son explicativas de cuestiones como la mejor o peor atención de la feligresía, el grado de desarrollo de las instituciones eclesiásticas (parroquias, cofradías, capellanías, etc.), la cantidad y las formas de expresión de las devociones, etc. No obstante, la fascinación que ejerce el número como una forma de hacer tangibles a esos hombres escurridizos a nuestros ojos puede explicar, en parte, dicha atracción.
Para el espacio
del Tucumán, se ha utilizado el recurso de la descripción del estado del clero
como una manera de asirlo estudiando en particular cuantos eran los clérigos
que vivían y servían el espacio diocesano[5],
incluso se ha discutido la noción de escasez de eclesiásticos[6] tantas veces argumentada por los propios
actores a la hora de explicar las carencias en la atención de la feligresía. No
obstante, la necesidad de considerar el estado general del clero de
Aunque son pocos, y no muy seguros, los datos existentes para el conteo de la población riojana[7], la información recabada nos indica las siguientes cifras de población total entre los años 1778 y 1855:
Tabla N° 1: “Total de habitantes por años”
Año |
Total
de población en número de habitantes |
1778 |
9.699 |
1785 |
9.887 |
1816 |
14. 092 |
1825 |
25. 000 |
1830 |
30.000 |
1855 |
34.341 |
Fuente: Larroy,
P. A., Documentos del Archivo de Indias para
Si comparamos las
cifras del cuadro con los totales que tenemos para Córdoba (cabecera de la
diócesis) en 1778, podemos decir- según Aníbal Arcondo-
que habría habido 44.506 habitantes. Vistos en clave comparativa los 9700
riojanos parecen pocos. Nuevamente para Córdoba en 1813, el censo arroja una
población de 71.637 habitantes[8] y los datos que tenemos para
Para el caso de
Presentamos a
continuación, las cifras de clero que hemos podido recoger a lo largo de
nuestro trabajo gracias a las cuales sabemos que, entre 1776 y 1854, hubo 42
sacerdotes (7 regulares y 35 seculares) sirviendo las parroquias riojanas[10].
Aparte de este grupo solo hemos identificado cinco (5) clérigos domiciliarios,
entre los años 1780 y 1805. Uno de ellos cumpliría luego funciones de cura
párroco en Los Llanos donde vivía gracias a una capellanía y el otro servirá el
curato de Ancasti, Catamarca. También aparecen
mencionados, aunque no deben haber sido los únicos casos, dos regulares uno
Idelfonso José de
Por otro lado y
respecto de los seculares, entre los apellidos que más se destacan observamos a
los Villafañe, Ortiz de Ocampo, del Moral, de
Respecto a la calidad de ordenación sobre 35 seculares conocemos los títulos de 23 (65%):
Tabla N° 2: Títulos de ordenación
Cantidad
de Ordenados |
Titulo |
9 (nueve) |
Ayudante / teniente de cura |
8 (siete) |
Capellanía |
4 (cuatro) |
Patrimonio |
2 (dos) |
Pasante de estudios |
Fuente: AAC, Leg.
24 y 25.
Además, los
seculares mencionados, habían cumplido funciones en parroquias rurales e
incluso dos de los que aparecen como clérigos domiciliarios en algún momento
tomaron a su cargo la administración de alguna capilla parroquial rural, como
mencionamos antes. Este dato confirmaría no solo el carácter rural de
Por otro lado, el
alto porcentaje de clérigos en la campaña de
32-
A consecuencia de esto podía mandar Vuestra Majestad, si lo halla conveniente
su alta comprensión, que ningún clérigo se oponga a curato alguno, si no ha
servido de ayudante a los curas de campo, para que de este modo haya más copia
de clérigos que sirvan de párrocos y socorran a los fieles en las necesidades
espirituales. (…)[16]
Como solía ocurrir cada parroquia contaba con un cura párroco el cual dependiendo de circunstancias bien variadas tenía uno o más ayudantes permanentes o circunstanciales. Según decía el obispo Orellana en un documento de 1814 dirigido al gobernador de Córdoba, el riojano Francisco Antonio Ortiz de Ocampo, a los ayudantes
…siempre
se les ha dejado la elección y arbitrio de servir con aquel Párroco que más les
acomode, y por el tiempo de su voluntad, lo mismo que a los párrocos se les
precisa tener ayudantes, dejando a su arbitrio la elección de sujetos; porque
siendo tan interesante al ministerio pastoral la unión y buena armonía de los
sacerdotes que deben desempeñarle, se ha querido más bien dejarles en esta libertad
a precisarles que se valgan de sujetos con quienes no pueden congeniar[17]
Pero además, como
era costumbre, algunos clérigos ordenados a titulo de patrimonio o capellanía
vivían en sus propiedades con sus familias[18],
ajustando el modelo clerical a la lógica de las Casas y de
Sabemos gracias a
la visita de 1813 que no era costumbre en
Importa también
aclarar que la mayor circulación parece establecerse entre el rectoral,
Famatina y Los Llanos. Sin duda Famatina es el destino más codiciado, Los
Llanos aparece como un lugar de tránsito previo a un mejor destino. Guandacol es el curato menos
deseado seguramente por lo inhóspito que podía resultar vivir allí y lo pobre
de sus rentas. Respecto de Arauco, observamos que entre 1805 y 1834, por lo
menos (carecemos de datos posteriores), el tío y el sobrino de
Gracias a la
reconstrucción que realizamos del clero de
Respecto al carácter interino con el que se cubrieron muchas veces los curatos cabe una reflexión. Si consideramos los llamados a concursos verificados en la diócesis de Córdoba entre las últimas décadas del siglo XVIII y la primera mitad del XIX la participación de riojanos fue exigua. De una nómina de cincuenta y cinco inscriptos para el llamado de 1799, se anotaron ocho riojanos y siete se presentaron efectivamente a los exámenes. Para el concurso de 1805, hubo 26 inscriptos y sólo tres eran riojanos. En 1815, de los 36 candidatos que se presentan a las pruebas, únicamente tres eran oriundos de la Rioja[23]. Si bien estos datos podrían explicar la calidad de interinos de muchos párrocos, tampoco hay que olvidar que la designación por parte del obispo o los provisores diocesanos de curas en calidad de interinos fue una forma sencilla y rápida de cubrir las vacantes[24]. Aunque este sistema tenía como contra parte que las más de las veces se propiciaba la elección de sacerdotes oriundos del curato a cubrir, reafirmando la tendencia de muchos a permanecer en determinados destinos por cuestiones económicas y por el hecho de ser sus espacios de pertenencia familiar y social, esta modalidad fue muy usada. En estas latitudes, al contrario que en Europa, se apeló al nombramiento de lugareños para cubrir vacantes parroquiales por considerar que era la única manera, y a veces la mejor, de resolver los vacíos y atender las necesidades de la feligresía.
Por último, si
atendemos a sus formas externas, esas que debían diferenciarlos de los
seglares, durante la visita que en 1813 realizó el obispo a
Educación y acceso a las parroquias
Como ocurría en otros espacios de la región, en
Dentro de las ciudades y pueblos diocesanos la sede
episcopal era la única con Universidad y pese a tener un Seminario éste era
sobre todo un convictorio donde se repasaban las lecciones impartidas en la
alta casa de estudios[26]. Por eso, según rezaban
las constituciones del Seminario dadas en 1752 éste debía ser un espacio de
formación para futuros clérigos directamente ligado a la Universidad[27]. Además del Seminario
había otro convictorio, el llamado Colegio de Monserrat cuya función era
idéntica a la del Seminario pero contaba con un prestigio muy superior.
En los años posteriores
a
Si miramos los registros de ingreso de alumnos del
Seminario entre los años de 1751 y 1826 encontramos que sobre un total de 229
alumnos 29 (12,66%) eran riojanos, proporción que parece muy respetable
considerando otros orígenes, salvo Catamarca que tuvo entre aquellos años 40
estudiantes (17,46%)[31]. No sabemos para la
totalidad de este grupo la cantidad de convictores o seminaristas ya que los
datos para aquellos que estuvieron en las últimas décadas de las que hay
registro no figuran. Lo que podemos decir es que los estudiantes riojanos
permanecieron en el Seminario entre uno y tres años[32].
Según los datos proporcionados por Benito Moya,
entre 1671 y 1810 sólo hubo 24 riojanos en el Colegio de Monserrat y para el
mismo período fueron 53 los estudiantes de ese origen en la Universidad[33].
A partir de nuestra reconstrucción, tomando una
multiplicidad de fuentes, de los 42 clérigos riojanos que actuaron en
Como puede observarse el 77% del clero había
logrado acceder a la educación formal según los parámetros de la época.
Consideramos que esta cifra es importante y por lo mismo nos invita a pensar
que si bien
Como se sabe, existían otras maneras de obtener
formación y la más usual era lograr conocimientos acerca del oficio o profesión
que se deseaba adquirir de la mano de un maestro y al modo de un aprendiz. Este
método funcionó incluso para la formación clerical. No obstante, el alto
porcentaje de clérigos formados en las aulas cordobesas nos habla de que este
grupo formaba parte de un segmento privilegiado de la sociedad, datos que se
corroboran a través de sus apellidos que revelan su origen.
Ahora bien pese a que muchos habían alcanzado
grados universitarios, la instrucción recibida no se consideraba suficiente.
Muestra de ello es que una de las preocupaciones de las autoridades
eclesiásticas fue, lo que hoy denominaríamos, la formación permanente del
clero. Sobre todo lo que inquietaba a las autoridades eclesiásticas era lograr
la actualización, y en algunos casos la educación, tanto del clero como de los
fieles en espacios alejados como el riojano. Esto se refleja en las visitas
eclesiásticas tanto a los conventos como a la diócesis en general.
Si miramos, a modo de ejemplo, lo que los
visitadores deciden respecto del clero que habitaba el convento mercedario de
Pero como dijimos este asunto también fue tema de
las visitas diocesanas. Sabemos por ejemplo que durante la visita que el Obispo
Rodrigo A. de Orellana realizó a
Al mismo tiempo entre la preocupaciones de los
visitadores se contaba la existencia o no de libros como “
La respuesta obtenida por el diocesano a la
pregunta sobre los libros fue que había pocos y que se los prestaban entre los
clérigos dejando entrever la pobreza y las limitaciones que en la materia había
en la jurisdicción. Dicha carencia aunque bien podía ser cierta, tenía
excepciones. En la biblioteca del convento mercedario estaban los textos
citados por el obispo “La Biblia[40], el Concilio
Tridentino, el Catecismo de San Pío V”, “algunas Sumas de Moral” entre ellas se
contaban la de Paolo Gabrielle Antoine Compendio di Tutta
A las
conferencias dictadas por el clero para sus condiscípulos y para los
feligreses, y a la circulación de libros debe agregarse otra instancia que
colaboraba en este sentido, los concursos. Tal como señala Manuel Riego en la
formación permanente del clero tuvieron importancia tanto las conferencias
morales como los concursos curados ya que ambos mecanismos propiciaban el
adelantamiento del nivel cultural del clero[42]. Esto era así por la propia estructura de los exámenes y
sus exigencias ya que se proponía a los candidatos resolver los “casos y dudas”[43] para cuyas respuestas se debía apelar al derecho canónico y a la
teología moral como lo prescribía
Ya mencionamos
antes que de una nómina de cincuenta y cinco inscriptos para el llamado de
1799, ocho riojanos se anotaron y siete se presentaron efectivamente a los
exámenes. Para el concurso de 1805, hubo 26 inscriptos y sólo tres son
riojanos. En 1815, de los 36 candidatos que se presentan a las pruebas,
únicamente tres eran oriundos de
Clero y elite local
De la lista de 42
clérigos que hemos identificado para el período en estudio, salvo el caso de
Agustín Thames Colombres[45]
que era tucumano, el resto había nacido en
Para seguir nuestro análisis, es importante advertir que una de las características más evidentes del mundo social riojano es su organización según una lógica de Casas, por lo menos hasta las primeras décadas del siglo XIX. Las Casas, no solo remitían al hogar de residencia de una familia, sino que al igual que la familia extensa incluían parientes sanguíneos pero también, adoptivos, “arrimados” y espirituales. Se identificaban con un apellido central e implicaban no sólo una compleja trama de relaciones familiares, sino también un patrimonio material y simbólico elementos que, para el caso que estudiamos son insoslayables[46]. El origen de las Casas riojanas es muy anterior al siglo XIX y la conformación del patrimonio de algunas de ellas tenía en la base, mayorazgos y/o encomiendas otorgadas en el siglo XVII. Tal es el caso, por ejemplo, de lo ocurrido respecto de las familias Brizuela y Doria-Dávila y Ortiz de Ocampo.
Las Casas además pueden pensarse como “una organización” tal como las define Halperín Donghi, pero también como aquellas que estudia Gustavo Paz, “verdaderas “redes” que funcionaban como una organización social no sólo en el ámbito privado sino también en la esfera pública”[47].
En tanto entidades con más poder que la de un solo individuo, las Casas marcan el carácter corporativo de la sociedad presentándose como actores colectivos[48]. Tal como ha señalado Boixados “Por encima de la casa, compartían las familias de la elite riojana una noción común sobre la que basaban su prestigio social: la de ser descendientes de conquistadores por los cuatro abolengos, condición que fue posible a partir de la endogamia del grupo”[49]. Consideramos que estas características son una clave que permitirá la comprensión de la sociedad que estudiamos dentro de la cual esta inserto el clero como integrante de diferentes Casas.
Guiándonos por
los apellidos podemos decir que prácticamente todos los clérigos estaban
vinculados con la elite que administró y ejerció el poder desde la colonia y
luego en los años de la autonomía. Los apellidos: Villafañe, Ortiz de Ocampo,
de
Otro par de
hermanos y un primo, todos Villafañe, están en una posición similar. El padre
de Juan de Dios y José Gregorio, Juan Manuel Villafañe y Briozo
fue Regidor y Alcalde Provincial de
Andrés Ortiz de Ocampo se casó en 1753 con María Aurelia Andrea Villafañe y Dávila con quien tuvo 14 hijos. Tres de ellos serían curas (José Nicolás, Andrés Nicolás y José Gabriel) y otros tres (Juan Amaranto, Domingo y Francisco Antonio) cumplirán funciones en cargos administrativos y militares[51].
El poder desplegado por este grupo familiar (Casa) fue evidente entre finales del siglo XVIII y principios del XIX llegando claramente a su fin luego de la segunda década del XIX. Uno de los centros del poder familiar era Anguinán (curato de Famatina) donde Juan Amaranto tenía una finca- que había heredado de una tía- en la que se producía vino y algunos cereales y del que José Nicolás era cura y vicario. Por otra parte José Domingo tenía una propiedad en Los Llanos que había heredado de un tío. Siguiendo sus carreras vemos como estos hombres fueron ocupando diversos lugares en el entramado administrativo cubriendo de forma intermitente pero sostenida puestos destacados. Algunos episodios ilustraran lo que decimos.
En 1795, el
gobernador intendente de Córdoba Sobre Monte designa a Juan Amaranto
subdelegado de Real Hacienda y comandante de armas de La Rioja[52].
Aparentemente cuando recibe la noticia, Ortiz de Ocampo se encontraba al
partir hacia Salta para atender “sus intereses” y habría sido por este motivo que
desestima el nombramiento y renuncia a él. Gracias a un proceso que se abre en
contra de Amaranto unos años más tarde, en 1798, nos enteramos en que
consistían sus negocios en Salta. El juicio que se le sigue y por el cual se lo
encarcela refiere al tráfico y comercio ilegal de tabaco salteño que vende en
el curato de Famatina donde, según las autoridades, es imposible disimularlo
por “hallarse abastecido el estanco del
partido” con el que viene del Paraguay[53].
En el negocio están implicados sus hermanos. José Domingo, según testigos es
quien comercializa el tabaco en Los Llanos, donde tiene su estancia, y
Francisco Antonio, quien revestía por entonces funciones de alcalde de
No obstante, las
consecuencias para la familia no habrán sido muy graves ya que en 1806 José
Nicolás sigue cumpliendo funciones de párroco en Anguinán,
en 1809 Amaranto figura como Alcalde del primer voto en el Cabildo de
Por su parte
Francisco Antonio quien había ido a Buenos Aires para hacer frente a los cargos
que existían en su contra por su desempeño como alcalde de hermandad a la luz
del escándalo del tabaco, se queda en dicha ciudad donde lo encontrarán las
invasiones inglesas. Su desatacada participación en dicha coyuntura y la amistad
trabada con Liniers le valdrá su cargo de comandante militar en el ejercito
auxiliar del Perú llegando incluso a ocupar la función de Presidente de Charcas[58].
Volvió a la región y en 1814 fue elegido Gobernador Intendente de Córdoba lo
que implicaba tener bajo su jurisdicción la tenencia de gobernación de
Algo diferente
ocurrió con otra de las familias importantes de
Por último, si
atendemos ahora al grupo de clérigos que cumplió la función de Vicario foráneo,
la más destacada dentro de la estructura diocesana local, observamos que se
repiten los apellidos más importantes de la elite- del Moral, Villafañe, Castro
Barros, Ortiz de Ocampo, de
Tabla N° 3: Vicarios Foráneos
de La Rioja
Año
con mención al ejercicio del cargo |
Titulo |
Nombre
y Apellido |
Cargo |
1782 |
Maestro |
Miguel
del Moral |
Vicario Foráneo |
1796/1803/1810/1813 |
Maestro |
Nicolás
Carmona |
Vicario
Foráneo, Juez subdelegado de Diezmos |
1803 |
Dr. |
Juan
Gregorio Villafañe |
interino |
1806 |
Dr. |
Pedro Ignacio de Castro
Barros |
cura interino y
vicario foráneo y sacristán mayor propietario |
1812 |
Maestro |
José
Nicolás Ortiz de Ocampo |
Vicario foráneo |
1812 |
Maestro |
José
Andrés del Moral |
“Cura Rector y
Vicario foráneo interino” |
1819 |
Maestro |
Juan
José Espinosa |
Cura rector y
Vicario Foráneo excusador |
1830/1832/1833 |
Maestro |
José
Nicolás Villafañe |
|
1836/1838 |
Dr. |
Pedro
Antonio de la Colina |
|
1845 |
Maestro |
Luis
Severino de las Cuevas |
“Vicario delegado de la Provincia” |
1858 |
|
Tristán Sotomayor |
|
Fuente: elaborado a partir de datos
recolectados en AAC, Leg. 31, T. VII, Leg. 15, Carpeta 006, Leg. 20, t.
II, Leg. 34, T. III, Leg.
14, carpeta 028 y AGN-X 5-6-5.
Salvo dos casos, Pedro Ignacio de Castro Barros y Nicolás Ortiz de Ocampo ninguno de los restantes vicarios foráneos ni clérigos riojanos accedió a algún lugar destacado fuera de La Rioja, ni dentro de la jerarquía diocesana. De esta manera eran en los ámbitos locales los espacios donde se jugaban más preciados lugares del poder. Esto podría explicar la virulencia de las disputas locales.
Balance final
Como hemos podido constatar los eclesiásticos riojanos estaban estrechamente ligados a la restringida elite local que dadas sus particulares características endogámicas, limitaron las posibilidades de ampliación del número y sobre todo la calidad del clero local situación que, avanzado el siglo XIX, se patentizaría en la acuciante escasez de sacerdotes[65].
La lógica social
riojana marcada por las disputas de poder entre Casas imprimió un carácter
corporativo a la sociedad y a las formas de comportamiento (colectivo) de todos
sus miembros. Ello explica que las más de las veces observemos a los clérigos
proceder como parte de sus Casas y no como representantes y miembros de
Las consecuencias de un clero falto de “profesionalización”, esto es que no estaba compenetrado con sus labores pastorales ya que el ejercicio del sacerdocio no era su única forma de vida, propició la inercia de un modelo de cura bastante indiferenciado de su feligresía. La forma en la que se condujeron los eclesiásticos riojanos denota su apego a una forma familiar de relación con el medio en el que desempeñaban sus labores pastorales y da cuenta de la falta de límites entre los múltiples niveles de pertenencia.
Al mismo tiempo,
que todo lo antedicho retrasó en
Consideramos que hasta las tres primeras décadas del siglo XIX las características de la sociedad, pero también de las formas de relación política que en parte reproducían las lógicas facciosas de las Casas, definieron que los ámbitos locales fuesen los espacios más preciados para el ejercicio del poder. Fue en esos ámbitos donde se jugaban las cuestiones más importantes para esa elite. Esta situación, sin dudas esta relacionada con las propias restricciones políticas y económicas del espacio local pero también con la necesidad de hacer pervivir un mundo centrado en sus propios valores que eran los que daban sentido al acontecer cotidiano de los riojanos. En ese mundo, los hombres que ejercían el sacerdocio tenían un plus, y por ello pudieron conservar un lugar destacado en el concierto social.
El mundo clerical riojano
En la Vicaria Foránea de La Rioja, entre finales del siglo XVIII y Principios
del XIX
Resumen
El presente trabajo pretende contribuir al conocimiento del clero de la región del Tucumán a partir del estudio de los eclesiásticos de La Rioja. Dos las cuestiones que nos interesan especialmente: el perfil del clero riojano y su forma de inserción e interacción social. Ambas cuestiones revelan no sólo cómo era ese clero, sino también la sociedad en la que éste interactuaba. Creemos que el hecho de que la mayoría de los sacerdotes riojanos que tuvo actuación pastoral en la Vicaria foránea haya pertenecido a la restringida elite local, así como las características propias y particulares de dicha sociedad limitaron las posibilidades de ampliación de su número y sobre su calidad. Al mismo tiempo retrasaron su “profesionalización” y la normalización de la propia organización interna de la Vicaria.
Palabras clave: clero – La Rioja – pastoral
Valentina
Ayrolo
The
clerical world in the foreign vicarship of La Rioja,
between the late eighteenth and early nineteenth and early nineteenth centuries
Abstract
This paper aims to contribute to the knowledge
of the clergy in the region of Tucumán from the study of the Church of La
Rioja. There are two issues that interest us especially: the Rioja clergy´s
profile and their type of social participation and interaction. Both issues
reveal not only what the clergy was like, but also the society in which it
interacted. We believe that the fact that most of the priests who had a pastoral participation in the
foreign Vicarship and at the same time belonged to the restricted local elite, as
well as the specific and particular characteristics of that society, limited
the possibilities of expanding their number and quality . At the same time they
delayed their "professionalism" and standardization of the internal
organization of the Vicar.
Keywords: Clergy -
La Rioja - Pastoral
Valentina
Ayrolo
* Este trabajo forma parte de mi
proyecto de investigación actual centrado en historia social y política de
** CONICET-CEHis, Universidad Nacional de Mar
del Plata, Argentina. vayrolo@gmail.com
[2] “La región
eclesiástica del Tucumán está conformada por las diócesis de Salta y Córdoba y
el recorte temporal que la explica nos sitúa entre los años de la
pos-independencia y los 40 del siglo XIX. En la conformación de la región el
origen común, juega un rol importante dando coherencia al todo y permitiendo
que la región pueda ser definida en términos histórico-culturales”. Ayrolo, Valentina, “Historia regional comparada ¿una nueva posibilidad
analítica?”, en Mata de López, Sara y Nidia Areces (coords.),
Historia Regional. Estudios de casos y reflexiones teóricas, EDUNSa./CEPIHA, Salta, 2006, p. 110.
[4] Mapa realizado por Cristian Werb a quien agradezco.
[5] Caretta, Gabriela y Valentina Ayrolo,
“Clérigos seculares del Tucumán entre la colonia y la independencia
(1776-1810)”, en Aguirre, Rodolfo y Lucrecia Enríquez (coords.),
La iglesia Hispanoamericana de la colonia a
la república, México, Editorial Plaza y Valdés, Ediciones
Universidad Católica de Chile, 2008, pp. 45-70.
[6] Ayrolo, Valentina,
“Cura de almas. Aproximación al clero secular de la diócesis de Córdoba del
Tucumán, en la primera mitad del siglo XIX”, en Anuario IEHS, N° 16, UNCPBA, Tandil, 2001, pp. 421-443.
[7] Debemos aclarar que no existe un reservorio único
para las fuentes de
[8] La población
de Córdoba en 1813. UNC, Córdoba, 1995, p. 32.
[9] La “Razón de los curatos, curas y clérigos que
hay en la ciudad de Rioja” esta en AAC, Leg. 20, T. II. Si bien el encabezado del documento alude
solo a la ciudad la descripción se refiere a los cuatro curatos rurales y al de
la ciudad.
[10] Vale la pena aclarar nuevamente, que dentro de
este grupo no se consignan los regulares intra-clausura.
Para ese grupo sólo contamos con datos para el convento mercedario donde hubo
entre 1769 y 1816 una media de 4 religiosos. Archivo del Convento Mercedario de
Córdoba [En adelante ACMC] La Rioja, (RIO) Libros de inventarios, escrituras,
tratados, consultas, gastos,…, Tomo VII, Libro de visitas generales y
provinciales 1764-1816. Por otro lado conocemos los nombres de los responsables
de las ordenes existentes en
[11] Una carta suya pidiendo facultades al Provisor
de Córdoba, fechada en Los Llanos el 19 de agosto de 1843, IEA, documento N° 1871.
[12] El origen de Morales es San Juan y se lo
denuncia en Famatina por estar amancebado. AAC,
[13] Para el Río de
[14] Sobre este asunto se puede consultar: Caretta,
Gabriela y Valentina Ayrolo, “Clérigos seculares del
Tucumán entre la colonia y la independencia (1776-1810)”, en Aguirre, Rodolfo y
Lucrecia Enríquez (coords.), La iglesia Hispanoamericana de la colonia a la
república, México, Editorial Plaza y Valdés, Ediciones Universidad
Católica de Chile, 2008, pp. 45-70.
[15] Un balance sobre este tema en: Ayrolo, Valentina y Gabriela Caretta, “Oficiar y gobernar.
Apuntes sobre la participación política del clero secular de Salta y Córdoba en
[16] Larrouy, P. A, Documentos del
Archivo de Indias para
[17] AAC, Leg.
39, Comunicaciones con el Gobierno
Provincial, T.1.
[18] Claramente es el caso del
Maestro en Artes Vicente de
[19] Hablamos de una Iglesia colonial
para diferenciarla de
[20] AAC, Leg.
17.
[21] AAC, Leg.
24, T. II, 07 y 08.
[22] Sobre este tema nos explayamos
en: “Mediadores en “zona de contacto” La acción de los seglares en algunas de
las tareas religiosas”, ponencia presentada en XVI
Jornadas sobre Alternativas Religiosas en América Latina. Asociación de
Cientistas Sociales de
[23] Vale la pena aclarar que el
concurso de 1815, absolutamente irregular si se considera el llamado, la
sustanciación y la confección de ternas, fue el ultimo que se hizo hasta 1859.
Posteriormente van a dejar de usarse como mecanismo para cubrir vacantes parroquiales.
Ayrolo, Valentina, 2008, ob.cit.
[24] Dentro de las soluciones que
avizoraba el obispo Abad e Illeana para subsanar las
dificultades de los llamados a concursos y la poca afluencia de candidatos,
estaba la de hacer llamados más espaciados en el tiempo para más de un curato.
Larrouy, P. A, 1927, ob.cit., p. 279. Mientras tanto, evidentemente,
la forma de cubrir las vacancias era por interinatos.
[25] AAC, Leg.
17.
[26] Sobre este asunto puede
consultarse mi trabajo: Ayrolo, Valentina, “Los
ámbitos de la educación como enclaves de poder. Córdoba del Tucumán entre la
colonia y la Independencia”, en Aguirre Salvador, Rodolfo (comp.),
Iglesia y educación en Hispanoamérica
colonial. Instituciones, personajes y prácticas educativas,
Instituto de Investigaciones sobre
[29] La escasez de clero en la
diócesis comienza a sentirse con fuerza a partir de los años 1830. Sobre el
particular he trabajado en: Ayrolo, Valentina, “Cura
de almas. Aproximación al clero secular de la diócesis de Córdoba del Tucumán,
en la primera mitad del siglo XIX”, en Anuario IEHS, XVI, UNCPBA, Tandil, 2001, pp. 421-443.
[31] Dellaferrera, Nelson, 1997, ob.cit.
[32] Datos propios a partir de la
información existente en AAC, Córdoba, Argentina, Legajo Nº 11, Seminario.
[33] Benito
Moya, Silvano, La Universidad de Córdoba del
Tucumán en tiempos de Reformas. Prácticas culturales y nuevos paradigmas
(1701-1810), Universidad Nacional de Córdoba, 2009, Tesis Doctoral,
inédita, pp. 43-44.
[34] En un solo caso, el de José
Patricio Tagle, se menciona que para estudiar, “se dirigía a Charcas pero se demoro en Córdoba”. AAC, Leg 24, 007, Fs. 9. Por otro lado, en los listados de
alumnos para los años 1776-1809 de
[35]ACMC, RIO, Libros de inventarios,
escrituras, tratados, consultas, gastos…, Tomo VII, Libro de visitas generales
y provinciales 1764-1816, “Visita del 18 de agosto de 1803”.
[37] Analicé el tema de los perfiles
clericales y sus matices en: Ayrolo, Valentina,
“Entre los fieles y dios, hombres. Observaciones acerca del clero secular de
[38] AAC, Leg.
17,
[39] En la visita de Renca, San Luis
también en la diócesis de Córdoba por aquel entonces, Rodríguez había exhortado
a los fieles para que exigieran a los párrocos y ayudantes que les enseñen la
doctrina cristiana acto que debía realizarse luego del evangelio. También el
visitador recomienda insidiosamente que si dicho sacerdote se negara a enseñar,
se le cerrasen las puertas de
[40] El convento contaba además con un
ejemplar del libro de Carlo Antonio Erra, Historia
del Viejo y Nuevo Testamento, Imprenta Real (Madrid), 1787, muy
usado por aquel entonces.
[41] ACMC, RIO, Libros de inventarios,
escrituras, tratados, consultas, gastos…, Tomo VII, Libro de visitas generales
y provinciales, 1764-1816.
[43] Los “casos y dudas” referían a
diversos aspectos de la confesión (solicitación, absolución de pecados de
diverso grado), de la celebración y consumación del matrimonio (averiguación de
libertad, grado de afinidad, y dispensas), a los sacramentos de la muerte:
confesión, extrema unción y viático y por último era objeto de examen la
conducta de los clérigos ligada al ejercicio de actividades vedadas para ellos
como el comercio, o a prácticas como el ayuno.
[45] Thames era sacristán de la
iglesia rectoral de
[46] Adherimos al análisis realizado
por Roxana Boixados específicamente para el caso
riojano. Ver: Boixadós, Roxana, "Familia,
herencia e identidad. Las estrategias de reproducción de la elite en
[47] Halperin
Donghi, Tulio, Revolución
y Guerra. Formación de una elite dirigente en
[48] Guerra, François-Xavier, “De la
política antigua a la política moderna: algunas proposiciones”, en Anuario IHES, Nº 18, 2003, pp. 201-212 y
del mismo autor “Hacia una nueva historia política: actores sociales y actores
políticos”, en Anuario IEHS, Nº
4, 1989, pp. 243-284.
[49] Boixados,
Roxana, 2001, ob.cit., p. 173 y "Familia e
identidad en
[50] Sobre la familia Villafañe puede
consultarse el trabajo de Boixados, Roxana, “Bosquejo
de una historia familiar: los Villafañe y Guzmán de
[51] Además María Juana Ortiz de
Ocampo, hermana de éstos era monja catalina en Córdoba.
[52] Información
tomada de Serrano Redonnet, J. A., “Los Ortiz de
Ocampo”, en Revista del Centro de Estudios
Genealógicos de Buenos Aires, Año 1, N° 1, Buenos Aires, 1979, p.
185.
[53] El proceso esta en IEA, N° 4063.
[54] Juan Amaranto había heredado de
su tía Mariana Villafañe y Dávila una chacra con viña y cereales en Anguinán. Según señala su hermano, el cura José Nicolás “Las viñas, como se ha dicho producen anualmente por
más de dos mil quinientas cargas entre vino, y aguardiente… La ciudad de Salta
es la que consume más estos efectos, y en ella se vende”. AAC,
“Padrón del curato de Santa Rosa de Anguinán, Famatina,
[55] Ver: Escobedo Romero, R., “Redes
de importación, distribución y comercialización del tabaco en los siglos XVII y
XVIII: el monopolio español del tabaco entre la gestión privada y la pública”,
en Actas del X Simposio de Historia
Económica «Análisis de Redes en
[56] En
este sentido convendría realizar un estudio relacional que nos permita
constatar los vínculos de los Ortiz de Ocampo con el Gobernador Intendente.
[57] Una abundante y detallada
descripción de los cargos que los cabildantes Inocencio del Moral, José Vicente
Luis de Cabrera, José Laureano de Molina y José Nicolás Carreño, presentaron
contra Domingo Ortiz de Ocampo ocupan varias fojas en Archivo General de
[58] AGN, Sala X, 3-10-6. Agradezco
el dato a Alejandro Morea.
[59] En 1821 Francisco Antonio llega a
la gobernación de
[60] Unos años más tarde Pedro A. de
[61] Curiosamente pero confirmando lo
que venimos señalando, un hijo de Juan Amaranto, Amaranto Ocampo y Luna se casa
con Francisca Solana Dávila única heredera del mayorazgo de Sañogasta
uniendo de esta manera a las dos Casas que se enfrentaron durante la segunda
mitad del siglo XVIII y buena parte del XIX. El hijo mayor de éstos, llamado
Ramón de Brizuela y Doria, heredará dicho mayorazgo que se parece disolverse
recién en 1917. Más datos en: Serrano Redonnet,
J. A., 1979, ob.cit.
[62] Sobre
este asunto ver: Boixados, Roxana,
"Familia, herencia e identidad. Las estrategias de reproducción de la
elite en
[63] La participación de Granillo a
favor de los Brizuela y Doria la he abordado en dos trabajos anteriores: Ayrolo, Valentina, “Política, mediación e identidades en
[64] Según
señala Boixados la elite riojana seria de pequeñas
dimensiones y estaría conformada por unos diez o doce apellidos destacados. La mayoría
de estas familias vivían en condiciones modestas y a partir del siglo XVIII se
evidenciaría una tendencia a la concentración de alianzas matrimoniales dentro
de un limitado grupo de familias, cuestión que se evidencia en el aumento de
las solicitudes de dispensas matrimoniales, consolidándose la endogamia como
práctica. Boixados, Roxana, 2001, ob.cit., pp. 152-153.
[65] Informe del obispo Ramírez de
Arellano del año 1868. AAC, Libro de Notas (1859-1873).
[66] AAC, Libro de Notas (1859-1873),
Fs. 216.