Revista
Andes, Antropología e Historia
Vol.
2, Nº 31, Julio - Diciembre de 2020
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Reseña
María Soledad Gonzáles, Victoria Ocampo. Escritura, poder y representaciones,
Prohistoria Ediciones, Rosario, 2018, 182 páginas.
Sofía Estrabis Guantay
Universidad Nacional de Salta
sofiestrabis@gmail.com
La sonoridad del nombre de Victoria Ocampo sigue
haciendo eco no sólo en el mundo de las letras y la alta cultura, sino también
en el ámbito académico-científico. Si bien, los impulsos renovados del campo
historiográfico -en dialogo interdisciplinar con otras ciencias sociales- han
permitido reivindicar a las mujeres como sujetos históricos; el abordaje de las
intelectuales argentinas del siglo XIX y XX aún es un terreno poco explotado.
Desde esta preocupación, María Soledad Gonzáles nos ofrece Victoria Ocampo.
Escritura, poder y representaciones, como producto de una tesis de
maestría en Ciencias Sociales con mención en Problemas Políticos, defendida en la Universidad Nacional
del Centro de la Provincia de Buenos Aires. Así mismo, la presente obra abreva
en el estudio de las configuraciones y trayectorias intelectuales en la
Argentina metropolitana y periférica durante el siglo XX que, la autora, está
realizando en el marco de su tesis doctoral.
Para el caso de Victoria Ocampo, aún
es perentoria su imagen como soberana de las letras, embajadora de la alta
cultura y mujer transgresora como exponente del feminismo liberal. En este
sentido, Soledad Gonzáles desde una propuesta superadora, nos invita a analizar
a Victoria Ocampo desde un prisma de complejidad capaz de descomponer los
múltiples matices que la constituyen. De
este modo, se nos presenta una Victoria polifacética, atendiendo a su condición
de intelectual y de mujer patricia. Es
precisamente, el punto neurálgico de este libro, la reconstrucción de su figura
y trayectoria a partir de una historia intelectual que privilegie el análisis interseccional de género y clase. Esta lógica transversal,
nos aleja de recortes cronológicos lineales y fijos, postulando una trama argumentiva sobre la base de nudos problemáticos, plasmados
en cinco capítulos.
La autora parte de una relectura de
Victoria Ocampo desde una doble perspectiva de género y clase, atendiendo a
tres dimensiones fundamentales: como mujer, como intelectual y como miembro de
la elite porteña. Desde esta óptica, la interseccionalidad
deja ver los resquicios a través de los cuales, las mujeres intelectuales de
las elites han edificado y transitados sus vidas; a veces como excepcionales y
otras como complementarias a sus contrapartes masculinas. En este sentido, la
autora plantea la necesidad de matizar esta visión polarizada entre la
trasgresión y la pasividad, subrayando la capacidad de agencia de estas
mujeres, pero sobre la base de una serie de parámetros de clase que permitieron
ciertos deslizamientos de la regla. De modo tal, Gonzáles nos sugiere invertir
la ecuación para el caso de Victoria Ocampo. A pesar de que su condición de
mujer fue un factor limitante en su vida, su pertenencia a la elite, le
permitió el despliegue de diversas estrategias para consolidarse no sólo en el
campo intelectual y cultural, sino también alcanzar una posición preeminente
hacia el interior de su propia clase.
Por lo tanto, la interseccionalidad de género
y clase, nos permite despojar la figura de Ocampo de su carácter excepcional,
para redimensionar su agencia dentro de una trama relacional más amplia; que
nos aproxime a la comprensión del universo de las elites, la construcción del
poder, las representaciones sociales y la cultura política del siglo XX.
Desde una opción metodológicamente
cualitativa, se privilegiaron aquellas fuentes de carácter más testimonial a
fin de recuperar la voz de Victoria Ocampo en primera persona. Esta elección de
colocar la narrativa en primera persona como eje estructurante; responde a una
preocupación mayor de la autora, por recuperar para el análisis histórico las
cuestiones identitarias y subjetivas en torno a las textualidades.
En este sentido, el extenso corpus autobiográfico y epistolar nos acerca a un
esquema de percepciones de un orden simbólico interiorizado, que tiene su
correlato en la construcción subjetiva, identitaria y discursiva. De este modo, en la pluma de Victoria cuajan
discursivamente las múltiples dimensiones de su subjetividad e identidad: como
primogénita del linaje, como mujer patricia, como escritora, como mecenas de la
alta cultura y como feminista liberal, antifascista y anticomunista. De esta
manera, Victoria encontró en el lenguaje un modo de representar (se) y
representar su realidad, es decir estamos ante un “yo” performativo
que encuentra en el acto escriturario su propia significancia.
Sin apartarnos de esta línea, los
derroteros de Victoria Ocampo como intelectual, mecenas, embajadora cultural,
fundadora de la revista y editorial Sur y
productora de sus propias autobiografías; evidencian que la construcción del
“yo” es el meridiano que hiende toda su trayectoria vital e intelectual. Un
abordaje a contra pelo de vertiente psicoanalítica, nos permite desentrañar los
complejos de inferioridad, inseguridades y miedos que nutrían la necesidad de
trascendencia y la incesante búsqueda de posicionarse en el centro de la
escena. Esto nos lleva a postular que toda configuración subjetiva e
identitaria se forja en relación a la alteridad, es decir a otro que se supone
distinto, desconocido y quizás amenazante. Así Gonzáles afirma que, la
percepción de un nosotros relativamente homogéneo conlleva por oposición una
representación de los otros. En este sentido, el tono explícitamente
discriminatorio con el que Victoria percibe todo lo ajeno a su
mundo-especialmente a las clases populares-, nos lleva sostener que su
identidad de mujer patricia se reafirma en función a esta “otredad”. Es
precisamente, su autopercepción como patricia y soberana de las letras, corresponden a categorías forjadas
sobre los distintos niveles de alteridad y que delinean los axiomas
fundamentales que rigen la vida de Victoria.
Si bien, el espectro temporal de la
obra focaliza la vida intelectual de Victoria en sus años cenitales-entre la
década del treinta y los setenta- paradójicamente estos son coincidentes con
periodos de profundas transformaciones sociopolíticas. Principalmente, la
irrupción de las masas en vida política y las demandas por una mayor
democratización social, ensombrecieron el horizonte histórico e identitario de la elite a la cual pertenecía. A pesar que
en estos momentos de crisis, se reconfiguran las subjetividades e identidades,
Ocampo se erige como guardiana de la memoria al evocar su pasado familiar
aristocrático; emprendiendo también una misión pedagógica y civilizatoria a
través de sus empresas intelectuales. De esta manera el análisis del ego que
propone la autora, se inscribe dentro de las constelaciones discursivas,
ideológicas, culturales, sociales y políticas; resaltando la importancia del
dialogo entre el yo escriturario-texto-contexto.
Finalmente, la obra reseñada no constituye un mero
relato autobiográfico sobre la fundadora de Sur, muy por el
contrario representa un abordaje sugerente y enriquecedor desde una historia
intelectual que brega en la interdisciplinariedad y privilegia el análisis interseccional de género y clase. Entre estos intersticios
angostos, oscuros y contradictorios, podemos reconstruir a Victoria Ocampo como
sujeto histórico e insertar su agencia- y la de otras mujeres intelectuales- en
este complejo universo reticular argentino del siglo XX.