Revista Andes, Antropología e Historia

imageVol. 2, Nº 31, Julio - Diciembre de 2020

 

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JORNADAS CULTURALES DEL VALLE CALCHAQUI: RECONSTRUCCIÓN DE UNA EXPERIENCIA EN EL ÁMBITO CULTURAL DE LOS “CERROS ALTOS”

 

WORKSHOP IN THE CALCHAQUI VALLEY: RECONSTRUCTION OF AN CULTURAL EXPERIENCE IN THE “HIGH VALLEYS”

 

 

Susana Inés Herrero Jaime

Instituto de Investigaciones sobre el  Lenguaje y la Culturas (INVELEC)

Consejo Nacional de Investigaciones  Científicas y Técnicas (CONICET)

suziherrero@gmail.com

 

 

Fecha de ingreso: 10/02/2020 

Fecha de aceptación: 10/09/2020 

 

 

Resumen

La última dictadura cívico-militar significó el cierre y el silenciamiento de muchas actividades culturales que se desarrollaban en la provincia de Tucumán (Argentina). Sin embargo, dentro del ambiente de omnipresente censura existieron espacios que atravesaron ese período y continuaron en democracia. Tal es el caso de las Jornadas Culturales del Valle Calchaquí (JCVC), organizadas por el Centro de Estudios Regionales (CER) y la Peña Cultural “El Cardón” entre 1981 y 1999. Dicho Centro fue fundado por un grupo de intelectuales de la región destacándose la figura del filósofo y teólogo Gaspar Risco Fernández. En lo que sigue realizaremos una reconstrucción de esta experiencia atendiendo al contexto histórico, a la presencia de cambios y continuidades perceptibles en su desarrollo y a su integración dentro del conjunto de actividades del CER. Nuestra hipótesis es que esta institución se constituyó en el núcleo integrador de una gran cantidad de actividades que pretendían conocer y comprender la región, y que entre ellas, las Jornadas se convirtieron en un espacio de fertilidad y proyección de nuevas propuestas con idéntico objetivo pero incorporando como plus el cambio de locus enunciativo. Todo ello es además una muestra de las ideas que el mismo Risco Fernández venía desarrollando desde otros espacios culturales.

 

Palabras clave: Región, Noa, Calchaquí, Filosofía, Intercultural

 

 

Abstract

The last civic-military dictatorship meant the closure and the silencing of many cultural activities that were taking place in the province of Tucumán (Argentina).  However, in a situation of  permanent censorship, there were spaces that passed through that period and continued in democracy. Such is the case of the Cultural Meetings of the Calchaquí Valley, organized by the Center for Regional Studies (CER) and the Cultural Center "El Cardón" between 1981 and 1999. This Center was founded by a group  of intellectuals from the region, standing out the philosopher and theologian Gaspar Risco Fernàndez. We will carry out a reconstruction  of this experience, taking into account the historical context, the presence of changes and continuities  in its development and its integration into CER's activities. Our hypothesis is that this institution  became the nucleus of a large number of activities that sought to know and understand the region. Among those activities, the Meetings  became a fertile space of projection of new proposals, with similar objectives, but incorporating  the change of the enunciative locus as a plus. All this is also a sample of the ideas that Risco Fernández himself had been developing from other cultural spaces.

 

Keywords: Region, Noa, Calchaquí, Philosophy, Intercultural

 

 

 

 

Introducción

 

Tal como lo explican las investigadoras Fabiola Orquera y Soledad Martínez Zuccardi en su artículo ¿De qué hablamos cuando hablamos del Noroeste argentino? Configuraciones culturales de un imaginario regional[1], la producción cultural en el Noa estuvo vinculada a tres ejes centrales: el sistema económico dominante –la industria azucarera–, la institución regente –la Universidad Nacional de Tucumán– y el ámbito de los Valles Calchaquíes[2]. De este modo pueden identificarse tres matrices simbólicas que se yuxtaponen: la que refiere a la vida y los conflictos generados a partir de la producción económica, la que proviene de corrientes estéticas originadas en los centros capitalinos, y la que se nutre de las culturas originarias. La primera tiene lugar en el “llano zafrero”, la segunda en las ciudades y la tercera “en los cerros altos[3]. De este modo a diferencia de las culturas metropolitanas cuyos desarrollos culturales estuvieron influenciados por paradigmas de corte europeo, la producción intelectual del Noroeste argentino se organiza a partir de un marco en el que las corrientes extranjeras coexisten con “prácticas y valores de raíz andina” y están atravesadas por las experiencias y los conflictos suscitados por las formas de producción económicas dominantes de esta región[4].

Tal entrecruzamiento simbólico puede percibirse en la obra del destacado docente pensador e investigador Gaspar Risco Fernández, quien habiéndose formado como teólogo y filósofo en Salamanca[5] retorna a la ciudad de San Miguel de Tucumán y se desempeña en espacios universitarios[6] y no universitarios llevando adelante proyectos tendientes al fortalecimiento de la identidad regional[7]. De esta manera, la producción de Risco Fernández puede entenderse como “la expresión dinámica de un vivir-pensar-obrar[8]en la que la vida del intelectual y su praxis se vinculan dialécticamente[9].

En esta oportunidad haremos un recorte y nos dedicaremos al análisis de las “Jornadas Culturales del Valle Calchaquí” cuya organización fue uno de los objetivos anuales del Centro de Estudios Regionales, institución pública no estatal de la que Gaspar Risco fue fundador y presidente hasta 1984[10]. Estos encuentros constituyeron una experiencia singular por varias razones: por lo específico de su temática –siempre vinculadas al Valle–, su participación heterogénea –con investigadores de disciplinas diversas, estudiantes, y los propios vallistos–, su organización compartida –a cargo del CER, la Peña Cultural “El Cardón” y más adelante la Comisión Permanente Santamariana–, el momento histórico en el que se realizan –comienzan en medio de la última dictadura cívico–militar y continúan en democracia–, y el lugar en el que se llevan adelante pues no se trata de un centro universitario capitalino sino del interior de los Valles Calchaquíes, lo que implica un desplazamiento de los lugares comunes de producción del conocimiento.

Es por lo señalado que consideramos que la reconstrucción de estos encuentros y su estudio constituirán un aporte para la comprensión de la historia cultural regional del Noroeste argentino. Tal recuperación se realizó a partir del registro de las actividades anuales que bajo el título “Las responsabilidades y los días” los miembros del CER presentaban en su revista Cuadrante Noa, y de los boletines publicados luego de cada jornada. Estos últimos constituyen un material disímil y efímero pues dependían de las posibilidades económicas de cada contexto, razón por lo que hay una gran diversidad en la calidad, extensión y cantidad de ejemplares impresos.

 

El Centro de Estudios Regionales y las Jornadas Culturales del Valle Calchaquí:

 

El Centro de Estudios Regionales fue fundado el 21 de julio de 1972 por un grupo de intelectuales destacándose además de la figura de Risco Fernández, las del historiador Ramón Leoni Pinto y el escritor Octavio Corvalán[11]. Atravesados por la cosmovisión católica y simpatizantes –en mayor o menor medida– de las ideas de la Democracia Cristiana[12] el conjunto se autodefinió como

 

Un grupo interdisciplinario e independiente reunido sobre la base de preocupaciones compartidas” tales como “la conciencia de pertenecer a una realidad histórico cultural de vigorosos rasgos, hoy marginada del quehacer nacional, y de la situación de dependencia con respecto a una metrópoli que ignora a la región y le impone sus pautas en detrimento de su identidad[13].

 

Se sumaba a esta preocupación el desconcierto derivado de la crisis nacional y local pues el país estaba bajo la dictadura del General Alejandro Agustín Lanusse, y en 1966 se habían cerrado once de los veintisiete ingenios azucareros de Tucumán. Esto acentuaba el declive general y la falta de cohesión entre los sujetos más capaces del Noroeste[14]. Era por tanto necesaria la investigación y el estudio sobre esta región para contribuir a “una auténtica e integral transformación del Noroeste argentino” para que este vuelva a estar en condiciones de aportar “lo que fue capaz de dar a la nación en el pasado en términos de talento, iniciativa, liderazgo y normas de cultura[15].

Con esta posición el CER se inspiraba e intentaba integrarse a una tradición que había planteado de manera crítica la cuestión de la región del Noa y que según Gaspar Risco tenía un doble origen. Por un lado estaba ligada a la fundación de la Universidad Nacional de Tucumán y a la Generación del Centenario,  y por otro a las ideas de Bernardo Canal Feijóo[16]. Este pensador ensaya en De la estructura mediterránea argentina (1948), una serie de ideas que toman cuerpo en el Primer Congreso de Planificación Integral del Noa[17] y luego en la creación del Instituto de Planificación Integral del Noa (IPINOA) con sede en Santiago del Estero, Tucumán, Salta y Capital Federal[18].

Desde este marco el grupo comienza a reunirse y a llevar adelante actividades diversas como la investigación interdisciplinaria sobre temas atinentes a la región del Noroeste argentino y a la divulgación de sus problemáticas a través de conferencias y publicaciones. Una de ellas fue la revista –ya mencionada– Cuadrante Noa, “vehículo de identidad” del CER. Esta incluía en cada número una ficha bio-biográfica dedicada a personalidades destacadas de la región y una sección llamada “crónica” en la que se resumían las actividades realizadas. Además de esto, se publicaban hojas periódicas en La Gaceta, principal periódico de Tucumán, con el fin de convertir las investigaciones del Centro en ideas operantes y de presión para el esclarecimiento y el compromiso con la realidad local.

Este espíritu de estudio y praxis conduce al grupo en la década de los´80 a organizar la primera edición de las “Jornadas Culturales del Valle Calchaquí” que en lo sucesivo se realizarán sin pausa hasta 1999. Estos encuentros se caracterizaron por ser más flexibles que otros eventos académicos al priorizarse su dimensión experiencial. Luis María García explica esta idea del siguiente modo: “hablar de jornada es hablar de trabajo y recorrido, y también de fracción temporal precisa en la que se cumple una labor[19]. Se trataba de generar un encuentro en el que vallistos y urbanos realizaran juntos un camino reflexivo en el que pudieran ahondar en las propias experiencias de regionalidad, integrándolas y superando el desconocimiento con el que se “olvida y se descuida también la propia identidad” que “todavía late y fluye en el corazón de una cultura sustantiva[20].

Sin embargo, la intención de Gaspar Risco no era sólo la de intercambiar experiencias. Por el contrario, se trataba de posibilitar el acceso de los vallistos a instancias efectivas de conducción y decisión que “por derecho y según estilo de vida les corresponden” y que se vieron afectadas por “las superposiciones culturales y desigual diálogo de culturas propias de la región[21]. Se buscaba entonces colaborar en un proceso de empoderamiento de los habitantes del Valle pero no como imposición sino como práctica, como ejercicio de autonomía progresiva sólo desarrollable dentro de espacios de participación concreta. Según Risco, podían identificarse en los Valles Calchaquíes ciertas continuidades ecológicas y étnicoculturales que habían sido progresivamente resquebrajadas por el establecimiento de posteriores barreras jurisdiccionales[22]. Es por ello que la organización de las Jornadas era también una pequeña experiencia de regionalización comarcal. De este modo el evento se integraba a una planificación más amplia que se anexaba a aquella idea original que guiaba las intenciones de los miembros del CER y las preocupaciones del filósofo tucumano.

 

La Peña Cultural “El Cardón” y El Centro de Estudios Regionales

 

La década del ´80 comienza en Argentina bajo el poder dictatorial del General Jorge Rafael Videla[23] y de Lino Domingo Montiel Forzano en el escenario tucumano[24]. En este contexto de violencia y censura los miembros del CER –Enrique Wurschmidt y Jorge Bianchi–, junto con los responsables de la Peña Cultural “El Cardón” –Gustavo Bravo Figueroa y Raúl Rodríguez Drago–, comienzan a diagramar lo que en sucesivo se conocerá como las “Jornadas Culturales del Valle Calchaquí”[25]. Con este término se señalaba “una parte del Noroeste árido de mayor alcance territorial que el Valle Calchaquí de la provincia de Salta” tomando el nombre en un sentido “más culturológico que estrictamente geográfico” por lo que se incluía en él “el área de promoción del valle de Yocahuil, del río Santa María superior a inferior[26]. La singularidad de esta organización mixta nos obliga a hacer una pequeña referencia sobre la Peña para entender un poco más el espíritu de los encuentros y su contexto.

La Peña Cultural “El Cardón” fue fundada en 1947 por un puñado de tucumanos reunidos en la Sociedad Sarmiento. Su sede actual –la casona de calle Heras 50 en la capital provincial–, fue adquirida en 1970 cuando Gustavo Bravo Figueroa se desempeñaba como  su presidente honorario[27]. Con el paso del tiempo este espacio se transformó en uno de los principales pulmones de actividad cultural de la ciudad de Tucumán. Se organizaron allí salones de artes plásticas y encuentros de escritores, se creó una escuela de pintura infantil, una biblioteca y se editaron algunos libros[28]. Desde 1953 la entidad comienza a entregar “medallas al mérito” siendo algunos de los homenajeados Manuel J. Castilla, César Pelli, Héctor Zaraspe, Víctor Massuh, Daniel Alberto Dessein y Miguel Ángel Estrella, constituyéndose por tanto en una “alternativa de esfuerzo privado en la difusión de la cultura”[29]. A partir de su relación con el Centro de Estudios, la Peña se convirtió en co-organizadora de las JCVC: allí se desarrollaban reuniones previas y se recibían inscripciones, resúmenes y trabajos completos. En más de una oportunidad se organizaron mesas paneles con fines publicitarios o para presentar los boletines impresos que quedaban como resabio de cada año. Puesto que la idea era abordar aspectos que formaran parte de la problemática vital de los habitantes del Valle Calchaquí, los organizadores realizaban viajes a los pueblos para conversar con los lugareños y definirlos con ellos. Estas reuniones servían además para realizar entrevistas a autoridades y personalidades de la zona[30]. Con el tiempo los contactos permitieron establecer responsables fijos en cada pueblo, e incluso en su edición n° X se conformó una Comisión organizadora con sede en Santa María –Catamarca– que asumiría la responsabilidad casi total del evento.

 

Las Jornadas Culturales del Valle Calchaquí, período 1981 – 1983

 

La primera de las JCVC fue realizada los días 13, 14 y 15 de marzo de 1981 en Amaicha del Valle y Santa María. En esa oportunidad se consiguió el auspicio de la Lotería de Tucumán y de la Caja Popular de Ahorros de la misma provincia. Como tema se eligió “La arqueología del Valle Calchaquí” con la idea de “comenzar con las bases ancestrales de la cultura regional[31]. Durante los tres días que duró el evento se contó con la presencia de expositores vinculados a los museos arqueológicos de los Valles Calchaquíes salteños, tales como el Sr. Rodolfo Bravo, Director y propietario del Museo de Arqueología Calchaquí de Cafayate, el Sr. Pío Pablo Díaz, Director del Museo Arqueológico de Cachi, y el Sr. Agustín Piñeiro, Director Transitorio del Museo de San Carlos. Durante la tarde del segundo día, los participantes se trasladaron hasta las ruinas de Pueblo Viejo en las cercanías de Fuerte Quemado (Catamarca) y a las Ruinas de Quilmes, cerrando la actividad con una conferencia del Dr. Rodolfo Raffino.

Para las II JCVC[32] la temática fue “El Folclore en el Valle Calchaquí”, razón por lo que se realizaron tres homenajes a estudiosos e intérpretes del mismo: Tobías Rosemberg, Carlos Reyes Gajardo y Juan Alfonzo Carrizo[33]. A partir del detenido estudio de Luis E. Nieva sobre la quena y el siku o antara el auditorio pudo experimentar diferentes composiciones musicales que el autor de la ponencia ejecutó. Incorporó además pinkillo, anata, erquencho, y´hala –flauta traversa americana–, y una trompeta de piedra, reliquia aborigen de cientos de años de antigüedad[34]. Cada instrumento fue presentado haciendo referencia al sentido de su nombre, a sus connotaciones mágico–religiosas, material de construcción y área de dispersión. En las melodías se atendió a su estructura musical y autoría en el caso de haberla.

Fue de mucha importancia la conferencia de la Dra. Clara Passafari[35] “Promoción de las artesanías, balances y perspectivas” pues despertó inquietud suficiente como para quedar establecida como problemática de las III JCVC.

Una perspectiva más crítica se abre recién con el ensayo de Gaspar Risco Fernández “Folclore y política cultural”, donde se destaca cómo la finalidad última de estas Jornadas es la de procurar la promoción humana e integral del Valle Calchaquí. Esto quiere decir que más allá de la variación en las problemáticas abordadas todas deben encuadrarse dentro de este objetivo general y contribuir a su concreción. Esto plantea la necesidad de dotar a los futuros encuentros de una metodología que permita insertar los enfoques monotemáticos dentro de una política cultural. Para ello es fundamental tener en cuenta la existencia de un singular núcleo ético–mítico y su puesta a punto según los desafíos del proceso histórico, hasta llegar al proyecto concreto de desarrollo de cuyo juego democrático habría de surgir la opción por el modelo de Bien Común más apropiado[36]. A partir de este escrito podemos visibilizar cierta continuidad con aquella experiencia de promoción cultural que Risco Fernández había desarrollado en el interior tucumano hacia fines de los´60 con un marco de contención estatal. Lo “ético” y lo “mítico” son para el filósofo “existenciarios” en el sentido dado por Heidegger, es decir estructuras vitales que refieren al sustrato indígena y a su proceso de mestizaje con lo hispano. Advertimos además cómo a pesar del contexto dictatorial el pensador tucumano destaca la necesidad de espacios de debate que permitan poner en cuestión la manera en que una parte de la población se desarrolla frente a otra, esto es, la del Valle y la de la ciudad.

El evento se desenvolvió en la sala de la escuela “Claudia Veliz de Cano” en la Comuna de Amaicha del Valle, escenario que por la noche dio lugar a la presentación de grupos musicales y de danza[37] generándose –según el relato de Enrique Wurschmidt–, “una emotiva intercomunicación entre los forasteros y los pobladores del Valle[38].

Las III JCVC[39] –cuyo tema se adelantó en el párrafo anterior– tuvieron la peculiaridad de ser celebradas cada día en un pueblo diferente. Comenzaron en Amaicha, siguieron en  Cafayate y concluyeron en Santa María. En cada oportunidad fueron acompañadas de la organización de una feria artesanal. Las palabras de bienvenida fueron dadas por el Delegado Comunal de Amaicha Sr. Eulalio Segura, quien destacó la importancia que tienen para el Valle las artesanías y agradeció a los organizadores el privilegio de ser sede de la primera sesión del evento. Entre los expositores se contó con el Dr. Julián Cáceres Freyre, Director del Fondo Nacional de las Artes en el área de Folclore y Artesanías y con dos conferencias de la Dra. Clara Passafari[40]. Fue ella quien leyó para el auditorio un telegrama enviado desde París por la UNESCO en el que el embajador –ante el gobierno dictatorial de Reynaldo Bignone– Dr. Víctor Massuh, expresaba “su simpatía y los mejores votos de éxito para las Jornadas”, saludó a las instituciones responsables ambas “de genuino arraigo en la cultura tucumana” y celebró la organización del evento destacando la importancia del estudio de estos contenidos “de honda raigambre argentina”[41].

Es nuevamente Risco Fernández quien aporta una novedosa perspectiva de análisis al considerar al producto artesanal como un “objetomensaje”, y al mostrar cómo la relación comercial entre artesanos del Valle y consumidores citadinos puede leerse como una confrontación de lógicas desiguales bajo la forma específica de “superposición cultural”. Esto se debe a que una de las partes en tanto “heredera de la modernidad triunfante” se coloca en una situación de privilegio respecto de la otra. Esta realidad –y su consecuente responsabilidad– no debe ser eludida y es por ello que las Jornadas no pueden reducirse a un mero contacto de culturas. Por el contrario, se trata de procurar un encuentro que funde una nueva ecúmene en la que los participantes se enriquezcan recíprocamente en tanto que ninguno agota las formas de “ser humano[42].

Como ya dijimos estas tres primeras ediciones se llevaron adelante en plena dictadura militar, lo que nos hace preguntarnos cómo fue posible tal desenvolvimiento en una provincia como la de Tucumán que incluso antes del golpe del ´76 ya había padecido expresiones propias del terrorismo de Estado[43]. Si bien es difícil de entender, este recorrido de investigación nos lleva a arriesgar algunas hipótesis: Podemos afirmar que la organización en conjunto con una institución como La Peña “El Cardón” –que tenía una posición cultural bastante tradicional– no generaba demasiada sospecha. Según el relato de Hugo Ferullo, integrante del CER y organizador de las JCVC, por su relativa bohemia “nunca nadie vio ahí un foco de subversión (…) nunca tuvo el perfil de un lugar en el que se pergeñe una revolución[44]. Vimos a su vez que esta institución entregaba reconocimientos a personajes de la cultura reuniendo perfiles tan disímiles como los de Miguel Ángel Estrella y Víctor Massuh. Resulta interesante destacar que tanto el intelectual como el artista ocuparon los mismos cargos en la UNESCO, aunque en contextos históricos diferentes. Mientras que el primero lo hizo durante el golpe militar, el compromiso político y humanitario del segundo lo llevan a ser “Embajador de Buena Voluntad” en 1986 y en el 2003 embajador de la Argentina por esta institución[45]. El contrapunto entre uno y otro en lo atinente a sus ideas no deja de ser significativo. Claramente existía un vínculo previo entre Massuh y los miembros del CER ya que era tucumano y había estudiado en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán en el mismo período que algunos de ellos. Incluso suponiendo que los integrantes del CER no lo hubieran conocido personalmente, sí lo habían hecho a través de sus obras. Durante el receso estival de 1976 dedicaron un ciclo de estudio a su libro Nihilismo y experiencia Extrema. Más allá de esta especulación, es clara su simpatía por el grupo o, al menos, por la actividad realizada ya que él mismo la expresa en el telegrama al que hicimos referencia.

Por otro lado, recordamos la impronta católica de todo el equipo y la cercanía de varios de sus miembros con la Democracia Cristiana. Esta había mantenido vínculos complejos con el Onganiato al coincidir con éste en algunos aspectos de lo ideológico, en especial en su nacionalismo[46]. En efecto, el vínculo con el contexto resulta contradictorio, pues varios de los integrantes se habían desempeñado en cargos públicos en ese período[47] algunos lo volvieron a hacer durante los años de la dictadura iniciada en el ´76, mientras que otros, por el contrario, sufrieron cesantías o tuvieron que salir de la provincia[48]. La relación con la Universidad Nacional de Tucumán en la que la mayoría de los integrantes del Centro de Estudios se desempeñaban, también los hacía partícipes de los círculos de la intelectualidad local, aspecto que posibilitó –sobre todo en democracia– el acceso a los principales medios de comunicación de la provincia, en particular al diario La Gaceta. Todo ello nos muestra que se trataba de un grupo heterogéneo que no se hallaba exento de mantener relaciones con espacios de poder. Si bien no expresaron abiertamente su apoyo al Golpe de Estado, tampoco se opusieron expresamente a él, tratando de mantenerse al margen, con distintos matices en cada caso.

Siguiendo esta idea vemos cómo los temas abordados en las tres primeras ediciones de las JCVC –la arqueología, el folclore y las artesanías– siguen una línea más bien tradicionalista de la cultura en la que cabe más una perspectiva de tipo descriptiva, conservadora o patrimonial. No resulta problemático entonces ahondar en el pasado prehistórico del Valle ni reivindicar sus expresiones ancestrales –muchas de las cuales perviven en las producciones artesanales– y mucho menos recuperar antiguas mitologías, leyendas o refraneros –como el de Juan Alfonzo Carrizo–, siempre que sea desde una mirada descriptiva y no crítica propia por ejemplo del discurso homenajeante.

En este sentido podemos inferir que existía cierta ambigüedad en la percepción que los golpistas tenía sobre Gaspar Risco ya que si bien se había desempeñado en cargos públicos durante el onganiato también había sido obligado a renunciar a ellos[49]. No debemos olvidar además que entre 1978 y 1983 la última dictadura militar puso límites a sus funciones docentes en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Tucumán por motivos ideológico–políticos, lo que representó en realidad una “cesantía encubierta”[50].

 

Las Jornadas Culturales del Valle Calchaquí, período 1984 – 1990

 

Con el regreso a la Democracia en Argentina, la asunción de Raúl Alfonsín el 10 de diciembre de 1983 y de Fernando Riera en fecha similar, las Jornadas del año siguiente tituladas “El agua y la vida” se desarrollaron en un plano político y social totalmente diferente a las anteriores[51]. Gaspar Risco Fernández había regresado a la Universidad Nacional de Tucumán gracias a una designación interina que le permitió retomar sus clases de “Historia de la Filosofía Medieval”, cargo en el que se mantendrá hasta la finalización de su carrera como docente de grado.

El nuevo contexto implicó la reapertura de muchos lugares de participación que durante la dictadura fueron imposibles de mantener. El Dr. Ferullo recuerda ese momento como “una explosión de participación popular” pues existía en todos “un gran anhelo de colaborar (…) en todo lo que movilizara a una construcción colectiva”. De este modo se evidenció en las Jornadas una convocatoria bastante más importante que en las ediciones anteriores, así como también una mayor visibilidad. Prueba de ello fue la organización de tres mesas paneles entre los meses de febrero y marzo de 1984 para presentar y promocionar el evento[52] . La primera de ellas fue televisada –de la segunda y la tercera no podemos afirmar lo mismo–, siendo su escenario la casona colonial de la Peña Cultural “El Cardón”. En dicha oportunidad Enrique Wurschmidt y Gaspar Risco Fernández fueron los oradores por parte del CER y El Ing. Ramón Zuccardi junto al Dr. Alfredo Tineo por el de la Peña. El evento tuvo también mayor repercusión en los medios gráficos: el 17 de marzo del año siguiente el suplemento Literario Dominical de La Gaceta publica un comentario de Ramón Leoni Pinto en el que se hace referencia al evento pasado. En mayo, la UNESCO envía nuevamente una nota al CER felicitándolo por la excelencia de la publicación del boletín de las IV Jornadas y de las conferencias previas a la misma.

El trabajo expuesto por Risco Fernández en esa oportunidad destaca la presencia del enfoque sistémico en varios de los escritos, en especial en aquellos que tocan la cuestión ambiental. Se muestra cómo tal perspectiva es mucho más afín al modo de habitar de los vallistos que a la de los citadinos. Estos últimos deben recomponer constantemente la relación con el espacio natural no si antes pasar “por el rodeo de la abstracción conceptualizadora  y de la atomización científica[53]. Lo que nos interesa destacar de esta ponencia son aquellas ideas que completan las del año anterior y justifican la realización de estos encuentros. Para Risco, vallistos y urbanos son herederos de procesos históricos-culturales diferentes y paralelos. Los primeros de la confederación diaguita-calchaquí y de la heroica resistencia contra el invasor en América que terminó por obligarlos a replegarse a sus nichos ecológicos. Los segundos, son deudores de la  conquista y la colonización hispánica, de la urbanización fundacional y del mestizaje que quedó con las “riendas del poder en el Noa” aunque subordinadas al centralismo del Puerto de Buenos Aires. Esta anexión a lo nacional implicó la renuncia de lo más íntimo de las tradiciones culturales “para desaparecer en una totalidad abstracta, fácilmente reconocible y anexable a alguno de los imperialismos en vigencia”[54]así como también la intuición de saberse identitariamente escindido como resultado de “la estratificación de diversos mundos en conflicto”. Puede verse entonces que tanto el destino del Valle como del resto de la región del Noroeste argentino son solidarios. Sin la existencia de un sujeto integrado “hacia adentro” vano resultará cualquier intento de “equitativa integración hacia afuera”. Es por ello que el “nosotros” deberá conjurar tres mundos superpuestos: el Calchaquí; el Noa hispano–indígena y la racionalidad instrumental. En ello se juega un resultado de autoafirmación o de sometimiento de las diferentes subjetividades[55].

Lo poco que sabemos aún de las V JCVC lo conocemos a partir del relato de María Elena Vargas[56] maestra y participante del evento desde 1984, y de la ponencia de Gaspar Risco Fernández reproducida luego en su libro Cultura y Región[57]. Elena nos comenta que el tema abordado en esa oportunidad fue “Población y Educación en el Valle Calchaquí” y que fue una de las tres ediciones de mayor participación junto con la del año anterior y la siguiente, coincidiendo en esta percepción con las opiniones del Dr. Ferullo. Risco Fernández, por su parte, afirma que los informes estadísticos y los testimonios directos de algunas familias vallistas resultan “por la violencia del contraste[58]una instancia para la reorientación de las investigaciones a emprender. El filósofo afirma que la relatividad de los datos censales disponibles, la subjetividad de las categorías analíticas en juego, la evolución demográfica signada por el deterioro constante y jaqueada por el envejecimiento, la desmasculizanización o el éxodo, los avances de la urbanización, etc. son las razones por lo que se percibe la yuxtaposición de los planteos y la presencia de hipótesis contradictorias que oscurecen el problema. Frente a ello, la interpelación de hombres y mujeres “enhiesta como una lanza calchaquí[59]sobreponiéndose a su dignidad herida e interpelando del siguiente modo: “¿Por qué nos quedamos aquí? Porque aquí está nuestra familia. Queremos nuestra tierra. Trabajamos para que los jóvenes no se vayan. ¡Autoridades, basta, den soluciones! También nosotros queremos jubilarnos un día[60]. La observancia de esta situación conduce a Gaspar Risco a formular las siguientes preguntas:

 

¿Cómo hacer para que este secular reclamo de justicia rompa el cerco de su nicho ecológico sin que se diluya en la insignificancia  del lenguaje consumista? ¿Cómo hacer para que esta palabra ensimismada trascienda los bordes del silencio y gravite junto al discurso sindical con peso propio en la toma de decisiones?[61]

 

En esta edición las Jornadas obtuvieron el auspicio del Ministerio de Educación de la Nación[62]. Los responsables del evento realizaron un pequeño cambio organizativo al firmar un documento interinstitucional en el que explicitan que cada año surgiría una Comisión Permanente dedicada al evento y que se ocuparía de su preparación hasta el balance final. Ese año son designados como Presidente y Secretario General de la misma Luis María García y Pedro Vega[63].

En contraposición al caso anterior bastante sabemos de las VI Jornadas, abocadas al problema de la salud en el Valle Calchaquí. Fueron realizadas los primeros días del mes de mayo de 1986 en Amaicha y Santa María, y contaron con el auspicio de varias instituciones vinculadas a ese  ámbito. Es este el primer año en el que se incorpora un número significativo de mujeres en la comisión organizadora. Además de María Elena Vargas, se integran Mercedes Porcel, docente e investigadora de la carrera de Geografía de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán, Poldy Abbate, locutora, difusora de la cultura regional del Noa e investigadora de amplio recorrido[64], e Ivonne Bianco de Sacannavino, pedagoga egresada de la Universidad Nacional del Litoral y docente luego en la Universidad Tucumana. Bianco, ya había trabajado con Risco Fernández en los ´60 ocupando el cargo de Secretaria del Interior en el Consejo Provincial de Difusión Cultural.

Durante el desarrollo de las Jornadas se contó con la presencia de Delfín Gerónimo, Presidente de la comunidad Aborigen de Quilmes y con el Dr. Armando Pérez de Nucci quien pronunció la conferencia inaugural titulada “La medicina popular en el Valle Calchaquí”[65]. Allí se describió el contexto en el que discurre la medicina popular en el Valle reconociendo el lugar del curador o curandero y abriendo la posibilidad de entendimiento con la medicina legalizada[66] para proyectar una medicina única[67]. En el resto de los trabajos y talleres el problema de la salud y la enfermedad en el Valle se abordó desde diferentes perspectivas: a partir de estudios localizados –con inventario de dolencias y tratamientos–, análisis diagnósticos de condiciones sanitarias –laborales, habitacionales y también hospitalarias–, desde enfoques críticos –considerando aspectos sociales, políticos y entendiendo a la marginalidad como una “enfermedad social”–, y también desde su tratamiento en expresiones artísticas, en literatura y música. A partir de algunos colaboradores del Valle se logró reunir una serie de coplas en las que se trata el problema de la salud y que luego se publicaron en el boletín acompañando los trabajos[68]. Algunas de ellas son las que siguen:

 

Todos los yuyos tienen

La Virtú que Dios le dio,

A aquel que le tiene fe

Lo sana hasta de la tos.

Yo tengo un dolor no sé dónde

Y me duele no sé qué,

He´i de sanar yo sé cómo

Si me cura yo sé quién.

Santa cosa había sido

Para el mal del corazón.

Las espinas de la higuera

Y las hojas del cardón

 

Por último mencionaremos que ese mismo año –1986– José Vece, integrante del CER y organizador de las JCVC inicia por la emisora tucumana LV12 un programa radial semanal llamado “Dialogando con el Valle Calchaquí”. Su estructura estuvo organizada por ciclos temáticos que se sucedían todos los años. Comenzaba en enero con “Carnaval en el Noa”, continuaba en abril con “Semana Santa en el Noa”, “Celebración de los difuntos” en el mes de noviembre y “Navidad en el Noa” en diciembre. Su finalidad era hacer circular noticias e información sobre el calendario local de los pueblos del Valle Calchaquí y brindar a sus habitantes la posibilidad de expresarse por este medio. Con ello se pretendía cumplir los anhelos que el mismo Vece había expresado en su trabajo “Educación y cultura” presentado en la V edición de las JCVC[69]. Si bien el programa fue guionado y conducido por Vece, el resto de los participantes del CER colaboraban activamente en su producción. En los viajes organizativos que se hacían a los Valles antes de cada Jornada se recogía material que luego servía para el programa. Bajo responsabilidad nuevamente de Vece el 16 de febrero del ´86 aparece el primer número de la revista “Calchaquí”, que en el ´88 recibe una mención especial a nivel de prensa escrita por el Colegio Profesional de Servicio de Trabajo Social de Tucumán. Hacia 1992 el contenido del programa se reformula dando comienzo a una nueva etapa con las emisiones de “Calendario: de la Región al Continente” también transmitido por LV12.

En paralelo, Pedro Vega, también organizador y miembro del CER, viaja nuevamente a los Valles luego de la realización de las VI JCVC con el objeto de organizar dos eventos similares pero orientados a estudiantes de nivel secundario y terciario. En el primer caso el proyecto contemplaba la participación de dos instituciones: el Colegio Sagrado Corazón de Jesús de San Miguel de Tucumán y la Escuela Normal Técnica y de Bachillerato Laboral de Cafayate, Salta. El encuentro sería realizado en Cafayate y los estudiantes participarían con sus trabajos finales de Seminario. El segundo evento se concreta por primera vez los días 5 y 6 de octubre de 1990 en Santa María, llevando por nombre “Encuentro Cultural de Estudiantes Terciarios del Valle Calchaquí y Valles de Belén y Andalgalá”–Catamarca–. Se repite una vez más en 1992 los días 30 y 31 de octubre, adoptando una breve modificación en su nombre[70] pues se pretendía abarcar además de los Valles Calchaquíes los de Andalgalá y Tinogasta de la provincia catamarqueña. Este encuentro, coordinado por Vega junto a Luis María García, fue realizado en las instalaciones de la Escuela Normal Superior “Abel Acosta” de la ciudad de Santa María[71].

Este recorrido nos muestra el ímpetu y la voluntad de trabajo de todo el equipo. No debemos olvidar que el Centro de Estudios Regionales era una institución pública, no estatal y sin fines de lucro y, si bien en algunas oportunidades –y por contactos personales–, se conseguía algún tipo de ayuda económica, la misma era esporádica y eventual. Lo que sí queda en evidencia es cómo la institución comienza a aglutinar con el tiempo una gran cantidad de actividades, todas dirigidas al estudio de la región del Noroeste argentino.

En las dos ediciones siguientes se abordaron temas similares: En la VII fue “La economía en el Valle Calchaquí” –1987– y en la VIII “El trabajo y el hombre en el Valle Calchaquí” –1988–. En estos años la participación continúa creciendo destacándose las figuras de Josefina Racedo y de Honoria Zelaya de Nader. La primera, había creado el Instituto CERPACU de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán y se desempeñaba como su directora. Zelaya de Nader, destacada poeta, cuentista, e investigadora luego sería directora de Cultura de Tucumán entre los años 1995 y 1999.

Para la reconstrucción de las VII JCVC[72] fue relevante el estudio realizado por Luis María García, La economía en el Valle Calchaquí y su modelo existencial[73]. Esta obra pretendía ser una especie de ensayo o simulación[74]de otra más ambiciosa que se abocaría a la presentación global de una primera etapa de las Jornadas Culturales –ediciones I a IX– pero que, lamentablemente, el autor no llegó a concretar. García se desempeñaba ese año –1987– como presidente de la comisión organizadora de las Jornadas. Es por ello que fue convocado junto al resto del equipo a una reunión con la Cámara de Diputados del gobierno de Tucumán para tratar la problemática del desarrollo de la porción del Valle que correspondía a la jurisdicción. Esto pone en evidencia la resonancia de la actividad del grupo en el escenario político provincial[75].

Bajo tres ejes temáticos –“El desarrollo económico del Valle Calchaquí”, “La economía del Valle hoy” y “La historia económica del Valle”–, se ordenaron 29 ponencias que abordaron el problema desde su aspecto artístico y literario, desde una visión histórica, descriptiva y diagnóstica. También se consideró críticamente el deterioro de los recursos naturales y el turismo, destacando la belleza paisajística, la riqueza cultural y patrimonial del Valle.

El problema de la tierra aparece en varios escritos[76]. En la ponencia de Miguel Nazur por ejemplo, se analiza ese tema en el Valle de Yocavil y se estima que la tierra expropiada a sus antiguos pobladores fue de 75.000 hectáreas. Otro caso fue el trabajo de Rodolfo Bravo titulado “Los Calchaquíes” que documentaba el maltrato sistemático recibido por el pueblo Diaguita de Jasimaná en la actual Salta. No sólo en la época post-colonial sino también a lo largo del período independiente. Las ponencias de Manuel García Salemi y la de Horacio Adrián Vazquez continuaban con la temática[77]. La primera de ellas presentaba documentación inédita en torno a un litigio iniciado en 1798 que culminó con un fallo a favor de los pueblos originarios de Colalao y Tolombóm. Este material suscitó muchísimo interés ya que constituía un antecedente concreto de restitución que se remontaba a la época colonial. El segundo trabajo, presentaba una experiencia de cooperativismo llevada adelante en Campo Herrera en la localidad tucumana de Famaillá, en una propiedad de 2000 hectáreas. La misma había surgido en 1967 a raíz del cierre de los ingenios azucareros durante la dictadura del General Juan Carlos Onganía[78].

El marco conceptual del evento fue dado por el trabajo de Gaspar Risco Fernández titulado “La ´imagen del bien limitado en la economía del Valle Calchaquí”. Allí, tomando críticamente las categorías de George M. Foster para pensar las economías campesinas, el autor reflexiona sobre algunos aspectos propios de la economía vallista y pone en evidencia la existencia de un ethos singular del pueblo que no condice con el de las poblaciones urbanas. Se trata de dos modelos antitéticos, el del “Bien Limitado”–excepcionalmente acrecentable desde afuera de la comunidad– y el de los “bienes limitados”, –sistemáticamente multiplicables por factores intramundanos–. La confrontación de ambas lógicas económicas es vivenciada por el pueblo a través de la aplicación de intervenciones gubernamentales, dando como resultado profundas dificultades[79].

Este aspecto que señalamos fue el punto de inflexión visibilizado en la Jornada: la incompatibilidad de ópticas culturales que determinan concepciones de desarrollo en pugna. La síntesis presentada por García hacia el final de su libro, recalca la coincidencia de los participantes en destacar la potencialidad del Valle tanto por sus recursos naturales como por el valor cultural de sus producciones. Esto la configura como un espacio portador de una identidad cultural peculiar que es preciso preservar. Ahora, si bien se destaca su singularidad cultural como algo positivo, se reitera constantemente en la necesidad de un “cambio de mentalidad[80] para sacar a los pueblos de su “atraso”. La clara contradicción entre un aspecto y otro no escapa a la mirada de García que se pregunta:

 

¿Cómo ha de ser procedente o comprensible buscar la afirmación de una identidad dada, al par que comprender un cambio de mentalidad? Este cambio presupone el tránsito de una situación considerada inferior hacia el mejoramiento con respecto a otra que se presume superior. Pero, pese a notar que en lo básico se trata de una modalidad existencial o estilo de vida determinado, aquel supuesto de proyección hacia una situación mejor, no tiene otro criterio sino el propio asumido como modelo. En términos de percepción ello quiere decir, lisa y llanamente, que se persiste hasta la obsesión, en mantener una perspectiva unilateral y sin duda acrítica respecto de sí misma (…) Y, en definitiva, mientras por un lado se acepta la posibilidad y necesidad de respetar la identidad, por otro se reclama y exige un cambio prácticamente incondicional[81].

 

Identificamos entonces en las reflexiones de García las ideas que Risco Fernández ya venía sosteniendo en cada una de sus intervenciones. La cuestión del “cambio de lugar” para pensar los temas de cada Jornadas no es un mero movimiento turístico sino que implica un “cambio de perspectiva”. A partir de él se visibilizan algunos rasgos colonialistas –quizás inconscientes hasta ese momento– en las matrices simbólicas desde las cuales se comprenden los problemas abordados en cada encuentro. De ahí la importancia de generar el diálogo intercultural –intención de Risco desde sus primeras intervenciones–, pues sólo así sería posible prevenir cualquier acción que concluya en aculturación. La insistencia en cada documento de las JCVC en la participación de las fuerzas vivas de los Valles apunta a la necesidad de generar un espacio que funcione como condición de posibilidad de expresión del habitante nativo, para que junto con el urbano desarticulen lógicas de exclusión y aislamiento de unos por sobre los otros.

 El tema de la economía en el Valle plantea, al igual que el año anterior, aspectos que suponen el entrecruzamiento con problemas sociales y políticos no fáciles de resolver pues evidencian estructuras de poder fuertemente arraigadas en la región. Estas, excluyen y condenan al aislamiento a gran parte de la población campesina. La atención de este núcleo problemático resulta entonces fundamental para el desarrollo de los pueblos, proceso que debe ajustarse armoniosamente a una realidad cultural diferente a la de las áreas urbanas del Noa. En este sentido los trabajos analizados en la síntesis de García constituyen un corpus de “estudios pioneros[82] que podrían servir como líneas a profundizar en vistas a futuras intervenciones. 

Evidentemente el tema cala profundamente en los organizadores ya que en la edición siguiente se elige “El trabajo y el hombre en el Valle Calchaquí” como tema principal. Las Jornadas se realizan en julio del ´88, durante los primeros meses de gobernación de José Domato, función que luego ocupará el cordobés Julio César Aráoz cuando sea designado interventor federal en la provincia de Tucumán por el menemismo. En esta oportunidad, la coordinación general es tomada por Hugo Ferullo pues el resto de los miembros se encontraban a cargo de otras tareas. Pedro Vega, atendería su proyecto de encuentro de estudiantes terciarios, José Vece se encargaría de las publicaciones en general y en especial de la revista “Calchaquí” y Gaspar Risco Fernández coordinaría el ciclo de estudios iniciado ese año bajo el título “Cultura y Región”[83]. Entre los trabajos presentados por el CER se abordó la práctica de la minga y la encomienda en Tucumán, el trabajo del vallisto en el pedemonte tucumano y la relación entre trabajo y educación. Se destacó la ponencia de nuestro pensador titulada “Gerónima Sequeida, cantora: ¿trabajo y conciencia crítica? Testimonios y personajes”. En ella, el filósofo analiza un fragmento de la entrevista realizada a la cantora en 1984 por Leopoldo Brizuela, utilizando la categoría de “verticalidad” que John Murra usa a su vez para explicar el modo de explotación económica de los ayllus peruanos[84].

Las IX JCVC tuvieron la peculiaridad de ser desarrolladas en diferentes lugares del Valle tomando un responsable diferente en cada pueblo: en Amaicha, la coordinación estuvo a cargo del Dr. Manuel García Salemi, en Quilmes Tomás Barber y José Vece, en la ciudad de Santa María, Gaspar Risco Fernández y en Cafayate Pedro Vega y Luis María García más los representantes de la Peña Cultural “El Cardón”. Estas Jornadas fueron a su vez transmitidas por radio en directo[85].

Llegados a este punto en la reconstrucción de las JCVC podemos afirmar que, a diferencia de lo que pasaba bajo la atmósfera dictatorial los temas abordados –y los que se abordarán en las siguientes– ya no resisten meramente el análisis descriptivo pues ingresa en sus temáticas la dimensión vital del ser humano y con ella la necesidad del espíritu crítico. No es lo mismo abordar la cuestión de la arqueología, las artesanías o el folclore que la salud, las condiciones de vida de los habitantes del Valle, sus situaciones laborales o de vivienda, etc. Todo ello coincide a su vez con el incremento en la participación de investigadores, estudiantes universitarios y habitantes locales. Este crecimiento se visibiliza tanto en el volumen que adquieren los boletines como en la cantidad de nuevas actividades que las Jornadas permiten sostener. Como ya mencionamos en párrafos anteriores, el hecho de trasladarse a un espacio singular como es el de los Valles Calchaquíes para discutir estos problemas supone quizás un esfuerzo por cambiar el locus enunciativo y el paradigma desde el cual se los piensa. Si rastreamos el contenido de los trabajos podemos observar cómo en algunos casos existe un claro interés por acercarse a una racionalidad que se percibe como “otra”, esfuerzo que constituye una experiencia pionera de interculturalidad en la provincia. 

 

Las Jornadas Culturales del Valle Calchaquí, período 1990 – 1999

 

Las tres Jornadas siguientes (X, XI y XII) adoptan un fuerte cambio en su estructura organizativa pues se añaden tres instituciones nuevas: La Comisión Permanente Santamariana, la Federación de Bibliotecas Populares de Tucumán y la Confederación Argentina de Bibliotecas Populares[86]. De esta manera, al incorporar una agrupación propiamente vallista “única que ha surgido por sí en la comarca[87] tanto el CER como la Peña Cultural “El Cardón” pasan de ser responsables principales a colaboradores. Con este movimiento se concretiza uno de los objetivos principales del equipo pues es la población local la que toma la responsabilidad de su organización “asumiendo su protagonismo y centralizando actividades a través de su núcleo[88]. No se trata de algo impuesto sino de un espacio de participación adquirido tras años de construcción de relaciones entre los pobladores del Valle y los urbanos.

Por otro lado, la vinculación con estas nuevas instituciones conducen al CER hacia un nuevo horizonte de actividades: en noviembre de 1990 –el mismo año que la X edición de las JCVC–, se realiza la “I Reunión Comarcal de Bibliotecas Populares” en Santa María. Este encuentro se repite en octubre del ´92 y en noviembre del ´93 en Tafí del Valle y el Mollar con la participación de las bibliotecas locales. Ese mismo año se desarrollan también las “I Jornadas de FM del Valle Calchaquí” de las que el CER participa pero que son organizadas por las Comisión Permanente Santamariana y la Federación de Bibliotecas Populares. Concurren a las mismas las emisoras de Santa María, Amaicha, los Zazos, y Tafí del Valle como parte de un taller que dirigió la profesora Ana Lía Zamorano de la Fundación PROA, institución privada con sede en Capital Federal. Todo esto influye en la  X JCVC ya que el tema escogido fue “Los medios de comunicación social y el desarrollo”[89] .

En su edición XI[90] el núcleo articulante de las discusiones fue “Ambiente, naturaleza y Cultura” y se contó con los auspicios de algunos periódicos de las provincias participantes,  La Gaceta de Tucumán y La Unión de Catamarca. Adhirieron también algunas emisoras de radio[91], canales de televisión – 8 y 10 de Tucumán– y otros medios de Salta y Catamarca[92].

La temática de los trabajos abrevó sobre los cambios que los seres humanos realizan en el medio a partir de sus actividades económicas. Algunas ponencias consideraron el tema desde las instalaciones humanas más antiguas de la región del Noa y otras desde situaciones históricas menos pretéritas. Se destacaron las diferencias entre los modos de vinculación con el espacio natural antes y después de la colonia, así como también su relación con los graves problemas ambientales del presente como la desertización y la deforestación de la flora autóctona. Otra de las consecuencias de este proceso fue el de los movimientos migratorios que durante la colonia rompieron dinámicas que terminaron por quebrar el prístino entramado social de la comunidad. Muchos de los trabajos plantearon la necesidad de recuperar aquellos vínculos con el espacio natural, ya sea mediante la educación o a partir de prácticas económicas que permitan utilizar los recursos del Valle de manera menos agresiva con el ambiente y con las condiciones de habitabilidad del vallisto[93]. 

En comparación a las ediciones anteriores, notamos en los escritos una actitud un poco menos crítica. No descubrimos en ellos la inquietud por explorar aquellas prácticas autóctonas originales y presuntamente mejores a las extranjeras. Los aportes son diagnósticos o descriptivos y las propuestas de acción no dejan de ser foráneas. Quizás esto se debió a la formación de los expositores que en su mayoría eran ingenieros, geólogos, biólogos y arquitectos, y sus escritos son bastante técnicos. Lo que sí resulta interesante es la participación en esta edición de algunos funcionarios del reciente gobernador Ramón Bautista Ortega, tales como Daniel Quarliere (Secretario de Obras Públicas de la Provincia de Tucumán) y Susana Tibaldi (Asesora del Ministro de Economía), cuyos aportes no dejan de tener relevancia[94]. Muchos de los expositores que hallábamos en los otros encuentros no participan de este y de hecho hay también poca  presencia de los integrantes del CER. No hay trabajos, por ejemplo, de Gaspar Risco Fernández ni de Luis María García que resultaron clave en otras ediciones. En el caso de Risco, presumimos que ello se debe a que en septiembre de ese año sale publicado su libro Cultura y Región[95], actividad que quizás demandó mayor atención del filósofo. Todo esto dio a las XI JCVC un espíritu diferente al que veníamos percibiendo en las anteriores. El tono local lo dan recién los escritos de Poldy Abbate –quien elabora un trabajo que da cuenta del “ambiente mental”[96] del Valle– y el de Rumualdo Glicerio Olivar, Delegado de la Biblioteca Popular “Amado Juárez” de Amaicha. Su ponencia se tituló “Los medios de comunicación y su influencia en el Valle”. Allí se insiste en la necesidad de contar con medios de comunicación que aborden problemáticas locales ya que el contenido transmitido por radio y televisión no les permite conocer su propia realidad ni la de sus coterráneos.

Estas Jornadas tuvieron la particularidad de homenajear al arqueólogo Rodolfo Bravo quien fallece en Cafayate ese mismo año –1991– y quien fuera un constante y eficaz animador del evento y de la promoción y conservación de la cultura del Valle[97]. Se propone por ello a las autoridades municipales, mediante nota y presentación en la intendencia, que se ponga su nombre a alguna calle de la ciudad como justo reconocimiento de su labor[98]. Por último, los organizadores cierran el evento con un pequeño agasajo en el Hall del Hotel Asturias de la misma ciudad y se agradece el apoyo incondicional de su propietario el señor Susin Ávila, con una placa realizada por los profesores de la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Tucumán, Oscar Ocaranza y José Carrizo. 

La edición n° XII de estas Jornadas tomó como tema “La Juventud y su compromiso ante el desarrollo del Valle Calchaquí”. Fueron realizadas en la ciudad de Santa María del 4 al 6 de septiembre de 1992  y según el testimonio de García, se percibió “una gran participación de la juventud de los Valles” y “creatividad en la presentación de las ponencias” pues fueron acompañadas de material audiovisual diverso: videos, testimonios y gráficos[99].

Lamentablemente volvemos a encontrarnos con un período carente de registros en las ediciones XIII y XIV correspondientes a 1993 y 1994. Tal silencio coincide con el de la Revista Cuadrante Noa, ya que la n° 8 es publicada en 1993 y deberemos esperar hasta 1999 –último año de las JCVC– para la publicación de la n° 9. En 2002 sale la n° 10 y la última –n° 11– es recién editada en 2007. No sólo varía la regularidad de la publicación sino también su contenido y estructura, ya que pierde secciones fundamentales como la de las “crónicas”[100] y se incorpora otra dedicada a la producción poética de autores del Noroeste del país.

A su vez, en 1994 Gaspar Risco asume como director del Cineclub “La linterna Mágica” organizado desde el CER y la Secretaría de Extensión de la Universidad Nacional de Tucumán. Este espacio –que aún funciona–, permitió ahondar en otra de las inquietudes transversales del filósofo: la del lenguaje fílmico, su profundidad y potencialidad filosófica. Dicha inquietud será concretizada más adelante con la publicación de su estudio Ernst Ingmar Bergman: una aproximación filosófico teológica a su mundo iconográfico (2014). La impronta de esta actividad se verá reflejada en las últimas Jornadas ya que en ellas se incluirá el análisis filosófico a partir de diferentes proyecciones abriendo con ello el discurso reflexivo a otros lenguajes.

Entre los años 1995 y 1999 se desarrollan las últimas ediciones de las JCVC coincidiendo con el segundo período menemista en el poder nacional y con el del General Antonio Domingo Bussi en la provincia de Tucumán. Este último se había desempeñado como interventor durante la última dictadura militar y fue reelegido democráticamente por el pueblo tucumano. Solo algunos datos pudimos recabar de este período: que la edición n° XVI se realizó los días 26 y 27 de octubre de 1995 y se dedicó al problema de “La minería y el hombre del Valle” siendo Gaspar Risco Fernández el orador de cierre. Que la edición n° XVI se desarrolla los días 15 y 16 de diciembre de 1996 y la  XVII el año siguiente. En ambas oportunidades lo que se propuso fue realizar un ejercicio crítico titulando por ello los encuentros como “Jornada de Jornada” y “Jornada de Jornada II” respectivamente. En esos años, los trabajos de Risco Fernández llevaron por nombre “Revisión crítica de las XV Jornadas realizadas” y “Conclusiones de la revisión crítica y prospectiva de las Jornadas” títulos que van dando cuenta del desgaste de una actividad sostenida por casi dos décadas[101].

La edición n° XVIII llevó por nombre “Familia y juventud” y fue realizada del 17 al 21 de agosto de 1998 en conjunto con la Parroquia “Nuestra Señora de la Candelaria” en la ciudad de Santa María[102]. En esa oportunidad Gaspar Risco Fernández llevó adelante la conferencia y animación del cine-debate sobre la película “Rebelde sin causa”, film de Nicholas Ray. Para finalizar, la última de las JCVC –n° XIX– se hizo los días 15 y 16 de septiembre de 1999 en Santa María en el marco del °80 aniversario de la Escuela Normal “Abel Acosta” con el tema “La solidaridad y la juventud en el Valle Calchaquí”. En dicha oportunidad se proyectó “La estrategia del caracol” del realizador colombiano Sergio Cabrera. Las conclusiones del debate fueron ilustradas posteriormente por los talleres de teatro, música, letras, ciencias sociales, educación, cerámica y plástica, dando con ello cierre a lo que fueron casi veinte años de Jornadas Culturales del Valle Calchaquí.  

 

Conclusiones

 

A modo de cierre recuperaremos algunas de las ideas que fuimos presentando a lo largo de este escrito. Podríamos comenzar indicando la fertilidad del Centro de Estudios Regionales ya que vimos que desde su fundación en 1972 se caracterizó por la gran cantidad de actividades desarrolladas y orientadas hacia objetivos concretos, tarea no sencilla de realizar si tenemos en cuenta el espíritu flexible que mantenía el grupo. Siendo el fin de este trabajo la reconstrucción de las JCVC sólo consideramos aquellas tareas directamente vinculadas a ellas, dejando de lado un amplio espectro de muchas otras que no llegamos a mencionar pero que el CER concentraba. Por sus demandas organizativas, las JCVC se presentaban “como un objetivo preciso que se hacía todos los años” dotando de sentido práctico la actividad de la institución[103].

Ahora bien, ateniéndonos específicamente a las JCVC podemos concluir lo siguiente: En primer lugar queremos subrayar cómo estos encuentros constituían para el equipo y en especial para Gaspar Risco Fernández un ensayo comarcal de organización regional. Esta situación estaba favorecida tanto por las condiciones geográficas del Valle –al ser un espacio compartido jurisdiccionalmente por varias provincias– como por la existencia de cierta homogeneidad histórica y cultural que invitaba a pensarla como una unidad política replicable a otras escalas en el Noa argentino. El objetivo era poder funcionar como un contrapeso que equipare el centralismo porteño e incorpore a la idea de Nación otras diversidades identitarias y culturales existentes en el territorio del país.

Este aspecto nos conduce a la segunda idea que queremos destacar. Consideramos que las JCVC fueron un temprano e inédito ensayo de experiencia intercultural desarrollada desde la provincia de Tucumán pero sostenida y acompañada por otros participantes. El fin de las mismas era explorar las posibilidades de una nueva ecúmene cuyo primer paso era el diálogo y la comunión entre los habitantes del Valle y los de la ciudad con el fin de visibilizar las diferentes situaciones existentes y encarar la lucha común. A lo largo de este escrito hemos intentado reforzar aquellos aspectos que visibilizan este esfuerzo, tales como los viajes previos y posteriores a las Jornadas y la preocupación sistemática por la participación de los lugareños en las exposiciones, los debates, los talleres y finalmente, en la organización del evento. Esta actitud se destaca sobre todo en Gaspar Risco, quien recupera las críticas recibidas y reflexiona sobre ellas en sus propios trabajos. Si bien es cierto que nuestro estudio ha sido realizado desde una de las perspectivas, creemos haber aportado datos suficientes para justificar la aseveración de que se trató de un serio intento de cambio de perspectiva y de recuperación de una mirada de análisis alternativa.

Esto último nos conduce a pensar en tercer lugar, que se reconocía la existencia de un ethos diferente de aquel que daba sentido al horizonte simbólico del sujeto citadino y que el esfuerzo de intentar pensar a partir de estas coordenadas o, al menos, desde los límites de las propias, dan cuenta del respeto y la afirmación de una racionalidad diferente. Consideramos que las ediciones en las que esto es más logrado son las VI y VII donde se abordan los problemas de la salud y de la economía respectivamente. En el primer caso por el valor y el respeto con el que se trata a la medicina popular y el reconocimiento que se le da en el discurso a su propio proceder. En el segundo, por el nivel de autocrítica logrado al tomar conciencia de la mirada unidireccional desde la cual se considera el problema económico.

En cuarto lugar podemos decir que al haber sido realizadas en el interior del Valle y no en la Universidad Nacional de Tucumán estas Jornadas procuraban propiciar en términos de Canal Feijóo, un “miraje” diferente desde el cual considerar los conflictos. Este cambio de perspectiva asentado en el espacio geo–cultural de los cerros altos se constituía como un modo diferente de abordar las problemáticas comunes, procurando el fortalecimiento recíproco y la superación de posibles competencias entre provincias. El cambio de locus[104] enunciativo tiene que ver además con la conciencia de la existencia de un colonialismo interno que reproduce los modos centralistas de pensar la vida en las capitales y que sólo se visibiliza a partir del movimiento. Siguiendo a Ana Teresa Martínez podemos decir que de lo que se trataba era de cambiar de “punto de mira” y de “punto de vista”, de tomar un lugar “que el centro no ve” y “desde donde el centro no ve” y descubrir “lo invisible para el centro” es decir, “aquello que se desprende de la particularidad del lugar[105] como urdimbre simbólica desde la cual se construyen los sentidos. 

En quinto lugar diremos que del mismo modo que el Centro de Estudios Regionales sirvió como núcleo articulante de actividades diversas, también tuvieron esta función las JCVC respecto de muchas otras. Tal es el caso del programa de radio “Dialogando con el Valle Calchaquí”, la revista “Calchaquí” y los Encuentros de Estudiantes de nivel terciario y secundario de los que hablamos en párrafos anteriores. No debemos olvidar tampoco las Jornadas que comienzan a realizarse en San Pedro de Colalao y Trancas o los Encuentros de Bibliotecas Populares organizados también en los Valles.

Por último, destacaremos que las Jornadas constituyeron una experiencia singular por su organicidad al poder transitar momentos históricos diversos como los que señalamos. Consideramos que tal cualidad se aplica tanto a las Jornadas como al Centro de Estudios y al mismo Risco Fernández, pensador que pudo atravesar dicho período manteniendo cierta regularidad intelectual, a pesar de los cambios que fue obligado a hacer en otros planos de su vida. La etapa que consideramos en este escrito apunta a una muy breve porción de su obra y su praxis, dejando de lado otras vertientes igualmente valiosas como sus reflexiones teológicas y las dedicadas al séptimo arte. Solo conseguimos hacer una breve mención a la segunda, dejando de lado totalmente la primera. Sin embargo ambas quedan abiertas para ser tomadas por otros que quieran bucear en este intelectual de provincia, de pensamiento profundo y personalidad singular que ha dejado en su trayecto derroteros de inquietudes encendidas. 



[1] Orquera Fabiola y Martínez Zuccardi Soledad, “¿De qué hablamos cuando hablamos del noroeste argentino? Configuraciones culturales de un imaginario regional”, Afuera. Estudios de Crítica Cultural, N°17 /18, 2017, pp. 1-27.

[2] La región del Noroeste argentino está integrada por las provincias de Salta, Catamarca, Tucumán, Jujuy, La Rioja y Santiago del Estero. Los Valles Calchaquíes constituyen un espacio dividido por las jurisdicciones de las tres primeras provincias mencionadas. Las actividades que analizamos en este artículo se organizaron en diferentes lugares principalmente en Amaicha del Valle y la Ciudad Sagrada de Quilmes (Tucumán), Cafayate, Cachi y San Carlos (Salta) y Santa María (Catamarca).

[3] Orquera Fabiola y Martínez Zuccardi Soledad, 2017, Ob. Cit., p. 4.

[4] Orquera Fabiola y Martínez Zuccardi Soledad, 2017, Ob. Cit., pp.1-3.

[5] En 1955 Gaspar Risco Fernández recibe el título de Licenciado en Filosofía y en 1958 el de Lic. en Teología, ambos por la Universidad Pontificia de Salamanca. Los estudios de Filosofía de Risco se habían iniciado antes, en el Seminario Mayor de Catamarca en 1950 y en San Miguel, provincia de Buenos Aires, en la Facultad de Filosofía de los Padres Jesuitas –Colegio Máximo SJ, Universidad del Salvador–. Es aquella institución la que le confiere la beca con la que viaja a España.

[6] Con tareas de docencia y de conducción. En la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino se desempeña como docente en “Historia de la filosofía medieval”. Entre 1963 y 1969 asume además como Decano de la Facultad de Humanidades de dicha Universidad. En 1967 ingresa como profesor adjunto en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán, formalizando su desempeño por concurso de antecedentes y oposición unos años después. 

[7] En 1966 Gaspar Risco es nombrado Presidente del Consejo Provincial de Difusión Cultural. Allí realiza varios cambios significativos y lleva adelante entre el ´68 y el ´71 un proyecto de Promoción Cultural en el interior de la provincia de Tucumán. Estos cursos implicaron la apropiación pionera del método de Paulo Freire en un contexto dramático de dictadura y crisis económica.

[8] Bordón, Nellibe y García Luis María, “Curriculum Vitae”, Theoría. Revista del Departamento de Filosofía, Número extraordinario homenaje a Gaspar Risco Fernández, 2006,  p. 392.

[9] Bordón Nellibe y García Luis María, 2006, Ob. Cit. pp. 391-406.

[10] Orquera Fabiola y Martínez Zuccardi Soledad, 2017, Ob. Cit., p.13.

[11] Formaban parte del grupo original además de los mencionados Orlando Lázaro, Enrique Wurschmidt, Francisco Juliá, José Antonio Vece, Enrique Setti, Lauro Fagalde, Hugo Barber, Luis María García, y Jorge Saltor.

[12] Seguimos aquí el artículo de Azcoaga, Germán Luis, “La Democracia Cristiana frente al régimen de Onganía. Un abordaje desde el caso Tucumano”, Estudios Sociales 42, N° 42, 2012, pp. 119-153. Allí se analiza la compleja situación de los demócratas cristianos durante la dictadura de Onganía y su influencia en la provincia de Tucumán. En aquel momento no sólo los dirigentes del partido o los universitarios que militaban en la Liga de Estudiantes Humanistas estaban empapados de aquella ideología, sino también  políticos de otros agrupamientos, figuras de la esfera cultural y varios miembros del clero local que luego formarían parte del Movimiento de Sacerdotes para El Tercer Mundo (MSTM). La Liga de Estudiantes Humanistas fue fundada por Arturo Ponsati, acérrimo opositor al onganiato, principal figura local del partido y amigo cercano de Gaspar Risco Fernández. Prueba de esta simpatía es la adhesión con la que el abogado colabora para algunas de las publicaciones de Cuadrante Noa. El filósofo fue a su vez presidente de esta agrupación en el ́ 59 y en el ́ 73 candidato a senador por el Partido Revolucionario Cristiano, nombre que se adopta para indicar su línea sueldista. Otros participantes del CER mantuvieron cargos políticos durante el proceso militar, entre ellos Orlando Lázaro,  Federico LLanes y Lauro Fagalde. Este último fundó la agrupación Humanista de Derecho y fue el primer presidente de la Liga de Estudiantes Humanistas de la Universidad Nacional de Tucumán en el ´55.

[13] Juliá, Francisco, “El Centro de Estudios Regionales en sus Bodas de Plata”, Cuadrante Noa, N° 9, 1999, p. 6.

[14] Orquera Fabiola y Martínez Zuccardi Soledad, 2017, Ob. Cit., p.14.

[15] Juliá, Francisco, 1999, Ob. Cit., p. 7.

[16] “En efecto, nuestra alta casa de estudios nació regional en 1914 y sólo gracias a ese carácter, entonces restrictivo, logró abrirse paso con estatuto provincial entre las universidades argentinas” en Risco Fernández, Gaspar, Cultura y Región, San Miguel de Tucumán, Centro de Estudios Regionales / Instituto Internacional “Jacques Maritain”, UNT, 1991, p. 165.

[17] Llevado a cabo en la provincia de Santiago del Estero en el mes de diciembre de 1946.

[18] Risco Fernández Gaspar, 1991, Ob. Cit., p. 169.

[19] García, Luis María, “Andares y cantares de la sexta travesía. Hacia la salud del Valle Calchaquí”, en VI Jornadas Culturales del Valle Calchaquí, “La salud en el Valle Calchaquí”, N° 6, 1986, p.167.

[20] García, Luis María, 1986, Ob. Cit., p.167.

[21] García, Luis María, 1986,  Ob. Cit., p.169.

[22] La cultura calchaquí aún pervive en las comunidades del Valle. La cultura es el alma que las identifica; y el Valle, el macro cuerpo que las prolonga a escala comarcal. Cultura y macro-cuerpo constituyen, en indisociable unidad, su estilo intransferible de autorrealización y modificación (...) Hay pues una tarea previa al desarrollo integral del Valle: la superación de las barreras jurisdiccionales que han roto su unidad ecológica e histórica, convirtiéndolo en el símbolo doliente de un proceso mayor de balcanización. Risco Fernández Gaspar, 1991, Ob. Cit., p. 209.

[23] 1976–1981.

[24] Interventor desde el 7 de diciembre de 1977 hasta el 5 de abril de 1981. Lo sucede Antonio Luis Merlo, desde el 6 de abril de 1981 hasta el 5 de julio de 1983.

[25] Si bien participaba todo el equipo del CER, cada año las responsabilidades se repartían entre los integrantes. En la II JCVC se incorpora a Gaspar Risco Fernández para reemplazar a Jorge Bianchi que no estaba en Tucumán. El año siguiente cambia este último por Pedro Vega que junto a Wurschmidt son los referentes en las ediciones III y IV. A partir de la V Jornada se conforma una comisión permanente encargada exclusivamente de los encuentros y constituida por representantes de ambas instituciones, el CER y La Peña Cultural “El Cardón”. El desarrollo de las Jornadas se mantienen de esta manera hasta 1990 cuando se incorpora la Comisión Permanente Santamariana y la Federación de Bibliotecas Populares de lo que hablaremos más adelante en el cuerpo de este escrito. El vínculo entre el CER y la Peña queda registrado por primera vez en la sección “Las responsabilidades y los días” de la revista Cuadrante Noa en 1979, cuando aquella entidad auspicia un ciclo de conferencias que se realiza durante los meses de agosto y noviembre.

[26] Wurschmidt, Enrique, “Jornadas Culturales del Valle Calchaquí”, Cuadrante Noa, N° 6-7, 1982, p.57.

[27] Originalmente su sede fue el sótano del desaparecido bar “Colón” situado en calle San Martín al 400, centro de la ciudad de San Miguel de Tucumán. Espinosa, Roberto, La cultura en el Tucumán del Bicentenario. Diccionario Monográfico, San Miguel de Tucumán, Ed. Humanitas, 2017, p.244.

[28] Espinosa, Roberto, La cultura en el Tucumán del Bicentenario. Diccionario Monográfico, San Miguel de Tucumán, Ed. Humanitas, 2017, p.244.

[29] Juliá, Francisco, 1999, Ob. Cit., p.4.

[30] A modo de ejemplo podemos comentar que en febrero de 1990 se realizan estas actividades en Quilmes a cargo de José Vece y Gustavo Gramajo. En Santa María Gaspar Risco Fernández y Luis María García se entrevistan con personalidades del Valle tales como el CPN Jorge Francesia, el RP Cipriano García, el Sr. Miguel Ábalos de la municipalidad local y al Sr. Miguel Barrionuevo, representante de medios de comunicación.

[31] Wurschmidt, Enrique, 1982, Ob. Cit., p.57.

[32] Realizadas los días 5, 6 y 7 de marzo de 1982 en Amaicha del Valle, con sede en la escuela “Claudia Veliz de Cano” y Santa María. Estas jornadas contaron con el auspicio de la Dirección Provincial de Turismo y Deportes de Tucumán.

[33] Realizado por Pedro Vega, José Vece y Orlando Lázaro.

[34] Entre otras piezas se interpretó “Huankha” himno agrario peruano, el “Himno al sol” de Daniel Alomías Robles, el “Manchay Puytu” y “El cóndor pasa”. Recuperado de Lázaro, Orlando, Segundas Jornadas Culturales del Valle Calchaquí, El folklore, Centro de Estudios Regionales y Peña Cultural el Cardón, Amaicha del Valle, Tucumán, 1982.

[35] Investigadora del Consejo de Investigaciones de la Universidad Nacional de Rosario, provincia de Santa Fe, Argentina.

[36] Lázaro Orlando, 1982, Ob. Cit. p.13.

[37] Conjuntos de baile de la Escuela N° 10 de Amaicha del Valle y de los Zazos (Tucumán).

[38] Wurschmidt, Enrique, 1982, Ob. Cit., p. 59.

[39] Realizadas del 4 al 6 de marzo de 1983 (Amaicha del Valle, Cafayate y Santa María). Contaron con el auspicio de la UNESCO; la Secretaría de Estado de Turismo y Deportes de Tucumán, la Secretaría de Cultura y Educación y la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (Tucumán).

[40] “Homenaje al Dr. Augusto R. Cortázar” y “El valor humano en la encrucijada de las artesanías”.

[41] El texto completo aparece en el Boletín impreso de las III JCVC.

[42] Risco Fernández Gaspar, 1991, Ob. Cit., pp.183-193.

[43] Pucci Roberto, “Tucumán, 1975. La guerrilla y el terrorismo de estado antes del Golpe Militar”, en Pucci, Roberto y Bonano, Luis M. (Comps.), Autoritarismo y dictadura en Tucumán. Estudios sobre cultura, política y educación, Buenos Aires, Catálogos, 2009, p.235.

[44] Entrevista a Hugo Ferullo realizada el 10 de agosto de 2018 en el marco de una beca doctoral otorgada por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas CONICET, dirigida por la Dr. Fabiola Orquera (CONICET / INVELEC) y co-dirigida por el Dr. Lucas Cosci (UNSE / UNT).

[45] Espinosa, Roberto, 2017, Ob. Cit., pp. 111-113.

[46] Azcoaga, Germán Luis, 2012, Ob. Cit., p.129.

[47] Tales son los casos de Gaspar Risco con el Consejo Provincial de Difusión Cultural del ´66 al ´71, Orlando Lázaro, presidente del Partido Democristiano y Secretario de Educación y Cultura de Tucumán durante el onganiato. Federico Llanes, quien se incorpora al CER en 1973, asume el cargo de Secretario de Promoción y Asistencia en 1969. Por otro lado, Lauro Fagalde fue diputado por la provincia de Tucumán  en 1963 y director del bloque democristiano en el Senado de la Nación. Se desempeñó también como secretario de Cultura de la Municipalidad de esa misma ciudad, San Miguel de Tucumán.

[48] Francisco Juliá fue Secretario de Estado de Turismo y Deportes entre el 1981 y 1983 según se consigna en Espinosa, Roberto, 2017, Ob. Cit., p. 173. Risco Fernández y Octavio Corvalán fueron dejados cesantes durante el último golpe militar. Sobre el caso de Risco haremos referencia más adelante. Corvalán es obligado a dejar su cátedra entre 1976 y 1985, lapso en el que reside en Salta hasta que es reincorporado a la Universidad Nacional de Tucumán. Espinosa, Roberto, 2017, Ob. Cit., p.79.

[49] Se trata de un cargo al que ya hicimos referencia: el de Presidente del Consejo Provincial de Difusión Cultural (1966-1971). Los militares solicitan su renuncia “respondiendo probablemente a grupos conservadores del oficialismo descontentos con el carácter progresista de las políticas de Risco, en particular con los Curso de Promotores Culturales”. Puede verse en profundidad este tema en Azcoaga Germán y Ovejero Verónica, “Aproximaciones a la política del Consejo Provincial de Difusión Cultural durante la gestión de Gaspar Risco Fernández (1966-1971)”, en IV Jornadas de Jóvenes Investigadores, UNT–CONICET, 2010, pp.1-10.

[50] Bordón, Nellibe y García Luis María, 2006, Ob. Cit. p.396.

[51] Se realizan del 15 al 17 de marzo de 1984 en Santa María, Catamarca.

[52] La primera de ellas fue en febrero de 1984 mientras que la segunda y la tercera los días 1 y 8 de marzo respectivamente, diez días antes de la fecha de realización de las IV JCVC.

[53] Risco Fernández Gaspar, 1991, Ob. Cit., p.202.

[54] Risco Fernández Gaspar, 1991, Ob. Cit., p.200.

[55] Risco Fernández Gaspar, 1991, Ob. Cit., p.195-202.

[56] Entrevista realizada a María Elena Vargas el 27 de septiembre de 2019 en el marco de una beca Doctoral otorgada por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas –CONICET-, dirigida por la Dra. Fabiola Orquera (CONICET / INVELEC) y co-dirigida por el Dr. Lucas Cosci (UNSE / UNT).

[57] Risco Fernández Gaspar, 1991, Ob. Cit., pp.1-255.

[58] Risco Fernández Gaspar, 1991, Ob. Cit., p.205.

[59] Risco Fernández Gaspar, 1991, Ob. Cit., p.205.

[60] Risco Fernández Gaspar, 1991, Ob. Cit., p.205.

[61] Risco Fernández Gaspar, 1991, Ob. Cit., p.205.

[62] Con fecha del 18 de abril de 1985. Res. Minist. 979/85. Ministro Alconada Aramburu Carlos. Recuperada en julio de 2018 del Repositorio Institucional del Ministerio de Educación y Deportes de la Nación Argentina. En línea: http://repositorio.educacion.gov.ar/dspace/bitstream/handle /123456789/78532 /1194.pdf?sequence=1

[63] Durante el mes de enero del ´86 –dos meses antes de las VI JCVC– los miembros de la Junta Permanente se entrevistan con el Ministro de Gobierno de Tucumán en procura de la constitución de una Comisión Interprovincial de Promoción y Desarrollo para la Comarca.

[64] Entre los años 1969 y 1977 Poldy Abbate obtuvo cargos docentes en el exterior. Estuvo en Cali  –Colombia–, Sfax –Túnez, África–, San José de Costa Rica, Marruecos y Edéa –Camerún, África–. Fue conductora de “Nativoamérica” entre 1989 y 2001 programa radial de raíz folclórica que promovió su investigación en el Noroeste y en el Nordeste argentinos. Este programa fue nominado para los premios “Martín Fierro” de 1996 a 1999. El ciclo fue llevado luego a la televisión por Canal 5 de Tucumán, recibiendo nuevamente nominaciones en 2000 y 2001 según se indica en Espinosa, Roberto, 2017, Ob. Cit. p.13.

[65] Elena Vargas recuerda el interesante intercambio entre el conferencista y la historiadora salteña María Cristina Bianchetti quien había estado investigando el mismo tema en las comunidades andinas del norte argentino. Entrevista realizada por la autora el 27 de septiembre de 2019 en el marco de una beca Doctoral otorgada por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas –CONICET-, dirigida por la Dra. Fabiola Orquera (CONICET / INVELEC) y co-dirigida por el Dr. Lucas Cosci (UNSE / UNT).

[66] Término utilizado por el autor.

[67] Estas investigaciones dieron origen a dos libros La medicina tradicional del noroeste argentino: historia y presente (1984) y Magia y Chamanismo en la medicina popular del noroeste argentino, que recibió el Premio Internacional de Humanidades Médicas “Pedro Lain Entralgo” otorgado por la Agremiación Médica Platense en 1989.

[68] Los colaboradores fueron: Rosa de Caro y Jacinto Bordón (Tala Paso), Ignacio Escalante (El Carmen), Candelario Gerónimo, Isabel Marina Gerónimo, Telma Vicenta Gerónimo y Ramona Eulogia Guerra (Los Chañares), Eusebio Mamani (Fuerte Quemado), Francisco Chaile (El Paso) y Delfín Gerónimo (Quilmes).

[69] García, Luis María, “Las responsabilidades y los días”, Cuadrante Noa, N°8, 1993, p.86.

[70] “II Encuentro de Estudiantes Terciarios del Gran Valle Calchaquí”.

[71] Unos años más adelante –1989– el CER en colaboración con el Centro de Estudios de Regiones Secas se involucra con otro evento que sigue la misma línea de los anteriores: Las “Jornadas Culturales del Valle de los Choromoros”, realizadas en San Pedro de Colalao y Trancas –Tucumán– durante el mes de noviembre. Este evento vuelve a repetirse tres años después pero funcionando en esa oportunidad el CER sólo como auspiciante y no ya como organizador.

[72] Realizadas en la ciudad de Cafayate, provincia de Salta.

[73] García Luis María, La economía del Valle Calchaquí y su modelo existencial, San Miguel de Tucumán, Programa Editorial Colección Fundación Centro de Estudios Regionales, 1999.

[74] García Luis María, 1999, Ob. Cit., p. 19.

[75] La distribución de las tareas ese año había tomado la siguiente forma: Además de estar Luis María García como presidente de la comisión, en la secretaría se desempeñarían Pedro Vega y Mercedes Porcel. Hugo Ferullo coordinaría el aspecto técnico. Wurschmidt estaría a cargo de la subcomisión específica y el Dr. Manuel García Salemi en la subcomisión de técnica y recursos naturales. José Vece se encargaría de la prensa y difusión del evento  y Gaspar Risco Fernández sería el coordinador general.

[76] Josefina Racedo “Vida cotidiana y economía en el Valle Calchaquí”, Miguel Nazur “El desarrollo socioeconómico del Valle Calchaquí en la provincia de Tucumán”, Víctor Hugo Díaz y José A. Villegas “Hacia un plan regional para los Valles Calchaquíes”.

[77] Manuel García Salemi “Un documento virreinal sobre el pueblo de Colalaos y Tolombones”. Horacio Adrián Vazquez “Campo Herrera – cooperativa de trabajo agrario”.

[78] Su origen se encuentra ligado al Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), y a un equipo de profesionales que cumplieron un rol fundamental en la vida de la cooperativa durante la década del ´70 antes de ser perseguidos y encarcelados. La asociación está actualmente ligada al PROICSA, programa orientado a incrementar la competitividad del sector azucarero del Noa argentino.

[79] Risco Fernández Gaspar, 1991, Ob. Cit., p.225-236.

[80] García Luis María, 1999, Ob. Cit., p.161.

[81] García Luis María. 1999, Ob. Cit., p.161.

[82] García Luis María, 1999, Ob. Cit., p. 21.

[83] García Luis María, 1993, Ob. Cit., p. 6.

[84] Según la tesis de Murra en torno a las formaciones económicas del mundo andino, una misma comunidad poseía el control de diversos pisos ecológicos originados en los cerros por los diferentes microclimas. De esta manera, a partir de la dinámica establecida entre un núcleo central y colonias o “archipiélagos”, determinados espacios con recursos específicos (sementeras, pastos, bosque o mina de sal, entre otros) pudieron ser compartidos por varias etnias. Murra John V. “El control vertical de un máximo de pisos ecológicos en la economía de las sociedades andinas”, en Formaciones económicas y políticas en el mundo andino, Lima, Instituto de Estudios Peruanos (IEP), 1972, pp. 59-117. Risco Fernández explica cómo este modelo es utilizado tanto por Alberto Rex González para pensar la argentina indígena y la Puna como zona de simbiosis dentro del contexto regional del Noroeste, como por Norberto A. Pelissero en la reconstrucción geosistémica de Quilmes, la ciudad prehispánica del Valle Calchaquí. Tratando de “rescatar” la comprensión integral de lo que entraña en su misma dinámica la categoría de “verticalidad”, Risco la libera de su confinamiento económico para iluminar una “hermenéutica participativa” del “ser-en.el-mundo” de la cantora vallista. Risco Fernández Gaspar, 1991, Ob. Cit. pp.237-254. Así es como Gerónima Sequeira supo que su “verdadero mundo se compone de múltiples horizontes superpuestos” y por ello pudo enfrentar las migraciones que emprendió, encontrando por límite la experiencia en el llano zafrero. Esto también le habría permitido “guardar intacto el núcleo ético-mítico de su cultura, por debajo de las metamorfosis del instrumental civilizatorio”, véase Orquera Fabiola, “Gerónima Sequeida: intervención en el imaginario de ‘lo argentino’ desde el ‘canto de la tierra, en Palermo, Zulma, Cuerpo (s) de mujer. Representación simbólica y crítica cultural, Córdoba, Ferreyra Editora, 2006, pp. 207-228.

[85] Lamentablemente aún no hemos conseguido saber cuál fue el tema de esta edición ni la fecha exacta de su realización.

[86] De la primera, Gaspar Risco Fernández fue asesor cultural desde 1972 y de la segunda, entre 1978 y 1979.

[87] García Luis María, 1993, Ob. Cit., p. 103.

[88] García Luis María, 1993, Ob. Cit., p. 103.

[89] Realizadas los días 30 de noviembre, 1 y 2 de diciembre de 1990 en Santa María. 

[90] 8 a 10 de noviembre de 1991.

[91] FM –LV7 Radio Tucumán, LRA15 radio Nacional y radios vallistas.

[92] En las adhesiones se destaca el acompañamiento de las universidades de la región: Universidad Nacional de Catamarca –UNCa– y las Universidades de Santiago del Estero –UNSE y UCSE–. En Tucumán apoyaron el evento las Facultades de Filosofía y Letras, Arquitectura y Urbanismo, Ciencias Naturales, Artes y la Secretaría de Ciencia y Técnica, todas instituciones pertenecientes a la Universidad Nacional de Tucumán. También la UNSTA, Universidad Nacional Santo Tomás de Aquino. En Santa María adhirió a las Jornadas el Club de Profesionales Universitarios de la ciudad.

[93] Se comparten también algunas experiencias de intervención sobre casos puntuales. En los trabajos “Plan de sistematización Cuenca Río Quebradita y Blanquito” y “Características generales del Valle de Tafí” se presenta el trabajo realizado en el encauce del Río Blanquito en Tafí del Valle, Tucumán. Allí trabajaron de manera conjunta las municipalidades de Tafí del Valle (Arq. Osvaldo Hugo Merlini ) y de Tafí Viejo (Arq. Manuel Alias), la Dirección Provincial de Agua (Lic. En Geología, Ernesto Pantorrilla), la Secretaría de Agricultura y Ganadería, la Dirección de Recursos Naturales (Ing. Arq. Enrique Medina) y la Dirección Provincial de Obras Sanitarias (Lic. Emilio Graña) todas instituciones de la provincia de Tucumán.  

[94] En el trabajo de Quarliere se consideran las modificaciones que en el marco legal deberían contemplarse si se pretende integrar la región del Noroeste argentino. El caso de los Valles Calchaquíes es paradigmático pues se encuentra repartido entre tres provincias (Salta, Catamarca y Tucumán). Según la opinión del funcionario con pequeñas modificaciones e inversiones podrían resolverse algunos de los problemas que afectan a los pobladores del Valle. Se proponen para ello políticas orientadas al ordenamiento hídrico, la reforestación, la electrificación rural y el desarrollo vial, para mejorar la comunicación y el intercambio. Por su parte Susana Tibaldi reflexiona en torno a las relaciones entre economía y ecología y en la necesidad de pensar sus vinculaciones antes de llevar adelante propuestas concretas. Se insiste en la importancia de tener una legislación ambiental fuerte, con representación y participación de todas las provincias de la región del Noa, a fin de gestionar y conservar el patrimonio natural y social del Valle.

[95] El libro sale con sello editorial del Centro de Estudios Regionales y del Instituto J. Maritain, y es logrado gracias al apoyo económico de la Fundación Solidaridad. Véase García Luis María, 1993, Ob. Cit. p. 105.

[96] Expresión utilizada por la autora. 

[97] En el homenaje se recuerda a otros dos compañeros fallecidos: Marcos Rodríguez Espada y Ernesto Salvatierra. El primero de ellos, bonaerense y naturalizado en Amaicha del Valle, se había constituido en el nexo entre esa población y el núcleo organizativo urbano de las Jornadas. Falleció en 1985. El segundo, destacado arqueólogo del Valle de Yocavil fue delegado y miembro de la Comisión Permanente Santamariana. Fallece en esa ciudad en 1987.

[98] Su museo puede aun ser visitado en dicha ciudad de Salta.

[99] García Luis María, 1993, Ob. Cit., p. 109.

[100] Sólo vuelve a aparecer en la última revista, Cuadrante Noa N° 11, pero es bastante sintética y recupera brevemente las actividades del período 2000 a 2006. 

[101] Bordón, Nellibe y García Luis María, 2006, Ob. Cit., p. 403.

[102] Según se publica en el diario La Gaceta, con fecha del 16 de septiembre de 1999.

[103] Entrevista realizada a Hugo Ferullo el 10 de agosto de 2018 en el marco de una beca Doctoral otorgada por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas –CONICET-, dirigida por la Dra. Fabiola Orquera (CONICET / INVELEC) y co-dirigida por el Dr. Lucas Cosci (UNSE / UNT).

[104] El locus es el lugar, el “espacio cualitativo practicado y convertido en sentido práctico”. Supone por lo tanto “límite y posibilidad”. Estos límites, que en el caso del intelectual de provincia o de pueblo tienen que ver con una escala, con un aspecto cuantitativo se imponen configurando cualitativamente los espacios culturales y académicos, véase Martínez, Ana Teresa, “Intelectuales de provincia: entre lo local y lo periférico”, en Prisma – Revista de Historia Intelectual, Vol. 17, N° 2, 2013, pp. 175.

[105] Martínez, Ana Teresa, 2013, Ob. Cit., p. 177.