Revista
Andes, Antropología e Historia
Vol.
2, Nº 31, Julio - Diciembre de 2020
Esta obra está bajo licencia de Creative
Commons Atribución - No Comercial CC BY-NC
EL PROCESO DE POBLAMIENTO DEL CHACO DURANTE EL
PERIODO TARDOCOLONIAL
THE CHACO POPULATION PROCESS DURING LATE
COLONIAL PERIOD
Leandro Hamud Fernández
Instituto de Investigaciones en Ciencias Sociales y
Humanidades (ICSOH)
Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET)
Facultad de Humanidades
Universidad Nacional de Salta - Argentina
leandro.hamud@gmail.com
Ingreso:
13/08/2019
Aceptado:
21/02/2020
Resumen
En este trabajo analizaremos algunos de los principales
objetivos políticos, económicos y sociales que llevaron a los hispano-criollos
a intentar conquistar el Chaco. Para eso indagaremos en las principales
características de algunos de los proyectos de colonización más relevante esbozados
a fines del período colonial, entre 1767
y 1810. Si bien la conquista de ese territorio fue mucho más prolongada en el
tiempo, fue en esos años cuando se delinearon de forma definitiva sus
principales características. La fecha inicial corresponde a la expulsión de la
orden jesuita ordenada por Carlos III en el marco de las Reformas borbónicas,
medida que impactó directamente en las dinámicas de colonización practicadas
hasta entonces. La elección de 1810 como momento final de esta presentación se
debe al estallido de la Revolución de Mayo, que
marcó el surgimiento de nuevas prioridades políticas que obligaron a
dejar a la conquista del Chaco en un segundo plano.
Hemos consultado la documentación disponible en diferentes
archivos argentinos. Ésta se cotejó con el material subido a las redes en
diferentes páginas españolas y brasileñas de
fuentes editas disponibles en diferentes formatos.
Palabras claves: Frontera,
Interacción Social, Poder, Circulación Mercantil, Colonización
Abstract
In this paper we will analyze some
of the main political, economic and social objectives that led the
Spanish-Creoles to try to conquer the Chaco. With this purpose, we will
research into the main characteristics of some of the most relevant
colonization projects outlined at the end of the colonial period, between 1767
and 1810. Although the conquest of this territory was far more extended in
time, its main characteristics
developed in those years. The initial date corresponds to the Jesuit
Order expulsion by Carlos III, within the framework of the so-called Bourbon
Reforms. This measure had a direct impact on the colonization practices
existing until then. The choice of 1810 as a final point for this paper is due
to the May Revolution which marks the emergence of new political priorities
that left the conquest of the Chaco region in second place by order of
importance.
In order to carry out this work, we
have examined documentation available in different Argentine archives. It has
been compared with different Spanish and Brazilian websites of edited sources
available in different formats.
Keywords: Frontier, Social interaction, Power, Trade flow, Colonization
Algunas consideraciones sobre el espacio y la
etapa previa
Los conquistadores tempranamente se interesaron por el Chaco
gracias a que su situación geográfica le permitía a la región vincular diferentes
espacios, por ejemplo el gobernador del Paraguay Martínez de Irala con
frecuencia intentó descubrir un camino hacia Charcas, organizando y participando
de diferentes expediciones que tuvieron resultados diversos. Los españoles no
solo buscaban vincular estas provincias sino apropiarse de las fabulosas
riquezas que, pensaban, se escondían en ellas. La polifonía de sentidos otorgados
al vocablo Candire apoya, en parte, estas afirmaciones. Isabelle Combes dividió
a la documentación que mencionaba esta palabra en tres grupos: en el primero,
de carácter más temprano, el vocablo no era un topónimo sino un etnónimo es
decir se refería a una tribu indígena y a su líder, el Candire; en el segundo
grupo, un poco más tardías que el primero pero también producidas en el siglo
XVI, Candire serían unas tierras, un
reino indígena; el último grupo en realidad está conformado por una sola fuente
y el concepto aludía a un dios[1].
Para nuestro estudio interesa el primer grupo definido por
Combes, al cual los colonizadores del siglo XVI definían como “señores del
metal”, como un pueblo rico en oro, plata, cobre y plomo. Algunos
investigadores, como la misma antropóloga francesa, consideraban que los
candires en realidad eran los incas[2]. Con la
fundación de Santa Cruz de la Sierra por parte de Ñuflo Chavez en la década de
1560, se dio un desplazamiento de sentido y candire se convirtió en un topónimo
que para algunos aludía a las tierras de Moxos y otros a la actual Amazonia
boliviana[3]. Esto
no deja de ser importante ya que a fines del siglo XVIII, algunos
hispano-criollos consideraban que en el Chaco existían importantes minas y que
su conquista no solo permitiría explotarlas sino que facilitaría el acceso a
Moxos y a las minas de oro portuguesas[4].
De hecho, se intentó impulsar la conquista del Chaco a
través de la fundación de ciudades como Concepción del Bermejo y Santiago de
Guadalcazár, ambas se ubicaron en el interior del Chaco. Como plantea Darío
Barriera, el articulador del espacio regional era la plata, es por eso que
paraguayos y tucumanos buscaban formas de acortar distancias hacia Potosí, y la
navegación del Bermejo y el Paraná aparecían como una posible vía de
comunicación[5].
Fundar pequeñas plazas urbanas en las riberas del Bermejo, tenía como objetivo convertir
a ese río en una arteria fluvial ya desde la segunda mitad del siglo XVI. Si
bien el proyecto no prosperó y ambas ciudades fueron destruidas por los indios,
la idea jamás fue olvidada y diferentes actores sociales intentaron reimpulsar
la iniciativa durante el siglo XVIII[6].
Ahora bien, el cambio de dinastía acaecido en el
conglomerado político español a principios del siglo XVIII, le dio nuevos
impulsos a la colonización de las fronteras. Las Reformas Borbónicas fueron
implementadas a efectos de que la monarquía recuperara su lugar preponderante
en Europa. Para lograr esto, uno de los principales objetivos fue maximizar la
extracción de excedentes de las colonias y excluir – o limitar – la expansión
de otras potencias rivales. En este sentido, la colonización de las fronteras
era clave. Los intentos de conquistar el Chaco se enmarcaron dentro de este nuevo
panorama, a menudo los mismos se justificaban esgrimiendo argumentos como la
existencia de perlas y minas listas para ser explotadas, su potencial
agropecuario y la estratégica ubicación de la región, la cual permitía agilizar
las comunicaciones entre el Paraguay, Rio de la Plata, Tucumán y Alto Perú. En
definitiva, se apelaban a los mismos justificativos empleados durante los
siglos XVI y XVII.
Algunos investigadores que se preocuparon por estudiar al
Chaco y sus habitantes durante el periodo colonial, han dividido a la región en
tres partes: la boreal que llega hasta el río Pilcomayo, la central ubicada
entre los ríos Pilcomayo y Bermejo, y la austral que se extiende hasta el río
Salado[7]. Se
trata de una organización espacial interesante – aunque tiene el defecto de
coincidir con los límites nacionales actuales – pero poco útil para las
necesidades de esta investigación, la que se centra en el espacio entre la
línea de fuertes que se estableció sólidamente a partir de 1750, el río Pasaje,
la ciudad de Oran – fundada en 1794 – y el Bermejo. Por lo tanto, el presente
estudio se ubica en los territorios que hoy son parte del extremo oriental de
las provincias argentinas de Salta y Jujuy, poniendo el acento en la zona del
río Bermejo, el cual tuvo gran importancia como posible vía de comunicación en
los proyectos de poblamiento que se examinaran más adelante, y que fue navegado
y medido para comprobar esa potencialidad. En este espacio fronterizo
interactuaban indígenas e hispano-criollos, cuyos intereses se solapaban con
frecuencia, siendo las reducciones, fuertes y estancias las principales puntas
de lanza que motorizaban la expansión de la frontera hacia el Bermejo.
Siguiendo las ideas propuestas por David Weber, la colonización
de las fronteras hispanoamericanas a lo largo del siglo XVII, descansaba sobre
el “Viejo Modelo” el cual se caracterizaba por el segregacionismo: los indios vivían
separados de los colonizadores en pueblos edificados para ellos y dirigidos por
misioneros, en especial jesuitas y franciscanos. En el siglo XVIII se adoptó el
“Nuevo Modelo” que promovía la integración de los indígenas fomentando el
comercio y la firma de alianzas[8]. A
primera vista parece una definición esquemática, sin embargo, Weber reconoce
que las estrategias utilizadas fueron variadas. En el caso del Chaco Boreal, la
fundación de reducciones tuvo fundamental importancia para la estabilización de
la frontera, pero siempre en estrecha relación con el avance de los fuertes.
Esto quiere decir que los padres jesuitas podían contar con algún apoyo militar
en caso de necesidad: en 1711 el Maestre de Campo José Grande Castellano ordenaba
a los soldados que custodiaban los fuertes de Miraflores y Balbuena, que
brinden apoyo al Padre Machoni a fines de que pueda imponerse sobre los indios[9]. Por lo
tanto, las políticas de conquista aplicadas en la región fueron variadas y,
sobre todo, se complementaban mutuamente, aunque vale la pena insistir que,
hasta 1767 primó la estrategia misional.
Las reducciones se fundaban en espacios alejados de los
poblados españoles, por ejemplo, Florian Paucke calculaba que el trayecto que
separaba a la ciudad de Santa Fe y la reducción donde desempeñaría sus labores,
era de 34 leguas las cuales se recorrían a caballo en veinticuatro horas sin
que el animal mostrará signos de cansancio, mientras que en carros de carga la
demora ascendía a tres días[10]. Esta
distancia, que sin ser abrumadora era considerable, se debía a la creencia de
que los indios imitarían las conductas perniciosas de los españoles. En estas
unidades se intentaba llevar adelante la conversión de los indios. Ahora bien, se
ha optado por seguir la definición brindada
por Guillermo Wilde quien explica: “La conversión implicó, en
términos generales, la imposición a los amerindios de nuevos regímenes de
temporalidad, espacialidad y corporalidad, en otros términos, la modificación
de sus teorías nativas de la persona”[11]. Esto
significa que el cambio que se promovía en ellas era total, y para eso se
valían de cualquier medio disponible. Una vez más, Paucke puede servir de
ejemplo, en determinado momento influyó en la comunidad que se asentaba en la
reducción de San Javier, logrando que muchos seguidores de Cithaalín optaran
por seguir a Aletín, al entregarle a este último mayor cantidad de yerba que al
primero[12]. La
pérdida de seguidores se debe a las viejas prácticas redistributivas de los
caciques[13].
Lo cierto es que mediante este simple expediente, Paucke logró imponerse sobre
el líder mocoví[14].
En otras ocasiones la demostración de fuerza fue más directa, y la misma
consistía en azotar a los que se consideraba en falta[15]. Las acciones
del jesuita se encuadraban dentro del “Diagrama disciplinario”, es decir,
dentro de una serie de dispositivos que les permitían a los españoles
intervenir dentro de las comunidades autónomas. Paralelamente, estos contactos
permitieron la aparición de diferentes formas de resistencia, adaptación y
cambio. Boccara lo define como el “poder creador” y la construcción de nuevas
identidades indígenas – etnogenesis – sería una de esas creaciones[16].
Por otro lado, vale decir que si bien las reducciones fueron
un elemento decisivo en el proceso de conquista, la imposición de los
doctrineros sobre los indios no siempre fue exitosa, para que estas realmente
funcionaran los padres debieron entablar negociaciones con los indígenas. De
hecho, muchas de las reducciones eran el resultado de diferentes pactos: en
1710 Esteban de Urízar derrotó a los malbalás, quienes sellaron la paz con los
españoles y formaron una reducción sobre el rio Balbuena; se trataba de un territorio
que habían perdido a manos de los mocovíes[17]. El
dato es sumamente significativo, incluso tras ser derrotados en el campo de
batalla, los indios tuvieron la suficiente capacidad de negociación como para
obtener importantes ventajas. En otras palabras, la agencia indígena queda
claramente ejemplificada con esta acción. De forma concomitante, también
conseguían asegurar el flujo de ciertos bienes cuando aceptaban formar pueblos,
según el padre jesuita Martin Dobrizhoffer, las reducciones no tenían
posibilidades de éxito si no contaban con carne de res en abundancia y lana con
la que fabricar ropa, si algo de eso faltaba los indios regresarían a sus
tierras[18].
Desde la mirada española, las reducciones tenían gran
utilidad como baluartes defensivos. Con frecuencia sus habitantes actuaban como
soldados, defendiendo los territorios o las posesiones españoles de otras
parcialidades que buscaban botín[19], José
Jolís, doctrinero de Macapillo hasta la expulsión, mostraba algunos de estos
enfrentamientos en sus relatos. En una de sus entradas al Chaco, este jesuita
llegó a un lugar denominado el “Pozo de la Tinaja”, donde se habían enfrentado
tobas, ocoles y mocovíes contra los indios reducidos liderados por Colompotoc.
El motivo de este enfrentamiento fue el robo de caballos que los tres primeros
grupos habían perpetrado en Pitos, Colompotoc los derrotó y logró devolver el
ganado al fuerte[20].
Estas acciones no solo se explican por el ansia de obtener animales, mujeres y
otros elementos sino que encuentran razón, en parte, en las ancestrales
enemistades interétnicas que enfrentaban a las diferentes parcialidades. De
todas maneras, salta a la vista la importancia de las reducciones como
antemural ante los ataques de los chaquenses.
Estas misiones no solo se erigieron en una barrera defensiva
clave para los dominios españoles, sino que su importancia productiva fue
enorme. Como explica Sara Mata de López, la recuperación de la minería potosina
aumentó la demanda de ganado mular y vacuno lo que impulsó el desarrollo de
importantes actividades ganaderas en Salta y, sobre todo, en las tierras
orientales. Al momento de la expulsión las reducciones sumaban más de treinta
mil cabezas de ganado[21], lo
que no solo habla de la enorme capacidad administrativa de los jesuitas sino de
la riqueza de la frontera. Las mismas se
habían ubicado a las veras del camino que unía el Alto Perú con el Rio de la
Plata, donde las tierras eran fértiles y los pastos abundantes[22]. El
proyecto de abrir el Bermejo a la navegación reforzaría las ventajas obtenidas
por la Compañía.
Finalmente, la expulsión de los ignacianos marcó el comienzo
de la decadencia del método reduccional y el auge de otras formas de conquista
basadas en la militarización del espacio y el fomento del comercio. No
obstante, las reducciones no desaparecieron de inmediato, al menos en el caso de
este espacio las iniciativas centradas en la fundación de reducciones
continuaron hasta 1810. Sin embargo, no se trataba de la primera opción, sino
que era visto como complemento de la colonización basada en el avance del
frente pionero y la instalación de población hispanocriolla en la frontera. En
otras palabras, se apeló mayoritariamente
al avance territorial basado en la interacción constante. Décadas de contacto
les había permitido a los colonizadores identificar a las “naciones” más
agresivas de aquellas más dóciles y por la tanto, más fácil de dominar, ante
mayor resistencia, el proceso de “barbarización” del indio se endurecía[23]. Lo
que queremos decir es que las estrategias españolas variaban según la
situación, de ser necesario apelaban a políticas de carácter ofensivo y en
otros casos, intentaban negociar alianzas bajo términos favorables para ellos.
Mapa N° 1
¿Por qué
avanzar sobre el Chaco?
A lo largo
del periodo que va de 1767 a 1810, la frontera oriental de Salta fue
representada con visiones superpuestas y hasta contradictorias entre sí. Algunas
lo imaginaban como una región sumamente hostil al modo de vida europeo, tanto
por su clima como por el carácter de sus pobladores; mientras que para otros contenía
grandes riquezas agrícolas y minerales. En palabras de Juan Adrián Fernández
Cornejo:
siendo tan
fértiles las tierras, que cuanto se planta o siembra tanto produce: como lo ha
acreditado la experiencia en la caña dulce, que hay tablones en la estancia de
San Pedro, que es de D. José Acuña, de la que también se hayan algunas matas en
la huerta de la reducción de San Ignacio de los Tobas; el trigo que lo hay en
la dicha estancia de San Pedro, en el fuerte del Río Negro, y en la reducción
dicha y de Centa; el maíz con muchísima abundancia, y todo género de legumbres
y árboles frutales. Se encuentran parrales, moscatel y uva negra de buen gusto,
manzanos, granados, membrillos, higos blancos y negros, cidras, perales,
albarillos y ají, algodón, naranjos de la china, y en los montes, dilatadas
arboledas de agrios silvestres, que forman sitios muy deliciosos[24].
Para este sujeto, el Chaco Boreal era una tierra con un gran
potencial agrícola con lo cual, su conquista traería grandes beneficios a la
Corona, al poner bajo su dominio tierras sumamente feraces que no solo
permitían el cultivar diferentes frutos sino también un importante desarrollo
ganadero. Ahora bien, la riqueza del Chaco no se agotaba en la agroganadería. Cornejo
señalaba haber encontrado conchas semejantes a las que dan perlas[25]. De
forma concomitante, otros consideraban que estas afirmaciones en realidad eran
mentiras que servían para justificar la conquista del Chaco y el
enriquecimiento de sus promotores. Se trataba de una acusación con enormes
fundamentos, toda la empresa colonizadora se basaba en la búsqueda de riquezas
y la adquisición de una gran fortuna personal y familiar. No obstante, es
necesario ir un poco más allá. Pierre Francois Xavier Charlevoix, otro padre
jesuita, relató un episodio que puede ayudar a comprender porque Fernández
Cornejo – y otros exploradores, comerciantes y funcionarios de la época –
insistían con el tema de las perlas. En la región del Guayrá, ubicada en el
Paraguay colonial, se encontraban algunas piedras transparentes de gran brillo
que se asemejaban a piedras preciosas. Los españoles creyeron que estas les
brindarían grandes riquezas, sin embargo, al tiempo se dieron cuenta de que su
valor era mínimo o inexistente[26]. Este
error se pudo haber repetido en el caso de las perlas, sin que – es bueno
insistir – esto vaya en detrimento de la necesidad de convencer a la Corona de
la importancia de conquistar Chaco.
Para ahondar sobre las riquezas que había en la región es
necesario retomar las propuestas de Juan Adrián Fernández Cornejo. Se trataba
de un hombre que cifró sus esperanzas y la de su familia, en la conquista de la
frontera chaqueña hasta el Bermejo. En pos de ese objetivo realizó varias
entradas al Chaco y presentó diferentes proyectos de exploración y conquista a
los virreyes de Buenos Aires e incluso, a la Corona. En uno de sus escritos,
destacaba que en el interior del territorio existían minas, aunque no se
aclaraba de que metal[27]. Teniendo
en cuenta que el principal producto que demandaban los europeos del virreinato
rioplatense era la plata, es de inferir que dichas minas serían de plata u oro, las únicas con suficiente
valor como para justificar una empresa de conquista de gran envergadura. Si lo
que sugería Cornejo era cierto – y no era el único que lo planteaba – se
encuentra una nueva y poderosa razón para impulsar la colonización de la región
chaqueña.
Ahora bien, el deseo de enriquecimiento personal no era el
único estímulo para planear la conquista del Chaco, y bajo ningún punto de
vista se puede reducir el análisis a un solo factor. A lo largo del siglo
XVIII, la población tucumana se incrementó notoriamente, y gran parte de ese
crecimiento se debió a la llegada de población del Alto Perú. De hecho, es
posible que el descenso de la mano de obra en esa zona se deba a esta emigración[28]. Es muy probable que parte de esos migrantes se hayan
sentido atraídos por el Chaco. En 1805 tres
tarijeños se incorporaron al Cuerpo de Partidarios[29], cuya
misión era custodiar los fuertes fronterizos. Es natural pensar que los grupos
sociales más desfavorecidos de la sociedad colonial, se asentaran en los
confines de la intendencia de Salta ocupando tierras realengas. En la frontera oriental de la provincia crecieron
estancias de buen tamaño cuya propiedad recaía en gente de dudoso linaje, todo
esto como consecuencia de la peculiar situación bélica[30]. Es
cierto que la mayor parte de la población altoperuana se asentó en el Valle de
Lerma, pero el ejemplo que brindan estos tres tarijeños deja en claro que la
frontera fue una opción válida al momento de decidir a dónde dirigirse.
¿Por qué algunos escogieron sumarse a los partidarios? Una
de las ventajas de sumarse a ese cuerpo de soldados veteranos, era que brindaba
la posibilidad de acceder a la tierra. El reglamento del Ramo de la Sisa del
año 1772 así lo establecía:
de las milicias
auxiliares que deben mantenerse en los tres fuertes, a saver cincuenta en el
Río del Valle, veinte en el de Tunillas, y igualmente en el de Pitos,
subministrándose por los arrendados inmediatos a dichos fuertes y demás a quien
se hagan mercedes de tierra por aquellos parajes, algunas ves apropiación de
sus crías para que no falte ración a los milicianos que fuesen auxiliares a
ellos[31].
La mención de la entrega de mercedes de tierra no deja de
ser significativa ya que permite inferir que algunos representantes de los
sectores más humildes de la sociedad pudieron beneficiarse de esta medida y acceder
a algunas parcelas en la frontera, sea bajo la protección de algún miembro de
la elite a cambio de trabajo, o bien mediante acceso directo como debió ser el
caso de estos soldados. Esto no quiere decir que hayan logrado sortear las
relaciones de dominación propias de la época. Por el contrario, muchos soldados
partidarios fungieron como mano de obra para algunos de sus oficiales, tal es
el caso de Diego de Pueyrredón, quien poseía extensos dominios que rodeaban al
fuerte de Ledesma y de Juan José Cornejo, quien tenía propiedades en los
alrededores del fuerte de Rio del Valle[32]. Los
partidarios tenían familias, lo que significa que habían formado ranchos alrededor
de los fuertes. Esto se puede inferir a partir de una distribución de víveres
que se llevó adelante en 1803, cuando en el fuerte de Pizarro se distribuyeron
veinte raciones de carne para dieciocho mujeres de partidarios[33]. En
resumen, la posibilidad de acceder a la tierra se convertía en un aliciente de
importancia al momento de decidir emigrar a la frontera.
La fundación de la ciudad de San Ramón de la Nueva Oran en
el valle de Centa representó un importante paso en pos de la colonización del
Chaco, y permitió que varias familias de diferentes extracciones sociales,
logren la tenencia de la tierra. Se trató de una fundación tardía, realizada en
el año 1794. En este sentido, su fundador escribió:
concebía la idea de fundar allí una Ciudad con varios Españoles,
Mestizos y Zambaigos que aunque de
honrado nacimiento unos, y de arregladas costumbres todos andaban confundidos y
miserables en otras ciudades de esta Provincia, porque no tenían tierras
propias para dedicarse a un trabajo activo y lucroso[34].
Las palabras de García Pizarro son sumamente significativas,
pues dejan entrever que la nueva ciudad permitió descomprimir algunas tensiones
sociales producto de cierta presión demográfica. De forma concomitante, la
nueva plaza permitía repartir tierras en la frontera, facilitando el avance del
frente colonizador mientras brindaba beneficios a muchas familias hispano-criollas.
La nueva fundación establecía a un puesto de mando cercano a las riberas del
Bermejo, territorios cuya posesión anhelaban disfrutar los hispanocriollos[35],
mientras que se erigía en un baluarte defensivo capaz de proporcionar refuerzos
a los fuertes. De hecho, Pizarro resaltaba que una de las razones por las que
fundó la nueva ciudad, era corregir algunos de los defectos del sistema
defensivo ya que los fuertes estaban separados por largas distancias. En ese
sentido, nombró a los ciento cincuenta y ocho hombres que se habían asentado en
la ciudad, como dragones milicianos[36],
quienes tenían la obligación actuar como refuerzos de los soldados partidarios.
La cercanía de algunos ríos, permitía soñar con cierta
prosperidad basada en la agricultura, pero también convertir a la ciudad en un
importante centro de comercio y reaprovisionamiento si se materializaba la
navegación del Bermejo. Como ya vimos, este proyecto no era nuevo, por el existieron
varias propuestas que incluían esa posibilidad entre el siglo XVI y el XIX. Uno
de los principales interesados en la empresa fueron los jesuitas, quienes
tuvieron un destacado rol en la conquista del Chaco. Según Beatriz Vitar impulsaron
la empresa a fines unir sus misiones del Perú, Paraguay y el Rio de la Plata[37]. Es
decir, sus objetivos eran un poco diferentes al que planteó Barriera para
tiempos más tempranos. Con su expulsión la iniciativa no fue desechada sino que
se recuperó una mirada económica, algunos miembros de las elites locales consideraban
que la navegación del Bermejo agilizaría las comunicaciones entre las minas de
plata altoperuanas y el puerto de Buenos Aires. En ese sentido, las
expediciones del padre Morillo – que se llevó a cabo en 1780 – y de Juan Adrián
Fernández Cornejo – realizada en 1790 – demostraron que el proyecto tenía
factibilidad[38].
Se eligió este rio y no otro por la tranquilidad de sus aguas ya que el
Pilcomayo solo es navegable por tramos[39].
La importancia del Bermejo se encontraba en estricta
relación con la ubicación espacial del Chaco. Esta región estaba en el medio
del Rio de la Plata, Paraguay, el Alto Perú y Tucumán. Por lo tanto, su
conquista podía beneficiar a estas jurisdicciones al acortar distancias, si el
curso de agua efectivamente se convertía en una vía de comunicación, la
circulación entre algunas gobernaciones del virreinato rioplatense no solo se
vería potenciada sino que se conformaría un bloque territorial mucho más
homogéneo y mejor articulado[40].
Joaquín Alós, quien fue gobernador del Paraguay durante la década de 1790,
aconsejaba aprovechar una ruta terrestre que uniera su provincia con el Alto
Perú en detrimento de la ruta tradicional que pasaba por Tucumán. En el mismo
documento, se oponía a la apertura del Bermejo argumentando que Cornejo había
demorado cincuenta y seis días en llegar a Corrientes, mientras que el camino
terrestre sería más rápido[41]. Estos
proyectos de conquista, que en ocasiones contenían propuestas o estrategias disímiles
y hasta opuestas, dan cuenta de la importancia estratégica del Chaco. No solo
se trataba de explotar sus riquezas, la conquista permitiría acortar
distancias, facilitando el comercio y las comunicaciones. Una vez más, hay que
mencionar a Juan Adrián Fernández Cornejo, quien en 1791, sugirió la
posibilidad de refundar la ciudad de Guadalcázar. Uno de los principales
argumentos de la propuesta, era que la ciudad se convertiría en el núcleo de
una amplia red comercial que contaría con un río navegable hasta Buenos Aires,
que no era otro que el Bermejo. Un camino de cargas hasta Potosí, comunicación
con Centa, Chiquitos y Moxos, llegando incluso – siempre que lo aprobará el Rey
u otra autoridad competente – hasta el Matto Groso, de donde se traerían oro y piedras
preciosas[42].
En resumen, la estructuración del espacio que proponía Cornejo se debía a la
centralidad geográfica del Chaco, a su ubicación estratégica. Algo en lo que
habían reparado los conquistadores de la centuria anterior, cuando
establecieron la ciudad que Cornejo pretendía restablecer.
Todos los argumentos esbozados hasta ahora: riqueza agrícola
y ganadera, la existencia de perlas y minas, su situación geográfica y la
posibilidad de abrir nuevas rutas de comercio explican por qué los funcionarios
españoles consideraron la conquista del Chaco como una prioridad. La
construcción de la región como un espacio “vacío” que debía ser colonizado e
incorporado a la civilización, unido a la nueva política borbónica de avance
sobre las diversas fronteras, completaban los motivos por los cuales se intentó
acelerar el avance del frente pionero.
Algunos proyectos
de colonización del Chaco
A partir de 1767, el peso de la conquista dejó de residir en
las reducciones y pasó a centrarse en la negociación y el establecimiento de
alianzas. Retomando lo planteado por David Weber, a finales del siglo XVIII,
los oficiales que gobernaban las zonas de frontera, intentaron ganarse la
amistad de los indios autónomos ofreciendo regalos, tratos comerciales
generosos y alianzas[43]. Este
método de conquista se basaba en la interacción constante y los efectos del
comercio. Los funcionarios españoles consideraban que de esta manera, los
indios se integrarían a la sociedad hispanocriolla como miembros plenos y
productivos[44].
En el caso del Chaco Boreal, la aplicación de esta forma de colonización se
realizó sin dejar de lado el método reduccional, lo que significa que aplicaron
diferentes estrategias de colonización sincrónicamente. Diferentes agentes
españoles organizaron entradas a los dominios indígenas, tratando de establecer
alianzas con los indios, reconocer el territorio y sus riquezas, e incluso
fundar nuevas reducciones.
Gerónimo Matorras y la Divina Pastora
En 1774 el gobernador de Salta, Gerónimo Matorras, dirigió
personalmente una importante entrada al Chaco para la cual reclutó quinientos
ocho hombres, seiscientas mulas de carga, ochocientos caballos y mil doscientas
cabezas de ganado para consumir[45]. Para llevar
adelante la empresa, contrajo deudas por un valor de 50000 pesos[46], algo
que se justificaba en vistas de que Matorras fue nombrado gobernador bajo el
compromiso de conquistar la región, convirtiéndola en una nueva provincia que
sería bautizada como Divina Pastora[47].
Siguiendo lo descripto por el diario, la expedición se realizó sin sobresaltos,
no hubo escaramuzas con los indios ni nada que se le parezca, aunque es digno
de destacar la defección, la deserción de muchos hombres, puesto que al momento
de ingresar al Chaco se contaba con trescientos setenta y ocho hombres[48].
Por otro lado, resulta sumamente interesante que en un
encuentro con indios mataguayos, estos reconozcan haber atacado la reducción de
Balbuena y hayan solicitado el perdón del gobernador quien los amenazó con
repartirlos en encomiendas[49]. Esto
habla de que las viejas herramientas de conquista seguían vigentes, en virtud
de la situación los españoles podían
mostrar cierta fuerza coercitiva sobre las comunidades indígenas autónomas,
aquí no habría negociación en los términos planteados por Weber sino imposición.
En el mismo sentido, a lo largo de sus encuentros con diferentes parcialidades
indígenas, Matorras proponía con frecuencia fundar nuevas reducciones para ellos,
incluso algunos de estos grupos pedían formar nuevos pueblos[50]. Si
retomamos la propuesta de Boccara y la aplicación del “Diagrama soberano” o el
“Diagrama disciplinario”[51],
veremos que su utilización dependía de las circunstancias locales y/o
regionales y no del factor temporal. Las amenazas de crear nuevas encomiendas
se enmarcan dentro del primer esquema al reivindicar un dominio total sobre los
indios.
En este punto, es necesario aclarar que la fundación de
nuevas misiones no era el principal objetivo de la empresa, sino la firma de un
tratado de paz y amistad con el cacique Paikín, indio que era identificado como
mocoví, pero reconocido como líder por otras tribus como los tobas[52]. Esto
es sumamente significativo pues da a entender que algunas parcialidades
chaquenses habían conformado algún tipo de confederación, sobre todo al ver que
varios caciques firmaron el acuerdo[53]. Es
probable que Paikín haya sido considerado como un primus inter
pares. Por lo tanto, desde una lógica occidental – que creía en la
capacidad coercitiva de los líderes o caciques – firmar un tratado de paz con
alguien de tanta relevancia, significaba pacificar toda la frontera salto
jujeña.
Por otro
lado, Matorras no perseguía la conquista del Chaco solo para ensanchar los
dominios reales, sino que buscaba obtener una mayor participación dentro de las
rutas comerciales transchaqueñas, mientras excluía a los portugueses de las
mismas[54]. Una
vez más salta a la vista que importancia
del Chaco como nudo de un sistema de intercambios de amplios alcances.
La entrada reduccional de 1780
La entrada
del gobernador fue relativamente exitosa en cuanto logró estabilizar la
frontera tras la expulsión de los jesuitas, y permitir la creación de nuevas
reducciones como la de Santa Rosa de Lima. Sin embargo, la pronta muerte de los
principales protagonistas – Paikín y Matorras –
puso en entredicho el acuerdo. Esto llevó a planear otra entrada en
1780, en este caso dirigida por Francisco Gabino Arias. Si la expedición de
Matorras había sido pactada con uno de los hijos de Paikín[55], en esta
ocasión la situación no fue muy diferente. Según el diario resultante, tras la
muerte del cacique mocoví otro líder indígena, Queyavirí, fue a Salta a
devolver el bastón de mando que Matorras le había entregado a Paikín[56]. En
esa visita se convino una nueva entrada de los españoles[57], el
objetivo de la misma era reafirmar los pactos sellados seis años atrás.
Al parecer,
la empresa discurrió por los mismos canales que la de Matorras, al no tener que
enfrentar mayores agresiones por parte de los chaqueños, a excepción de sufrir
algún robo de ganado. De hecho, Gabino Arias también optó por fundar misiones,
como fue el caso de Santiago de La Cangayé, la cual estaba –según cálculos de
la época– a unas sesenta leguas de la ciudad de Corrientes[58]. Por
otro lado, el escritor del diario le dedicó unas palabras a un natural de Salta
que vivía entre los indios, había sido cautivado a tierna edad, se había casado
con una mocoví y no hablaba nada de castellano[59], lo
que muestra de una total integración de este sujeto a la comunidad indígena.
Para Gabino
Arias, la importancia de las reducciones tenía relación con el sostenimiento
del sistema defensivo, su existencia permitía obstaculizar los ataques de
parcialidades hostiles hacia los españoles. Paralelamente, los indios reducidos
actuaban como conchabados en las obras públicas y particulares de Salta,
sirviendo incluso a los partidarios en los fuertes, y a sus familias en sus
hogares[60]. Estas
apreciaciones comprueban la complementariedad que había entre las diferentes
instituciones sobre las que recaía el avance de la colonización. Por otro lado,
habla de la importancia que había adquirido la mano de obra indígena para el
espacio salto-jujeño. En lo que respecta a esta entrada, hay que decir que sus
gastos fueron mucho menores a los que debió afrontar Matorras, ya que solo se
gastaron quince mil pesos[61].
Para 1784,
Gabino Arias elaboró un plan mucho más ambicioso donde se planteaba la
conquista definitiva del Chaco. Su autor consideraba necesario construir
reducciones, presidios, piquetes y poblaciones. Paralelamente, la defensa
recaería sobre milicias cuya tarea era vigilar a los indios[62]. Otro
objetivo de importancia era abrir el comercio, lo cual puede ser relacionado
con el control de las rutas transchaqueñas que propone Florencia Nesis. Para
este sujeto, la puerta natural del Chaco era la ciudad de Corrientes, llegando
a considerar como clave la fundación de una villa de españoles en Curupayti,
entre otros puntos geográficos[63]. Es
muy probable que una de las principales razones por las que esta entrada no se
llevó adelante fueran los costos, su promotor calculaba unos gastos superiores
a los setenta y cinco mil novecientos pesos[64].
Juan Adrián Fernández Cornejo: una familia al servicio de la Corona
A lo largo de este trabajo, se ha mencionado con frecuencia a
Juan Adrián Fernández Cornejo, este hombre fue uno de los grandes promotores de
la conquista del Chaco. Durante el último cuarto del siglo XVIII, dirigió
diversos viajes a la región y participó – en calidad de subordinado – de otras
entradas, entre las que estaba la dirigida por el gobernador Matorras en 1774.
En este caso, se hará un breve repaso de las empresas comandadas por él, las
que tienen toda la apariencia de empresas familiares. La primera de ellas data
de 1780 y su final no fue el que esperaba Cornejo. El objetivo de la misma era comprobar
la navegabilidad del Bermejo. Para cumplir
con la misión, solicitó y obtuvo permiso de una autoridad superior, muy
probablemente el virrey de Buenos Aires[65]. Tras la
aprobación oficial, mandó construir tres canoas llamadas “Descubridora”,
“Esperanza” y “María Domingo”[66], con
las cuales se lanzó a navegar el rio, teniendo varios encuentros con los
indios, pero prefirió no continuar con la aventura, probablemente por las
desavenencias que lo enfrentaban con el capellán, el franciscano Francisco Morillo[67]. Tras
la defección de Cornejo, el cura decidió continuar con la empresa, la que
finalizó con éxito al arribar a la ciudad de Corrientes[68], demostrando
así la viabilidad del proyecto.
Las aventuras de Fernández Cornejo no finalizaron allí, en
1790 completó la tarea que había dejado inconclusa diez años antes. Emprendió
el viaje en la confluencia de los ríos Centa y Bermejo el 27 de Junio, llegando
al fuerte correntino de Curupaty[69] el 20
de Agosto. La travesía aparentemente no conllevó mayores sobresaltos, excepto
hacia el vigesimosegundo día de navegación, cuando algunos indios identificados
como mataguayos atacaron las embarcaciones sin éxito[70]. Como
corolario del diario que resultó de la expedición – y que fue escrito por José
Antonino Cornejo, hijo de Juan Adrián – se consideraba que la travesía dejaba
abierta la puerta no solo del comercio, sino también para la fundación de
nuevos establecimientos en el Chaco[71]. Esta
afirmación es sumamente reveladora, el proyecto de colonización de la familia
Cornejo, encontraba sus bases en el poblamiento de la región. No por nada, Juan
Adrián propuso en 1791 la refundación de la antigua ciudad de Guadalcázar.
Este sujeto volvió a ingresar al Chaco en 1791 en busca de
un camino que uniese Tarija con el Valle de Centa. Lo que se buscaba era una vía
terrestre, descubrir o abrir una, y fue necesario contar con el apoyo de los
indios. Para eso se dirigió a la reducción de Centa, donde habló con diferentes
indios mataguayos a fines de averiguar cuál era la mejor ruta a seguir. No
obstante, no confiaba en ellos ya que los doctrineros habían tratado de realizar
la misma tarea sin éxito. Solo contaba con el apoyo incondicional de uno de
ellos, de nombre José Lorenzo – quien formaba parte de dicha reducción – y ya había
acompañado a Cornejo en su anterior travesía sobre el Bermejo en calidad de intérprete[72]. Esta amistad
era sumamente significativa por dos razones al menos: se puede ver que más allá
de las impugnaciones que diferentes agentes realizaban contra las reducciones,
las mismas mantenían cierta vigencia y – al menos en el caso del Chaco – era
necesario contar con ellas. En segundo lugar, es claro que las empresas de exploración
a través de las cuales los hispanocriollos trataban de cuadricular los
diferentes espacios fronterizos, determinando que recursos podían explotar; no
se podían realizar sin contar con el apoyo de los indígenas, sea a título
grupal o individual.
El viaje de Cornejo era de vital importancia, y no solo para
Salta. Los tarijeños habían enviado una compañía de soldados con el mismo fin:
abrir un camino que agilizara las comunicaciones[73]. Ambas
expediciones se encontraron tras diferentes peripecias logrando así cierto
éxito. Sin embargo, las palabras finales del diario de Cornejo, dejaban ver lo
pobre del logro, ya que en ellas se reivindicaba el “Camino del Bermejo”, al
menos en lo que a carruajes se refiere[74]. Se
trata de una clara prueba de lo lejana que se encontraba la conquista en esos
tiempos, la vegetación y el relieve dificultaban la circulación y los indios, a
pesar de que no se los mencionaba, seguían constituyendo un peligro.
Ahora bien, no todos los funcionarios españoles estaban de
acuerdo con colonizar el Chaco. Algunos de ellos creían que la empresa no traería
réditos para la Corona, como fue el caso de Félix de Azara. Estrictamente
hablando, el aragonés se oponía a los planes que habían presentado dos
comerciantes paraguayos que no fueron analizados en esta ocasión: Antonio
García de Solalinde[75] y
Manuel Victoriano de León[76]. Sin
embargo, sus observaciones pueden extenderse a los elaborados desde otros
territorios. Sus principales críticas exponían el hecho de que los diferentes
proyectos de conquista solo buscaban enriquecer a sus creadores y sus
facciones:
Pues sepa V. E.
que en todo esto y lo demás que refieren, no hay otra verdad que la de decir
que el Chaco es un manantial inagotable de riquezas: porque es preciso
permitirles que hablen así de un país que les ha dado y da el pretexto fácil de
enriquecerse, logrando grados, y los tesoros que solo ellos sacan del Chaco,
sin más trabajo que aburrir con sus farándulas[77].
Los tres agentes hasta aquí analizados – Matorras, Gabino
Arias y Cornejo – perseguían objetivos personales. El primero fue acusado por el
franciscano Joaquín de Jesús de lucrar con los bienes de las reducciones. El
cura decía que había sido expulsado del territorio salteño por oponerse a las
lesivas prácticas del gobernador, los demás doctrineros hacían la vista gorda
ante esos abusos porque tenían miedo de perder todos los avances logrados, y que
los indios reducidos regresasen al interior del Chaco. Joaquín de Jesús
destacaba el rol defensivo de las reducciones y extendía sus quejas al
gobernador Campero – antecesor de Matorras – acusándolos de utilizar milicianos
para defender la frontera, pagándoles con su propio dinero mientras se quedaban
con el producto de la sisa, que el cura calculaba en sesenta mil pesos anuales[78].
En el caso de Gabino Arias, las acusaciones en su contra
fueron variadas. En primer lugar, Pedro de Angelis lo acusaba de intentar
explotar a los indios en su favor, al tratar de ubicarlos en algunos terrenos
que eran de su propiedad[79]. En
segundo lugar, José Gálvez, Ministro de Indias, desaprobaba los resultados de
la entrada que encabezó en 1780 al considerar que: “este sugeto
es uno de aquellos que, por medio de proyectos y machinas fantásticas, procuran
hacerse memorables y distinguidos”[80].
Gálvez acusaba a Arias de deber dinero a varios vecinos e incluso, de ser
moroso de la sisa por más de diez mil pesos. En el mismo sentido, el ministro
de Indias decía que las reducciones fundadas por el coronel de milicias nunca
se habían materializado, lo que fue un perjuicio para la sisa que perdió quince
mil pesos[81].
Este cúmulo de acusaciones, sin dudas influyó en que la entrada proyectada por
Arias para 1784 quedase trunca, ya que
el documento de Gálvez data de 1783.
El menos discutido de los tres agentes fue Cornejo, quien no
fue blanco de acusaciones por desfalco o enriquecimiento a costa del erario
real. Sin embargo, sus ambiciones no fueron del todo satisfechas. Al momento de
organizar su malograda navegación del Chaco – en 1780 – ansiaba recibir el
título de Marqués del Bermejo[82], anhelo
que no pudo cumplir. En un pedido de mercedes elevado al rey con posterioridad,
Juan Adrián Fernández Cornejo no solicitaba nada para sí mismo sino para sus
hijos Juan José y José Antonino, quienes debían ser reconocidos como capitanes
del ejército[83].
Es posible que al menos una de estas gracias le hayan sido concedidas, puesto
que Juan José fue nombrado Capitán del fuerte del Rio del Valle, es decir, pasó
a integrar el Cuerpo de soldados Partidarios, el cual era considerado como
veterano[84].
Por otro lado, en su proyecto de restablecer la ciudad de Guadalcázar, Cornejo
solicitaba licencia para explotar las supuestas minas del Chaco cuando
considerase conveniente[85]. Estas
aspiraciones nunca de llevaron adelante aunque es probable que hayan inspirado
la fundación de Orán por parte del gobernador Pizarro en 1794.
Con lo analizado hasta ahora, se puede ver que todos los
impulsores de la conquista del Chaco buscaban enriquecerse con ella, esgrimiendo
diferentes argumentos para convencer al rey. Sin embargo, Azara pensaba
diferente:
No crea V. E.
la patraña de las perlas y otras ventajas que se alegan, ni la reducción de los
indios, que serán libres para establecerse donde quieran en la misma extensión,
desde Santa Fe a Chiquitos, sin que el proyecto pueda embarazarlo. Tampoco hay
que esperar minas por qué no las hay. Cuanto produce el Chaco lo da nuestro
Paraguay, donde lo podemos beneficiar sin susto ni costo, y sacarlo por el río
sin que sea más larga la distancia[86].
Es claro que el aragonés era contrario a la conquista del
Chaco al considerar que su emergencia como nueva provincia iría en detrimento
del Paraguay. Por otro lado, parecía desconfiar de la posibilidad de que las
reducciones promuevan el cambio cultural de los indígenas del Chaco y faciliten
la imposición del dominio español sobre ellos.
Breves
consideraciones sobre los indios
La colonización del Chaco difícilmente podía realizarse sin
contar con el apoyo de algunos pueblos chaqueños, como se vio en el caso de la
entrada encabezada por Cornejo en 1791. Los indios servían como guías,
lenguaraces e incluso soldados auxiliares de los españoles, la documentación de
la época se refiere a estos como “indios amigos”.
¿Bajo qué condiciones se daba esta amistad? Su principal
característica era que no incluían a todos los españoles, la paz no era de
carácter universal. Las palabras que el jesuita Martin Dobrhizoffer ponía en
boca de algunos abipones eran sumamente claras:
La sentencia de muchos era que la amistad debía concederse a los
santafesinos, cordobeses y santiagueños; no así a los correntinos y paraguayos.
Negaban una paz universal que comprendiera a todos los españoles. Con esta
tregua, decían, el uso de las armas y el antiguo deseo de gloria militar
languidecerá entre nosotros[87].
Es necesario insistir con que la situación que relataba el
jesuita tenía relación con algunas parcialidades de abipones, por lo tanto,
este comportamiento no se puede generalizar. Sin embargo, hay claros indicios
de que algo similar ocurría con los pueblos que habitaban el Chaco Boreal.
Cuando Paikín y Matorras concertaron su famoso tratado, el cacique mocoví
intento lograr algunas ventajas materiales, que le permitieran enfrentar a los
abipones reducidos en la jurisdicción de Santa Fe:
“y que unos y
otros insistían en que los acompañásemos y se les diese auxilio para continuar
en las sangrientas guerras que tenían pendientes con los indios abipones, cuya
principal parte se hallaba establecida en las reducciones de las fronteras de
Santa Fe y Corrientes”[88].
Esta situación prueba que, para los indígenas, los pactos
establecidos con los españoles no incluían a todas las jurisdicciones. Matorras
informó a los santafesinos sobre los planes de Paikín y sus seguidores, lo que
generó pánico en la ciudad.
En lo que refiere al carácter del encuentro entre ambos
sujetos, Florencia Nesis muestra una situación diferente a la del diario de la
entrada. El cacique fue sumamente arrogante con el gobernador y se jactó de
poseer una gran fuerza gracias a los setecientos indios de pelea que lo seguían[89]. De
hecho, el Teniente de Gobernador de la ciudad rioplatense, Juan Francisco de la
Riva Herrera – autor de algunas presentaciones escritas que contradicen
totalmente lo informado por Matorras – llegó a temer por la continuidad del
sistema reduccional de Santa Fe[90]. Lo
más destacado del caso es que en él se puede apreciar la importancia del “Poder
Creador”. Los indios no solo incorporaron elementos de hierro y caballos a su
vida cotidiana sino que buscaron asociar a los conquistadores en su lucha
elaborando nuevas estrategias políticas. Esto habla de la capacidad de aquellos
de incorporar elementos exógenos a sus costumbres y sacarles el mayor provecho
posible
Ahora bien, la mayoría – por no decir todos – los proyectos
de colonización del Chaco, esperaban convertir a sus indios en mano de obra. Una
vez más, es necesario recurrir a Matorras, quien como ya se vio, amenazó a algunos
mataguayos con trasladarlos a La Rioja si no se sometían pacíficamente[91]. No
obstante, se trataba de un comportamiento excepcional puesto que el trabajo
indígena era sumamente valorado entre los salto-jujeños. La primera mita de
indios del Chaco, realizada en 1786, arrojó una deuda de ciento setenta y ocho
pesos y siete reales a favor de los indios, la cual fue saldada con sombrerillos,
cuchillos, sarcillos, camisas, ponchos y elementos similares[92]. La
entrega de estos bienes de uso como forma de pago, puede indicar lo barato del
costo de la mano de obra indígena, si bien no se dice nada de las condiciones
en las que se encontraba la ropa y demás elementos. Con frecuencia los mismos
no eran de la mejor calidad, y el estanciero solía darlos a precios inflados[93].
Las tareas que desempeñaban los indios eran variadas, y las
mismas se desarrollaban en diferentes unidades productivas. En la reducción de
San Ignacio de los Tobas, cincuenta y nueve indio trabajaron tres meses a
cambio de setenta y siete pesos. En Rio Negro, algunos – no identificados en la
fuente – estuvieron desde el primero de enero hasta el siete de septiembre
realizando diversas tareas, por las cuales recibieron ciento treinta y seis
pesos con cuatro reales, mientras que en la hacienda de San Pedro, cuarenta y
siete indios tenían una deuda a favor de cincuenta y ocho pesos con dos reales[94]. El
gobierno provincial también los empleaba en diferentes tareas, por ejemplo en 1809, veinticinco indios trabajaron en la
reedificación de la capilla y el fuerte de San Bernardo[95]. Esto puede resultar un tanto llamativo en vistas de que
los fuertes eran edificios destinados a frenar sus avances, a pesar de esto los
chaqueños colaboraban con su mantenimiento. Esto se debe a que los fuertes no
cumplían una sola función sino varias, y en su seno se dieron importantes
negociaciones. No por nada contaban con traductores, como era el caso del
fuerte Pizarro, el cual era defendido por cuarenta y cinco hombres en 1802, y
uno de ellos era un lenguaraz de nombre Manuel Alanates[96].
Es claro que la situación de frontera favorecía los contactos
interétnicos, no obstante, es muy probable que a las mismas no se les haya
brindado la importancia que merece. No por nada, un cadete partidario de
Ledesma llamado José Juárez del Valle, llamaba la atención sobre la falta de
indios en los cañaverales: “Me consta, que este año
no han salido los indios tobas a los conchabos de los cañaverales de estas
haciendas, por haver havido en todos ellos ausiliares infieles de los
fronterizos”[97]. Esto puede significar que las bases de la posterior
importancia de la producción azucarera empezaban a despuntar a principios del
siglo XIX. O, lo que es lo mismo, una parte sustancial de las condiciones
sociales de la segunda mitad de del siglo XIX fueron moldeadas en tiempos
coloniales. Los indios no pedían plata sino elementos de hierro, carne de res y
ropa[98], lo
cual permitía bajar los costos de la mano de obra.
Es en este punto donde cobra importancia la reducción,
muchos grupos indígenas – no solamente chaqueños – aceptaron reducirse a
efectos de acceder a los bienes antes mencionados. Esto no quiere decir que hayan
estado dispuestos a aceptar todos los valores hispanocriollos incluidos en el
concepto de conversión propuesto por Wilde. Algunos líderes indígenas fueron lo
suficientemente hábiles como para no perder su autonomía mientras aprovechaban
las ventajas de vivir en pueblos administrados por jesuitas o franciscanos. Un
ejemplo de ellos lo brinda la trayectoria del cacique abipón Ychoalay[99], quien
tuvo la enorme virtud de vivir en una reducción, pero sin ceder o resignar su
autonomía política. La habilidad del cacique era tal, que logró convencer a los
españoles de que sus acciones, es decir sus ataques a parcialidades rivales, en
realidad eran favorables a ellos[100]. Este
planteo se ve confirmado al momento de ver que, a pesar de aceptar la
reducción, muchos pueblos mantuvieron vivas sus viejas enemistades, como es el
caso de San Gerónimo y San Javier. Estos enfrentamientos no se limitaron a los
indios, los mismos jesuitas las exacerbaron – voluntaria o involuntariamente –
al momento de decidir a dónde dirigir recursos, como los 1317 pesos que el
padre Horbegozo destinó a San Gerónimo tras una venta de yerba, y que en
realidad debía ser compartido con la reducción de San Javier[101]
Por todo esto, no puede confundirse la defensa de la misión
con subordinación hacia los españoles. Todo lo planteado – se puede incluir
dentro de este esquema la negociación entre Paikín y Matorras – permite reforzar la noción de agencia de los
pueblos chaqueños. Estos – como se vio en ejemplo brindado sobre los malbalás
que Urízar redujo en 1710 – tenían sus
propios intereses a la hora de aceptar la reducción, y no lo hacían si no
consideraban que obtendrían ciertas ventajas. Las misiones eran sumamente
permeables, los indios entraban y salían de ellas, ya sea para recolectar cera
y miel, que eran muy apetecidos por los hispanocriollos, hasta el punto de en
algunas reducciones, es probable que los indios se hayan dedicado a la
apicultura[102],
cazar o realizar otras actividades como la guerra. Puede parecer que los indios
tenían completa libertad para entrar o salir de ellas[103], sin
embargo, no hay que exagerarlas. El padre Lozano brindó un ejemplo muy claro –
que ya fue citado en este trabajo – al hablar de misioneros que azotaban a los
indios, mostrando que bajo ciertas circunstancias, los padres tenían el
suficiente poder como para imponerse por sobre los indios.
La suma de estos factores permite comprender por qué una
reducción significaba dar un paso más en la colonización del Chaco y en los
intentos de conseguir la sumisión de los indios.
En ocasiones, esa condición no se lograba bajo acuerdo sino
por el uso de la fuerza, como imposición de un dominio, ejemplo de ello puede verse
en la captura de piezas de indios. Durante los tiempos coloniales, su posesión se
consideraba una muestra de riqueza, poder y status social. Ante el alto precio
de los esclavos africanos, y la relativa escases de indios que se vivió en el
siglo XVIII – resultante de la notable disminución de las poblaciones chaqueñas,
producto de las guerras del siglo XVII y las epidemias – la única forma de
obtener nativos para trabajar de manera forzada era ir a la guerra para
obtenerlos. Esta es fue una de las principales motivaciones de los
hispanocriollos para ingresar al Chaco, sobre todo a principios de la centuria.
Los discursos españoles en los cuales se barbarizó al chaqueño, se exageró su
salvajismo, no fueron más que un modo de justificar el hecho de convertirlos en
esclavos. En 1807, se tomaron varios indios como prisioneros – en principio se
hablaba de cincuenta, luego la cifra se elevó a ciento cincuenta – y se
barajaba la idea de ser destinados a los servicios públicos o bien, ser
repartidos entre diferentes familias[104]. Si
bien no se hablaba de esclavitud, si realmente se los repartía su situación no
hubiese sido muy diferente a la de un esclavo más allá del nombre.
La capacidad de trabajo de los indios y su bajo costo, hacía
que fuesen considerados uno de los principales recursos que podía ofrecer la
frontera. Los planes de colonización del Chaco en particular, y de otras
fronteras en general, contaban con ellos para poder llevar adelante diferentes
actividades económicas. La monarquía borbónica, dentro de un plan general de
repotenciación de sus alicaídos dominios, se planteó la expansión de los
dominios americanos. Lograr el control directo de los territorios fronterizos
significaba mayor territorio para cultivar o extraer minerales y mayor
población tributaria. En resumen,
significaba mayores ingresos para la Corona.
Mapa n° 2
Conclusiones
Este trabajo se
dividió en cuatro secciones. La primera se ocupó de repasar algunas de las
principales características del territorio, resaltando brevemente la
importancia del río Bermejo. Hemos visto que los proyectos de exploración y
conquista del Chaco datan del siglo XVI y que estos no cayeron en el olvido
sino que fueron reelaborados por diferentes agentes durante el siglo XVIII. Paralelamente,
en ese apartado se ha examinado el rol de las reducciones en la conquista del
Chaco, se ha visto como el desarrollo y el crecimiento de las mismas, en
ocasiones dependía del apoyo que podían recibir de los fuertes que se
instalaron en los alrededores, lo que habla de las importantes dificultades que
debían enfrentar los doctrineros para imponerse a los indios. El rol de estas
herramientas de colonización fue fundamental al promover entre sus habitantes,
un cambio total en sus costumbres. La conversión planteaba no solo pasar de un
régimen de vida nómade a otro sedentario, sino que se proponía modificar todos los aspectos de la
vida de los indígenas. Quizás por eso, las mismas se ubicaron a una distancia
considerable de los principales poblados españoles.
El segundo
apartado básicamente se centró en los diferentes motivos que llevaron a los
hispanocriollos a intentar conquistar el Chaco. Es cierto que uno de los
principales objetivos de la política borbónica era promover la colonización de
las diferentes fronteras hispanoamericanas. Sin embargo, los pobladores
españoles de cada espacio regional debían tener sus propios motivos como para
participar de esas empresas. La posible existencia de perlas y minas de plata y
oro sin dudas eran suficiente estímulo como para convencer al más reacio. La
feracidad de la tierra permitía soñar con importantes parcelas plagadas de
diferentes cultivos, mientras que la abundancia de pastos favorecía la
reproducción del ganado. En ese sentido, tras diversas exploraciones, el
Bermejo aparecía como una vía de comunicaciones que facilitaría la articulación
de los principales territorios del virreinato: las minas de plata altoperuanas
y el puerto de Buenos Aires. Pero no solo eso, diferentes ciudades se iban a
ver beneficiadas si efectivamente el curso de agua se abría a la navegación, los
planteos de Raquel Bressan sobre la potencialidad económica del eje
Orán-Corrientes durante la segunda mitad del siglo XIX brinda claros ejemplos
al respecto.
Una cuestión
sumamente significativa, es que la frontera se convirtió en una zona receptora
de población. Muchos investigadores han reparado en el hecho de que el Alto
Perú expulsó buena cantidad de personas hacia otras regiones, siendo una de las
beneficiadas Salta, y principalmente, el Valle de Lerma. Sin embargo, el
enganche de algunos tarijeños en el
Cuerpo de Partidarios, indica que cierta cantidad de esos migrantes se
asentó en el Chaco. Se trata de una tendencia que se manifestó claramente con
la fundación de Orán, en vista de que el establecimiento de esta ciudad dio
lugar a que muchas familias, con diferentes orígenes sociales, accedieran a una
propiedad. Es probable que esta tendencia se haya ido reforzando en la primera
década del siglo XIX.
Ahora bien, es
necesario remarcar el hecho de que muchas de estas representaciones no eran
ciertas. Es posible que los exploradores hayan cometido algún error producto de
una confusión –tal como Charlevoix mostraba en el caso de las piedras de Guayrá–,
o bien simplemente mintieron a efectos de convencer a la Corona de la que
conquista de la región era totalmente redituable. Las riquezas que albergaba el
Chaco fueron motivo de arduas discusiones en el seno de las elites locales, y
la férrea oposición de Félix de Azara a su conquista así lo prueban. En este
caso en particular, lo más destacable es el hecho de que el militar aragonés
temía que la región se convirtiera en una provincia que compitiera directamente
con Paraguay. En base a este miedo surgía su oposición.
El tercer tema analizado
es el de los proyectos de poblamiento esbozados a partir de la expulsión de los
jesuitas. El extrañamiento de esta orden tuvo un importante impacto en la
política de avance sobre las fronteras, en ese sentido, el Chaco no fue una
excepción. Desde diferentes jurisdicciones coloniales, como el Paraguay, varios
comerciantes elevaron a la Corona proyectos de conquista del Chaco, haciendo
hincapié en la integración de los indios mediante la negociación y el comercio.
Los funcionarios consideraban que la
constante interacción entre indios e hispanocriollos daría lugar a la
progresiva integración de los primeros en la sociedad española. En este trabajo
esos planes no fueron tomados en cuenta por cuestiones de espacio, solo se
analizaron algunos impulsados desde el Tucumán. Para ser más precisos, se
estudiaron las acciones de tres agentes: el gobernador Matorras y la entrada
que lideró en 1774, la cual intentó – con un éxito relativo en base a que su
alcance fue local – establecer un pacto con Paikín y sus seguidores; la entrada
de Francisco Gabino Arias en 1780, ocasionada por la muerte de Paikín y
Matorras y la necesidad de reafirmar los acuerdos alcanzados; y las diferentes
expediciones que encabezó Juan Adrián Fernández Cornejo. Las dos primeras entradas tuvieron características
bastante similares: algo para destacar fue la inclinación a fundar reducciones,
tanto Matorras como Arias lo intentaron sin éxito. Ambos fueron acusados de
incurrir en prácticas totalmente lesivas para el erario real, al malgastar los
recursos de la sisa enriqueciéndose con ellos, mientras intentaban asentar a
los indios en alguna de sus propiedades. El último agente estudiado, propuso la
navegación del Bermejo, la refundación de la antigua ciudad de Guadalcázar – lo
que sentó un antecedente de importancia que, creemos, influyó en la creación de
Orán – e intentó abrir un camino que uniera el Valle de Centa con Tarija. El
carácter y las inclinaciones personales marcan distancia entre los diferentes
proyectos de conquista, sin embargo, no se puede negar que todos apostaron a
incluir definitivamente al Chaco entre los dominios reales, promoviendo así el
asentamiento de los hispanocriollos, y porque no decirlo, el enriquecimiento
personal.
En la última parte
del trabajo se buscó mostrar la agencia indígena. Ninguno de los proyectos de
poblamiento estudiados se planteaba la total erradicación de las poblaciones nativas.
Esto se debe a que se consideraba a las mismas como futura mano de obra barata,
la cual se conformaba con la entrega de ropa, carne y elementos de hierro.
Ahora bien, esta mirada con frecuencia subestimaba las capacidades de los
indios quienes, como en el caso de Paikín, eran lo suficientemente hábiles como
para intentar subordinar las alianzas a sus propios intereses. Las mismas
reducciones fueron espacios permeables que en ocasiones no pudieron cumplir con
todos los objetivos trazados. Tras dos siglos de contacto, los chaquenses
conocían perfectamente cuáles eran los diferentes resquicios que podían
explotar sin entregar mucho a cambio. Eso significaba que sus líderes se
desenvolvían con naturalidad en diferentes registros: el español y el indígena.
En otras palabras, fueron capaces de elaborar estrategias de resistencia, adaptación
y cambio la que les permitió a los chaqueños – y a indígenas de otras fronteras
– resistir el avance de la colonización hasta la segunda mitad del siglo XIX.
Nos referimos al “poder creador” resaltado por Boccara.
En fin, lo que se
intentó mostrar es parte del proceso de conquista de una región que por
diferentes circunstancias, se mantuvo fuera del control colonial y republicano
por largo tiempo. Las relaciones sociales que se fueron tejiendo en la frontera
fueron de una enorme complejidad y aun no se ha podido calibrar completamente la
importancia de las mismas. Lo cierto es que mediante las diferentes formas de
interacción, los hispanocriollos pudieron influir sobre los grupos chaqueños
pero siempre en circunstancias que permitían a los indios mantener importantes
márgenes de maniobra. Solo los avances tecnológicos y armamentísticos de la
segunda mitad del siglo XIX facilitaron la conquista del territorio y la
derrota de sus habitantes.
[1] Combes, Isabelle, “De los candires a
Kandire. La invención de un mito chiriguano”. En línea https://journals.openedition.org/jsa/3139
[Fecha de consulta 04/02/2020].
[2] Combes, Isabelle, Ob. Cit.
[3] Combes, Isabelle, Ob. Cit.
[4] Biblioteca Nacional de Brasil (en
adelante BNB), Fernández Cornejo, Juan Adrián
“Representación del mismo sobre la reedifación de
la ciudad de Guadalcázar en el Chaco”. En línea www.objdigital.bn.br/objdigital2/acervo_digital/div_manuscritos/mssp0002078/mssp000
2078.pdf [Fecha de consulta 18/08/2018].
[5] Barriera, Darío, Abrir las puertas a la
tierra. Microanálisis de la construcción de un espacio político. Santa Fe, 1573
– 1640, Rosario, Museo Histórico Provincial Cada Diez Andino, 2017,
p. 28.
[6] Por ejemplo, los jesuitas Cfr. Vitar,
Beatriz, Guerra y misiones en la frontera chaqueña del
Tucumán (1700-1767), Madrid, CSIC, p. 110; Vitar, Beatriz, “El impacto de la expulsión de los jesuitas en la dinámica fronteriza
del Tucumán”. En línea https://idus.us.es/xmlui/handle/11441/17491 [Fecha de consulta 15/08/2013], p. 28.
[7] Cfr. Nesis, Florencia, Los grupos mocobíes en el siglo XVIII, Buenos Aires, Sociedad Argentina de Antropología, 2005, p. 13. Vitar,
Beatriz, 1997, Ob. Cit., p. 64.
[8] Weber, David, Bárbaros.
Los españoles y sus salvajes en la era de la Ilustración, Barcelona,
Crítica, 2007, p. 18.
[9] BNB, Instrucción que da D. Estevan de
Urizar al maestre de campo D. Joseph Grande Castellano, para la expedición al Chaco.
En línea www.objdigital.bn.br/objdigital2/acervo_digital/div_ manuscritos/mssp0002060/mssp0002060.pdf
[Fecha de consulta 18/08/2018].
[10] Paucke, Florian, Hacia acá y para allá (memorias), Ministerio
de Innovación y Cultura de la Provincia de Santa Fe, p. 141. En línea www.espaciosantafesino.gob.ar/ediciones
/catalogo/hacia-alla-y-para-aca/6/ [Fecha de consulta
27/07/2017].
[11] Wilde, Guillermo, Religión y
poder en las misiones guaraníes, SB, Buenos Aires, 2009, p.38.
[12] Paucke, Florian: Ob. Cit. p. 234.
[13] Sobre este tema se ha escrito una
buena cantidad de bibliografía, se recomienda consultar Clastres, Pierre, Investigaciones en Antropología Política, Mexico, Gedisa,
1987.
[14] Guillaume Boccara propone la
existencia de un diagrama soberano y un diagrama disciplinario. El primero se
caracterizaba por ser imperativo, se valía de métodos como la expedición
guerrera, la esclavitud o el requerimiento, entre otros, y era propio del siglo
XVII. En el segundo predominaros métodos como la misión, el parlamento o el
comercio, y fue utilizado en el siglo XVIII. La diferencia entre ambos es que
el diagrama disciplinario era mucho más sutil que el soberano. Cfr. Boccara,
Guillaume, “Notas acerca de los dispositivos de poder en la sociedad
colonial-fronteriza, la resistencia y la transculturación de los reche-mapuches
del centro-sur de Chile (XVI-XVIII), Revistas de Indias
Vol. 56, Nº 208. En línea www.revistadeindias.revistas.csic.es/index.php/revistadeindias/article/view/803
[Fecha de consulta 04/10/2018].
[15] Lozano, Pedro, Descripción
Corográfica del Chaco Gualamba, Tucumán, Instituto de Antropología,
1941, p, 345.
[16] Boccara, Guillaume, “Mundos nuevos en
las fronteras del nuevo mundo”. En línea https://journals.openedition.org/nuevomundo/426
[Fecha de consulta 05/02/2020].
[17] Lozano, Pedro, 1941, Ob. Cit. pp. 334-335.
[18] Dobrizhoffer, Martin, Historia de los abipones, Vol.
II, Resistencia, Universidad Nacional del Nordeste, 1968, p. 133.
[19] Un excelente trabajo que muestra la
importancia de los indígenas como soldados al servicio de la Corona, es el de
Farberman, Judith, “Entre intermediarios fronterizos y guardianes del Chaco: la
larga historia de los mataraes santiagueños (siglos XVI a XIX), Nuevos Mundos, Mundos Nuevos. En línea www.journals.openedition.orgnuevomundo/61448
[Fecha de consulta 15/05/2013].
[20] BNB, Jolís, José, “Diario del viage
que hizo el P. Jolís al interior del Chaco”. En Línea www.objdigital.bnbr/objdigital2/acervo_digital/div_manuscritos/mssp0002204/mssp0002204.pdf
[Fecha de consulta 18/08/2018].
[21] Mata de López, Sara, “Las fronteras
coloniales como espacios de interacción social. Salta del Tucumán (Argentina)
entre la colonia y la independencia”, Dimensión
Antropológica, 2005. En línea http://www.dimensionantropologica.inah.gob.mx/?p=1121
[Fecha de consulta 02/07/2012].
[22] Vitar,
Beatriz, 1997, Ob. Cit. p.
110.
[23] Estas definiciones tenían eran
sumamente situacionales ya que variaban según el momento y el lugar, para
ahondar sobre el tema Cfr. Giudicelli, Christophe, “Encasillar la frontera.
Clasificaciones coloniales y disciplinamiento del espacio en el área diaguito-calchaquí,
siglos XVI-XVII”. En línea http://anuarioiehs.unicen.edu.ar/Files/2007/ Encasillar%20la%20fronte ra.%20Clasificaciones%20coloniales%20y%20disciplinamiento%20del%20espacio%20en%20el%20%C3%A1rea%20diaguito-calchaqu%C3%AD,%20siglos%20XVI-XVII..pdf
[Fecha de consulta 31/03/2015]; Giudicelli, Christophe, “Hablar la lengua del
enemigo: la soledad del misionero en tierras calchaquíes”. En línea de https://www.academia.edu/11198655/Hablar_la_lengua
_del_enemigo_la_soledad_del_misionero_en_tierras_calchaqu%C3%ADes [Fecha de consulta
07/02/2020].
[24] Fernández Cornejo, Juan Adrián, “Diario de la primera expedición al Chaco
emprendida en 1780 por el Coronel D. Juan Adrián Fernández Cornejo”en De
Angelis, Pedro, Colección de
obras y documentos relativos a la Historia Antigua y Moderna de las provincias
del Río de La Plata, Vol. 8A, Buenos
Aires, Plus Ultra, 1972, p. 360.
[25] Fernández Cornejo, Juan Adrián, 1972, Ob. Cit. p. 347.
[26] Charlevoix, Pierre Francois Xavier, Historia del Paraguay, Tomo I, Madrid, Librería General de
Victoriano Suarez, 1910. En línea www.archive.org/details/historiadelparag00/char
fecha de consulta 17/08/2017.
[27] BNB, Fernández Cornejo, Juan Adrián, “Representación del mismo sobre la reedifación de la ciudad
de Guadalcázar en el Chaco”. En línea www.objdigital.bn.br/objdigital2/acervo_ digital/div_manuscritos/mssp0002078/mssp0002078.pdf
[Fecha de consulta 18/08/2018].
[28] Santamaría, Daniel, Cambio e Identidad entre los guaraníes del ramal jujeño, San
Salvador de Jujuy, Ed. Purmamarca, 2010, p. 16.
[29] Archivo y Biblioteca Histórico de
Salta (en adelante ABHS): Caja del Fondo de Gobierno Nº 22, 1805, carpeta Nº
1293 y Caja del Fondo de Gobierno Nº 22a, 1805, carpeta 1300.
[30] Mata de López, Sara, Tierra y Poder en Salta. El noroeste argentino en vísperas de la
independencia, Salta, CEPIHA, 2005b, p. 89.
[31] ABHS: Caja del Fondo de Gobierno Nº
1b, 1772-1773, carpeta Nº 53.
[32] Marchionni, Marcelo, Política y Sociedad en Salta y el norte argentino” (1780 – 1850),
Salta, Eucasa, Fondo Editorial de la Secretaria de Cultura de la Provincia de
Salta, ICSOH, 2019, pp. 281-282.
[33] ABHS: Caja del Fondo de Gobierno Nº
21, 1803, carpeta Nº 1271.
[34] Archivo General de Indias (en adelante
AGI), “Sobre la fundación de la Nueva Orán en el Valle de Centa”. En línea http://pares.mcu.es/ParesBusquedas/servlets/ImageServlet?
accion=41&txt_id_imagen=1&txt_rotar=0&txt_contraste=0&txt_zoom=10&appOrigen=&cabecera=N [Fecha
de consulta 28/10/2015].
[35] En 1804, José Francisco de Tineo,
Comandante de Fronteras de Salta, consultaba al Virrey Sobremonte sobre
diferentes cuestiones que le generaban dudas. Una de las respuestas que recibió
fue la orden de residir en Orán y no en Salta, Cfr. Archivo General de la
Nación (en adelante AGN), Sala IX, Intendencia de Salta, 1804.
[36] AGI “Sobre la fundación de la Nueva
Orán en el Valle de Centa”. En línea http://pares.mcu.es/ParesBusquedas/servlets/ImageServlet?accion=41&txt_id_imagen=1&txt_rotar=0&txt_contraste=0&txt_zoom=10&appOrigen=&cabecera=N
[Fecha de consulta 28/10/2015].
[37] Vitar, Beatriz, “El impacto de la
expulsión de los jesuitas en la dinámica fronteriza del Tucumán” en Tres grandes cuestiones de la historia Iberoamericana: ensayos y
monografías: Derecho y justicia en la historia de Iberoamérica: Afroamérica, la
tercer raíz: Impacto en América de la expulsión de los jesuitas, en Gallego,
José Andrés (Dir.), Fundación Mapfre, España, 2005. En línea www.core.ac.uk/download/pdf/71612652.pdf
[Fecha de consulta 12/08/2013].
[38] Cfr. Morillo, Francisco, “Diario del
Viaje al rio Bermejo por Fray Francisco Morillo”, en de Angelis, Pedro, Colección de obras y documentos relativos a la historia antigua y
moderna de las Provincias del Rio de la Plata, Vol. 8a, Buenos
Aires, Plus Ultra, 1972, y Fernández Cornejo, Juan Adrián, “Expedición al Chaco
por el rio Bermejo” en de Angelis, Pedro, Colección de obras y
documentos relativos a la historia antigua y moderna de las Provincias del Rio
de la Plata, Vol. 6, Buenos Aires, Plus Ultra, s/f.
[39] Charlevoix,
Pierre Francois Xavier, 1910, Ob. Cit. pp. 275 a 279.
[40] Una centuria después, ya bien avanzado
el siglo XIX, entre 1860 y 1870, las autoridades de las provincias de
Corrientes y Entre Ríos estaban interesadas en canalizar el Bermejo y vincular
de forma directa las ciudades de Orán y Corrientes, Cfr. Bressán, Raquel,
“Entre el oriente y el occidente: la configuración regional y el desarrollo de
las vías de comunicación. Corrientes y Entre Ríos (1862-1880)” en Richard
Jorba, Rodolfo y Bonaudo, Marta, Historia Regional.
Enfoques y articulaciones para complejizar una historia nacional,
Universidad Nacional de La Plata, La Plata 2014, pp. 127 y 128. No se trata del único proyecto sobre la
cuestión, se intentaron otros en los años previos a esas décadas y también en
los posteriores, Cfr. Araoz, Guillermo, Navegación del rio Bermejo
y viajes al Gran Chaco Buenos Aires, Imprenta Europea y taller de
grabados en madera. En línea www.archive.org/details/navegaciondelri00araogoog?q=guillermo+araoz
+navegacion+del+rio [Fecha de consulta
30/11/2017].
[41] AGI, Alós, Joaquín, “Relación de los documentos que acompañan a esta representación el
Gobernador Intendente de la Provincia del Paraguay Don Joaquín Alós”.
[42] BNB, Fernández Cornejo, Juan Adrián, Ob. Cit.
[43] Weber, David,
2005, Ob. Cit. p. 25
[44] Weber, David,
2005, Ob. Cit. p. 157.
[45] Matorras, Gerónimo, “Diario de la
expedición hecha en 1774 a los países del Gran Chaco desde el Fuerte del Valle
por Jerónimo Matorras” en de Angelis, Pedro, Colección de
obras y documentos relativos a la historia antigua y moderna de las Provincias
del Rio de la Plata, Vol.
8a, Buenos Aires, Plus Ultra, 1972, p.
247.
[46] ABHS: Caja del Fondo de Gobierno nº 3,
1777 – 1778, carpeta nº 120.
[47] Matorras, Gerónimo, 1972, Ob. Cit. p. 250.
[48] Matorras, Gerónimo, 1972, Ob. Cit. p. 247.
[49] Matorras, Gerónimo, 1972, Ob. Cit. p. 263.
[50] Tal es el caso de algunos cunupíes,
quienes querían gozar de su propia reducción y no tener que vivir junto a otros
grupos étnicos, Cfr. Matorras, Gerónimo, 1972, Ob. Cit. p.
268.
[51] Simplificando los términos empleados
por el autor, el “Diagrama soberano” implicaba una intervención directa dentro
de las comunidades indígenas mientras que el “Diagrama disciplinario” contaba
con métodos de dominación más sutiles, Boccara, Guillaume, “Notas acerca de los
dispositivos de poder en las sociedad colonia-fronteriza, la resistencia y la
transculturación de los reche-mapuches del centro-sur de Chile” recuperado de http://revistadeindias.revistas.csic.es/index.php/revistadeindias/article/view/803
[Fecha de consulta 04/10/2018].
[52] Matorras, Gerónimo, 1972, Ob. Cit. p. 288.
[53] Matorras, Gerónimo, 1972, Ob. Cit. pp.
285 y 286.
[54] Nesis, Florencia, “El camino de
Paikín: un acercamiento a los grupos mocoví del Chaco a través del tratado de
1774”, Ava Revista de Antropología, Nº 13, 2008,
pp. 97-122. En línea www.ava.unam.edu/images/13/pdf/ava13_05_nesis.pdf
[Fecha de consulta 29/01/2019].
[55] Nesis, Florencia, 2008, Ob. Cit.
[56] Gabino Arias, Francisco, “Diario de la
expedición reduccional del año 1780 mandada a practicar por orden del Virrey de
Buenos Aires a cargo de su ministro D. Francisco Gabino Arias Coronel del
Regimiento de Caballería” en de Angelis, Pedro: Colección
de obras y documentos relativos a la Historia Antigua y Moderna de las
provincias del Río de La Plata, Vol. 8b, Buenos Aires, Plus
Ultra, 1972, p. 704.
[57] Gabino Arias, Francisco, 1972, Ob. Cit. p. 705.
[58] Gabino Arias, Francisco, 1972, Ob. Cit. p. 781.
[59] Gabino Arias, Francisco, 1972, Ob. Cit. p. 764.
[60] Gabino Arias, Francisco, 1972, Ob. Cit. p.
742.
[61] Gabino Arias, Francisco, 1972, Ob. Cit. p. 729.
[62] BNB, “Plan de una nueva expedición al
Chaco”. En línea www.objdigital.bn.br/objdigital2/acervo_digital/div_manuscritos/mssp0002281/0002281.pdf
[Fecha de consulta 18/08/2018].
[63] BNB, “Plan de una nueva expedición al
Chaco”. En línea www.objdigital.bn.br/objdigital2/acervo_digital/div_manuscritos/mssp0002281/0002281.pdf
[Fecha de consulta 18/08/2018].
[64] BNB, “Plan de una nueva expedición al
Chaco”. En línea www.objdigital.bn.br/objdigital2/acervo_digital/div_manuscritos/mssp0002281/0002281.pdf
[Fecha
de consulta 18/08/2018].
[65] Fernández Cornejo, Juan Adrián,
“Diario de la primera expedición al Chaco emprendida en 1780 por el Coronel
Juan Adrián Fernández Cornejo” en de Angelis, Pedro, Colección de obras y documentos relativos a la Historia Antigua y
Moderna de las provincias del Río de La Plata, Vol. 8a, Plus Ultra, Buenos Aires, 1972, p.321.
[66] Fernández Cornejo, Juan Adrián, 1972, Ob. Cit. p. 328.
[67] Fernández Cornejo, Juan Adrián,
1972, Ob. Cit.
p 354.
[68] Morillo, Francisco, 1972, Ob. Cit. p 390.
[69] Se han respetado los topónimos que se
han encontrado en las fuentes, en este caso, Gabino Arias al referirse a
Curupayti y Cornejo cuando menciona Curupaty, no hace más que referirse al
mismo lugar.
[70] Fernández Cornejo, Juan Adrián, s/f, Ob. Cit. pp. 485-487.
[71] Fernández Cornejo, Juan Adrián, s/f, Ob. Cit. 508.
[72] Fernández Cornejo, Juan Adrián,
“Descubrimiento de un nuevo camino desde el Valle de Centa hasta la Villa de
Tarija por el Coronel D. Adrián Fernández Cornejo” en de Angelis, Pedro: Colección de obras y documentos relativos a la Historia Antigua y
Moderna de las provincias del Río de La Plata, Vol. 7, Plus Ultra, Buenos Aires, 1971, pp. 77 y 78.
[73] Fernández Cornejo, Juan Adrián, 1971, Ob. Cit. p. 83.
[74] Fernández Cornejo, Juan Adrian (1971):
Ob. Cit. p. 86.
[75]
García, Antonio, “Proyecto de colonización del Chaco” en Pedro de Angelis, Colección de obras y documentos
relativos a la Historia Antigua y Moderna de las provincias del Río de La
Plata, Vol. 6, Buenos
Aires, Plus Ultra , s/f.
[76] En este caso, las referencias sobre
sus proyectos fueron consultadas por medio de las fuertes críticas que le
dedica Azara, Cfr. de Azara, Félix, “Informes de Félix de Azara sobre varios
proyectos de colonizar el Chaco” en De Angelis, Pedro, Colección
de obras y documentos relativos a la Historia Antigua y Moderna de las
provincias del Río de La Plata, Vol. 6, Buenos
Aires, Plus Ultra, s/f.
[77] De Azara, Félix: “Informes de Félix de
Azara sobre varios proyectos de colonizar el Chaco”, en de Angelis, Pedro, Colección de obras y documentos
relativos a la Historia Antigua y Moderna de las provincias del Río de La
Plata, Vol. 6, Buenos
Aires, Plus Ultra, s/f p. 424.
[78] BNB, “Reclamación de un Cura del Chaco
contra el Gobernador Matorras”. En línea www.onjdigital.bn.br/objdigital2/acervo_digital/div_manuscritos/mssp0002209/mssp0002209.pdf
[Fecha de consulta 18/08/2018].
[79] Gabino Arias, Francisco (1972): Ob. Cit. p. 708.
[80] BNB, “Real Orden, que desaprueba la
conducta del Coronel Arias en los negocios del Chaco”. En línea www.objdigital.bn.br/objdigital2/acervo_digital/div_manuscritos/mssp0002280
/mssp0002280.pdf [Fecha de consulta 18/08/2018]. Por otro lado,
Pedro de Angelis, transcribió este mismo documento cambiando algunas palabras
que no afectan el contenido del mensaje, Cfr. Gabino Arias, Francisco (1972): Ob. Cit. p. 711.
[81] BNB, “Real Orden, que desaprueba la
conducta del Coronel Arias en los negocios del Chaco”. En línea www.objdigital.bn.br/objdigital2/acervo_digital/div_manuscritos/mssp0002280/
mssp0002280.pdf [Fecha de consulta
18/08/2018].
[82] Fernández Cornejo, Juan Adrián, 1972, Ob. Cit. p. 309.
[83] AGI, “Juan Adrián Fernández Cornejo,
Mercedes”. En línea http://pares.mcu.es
/ParesBusquedas/servlets/ImageServlet?accion=41&txt_id_imagen=1&txt_rotar=0&txt_contraste=0&txt_zoom=10&appOrigen=&cabecera=N [Fecha
de consulta 19/11/2015].
[84] AGN: Sala IX,
Intendencia de Salta, 1808.
[85] BNB, Fernández Cornejo, Juan Adrián, “Representación del mismo sobre la reedifación de la ciudad
de Guadalcázar en el Chaco”. En Línea www.objdigital.bn.br/objdigital2/acervo_
digital/div_manuscritos/mssp0002078/mssp0002078.pdf [Fecha de consulta 18/08/2018].
[86] De Azara,
Félix, s/f, Ob. Cit. p. 432. No era el único que pensaba que la
existencia de minas en el Chaco era una falacia, José Jolís, un jesuita que
actuó como doctrinero en el Chaco Boreal, tenía el mismo pensamiento, Cfr.
Jolís, José, Ensayo sobre la Historia Natural del Gran
Chaco, Universidad Nacional de del Nordeste, Chaco, 1972, p. 76.
[87] Dobrhizoffer, Martin, Historia de los abipones,
Vol. III, Resistencia, Universidad Nacional del Nordeste, 1970, p.133.
[88] Matorras, Gerónimo, 1972, Ob. Cit. p. 288.
[89] Nesis, Florencia, 2008, Ob. Cit.
[90] Nesis, Florencia, 2008, Ob. Cit.
[91] Matorras, Gerónimo, 1972, Ob. Cit. , p. 263
[92] ABHS: Caja del Fondo de Gobierno Nº 8,
1786, carpeta Nº 510.
[93] En las estancias jesuitas ubicadas en
la frontera oriental, la forma de pago siempre tenía dos partes, una en géneros
y otra en plata. Esta situación puede extrapolarse a las haciendas laicas, Cfr.
Mata, Sara, 2005b, Ob. Cit., p.
295. Quizás la diferencia que se pueda
marcar es que los indios no recibían plata.
[94] ABHS, Caja del Fondo de Gobierno Nº
18, 1800, carpeta Nº 1216.
[95] AGN, Sala IX Intendencia de Salta, año
1809.
[96] ABHS, Caja del Fondo de Gobierno Nº
20, 1802, carpeta Nº 1242.
[97] ABHS, Caja del Fondo de Gobierno Nº
18, 1800, carpeta Nº 1216.
[98] Mata de López,
Sara, 2005b, Ob. Cit.
[98] Vitar, Beatriz, 1997, Ob. Cit. p.
110.
[99] También fue conocido como
Benavidez.
[100] Lucaioli, Carina, “Alianzas y
estrategias de los líderes indígenas abipones en un espacio fronterizo colonial
(Chaco, siglo XVIII)”, Revista española de
Antropología Americana, Vol. 39, 2009, p. 85. Paz, Carlos: “La modernidad de los bárbaros.
Los abipones de San Jeronimo del Rey y sus relaciones sociales con las fronteras
santafesinas del Chaco”. En línea https://www.academia.edu/12508134/La_Modernidad_de_los_B%C3%A1rbaros._Los_abipones_de_San_Jer%C3%B3nimo_del_Rey_y_sus_relaciones_sociales_con_las_fronteras_santafesinas_del_Chaco
[Fecha de consulta 11/02/2020].
[101] BNB, “Desavenencias entre el pueblo de
San Gerónimo de Abipones con el de San Xavier de Mocobís en el Chaco”. En línea
www.objdigital.bn.br/objdigital2/acervo_digital /div_manuscritos/mssp0002200/msp0002200.pdf
[Fecha de consulta 18/08/2018].
[102] En un inventario realizado en la
reducción de Miraflores, se entre los diferentes bienes relevados se cuentan
novecientas tres abejas entre chicas y grandes. ABHS: Caja del Fondo de
Gobierno Nº 11, 1788, carpeta Nº 671.
[103] Lucaioli, Carina, Abipones en
las fronteras del Chaco. Una etnografía histórica sobre el siglo XVIII,
Buenos Aires, Sociedad Argentina de Antropología, 2001, pp. 162-163.
[104] ABHS, Caja del Fondo de Gobierno Nº
24, 1807, carpeta Nº 1323.