REFLEXIONES
SOBRE
Mario Gustavo Parrón[2]
“Estimular la facultad de la imaginación
como apoyo de la información recibida
es lo que permite que la transmisión de un saber
tenga efecto multiplicador y productivo”
(Tomás Abraham) [3]
Introducción
El presente ensayo tiene como objetivo central, indagar sobre las
construcciones narrativas de las que un investigador se sirve para explicar las
problemáticas que derivan de un determinado tema de estudio, tal como puede
representar
Indudablemente, son importantes los cambios introducidos por las
mencionadas disciplinas, en la narración de las historias definidas como
“tradicionales”[5],
debido a que se observa una denotada preocupación por cruzar las fronteras
interdisciplinarias[6].
No obstante, se sostiene que en la actualidad se habría interiorizado en los
ámbitos académicos e intelectuales (particularmente de
Desde esta perspectiva, un proceso de investigación y, por
consiguiente, la crítica sobre el desarrollo del mismo, se sustentaría en un
trabajo minucioso con fuentes directas[7],
tales como las que provienen de los diarios de la época[8].
De esta manera, se garantizaría al sujeto cognoscente, no sólo familiarizarse
con un conjunto de métodos instituidos por la comunidad científica[9],
sino también el poder explicitar los argumentos necesarios para indagar en sus
objetos de estudio con una determinada sistematicidad y rigurosidad[10].
En efecto, la permanente preocupación por visitar los archivos y
recurrir a los diarios y, por supuesto, a otro tipo de fuentes documentales
(habitualmente de procedencia institucional), se convierte en una tarea que,
indefectiblemente, los historiadores deben realizar si desean conseguir un
corpus de datos que puedan ser empleados como pruebas para establecer las
causas que justifiquen sus cuestiones exploratorias[11].
En el siguiente apartado, se expone de manera resumida, la experiencia
de análisis crítico de los enunciados publicados en el Diario El Intransigente (Salta, Argentina), durante los años en los
que se desenvolvió la contienda armada por el Chaco Boreal. De la experiencia,
se destaca que la elaboración de las construcciones de sentido, no sólo
permiten la confirmación de determinadas hipótesis[12],
sino también que a partir de la reformulación de ellas, es posible explicar los
cambios y continuidades de una realidad histórica[13].
Todo ello, mediante un conjunto de nuevas conjeturas, y de aquellos supuestos
que fueron planteados en la producción historiográfica que se utilizó como
marco teórico referencial[14].
Entre la historia vivida y la historia construida:
¿dónde situar lo empírico de la guerra?[15]
A través de la
información obtenida en el diario El Intransigente[16],
se ha podido constatar que las noticias procedentes de Bolivia, confirmaban la
presunción de que en ese país había conflictos internos, tanto en los partidos
políticos, como dentro del Ejército boliviano. A su vez, se hace referencia al
posicionamiento de esas instituciones respecto al rumbo que debía tener la
guerra[17].
Por otro lado, los
comunicados que procedían de las ciudades capitales de Bolivia y Paraguay
(reenviadas desde Buenos Aires, Argentina), ponían el acento en caracterizar
las marchas y contramarchas de la contienda armada, y en señalar las maneras
con que los fortines existentes en el Chaco Boreal eran constantemente
bombardeados y evacuados.
Si se tienen en cuenta los telefonemas
de los corresponsales salteños en
La permanente mención acerca de la
existencia y denominación de los fortines, tales como: Boquerón,
Arce, Ramírez, Toledo, Bolívar, Cuatro Vientos, Muñoz, Falcón, Yucra, Rojas
Silva, Cabo de Castillo, Lara, Tejerina, Alihuatá, Bogado, Camacho, Duarte,
Nanawa, Gondra, Samaklay, Saavedra, Murguia, Villa Montes, entre
otros, nos aproxima a una representación del espacio territorial en litigio que
no es descripto de manera completa en los relatos que se emitieron en el
diario. Sin embargo, se comprende que la toma de los fortines implicó la
provisión, no sólo de víveres, material bélico y sanitario, sino también de
prisioneros de guerra, ya fueran soldados u oficiales del Ejército.
Ciertamente, estos datos[19]
son relevantes para los investigadores, puesto que son ellos mismos quienes le
confieren a los hechos un carácter específicamente político-militar. Aunque lo
significativo de esta información radica en que los sucesos son tenidos en
cuenta, tanto por los investigadores vinculados con la historiografía
tradicional, como por aquellos que manifiestan adhesión a una renovación
historiográfica.
Ahora bien, si también se considera el
minucioso rastreo que se le hace desde la prensa escrita al desarrollo de esta guerra de fortines[20], se puede observar, por
un lado, las posiciones defensiva y ofensiva que tuvo el Ejército paraguayo y,
por otro, las migraciones de grandes masas desordenadas de tropas bolivianas
que cruzaban el río Pilcomayo y se internaban al norte del territorio argentino[21].
Este proceso migratorio es rectificado con las declaraciones de los soldados
bolivianos que desertaron de los regimientos a causa de los malos tratos que
recibían de sus superiores, y debido a la escasez de agua y alimentos. Tales
testimonios dan cuenta de la mala conducción y de la deficiente estrategia
militar empleada por la oficialidad del Ejército boliviano[22].
Además, ello forma parte de un conjunto de creencias básicas que pueden ser
empleadas como probabilidades de una hipótesis, a la vez que implica una afirmación que se plantea reiteradamente en las
memorias de campaña de los excombatientes y que fueron utilizadas a los fines
de escribir sobre el tema de la guerra, una vez que ésta había concluido. De
este modo, se han reforzado dos conjeturas apoyadas en los significados de las
acciones: por un lado, la concepción de una guerra de trincheras realizada
cuerpo a cuerpo[23]
y, por otro, la suposición de que el conflicto había afianzado un sentimiento
de identidad nacional[24].
Hasta aquí se logra confirmar que las noticias
periodísticas dan cuenta de un problema de carácter epistémico, frecuente en la
escritura científica. En tanto, por una parte, se observa una excesiva
caracterización del espacio y de las relaciones sociales que se establecieron
en él y, por otra, se incita a los investigadores a caer en la
tentación de concebir a la escritura como una forma peculiar de describir y narrar todo lo que revelan las fuentes. Esto es,
la afirmación de que, a mayor cantidad de evidencias, existe mayor probabilidad
de veracidad de la hipótesis inicial[25].
En ese sentido, se estaría prescindiendo de la concepción de la escritura de un
texto histórico como un proceso de producción intelectual y social[26],
en algunos casos recurrente, a la vez discontinuo y, en efecto, no lineal[27].
***
Ciertamente, en el diario El Intransigente
se detallan partes de prensa de todo tipo, ya que se trata de poner a
consideración de la opinión pública salteña, una diversidad de información
procedente de diferentes lugares. Sin embargo, cuando se analiza con
detenimiento algunos de esos partes, se puede identificar la intención de los
corresponsales por señalar de qué manera el Paraguay se fue apropiando de un
territorio que históricamente pertenecía a Bolivia, independientemente de que
sus habitantes se consideraran ciudadanos de esta nación[28].
Lo interesante de este razonamiento, es que se retoma la premisa de que la
guerra fue el
resultado de la confluencia de intereses, esencialmente de carácter
internacional, es decir: Standard Oil versus Royal
Dush. De acuerdo a lo postulado por Aviezer Tucker,
esta proposición se ubica dentro de un enfoque unificacionista[29],
según el cual, la guerra- en términos generales- es definida como el resultado
de intereses externos. Con todo, aún así en la actualidad el mismo enunciado es
empleado por los investigadores para transitar de lo conocido a lo desconocido[30].
En el mismo sentido, se reproducen relatos de
diarios bolivianos, a fin de destacar la intervención en la guerra por parte de
otros países, tal como
En efecto, los
diversos posicionamientos respecto de las estrategias militares que fueron
empleadas durante la guerra, son registrados al momento de narrarse los
acontecimientos, ordenados de forma cronológica. Así por ejemplo, Bolivia acusó
al Ejército paraguayo por el hecho de violar las
cartas enviadas por los prisioneros bolivianos a su país, profanación que
consistía en leyendas calumniosas para con esta nación, planteándose que ello
era un procedimiento impropio de un país civilizado y culto.
En otro orden de cosas, se expresa que, por el contrario, las acciones del
Ejército boliviano fueron diferentes, puesto que dispensaron un trato benévolo
a los prisioneros paraguayos que fueron alojados en los conventos de la ciudad
de Sucre (Bolivia)[34].
Si bien hasta aquí se
manifiestan las creencias que pueden proporcionar o no veracidad a las
hipótesis, es pertinente destacar que, desde la perspectiva del modelo explicativo-
analizado por Day y Radick- se considera que no se debería asumir ninguna
noción de explicación contenciosa o restrictiva[35].
Evidentemente, las informaciones que se
emiten desde la prensa escrita de Bolivia, tratan de proporcionar a la opinión
pública, ciertas aclaraciones en relación con las noticias sobre las derrotas
de este país, a los efectos de encubrir el ambiente de efervescencia popular
existente. No obstante, se toma conocimiento mediante las pruebas que obtienen
los corresponsales salteños, de que en algunos de los departamentos de aquel
país, los propios habitantes desmienten los dichos o argumentos que empleaban
sus autoridades políticas y militares[36].
En efecto, se puede concluir que, desde un contexto de producción científica,
es factible interpretar que el ambiente de disconformidad generalizada presente
antes de la guerra fue efectivamente una condición que caracterizó la
estructura social de la época, en la que incidieron las decisiones de los
actores sociales y políticos; a la vez que se constituyó en un factor
explicativo de los acontecimientos ocurridos durante la contienda y en el periodo
posbélico[37].
Estas pruebas generan una situación
dubitativa al momento de pensar si eran fidedignas las interpretaciones que se
enunciaban desde Bolivia. Con todo, resultan muy interesantes las formas con
las que el grupo periodístico del diario El Intransigente
se comunica con los recepcionistas de las noticias en Salta- y que proceden del
lugar en donde se desarrollaba la guerra- en la medida en que exteriorizan sus
sentimientos acerca del clima de desolación[38]
que envolvió a los pobladores que habitaban el Chaco Boreal, aquello que se
denominó como “la región maldita”.
Indudablemente, con la lectura de las noticias,
se puede observar cómo aprovecha un discurso, en el que se entrecruzan diversas
versiones acerca de lo que la guerra fue generando en la vida sociopolítica,
tanto de Bolivia como del Paraguay. Así, si por un lado se intensificó el
ambiente de tensión, puesto que como se afirma, el Ejército paraguayo había
logrado superar los obstáculos que le presentaban sus enemigos; por otro lado,
este conflicto bélico había puesto al descubierto las posiciones de parcialidad
o neutralidad de parte de los países vecinos[39].
En ese juego de voces, El
Intransigente recoge las narraciones que intentaban no comprometer- de
forma negativa- las relaciones diplomáticas de Salta (norte argentino) con
Bolivia, debido a la dinámica socioeconómica que esta nación mantenía con la
provincia argentina a través de los vínculos comerciales[40].
Tales narraciones, construidas en base a testimonios, interpelan al historiador
en tanto no lo conduce a limitarse a rechazar o aceptar algunos elementos, sino
que debe estar dispuesto a emplear dichos testimonios como irregularidades a la
regla establecida[41].
Asimismo, las informaciones procedentes desde Asunción, desafiaban al gobierno argentino
al comunicar que la aviación boliviana había atacado zonas de
Ahora bien, Aviezer Tucker, quien retoma la
idea de William Dray, destaca que los historiadores hicieron, mediante los
estudios de casos, una distinción entre lo que implican las condiciones respecto
al significado de causas,
para explicar los acontecimientos históricos. Al respecto, resulta muy
interesante lo que escribe Teodoro Berro, miembro redactor de “Gente de Prensa” (1933), en el diario El
Intransigente. En su informe, el escritor incita a la reflexión
sobre el importante rol que le otorgaba al gobierno argentino en la culminación
de la guerra, a favor del Paraguay, terminando con la posición neutral que
había posibilitado que desde territorio argentino (Salta y Formosa) se
aprovisionara al Ejército boliviano. Este comentario es pertinente para
reconsiderar dicha situación condicionante[44].
Ciertamente, en opinión de Teodoro Berro,
A medida que se fue desarrollando la guerra, El Intransigente reprodujo informes periodísticos de
agencias de Buenos Aires, que procedían de los diarios de Asunción y que daban
cuenta de la firmeza con la que se desplegaban las tropas paraguayas durante
los combates. Por otro lado, cuando se hace alusión a lo que dicen algunos
periódicos bolivianos, es muy contundente el argumento que se empleó para
confirmar que el Comando Militar Paraguayo había movilizado sus tropas por la
presión de su pueblo “exageradamente
cosmopolita”, “de poco apego patriótico por su misma idiosincrasia y su vida de
pueblo relajado y atenido al sustento argentino y brasileño”[46].
De allí que los investigadores sostienen que Ayala (presidente paraguayo)
encontrándose en esa situación dificultosa “optó por perseguir las
inspiraciones del capital argentino y se lanzó a la aventura de una guerra”[47].
Concluyentemente, en base a los enunciados que se esgrimen en esos diarios, es
factible establecer una relación de concordancia con las interpretaciones
esbozadas por los investigadores que corroboran la participación activa del
gobierno argentino en el conflicto bélico, tal como lo afirma el sociólogo
Mariano Salzman[48].
En consecuencia, a partir de los planteos de Mark
Day y Gregory Radick, se pueden precisar algunas consideraciones. En primer
lugar, se parte de la probabilidad de que Bolivia haya perdido la guerra debido
a la injerencia de
Es decir, por una parte, el gobierno argentino buscó los medios necesarios para que el mejor beneficiado de la guerra fuera el Paraguay y, por otra, se confirma la premisa de que desde la provincia de Salta se sostuvo de forma ambigua la controversia de los países beligerantes. Esta situación genera dos peculiaridades del modelo explicativo, puesto que permite no sólo una comprensión general del proceso de razonamiento historiográfico (incluyendo el descubrimiento y produciendo la comprensión de la estructura de las controversias historiográficas)[50], sino también posibilita que las hipótesis logren explicar o reinterpretar determinadas evidencias y pruebas[51]. O bien, como Tucker afirma- en base al enfoque excepcionalista- lo que se intentaría lograr sería analizar la singularidad de un caso, tratando de describir sistemas complejos en múltiples causas aisladas para el logro de un resultado[52].
Consideraciones finales
El análisis de los discursos elaborados por los
redactores del diario El intransigente
nos permite alcanzar una aproximación al objeto de estudio, no sólo a través de
una reconstrucción de los hechos históricos ocurridos entre 1932-1935, sino
también mediante la representación y definición del conflicto bélico del Chaco
Boreal, como una guerra de fortines[53]. En este contexto, el carácter político-institucional y
militar de los factores explicativos de la misma, le confiere veracidad a las
interpretaciones historiográficas- particularmente tradicionales- de índole
descriptiva. Asimismo, es necesario destacar que el estado de la cuestión del
presente ensayo, resultante de un avance de un proyecto de investigación[54],
ha dejado planteada la necesidad de formular un conjunto de explicaciones
innovadoras para las pruebas de la historiografía anterior[55].
En primera instancia, se ha podido confirmar
mediante la contrastación de los textos analizados como soporte bibliográfico[56]
en relación con las fuentes consultadas que, independientemente de la posición
ideológica del diario El intransigente[57],
este organismo presentó una narración “objetiva”. En otras palabras, pretendió
recrear el ambiente de hostilidad del espacio territorial en litigio, relatando
lo ocurrido con la mayor imparcialidad posible; de acuerdo con la información
que se recepcionaba de los corresponsales locales (salteños) y de aquella que
provenía de los diarios pertenecientes a los países beligerantes[58].
Aunque, si se considera lo que sostienen Day y
Radick, no resulta suficiente la búsqueda de evidencias que den probabilidad a
las hipótesis, sino que éstas deben generar interrogantes que den cuenta de la
historia causal de las pruebas evidentemente a partir de un marco conceptual[59].
En algunos relatos de El
Intransigente, se identifican claramente las causas y consecuencias
de la guerra, lo que posibilitó la reconstrucción de las representaciones
discursivas, en las que Bolivia no queda mejor posicionada en relación con
Paraguay, debido a los disímiles procedimientos militares que se desarrollaron
durante el transcurso de la contienda, y que fueron caracterizados como
ineficientes. Esta observación permite indagar en otras narraciones emitidas
desde la prensa salteña que, por el contrario, reivindican las acciones, tanto
del gobierno, como del ejército boliviano. De la misma forma, se constata que,
si bien el gobierno argentino contribuyó con la causa paraguaya, también
incentivó la continuidad de la guerra, sustentándola desde el norte argentino y
conservando, de esta manera, las vías de comunicación con los fortines
bolivianos que ponían resistencia a la ofensiva paraguaya[60].
Con ello, puede establecerse una dialéctica
entre la construcción de un discurso aceptado por la opinión pública en
relación con “un saber al margen”, que en cierta forma complejiza el objeto de
estudio al plantearse otros factores explicativos. Justamente, el análisis del
discurso de la prensa escrita, ha revelado, o mejor dicho, ha especificado un
enunciado que la historiografía, tanto tradicional como reciente, no lo había
tenido en cuenta. Esto es, aquella cuestión referida a la participación de la
provincia de Salta en colaboración con Bolivia, y a la vez, constituyéndose en
un espacio de frontera móvil que también coadyuvó en beneficio de la causa
paraguaya (en contraposición a la posición adoptada por la capital de la República
Argentina, que había definido su política diplomática a favor del Paraguay).
En definitiva, se ha podido observar que, para
lograr la reflexión sobre la escritura del conocimiento científico, resulta
necesario recurrir, no sólo a la comprensión de las hipótesis de una diversidad
de fuentes, sino también que una vez elaborada una versión de los
acontecimientos, ésta será de utilidad para enunciar nuevas proposiciones y con
ello reeditar el contenido esencialmente filosófico de las mismas.
Aceptado: 17 de julio de 2011
Reflexiones
sobre la representación discursiva de la guerra del Chaco en un periódico de la
ciudad de Salta. 1932-1935
Resumen
Este trabajo tiene como objetivo central interpretar las construcciones
narrativas de las que un investigador se sirve para explicar las problemáticas
que derivan de un determinado tema de estudio, como lo puede representar
Palabras
clave: Representación discursiva; Guerra del
Chaco; Salta
Mario Gustavo Parrón
Reflections of the discursive representation of de
Chaco war in a newspaper of the city of Salta. 1932- 1935
Abstract
This study aims to interpret the narratives with which a researcher
explains the problems that result from a particular field of study, The Chaco War
(1932- 1935). The reference made to this topic takes precedence because it was
addressed from a large historiographical production and enriched by
contributions from antropologhy, sociology and philosophy. This time we will
reflect on some aspects related to the various forms of writing about this war,
with the aim of producing new meanings to the proposals outlined in journals.
Keywords: Discursive representation; Chaco War; Salta
Mario
Gustavo Parrón
[1]
Se trata del periódico El Intransigente.
Sus orígenes se remontan al 01 de abril de 1891. Inicialmente tomó el nombre El Cívico, “órgano del partido radical”; en 1902 cambió el
epígrafe por “Diario independiente”, y en 1906, se produjo otra modificación
“Diario de
[2] Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Salta. CEPIHA. CISEN. CIUNSa. CONICET.
[3]
Abraham, Thomás, El presente absoluto. Periodismo, política y
filosofía en
[4]
Este artículo constituye un conjunto de reflexiones sobre las siguientes
cuestiones: empirismo, justificación y explicación científica. Por
consiguiente, la idea fuerza central consiste en contrastar y combinar esas
reflexiones con el proceso de construcción del conocimiento histórico
desarrollado en base a fuentes documentales, relevadas en el Archivo y
Biblioteca Históricos de la provincia de Salta, Argentina. Para su elaboración
se analizan los postulados de los siguientes autores: Day, Mark y Gregory
Radick, “Historiografía, evidencia y confirmación”; Tucker, Aviezer, “La
causalidad en la historiografía”; Macdonald, Graham y Cynthia Macdonald,
“Explicación en Historiografía”. Estos artículos pueden consultarse en: Tucker,
Aviezer. (Editor), El compañero de
[5] Por su carácter político, diplomático y militar.
[6] Areces, Nidia, “La etnohistoria y los estudios regionales”, en Revista Andes, Nº 19, CEPIHA, Facultad de Humanidades. Universidad Nacional de Salta, Salta, 2009.
[7]
La clasificación de fuentes
primarias o directas (diarios de la época) o bien fuentes secundarias o
indirectas (bibliografía), sólo se utiliza en el ensayo a los efectos de
distinguir el trabajo realizado con los diarios respecto a las interpretaciones
planteadas en la bibliografía.
[8] El interés no sólo está puesto en recurrir a los diarios sino también a otro tipo de fuentes provenientes de instituciones privadas o públicas.
[9] Ya sea a nivel local, regional o nacional.
[10]
Resulta conveniente aclarar
que no se desmerece de ninguna manera un trabajo de investigación en el que se
intenta explicar los hechos históricos, con determinados estilos o fines. Por
el contrario, aún persiste la necesidad de reivindicar a las etapas de un
proceso de investigación, puesto que conllevan a un resultado que contribuye
significativamente con el proceso “evolutivo” de la historia como ciencia.
[11] Day, Mark y Gregory Radick, 2009,
ob.cit., p. 88.
[12] De acuerdo con el modelo de razonamiento historiográfico Bayesiano o teoría de la confirmación, que prioriza el contexto de justificación por sobre el de descubrimiento. La evidencia para el bayesiano es lo que hace que la hipótesis sea más o menos probable. Day, Mark y Gregory Radick, 2009, ob.cit., p. 89.
[13]
Según el modelo explicativo, la evidencia explica
las hipótesis. Los historiadores están a la búsqueda de los hechos a través de
sus preguntas y tratan de deducirlos de acuerdo a su poder de explicar. Day, Mark y Gregory Radick, 2009,
ob.cit., pp. 91-92.
[14] Marco teórico que se constituye por
presupuestos o posicionamientos ideológicos, propios de los contextos de
justificación del saber.
[15] ¿En los hechos de los sujetos o en la construcción del objeto de conocimiento?
[16] Diario que expresaba en ese momento la tendencia política del Partido Radical, opuesto al gobierno provincial y nacional.
[17] Aviezer Tucker advierte que William Dray ha demostrado mediante estudios de caso historiográfico que los historiadores han distinguido de manera diferente las condiciones de las causas de los acontecimientos históricos. En ese sentido, los conflictos internos se constituyen en condiciones que derivan de las repercusiones de la crisis económica mundial de 1929, que puede ser interpretada- y de hecho así fue tomada desde hace varios años- como una de las causas de la guerra. No obstante, este supuesto también se contrasta con el enunciado que sugiere que el conflicto bélico devino de la irresolubilidad de una antigua controversia acerca de la determinación de los límites fronterizos y sobre la política internacional de los países en pugna.
[18] De acuerdo a lo planteado por Graham Macdonald y Cynthia Macdonald, se puede afirmar que en esos telefonemas se pueden identificar las explicaciones intencionales de las acciones de los sujetos combatientes. Graham Macdonald y Cynthia Macdonald, 2009, ob.cit., p. 130.
[19] Cabe aclarar que la selección de los datos está condicionada por las habilidades y competencias de interpretación de la información. Yuni José y Claudio Urbano, Técnicas para investigar: análisis de datos y redacción científica, Brujas, Córdoba, 2006.
[20] De acuerdo a lo postulado por Aviezer Tucker, la definición de guerra de fortines se comprendería desde el enfoque excepcionalista de la filosofía de la historiografía, considerando las particularidades del desarrollo de las campañas efectuadas por los regimientos en el territorio en litigio.
[21] Al respecto, Aviezer Tucker sugiere que “una causa es pues insuficiente por sí sola para lograr el efecto, pero es indispensable para el conjunto de condiciones que son suficientes para producir el resultado”. En este caso la guerra fue el resultado de la crisis y transformación de los sistemas políticos tanto de Bolivia como del Paraguay. Tucker, Aviezer, 2009, ob.cit., p. 101.
[22] Adquieren importancia esos
testimonios ya que posibilitan la comprensión subjetiva del significado de las
acciones de los agentes históricos. Ello nos lleva a discutir el uso de la
explicación causal singular en la explicación de los eventos de microhistoria. Macdonald,
Graham y Cynthia Macdonald, 2009, ob.cit., p. 130 y pp. 136-137.
[23] Explicación
objetiva de la acción. Macdonald,
Graham y Cynthia Macdonald, 2009, ob.cit., p. 130.
[24]
Existe mucha información de fondo que es desconocida y que corroboraría esa
suposición. Day, Mark y Gregory Radick, 2009, ob.cit., p. 88. No obstante, ello
posibilitaría obtener la comprensión subjetiva del
significado de la acción. Macdonald, Graham y Cynthia Macdonald,
2009, ob.cit., p. 130.
[25] Considérese que esta narrativa está vinculada con la orientación cuantitativa del modelo filosófico Bayesianismo. Day, Mark y Gregory Radick, 2009, ob.cit., pp. 89-90.
[26] Al respecto, adquiere relevancia la intervención del investigador, en tanto se encontraría “obligado” a
conocer la historia causal de las pruebas y a “identificar las cosas que hacen para la mejor y peor explicaciones”. Day, Mark y Gregory Radick, 2009, ob.cit., p. 94.
[27] Yuni José y Claudio Urbano, 2006, ob.cit., pp. 113-115.
[28]
Teniendo en cuenta las
consideraciones de Aviezer Tucker, el factor causal de la guerra habría sido
justamente el avance de las tropas paraguayas sobre un territorio que
históricamente pertenecía a Bolivia, pero que debido a la debilidad del
gobierno- en instancias de consolidación- y a una inconsistente diplomacia, no
logró imponer su soberanía.
[29] Tucker, Aviezer, 2009, ob.cit., p. 98.
[30] Tamayo, Mario, Diccionario de la investigación científica, Editorial Limusa, México, 2000.
[31]
Al respecto, se puede destacar de
las noticias que se recibían desde Buenos Aires y que se publicaban en el
diario El Intransigente, la preocupación del
gobierno argentino por establecer destacamentos militares en la frontera con Bolivia y Paraguay, a fin de redefinir ese
espacio territorial como un límite físico-político.
[32] Obsérvese el carácter persuasivo de
una explicación que lleva a indagar en el aspecto psicológico. Macdonald,
Graham y Cynthia Macdonald, 2009, ob.cit., p. 133.
[33] Day, Mark y Gregory Radick, 2009, ob.cit., p. 94. Por otra parte, se constata la esencia multifactorial de las explicaciones de los acontecimientos, de las acciones llevadas a cabo para un determinado objetivo. Macdonald, Graham y Cynthia Macdonald, 2009, ob.cit., pp. 135-136.
[34] Se puede observar una
interpretación maniquea de los acontecimientos.
[35] Day, Mark y Gregory Radick, 2009,
ob.cit., p. 93.
[36] Tucker, Aviezer, 2009, ob.cit., pp. 101-102.
[37] Acerca del uso de la explicación causal singular en la explicación de los eventos de microhistoria, consúltese Macdonald, Graham y Cynthia Macdonald, 2009, ob.cit., p. 135.
[38] En este caso se logra una aproximación a los estados emocionales de los sujetos y al contexto (social y físico) en el que se encontraban. Macdonald, Graham y Cynthia Macdonald, 2009, ob.cit., p. 137.
[39] De esa manera, las explicaciones que sólo atribuyen los estados psicológicos de los personajes históricos no serán suficientes para dar cuenta de la manera en que resultaron esos hechos. Macdonald, Graham y Cynthia Macdonald, 2009, ob.cit., p. 137.
[40] Al respecto son muy importantes los estudios realizados por la antropóloga Silvia Hirsch y el historiador Erick Langer. Los mismos dan cuenta de la continuidad de los procesos de migración y de articulación regional hacia el norte argentino antes, durante y después de la guerra.
[41] Day, Mark y Gregory Radick, 2009,
ob.cit., p. 94.
[42] Esta insinuación se expresa también, por ejemplo, cuando en algunas notas que van dirigidas al director del diario El Intransigente se le agradece la disposición que tuvo para difundir el pedido que le había solicitado el Ejército paraguayo, de contar con el apoyo de aquellas mujeres que los militares paraguayos nombraban como “Las madrinitas de guerra”, es decir “las cultas niñas de Salta que tan notablemente, tan argentinamente” se ofrecían a contribuir con “cariño y feminidad” a la horrorosa tragedia en que se encontraban los combatientes.
[43] Day, Mark y Gregory Radick, 2009, ob.cit.,
p. 88.
[44] Nuevamente se plantea el carácter
persuasivo de una explicación que lleva a indagar en el aspecto psicológico. Macdonald,
Graham y Cynthia Macdonald, 2009, ob.cit., p. 133.
[45] Day, Mark y Gregory Radick, 2009,
ob.cit., pp. 100- 101.
[46] El Intransigente, Salta, Argentina, Años 1932-1935.
[47]
El Intransigente, Salta, Argentina, Años
1932-1935.
[48]
Salzman sostiene que fueron los
terratenientes procedentes de Buenos Aires los que se identificaron con la
causa paraguaya, debido a los intereses que tenían puestos en las actividades
económicas que realizaban en parte del territorio en litigio. Salzman,
Mariano, “Guerra y transformación sociopolítica de Bolivia y Paraguay en los
años treinta”, en Ansaldi, Waldo (editor), Tierra en llamas. América
Latina en los años 1930, Ediciones Al Margen,
[49] Day, Mark y Gregory Radick, 2009,
ob.cit., p. 91.
[50] Day, Mark y Gregory Radick, 2009,
ob.cit., p. 92.
[51] Day, Mark y Gregory Radick, 2009,
ob.cit., pp. 93-94.
[52] Tucker, Aviezer, 2009, ob.cit., p. 100. Asimismo, en este aparatado se corrobora la afirmación de que una explicación es multifactorial.
[53] Se observa de qué manera la información
obtenida mediante el análisis del discurso periodístico de la época ha
posibilitado redefinir al conflicto bélico como una guerra de fortines, un
concepto que de una u otra forma ya se había planteado en la producción
historiográfica de carácter tradicional.
[54] PICTO 36715 Construcción de identidades y sus representaciones discursivas. Salta, siglos XVIII-XXI, CEPIHA, Universidad Nacional de Salta.
[55] Day, Mark y Gregory Radick, 2009,
ob.cit., p. 94.
[56] No debería considerarse como sutil al
avance de las ciencias sociales y particularmente a las reflexiones que se
realizan de las mismas, puesto que posibilitan revalorizar la confluencia de
las técnicas y métodos en los procesos de investigación. Sin embargo, tampoco
debería sobrevalorarse la idea de que todas las prácticas de investigación
dependen de determinadas teorías.
[57] Posicionamiento ideológico que supuestamente sería contrario al que proviene de los diarios oficialistas de la ciudad de Salta.
[58] Si bien, es importante reconstruir un
hecho histórico en base a un corpus teórico, resulta imprescindible indagar
sobre otro tipo de fuentes documentales u orales.
[59] Day, Mark y Gregory Radick, 2009,
ob.cit., p. 95.
[60] Se sostiene que la explicación
historiográfica viene en muchas formas. A veces afirmaciones generales
constituyen un componente esencial, mientras que en otros momentos sólo lo
particular, circunstancias y los estados psicológicos de los agentes sociales
deben ser mencionados. Macdonald, Graham y Cynthia Macdonald, 2009,
ob.cit., p. 140.