REFLEXIONES SOBRE LA REPRESENTACIÓN DISCURSIVA DE LA GUERRA DEL CHACO EN UN PERIÓDICO DE LA CIUDAD DE SALTA. 1932-1935[1]

 

Mario Gustavo Parrón[2]

 

 

“Estimular la facultad de la imaginación

como apoyo de la información recibida

es lo que permite que la transmisión de un saber

tenga efecto multiplicador y productivo”

(Tomás Abraham) [3]

 

 

Introducción

 

El presente ensayo tiene como objetivo central, indagar sobre las construcciones narrativas de las que un investigador se sirve para explicar las problemáticas que derivan de un determinado tema de estudio, tal como puede representar la Guerra del Chaco (1932-1935). La referencia que se hace de esta temática adquiere preeminencia debido a que fue abordada a partir de una abundante producción historiográfica y enriquecida por los aportes provenientes, tanto de la antropología, como de la sociología. En esta oportunidad, se reflexionará sobre algunos aspectos vinculados con las diversas formas de escritura que versan sobre este conflicto bélico, con la finalidad de resignificar las proposiciones esbozadas en las fuentes consultadas[4].

 

Indudablemente, son importantes los cambios introducidos por las mencionadas disciplinas, en la narración de las historias definidas como “tradicionales”[5], debido a que se observa una denotada preocupación por cruzar las fronteras interdisciplinarias[6]. No obstante, se sostiene que en la actualidad se habría interiorizado en los ámbitos académicos e intelectuales (particularmente de la Argentina), el requerimiento de volver a las fuentes, como una forma de obtener evidencias sobre los hechos del pasado, a los efectos de plantear interpretaciones que sean consideradas “científicas”.

 

Desde esta perspectiva, un proceso de investigación y, por consiguiente, la crítica sobre el desarrollo del mismo, se sustentaría en un trabajo minucioso con fuentes directas[7], tales como las que provienen de los diarios de la época[8]. De esta manera, se garantizaría al sujeto cognoscente, no sólo familiarizarse con un conjunto de métodos instituidos por la comunidad científica[9], sino también el poder explicitar los argumentos necesarios para indagar en sus objetos de estudio con una determinada sistematicidad y rigurosidad[10].

 

En efecto, la permanente preocupación por visitar los archivos y recurrir a los diarios y, por supuesto, a otro tipo de fuentes documentales (habitualmente de procedencia institucional), se convierte en una tarea que, indefectiblemente, los historiadores deben realizar si desean conseguir un corpus de datos que puedan ser empleados como pruebas para establecer las causas que justifiquen sus cuestiones exploratorias[11].

 

En el siguiente apartado, se expone de manera resumida, la experiencia de análisis crítico de los enunciados publicados en el Diario El Intransigente (Salta, Argentina), durante los años en los que se desenvolvió la contienda armada por el Chaco Boreal. De la experiencia, se destaca que la elaboración de las construcciones de sentido, no sólo permiten la confirmación de determinadas hipótesis[12], sino también que a partir de la reformulación de ellas, es posible explicar los cambios y continuidades de una realidad histórica[13]. Todo ello, mediante un conjunto de nuevas conjeturas, y de aquellos supuestos que fueron planteados en la producción historiográfica que se utilizó como marco teórico referencial[14].

 

 

Entre la historia vivida y la historia construida: ¿dónde situar lo empírico de la guerra?[15]

 

            A través de la información obtenida en el diario El Intransigente[16], se ha podido constatar que las noticias procedentes de Bolivia, confirmaban la presunción de que en ese país había conflictos internos, tanto en los partidos políticos, como dentro del Ejército boliviano. A su vez, se hace referencia al posicionamiento de esas instituciones respecto al rumbo que debía tener la guerra[17].

 

            Por otro lado, los comunicados que procedían de las ciudades capitales de Bolivia y Paraguay (reenviadas desde Buenos Aires, Argentina), ponían el acento en caracterizar las marchas y contramarchas de la contienda armada, y en señalar las maneras con que los fortines existentes en el Chaco Boreal eran constantemente bombardeados y evacuados.

 

Si se tienen en cuenta los telefonemas de los corresponsales salteños en la Quiaca (Jujuy-Argentina), se pueden observar las diversas circunstancias de interacción social, manifiestas en el movimiento de contingentes de tropas hacia las zonas de combate por medio de camiones, automóviles y aviones. Estos informes son comparados con los que procedían de Bolivia y Paraguay, y todos en su conjunto, dan cuenta de los enfrentamientos entre los soldados que habitaban en los numerosos fortines pertenecientes a ambos países[18].

 

La permanente mención acerca de la existencia y denominación de los fortines, tales como: Boquerón, Arce, Ramírez, Toledo, Bolívar, Cuatro Vientos, Muñoz, Falcón, Yucra, Rojas Silva, Cabo de Castillo, Lara, Tejerina, Alihuatá, Bogado, Camacho, Duarte, Nanawa, Gondra, Samaklay, Saavedra, Murguia, Villa Montes, entre otros, nos aproxima a una representación del espacio territorial en litigio que no es descripto de manera completa en los relatos que se emitieron en el diario. Sin embargo, se comprende que la toma de los fortines implicó la provisión, no sólo de víveres, material bélico y sanitario, sino también de prisioneros de guerra, ya fueran soldados u oficiales del Ejército. Ciertamente, estos datos[19] son relevantes para los investigadores, puesto que son ellos mismos quienes le confieren a los hechos un carácter específicamente político-militar. Aunque lo significativo de esta información radica en que los sucesos son tenidos en cuenta, tanto por los investigadores vinculados con la historiografía tradicional, como por aquellos que manifiestan adhesión a una renovación historiográfica.

 

Ahora bien, si también se considera el minucioso rastreo que se le hace desde la prensa escrita al desarrollo de esta guerra de fortines[20], se puede observar, por un lado, las posiciones defensiva y ofensiva que tuvo el Ejército paraguayo y, por otro, las migraciones de grandes masas desordenadas de tropas bolivianas que cruzaban el río Pilcomayo y se internaban al norte del territorio argentino[21]. Este proceso migratorio es rectificado con las declaraciones de los soldados bolivianos que desertaron de los regimientos a causa de los malos tratos que recibían de sus superiores, y debido a la escasez de agua y alimentos. Tales testimonios dan cuenta de la mala conducción y de la deficiente estrategia militar empleada por la oficialidad del Ejército boliviano[22]. Además, ello forma parte de un conjunto de creencias básicas que pueden ser empleadas como probabilidades de una hipótesis, a la vez que implica una afirmación que se plantea reiteradamente en las memorias de campaña de los excombatientes y que fueron utilizadas a los fines de escribir sobre el tema de la guerra, una vez que ésta había concluido. De este modo, se han reforzado dos conjeturas apoyadas en los significados de las acciones: por un lado, la concepción de una guerra de trincheras realizada cuerpo a cuerpo[23] y, por otro, la suposición de que el conflicto había afianzado un sentimiento de identidad nacional[24].

 

Hasta aquí se logra confirmar que las noticias periodísticas dan cuenta de un problema de carácter epistémico, frecuente en la escritura científica. En tanto, por una parte, se observa una excesiva caracterización del espacio y de las relaciones sociales que se establecieron en él y, por otra, se incita a los investigadores a caer en la tentación de concebir a la escritura como una forma peculiar de describir y narrar todo lo que revelan las fuentes. Esto es, la afirmación de que, a mayor cantidad de evidencias, existe mayor probabilidad de veracidad de la hipótesis inicial[25]. En ese sentido, se estaría prescindiendo de la concepción de la escritura de un texto histórico como un proceso de producción intelectual y social[26], en algunos casos recurrente, a la vez discontinuo y, en efecto, no lineal[27].

***

 

Ciertamente, en el diario El Intransigente se detallan partes de prensa de todo tipo, ya que se trata de poner a consideración de la opinión pública salteña, una diversidad de información procedente de diferentes lugares. Sin embargo, cuando se analiza con detenimiento algunos de esos partes, se puede identificar la intención de los corresponsales por señalar de qué manera el Paraguay se fue apropiando de un territorio que históricamente pertenecía a Bolivia, independientemente de que sus habitantes se consideraran ciudadanos de esta nación[28]. Lo interesante de este razonamiento, es que se retoma la premisa de que la guerra fue el resultado de la confluencia de intereses, esencialmente de carácter internacional, es decir: Standard Oil versus Royal Dush. De acuerdo a lo postulado por Aviezer Tucker, esta proposición se ubica dentro de un enfoque unificacionista[29], según el cual, la guerra- en términos generales- es definida como el resultado de intereses externos. Con todo, aún así en la actualidad el mismo enunciado es empleado por los investigadores para transitar de lo conocido a lo desconocido[30].

 

En el mismo sentido, se reproducen relatos de diarios bolivianos, a fin de destacar la intervención en la guerra por parte de otros países, tal como la Argentina, que se involucró mediante el envío de armas, víveres, aviadores y regimientos de numerosos voluntarios, en defensa de la causa paraguaya; poniendo en evidencia los intereses económicos de ese país[31]. Así por ejemplo, un parte de prensa del matutino “El Pueblo”, de La Paz, que se tituló: “¡Bolivianos en guardia! Bolivia está luchando contra la Argentina en el Chaco. El Paraguay es una pantalla”[32], fue publicado por el diario salteño El Intransigente. Es decir, esto deja entrever que se enuncia una creencia de probatoria. Por consiguiente, en este caso el historiador podría ser o no escéptico en aceptar algunos elementos de las expresiones de los propios actores sociales[33].

 

            En efecto, los diversos posicionamientos respecto de las estrategias militares que fueron empleadas durante la guerra, son registrados al momento de narrarse los acontecimientos, ordenados de forma cronológica. Así por ejemplo, Bolivia acusó al Ejército paraguayo por el hecho de violar las cartas enviadas por los prisioneros bolivianos a su país, profanación que consistía en leyendas calumniosas para con esta nación, planteándose que ello era un procedimiento impropio de un país civilizado y culto. En otro orden de cosas, se expresa que, por el contrario, las acciones del Ejército boliviano fueron diferentes, puesto que dispensaron un trato benévolo a los prisioneros paraguayos que fueron alojados en los conventos de la ciudad de Sucre (Bolivia)[34].

 

Si bien hasta aquí se manifiestan las creencias que pueden proporcionar o no veracidad a las hipótesis, es pertinente destacar que, desde la perspectiva del modelo explicativo- analizado por Day y Radick- se considera que no se debería asumir ninguna noción de explicación contenciosa o restrictiva[35].

 

Evidentemente, las informaciones que se emiten desde la prensa escrita de Bolivia, tratan de proporcionar a la opinión pública, ciertas aclaraciones en relación con las noticias sobre las derrotas de este país, a los efectos de encubrir el ambiente de efervescencia popular existente. No obstante, se toma conocimiento mediante las pruebas que obtienen los corresponsales salteños, de que en algunos de los departamentos de aquel país, los propios habitantes desmienten los dichos o argumentos que empleaban sus autoridades políticas y militares[36]. En efecto, se puede concluir que, desde un contexto de producción científica, es factible interpretar que el ambiente de disconformidad generalizada presente antes de la guerra fue efectivamente una condición que caracterizó la estructura social de la época, en la que incidieron las decisiones de los actores sociales y políticos; a la vez que se constituyó en un factor explicativo de los acontecimientos ocurridos durante la contienda y en el periodo posbélico[37].

 

Estas pruebas generan una situación dubitativa al momento de pensar si eran fidedignas las interpretaciones que se enunciaban desde Bolivia. Con todo, resultan muy interesantes las formas con las que el grupo periodístico del diario El Intransigente se comunica con los recepcionistas de las noticias en Salta- y que proceden del lugar en donde se desarrollaba la guerra- en la medida en que exteriorizan sus sentimientos acerca del clima de desolación[38] que envolvió a los pobladores que habitaban el Chaco Boreal, aquello que se denominó como “la región maldita”.

 

Indudablemente, con la lectura de las noticias, se puede observar cómo aprovecha un discurso, en el que se entrecruzan diversas versiones acerca de lo que la guerra fue generando en la vida sociopolítica, tanto de Bolivia como del Paraguay. Así, si por un lado se intensificó el ambiente de tensión, puesto que como se afirma, el Ejército paraguayo había logrado superar los obstáculos que le presentaban sus enemigos; por otro lado, este conflicto bélico había puesto al descubierto las posiciones de parcialidad o neutralidad de parte de los países vecinos[39].

 

En ese juego de voces, El Intransigente recoge las narraciones que intentaban no comprometer- de forma negativa- las relaciones diplomáticas de Salta (norte argentino) con Bolivia, debido a la dinámica socioeconómica que esta nación mantenía con la provincia argentina a través de los vínculos comerciales[40]. Tales narraciones, construidas en base a testimonios, interpelan al historiador en tanto no lo conduce a limitarse a rechazar o aceptar algunos elementos, sino que debe estar dispuesto a emplear dichos testimonios como irregularidades a la regla establecida[41]. Asimismo, las informaciones procedentes desde Asunción, desafiaban al gobierno argentino al comunicar que la aviación boliviana había atacado zonas de la Argentina y, por consecuencia, ello implicaba que Bolivia debía estar del lado Paraguayo[42]. Así pues, el análisis precedente da cuenta de que en un proceso de investigación científica, el sujeto cognoscente se encuentra muy lejos de la omnisciencia sobre el pasado, puesto que mucha de la información de fondo le resulta desconocida[43].

 

Ahora bien, Aviezer Tucker, quien retoma la idea de William Dray, destaca que los historiadores hicieron, mediante los estudios de casos, una distinción entre lo que implican las condiciones respecto al significado de causas, para explicar los acontecimientos históricos. Al respecto, resulta muy interesante lo que escribe Teodoro Berro, miembro redactor de “Gente de Prensa” (1933), en el diario El Intransigente. En su informe, el escritor incita a la reflexión sobre el importante rol que le otorgaba al gobierno argentino en la culminación de la guerra, a favor del Paraguay, terminando con la posición neutral que había posibilitado que desde territorio argentino (Salta y Formosa) se aprovisionara al Ejército boliviano. Este comentario es pertinente para reconsiderar dicha situación condicionante[44].

 

Ciertamente, en opinión de Teodoro Berro, la Argentina sólo contribuiría a alcanzar la paz en Sudamérica, adhiriéndose a la causa del Paraguay, y con ello le revelaría al pueblo boliviano que había sido engañado y arrastrado a una “empresa injusta y absurda”. Efectivamente, es en este punto donde se evidencia la forma persuasiva del lenguaje escrito, ya que en él se manifiesta de qué manera una determinada condición puede traducirse en un factor explicativo acerca de la finalización del conflicto bélico[45]. Es decir, el hecho de que la Argentina- como concepto totalizante- había apoyado al Paraguay en la derrota de Bolivia.

 

A medida que se fue desarrollando la guerra, El Intransigente reprodujo informes periodísticos de agencias de Buenos Aires, que procedían de los diarios de Asunción y que daban cuenta de la firmeza con la que se desplegaban las tropas paraguayas durante los combates. Por otro lado, cuando se hace alusión a lo que dicen algunos periódicos bolivianos, es muy contundente el argumento que se empleó para confirmar que el Comando Militar Paraguayo había movilizado sus tropas por la presión de su pueblo “exageradamente cosmopolita”, “de poco apego patriótico por su misma idiosincrasia y su vida de pueblo relajado y atenido al sustento argentino y brasileño”[46]. De allí que los investigadores sostienen que Ayala (presidente paraguayo) encontrándose en esa situación dificultosa “optó por perseguir las inspiraciones del capital argentino y se lanzó a la aventura de una guerra”[47]. Concluyentemente, en base a los enunciados que se esgrimen en esos diarios, es factible establecer una relación de concordancia con las interpretaciones esbozadas por los investigadores que corroboran la participación activa del gobierno argentino en el conflicto bélico, tal como lo afirma el sociólogo Mariano Salzman[48].

 

En consecuencia, a partir de los planteos de Mark Day y Gregory Radick, se pueden precisar algunas consideraciones. En primer lugar, se parte de la probabilidad de que Bolivia haya perdido la guerra debido a la injerencia de la Argentina en la misma, en pos de defender sus intereses económicos establecidos en la región, amén de aquellos intereses de otras potencias extranjeras. En segundo lugar, la derrota de Bolivia por parte de los paraguayos se debió a la mala conducción de la comandancia del Ejército boliviano. En tercer lugar, las dificultades con las que se tuvieron que encontrar los combatientes bolivianos en el territorio en litigio, dieron por jaque sus posiciones ofensivas. Finalmente, se explicita de qué manera ciertas hipótesis compiten en causas separadas[49].

 

Es decir, por una parte, el gobierno argentino buscó los medios necesarios para que el mejor beneficiado de la guerra fuera el Paraguay y, por otra, se confirma la premisa de que desde la provincia de Salta se sostuvo de forma ambigua la controversia de los países beligerantes. Esta situación genera dos peculiaridades del modelo explicativo, puesto que permite no sólo una comprensión general del proceso de razonamiento historiográfico (incluyendo el descubrimiento y produciendo la comprensión de la estructura de las controversias historiográficas)[50], sino también posibilita que las hipótesis logren explicar o reinterpretar determinadas evidencias y pruebas[51]. O bien, como Tucker afirma- en base al enfoque excepcionalista- lo que se intentaría lograr sería analizar la singularidad de un caso, tratando de describir sistemas complejos en múltiples causas aisladas para el logro de un resultado[52].

 

 

Consideraciones finales

 

El análisis de los discursos elaborados por los redactores del diario El intransigente nos permite alcanzar una aproximación al objeto de estudio, no sólo a través de una reconstrucción de los hechos históricos ocurridos entre 1932-1935, sino también mediante la representación y definición del conflicto bélico del Chaco Boreal, como una guerra de fortines[53]. En este contexto, el carácter político-institucional y militar de los factores explicativos de la misma, le confiere veracidad a las interpretaciones historiográficas- particularmente tradicionales- de índole descriptiva. Asimismo, es necesario destacar que el estado de la cuestión del presente ensayo, resultante de un avance de un proyecto de investigación[54], ha dejado planteada la necesidad de formular un conjunto de explicaciones innovadoras para las pruebas de la historiografía anterior[55].

 

En primera instancia, se ha podido confirmar mediante la contrastación de los textos analizados como soporte bibliográfico[56] en relación con las fuentes consultadas que, independientemente de la posición ideológica del diario El intransigente[57], este organismo presentó una narración “objetiva”. En otras palabras, pretendió recrear el ambiente de hostilidad del espacio territorial en litigio, relatando lo ocurrido con la mayor imparcialidad posible; de acuerdo con la información que se recepcionaba de los corresponsales locales (salteños) y de aquella que provenía de los diarios pertenecientes a los países beligerantes[58].

 

Aunque, si se considera lo que sostienen Day y Radick, no resulta suficiente la búsqueda de evidencias que den probabilidad a las hipótesis, sino que éstas deben generar interrogantes que den cuenta de la historia causal de las pruebas evidentemente a partir de un marco conceptual[59].

 

En algunos relatos de El Intransigente, se identifican claramente las causas y consecuencias de la guerra, lo que posibilitó la reconstrucción de las representaciones discursivas, en las que Bolivia no queda mejor posicionada en relación con Paraguay, debido a los disímiles procedimientos militares que se desarrollaron durante el transcurso de la contienda, y que fueron caracterizados como ineficientes. Esta observación permite indagar en otras narraciones emitidas desde la prensa salteña que, por el contrario, reivindican las acciones, tanto del gobierno, como del ejército boliviano. De la misma forma, se constata que, si bien el gobierno argentino contribuyó con la causa paraguaya, también incentivó la continuidad de la guerra, sustentándola desde el norte argentino y conservando, de esta manera, las vías de comunicación con los fortines bolivianos que ponían resistencia a la ofensiva paraguaya[60].

 

Con ello, puede establecerse una dialéctica entre la construcción de un discurso aceptado por la opinión pública en relación con “un saber al margen”, que en cierta forma complejiza el objeto de estudio al plantearse otros factores explicativos. Justamente, el análisis del discurso de la prensa escrita, ha revelado, o mejor dicho, ha especificado un enunciado que la historiografía, tanto tradicional como reciente, no lo había tenido en cuenta. Esto es, aquella cuestión referida a la participación de la provincia de Salta en colaboración con Bolivia, y a la vez, constituyéndose en un espacio de frontera móvil que también coadyuvó en beneficio de la causa paraguaya (en contraposición a la posición adoptada por la capital de la República Argentina, que había definido su política diplomática a favor del Paraguay).

 

En definitiva, se ha podido observar que, para lograr la reflexión sobre la escritura del conocimiento científico, resulta necesario recurrir, no sólo a la comprensión de las hipótesis de una diversidad de fuentes, sino también que una vez elaborada una versión de los acontecimientos, ésta será de utilidad para enunciar nuevas proposiciones y con ello reeditar el contenido esencialmente filosófico de las mismas.

 

 

Ingresó: 1 de noviembre de 2010

Aceptado: 17 de julio de 2011

 

 

 

 

 

 

Reflexiones sobre la representación discursiva de la guerra del Chaco en un periódico de la ciudad de Salta. 1932-1935

 

 

Resumen

 

Este trabajo tiene como objetivo central interpretar las construcciones narrativas de las que un investigador se sirve para explicar las problemáticas que derivan de un determinado tema de estudio, como lo puede representar la Guerra del Chaco (1932-1935). La referencia que se hace de esta temática adquiere preeminencia debido a que fue abordada a partir de una abundante producción historiográfica y enriquecida por los aportes provenientes de la antropología, la sociología y la filosofía. En esta oportunidad, se reflexionará sobre algunos aspectos vinculados con las diversas formas de escritura que versan sobre este conflicto bélico, con la finalidad de resignificar las proposiciones esbozadas en las fuentes periodísticas.

 

Palabras clave: Representación discursiva; Guerra del Chaco; Salta

 

 

Mario Gustavo Parrón

 

 

 

Reflections of the discursive representation of de Chaco war in a newspaper of the city of Salta. 1932- 1935

 

 

Abstract

 

This study aims to interpret the narratives with which a researcher explains the problems that result from a particular field of study, The Chaco War (1932- 1935). The reference made to this topic takes precedence because it was addressed from a large historiographical production and enriched by contributions from antropologhy, sociology and philosophy. This time we will reflect on some aspects related to the various forms of writing about this war, with the aim of producing new meanings to the proposals outlined in journals.

 

Keywords: Discursive representation; Chaco War; Salta

 

 

Mario Gustavo Parrón

 



[1] Se trata del periódico El Intransigente. Sus orígenes se remontan al 01 de abril de 1891. Inicialmente tomó el nombre El Cívico, “órgano del partido radical”; en 1902 cambió el epígrafe por “Diario independiente”, y en 1906, se produjo otra modificación “Diario de la Unión Popular”. El 17 de abril de 1920, adquirió el nombre de El Cívico Intransigente. La imposición del nombre respondió a la necesidad de preservar la denominación original Cívico que el oficialismo quería retener. A su vez, los nuevos editores deseaban distinguirlo, por lo que le agregaron Intransigente. Fue recién el 10 de julio de 1927 cuando apareció como El Intransigente, este cambio fue atribuido a los lectores que requerían el diario llamándolo simplemente “El Intransigente”. Su orientación proveniente del partido político radical se mantuvo, caracterizándose por su oposición a los gobiernos conservadores que predominaron en la provincia por varias décadas. Figueroa, Eulalia, El Periodismo en Salta en la segunda mitad del siglo XIX, Salta: Mimeo, 1971; Parra, Mabel, El discurso de la prensa salteña. Construcción de identidades, Universidad Nacional de Salta, Salta, Tesis doctoral, 2006, Inédita.

[2] Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Salta. CEPIHA. CISEN. CIUNSa. CONICET.

[3] Abraham, Thomás, El presente absoluto. Periodismo, política y filosofía en la Argentina del tercer milenio, Sudamericana, Buenos Aires, 2009, p. 211. La facultad de la imaginación como apoyo de la información recibida, implica la posibilidad de interpretar y explicar las realidades pasadas y actuales, a pesar de los condicionamientos económicos, políticos e ideológicos de los contextos de producción del conocimiento.

[4] Este artículo constituye un conjunto de reflexiones sobre las siguientes cuestiones: empirismo, justificación y explicación científica. Por consiguiente, la idea fuerza central consiste en contrastar y combinar esas reflexiones con el proceso de construcción del conocimiento histórico desarrollado en base a fuentes documentales, relevadas en el Archivo y Biblioteca Históricos de la provincia de Salta, Argentina. Para su elaboración se analizan los postulados de los siguientes autores: Day, Mark y Gregory Radick, “Historiografía, evidencia y confirmación”; Tucker, Aviezer, “La causalidad en la historiografía”; Macdonald, Graham y Cynthia Macdonald, “Explicación en Historiografía”. Estos artículos pueden consultarse en: Tucker, Aviezer. (Editor), El compañero de la Filosofía de la Historia e Historiografía, Editorial Offices, Oxford, 2009.

[5] Por su carácter político, diplomático y militar.

[6] Areces, Nidia, “La etnohistoria y los estudios regionales”, en Revista Andes, Nº 19, CEPIHA, Facultad de Humanidades. Universidad Nacional de Salta, Salta, 2009.

[7] La clasificación de fuentes primarias o directas (diarios de la época) o bien fuentes secundarias o indirectas (bibliografía), sólo se utiliza en el ensayo a los efectos de distinguir el trabajo realizado con los diarios respecto a las interpretaciones planteadas en la bibliografía.

[8] El interés no sólo está puesto en recurrir a los diarios sino también a otro tipo de fuentes provenientes de instituciones privadas o públicas.

[9] Ya sea a nivel local, regional o nacional.

[10] Resulta conveniente aclarar que no se desmerece de ninguna manera un trabajo de investigación en el que se intenta explicar los hechos históricos, con determinados estilos o fines. Por el contrario, aún persiste la necesidad de reivindicar a las etapas de un proceso de investigación, puesto que conllevan a un resultado que contribuye significativamente con el proceso “evolutivo” de la historia como ciencia.

[11] Day, Mark y Gregory Radick, 2009, ob.cit., p. 88.

[12] De acuerdo con el modelo de razonamiento historiográfico Bayesiano o teoría de la confirmación, que prioriza el contexto de justificación por sobre el de descubrimiento. La evidencia para el bayesiano es lo que hace que la hipótesis sea más o menos probable. Day, Mark y Gregory Radick, 2009, ob.cit., p. 89.

[13] Según el modelo explicativo, la evidencia explica las hipótesis. Los historiadores están a la búsqueda de los hechos a través de sus preguntas y tratan de deducirlos de acuerdo a su poder de explicar. Day, Mark y Gregory Radick, 2009, ob.cit., pp. 91-92.

[14] Marco teórico que se constituye por presupuestos o posicionamientos ideológicos, propios de los contextos de justificación del saber.

[15] ¿En los hechos de los sujetos o en la construcción del objeto de conocimiento?

[16] Diario que expresaba en ese momento la tendencia política del Partido Radical, opuesto al gobierno provincial y nacional.

[17] Aviezer Tucker advierte que William Dray ha demostrado mediante estudios de caso historiográfico que los historiadores han distinguido de manera diferente las condiciones de las causas de los acontecimientos históricos. En ese sentido, los conflictos internos se constituyen en condiciones que derivan de las repercusiones de la crisis económica mundial de 1929, que puede ser interpretada- y de hecho así fue tomada desde hace varios años- como una de las causas de la guerra. No obstante, este supuesto también se contrasta con el enunciado que sugiere que el conflicto bélico devino de la irresolubilidad de una antigua controversia acerca de la determinación de los límites fronterizos y sobre la política internacional de los países en pugna.

[18] De acuerdo a lo planteado por Graham Macdonald y Cynthia Macdonald, se puede afirmar que en esos telefonemas se pueden identificar las explicaciones intencionales de las acciones de los sujetos combatientes. Graham Macdonald y Cynthia Macdonald, 2009, ob.cit., p. 130.

[19] Cabe aclarar que la selección de los datos está condicionada por las habilidades y competencias de interpretación de la información. Yuni José y Claudio Urbano, Técnicas para investigar: análisis de datos y redacción científica, Brujas, Córdoba, 2006.

[20] De acuerdo a lo postulado por Aviezer Tucker, la definición de guerra de fortines se comprendería desde el enfoque excepcionalista de la filosofía de la historiografía, considerando las particularidades del desarrollo de las campañas efectuadas por los regimientos en el territorio en litigio.

[21] Al respecto, Aviezer Tucker sugiere que “una causa es pues insuficiente por sí sola para lograr el efecto, pero es indispensable para el conjunto de condiciones que son suficientes para producir el resultado”. En este caso la guerra fue el resultado de la crisis y transformación de los sistemas políticos tanto de Bolivia como del Paraguay. Tucker, Aviezer, 2009, ob.cit., p. 101.

[22] Adquieren importancia esos testimonios ya que posibilitan la comprensión subjetiva del significado de las acciones de los agentes históricos. Ello nos lleva a discutir el uso de la explicación causal singular en la explicación de los eventos de microhistoria. Macdonald, Graham y Cynthia Macdonald, 2009, ob.cit., p. 130 y pp. 136-137.

[23] Explicación objetiva de la acción. Macdonald, Graham y Cynthia Macdonald, 2009, ob.cit., p. 130.

[24] Existe mucha información de fondo que es desconocida y que corroboraría esa suposición. Day, Mark y Gregory Radick, 2009, ob.cit., p. 88. No obstante, ello posibilitaría obtener la comprensión subjetiva del significado de la acción. Macdonald, Graham y Cynthia Macdonald, 2009, ob.cit., p. 130.

[25] Considérese que esta narrativa está vinculada con la orientación cuantitativa del modelo filosófico Bayesianismo. Day, Mark y Gregory Radick, 2009, ob.cit., pp. 89-90.

[26] Al respecto, adquiere relevancia la intervención del investigador, en tanto se encontraría “obligado” a

conocer la historia causal de las pruebas y a “identificar las cosas que hacen para la mejor y peor explicaciones”. Day, Mark y Gregory Radick, 2009, ob.cit., p. 94.

[27] Yuni José y Claudio Urbano, 2006, ob.cit., pp. 113-115.

[28] Teniendo en cuenta las consideraciones de Aviezer Tucker, el factor causal de la guerra habría sido justamente el avance de las tropas paraguayas sobre un territorio que históricamente pertenecía a Bolivia, pero que debido a la debilidad del gobierno- en instancias de consolidación- y a una inconsistente diplomacia, no logró imponer su soberanía.

[29] Tucker, Aviezer, 2009, ob.cit., p. 98.

[30] Tamayo, Mario, Diccionario de la investigación científica, Editorial Limusa, México, 2000.

[31] Al respecto, se puede destacar de las noticias que se recibían desde Buenos Aires y que se publicaban en el diario El Intransigente, la preocupación del gobierno argentino por establecer destacamentos militares en la frontera con Bolivia y Paraguay, a fin de redefinir ese espacio territorial como un límite físico-político.

[32] Obsérvese el carácter persuasivo de una explicación que lleva a indagar en el aspecto psicológico. Macdonald, Graham y Cynthia Macdonald, 2009, ob.cit., p. 133.

[33] Day, Mark y Gregory Radick, 2009, ob.cit., p. 94. Por otra parte, se constata la esencia multifactorial de las explicaciones de los acontecimientos, de las acciones llevadas a cabo para un determinado objetivo. Macdonald, Graham y Cynthia Macdonald, 2009, ob.cit., pp. 135-136.

[34] Se puede observar una interpretación maniquea de los acontecimientos.

[35] Day, Mark y Gregory Radick, 2009, ob.cit., p. 93.

[36] Tucker, Aviezer, 2009, ob.cit., pp. 101-102.

[37] Acerca del uso de la explicación causal singular en la explicación de los eventos de microhistoria, consúltese Macdonald, Graham y Cynthia Macdonald, 2009, ob.cit., p. 135.

[38] En este caso se logra una aproximación a los estados emocionales de los sujetos y al contexto (social y físico) en el que se encontraban. Macdonald, Graham y Cynthia Macdonald, 2009, ob.cit., p. 137.

[39] De esa manera, las explicaciones que sólo atribuyen los estados psicológicos de los personajes históricos no serán suficientes para dar cuenta de la manera en que resultaron esos hechos. Macdonald, Graham y Cynthia Macdonald, 2009, ob.cit., p. 137.

[40] Al respecto son muy importantes los estudios realizados por la antropóloga Silvia Hirsch y el historiador Erick Langer. Los mismos dan cuenta de la continuidad de los procesos de migración y de articulación regional hacia el norte argentino antes, durante y después de la guerra.

[41] Day, Mark y Gregory Radick, 2009, ob.cit., p. 94.

[42] Esta insinuación se expresa también, por ejemplo, cuando en algunas notas que van dirigidas al director del diario El Intransigente se le agradece la disposición que tuvo para difundir el pedido que le había solicitado el Ejército paraguayo, de contar con el apoyo de aquellas mujeres que los militares paraguayos nombraban como “Las madrinitas de guerra”, es decir “las cultas niñas de Salta que tan notablemente, tan argentinamente” se ofrecían a contribuir con “cariño y feminidad” a la horrorosa tragedia en que se encontraban los combatientes.

[43] Day, Mark y Gregory Radick, 2009, ob.cit., p. 88.

[44] Nuevamente se plantea el carácter persuasivo de una explicación que lleva a indagar en el aspecto psicológico. Macdonald, Graham y Cynthia Macdonald, 2009, ob.cit., p. 133.

[45] Day, Mark y Gregory Radick, 2009, ob.cit., pp. 100- 101.

[46] El Intransigente, Salta, Argentina, Años 1932-1935.

[47] El Intransigente, Salta, Argentina, Años 1932-1935.

[48] Salzman sostiene que fueron los terratenientes procedentes de Buenos Aires los que se identificaron con la causa paraguaya, debido a los intereses que tenían puestos en las actividades económicas que realizaban en parte del territorio en litigio. Salzman, Mariano, “Guerra y transformación sociopolítica de Bolivia y Paraguay en los años treinta”, en Ansaldi, Waldo (editor), Tierra en llamas. América Latina en los años 1930, Ediciones Al Margen, La Plata, 2003.

[49] Day, Mark y Gregory Radick, 2009, ob.cit., p. 91.

[50] Day, Mark y Gregory Radick, 2009, ob.cit., p. 92.

[51] Day, Mark y Gregory Radick, 2009, ob.cit., pp. 93-94.

[52] Tucker, Aviezer, 2009, ob.cit., p. 100. Asimismo, en este aparatado se corrobora la afirmación de que una explicación es multifactorial.

[53] Se observa de qué manera la información obtenida mediante el análisis del discurso periodístico de la época ha posibilitado redefinir al conflicto bélico como una guerra de fortines, un concepto que de una u otra forma ya se había planteado en la producción historiográfica de carácter tradicional.

[54] PICTO 36715 Construcción de identidades y sus representaciones discursivas. Salta, siglos XVIII-XXI, CEPIHA, Universidad Nacional de Salta.

[55] Day, Mark y Gregory Radick, 2009, ob.cit., p. 94.

[56] No debería considerarse como sutil al avance de las ciencias sociales y particularmente a las reflexiones que se realizan de las mismas, puesto que posibilitan revalorizar la confluencia de las técnicas y métodos en los procesos de investigación. Sin embargo, tampoco debería sobrevalorarse la idea de que todas las prácticas de investigación dependen de determinadas teorías.

[57] Posicionamiento ideológico que supuestamente sería contrario al que proviene de los diarios oficialistas de la ciudad de Salta.

[58] Si bien, es importante reconstruir un hecho histórico en base a un corpus teórico, resulta imprescindible indagar sobre otro tipo de fuentes documentales u orales.

[59] Day, Mark y Gregory Radick, 2009, ob.cit., p. 95.

[60] Se sostiene que la explicación historiográfica viene en muchas formas. A veces afirmaciones generales constituyen un componente esencial, mientras que en otros momentos sólo lo particular, circunstancias y los estados psicológicos de los agentes sociales deben ser mencionados. Macdonald, Graham y Cynthia Macdonald, 2009, ob.cit., p. 140.