Revista
Andes, Antropología e Historia
Vol.
1, Nº 31, Enero-Junio de 2020
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Reseña
Gustavo Nicolás Contreras, El peronismo obrero. Consideraciones a partir del devenir político y
sindical de los trabajadores de los frigoríficos, Buenos Aires,
Grupo Editor Universitario – EUDEM, 2018, 143 páginas. ISBN 978-987-1309-72-6
Jacqueline Treccarichi
jacqueline.treccarichi@hotmail.com
El peronismo obrero forma parte de la Colección La Argentina
Peronista: política, sindicalismo, cultura. Gustavo Nicolás
Contreras, licenciado en historia y docente de la Universidad Nacional de Mar
del Plata, elabora un recorrido histórico a partir de la década de 1870 hasta finales de 1950 en el que revisa
la lucha política y sindical de los trabajadores de la carne en la República
Argentina, así como su reclamo por los derechos de los obreros y el surgimiento
del movimiento peronista.
En
el primer capítulo, desarrolla los avances técnicos de las cámaras frigoríficas
y su importancia en la producción de carne en la Argentina, la cual se vio
beneficiada con inversión de capital de países extranjeros, entre los que se
desataca de la preeminencia de Gran Bretaña respecto de Norteamérica, y su
contribución a las condiciones necesarias para el funcionamiento de los
frigoríficos en el país. Esto provocó un conflicto entre mercados de ambas
potencias. A la par de esta nueva producción, Contreras destaca el surgimiento
de otro conflicto: por un lado, el trabajo estándar al que refiere Mirta Lobato
como la síntesis de ritmo e intensidad laboral y con ello también las grandes
masas de asalariados descalificados; por el otro una burguesía con cuyos
métodos de control dominantes no permitió la instauración de sindicatos que ofrecerían
resistencia a las penosas condiciones laborales.
A
raíz de estas nuevas problemáticas en el sector de los frigoríficos de la
carne, en el segundo y tercer capítulos, el autor caracteriza a grandes rasgos
las dificultades que padecía el proletariado y cuáles fomentaron conflictos laborales
entre 1880/90 y, con ello el surgimiento de las primeras organizaciones
sindicales. No obstante, señala que resistir la lucha y los reclamos no fue
factible debido a la segmentación del proletariado y a la falta de
representantes frente a la patronal, reticente a cualquier tipo de negociación.
Además, Contreras basándose en una investigación de Roberto Tarditti hace
referencia a las distintas huelgas producidas entre 1915 y 1918 con tinte
político-anarquista, en reclamo de mejoras laborales, aumento salarial, jornada
de ocho horas, entre otras. A partir de entonces, se crearían organizaciones
sindicales de carácter reformista con el Estado de mediador, a pesar de los
desacuerdos de los anarquistas. Contreras señala que el apogeo de la burguesía
de la industria cárnica tuvo lugar gracias al perfeccionamiento del método
estándar, la sobreexplotación y la producción en serie. Bajo este horizonte,
resalta la acción del Partido Comunista y cómo éste entraría en juego
conformando un agrupamiento sindical tras la huelga de 1932, representando a
toda la rama de la actividad en lucha contra el sistema estándar. Los huelguistas organizados con otras
agrupaciones fueron reprimidos y locales sindicales cerrados. Asimismo, durante
la década del 30 Europa demandó carne a los frigoríficos argentinos en el
contexto de la Segunda Guerra Mundial, lo que conllevó a un aumento de la productividad industrial.
Sin embargo, esto no significo un equiparamiento en la redistribución de las
riquezas para con los asalariados. En virtud de un cambio democrático, el
sector comunista, radical, socialista y la central obrera se unieron y
conformaron la Unión Democrática, que demandaría leyes a favor de los
trabajadores.
A
causa de las dificultades mencionadas entre los distintos gremios políticos, en
el capítulo 4 se analiza la postura de Perón y Mercante, en apoyo a las
negociaciones relacionadas con un paro producido en el '43 por parte del movimiento obrero de la
carne. Contreras señala que esta actitud es observada por algunos trabajadores
como una posible alianza, mientras que otros los concebían como líderes
surgidos de un golpe militar. También enfatiza sobre las demandas obtenidas a
través de la Secretaria de Trabajo y Previsión, que se vieron interrumpidas por
la detención de Perón y su posterior discurso, dando a conocer decretos
firmados a favor de los obreros y la aprobación de una Ley de Asociaciones
Profesionales. El autor analiza el modo en que una masa de trabajadores se unió
el 17 de octubre de 1945 por la liberación de un militar como Perón, y señala
que el movimiento peronista más que una construcción del líder se contemplaba
como una alianza política-social integrada por mutuos acuerdos. En vista de las
elecciones democráticas en 1946,
el Partido Laborista estableció una estructura que culminó en la candidatura de
Perón. Una vez en el poder solicitó disolver aquellos partidos que
contribuyeron a su causa y unirlos en un solo, denominado PURN.
Inmediatamente
aprobada la Ley de Asociaciones Profesionales se conformó legalmente la
Federación de Sindicatos Autónomos de la Industria de la Carne compuesta por 16
sindicatos, incluidos comunistas y anarquistas. Por consiguiente, en el
capítulo 5, el historiador desarrolla las tendencias peronistas en el gremio de
la carne, analiza los temas mencionados en el Proyecto de Estatuto de los
obreros de la carne citado en Laborismo nº3 de 1947. Asimismo explica que, mediante una huelga convocada por la Federación,
exigen que el Estatuto de la Carne se promulgue como ley y cómo su dilatación
provocó dos posturas: se hallaban quienes respondían a órdenes de Perón y
querían finalizarla frente a quienes no cederían hasta que el Estatuto se
aprobara. Luego de varias negociaciones se obtuvo un convenio jamás logrado en la
historia del gremio. Pese a que no se promulgó dicho Estatuto. Aquí se
manifiesta el desenlace de la ruptura dentro de la Federación que resultó en el
renombramiento de una nueva organización que pasaría a llamarse Federación
Gremial del Personal de la Industria de la Carne, Derivados y Afines, y por
consiguiente, se desligarían de cualquier partido político. Por otra parte, la
CGT procuraría fusionarse a la Federación luego del III Congreso Extraordinario
y a pesar de sus diferencias se unirían para defenderse contra el anti
peronismo.
El
autor realiza un breve recorrido histórico desde los comienzos del movimiento
obrero de la carne (detallado en apartados anteriores) a fin de explicar en los
capítulos 6 y 7 una recesión en la producción y de un cambio en la coyuntura
política producida en la década de 1950. Luego de la crisis del '29, Argentina y Gran
Bretaña firmaron el pacto Roca-Runciman, el cual no sería aceptado por sectores
políticos, ya que era visto como una adjudicación de la soberanía nacional por
parte del país extranjero. No obstante, la crisis favorecería al mercado
interno. Contreras realiza
una serie de hipótesis para explicar un descenso de la producción en los
frigoríficos entre los años 1945-1949 con Perón en el gobierno. Una de ellas lo
atribuye a un desinterés del gobierno en nacionalizar las instituciones, aunque
otra teoría señala que pudo obedecer a la conflictividad interna de los gremios
y por último propone que, debido a los desacuerdos con Gran Bretaña, la
devaluación de su moneda y los pocos beneficios que se obtenían del pacto,
el gobierno Argentino decidió suspender los embarques al país extranjero al
tiempo que negociaba con Estados Unidos la importación y exportación de
productos. Dado el descenso de la producción de carne, el Estado optó por
ampliar los subsidios otorgados en lugar de nacionalizar la industria. El autor
señala una nueva división política en el entorno peronista surgida a partir de
la reforma constitucional de 1949, tras la cual la CGT se colocaría entre los
principales apoyos militantes del gobierno. Los libros de Oreste Confaloneri y
Lousie Doyon posibilitan a Contreras establecer que desde los sucesos del 17 de
octubre, los sindicatos comenzarían a intervenir en la solución de los
problemas políticos que acontecían en el país y que no se permitirían ser un
objeto manipulable del Estado. Dadas las condiciones que anteceden, un nuevo
conflicto se venía perfilando cuando el gobierno aprobó a pedido de la patronal
la abolición de los derechos sindicales, lo que permitió 2.000 despidos y
pérdidas de las reivindicaciones obtenidas a lo largo de la lucha de los
obreros y se estableció en 1950 una huelga por tiempo indeterminado.
A
la espera de una reunión, la Federación llamó a trabajar “a reglamento”.
Contreras se apoya en el análisis de artículos periodísticos de los diarios El Día, La Prensa y El Trabajo y lo largo de los capítulos 8
y 9 puede desarrollar los conflictos a través de los meses de negociaciones y
sus consecuencias. Tal como explica el
autor, se puede identificar claramente la postura de la Federación en reclamo
de la reincorporación de empleados despedidos y se retoma la aprobación del
Estatuto de la Carne, siempre teniendo la precaución de conservar su carácter
peronista frente a los desacuerdos con el Ministerio de Trabajo y el gobierno.
Asimismo, la huelga se declaró ilegal, acusada de inconsulta e improcedente, ya
que no se habían agotado todas las instancias necesarias para llegar a una
negociación. Aquí el autor da cuenta de dos intenciones, una del gobierno
queriendo dividir a los huelguistas frente a la de los gremialistas anexionando
a los trabajadores más calificados a la huelga, puesto que su reemplazo era más
difícil de obtener. La posición de la CGT estaba con el Ministerio de Trabajo y
Previsión y sostenían que hubo malas
decisiones de parte de la Federación. En este panorama se resalta que ambas
posturas opuestas seguían conservando su carácter peronista. Tras la acusación
de ilegalidad del paro, la Federación mantuvo su postura de reclamo legítimo,
pero de todos modos algunos frigoríficos comienzan sus jornadas laborales y
provocan un fraccionamiento dentro de ella. Son analizados los resultados dados
luego del conflicto y la resolución Ministerio de Trabajo y Previsión que fue
la de suspender la personería jurídica de la Federación y crear la Junta Inter
sindical de Trabajadores de la Carne, la cual le brindaría su apoyo al
presidente Perón. Aquí se remarca que dicha actitud por parte del Ministerio
era ilegal, ya que el gobierno negociaba con la JITC y esta no poseía entidad
jurídica puesto que, de tenerla, perdería los bienes obtenidos por la FGPICDyA.
Se plantea una comparación entre ambas conducciones y se expone las propuestas
de la JITC en donde se remarca el parecido con el anterior gremio y la
convicción de que era necesaria la participación obrera en temas de
política.
Ya
finalizando el libro, en el capítulo 10 se observa una clara reflexión y
análisis de las distintas posturas que emanaron de la militancia obrera y
peronista. El conflicto por la preeminencia del movimiento obrero se evidenció
aún más luego del fraccionamiento producido en 1950, en el cual el Estado
requería un apoyo por parte del gremio frente a la crisis económica el ataque
político. Contreras repara en que el peronismo era una construcción propia del
sector obrero. Se puede reconocer, a lo largo de la lectura que la Federación
siempre estuvo encaminada a un movimiento revolucionario propio del peronismo y
a su vez en una dirección apolítica con criterios propios de lucha por los
trabajadores del que no todos los sectores estaban en completo acuerdo. En
contraparte, se encontraba la CGT, la cual al tomar el mando de la Federación
estableció que anteponía su apoyo al gobierno y cesaba con los movimientos
reformistas de la huelga. Cabe agregar que se deja establecida la discrepancia
en ambas posturas ideológicamente peronistas: mientras que para los cegetistas
el peronismo se percibía como la culminación de la lucha por los obreros, para
la Federación significaba solo el comienzo de un largo recorrido.
El
valor de este libro se halla en la contribución valioso al conocimiento sobre
el acontecer político en torno al peronismo obrero a partir del estudio de los
sindicatos de la carne. Destacamos la claridad de la escritura que favorece la
comprensión, aunque el lector no sea experto en el tema, gracias al desarrollo
de una estructura clara y precisa con el que se encuentra narrado, que de
ningùn modo le resta rigor en el trabajo con las fuentes ni en la encadenación
de los argumentos.